Showcase nº24: Man-Bat

Título: El Murciélago dentro de mi
Autor: Gabi Gregorio
Portada: Gabi Gregorio
Publicado en: Enero 2017

Héroe y villano, parece que el péndulo que ha sido la vida de Kirk Langstrom desde que se convirtió en Man-Bat se ha detenido. La cordura parece haber dominado al monstruo, pero… ¿Tiene sentido ser cuerdo en Gotham? ¿Es posible?... Será el más peligroso enemigo quien se encargará de dar respuesta a tales preguntas.
Tras probar en sí mismo una fórmula prodigiosa, el zoologo Kirk Langstrom acabo transformado en una poderosa criatura mitad hombre, mitad murciélago. A veces héroe, a veces villano, Langstrom lucha para encontrar su lugar en el mundo.
Creado por Frank Robins, Neal Adams y Julius Schwartz


Nota del autor: Esta historia se encuadra en la época en que la esposa de Kirk Langstrom está esperando su primera hija, Rebecca. En esa época Man-Bat ha dejado de ser un villano al poder controlar su mente cuando se transforma en murciélago. Ocasionalmente ayuda a Batman o trabaja en algunos casos en solitario.

Me llamo Kirk Langstrom. Me llaman Man-Bat.

He sido héroe y villano, pero ante todo soy un hombre normal. Y es lo que quiero ser.

Mi mujer, Francine, acaba de entrar en su sexto mes de embarazo. Todo parece ir bien. Estamos contentos.

¿Por qué entonces no puedo dormir por las noches? ¿Por qué el murciélago no me deja en paz?


Paseo por las calles de Gotham durante horas como un fantasma. No tengo mucho que hacer desde que dejé el hospital. No me pareció adecuado ejercer la medicina cuando en cualquier momento podía aparecer alguna sombra de mi pasado y poner en peligro la vida de mis pacientes.

Además, si ayudas a Batman e incluso tienes tus propios casos no puedes cumplir un horario… O al menos un horario diurno.

¿Por qué sigo convirtiéndome en Man-Bat? Nunca lo sabré. Debe haber algún estúpido desarreglo en mi cerebro que me impide coger el maldito suero y lanzarlo al retrete. Debo de estar realmente loco para querer seguir convirtiéndome en ese monstruo.

La siento antes de verla. Algo se mueve en el anochecer del boulevard. Un cazador acecha. ¿Vendrá a por mí? ¿Por qué debería hacerlo? No soy el único de Gotham metido en asuntos oscuros.

Sí. Viene a por mí.

Corro. Aparto con malos modos a varios transeúntes. Alguien grita, alguien se queja, alguien maldice a voz en grito y llama la atención de algún coche patrulla. Me detienen.

Ha sido estúpido. Mi perseguidor nunca se hubiera arriesgado a atacarme en pleno boulevard. Seguramente debía estar espiando a su presa, examinando sus movimientos y sus capacidades.

Bien, ahora ya sabe que podía sentirlo. Sabe que puedo saber si estaba cerca.

La próxima vez será más cuidadoso.

¿La próxima vez?

Francine… El niño…

No puedo exponerlos a riesgos. No puedo volver a casa. Debo llamar a quien en estos tiempos es seguramente el mejor de mis amigos. Pronto encuentro una cabina.

— ¿Suministros Davenport?

— Sí, señor. — Contesta una voz monocorde al otro lado del teléfono.

— Tenemos problemas. El hospital parece que está falto de algunos suministros, y puede que esta noche tengamos una situación extrema. Además, deberíamos proteger a los pacientes.

— Hhhmm… — Responden.— Si, de acuerdo… No se preocupe. Llamaré al correspondiente departamento e intentaremos arreglarlo.

— Gracias. — Suspiro. Profundamente. Quizás todo esté arreglado antes siquiera que empiece. — Dígale al proveedor que yo me quedaré en la zona de los bulevares por si se presentan más problemas.

— Así se lo diré, señor. — Y cuelgan.

El mensaje está lanzado. “Tengo problemas. Algo va a ocurrir y ocurrirá esta noche. Protege a mi familia. Yo me quedaré en la zona de los bulevares hasta que esto acabe o crea que la situación es segura”. Este será el mensaje que le llegará a Batman.

¡Alto! Una explosión en el otro extremo de la avenida. Una llamarada ha iluminado violentamente la noche. Parece algún tipo de vehículo… No lo veo bien. La gente grita, todos corren hacia allí o desde allí… Y la cabina de teléfonos estalla.

Han golpeado el vidrio, lo han reducido a miles de pequeños microcristales que me caen encima. Un puño entra por el agujero, me golpea fuerte en el hombro. Me quedo inmóvil por el dolor.

Me cogen del abrigo y me sacan de la cabina de un solo tirón a través de la ventana rota. Soy arrojado con dureza al suelo.

¡Santo Dios! ¿Con quién me enfrento? En unos segundos ha enlazado golpes y movimientos con precisión de relojero y una fuerza descomunal. Conozco a Batman y creo que incluso él tendría problemas para enfrentar a tal adversario.

Me duelen el hombro y la espalda, e incluso creo que al caer me he torcido una muñeca. Alzo los ojos para ver a quien me ha hecho esto.

Pelo largo, rostro oscuro por estar a contraluz, pero parece asiático. Es una mujer. Lleva ropas de tonos rojizos y se cubre con un negro gabán. Hay destellos de armas metálicas en sus bolsillos interiores.

De pronto, y ante mi sorpresa, dice:

— Tómate el suero… Quiero al murciélago.


Estoy en un almacén. Ahora soy Man-Bat.

Rostro de pesadilla, coronado por grotescas orejas y armado con afilados colmillos. Ojos rojos de salvaje brillo y grandes alas de vampiro.

Me siento vivo… poderoso…

No veo a mi enemiga, pero está acechando. Me ha ido llevando hasta aquí. Supongo que lo debía tener todo planeado… Corrijo… ¡Lo tenía todo planeado!

Desde el principio… Con su primer golpe me lesionó una muñeca. No fue casual. Creo que es un esguince, y no me permite volar bien. De hecho, sólo puedo planear y, con mucho esfuerzo, coger altura; pero frente a un enemigo como ella eso no sirve de mucho.

Tres veces he intentado alzar el vuelo y tres veces ha conseguido enlazarme con una larga cadena que maneja como si fuera una parte de si misma, y tirando de ella me ha lanzado al suelo dos veces. La tercera vez me ha lanzado contra la claraboya que ilumina y ventila este almacén subterráneo.

Todo pensado, todo planeado.

Encerrado, no puedo volar. Lesionado, casi no puedo luchar.

¡Maldita sea! ¡Soy Man-Bat! Más rápido y más fuerte que cualquier humano. Y por fuerte y rápida que sea mi oponente, sólo es humana. O eso creo.

Miro al techo, y a mi derecha y a mi izquierda. Esto no funciona. En cualquier momento puede atacarme con su cadena o con esas armas que lleva encima. Debo llevar yo la iniciativa.

Bato mis alas y me alzo cogiendo velocidad. Me lanzo hacia una montaña de cajas. Un golpe con ambos pies proyecta las cajas en todas direcciones, y se rompen, y algunas golpean a otras cajas amontonadas que también se rompen, y lanzan su contenido por todas partes… Tengo suerte, son componentes de motores.

Una lluvia de rodamientos y tuercas y tornillería cae sobre el suelo del almacén. Las filas de cajas se derrumban una tras otra. El estruendo es terrible. La policía no tardará mucho en venir… ¡Ella tiene que moverse! ¡Tiene que actuar!

¡Ahora! Aparece de pronto saltando sobre las mismas cajas que se derrumban, moviéndose con soltura sobre ellas, apenas parece tocarlas. Viene recta hacia mí. Su expresión ha cambiado, antes mostraba una mueca burlona, ahora su mirada es dura y acerada. No le ha gustado que la obligue a atacar.

— ¡Se acabó! — grita mientras me suelta una patada en pleno pecho.

Gira en el aire mientras yo intento volver a respirar. Siento un rodillazo en la cabeza y, aturdido, me precipito al suelo.

Estoy dolorido, magullado y vapuleado. Me estoy enfadando.

Ella viene de nuevo, muy rápida… Pero puedo compensar su velocidad. Le lanzo mi ala derecha en un gran arco, ella la esquiva lanzándose al suelo y volteando… ¡Error! Oigo un gemido. El suelo está lleno de piezas metálicas y se ha clavado alguna. Nada muy serio, pero le hace ser un poco más lenta en su maniobra, lo suficientemente lenta para ser un blanco claro para mí.

Golpeo con todas mis fuerzas, lanzo un patadón terrible a su costado que la hace gritar de dolor. Se ve lanzada contra la pared de hormigón, que acaba mi trabajo hiriendo de nuevo a mi enemiga con su pasiva dureza.

Es increíblemente fuerte. Cualquier otro estaría destrozado por dentro. Ella gime y se queja, pero quiere levantarse y no parece tener ningún hueso roto.

Alzo mi mano pidiendo tregua. Es hora de hablar.


Me mira altiva, tal vez más curiosa que desafiante. Es muy bella, pero su belleza es fría y marmórea. Sus ojos me traspasan.

— No hay ningún secreto.— me dice.— Soy una asesina y me han pagado por asesinarte.

— No cuela. — contesto.— Nadie en esta ciudad ni en todo el mundo pagaría un dólar por mi cabeza.

Sonríe. “Este tipo de cara de rata no es tan tonto a pesar de todo” debe estar pensando.

— De acuerdo. — responde.— ¿Tú que crees que alguien puede querer de ti?

— Mi suero.

— Por supuesto.

— Una estupidez… Sólo funciona conmigo. Tu jefe debiera haberse informado mejor.

— Eso no es asunto mío.— dice. Y levanta la mirada hacia el techo examinando el lugar. Estamos en otro almacén, un poco más pequeño. Aquí sólo hay ropa, no podré repetir el truco de echarle encima un montón de piezas de hierro. Y encima no hay espacio para volar.

La policía llegó a nuestro campo de batalla demasiado tarde. Escapamos y encontramos este refugio, pero el barrio sigue plagado de polis. Esperaremos a que hagan su trabajo y seguiremos con el nuestro.

— Pero es que hay un problema… — le digo.— Y es que me he bebido el suero.

Ella se gira hacia mí.

— ¿No llevas más?

— ¿Por qué debería? Ahora sólo soy héroe a tiempo parcial…

Sonríe burlona.

— ¿Héroe? Pero si espantas a los niños… Superman no espanta a los niños.

Ahora soy yo quien sonríe.

— Si, bueno… tampoco es que el resto de héroes de Gotham tenga mucha mejor pinta que yo.

De pronto deja de sonreír. Mira hacia los ventanales que hay en la parte superior de las paredes. Ya no se ven luces de policía, ya no se oye nada.

Antes de empezar de nuevo quiero saber algo.

— Dime… Tú tenías que saber que quizás sólo llevaba una ampolla de suero. ¿Por qué me has dejado tomarla? Eres muy rápida, podrías haberlo impedido.

Me mira fijamente. Acerca su rostro y una sombra cae sobre ella de modo que sólo veo sus ojos de acero.

— Te he dejado que tomaras ese suero porque soy Lady Shiva. — responde.— Y Lady Shiva no puede conformarse con pelear con un humano si puede hacerlo con una criatura superpoderosa.

De pronto, se yergue y me da la espalda. Se aleja caminando lentamente hacia el centro del almacén, donde hay espacio para combatir.

— Bueno… — dice girándose de nuevo hacia mi.— ¿Por dónde íbamos?

Mi muñeca está torcida pero aún tengo mis piernas y dientes como cuchillas. Soy más fuerte y rápido que ella. Ataco.

Me lanzo como un poseso, rugiendo y lanzando salvajes dentelladas.

Me esquiva. El animal va tomando el control. Mis golpes y zarpazos son cada vez más frenéticos y, aunque aún no he conseguido tocarla, la hago retroceder.

Sus ojos, casi imperceptiblemente, van cambiando de expresión. Su dureza se resquebraja y la duda aparece. Sus movimientos se hacen más urgentes e imprecisos. Y contraataca.

En las costillas, en el brazo izquierdo, intenta alcanzar la rodilla y la esquivo por milímetros… Me golpea en la mandíbula desde abajo, casi me arranca la cabeza. Pierdo los estribos y el animal toma el control por completo.


Las brumas que llenan mi cabeza se van disipando. Mi mente vuelve a pertenecer a Kirk Langstrom. Vuelvo a ver. Y veo un gran charco de sangre a mis pies.

El pelaje de mis piernas también está empapado en sangre. Y también mis garras, pero la sangre no sale de ellas. Mis garras estaban cubriendo mis verdaderas heridas.

De repente siento el dolor… Tengo tres estrellas de metal clavadas en el pecho. Ninguna toca el corazón pero han penetrado hondo en la carne y los cortes son profundos.

Encuentro una cuarta herida en el costado, justo encima de la ingle. La herida está abierta, la estrella que la ha provocado no está, por eso sangra más copiosamente. Es la sangre que corre por mis piernas hacia el suelo, la sangre que me roba las fuerzas.

Alzo la vista y entre las sombras veo a Lady Shiva. Algo brilla en su mano. La estrella que falta.

— Veo que vuelves a ser tú… — dice.

Ni parece siquiera herida.

— Ya tengo lo que vine a buscar. — y alza la estrella metálica empapada en mi sangre.

Sale a la luz y me quedo helado. Me equivoqué, está herida. Tiene marcas en la cara, los brazos y las piernas, no sé si son de mis dientes o de mis zarpas. Algunas sangran.

Alza su otra mano y veo un pequeño tubo con sangre en su interior. Mi sangre, evidentemente.

— No me gusta que mi cliente posea esto. Es peligroso. Si has conseguido herirme significa que eres un adversario a temer.

Empuña el tubo.

— De todos modos, tu sangre contiene el suero, pero no es el suero mismo… Muchas cosas pueden ocurrir durante su asimilación que alteren la formula. Mi cliente no lo tendrá tan fácil.

Sonríe.

— Pongamos que hemos quedado en tablas, murciélago. Y ahora, si eres bueno y juras no hacerme ninguna trastada, voy a curarte.

Aquello me coge de improviso. Ella se da cuenta de mi expresión y ríe.

— Curo igual que mato, murciélago. Una cosa va con la otra. El poder sobre la vida y la muerte es mío.

Y entonces, de repente, deja de sonreír.

— Harás bien en recordarlo…


Epilogo

Soy Man-Bat. Y soy Kirk Langstrom.

Puedo ser muchas cosas, pero seguro que no soy un hombre normal. Y no sé qué es lo que quiero ser.

Pero sé por qué no puedo dormir por las noches. Sé por qué no puedo olvidar al murciélago.

Llevo al murciélago dentro de mí.

Fin


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SHOWCASE te permitirá jugar con personajes “cogidos” por otros autores y que tienen serie propia en Action Tales. Tan sólo tienes que seguir unas sencillas reglas:
1. HISTORIAS QUE NO REQUIERAN CONTINUIDAD.: Historias icónicas, que el lector no tenga que leerse nada de antemano para entenderla. Tu historia debe de respetar la continuidad del universo DC y de Action Tales. Esto no es un “What if?” o un “Otros Mundos”, las historias deben de estar integradas en el Universo DC y deben de poder leerse por separado.
2. DIFERENTES PERSONAJES EN DIFERENTES EPOCAS: Pues eso, se puede escribir historias ambientadas en cualquier época del universo DC sobre cualquier personaje o grupo (héroes, secundarios o villanos). Puedes escribir historias ambientadas en la actualidad o en la época en la que Supermán no estaba casado, Barry Allen era Flash, Batman lideraba a los Outsiders, la Liga de la Justicia tenía su base en un satélite… Tú imaginación pone el límite. Sólo recuerda, las historias deben de ser icónicas, sin continuidad por lo que recomendaría encarecidamente que no estuvieran ligadas a “eventos” concretos.
3. NÚMEROS AUTOCONCLUSIVOS: Para favorecer la variedad de la serie, las historias deberán de ser autoconclusivas o como mucho, arcos arguméntales de DOS números. Si tu historia requiere más espacio, lo mejor es que le dediques una miniserie fuera de esta serie.

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