| Título: Capitulo 4 Autor: Luis Guillermo del Corral Portada: Juan Andrés Campo Publicado en: Sep 2015
"Un héroe nunca descansa y nunca esta solo, siempre le acompaña su amante más fiel: ¡El peligro! ¿Podrán los héroes huir y cumplir con su misión? ¿o serán derrotados por ... el Puercoespín?
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Resumen de lo publicado: Entonces y sin previo aviso, Black se derrumbó sobre el manillar, ¡justo cuando de frente se dirigía hacia ello un camión de recogida de basura
El Motorista Fantasma reaccionó al momento. Agarró el manillar de la moto y giró con brusquedad, evitando el choque por escasos milímetros. El conductor del camión continuó su camino, espantado. Había vivido algo que no pensaba contarle a nadie.
Horas después, Minami Kotaro se despertaba en una cama desconocida. Parecía un apartamento pequeño, limpio y humilde. El tipo de vivienda que podía ocupar una persona sola. Notaba una tirantez en las costillas. El filo que le había herido estaba cargado de un tipo de energía que le repelía. Se curaba con rapidez, pero eso no lo hacía menos molesto.
Sus ropas estaban en una silla al lado de la cama. Se vistió y atravesó la puerta. Fue a parar a una pequeña cocina en la cual vio a un hombre joven hablando por teléfono.
-...ece nada serio. Despreocúpese, Extraño. En cuanto se levante iremos a su casa. Por cierto, le llevaré algo. Usted sabrá que hacer. Si, es lo que yo buscaba. Con el mismo símbolo. -El hombre colgó el teléfono y descubrió a su huésped.
-Buenos días. Soy Dan Ketch. Nos conocimos anoche. -Le tendió la mano. Kotaro vaciló un instante antes de corresponder a su gesto al tiempo que se inclinaba.
-¡Gracias! Soy Minami Kotaro. -Miró con tanta extrañeza a su anfitrión que este se llevó la mano a la nuca, excusándose.
-El Motorista Fantasma aparecerá cuando se le necesite, no antes. -Dan cambió de tema lo más deprisa que pudo. Su relación con el Espíritu de la Venganza le era un tema incómodo. No deseaba sacarlo a relucir en aquel momento.
>>Te curas deprisa. Las espadas encantadas de la Mano son un feo asunto.
-¿La Mano?
-Los enemigos con los que luchamos anoche. No sé como lo hizo, pero tu moto nos siguió llevándote a cuestas. Se fue, supongo que a casa de Extraño.
>>Tomate un café. Tenemos que ir a verle para entregarle el objeto que recuperamos. Al fin lo encontré. Pensé que me habían engañado de nuevo. ¿Qué te ocurre? ¿Kotaro?
El campeón venido de otro mundo permanecía callado, observando con fijeza. Contra la pared permanecía envuelto un fardo. Por la forma, parecía un gran escudo, con la parte inferior acabada en punta. Su amo estaría protegido del cuello a la cintura. Kotaro sintió una repentina sensación de odio y reconocimiento dirigidos hacia él.
Agitó la cabeza con una forzada sonrisa.
-No es nada. ¿Cúando marchamos?
-Ahora mismo si quieres. Cuanto antes acabe este enojoso asunto, antes podré ayudarte en tu búsqueda.
-Vamos pues. Y por el camino puedes hablarme de los campeones de este mundo.
-De acuerdo. Pero iremos en autobús. No quiero usar la moto a menos que sea imprescindible.
-Sin problema... Dan. -El aludido cogió el fardo y se lo colgó a la espalda con una correa.
Sin embargo, lo que en teoría iba a ser un descenso tranquilo no lo fue tanto como esperaban. Apenas la puerta del apartamento se cerró, ¡un puño se dirigió a la cara de Dan! Kotaro lo agarró del hombro, alejándole del ataque. No lo logró del todo y su anfitrión retrocedió hasta golpear con fuerza la pared. Kotaro adoptó una posición e guardia, echando un vistazo rápido a su enemigo.
Vestía como un ninja de la Mano, salvo por un detalle: En el torso lucia un símbolo que conocía demasiado bien.
-¡Gorgom! ¿Quién es tu líder? -Por toda respuesta, el atacante pronunció una promesa que ambos héroes estaban habituados a ver incumplida:
-¡Muere! -Atacó con los puños desnudos, forzando a sus enemigos a retroceder, hasta la pared. Se separaron, esquivando un nuevo puñetazo. El ninja demostró que era de todo menos humano cuando su golpe atravesó la pared.
Kotaro aprovechó aquel breve instante para aferrar el brazo del luchador. Dan no tardó en imitarle, sufriendo un doloroso cabezazo en la mandíbula.
-¡Habla! ¿Quién es tu líder? -Kotaro esquivó un cabezazo justo a tiempo de ver como otra media docena de ninjas vestidos de idéntica manera aparecían por el tramo que conducía al piso superior.
Con un gruñido de frustración, ambos héroes soltaron su presa y comenzaron una apresurada huida escaleras abajo.
Apenas habían logrado descender dos pisos cuando se vieron rodeados por más ninjas que subían. Kotaro saltó al tiempo que exclamaba:
-¡HENSHIN! -Un fugaz destello rojo y aterrizó detrás del grupo, transformado- ¡Kamen Rider... BLACK!
>> ¡Dan, transfórmate, deprisa! -No era tan sencillo. Casi al instante la totalidad de los ninjas se arrojaron sobre Ketch.
Kamen Rider Black brincó dando una patada a su enemigo más próximo. De repente, salieron despedidos como si algo hubiera explotado bajo ellos. En el descansillo se erguía El Motorista Fantasma.
-Lo siento. No es tan fácil que me manifieste si no se ha derramado sangre inocente. -Black tuvo la incómoda sensación de que hablaba como si él y dan fueran dos entes diferentes-.
Creo que lo mejor será que nos dirijamos al Sancta Sanctórum cuanto antes. Estos ninjas son miembros del grupo con el que luchamos anoche.
El Motorista tenía razón. Las escaleras del edificio habían sido tomadas literalmente por aquella extraña facción de la Mano. Tuvieron que pelear escalón a escalón. Kamen Rider Black se extrañó de que al ser derrotados se deshicieran en unas finas nubes de humo, dejando tan solo sus ropas. Estaba habituado a que sus enemigos estallaran en aquella situación. Se dio cuenta de que su aliado estaba rodeado de un montón de cuerpos encogidos en posición fetal.
-No mato humanos. -Black no respondió. No tanto por relativa incomodidad frente a las palabras del espíritu de la venganza como por algo que había captado con su Ultra Sensor. Las antenas en su entrecejo se agitaron.
-Vienen más.Nueve. Transportan algo pesado. -El Motoristale agarró del hombro con una firmeza que dejaba clara su urgencia.
-Nos quieren a nosotros. O lo más probable, el escudo. Es mejor que nos vayamos cuanto antes. Nos perseguirán y dejaran en paz a los inocentes. -Black asintió con gesto decidido, dejando que su compañero le guiara. Era su mundo, después de todo.
En aquel momento...
-¡Ya están aquí! -exclamó Black-. La puerta del piso de Dan estalló en una tormenta de astillas baratas y bisagras. A través de la semidestrozada pared, aparecióuna semihumana criatura, agrandando aun más el paso, destrozando la pared con sus puños. Tras la criatura no se veía a nadie.
El ser permanecía encorvado en el estrecho pasillo debido a su enorme estatura y corpulencia. Estaba cubierto de largas y finas agujas de la cabeza a la parte baja de la espalda, un hocico bestial y agudo y pequeños ojillos rojos. Semejaba un puercoespín que caminara erguido.
-¡Kamen Rider Black! ¡Tu muerte será un regalo para aquel que debía haber ocupado tu lugar!
El Mutante Puercoespín se encorvó aun más, arrojando decenas de púas que cubrían la parte posterior de su cuerpo. El campeón de otro mundo las esquivó con facilidad. El Motorista Fantasma no tuvo tanta suerte. Dos atravesaron su cadera, arrancándole un gemido de dolor.
-¿Como... ¡Argh! No puedo... -Algo había en aquellos proyectiles orgánicos que volvía sus víctimas torpes, lentas y carentes de coordinación. Trató de agarrar su cadena, pero solo logró agitar su puño en el vacío.
-¡Battle Hopper! -Aquella llamada hizo que los ojos multifacetados de Kamen Rider destellaran frenéticos. Se interpuso en el camino de una nueva andanada de agujas, escudando con su propio cuerpo a su aliado.
En ese momento, Battle Hopper apareció, subiendo las escaleras como una centella. Cando llegó al descansillo alzó rampante su rueda delantera, estorbando al enemigo. Con un rápido y penoso esfuerzo Black ayudó al espíritu de la Venganza a montar. Dudaba que en su estado pudiera llamar a su moto si es que tenía tal poder.
Se montó el mismo, con una sola idea en mente: ¡Alcanzar la mansión del Doctor Extraño cuanto antes!
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