Elseworlds Los Archivos A.L.S.T.R. nº08

Título: El horror
Autor: Roberto Barreiro
Portada: John Watson
Publicado en: Septiembre 2016

Alguien dirá alguna vez "Un gran poder conlleva una gran responsabilidad". Y eso es algo que Alan Scott comprenderá esta noche cuando se vea obligado a usar aquella mística reliquia. Pero ¿será capaz de contralar su enorme poder?
Fue en la hora más oscura del Hombre cuando surgieron los primeros super-héroes, patriotas disfrazados que simbolizaban nuestro ideal heroico y nos protegieron de los enemigos de la nación. Estas son las historias de..
Creado por Roberto Barreiro

Resumen de lo publicado: Durante una fiesta pratocinada por radio WHIZ y a la que asiste la lo mejorcito de la alta sociedad de la ciudad, el joven Billy Batson continúa siendo asediado por los misteriosos sueños que el convierte en sus populares historias del Capitán Marvel. Y, cuando una misteriosa criatura-sombra irrumpe en la fiesta, el pronuncia la misteriosa palabra "Shazam" y el milagro ocurre...

Algunos en la fiesta oyeron romperse una ventana.

Alguien luego declararía en la policía que había visto como una sombra empujaba a alguien pequeño por la ventana, precipitando a ambos al vacío. Pero incurrió en varias contradicciones como para que sirviera como fuente confiable.

Eso sí, todos recordaban el inesperado relumbrón que iluminó todos los rincones del penthouse de Tenzil Garjanaka. Como si un relámpago hubiera caído justo al lado de las ventanas. Lo que era imposible en primer lugar porque la noche estaba (y seguiría) despejada y sin nubes. Y nadie dudaba que le relumbrón había sido el prólogo de lo que ocurriría quince segundos después.

A saber: un hombre de traje rojo con un diseño amarillo en el pecho y el pelo alisado para atrás entró por los ventanales del edificio, cargando una informe cosa negra. Desde la calle. Lo que, estando el departamento a más de veinte pisos de altura, era algo bien extraño.

Ambas figuras chocaron contra la pared, botando al pequeño Odilón Redon(1) que colgaba allí. El hombre de rojo le pegó un par de golpes a la sombra antes que ésta lo arrojara con todas sus fuerzas contra la pared de enfrente... Por suerte, nadie estaba entre medio.

El choque fue brutal. Nadie esperaba que el hombre de rojo se levantara, menos tan velozmente, como si nada hubiera pasado. Varios reconocerían luego, tras pensarlo un poco, que el hombre se parecía a la figura que describían los radioteatros de radio WHIZ(2), pero en ese momento solo Molly Wayne, de pie al lado de Alan Scott, con un Martini a medio beber en su mano y la expresión de haber visto algo imposible e irreal, lo reconoció de inmediato:

— ¡Es el Capitán Marvel!

Scott la miró un segundo. Antes que pudiera responderle, vio como la forma negra (que recordaba a una sombra en tres dimensiones) lanzaba de sus manos unos chorros de negrura que se apoderaban de varios invitados, convirtiéndolos a su vez en otras sombras. Un frío aterrador recorrió su espalda al ver esto. Al observar los rostros de otros asistentes a la fiesta, encontró la misma expresión de horror.

Y ahí se desató el caos.

Todos los invitados comenzaron a intentar salir al mismo tiempo, tropezándose y pisoteando a los demás. Solo importaba el principio de supervivencia. El miedo era intolerable para la mayoría.

Scott vio al Capitán Marvel tratando por un instante a calmar a la gente, antes que las nuevas sombras se abalanzaran sobre él. Se hizo a un lado del gentío, agarrando a Molly del brazo y tirándola hacia él.

— Tiene que irse. Salga con cuidado, ¿me entiende? Sin apresurarse.

— ¿Y Billy Batson? – peguntó Molly. – Debo encontrarlo – continuó, demostrando que el pánico no la dominaba.

— Yo lo buscaré. Ahora váyase y espérenos abajo.

Molly salió y Alan se volvió hacia la sala. Había cinco sombras enfrentándose a Marvel, quien se defendía bravamente pero estaba siendo superado numéricamente.

“A menos que ayudemos a igualar la pelea” se dijo Scott, mirando su anillo.

Tenía una idea de lo que podía hacer. Podía desear lo que quisiera y el anillo le obedecía. Solo que sus deseos tenían la costumbre de retorcerse perversamente. Debía usar su voluntad para evitar que el monstruoso genio del anillo tornara su idea en algo horroroso. Debía y podía.

Salió de su escondite. Las sombras ni se preocuparon por su aparición, entusiasmadas en golpear a Marvel. Dos parecían estar empezando a absorberlo.

“La mejor manera de eliminar una sombra es con luz” pensó Alan. Acto seguido, de su anillo brotó un brillante haz de luz verde que se dirigió recto a la forma oscura más cercana, envolviéndola. La sombra lanzó un grito inhumano y comenzó a disolverse rápidamente.

El anillo quería seguir, quería disolver no solo a la sombra sino al mismo humano atrapado por ella, como solución definitiva al problema, para eliminar todo definitivamente. Scott sintió la agonía del hombre. Matarlo habría sido piadoso. Y tan simple como eliminar una hormiga.

Scott se negó. NO dejaría morir al hombre tras la sombra. Se lo hizo saber al anillo. Y a éste no le gustó nada.

Era como intentar domar a un caballo rebelde. Como luchar cuerpo a cuerpo con un oso grizzli. Pero Scott no se dejó llevar. Era su voluntad la que empoderaba al anillo. Era su voluntad la que debía hacerse.

Tras un instante eterno, el anillo obedeció. La luz verde removió a la sombra, dejando a un elegante hombre catatónico sobre la alfombra. Alan sabía que se recuperaría y saldría del shock, aunque no aseguraba si no necesitaría de tranquilizantes para dormir sin pesadillas por el resto de su vida.

El esfuerzo lo dejó agotado. La cabeza le pesaba como el plomo y las sienes le latían terriblemente. Bajó la guardia un instante. Hubiera querido arrastrarse a la cama y dormirse sin más. Si solo…

La segunda sombra se le apareció enfrente y casi le da de lleno. El anillo formó un escudo sin que lo pensara, casi obedeciendo una respuesta inconsciente. Aun así sintió que le golpe le quebraba un par de costillas mientras quedaba sin aliento.

La mano de la sombra se convirtió en un cuchillo. El cuchillo avanzó hacia el desprotegido pecho de Alan… hasta que una mano la detuvo. La mano del Capitán Marvel.

— Nadie hará daño al señor Scott – dijo. Aferró a la sombra, corrió con ella hacia la ventana y salió hacia afuera para golpearla contra el edificio de enfrente. La sombra se disolvió, quedando solo una joven a la que Marvel evitó que cayera. Volvió al departamento y la dejó en un costado. Todo esto en menos tiempo del que uno tarda en contarlo.

Todavía quedaban tres sombras listas para el ataque. Saltaron al unísono sobre ellos.

Ibn hazam Al Habsen… ¡Ia, Shub niggurath! ¡Hub chtar! Nab’hu Hub chtar… oyeron decir a una voz que llegaba de ningún lado. Las sombras se detuvieron a mitad del ataque y comenzaron a retorcerse como las babosas cuando se les arroja sal.

El hombre del yelmo dorado apareció flotando de la nada, como si fuera un espectro.

¡Nab’hu hub cthar! – repitió. Las sombras se disolvieron definitivamente, dejando a las personas gimiendo locamente en el suelo. El hombre del yelmo los contempló y Scott sintió pavor ante sus ojos helados, casi tan tétricos como el aura de las sombras. El Capitán Marvel habló:

— Tus ojos son igual a los del Anciano ¡quién eres y qué haces aquí?

— ESTAMOS UNIDOS POR EL MISMO PROBLEMA, BILLY BATSON - dijo el del yelmo. – EL DESTINO NOS ENFRENTA A UNA AMENAZA NACIDA MAS ALLA DEL TIEMPO Y EL ESPACIO QUE ANSÍA SER LIBERADA EN ESTE PLANO. TU, YO Y EL QUE PORTA EL ANILLO Y LA LAMPARA DE AL’HADD’EIN DEBEMOS DETENER SUS PLANES. SI NO LO HACEMOS, LA AMENAZA VENIDA DE LA MESETA DE LANG DESTRUIRÁ TODO.

Scott miró a Marvel.

— ¿Billy Batson?

— Sí, señor Scott.

— ¿Qué te paso?

— Pues… no sé realmente. Dije el nombre del Anciano que me da el poder en mis sueños, m golpeó un relámpago y ahora soy como en mis sueños.

— SOMOS LOS ANCIANOS. HEMOS PROTEGIDO ESTE UNIVERSO DE LOS PRIMIGENIOS DESDE QUE LA TIERRA SOLO TENIA VIDA EN SUS MARES, DESDE ANTES DE LA GRAN RAZA DE YITH, DESDE ANTES QUE LA CIVILIZACION DE LOS HOMBRES SERPIENTES CRECIERA ENTRE Los DINOSAURIOS, CUANdo LA HUMANIDADN O ERA MAS QUE UN BROTE MINUSCULO EN EL ARBOL DE LA VIDA. USTEDES TRES SON NUEStROS CONDUCTOS EN ESTE INSTANTE, ASI como OTROS SON CONDUCTOS PARA QUE LOS PRIMIGENIOS CUMPLAN SU PLAN. LOS NECESITAMOS TANOT OMCO USTEDES NOS NECESITAN. ACEPTEN SU MISION O HAGANSE RESPONSABLE DE LA EXTINCION DE SU RAZA - dijo el hombre del yelmo.

— Pues... no parece que tengamos mucha opción ¿no? – dijo Scott.

— Cuenten conmigo – dijo Marvel

— BIEN. AHORA DEBO HACER DESCANSAR A MI SIRVIENTE – dijo el yelmo y se sacó el casco. El hombre debajo del yelmo abrió los ojos, sonrió y cayó al suelo.

Scott se acercó rápido al caído. Respiraba jadeando, como si hubiera terminado de correr una maratón o hecho un esfuerzo abrumador. Pero seguía consciente.

— Tranquilo… - murmuró – Esto siempre pasa tras un contacto prolongado con el yelmo. En unos minutos estaré bien…

— Que bueno saberlo, porque creo que vas a tener que explicar cosas. No sé qué haya ocurrido aquí, pero me parece que el que tiene una leve idea de lo que esta pasando aquí eres tu – respondió Scott. – Y como ya sabes mi nombre, me gustaría saber el tuyo…

— Kent Nelson, profesor de arqueología. Estoy haciendo un posgrado en la universidad Miskatonic.

— -Lejos de Nueva York…

— Vengo siguiendo a esas sombras desde allá… ¿me podrían ayudar a levantarme? Gracias – apoyándose en Marvel y Alan, Nelson se puso en pie – La pista nos trajo aquí. Llegamos a tiempo para ver la sombra cayendo junto con el niño y el relámpago que lo cambió- continuó, mirando a Marvel – Estaba claro que allí pasaría algo y decidí usar a Nab’hu. Y aquí estoy.

— Pero ¿Qué está pasando? – preguntó Marvel – Yo vi al sobrino del señor Garnajaka en medio de un ritual en una pieza. Me descubrieron y me atacaron.

Nelson, sacó una foto de su bolsillo. Marvel reconoció al hombre de inmediato

— Ese era el que estaba entonando el hechizo y el que transformo a la señora en ese ser de las sombras.

— Ese es el profesor Ian Cullington. Suponíamos que tenía que ver en el ataque de las sombras a la biblioteca de Arkham. Y esto que me comentas lo confirma. Parece que tenemos problemas gordos. ¿Alguien lo vio?


Bishal recordaba al profesor Cullington cantar algo en una lengua extraña y caer en un sopor blanco, un poderoso duermevela que lo dejaba adormecido aunque inquieto. Sintió vagamente que Prajna se convertía en una criatura negra salida de un cuento de terror y que salía volando por una ventana. En otro momento le pareció que lo llevaban en andas. Pero era como que le pasaba a otro, allá lejos de todo, como fragmentos de una película espiados desde la entrada del cine.

“¡Cómo me gustaría despertarme!” pensó fugazmente. Automáticamente la pesadez que invadía su cuerpo comenzó a desvanecerse. Lentamente sintió que su cuerpo volvía a responder. Algo le dijo que no tenía que llamar la atención sobre su despertar. Así que, muy cuidadosamente, Bishal abrió los ojos.

Vio a su tío hablando bajo con el profesor Culllington en voz baja, sin poder entenderlo que decía. Dos camilleros particularmente matonescos lo llevaban en angarillas por el estacionamiento del subsuelo hasta un lujoso Studebaker. Tres figuras esperaban ahí. Uno era un negro alto y grácil, con su mirada alerta y vigilante. A su lado había una joven hindú de cabellos largos, vestida con un sari rojo. Un brazalete con forma de serpiente dorada le cubría el brazo y en su frente, tatuada tenía una esvástica. Y en sus manos llevaba un kriss(3) que sostenía amenazante. Bishal sospechaba que no querría intentar nada con la voluptuosa joven, a menos que decidiera morir.

Pero la tercera figura destacaba sobre los demás. Era imposible no ver la presencia y el respeto que el hombre imponía con solo estar ahí. Alto, de cabello rubio y ojos azules, vistiendo unos pantalones jodhpur(4) y una camisa de explorador. Su mirada reflejaba una fría inteligencia, la mirada de alguien para quien el mundo era algo que someter a su voluntad y para quien los hombres se dividían en gente que contribuían a que su voluntad se hiciera o aquellos que eran obstáculos para realizarla. Bishal supo instintivamente que era una persona que era preferible no tener cerca.

El hombre alto se adelantó, levantó la mano derecha y dijo:

-¡Heil!

El profesor Cullington y ¡su tío! Le devolvieron el saludo. ¿Desde cuándo su tío tenía que ver ocn los nazis? El pánico entró en Gishal. Cerró los ojos y se hizo el dormido. Solo podía escuchar.

— Rápido, señor Sun Koh. Algo ha pasado en mi casa – decía su tío. – El profesor debió desatar varias sombras para detener a gente con poderes extraños que irrumpieron en la fiesta. Debimos interrumpir el ritual con mi sobrino. Lo mejor será llevárselo y seguir en otro lado el ritual del Despertar.

— Algo me he enterado, señor Garnajaka. Concuerdo con usted que es mejor salir de aquí. Creo que alguien nos sigue la pista. Alguien con cierto conocimiento del o que pretendemos hacer. Así que es mejor que subamos a los autos y…

— ¡No van a salir de aquí, se los aseguro! – dijo una voz desde el otro lado del estacionamiento. Bishal entreabrió los ojos y vio a tres figuras muy extrañas. Había un hombre con un yelmo dorado flotando en el aire. El segundo llevaba un trozo de antifaz improvisado en su cara con lo que parecía la tela verde de las cortinas del comedor de la casa . Un anillo verde refulgía en su mano. Y el tercero se parecía sospechosamente al Capitán Marvel, ese de los guiones del aburrido de Billy Batson.

Sun Koh hizo un gesto a sus compañeros muy leve y ellos respondieron con un gesto igual de sutil. Avanzaron pasmosamente hacia los recién llegados, listos para el ataque. El enmascarado verde apuntó con su brazo hacia la mujer. Hubo un chisporroteo esmeralda que se desvaneció en la nada, ante la evidente sorpresa del enmascarado. El negro lo alcanzó de lleno en la mandíbula con un puñetazo demoledor.

— Alguien debería haberle dicho que usar los artefactos de los Ancianos desgasta fácilmente la mente del portador– dijo Sun Koh , mirando fijamente al hombre de dorado - . Solo alguien con entrenamiento puede resistirlo más tiempo. E incluso así tardeo temprano debe pagar el precio.

Desde le yelmo dorado salió un rayo amarillo. La joven hindú pronunció unas palabras y el rayo se desvaneció al llegar cerca de ella, como si un escudo invisible lo diluyera.

— Pero… ¿Cómo…? – balbuceó la voz desde dentro del yelmo.

— Ahhh… simple, querido niño: Magia tántrica. Normalmente no te haría mella, pero tu aura me indica que no te cabalga tu Amo y tus energías están muy diluidas. Suficiente para detener tu ataque – dijo con una envolvente voz la mujer –. Ahora es mi turno.

Saltó con agilidad y golpeó con una velocidad al hombre en el cuerpo, dejándolo inconsciente y haciendo que cayera su yelmo.

Solo quedaba le Capitán Marvel, quien no parecía tan simple de tumbar. Sun Koh se plantó frente a él, mirándolo fijamente. El Capitán estuvo por lanzarse, pero, de repente se quedó rígido, mirando a Sun Koh al os ojos en un combate inmóvil entre los dos. Y Sun Koh parecía ir ganando

— Pequeña marioneta… NO quiero hacerte daño. Estas siendo manipulado… Solo te quiere de carne de cañón. Ellos solo los quieren para eso. ¿Por qué no lo hablamos, con calma? Nadie más debe sufrir daño, ¿no te parece algo sensato? – hablaba con un tono monocorde y suave Sun Koh, mientras Marvel parecía ir relajándose poco a poco, como si su furia se fuera obnubilando. Al fin habló:

— Pues sí… Parece sensato…

— Muy bien… ¿Y cómo se llama el que te da poder? ¿Cuál es la palabra que te da en los sueños para hacerte poderoso?

— Es… ¡Shazam! – dijo el Capitán Marvel. De la nada un relámpago apareció y en el lugar de Marvel estaba Billy Batson, medio agotado. Sun Koh solo lo tocó de una manera especial entre los hombros y Billy cayó dormido.

— Si esto es lo mejor que pueden hacer para oponerse a nuestros planes, pues todo saldrá a la perfección – fue el epitafio que dijo Sun Koh ante le trío de héroes caídos. Bishal sabía que estaba en problemas muy graves. “Chico, ojala que algo los salve a estos tipos”, pensó.

Del bolsillo de Bishal cayó una moneda de 10 centavos. Que rodó por el piso por su canto hasta llegar al borde de una pared. Clavándose en un enchufe ahí puesto. Haciendo masa. Cortocircuitando el estacionamiento.

Ante el inesperado corte de luz, uno de los que estaban ahí se le escapó el dedo de la pistola. La pistola no tenía seguro. El disparo resonó rotundamente en todo el lugar.

Se oyó un gemido en la oscuridad. y la voz de Sun Koh diciendo un milisegundo después “¡No, Ashanti!” , seguido de un tumulto medio complicado. Cuando alguien logró encender de nuevo las luces, un matón tenía el puñal de la joven hindú en el pecho. Ella se encontraba frente a Sun koh que se había movido hasta su lado en la oscuridad. La expresión de ella era clara: ESTABA PREOCUPADA, NO POR EL ASESINATO, SINO POR HABERLE FALLADO A SU JEFE.

— Fue instintivo… - dijo como única excusa.

— Ya está, no nos compliquemos mas. Salgamos de aquí antes que llegue la policía. Lo importante es salir de aquí con el Elegido. Sin él nada puede salir. Vamos todos, arriba.

— ¿Y nuestros enemigos? – preguntó el negro

— MMM… déjalos, Nimba. NO hay tiempo para hacer nada con ellos. Están neutralizados y ya no son un problema. No matemos innecesariamente.

— Bueno Sun Koh, tú sabrás lo que hacer…

— Carguen al chico. Nos vamos

Y así Bishal salió de allí sin saber en qué demonios se había metido. Y Sin la remota idea de saber cómo salir de ese lío.

Continuará...


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Referencias:
1 .- Odilon Redon: Fue un pintor simbolista francés de finales del siglo XIX y principios del XX.
2 .- La radio WHIZ es donde trabajan Billy Batson y (recientemente) Alan Scott. Billy es famoso por ser el adolescente guionista del serial radiofónico Las Aventuras del Capitan Marvel. Lean los episodios anteriores para saber más de ambos
3 .- Kriss: puñal curvo hindú
4 .- Jodhpur: pantalones anchos en su parte superior y ajustados abajo. Los usa Doc Savage en varias historias. Y también Sun Koh.

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