Título: El juicio de J'onn J'onzz (I) Autor: Martín Xicarts Portada: Angel Legna Publicado en: Abril 2015
Manhunter, John Jones, el Espectro de Bronce, el Detective Marciano... Muchos han sido los nombres que ha utilizado este misterioso personaje para proteger a los demás. Pero para todos, "héroe" es la palabra que mejor lo define. Pero ¿ha sido así siempre? ¿Qué ocurrirá cuando su pasado vuelva a reclamarle por sus pecados? Tierra-53 se enorgullece en presentar esta estupenda nueva serie con uno de los personajes fundamentales del Universo DC!!
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Mi nombre es J'onn J'onzz. Soy el único superviviente de un mundo devastado. Llevo en este planeta muchos años, los suficientes como para sentirme cómodo aquí... todo lo cómodo que puede estar un marciano entre hombres.
Manhunter from Mars creado por Joseph Samachson y Joe Certa
―¿Una pareja se divorció... por tu culpa? ―preguntó Arthur Curry(1), sin poder evitar una expresión de sorpresa en su rostro. Observó detenidamente a su interlocutor, un marciano alto, verde y con ojos rojos, mirando el horizonte antártico mientras el viento helado ondea su capa vertiginosamente.
J’onn no le devolvió la mirada; sin necesidad de su telepatía podía adivinar perfectamente que el atlante no sabía si reír o tomarse el asunto en serio.
―No lo diría con esas palabras. Mi identidad del psicólogo Hernán Barrios en Buenos Aires es una de las más especiales que tengo, dado que me permiten meterme en la psique humana sin necesidad de usar mis poderes telepáticos. Me sorprendió, debo admitir, el cómo respondió esta pareja ante uno de los tratamientos más básicos que aprendí en...
J’onn se dio la vuelta y observó la expresión aburrida de su ex compañero de equipo, por la cual sonrió de lado.
―No creo que me hayas pedido venir hasta este frío pedazo de hielo para hablar de psicología, ¿verdad? ―preguntó el rey atlante, mientras daba unos pasos hacia delante y fijaba su mirada en los restos apenas visibles de lo que otrora fuera una increíble y magnífica construcción de otro mundo.
El Manhunter asintió como toda respuesta, recordando con cierta alegría que su amigo seguía siendo el mismo de siempre y estaba seguro de que era quien mejor lo comprendía. A los ojos de J’onn, Clark era más humano que cualquier otro, y la civilización de Diana era radicalmente distinta a la suya; pero Arthur sabía lo que era sentir el peso del liderazgo sobre sus hombros, el peso de tener toda una civilización para proteger... y también conocía lo que eran las pérdidas de los seres amados.
Pero esas comparaciones eran historia antigua para cualquiera, el lazo entre J’onn y Arthur era tan viejo que no hacía falta que pensaran en el. Era por eso que sus silencios difícilmente se volvían incómodos de alguna forma, simplemente se limitaban a pensar y meditar. El rey de los mares le estaba dando tiempo a su amigo, cierta duda le carcomía por dentro y no quería echarlo a perder apurando el diálogo.
―Aquí descansan los restos de Z’onn Z’orr, la última gran fortaleza marciana(2). Si Hernán Barrios siguiera vivo y... pudiera darme una sesión de terapia, estoy seguro que me diría que debo desprenderme de todos estos lazos que me atan a un caótico pasado –murmuró audiblemente J’onn, lo suficiente para que Arthur lo entendiera y para que el viento no tapara sus palabras.
El héroe atlante no se inmutó ante la mención de que aquel psicólogo sudamericano estuviese muerto, e intuyó que debía estarlo hacía mucho tiempo. No era ningún misterio que su extraño y enorme amigo tomara las identidades de buenas personas que se merecían una segunda oportunidad. Ignorando el frío y soportándolo gracias a su fisonomía submarina, dio unos pasos sobre la dura nieve y colocó su mano sobre el hombro de J’onn, mirando los restos de la nave fortaleza marciana.
―Nadie puede decirte qué es lo que debes hacer o dejar de hacer, J'onn. Eres tú quien tiene que buscar las respuestas. Pero permíteme darte un consejo como amigo y no como héroe o rey ―dijo esto último añadiéndole cierto aire serio al tono de su voz, obligando así a que J’onn posara sus ojos rojos sobre los de él.― Los marcianos pueden haberse ido, tu esposa e hija también, pero no es tu culpa, ya nos encargamos del responsable hace tiempo(3). Ve a vivir tu vida de una vez, J’onn. Deja de mirar ruinas y empieza a construir tu nuevo mundo, la felicidad no va a esperarte para siempre y no quiero ver como te consumes en tu pena.
Los pensamientos comenzaron a arremolinarse en la cabeza del marciano y, por extraño que le pareciera, podía notar que los latidos de su corazón se incrementaban al contemplar frente a sí todas las infinitas posibilidades que tenía para alcanzar, y cómo sus intenciones estaban puestas en no hacerlo, en evitarlas una y otra vez.
Hacía muchas décadas que había asumido que los marcianos no iban a regresar, aún cuando algunos eventos no muy lejanos le hicieron dudar más de una vez, pero en el fondo no podía evitar sentirse culpable al haber fallado en su misión como Manhunter de Marte. Era su destino, su maldición; debía andar por el universo cargando esa condena, envuelto en una pesada capa azul y lleno de pesadillas.
―Arthur, agradezco que...
Los ojos rojos se abrieron de par en par y dirigió su rostro hacia el cielo presurosamente, prestando atención con sus múltiples sentidos al objeto que volaba a toda velocidad hacia ellos.
―¡También lo escuché! ―exclamó Aquaman, arqueando sus codos y preparándose con sus piernas para entrar en combate.
―Espera... es sólo un androide ―le dijo J’onn, intentando evitar un enfrentamiento indeseado.― Reconozco el diseño, pero... es imposible.
Una ráfaga de viento los sacudió, pero ninguno movió un pie de la tierra. Finalmente su espera se vio recompensada, y en instantes vieron descender un robot en forma de huevo de color plateado con un ojo negro en el medio. El androide se detuvo a unos metros de ellos, flotando tranquilamente en el aire como si la nieve a su alrededor no existiese. Arthur enarcó una ceja, sin entender, mirando a su amigo marciano y luego de nuevo al droide.
―¿Qué está haciendo…? ―preguntó inseguro el atlante, sin saber si debía esperar o entrar en combate. Su amigo terminó levantando un brazo en un claro gesto de pausa. Imprevistamente, en el centro del ojo negro se encendió una luz roja que miró directamente a Martian Manhunter.
―#J’onn J’onzz, Manhunter de Marte, has sido convocado por los Altos Mandos de la Corte Superior de Ma'aleca'andra II(4) para responder por tus crímenes.#
Los dos héroes no pudieron menos que sorprenderse ante semejante afirmación. ¿De qué estaba hablando aquel robot? ¿Cómo podía existir un “Marte II”? J’onn frunció el ceño, parcialmente disgustado por lo que acababa de oír. Su pueblo había sido aniquilado, su familia había sido asesinada, y él no había podido hacer nada para impedirlo. Qué alguien osara remover esas tragedias tan impunemente era algo que le repugnaba, pero aún así debía saber de qué iba todo eso.
―¿De qué estás hablando, androide? ¿Qué es Ma'aleca'andra II? ―preguntó fingiendo calma en su voz.
―#Fui programado como mensajero. No es parte de mis tareas dar explicaciones.#
―Entonces dinos, ¿quién te envió? ―lo increpó Aquaman, comenzando a perder la paciencia.
―#El Manhunter Supremo de Marte II, Re’s Eda(5).#
El rostro de J’onn palideció al escuchar esas palabras. Algo que no pudieron notar ni su amigo ni el androide. Era un nombre muy familiar, uno que le traía recuerdos de un tiempo lejano, y que tontamente había olvidado. Re’s, el marciano que había sido su amigo, su hermano y su contrincante. El Manhunter cerró sus ojos y dejó que su memoria divagara en los océanos del tiempo, a una época en la que todo parecía posible y en la que el futuro se veía muy prometedor. Allí, ante sus ojos cerrados, pudo ver a dos jóvenes marcianos entrenándose entre ejercicios y juegos para algún día convertirse en los guardianes de su mundo.
―J’onn ―lo llamó Arthur desde el tiempo presente. Lo miraba con seriedad y preocupación, pero su voz era firme.― ¿Qué es lo que harás? No creo que el robot acepte un “no” por respuesta.
―No, no lo hará ―le respondió el marciano, volviendo a abrir sus ojos.
―Podemos llamar a la Liga. Incluso los Green Lantern podrían ayudarnos.
―No, Arthur ―dijo J’onn con calma, incluso con cierta paz en su tono de voz. Sus pies despegaron del suelo apenas unos centímetros y, en vez de mirar a su amigo, su atención estaba puesta en el robot plateado.― No es necesario que nadie arregle mis problemas por mí.
―Bien, entonces iré contigo. Tengo interés en saber quién es ese Re’s Eda y qué quiere contigo.
―No, Arthur ―repitió una vez más el aludido, sólo que esta vez aumentando su tono de voz. Al percatarse de ello, J’onn suspiró con calma y agregó con una sonrisa.― Me dijiste que debo ir a vivir mi vida y dejar mi pasado atrás, pero ahora es mi pasado el que viene a tocar mi puerta. Tengo que responder ese llamado, y tengo que hacerlo solo. Creo que puedes entenderlo.
Aquaman apretó su mandíbula, enojado por la decisión, pero al final no pudo hacer más que asentir. Martian Manhunter, el lobo solitario de la Liga de la Justicia, siempre presente cuando sus amigos tenían problemas, siempre apoyándolos. Le molestaba no poder hacer lo mismo por él, pero si su ausencia era lo que necesitaba en ese momento, entonces era lo que iba a ofrecerle.
―Llama cuando llegues, ¿de acuerdo? ―le dijo con un toque de sorna, para aligerar el ambiente. Lo cual no era muy propio de él, pero a falta de Flash, no podía dejarlo ir con caras de amargura.
―Volveremos a vernos antes de lo que crees ―le respondió su amigo, flotando algunos metros por encima de él. J’onzz había tomado una decisión, e iba a dirigirse en una nueva aventura para descubrir la verdad. Con un gesto de la cabeza le indicó al androide que estaba listo para partir. El mismo emitió un pitido afirmativamente y, sin propulsores aparentes, se elevó a gran velocidad hacia la estratósfera. El Manhunter lo siguió intentando mantener el mismo ritmo, pero sólo una vez que se encontraron en el espacio exterior pudieron seguir volando a la par. Había entendido que el robot no iba a hablarle, por lo que era inútil intentar sacarle algo de información. Una vez que traspasaron la curvatura de la Luna, el droide volvió a emitir un pitido.
―#Preparando campo estático para entrar en velocidad luz. En 5... 4... 3... 2... 1...#
De repente, un círculo de partículas blancas los rodeó y, sin previo aviso, fueron hiperimpulsados hacia algún punto en concreto del universo. J’onn no podría describir exactamente cómo fue la experiencia, pero sintió como si su cuerpo hubiese sido destripado en un millón de partes antes de volver a reacomodarse de nuevo. Lo único que pudo apreciar a través de sus ojos fue un espacio infinito de luz blanca atravesándolo. Pero antes de despertar de semejante experiencia, su mente fue transportada a un mundo de sueños y memorias
J’onn no le devolvió la mirada; sin necesidad de su telepatía podía adivinar perfectamente que el atlante no sabía si reír o tomarse el asunto en serio.
―No lo diría con esas palabras. Mi identidad del psicólogo Hernán Barrios en Buenos Aires es una de las más especiales que tengo, dado que me permiten meterme en la psique humana sin necesidad de usar mis poderes telepáticos. Me sorprendió, debo admitir, el cómo respondió esta pareja ante uno de los tratamientos más básicos que aprendí en...
J’onn se dio la vuelta y observó la expresión aburrida de su ex compañero de equipo, por la cual sonrió de lado.
―No creo que me hayas pedido venir hasta este frío pedazo de hielo para hablar de psicología, ¿verdad? ―preguntó el rey atlante, mientras daba unos pasos hacia delante y fijaba su mirada en los restos apenas visibles de lo que otrora fuera una increíble y magnífica construcción de otro mundo.
El Manhunter asintió como toda respuesta, recordando con cierta alegría que su amigo seguía siendo el mismo de siempre y estaba seguro de que era quien mejor lo comprendía. A los ojos de J’onn, Clark era más humano que cualquier otro, y la civilización de Diana era radicalmente distinta a la suya; pero Arthur sabía lo que era sentir el peso del liderazgo sobre sus hombros, el peso de tener toda una civilización para proteger... y también conocía lo que eran las pérdidas de los seres amados.
Pero esas comparaciones eran historia antigua para cualquiera, el lazo entre J’onn y Arthur era tan viejo que no hacía falta que pensaran en el. Era por eso que sus silencios difícilmente se volvían incómodos de alguna forma, simplemente se limitaban a pensar y meditar. El rey de los mares le estaba dando tiempo a su amigo, cierta duda le carcomía por dentro y no quería echarlo a perder apurando el diálogo.
―Aquí descansan los restos de Z’onn Z’orr, la última gran fortaleza marciana(2). Si Hernán Barrios siguiera vivo y... pudiera darme una sesión de terapia, estoy seguro que me diría que debo desprenderme de todos estos lazos que me atan a un caótico pasado –murmuró audiblemente J’onn, lo suficiente para que Arthur lo entendiera y para que el viento no tapara sus palabras.
El héroe atlante no se inmutó ante la mención de que aquel psicólogo sudamericano estuviese muerto, e intuyó que debía estarlo hacía mucho tiempo. No era ningún misterio que su extraño y enorme amigo tomara las identidades de buenas personas que se merecían una segunda oportunidad. Ignorando el frío y soportándolo gracias a su fisonomía submarina, dio unos pasos sobre la dura nieve y colocó su mano sobre el hombro de J’onn, mirando los restos de la nave fortaleza marciana.
―Nadie puede decirte qué es lo que debes hacer o dejar de hacer, J'onn. Eres tú quien tiene que buscar las respuestas. Pero permíteme darte un consejo como amigo y no como héroe o rey ―dijo esto último añadiéndole cierto aire serio al tono de su voz, obligando así a que J’onn posara sus ojos rojos sobre los de él.― Los marcianos pueden haberse ido, tu esposa e hija también, pero no es tu culpa, ya nos encargamos del responsable hace tiempo(3). Ve a vivir tu vida de una vez, J’onn. Deja de mirar ruinas y empieza a construir tu nuevo mundo, la felicidad no va a esperarte para siempre y no quiero ver como te consumes en tu pena.
Los pensamientos comenzaron a arremolinarse en la cabeza del marciano y, por extraño que le pareciera, podía notar que los latidos de su corazón se incrementaban al contemplar frente a sí todas las infinitas posibilidades que tenía para alcanzar, y cómo sus intenciones estaban puestas en no hacerlo, en evitarlas una y otra vez.
Hacía muchas décadas que había asumido que los marcianos no iban a regresar, aún cuando algunos eventos no muy lejanos le hicieron dudar más de una vez, pero en el fondo no podía evitar sentirse culpable al haber fallado en su misión como Manhunter de Marte. Era su destino, su maldición; debía andar por el universo cargando esa condena, envuelto en una pesada capa azul y lleno de pesadillas.
―Arthur, agradezco que...
Los ojos rojos se abrieron de par en par y dirigió su rostro hacia el cielo presurosamente, prestando atención con sus múltiples sentidos al objeto que volaba a toda velocidad hacia ellos.
―¡También lo escuché! ―exclamó Aquaman, arqueando sus codos y preparándose con sus piernas para entrar en combate.
―Espera... es sólo un androide ―le dijo J’onn, intentando evitar un enfrentamiento indeseado.― Reconozco el diseño, pero... es imposible.
Una ráfaga de viento los sacudió, pero ninguno movió un pie de la tierra. Finalmente su espera se vio recompensada, y en instantes vieron descender un robot en forma de huevo de color plateado con un ojo negro en el medio. El androide se detuvo a unos metros de ellos, flotando tranquilamente en el aire como si la nieve a su alrededor no existiese. Arthur enarcó una ceja, sin entender, mirando a su amigo marciano y luego de nuevo al droide.
―¿Qué está haciendo…? ―preguntó inseguro el atlante, sin saber si debía esperar o entrar en combate. Su amigo terminó levantando un brazo en un claro gesto de pausa. Imprevistamente, en el centro del ojo negro se encendió una luz roja que miró directamente a Martian Manhunter.
―#J’onn J’onzz, Manhunter de Marte, has sido convocado por los Altos Mandos de la Corte Superior de Ma'aleca'andra II(4) para responder por tus crímenes.#
Los dos héroes no pudieron menos que sorprenderse ante semejante afirmación. ¿De qué estaba hablando aquel robot? ¿Cómo podía existir un “Marte II”? J’onn frunció el ceño, parcialmente disgustado por lo que acababa de oír. Su pueblo había sido aniquilado, su familia había sido asesinada, y él no había podido hacer nada para impedirlo. Qué alguien osara remover esas tragedias tan impunemente era algo que le repugnaba, pero aún así debía saber de qué iba todo eso.
―¿De qué estás hablando, androide? ¿Qué es Ma'aleca'andra II? ―preguntó fingiendo calma en su voz.
―#Fui programado como mensajero. No es parte de mis tareas dar explicaciones.#
―Entonces dinos, ¿quién te envió? ―lo increpó Aquaman, comenzando a perder la paciencia.
―#El Manhunter Supremo de Marte II, Re’s Eda(5).#
El rostro de J’onn palideció al escuchar esas palabras. Algo que no pudieron notar ni su amigo ni el androide. Era un nombre muy familiar, uno que le traía recuerdos de un tiempo lejano, y que tontamente había olvidado. Re’s, el marciano que había sido su amigo, su hermano y su contrincante. El Manhunter cerró sus ojos y dejó que su memoria divagara en los océanos del tiempo, a una época en la que todo parecía posible y en la que el futuro se veía muy prometedor. Allí, ante sus ojos cerrados, pudo ver a dos jóvenes marcianos entrenándose entre ejercicios y juegos para algún día convertirse en los guardianes de su mundo.
―J’onn ―lo llamó Arthur desde el tiempo presente. Lo miraba con seriedad y preocupación, pero su voz era firme.― ¿Qué es lo que harás? No creo que el robot acepte un “no” por respuesta.
―No, no lo hará ―le respondió el marciano, volviendo a abrir sus ojos.
―Podemos llamar a la Liga. Incluso los Green Lantern podrían ayudarnos.
―No, Arthur ―dijo J’onn con calma, incluso con cierta paz en su tono de voz. Sus pies despegaron del suelo apenas unos centímetros y, en vez de mirar a su amigo, su atención estaba puesta en el robot plateado.― No es necesario que nadie arregle mis problemas por mí.
―Bien, entonces iré contigo. Tengo interés en saber quién es ese Re’s Eda y qué quiere contigo.
―No, Arthur ―repitió una vez más el aludido, sólo que esta vez aumentando su tono de voz. Al percatarse de ello, J’onn suspiró con calma y agregó con una sonrisa.― Me dijiste que debo ir a vivir mi vida y dejar mi pasado atrás, pero ahora es mi pasado el que viene a tocar mi puerta. Tengo que responder ese llamado, y tengo que hacerlo solo. Creo que puedes entenderlo.
Aquaman apretó su mandíbula, enojado por la decisión, pero al final no pudo hacer más que asentir. Martian Manhunter, el lobo solitario de la Liga de la Justicia, siempre presente cuando sus amigos tenían problemas, siempre apoyándolos. Le molestaba no poder hacer lo mismo por él, pero si su ausencia era lo que necesitaba en ese momento, entonces era lo que iba a ofrecerle.
―Llama cuando llegues, ¿de acuerdo? ―le dijo con un toque de sorna, para aligerar el ambiente. Lo cual no era muy propio de él, pero a falta de Flash, no podía dejarlo ir con caras de amargura.
―Volveremos a vernos antes de lo que crees ―le respondió su amigo, flotando algunos metros por encima de él. J’onzz había tomado una decisión, e iba a dirigirse en una nueva aventura para descubrir la verdad. Con un gesto de la cabeza le indicó al androide que estaba listo para partir. El mismo emitió un pitido afirmativamente y, sin propulsores aparentes, se elevó a gran velocidad hacia la estratósfera. El Manhunter lo siguió intentando mantener el mismo ritmo, pero sólo una vez que se encontraron en el espacio exterior pudieron seguir volando a la par. Había entendido que el robot no iba a hablarle, por lo que era inútil intentar sacarle algo de información. Una vez que traspasaron la curvatura de la Luna, el droide volvió a emitir un pitido.
―#Preparando campo estático para entrar en velocidad luz. En 5... 4... 3... 2... 1...#
De repente, un círculo de partículas blancas los rodeó y, sin previo aviso, fueron hiperimpulsados hacia algún punto en concreto del universo. J’onn no podría describir exactamente cómo fue la experiencia, pero sintió como si su cuerpo hubiese sido destripado en un millón de partes antes de volver a reacomodarse de nuevo. Lo único que pudo apreciar a través de sus ojos fue un espacio infinito de luz blanca atravesándolo. Pero antes de despertar de semejante experiencia, su mente fue transportada a un mundo de sueños y memorias
Allí estaban J’onn y Re’s, las jóvenes promesas de Marte, a la tierna edad de cuarenta y dos años. Era la edad apropiada para demostrarle al Padre de los Ancianos quien era el indicado para ser el nuevo Líder de los Manhunters de su pueblo. El Guardián y Detective que guiaría a los otros Manhunters en la tarea más noble que podían imaginar: la protección de su raza.
―Hagamos un pacto ―le había dicho Re’s, mientras descansaban sobre un monte en la zona de entrenamiento.
―¿Cuál? ―le preguntó con una sonrisa pacífica J’onn, observando las estrellas sobre ellos. Le gustaba estar así, relajadamente, esperando con entusiasmo lo que llegaría con el amanecer.
―Cuando venza mañana en las pruebas, te haré mi segundo al mando ―dijo Re’s con alegría y determinación. Fue una frase dicha medio en broma y medio en serio, porque aquel joven marciano estaba dispuesto a triunfar. Iba a convertirse en el Líder de los Manhunters e iba a pasar a la historia por eso.
―¿Y qué pasa si gano yo? ¿También te convertiré en mi segundo?
Re’s Eda giró su rostro hacia su amigo y le dedicó una sonrisa de suficiencia. Creía en J’onn y confiaba en él, pero a veces le parecía un poco inocente. Él se había entrenado mucho más duro, por más tiempo y con más ganas, no podía concebir ningún escenario en el que no saldría triunfante de aquellas pruebas. Incluso el Padre de los Ancianos lo había alabado una o dos veces.
―Estoy ansioso porque ya sea mañana ―dijo Re’s sin responderle.
―Yo espero ser tan buen Manhunter como lo fue Es’t U’odd, que siempre viva en la memoria de H’ronmeer.
―Yo espero ser aún mejor que él ―murmuró el otro, uniéndose a su amigo para observar el campo estrellado.
―Hagamos un pacto ―le había dicho Re’s, mientras descansaban sobre un monte en la zona de entrenamiento.
―¿Cuál? ―le preguntó con una sonrisa pacífica J’onn, observando las estrellas sobre ellos. Le gustaba estar así, relajadamente, esperando con entusiasmo lo que llegaría con el amanecer.
―Cuando venza mañana en las pruebas, te haré mi segundo al mando ―dijo Re’s con alegría y determinación. Fue una frase dicha medio en broma y medio en serio, porque aquel joven marciano estaba dispuesto a triunfar. Iba a convertirse en el Líder de los Manhunters e iba a pasar a la historia por eso.
―¿Y qué pasa si gano yo? ¿También te convertiré en mi segundo?
Re’s Eda giró su rostro hacia su amigo y le dedicó una sonrisa de suficiencia. Creía en J’onn y confiaba en él, pero a veces le parecía un poco inocente. Él se había entrenado mucho más duro, por más tiempo y con más ganas, no podía concebir ningún escenario en el que no saldría triunfante de aquellas pruebas. Incluso el Padre de los Ancianos lo había alabado una o dos veces.
―Estoy ansioso porque ya sea mañana ―dijo Re’s sin responderle.
―Yo espero ser tan buen Manhunter como lo fue Es’t U’odd, que siempre viva en la memoria de H’ronmeer.
―Yo espero ser aún mejor que él ―murmuró el otro, uniéndose a su amigo para observar el campo estrellado.
―#Ha estado en un sueño post-estático de 61 minutos terrestres.#
El Manhunter asintió como toda respuesta, sin dejar de observar el planeta. Como si el robot pudiera escuchar las dudas de sus pensamientos, le dijo con toda naturalidad:
―#Hemos llegado a Ma'aleca'andra II. Debemos descender a la Capital Mundial para encontrarnos con la Corte Superior.#
―De acuerdo, condúceme frente a tu Manhunter Supremo.
El androide volvió a tomar velocidad y se metió en la atmósfera con determinación, esperando que su compañero lo siguiera. J’onn no mostró ni un ápice de duda antes de internarse tras su estela plateada, pero en algún punto mientras descendía por los aires su cuerpo dejó de volar para comenzar a caer. Los ojos del marciano se abrieron con sorpresa ante esa mala nueva, y por un instante no pudo evitar entrar en pánico. Había perdido la facultad de vuelo y eso no le hacía ninguna gracia teniendo en cuenta lo alto que estaban y lo lejano que le parecía el suelo. Como acto reflejo intentó estirar todo su cuerpo en una masa amorfa que abarcara un amplio espacio, pero tampoco pudo hacer eso. Su metamorfosis no le obedecía como en otras ocasiones. Incluso no podía regresar a su forma natural marciana, sino que se había quedado estancado en el cuerpo humanoide que había elegido para no asustar a los humanos. Con capa azul y todo.
J’onn no podía siquiera hablar a causa del viento y la presión del aire, por lo que decidió hacer una última cosa para intentar detener la caída. Algo que había aprendido de Batman en los tiempos que coincidieron en la Liga. Tomó firmemente su capa y la expandió lo máximo posible, usando cada metro de superficie como una especie de paracaídas. Sintió que había frenado aunque sea un poco la velocidad, pero sin sus poderes el impacto lo mataría de todos modos. No pudo evitar mirar con malos ojos hacia el punto plateado frente a él. Era una trampa, debió haberlo adivinado. Iba a morir de la forma más estúpida, tal vez Aquaman había tenido razón. Pese a todo, no tuvo mucho más tiempo de lamentarse, porque antes de lo que había creído, todo su cuerpo colisionó con el suelo.
Allí estaban parados los dos amigos de la infancia, frente a toda una multitud que aplaudía. Cinco habían sido los aspirantes al cargo de Líder de los Manhunters, pero sólo uno había superado las pruebas. Los marcianos aclamaban a su nuevo Guardián, y el Padre de los Ancianos festejaba con ellos, a su sutil y modesta manera. El momento llegó y el miembro más antiguo del Consejo se acercó al ganador para otorgarle un pétalo de gran tamaño, que formaba parte de una flor curativa de Marte.
―J’onn J’onzz, has demostrado valentía, honor y entereza en cada una de las pruebas. Tuyas son la inteligencia y la astucia, y tuyo ahora es el deber de proteger a toda tu raza en una era de paz y prosperidad. Lidera a los Manhunters con el corazón, que nunca falla en sus decisiones.
El marciano se veía radiante durante la ceremonia. Nunca había estado más feliz en toda su vida. Aunque de haber sabido que su mejor amigo no sonreía ni compartía su gozo, posiblemente se hubiese sentido perturbado. Pero no en ese momento, no en ese lugar. Y mucho menos cuando los ojos de J’onn recorrieron la multitud hasta posarse en los de una marciana que lo miraba con una sonrisa. ¿Quién era? ¿Por qué sus latidos se habían multiplicado con su presencia? Había un marciano alto y serio detrás de ella, apreciando la ceremonia con una solemnidad pasmosa.
¿Quién era ella? ¿Por qué quería sentirla entre sus brazos…? ¿Quién era…?
―J’onn J’onzz, has demostrado valentía, honor y entereza en cada una de las pruebas. Tuyas son la inteligencia y la astucia, y tuyo ahora es el deber de proteger a toda tu raza en una era de paz y prosperidad. Lidera a los Manhunters con el corazón, que nunca falla en sus decisiones.
El marciano se veía radiante durante la ceremonia. Nunca había estado más feliz en toda su vida. Aunque de haber sabido que su mejor amigo no sonreía ni compartía su gozo, posiblemente se hubiese sentido perturbado. Pero no en ese momento, no en ese lugar. Y mucho menos cuando los ojos de J’onn recorrieron la multitud hasta posarse en los de una marciana que lo miraba con una sonrisa. ¿Quién era? ¿Por qué sus latidos se habían multiplicado con su presencia? Había un marciano alto y serio detrás de ella, apreciando la ceremonia con una solemnidad pasmosa.
¿Quién era ella? ¿Por qué quería sentirla entre sus brazos…? ¿Quién era…?
J’onn volvió a despertar por segunda vez en pocas horas. Ahora definitivamente no tenía idea de dónde estaba. ¿Cómo seguía vivo tras esa espantosa caída? Estaba sucio y su capa se veía un poco rajada, pero más allá de eso estaba como siempre. Observo su entorno y se dio cuenta que estaba en una especie de celda con paredes de metal. Sus manos colgaban del techo, y estaban cubiertas completamente por unas esposas de metal que lo ataban a un garfio.
Dos criaturas con forma humana de piel celeste y con el cabello blanco entraron a la habitación en cuanto lo vieron despertar. Estaban pertrechados con armaduras azules, como si fuesen soldados, pero sin parecerlo en el porte ni en la forma de moverse. De hecho, a J’onn le dio la impresión que eran dos campesinos enfundados en armaduras militares que no les quedaban bien. Pero su atención se desvió a las espadas que les colgaban del cinto. Una nueva sorpresa del día, sin lugar a dudas: lo que tenía frente a sí era acero marciano, algo que creía extinto cuanto menos.
Los dos guardias lo desengancharon del techo y lo escoltaron a un pasillo, luego a un ascensor, y luego a otro pasillo más amplio. Ninguno dijo una sola palabra, pero el marciano no creía poder entender su idioma, de todos modos. Sin embargo, antes de llegar a su destino, el Manhunter decidió probar suerte con uno de sus poderes. Tal vez había perdido el vuelo y la metamorfosis, pero aún creía conservar su invulnerabilidad, puesto que de alguna forma había sobrevivido al impacto. Viéndolo así, ¿por qué carecería de poderes psíquicos? Sin pedir permiso, se adentró en la mente de uno de los guardias, y la verdad lo golpeó tan fuerte que tuvo que salir casi de inmediato. Un mundo pacífico conquistado y transformado…
Antes de poder reflexionar sobre lo que había contemplado, dos puertas enormes se abrieron frente a él y le revelaron una sala circular bastante grande, en la que había una suerte de trono en el centro. Frente al mismo pudo ver ocho escaños que se elevaban en el aire por separado, y en los que estaban sentados ocho marcianos. Las miradas que le dirigían eran de pocos amigos, pero J’onn sólo tenía ojos para quien ocupaba uno de los dos sitiales centrales. Re’s Eda.
Los guardias lo sentaron en el asiento solitario, dejándole las esposas puestas. El silencio era tenso e invadía cada centímetro de la sala.
―J’onn J’onzz, antiguo Líder de los Manhunters de Marte, se te acusa de causar la aniquilación de la raza marciana. La Corte Superior de Ma'aleca'andra II te ha encontrado culpable de estos crímenes y la sentencia es la muerte. ¿Cómo te declaras? ―estableció el marciano que se encontraba junto a Re’s, y a quien J’onn reconoció como N’or Cott(6), el Mayor de las Fuerzas Fronterizas de Marte.
―Yo… ―respondió el Manhunter, aún sin poder terminar de asimilar la sorpresa que representaba toda esa situación. Había marcianos vivos y estaban frente a él. Ya no se encontraba solo en el universo. Y, sin embargo, no podía estar feliz, porque frente sus ojos sólo veía las llamas de la muerte que se habían llevado a su familia y a su pueblo. Y podía verse a sí mismo de pie, tomando la arena y las cenizas con una mano, sintiendo el dolor inconmensurable de la impotencia por no poder ayudarlos. Por no poder guiar a los Manhunters de Marte a un mañana mejor. Había fallado, y esa era su condena.
― Soy culpable ―respondió finalmente, bajando el rostro.
―Mátenlo ―dijo con firmeza Re’s Eda. Era hora de vengar a los marcianos.
Continuará
Dos criaturas con forma humana de piel celeste y con el cabello blanco entraron a la habitación en cuanto lo vieron despertar. Estaban pertrechados con armaduras azules, como si fuesen soldados, pero sin parecerlo en el porte ni en la forma de moverse. De hecho, a J’onn le dio la impresión que eran dos campesinos enfundados en armaduras militares que no les quedaban bien. Pero su atención se desvió a las espadas que les colgaban del cinto. Una nueva sorpresa del día, sin lugar a dudas: lo que tenía frente a sí era acero marciano, algo que creía extinto cuanto menos.
Los dos guardias lo desengancharon del techo y lo escoltaron a un pasillo, luego a un ascensor, y luego a otro pasillo más amplio. Ninguno dijo una sola palabra, pero el marciano no creía poder entender su idioma, de todos modos. Sin embargo, antes de llegar a su destino, el Manhunter decidió probar suerte con uno de sus poderes. Tal vez había perdido el vuelo y la metamorfosis, pero aún creía conservar su invulnerabilidad, puesto que de alguna forma había sobrevivido al impacto. Viéndolo así, ¿por qué carecería de poderes psíquicos? Sin pedir permiso, se adentró en la mente de uno de los guardias, y la verdad lo golpeó tan fuerte que tuvo que salir casi de inmediato. Un mundo pacífico conquistado y transformado…
Antes de poder reflexionar sobre lo que había contemplado, dos puertas enormes se abrieron frente a él y le revelaron una sala circular bastante grande, en la que había una suerte de trono en el centro. Frente al mismo pudo ver ocho escaños que se elevaban en el aire por separado, y en los que estaban sentados ocho marcianos. Las miradas que le dirigían eran de pocos amigos, pero J’onn sólo tenía ojos para quien ocupaba uno de los dos sitiales centrales. Re’s Eda.
Los guardias lo sentaron en el asiento solitario, dejándole las esposas puestas. El silencio era tenso e invadía cada centímetro de la sala.
―J’onn J’onzz, antiguo Líder de los Manhunters de Marte, se te acusa de causar la aniquilación de la raza marciana. La Corte Superior de Ma'aleca'andra II te ha encontrado culpable de estos crímenes y la sentencia es la muerte. ¿Cómo te declaras? ―estableció el marciano que se encontraba junto a Re’s, y a quien J’onn reconoció como N’or Cott(6), el Mayor de las Fuerzas Fronterizas de Marte.
―Yo… ―respondió el Manhunter, aún sin poder terminar de asimilar la sorpresa que representaba toda esa situación. Había marcianos vivos y estaban frente a él. Ya no se encontraba solo en el universo. Y, sin embargo, no podía estar feliz, porque frente sus ojos sólo veía las llamas de la muerte que se habían llevado a su familia y a su pueblo. Y podía verse a sí mismo de pie, tomando la arena y las cenizas con una mano, sintiendo el dolor inconmensurable de la impotencia por no poder ayudarlos. Por no poder guiar a los Manhunters de Marte a un mañana mejor. Había fallado, y esa era su condena.
― Soy culpable ―respondió finalmente, bajando el rostro.
―Mátenlo ―dijo con firmeza Re’s Eda. Era hora de vengar a los marcianos.
Continuará
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Referencias:
1 .- Arthur Curry es el nombre "humano" de Orin, el héroe acuático conocido como Aquaman. Sigue sus increíbles aventuras en su propia serie dentro de AT53.
2 .- Z’onn Z’orr fue la base de una antigua colonia marciana en la Tierra en el pasado, más conocida como la base de los Hyperkind en años más reciente (ver JLA #01-04: New World Order). Fue destruida en Martian Manhunter vol. 2 #09 (1999)
3 .- La Liga se enfrentó a Ma'alefa'ak (responsable de la destrucción de la civilización marciana) en Martian Manhunter vol.2 #01-09
4 .- Ma'aleca'andra es el nombre marciano para Marte. Es más lógico que ellos utilicen ese nombre que el nuestro ¿no os parece?
5 .- Re's Eda es un personaje creado por Dennis O'Neil y Michael Netzer para el Adventure comics #449 (1977) como superviviente del desastre marciano. La historia es considerada "apócrifa" después de las Crisis en Tierras Infinitas, siendo entonces esta su "primera aparición" en esta nueva continuidad.
6 .- Respecto a N'orr Cott, nos encontramos en la misma situación que en el caso de Re's Eda. ES un personaje "pre-crisis" cuya primera aparición y nueva historia comienza aquí.
1 .- Arthur Curry es el nombre "humano" de Orin, el héroe acuático conocido como Aquaman. Sigue sus increíbles aventuras en su propia serie dentro de AT53.
2 .- Z’onn Z’orr fue la base de una antigua colonia marciana en la Tierra en el pasado, más conocida como la base de los Hyperkind en años más reciente (ver JLA #01-04: New World Order). Fue destruida en Martian Manhunter vol. 2 #09 (1999)
3 .- La Liga se enfrentó a Ma'alefa'ak (responsable de la destrucción de la civilización marciana) en Martian Manhunter vol.2 #01-09
4 .- Ma'aleca'andra es el nombre marciano para Marte. Es más lógico que ellos utilicen ese nombre que el nuestro ¿no os parece?
5 .- Re's Eda es un personaje creado por Dennis O'Neil y Michael Netzer para el Adventure comics #449 (1977) como superviviente del desastre marciano. La historia es considerada "apócrifa" después de las Crisis en Tierras Infinitas, siendo entonces esta su "primera aparición" en esta nueva continuidad.
6 .- Respecto a N'orr Cott, nos encontramos en la misma situación que en el caso de Re's Eda. ES un personaje "pre-crisis" cuya primera aparición y nueva historia comienza aquí.
"Me ha encantado señor Martin Xicarts, para mi además ha sido un placer poder hacer la portada de este primer numero de una serie que en sus manos me parece espectacular. gracias a todos !!! gracias Tierra-53 !!!"
ResponderEliminarComentario publicado originalmente por el usuario "Angel Lidon" con fecha 12/04/2015
Un primer número excelente. Muy bien equilibradas las conversaciones con el desarrollo argumental y los flashbacks. La historia empieza con tranquilidad, presentándonos al protagonista y sus circunstancias actuales, pero pronto arranca, y a pesar de no lanzarse a un derroche de acción, mantiene bien el ritmo y engancha con el misterio que plantea y que te anima a seguir leyendo. Y si a todo esto le añadimos que el autor demuestra un conocimiento profundo del personaje, basándose no sólo en la serie de J'onn que escribió Ostrander en los 90, sino también en episodios pre-Crisis para reintroducir antiguos personajes... En fin que esta serie no podría prometer más :)
ResponderEliminarConclusión: magnífico debut de Martín Xicarts en Tierra-53 con una serie que confío tenga una larga trayectoria ;)
Comentario publicado originalmente el 06/09/2015
Mención aparte merece la portada de Ángel Legna (se me había olvidado comentarlo antes). Me gustan mucho sus figuras estilizadas y el uso del color. El único "pero" que le pondría es que J'onn queda demasiado en segundo plano, y para ser ésta su serie y la portada del primer número, quizá debería destacar más.
ResponderEliminarComentario publicado originalmente el 06/09/2015