| Título: Capitulo 5 Autor: Luis Guillermo del Corral Portada: Ernesto Treviño Publicado en: Oct 2015
"El misterio es algo que siempre acecha tras cada esquina cuando se combate al Mal. En el Sancta santorum de Stephen Extraño, Kotaro está apunto de desvelar el que le ha atraído a un mundo que no es el suyo... Y no le va a gustar"
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Stan Lee y Action Tales presentan:
Resumen de lo publicado: En ese momento, Battle Hopper apareció, subiendo las escaleras como una centella. Cando llegó al descansillo alzó rampante su rueda delantera, estorbando al enemigo. Con un rápido y penoso esfuerzo Black ayudó al espíritu de la Venganza a montar. Dudaba que en su estado pudiera llamar a su moto si es que tenía tal poder.
Se montó el mismo, con una sola idea en mente: ¡Alcanzar la mansión del Doctor Extraño cuanto antes!
Se montó el mismo, con una sola idea en mente: ¡Alcanzar la mansión del Doctor Extraño cuanto antes!
Los vecinos de Nueva York estaban acostumbrados a escenas como aquella. Siendo la ciudad del planeta con mayor densidad de superseres, justicieros y megavillanos, entraba dentro de lo normal. Aun así, no dejaba de ser inquietante el ver algo de ese tipo. Más de uno se apresuró a llamar a la policía o la línea de Alerta de los vengadores. Después, aunque nerviosos, continuaron con sus quehaceres con la convicción de haber hecho lo correcto.
Battlle Hopper hizo parpadear sus ojos-focos. Kamen Rider Black asintió. Sin volverse se dirigió a su pasajero.
-¡Llama a tu moto ya! es difícil maniobrar con un pasajero. -Tras ellos, no menos de una veintena de ninjas les perseguían en una furgoneta grande y varias motos. Del techo de la furgoneta salía un cañón que disparaba shurikens como tapas de alcantarilla.
-¡A tres manzanas! ¡Sigue recto y NO PARES! -Sin decir más, Black aceleró. Uno de los ninjas motorizados logró ponerse a su altura, solo para estrellarse contra un autobús urbano que no pudo frenar a tiempo.
Uno de los shurikens gigantes rozó el costado de Battlle Hopper, haciendo que zozobrase mientras una explosión de chispas rociaba el asfalto. Black logró enderezar el rumbo justo cuando invadían el carril contrario. Levantó la rueda delantera, pasando por encima de un taxi y varios vehículos más.
Volvió al carril de la derecha en cuanto pudo pero tenían a los agentes de la mano casi encima. Motorista Fantasma dijo:
-Esto tiene que acabar. Ahora. -Pasó a sujetarse con una sola mano, soltando su cadena, haciéndola girar sobre su cabeza. Si Kamen Rider Black se hubiera vuelto, habría visto como tras dos giros, el espíritu de la venganza lanzaba su arma hacia sus perseguidores con un fuerte golpe de su huesuda e infernal muñeca.
Los eslabones se separaron disparados como balas. Impactaron en los vehículos, atravesándolos de lado a lado. Los motoristas salieron catapultados por encima de sus vehículos o cayeron aferrados a ellos. La furgoneta frenó en seco cuando los neumáticos reventaron. El Motorista enrolló de nuevo la cadena cuando los eslabones regresaron como bumeranes. Por desgracia, varios de los motoristas habían evitado aquel ataque.
-¡Maldición!
-¡Veo tu moto! -Por una calle lateral había aparecido el vehículo del espíritu de la venganza. Se colocó en paralelo a Battle Hopper y el héroe del cráneo llameante se dispuso a cabalgarla.
-¡No pares! No es la primera vez que lo hago. -Black asintió sin decir palabra y mantuvo su velocidad sin cambios. El Motorista se incorporó y dio un brinco. Sus manos atraparon el manillar pero aun sentía el último resto de la toxina del Mutante Puercoespín. Su presa resbaló... ¡y cayó sobre el asfalto! La moto frenó de inmediato, permaneciendo inmóvil a su lado.
-¡Dynamic Smash! -Kamen Rider Black viró en medio del tráfico, embistiendo a los ninjas que les perseguían. No pretendía pelear aunque con gusto lo habría hecho: Lo importante era llevaraquel objeto hasta las manos del Doctor Extraño. Viró de nuevo en el sentido que había seguido hasta aquel momento.
-¿Estas herido?
-Solo en mi orgullo. Vamos. Ya hemos perdido demasiado tiempo. Que Daredevil o quien sea se encargue de estos miserables.
Más fácil decirlo que hacerlo. Casi al tiempo que reanudaban la marcha, los ocupantes de la averiada furgoneta la abandonaron a la carrera echándose sobre los dos héroes. Kamen Rider Black miró a su aliado. Ambos asintieron sin palabras y aceleraron a fondo. Los agentes de la Mano fueron arrastrados como pedazos de chatarra.
Sin ser metahumanos, sus capacidades eran superiores a las de muchos mortales. Podían resistir castigos que hubieran matado a otros. Pero no resistieron los sendos pisotones que trituraron los huesos de sus manos. Se soltaron de las motos, rodando como muñecos de trapo sobre el asfalto.
Cuando la policía interrogó a los testigos del suceso lo único que sacaron en claro es que había un nuevo motorista justiciero en la ciudad...
El Doctor extraño observó atento a sus huéspedes, ambos mostrando de nuevo su aspecto humano. Minami Kotaro permanecía sentado en uno de los muchos sillones de alto respaldo del salón donde se hallaban. Contemplaba fascinado los óleos vivientes de Zxantra el Demente. Unos paisajes de otras dimensiones. Hipnóticos pero inofensivos... la mayor parte del tiempo. Con un suspiro, volvió su vista a Daniel.
El anfitrión del espíritu de la venganza permanecía en un taburete grabado a su lado. Estaba desnudo de cintura para arriba, con un brazo extendido. Unos viscosos hilos de ectoplasma rezumaban del miembro, como sudor demasiado espeso. El mago lo recogió en un frasco de peculiar forma posado en una mesita y sonrió satisfecho.
-Ya está, la infección ha desaparecido del todo. Ese Mutante Puercoespín es peligroso, sin duda.
-¡Debería estar muerto! -Dan no pudo aguantar la curiosidad aunque imaginaba que le iban a decir.
-¿A que te refieres? Tu moto solo lo derribó. -Kotaro no dejaba de pasear intranquilo por la habitación.
-¡No es eso! Ya me he enfrentado antes a él. En mi mundo, dentro de un videojuego. Yo mismo lo destruí. No quedó nada de ese malvado engendro de Gorgom.
-¿Gorgom? -Kotaro afirmó con fuerza y seriedad.
El enemigo contra el que peleo en mi mundo. Una organiza... –Extraño interrumpió su discurso.
-Con permiso, creo que va siendo hora de saber a que enemigo te enfrentas. -Alzó una mano en dirección a Dan-. No. no te vayas. Ha llegado el momento de que ayudes al héroe de otro mundo. Sentaos, por favor.
-Creo que me quedaré de pie -replicó Ketch, los brazos cruzados-. Soy todo oídos.
-Bien... trataré de ser breve. Un alma especialmente maligna ha llegado del mundo de Kotaro al nuestro. Las razones son demasiado complejas incluso para mí. Pero Kotaro es el único que puede destruirla y expulsarla de esta dimensión.
>>En cuanto lo descubrí, investigué cual podría ser su propósito. Para mi sorpresa, fue fácil descubrirlo. Busca una serie de reliquias que vinieron con él pero de las cuales se vio separado durante el tránsito interdimensional.
>>Solo pude localizar una: Aquella pedí que buscara a Motorista Fantasma. -Kotaro de nuevo sintió una incómoda intranquilidad. Era como si para ellos, el motorista del cráneo llameante y Dan Ketch fueran dos entidades separadas.
-Entonces mi misión y la de Kamen Rider Black...
-Están relacionadas -completó Kotaro.
-Son una y la misma de hecho. En un primer momento pensé que con la ayuda del Espíritu de la Venganza bastaría. Pero entonces tuvo lugar el incidente del torneo de artes marciales, hace tan solo una semana.
-¿Que sucedió? -Kotaro se sentía cada vez más cerca de una certeza a la que se resistía. Aceptarla significaba que uno de los más terribles enemigos que había sufrido aun existía. Y a pesar de la increíble abundancia d defensores de aquel mundo, solo él podía enfrentarse a aquella amenaza con garantías de alzarse con la victoria.
-Setenta artistas marciales fueron obligados a pelear a muerte contra Ninjas de la Mano luciendo ese extraño símbolo que ya habrás visto. Creo que deben de ser un grupo rebelde, actuando al margen de la organización.
>>Esta reliquia -señaló el fardo, aun envuelto- puede darnos alguna pista útil. -Sin más ceremonia, el
Doctor Extraño chasqueó sus dedos. La tela y la cuerda que envolvían el objeto cayeron a plomo sobre la gruesa, espesa alfombra. No se produjo ningún sonido.
El campeón de otro mundo permanecía pálido, boquiabierto y con los ojos desencajados. Sobre la mesa de café permanecía un gran escudo. Recto en la parte superior. La inferior acabada en punta. Protegía del cuello a la cintura. De color gris. Parecía más piedra que metal. Una piedra vieja y desgastada. Antigua como el mundo.
Toda su superficie ocupada por un altorrelieve; una serpiente con un enorme orbe de cristal rojo entre sus fauces. Producía una excesiva sensación de perturbadora amenaza que Kotaro conocía demasiado bien.
-Este escudo... se quien es el dueño.
Continuará...
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