Título: Amanecer Rojo (II) Autor: Francesc Marí Portada: Juan A. Campos Publicado en: Noviembre 2016
Después de romper la promesa que se había hecho tras la muerte de Happy, Tony debe enfundarse de nuevo la armadura de Iron Man con la intención de desbaratar los planes de dos de sus villanos soviéticos favoritos: Whiplash y Dinamo Carmesí.
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Un elegante millonario, playboy, extraordinario inventor y un poderoso industrial, es Tony Stark... Pero cuando se viste su metálica armadura, se convierte en la más poderosa máquina luchadora del mundo
Creado por Stan Lee, Larry Lieber, Don Heck y Jack Kirby
—¡1! ¡Despegue! —La voz de J.A.R.V.I.S. pronunció aquellas palabras con su habitual tono carente de vida, pero a todos los presentes les pareció percibir cierto aire de preocupación en la voz del asistente de Tony Stark.
Ninguno de los técnicos podía hacer nada, a través de las pantallas vieron como el cohete empezó a alzarse con lentitud proyectando tres potentes llamaradas de combustible bajo él. Poco a poco fue subiendo, hasta que, por fin, se pudo decir que aquel pájaro había emprendido el vuelo. En una ocasión normal, aquel hecho se hubiera celebrado por todo lo alto, pero al saber que dos temidos villanos estaban en el cohete dispuestos a boicotear el lanzamiento, se mantuvo un incómodo silencio.
El ambiente era tan denso que se podía cortar con un cuchillo, se podía escuchar como la mayoría de técnicos se roían las uñas mientras veían como el trabajo de seis meses estaba a punto de terminar por que dos hombres se habían alojado en la cubierta del cohete y estaban, literalmente, desmantelándolo en el aire.
Mientras no podían dejar de ver como el cohete se elevaba hacia su fatal destino, todos se preguntaban a dónde había ido Tony Stark con tanta prisa. El único que podía controlar aquella situación era él. Tony había sido el alma de aquel proyecto y el que había aportado la mayoría de soluciones a todos los problemas que habían surgido durante la construcción del cohete y del satélite. Estaban perdidos sin Tony Stark… Estaban perdidos sin…
Mientras no podían dejar de ver como el cohete se elevaba hacia su fatal destino, todos se preguntaban a dónde había ido Tony Stark con tanta prisa. El único que podía controlar aquella situación era él. Tony había sido el alma de aquel proyecto y el que había aportado la mayoría de soluciones a todos los problemas que habían surgido durante la construcción del cohete y del satélite. Estaban perdidos sin Tony Stark… Estaban perdidos sin…
Los pensamientos de todos los presentes se vieron interrumpidos cuando a través de los altavoces de la sala retumbaron los acordes de Shoot To Thrill de AC/DC:
—All you women, who want a man of the street don’t know which way you wanna turn. Just keep coming and put your hand out to me cause I’m the one who’s gonna make you burn. I’m gonna take you down ¡Oh, down! ¡Down! ¡Down! So don’t you fool around, I’m gonna pull it, pull it, ¡Pull the trigger! Shoot to thrill, play to kill, too many women, too many pills, ¡Yeah! Shoot to thrill, play to kill, I got my gun at the ready gonna fire at will…
Al mismo ritmo que la desgarradora voz de Brian Johnson hacia sonar la letra de esta canción, en las pantallas de la sala de control apareció lo que muchos estaban deseando que apareciera… La armadura de Iron Man.
Todos los técnicos explotaron en aplausos, Iron Man había regresado y, como siempre, lo había hecho a lo grande, como si su trabajo fuera el espectáculo. Era tal la emoción que se palpaba en el ambiente que más de un miembro de la junta se unió a las exclamaciones de triunfo, aunque sus compañeros le dedicaran miradas de desprecio.
Surcando a gran velocidad el cielo, siguiendo el rastro del cohete de Stark Industries, un Iron Man rojo y plateado hacía todo lo imposible para alcanzar el lugar en el que se encontraban Whiplash y Dinamo Carmesí. Aunque al principio no parecía que fuera capaz de ello, poco a poco Iron Man fue ganando terreno acercándose al lugar en el que los dos villanos trasteaban con los mecanismos del cohete. A pesar de que el inmenso aparato blanco se elevaba sin cesar hacia el cielo, parecía que los dos eran capaces de mantener el equilibrio sobre su lomo, haciendo que sus armaduras rojizas brillaran con fuerza bajo el sol de Florida.
A medida que se acercaba, Tony se sorprendió al ver la parte que aquellos dos estaban manipulando.
Surcando a gran velocidad el cielo, siguiendo el rastro del cohete de Stark Industries, un Iron Man rojo y plateado hacía todo lo imposible para alcanzar el lugar en el que se encontraban Whiplash y Dinamo Carmesí. Aunque al principio no parecía que fuera capaz de ello, poco a poco Iron Man fue ganando terreno acercándose al lugar en el que los dos villanos trasteaban con los mecanismos del cohete. A pesar de que el inmenso aparato blanco se elevaba sin cesar hacia el cielo, parecía que los dos eran capaces de mantener el equilibrio sobre su lomo, haciendo que sus armaduras rojizas brillaran con fuerza bajo el sol de Florida.
A medida que se acercaba, Tony se sorprendió al ver la parte que aquellos dos estaban manipulando.
—J.A.R.V.I.S., ¿Qué están toqueteando esos dos mendrugos rojos? —preguntó Tony a su asistente.
—Desde aquí es difícil de discernir, señor, pero creo que están manipulando el control del cohete.
—¿El control?
—Así es.
—Si quieren destruir el cohete ¿no sería más lógico que fueran al depósito de combustible o al control de los reactores? —reflexionó Tony en voz alta.
Su asistente electrónico no dijo nada.
Tony aumentó la potencia de los propulsores de sus botas y aceleró en paralelo al cohete. Mantener la posición junto a las corrientes de aire que provocaba el vuelo de aquel inmenso cohete era complicado y estaba dificultando su ascenso, pero poco a poco Tony fue acercándose a sus rivales.
Cuando estuvo más cerca, pudo comprobar como aquellos dos enormes sicarios soviéticos habían dejado de lado sus viejos trajes y ahora iban ataviados con unas armaduras rojas muy brillantes que, a simple vista, parecían estar construidas con una tecnología muy avanzada, similar a la las últimas armaduras que el propio Tony construyó. Pero lo que le llamó más la atención fue que, a pesar de la situación en la que se encontraba, los dos estaban discutiendo, o eso parecía por como gesticulaban, ya que Tony era incapaz de escucharlos
El viento chocaba con su casco a gran velocidad, impidiendo oír absolutamente nada.
Cuando estuvo más cerca, pudo comprobar como aquellos dos enormes sicarios soviéticos habían dejado de lado sus viejos trajes y ahora iban ataviados con unas armaduras rojas muy brillantes que, a simple vista, parecían estar construidas con una tecnología muy avanzada, similar a la las últimas armaduras que el propio Tony construyó. Pero lo que le llamó más la atención fue que, a pesar de la situación en la que se encontraba, los dos estaban discutiendo, o eso parecía por como gesticulaban, ya que Tony era incapaz de escucharlos
El viento chocaba con su casco a gran velocidad, impidiendo oír absolutamente nada.
—Cuélate en su señal, necesito saber que están diciendo —ordenó Tony.
—Sí, señor —respondió J.A.R.V.I.S. con obediencia.
Unos segundos después, tras oír las interferencias propias de las radios, Tony empezó a escuchar las voces con marcado acento soviético de los dos hombres que había en el interior de las armaduras.
—¡Maldita sea, Nevsky! ¿Por qué no me haces caso? —exclamó Whiplash entre una decena de insultos en ruso.
—Cállate, Vanko —espetó el otro.
Tras un último esfuerzo, Iron Man consiguió ponerse a su altura.
—Vaya, vaya, vaya, mis dos villanos soviéticos favoritos, Anton Vanko y Alexander Nevsky. Sabéis que el muro cayó hace décadas, ¿verdad? —preguntó con condescendencia.
—Muy gracioso, Stark —respondió Nevsky mirándolo a través del casco de la armadura de Dinamo Carmesí.
—¿Cómo habéis logrado tener estas armaduras tan chulas y explícitamente soviéticas? —preguntó con sorna Tony.
—Lo siento, Stark, pero no tenemos tiempo para conversaciones intrascendentes —replicó Vanko y, sin dar tiempo a Iron Man, activó uno de sus látigos de la armadura de Whiplash y lanzó un potente golpe contra el vengador dorado. En un ágil movimiento, Iron Man consiguió esquivarlo sin desequilibrarse, pero por poco pierde el control y la altura.
«¿Cómo narices consiguen estos mantenerse tan tranquilos sobre el cohete?», preguntó.
Como si J.A.R.V.I.S. le hubiera leído la mente —la verdad era que Tony creía que su asistente digital era capaz de hacerlo, tal como lo hacía sus predecesor humano— en la pantalla del interior de su casco la inteligencia artificial proyectó un escaneo de las armaduras de los dos villanos, mostrando a
Tony como conseguían hacerlo, sus botas era magnéticas y los mantenían pegados a la superficie metálica de la cubierta del cohete.
—Creo, señor, que ese es un recurso demasiado ingenioso para Vanko y Nevsky —reflexionó J.A.R.V.I.S.
—Así es, querido amigo, pero también nos da una posibilidad de sacarlos de ahí.
—¿Cómo? Si el señor me permite preguntarlo.
—Haciendo de peso muerto.
Si J.A.R.V.I.S. hubiera tenido el comando para que su voz pareciera alarmada o asustada, sin duda, lo habría usado en ese momento, pero solo fue capaz de decir:
—No se lo recomiendo, señor.
Sin responder a su asistente, Iron Man se acercó cuanto pudo a Whiplash, haciendo que este soltara un nuevo latigazo, que lo enganchó por el pecho de la armadura de Iron Man. Cuando Tony sintió que ya era su presa, desactivó sus propulsores y empezó a quedarse atrás siendo, a cada segundo que pasaba, un lastre más pesado. Debido al peso de Iron Man, a Whiplash se le fue el brazo hacia atrás, sin embargo el villano tenía más recursos desde su último encuentro con Tony.
—No lograrás hacerme caer, Stark —dijo satisfecho el villano y replegó el látigo izando a Iron Man.
—¡Oh, oh! —se lamentó el playboy convertido en superhéroe.
—Se lo dije, señor —añadió J.A.R.V.I.S. casi satisfecho por que el plan de su jefe hubiera salido mal.
La armadura se fue acercando hacia Whiplash, y a pesar de la resistencia que intentaba poner Tony llevando sus propulsores al límite, pocos segundos después los poderosos brazos del villano aferraron a Iron Man por el pecho.
—¡Mira que tengo, Alexander! —exclamó Vanko con aire triunfal.
Dinamo Carmesí, que hasta entonces había estado manipulando los elementos y cableado eléctrico que había bajo la cubierta del cohete, levantó la mirada y observó a Iron Man a través de su casco. A pesar de no verle la cara, Tony sabía que en ese momento, Anton Vanko estaba a punto de descargar toda su furia sobre él, cual bolsa de boxeo. Tenía que hacer algo.
Con rapidez lanzó varios disparos contra el villano rojo con los repulsores de sus manos, pero este los desvió sin inmutarse.
Con rapidez lanzó varios disparos contra el villano rojo con los repulsores de sus manos, pero este los desvió sin inmutarse.
—Buen intento, Stark, pero esta vez, para vencernos, necesitarás algo más que eso —dijo con sorna Dinamo Carmesí.
Mientras Iron Man se enfrentaba a Vanko y Nevsky, el cohete seguía alzándose hacia el firmamento, dejando atrás la Tierra y avanzando hacia la oscuridad del espacio.
—Señor Stark —dijo J.A.R.V.I.S. con su seriedad habitual—, estamos abandonando la atmósfera y el Mark 5 no está diseñado para el vuelo espacial. Le recomiendo encarecidamente que detenga esta persecución.
—¡Lo sé, lo sé! —exclamó Tony sintiendo como los brazos de Whiplash lo aprisionaban—. Pero no puedo permitir que estos dos inútiles destruyan mi cohete…
Debido a la presión del momento, las palabras de Tony también llegaron a oídos de Whiplash y Dinamo, y ninguno de los dos pudo evitar soltar una sonora carcajada.
—Lamento comunicarle —empezó a decir Nevsky—, señor Stark, que no pretendemos destruir su cohete, sino robarlo.
«¡¿Qué?!», exclamó sorprendido para sus adentros Tony al oír las palabras de Dinamo. «Parece que tienen un plan, pero cuál».
La mente de Tony empezó a pensar que podían traerse entre manos Whiplash y Dinamo para querer robar un cohete como aquel, no era precisamente discreto venderlo en el mercado negro, y desmontarlo para venderlo por piezas supondría un coste muy superior al beneficio que pudieran conseguir.
La voz de J.A.R.V.I.S. lo interrumpió:
—Señor, los niveles de oxígeno están empezando a menguar significativamente —le advirtió su asistente.
Al principio Tony se molestó por la interrupción, pero en seguida su cabeza empezó a darle vueltas a la vez que notaba como el aire era cada vez menos respirable. Sin poder evitarlo empezó a toser con fuerza, mientras sus pulmones buscaban un aire que no podían encontrar.
—J.A.… J.A.… J.A.R.V.I.S. —farfulló entre toses—, debo detenerlos antes de que se hagan… Se hagan… Se hagan con mi cohete…
La voz de Tony se fue apagando a la vez que perdía el conocimiento.
Whiplash, que todavía lo sostenía, lo sacudió como un muñeco.
—Si que ha sido fácil vencer a Iron Man —comentó un poco decepcionado.
Dinamo Carmesí soltó una carcajada.
—¿Lo llevamos con nosotros? —preguntó Whiplash—. Puede que le guste —añadió refiriéndose a un tercer hombre.
El otro se encogió de hombros.
—No lo creo, querría matarlo en persona, como nosotros, pero ahora, sin vida, poco puede interesarle
—contestó Dinamo—. Lo mejor es que lo sueltes y me ayudes a acabar con el trabajo, no podemos dejar que el cohete se aleje demasiado de la orbita de la Tierra, después sería demasiado difícil llevarlo hasta nuestra base.
Whiplash no dijo nada, tan solo asintió y soltó a Iron Man. Los dos villanos soviéticos miraron como el cuerpo sin vida de Tony caía desde gran altura alejándose rápidamente de ellos.
—¡Adiós, señor Stark! Gracias por su cohete, sé de alguien que estará muy agradecido —exclamó Dinamo antes de que Tony se convirtiera en poco más que un punto sobre el azul de las aguas del mar.
Centenares de metros muy por debajo del cohete, Iron Man caía sin frenos y dando tumbos en el aire, acercándose cada vez a su horrible destino.
—¿Señor Stark? —preguntó J.A.R.V.I.S.
Sin respuesta.
—¿Señor Stark? —insistió el asistente—. Para que yo pueda controlar la armadura debe darme los códigos de seguridad.
Tony no dijo nada, seguía con los ojos cerrados mientras daba vueltas en el aire cayendo a gran velocidad.
—Le recuerdo que estos protocolos de seguridad los estableció usted mismo, yo no estoy en posición de violarlos…
Tony Stark siguió sin reaccionar. El final de Iron Man parecía más cerca. Todo apuntaba a que su regreso como vengador dorado sería más breve de lo que cualquiera hubiera podido plantearse. Nadie podía salvarlo de aquella situación… ¿O sí?
Continuará…
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