Batman nº28

Título: Asuntos de familia (I): Luke
Escritor: Carlos Fortuny
Portada: Roberto Cruz
Fecha de publicación: Septiembre 2017

Mientras Batman continúa con su misión de reclutamiento por todo el país, Gotham City sigue asediada por nuevas amenazas. Es hora de que Robin y Batgirl tomen cartas en el asunto.
Hice una promesa ante la tumba de mis padres: librar a esta ciudad de la maldad que les quitó la vida. Soy Bruce Wayne, filántropo multimillonario. De noche, los criminales, esos cobardes y supersticiosos, me llaman...
Batman creado por Bob Kane y Bill Finger

Resumen de lo publicado: Batman ha iniciado un viaje por los EE.UU. reclutando individuos que le ayuden a defender la justicia en su nombre más allá de las fronteras de Gotham City. Tras reclutar al primer candidato en San Francisco, el viaje continúa.


Los Narrows, Gotham City.

Era bastante más tarde de lo que a Luke le gustaba volver a casa, pero para variar aquella mañana había discutido con su padre sobre su futuro en la vida, típicas cosas de padres. La verdad es que Luke no era ningún inconsciente, sabía que tenía que dirigir su vida hacia algún lado, pero de lo que su padre no se daba cuenta era de que no era sencillo ser hijo de Lucius Fox, principal cabeza de Industrias Wayne con el permiso del mismísimo Bruce Wayne.

Aquello había hecho que Luke no se hubiera dirigido a casa después del partido de Basket, sino que hubiera preferido salir por ahí con sus amigos a dar una vuelta.

Lucas Fox era un joven veinteañero afroamericano de cuerpo atlético y mirada enfadada, probablemente porque era rara la vez que no lo estaba, enfadado con su padre, con él mismo o con el mundo en general.

-¿Qué hacíais?- Preguntó Luke a sus dos amigos, Drew y Bill.

Los dos chicos le habían dejado plantado en un banco de un parque mientras iban a por una sorpresa, aquello no había sentado demasiado bien al joven Fox, pues por muy “bonita” que fuera la sorpresa el parque Levine de los Narrows no era aconsejable ni si quiera de día, mucho menos a aquellas horas en las que solo se veía a prostitutas, polveros, yonkis o vagabundos. Eso además potenciaba su sensación de que la sorpresa iba a ser de todo menos agradable. Pero una vez más su ira había podido con él, y ello había causado que se quedara más de cinco minutos plantado en aquel banco con cara de pocos amigos.

-Vamos, deja de refunfuñar.- Le dijo Bill, un chico gordo y bastante bajito mientras señalaba a una prostituta que pasaba a varios metros de distancia.- Las vistas son buenas.

-Preferiría verte tu enorme culo antes que cualquier cosa de este puto parque.- Protestó Luke.

-Eso es porque te encanta su culo.- Le replicó Drew divertido, un joven bastante musculoso y aun más alto que Luke.- Pero a lo que íbamos…

-Eso eso, enséñaselo.- Añadió Bill emocionado.

En aquel momento Drew sacó de su bolsillo un dial que contenía un extraño líquido verde fluorescente. Luke no tenía ni idea de que era, pero estaba seguro de que aquello no le iba a gustar.

-¿Qué narices es eso hermano?- Preguntó Luke enfadado, pues ya se temía la respuesta.

Bill sonrió mientras Drew pinchaba una aguja en el vial.

-Superman.- Dijo el gordo con cara de estar viendo una hamburguesa con extra de todo.

-Sup… No sé qué mierda es eso…- Contestó Luke, que si bien ya se temía la respuesta esta quedó bien clara cuando Drew pasó el vial y se inyectó la jeringa.

-¡¡Esto es la hostia!!- Gritó Drew que parecía tener energía para arrollar un tren.

El musculoso joven intentaba detener el tembleque de su cuerpo, pero lo que podía parecer malestar era todo lo contrario, o por lo menos eso parecía al ver la expresión de su cara. Luke observó entre curioso y horrorizado la reacción de su amigo, al que poco después se uniría Bill.

Y allí estaba él, Luke Fox, don nadie, sin tener ni idea de qué hacer con su vida, con dos amigos que parecían tener el subidón de su vida mientras el sujetaba la tercera parte del contenido del frasco.


Residencia de los Fox, Gotham City.

Para cuando Luke llegó a casa ya eran cerca de las tres de la madrugada, aun con eso y con su gatuna forma de abrir la puerta evitando incluso el tintineo de las llaves, una luz se encendió en el salón, situado justo a la derecha del hall. Desde el umbral de la puerta podía ver a su padre sentado en su antiquísimo sillón preferido, estaba ataviado con un pijama de rallas azul y blancas, y una elegante bata marrón. Al parecer había estado viendo la tele hasta altas horas de la madrugada. O mejor dicho esperándole con la excusa de estar viendo la tele.

Luke guardó rápidamente el vial que llevaba en la mano izquierda en su bolsillo maldiciéndose por ser tan estúpido de haberlo traído a casa.

-¿No deberías estar en la cama?- Preguntó Luke con cara de pocos amigos.

-Eso debería decirlo yo Lucas.- Respondió su padre visiblemente enfadado.

Los dos varones de la familia Fox enfrentaron su mirada, la tensión parecía poderse cortar con un cuchillo, y probablemente solo el hecho de que el resto de la familia durmiera evitaba que ya se estuvieran gritando.

-Me voy a dormir.- Se limitó a responder el chico después de un largo suspiro, que más pareció un rebuzno.

-¿Qué llevas ahí Lucas?- Preguntó Lucius que no se permitía ni un segundo de respiro.

-No te importa.- Se limitó a responder Luke.

Lucius se levantó y se acercó al joven sin dejar de mirarle a los ojos mientras este ni pestañeaba. La distancia se recortó rápidamente y aquello hizo que la tensión se multiplicara.

-Te he hecho una maldita pregunta.- Dijo Lucius en un tono algo más elevado.

-¡Y yo te he dicho…!- Empezó a gritar Luke, quien había perdido ya del todo los papeles.

Pero la frase del muchacho se vio interrumpida cuando su padre metió la mano en su bolsillo sin previo aviso, ambos forcejearon, y finalmente acabaron en el suelo.

-¿Me puedes explicar que es esto?- Preguntó Lucius, quien había conseguido hacerse con el vial.

-¿Es que ahora eres la jodida policía?

El alboroto había acabado por despertar al resto de la familia Fox, por lo que Tanya, la madre de Luke, Tam y Tiffany, sus dos hermanas, contemplaban la escena desde arriba de la escalera sin saber qué hacer.


Club Square, Fargo, Dakota del Norte.

Ravil Novikov siempre había sido un tío duro, un militar de la vieja escuela. Fornido como un toro, su físico ya intimidaba, pero no era esto lo que realmente había asustado a sus oponentes, sino su mirada fría, casi gélida.

En aquel momento Ravil tenía un objetivo claro, hacía mucho que había trabajado para el ejército ruso, y ahora se consideraba un americano modélico, pagaba sus impuestos, vivía en un apacible barrio y trabajaba haciendo pequeños arreglos, fontanería, electricista, aquellas cosas se le daban bien.

Casi había olvidado los tiempos de sangre y fuego, casi…

Ravil pasó su mano por su rapada cabeza, hacía bastante frío en la ciudad, pero él apenas lo notaba, rara era la vez que se abrigaba con algo más que una chaqueta, una camiseta y unos tejanos. El hombre, de aproximadamente 40 años se dejó llevar por sus pensamientos, nunca había querido dejar su apacible vida, pero a veces había que hacerlo.

Aunque la puerta del club estaba abierta Ravil la derribó con una patada. No había nadie custodiando la puerta, pero no tardó en aparecer un gorila del interior del local, pero este cayó noqueado de un solo puñetazo.

El ruso estaba terriblemente enfadado, y era en aquellas ocasiones en las que acojonaba como si se tratara del mismísimo Satanás.

Ravil atravesó el pequeño hall donde había noqueado al guardia y apareció en una gran sala, era la principal del club, había un amplio espacio para las mesas, un par de escenarios para las strippers y una barra con unos cuantos taburetes.

Era bastante pronto, y aquello hacía que el lugar estuviese bastante más vacio que a hora punta. Un par de camareras, cuatro borrachos solitarios y un par de bailarinas eran toda la gente que ocupaba el local.

El ruso entró bramando como un rinoceronte y se plantó en la barra.

-Tú jefe, ahora.- Sabía que no era culpa de la camarera, pero en aquel momento eso era lo más amable que podía ser.

Tres de los cuatro borrachuzos decidieron que había llegado el momento de abandonar el lugar. El cuarto o estaba muy borracho o era demasiado estúpido, el caso es que se quedó sentado disfrutando de las bailarinas, aunque estas habían parado de bailar y se limitaban a mirar al enorme ruso de casi dos metros.

La camarera señaló asustada a una ventana que se abría sobre uno de los escenarios, aunque desde aquel lado tan solo se podía ver el reflejo del techo.

No obstante Ravil no tuvo que esperar demasiado, pues antes de dirigirse a la escalera que se intuía tras uno de los escenarios tres matones descendieron de ella pistola en mano.

Los matones quisieron abrir la boca, pero antes de empezar a decir nada Ravil ya les había lanzado un taburete haciendo que el primero soltara la pistola y cayera sobre el segundo. Desafortunadamente para el ruso el tercero de ellos estaba lo suficientemente alejado para que no le hubiera afectado aquella artimaña, y consiguió hacer fuego.

La bala dio en el brazo izquierdo del ruso, que en aquel momento ya embestía como un toro enfurecido, le consiguieron disparar dos veces más, pero las balas se perdieron incrustándose en la pared, y para cuando fue a disparar por cuarta vez el ruso ya lo había placado y le golpeaba sin piedad una y otra vez en el suelo.

No fue hasta que otro de los matones le arreó con el taburete que le habían lanzado previamente que el ruso tuvo que liberar a su presa, pero para entonces esta ya estaba inconsciente.

El ruso rodó por el suelo, y su agresor intentó darle nuevamente con el taburete, pero Ravil se lo arrebató de las manos de un manotazo, y acto seguido lo agarró del cuello. El brazo de Ravil sangraba considerablemente, pero si sentía algún dolor no lo parecía.

-¿Está arriba?- Preguntó furioso.

El gorilla asintió tragando saliva, y aquella respuesta fue suficiente para el ruso, que lo dejó inconsciente de un cabezazo.

Entonces Ravill cayó en la cuenta de que uno de los gorilas no le había atacado, lo buscó con la mirada para encontrarlo inconsciente junto al borracho que bramaba a las chicas para que volvieran a bailar. Era extraño, pero en aquel momento no era importante.

Ravil subió por la escalera con cara de pocos amigos.

-¿Cómo va todo señor?- Preguntó un pequeño comunicador en la muñeca del borracho.

-Tengo a mi próximo candidato.- Dijo el hombre con una sonrisa.

-Excelente, yo por el contrario tengo malas noticias.

-¿Qué ocurre?

-Me temo que el señor Fox ha solicitado nuestra ayuda, una nueva droga ha aparecido en la ciudad y cree que su hijo podría estar…- Alfred meditó durante unos segundos la palabra a elegir.- Consumiéndolas.

El hombre guardó silencio, estaba en mitad de algo importante, pero no podía ignorar ni el problema, y mucho menos cuando afectaba a Lucius.

-Señor, me he permitido la libertad de llamar al amo Tim para ponerlo al día.- Añadió Alfred.

-Muy bien, informarme de cada paso. Por ahora lo dejo en sus manos.

Bruce confiaba plenamente en la capacidad de Tim para llevar aquello, pero estaría atento al caso, si algo no le gustaba volvería a Gotham sin dudarlo.


Batcueva, Gotham City.

Era extraño estar en aquel lugar sin Bruce, pero hacía unos días desde que se había ido de viaje y ahora aquel era el centro de operaciones de Robin y Batgirl. No es que hubieran estado muy activos en los últimos tiempos, pero la marcha de Bruce había hecho que los jóvenes se esmeraran en cubrirlo a fin de que no se notara su ausencia en Gotham.

Precisamente los dos habían estado patrullando hasta hacía escasos minutos, había sido una noche tranquila en la que solo se habían tenido que encargar de unos pandilleros, un pequeño incendio y un atraco. Fue entonces cuando recibieron la llamada de Alfred.

-¿Qué sucede Alfie? Parecías preocupado.- Preguntó el joven maravilla nada más bajar de la moto.

Alfred sonrió al escuchar aquel apelativo cariñoso, se sentía feliz de ver como el joven Tim parecía haber encontrado su camino, había paseado por las sombras, pero finalmente un sendero se abría ante él, y este estaba muy unido al nuevo camino de Cassandra. Se hacían bien el uno al otro. Pero la sonrisa desapareció al momento del rostro del mayordomo al recordar el motivo de su llamada.

-Tengo algo para vosotros… El señor Fox nos ha pedido ayuda.- Dijo Alfred finalmente.

-¿Y él…?- Preguntó Robin tímidamente.

-Lo sabe, ha dicho que podíais haceros cargo, pero que lo mantuvierais al tanto de todo.

Una breve sonrisa de satisfacción asomó en el rostro de Tim, no podía evitar sentirse orgulloso de que lo consideraran capaz.

-¿Y qué le ha pasado?- Preguntó el joven.

El cuadro era un tanto peculiar, pues aunque juntos conformaban una familia, y Cassandra era mucho más abierta que tiempo atrás prefería mantenerse en silencio, analítica.

-Es sobre Lucas Fox, su hijo. Al parecer le pilló con una nueva droga… la llaman “Superman”.- Explicó el mayordomo.

-No habíamos escuchado nada de ella.- Rompió el silencio finalmente Cass, estaba claramente preocupada.

-Si… es… extraño…- Contestó Robin.

Aunque no lo sabían ambos jóvenes tenían el mismo pensamiento en su mente en aquel momento, ¿quizás se habían estado prestando demasiada atención el uno al otro?

-Iremos a hablar con el hijo del señor Fox, es nuestra mejor pista. ¿Puedes contactar con Oráculo mientras Alfie?, quizás ella sepa algo que nosotros no.- Dijo el joven maravilla meditativo mientras cogía el casco de la moto nuevamente, sería una noche larga.

-Claro amo Tim, tengan cuidado.

-Eso siempre.- Contestó Robin.


Cerca de la residencia de los Fox, Gotham City.

-##¿Robin?##- Preguntó Barbara Gordon a kilómetros de distancia.

-¿Qué tienes?- Se limitó a preguntar el joven.

En aquel preciso instante Robin y Batgirl se encontraban a una distancia segura del hogar de los Fox desde el que podían controlar si el joven Luke salía de casa. De momento seguía tumbado en su habitación.

-##La verdad es que si había escuchado sobre ella, la tenía en mi lista de tareas pendientes. Al parecer es una droga que ha surgido recientemente, tiene un alto grado de mortalidad, pero juran que no solo te da el colocón de tu vida sino que puede otorgarte poderes metahumanos.##- Dijo Oráculo.- ##Hasta hace poco parece que la droga se limitaba a Blüdhaven y Gotham, pero parece que se está expandiendo.##

-¿Blüdhaven?¿Has hablado con…?- Comenzó a preguntar Robin curioso.

-##No, ya… ya no hablamos demasiado…##- Se limitó a responder ella algo seca.

-Babs, quizás deberías…- Se atrevió a sugerir el joven maravilla.

-##Tim, no te metas en esto por favor.##- Se limitó a decir Oráculo cortante.- ##Sea como sea no parece que sea fácil seguirle el rastro a esta nueva droga, hasta la fecha parece que la han entregado de forma gratuita.##

Tim se quedó pensativo, no era extraño, aquella droga tenía grandes recompensas, pero también un alto índice de muertes, debían regalar las primeras muestras si querían público, claro que era una moneda de dos caras, por muy estúpidos que fueran los yonkis, si se los cargaban a todos no habría público para la droga.

-Gracias O, te llamaré si descubro algo.

-Tened cuidado.- Se despidió Oráculo cerrando la comunicación.

Batgirl había permanecido en silencio manteniendo sus ojos en la casa de los Fox, pero cuando Robin acabó la comunicación por fin reaccionó mirándolo.

-¿Hablamos con él?- Preguntó al joven.

-Hablemos con él.


Luke había decidido no salir de casa aquel día, ya había tenido bastantes broncas de su viejo por un tiempo, así que decidió que pasaría el día con el ordenador, leyendo o viendo alguna serie.

En aquel momento se encontraba tirado sobre su cama mientras leía un libro sobre robótica y escuchaba música a toda mecha en los cascos, como decía, no quería otra bronca de su padre.

La luz se apagó de golpe haciendo que pegara un bote en su cama, mirando hacia la puerta, no sería normal que su padre hiciera aquello, pero fue un acto reflejo. Cuando sus cascos volaron de su cabeza es cuando se asustó de verdad, aun no se había acostumbrado a la penumbra, y no estaba seguro de que o quien se lo había arrebatado, aunque tampoco le prestó demasiada atención, pues la figura de un gran murciélago se recortaba con la escasa luz de la luna que entraba por la ventana.

-Sabemos lo que has hecho.- Dijo una voz a su espalda.

-¡Joder!- Dijo Luke dando un brinco y levantándose de su cama.- ¡Yo no he hecho una mierda!

Robin encendió la luz, el chaval ya había sufrido lo suficiente, y tampoco es que se tratara de un villano al que torturar.

-¿Entonces porque tenías esa droga?- Preguntó Robin.

Era curioso, hacía mucho que Robin había dejado de ser un niño, pero era Batgirl, la que en su silencio imponía tanto que Luke era incapaz de dejar de mirarla.

-Yo…- Dijo mirando a ratos a Robin, pero devolviendo en seguida la mirada a Batgirl, como si no se fiara de que pudiera saltarle encima a la mínima que le diera la espalda.- Fueron mis amigos, yo ni si quiera la probé, debería haberla tirado pero no sé, simplemente la llevaba encima, ¡no iba a usarla!

Robin lo miró con suspicacia, la escusa dejaba mucho que desear, pero la verdad era que creía sus palabras, Luke simplemente parecía un chico muy perdido.

-¿Dónde están tus amigos?- Preguntó entonces Robin.

-Tío, no soy un chivato de mierda…- Dijo Luke no muy convencido.

Batgirl dio un paso adelante, y eso provocó que Luke diera uno atrás, la verdad era que la chica imponía. Pero por mucho miedo que pudiera dar Luke no se iba a amilanar.

-No… no puedo…

-Luke.- Dijo Robin con un tono mucho más comprensivo.- No les va a pasar nada.

Tim había visto algo en el chico, furia, fuerza. Por las malas solo iban a conseguir que el chico se cerrara en banda y luchara. Pero Luke quería hacer lo correcto, solo necesitaba un pequeño empujón, o eso pensaba el joven maravilla.

Aun con sus palabras, el chico afroamericano seguía dudando, no era que no confiara en los defensores de Gotham, pero no por ello podía traicionar a sus amigos.

-Es precisamente por ellos por los que nos vas a decir dónde encontrarlos.- Dijo Robin buscando una forma de ayudar a Luke a hacer lo correcto.- ¿Sabes que es la droga con mayor índice de mortalidad del mercado?

Los ojos del joven se abrieron como platos, podían estar mintiéndole, pero no lo parecía, así que finalmente el joven se rindió. Lo haría porque era lo correcto y porque era lo mejor para Bill y Drew, pero aun así se sentía como una rata traidora.


Domicilio de Ravil Novikov, Fargo, Dakota del Norte.

Hacía más de una hora que había solucionado aquel pequeño problemilla en el club Square. Igor, un joven con el que solía trabajar de vez en cuando había acudido a una chapuza totalmente ebrio, el joven era un poco cabra loca, pero nunca había llevado a esos extremos, por lo que tras unas cuantas tazas de café Ravil consiguió que el muchacho se abriera a él, contándole que su prima había sido secuestrada por un club que la había introducido en el país de forma ilegal.

Ravil apretó los dientes tras echarse un poco de alcohol en la herida del brazo, al menos la bala había salido limpia y no había tocado ninguna arteria.

-Deberías ir a ver a un médico.- Dijo la voz ronca de Batman desde la penumbra.

Ravil enseguida reaccionó, aunque no con un movimiento brusco, se limitó a buscar con su mano una botella de cerveza que podría usar como arma mientras se volteaba hacia la voz.

-No deberías entrar en casas ajenas sin ser invitado amigo.- Dijo Ravil con un tono frío en su voz.

-No pretendía asustarte.- Contestó Batman saliendo a la luz.

-Hace falta mucho más para asustarme.- Contestó el ruso cogiendo una aguja para coserse la herida.

En su vida había visto al hombre murciélago, y no tenía ni idea de lo que hacía en su cocina, pero desde luego no le intimidaba.

-Ese es uno de los motivos por los que he venido a ofrecerte un trabajo.- Dijo Batman.

Ravil lo miró de reojo con desconfianza, ¿acaso esperaba que se uniera a la liga de la justicia? No acababa de imaginarse en mallas.

-He estado estudiándote.- Continuó Batman adivinando las dudas del ruso.- Has estado manteniendo una vida normal en apariencia, pero solucionando los problemas de tu ciudad desde las sombras, como hoy. Has desmantelado tú solo una red de trata de blancas.

-Como bien dices no necesito que me ofrezcas la posibilidad de hacer lo que ya hago.- Respondió Ravil frío.- Solo quiero una vida normal.

-Todos lo queremos, pero la gente como nosotros no puede quedarse quieto ante una injusticia.- Declaró Batman.- Lo que te ofrezco son los medios para seguir haciendo lo que haces de manera más efectiva.

Ravil Novikov no estaba convencido para nada, pero sabía que las palabras de aquel hombre eran ciertas, siempre acababa metido en problemas, no sabía quedarse a un lado, y sin duda el apoyo que le ofreciera sería positivo, al fin y al cabo, aquel tío era Batman.


Los Narrows, Gotham City.

El joven dúo dinámico controlaba una cancha de baloncesto donde había reunidos unos cuantos jóvenes, aunque se limitaban a beber y escuchar algo de música. Entre ellos se encontraba el tal Bill, pero Drew aun no se encontraba entre ellos, y según el hijo de Fox también había quedado en aquel lugar. Así que la pareja se limitaba a observar en la distancia mientras se comían un sándwich.

-¿Crees que decía la verdad?- Preguntó Cass.

-Sí, vendrá.- Se limitó a responder Tim.

-No me refería a eso, y lo sabes.- Protestó la joven dando un bocado a su comida.

Robin le dedicó una sonrisa a la joven, si que sabía a qué se refería la chica, lo sabía perfectamente.

-Sí, creo que Luke no pretendía hacer nada con la droga.-Respondió el chico maravilla.

Cass no estaba tan convencida como su pareja. Los jóvenes de hoy en día parecían dispuestos a hacer todo tipo de tonterías. Se pregunto si ella misma hubiera seguido una senda similar si no hubiera sido entrenada por la liga de los asesinos desde pequeña.

-Es complicado.- Dijo Tim tras observar como su chica se perdía en sus propios pensamientos.- Estoy seguro de que querría hacer lo correcto, pero no es fácil, quieres hacer lo mejor por tus amigos, pero no sabes cómo hacerlo. Un paso en falso y puedes perderlos para siempre, y entonces sabes que nunca podrás ayudarlos.

Batgirl miró a Robin fijamente, parecía que sabía de lo que hablaba, y sin duda él era mucho más ducho en aquello de las relaciones sociales. No obstante tampoco importaba.

Fue entonces cuando Drew hizo acto de presencia.

-Ya hemos perdido suficiente tiempo.- Dijo Batgirl mirando a su objetivo, hubiera preferido pillarlos solos, pero tampoco importaba.


-No corráis.- Dijo la voz ronca de Batgirl.

Los chicos pegaron un bote en el sitio, pero no corrieron. Estuvieron asustados unos segundos hasta ver a la chica, y fue al ver a Robin cuando se tranquilizaron del todo.

-Uff, creía que era Batman…- Dijo uno de los chicos sonriendo.

-Vamos, piraros de aquí.- Dijo otro.

-Sí, ¿a qué cojones habéis venido?- Preguntó Drew bastante confiado.

Robin frunció el ceño y se adelantó a su compañera, le enfadaba que le siguieran tratando como a un mocoso, pero que remedio.

-¿De dónde habéis sacado la droga?- Preguntó el joven maravilla visiblemente molesto.

-¿Qué droga tío?, somos gente sana.- Bromeo uno de los chicos.

-No hablo contigo, sino con Bill y Drew. Superman, ¿dónde?- Insistió Tim.

-Tío, no te vamos a decir una mierda.- Se adelantó a decir Drew, quien se sentía lo suficiente valiente al estar acompañado de sus amigos.

Esta vez fue Batgirl la que se adelantó, y los chicos no pudieron evitar dar un paso atrás. La indumentaria de la chica era cuanto menos perturbadora, con aquella capucha que podría ser perfectamente usada para una película de miedo.

-Bueno tío, yo había quedado con mi chica.- Dijo rápidamente uno de los chicos, quien salió disparado como un resorte.

La huída de aquel chico sirvió como detonante, y el resto no dudaron en inventar rápidamente escusas, o en simplemente salir corriendo mientras Bill y Drew los llamaban cobardes a gritos.

-Bueno, parece que solo quedamos nosotros.- Dijo Robin con la mirada clavada en los dos jóvenes, mientras Batgirl lo secundaba en silencio.

-Tío, ¿desde cuándo hacéis campaña anti drogas?- Preguntó Bill sollozando.

-¿Sabes cuanta gente ha muerto a causa de esa droga?, es simplemente un milagro que ambos estéis vivos.- Se limitó a recriminarle Robin.

Los chicos no se detuvieron ahí, estaban dispuestos a dar una buena charla sobre sus derechos, pero esta charla nunca llegó, pues Batgirl dio un par de pasos hacia ellos, quienes intentando alejarse acabaron tropezando y cayendo al suelo.

-¿Quieres quitarte de encima vaca?- Protestó Drew.

-Hablaremos tío, hablaremos.- Sollozó Bill sin hacer caso a su amigo.


Residencia de los Fox, Gotham City.

Lucas Fox se consideraba un buen chico, un chico inteligente que tenía que vivir a la sombra de su padre, un chico incomprendido dentro de una gran familia en el que de alguna forma le había tocado el rol de oveja negra. Pero un chico que se preocupaba por sus amigos.

Y aunque había sido bastante sincero con los dos héroes gothamitas, no lo había sido por completo. Sabía perfectamente quien les había facilitado la droga a sus amigos. Sin duda Curtis Maxwell, al fin y al cabo todos los chicos de la zona sabían que aquel era su territorio.

No se había negado a dar aquella información por miedo al dúo o las repercusiones, se había negado porque quería solucionar aquello el mismo, eran sus amigos, y si aquella droga era tan peligrosa él tendría unas palabritas con Curtis.

Así que Luke se equipó con una sudadera oscura con capucha, unos pantalones oscuros y un bate de béisbol y utilizó los tejados junto a su ventana para salir de la casa sin que nadie se percatara.

Continuará...


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