Thor Señor de Asgard nº02


Título: El Legado de Odín
Autor: Miguel Ángel Naharro
Portada: Edgar Rocha
Publicado en: Febrero 2005

Tras asumir el trono de Asgard, Thor se debe enfrentar a unos acontecimientos que pueden cambiar su destino y el de todo el universo. Además continua el plan de Loki.
Ha tenido muchos nombres. Vingthor el lanzador, el hijo de la larga barba y enemigo de Hrodr. En su hogar ancestral Hymir le conoce como Veur. Compañero del infeliz Hrungnir le han llamado algunos. Al este del Elvigar, en tierra de gigantes, susurran el nombre de Hloriddi. Su padre le llamaba hijo. Su madre querido. Y bajo las bóvedas celestes es Thor Odinson, dios del trueno, temor de Jormungand.
Stan Lee y Action Tales presentan
por Stan Lee& Jack Kirby

Resumen de lo publicado:Todos los panteones de Dioses de la Tierra, junto a los mayores poderes celestiales del cosmos están presentes en la ceremonia de despedida de Odín. Tras la ceremonia, donde el alma del padre de Thor es llevada al Valhalla, Thor con dudas sobre el nuevo papel que debe de asumir como señor de Asgard, viaja a Midgard para conversar con su mejor amigo mortal: El Capitán América. Tras su conversación y una visita a Gea, la Diosa de la Tierra y madre del Dios del trueno, este despeja todas sus dudas y decide asumir el manto de liderazgo del reino dorado. Al mismo tiempo, su hermanastro Loki, realiza un macabro ritual destinado a invocar a un oscuro poder para ayudarle en sus planes....


Una enorme figura, envuelta en una capa de gruesa piel, llegó al principio de un viejo y angosto puente, un puente que no había recorrido en largo tiempo. Miró atrás, al lugar que llamó hogar desde que abandonó a los suyos. Una profunda tristeza y un gran sentimiento de amargura lleno su corazón. Sabía que no tenía elección, y que debía abandonarlo todo para no volver jamás. Ya no había marcha atrás, si se marchaba sería para no regresar. Se sentía viejo. Ya no era joven, era mayor incluso para los estándares de los dioses. Las Nors habían querido apartarle de su vida tranquila y pacífica y tenía que aceptarlo.
- Señor, no se marche.
En el rostro surcado de arrugas y cubierto por una larga y espesa barba blanca, se dibujó una jovial sonrisa. Cerca de él había un grupo de tres hermosas figuras de hielo, eran tres mujeres que miraban con tristeza a su señor.
- No os preocupéis, mis bellezas, estaré bien, vuelvo a casa.
Extendió sus enormes brazos y las figuras de hielo se subieron encima. Las figuras al contacto del calor corporal empezaron a derretirse, sin dejar de mirar con ojos tiernos a su creador. Con gran pesar miró el charco de agua en el que se habían convertido y se encaminó a cruzar el puente. Nada más pisarlo, sintió una presencia, como si miles de ojos le estuvieran observando. Fue durante poco menos de un instante, después la presencia se desvaneció. Era el signo evidente de que pronto lo necesitarían.


                                                          

En la sala del trono todos miraban con asombro a los tres dioses que habían aparecido de improviso unos momentos antes. Aunque muchos de los guerreros miraban con recelo a los celtas, Thor recordaba que en el pasado fueron aliados contra Seth (1). Se incorporó.
- Habla pues, Dagda, señor de los celtas.- Dijo Thor.
El patriarca de los dioses celtas se acercó a Thor, en una de sus manos llevaba su arma mística de guerra, por un lado era una hoz druídica y por el otro una maza de combate. Su rubia barba estaba trenzada y se la acarició antes de hablar con una voz grave.
- Un gran peligro nos amenaza, tronador ¡una amenaza que viene del pasado y que nos dejara sin futuro alguno! Tu padre, lord Odín acudió a mi reino en busca de mi ayuda.
Tu padre tuvo una visión donde atisbó el mal que nos engulliría a todos. Tal era el poder de ese mal que previno que solo una alianza entre nuestras dos casas podría servir para resistir su poder.
Los murmullos se escucharon por todo el salón. Los  dioses celtas y los nórdicos eran enemigos mortales desde hacía milenios, y el que en alguna ocasión los hubieran ayudado, no quitaba el hecho de que una alianza entre los dos pueblos no fuese algo extraño para los asgardianos. Thor supuso que los celtas habrían sentido algo similar al mirar como el gigantón Leir se movió algo inquieto.
- Debo saber más, milord. ¿Cuál es la naturaleza de la amenaza? ¿Por qué mi padre nos ocultó este asunto?
- Tu padre mantuvo en secreto este pacto a su pueblo, al igual que yo hice lo mismo con el mío.- Leir le echó una mirada de reprobación. - Un pacto cerrado con nuestra propia sangre antes de tu mismísimo nacimiento. Odín y yo mismo creímos oportuno mantener oculto el pacto hasta que llegase el momento. Y el momento ha llegado, lamento profundamente que tu padre no se encuentre en este salón, donde se decidirá el destino de ambos pueblos y de toda la existencia.   
- ¿Tan grande es la amenaza?- Preguntó el Dios del trueno mientras pensaba que todo esto era muy propio de su difunto padre.
- No hay palabras para describirlo...  Por ello deberás verlo con tus propios ojos.
Leir se acerco a su hermano mayor y le dio algo. Era un collar de oro con una piedra roja, con un símbolo que Thor reconoció.
-¡La runa de Odín!
- Ponte esto, Dios del trueno, y podrás atisbar el gran peligro al que nos enfrentaremos.
Se escucharon algunas voces discordantes entre los asgardianos presentes. Algunas voces le advertían que era una trampa de los enemigos de Asgard, que no se lo pusiese.
Sif no era de esas voces. En el pasado había luchado con los guerreros celtas y estaba segura que eran un pueblo honorable.
Decidido a quitarse de encima este velo de misterios, el nuevo soberano de Asgard se pasó por el cuello el collar que le había dado Dagda. En ese instante todo comenzó a desaparecer, las gentes, el palacio, Asgard misma. Estaba flotando en el vació del espacio profundo. Algún hechizo alojado en la piedra de mi padre.-Pensó. A lo lejos vio lo que parecía un planeta, Midgard sin duda. Se impulsó con Mjolnir  y en poco tiempo cruzó la distancia que los separaba.
Midgard estaba distinta, su color no era azulado, si no de un tono verdoso. ¿Le habrían engañado sus sentidos? ¿Sería otro planeta? Tenía que averiguarlo. Atravesó las capas de la atmósfera y de inmediato notó que el aire estaba lleno de gases corrosivos y todo tipo de gases letales. Si fuese un mortal hubiese muerto. El cielo estaba cubierto de nubes amarillentas que no dejaban apenas pasar la luz del sol. Estaba claro que este lugar inhóspito no podía ser el lugar que era su segundo hogar. Descendió hacía el suelo. Un escalofrió le atravesó al ver lo que contemplaban sus ojos.
Las formas que se recortaban en el cielo eran restos de rascacielos pertenecientes a lo que en tiempo atrás fue una gran ciudad. Caminaba con el rostro desolado por la tristeza al ver como la antaño orgullosa ciudad de New York era ahora un lugar arrasado. Algo que parecía algún tipo de musgo de muchos colores y tonalidades diferentes cubría gran parte de las ruinas. El sol se puso, y la oscuridad rápidamente lo cubrió todo. Instantes después escuchó un ruido, como un gorgoteo, y miles de figuras salieron de los altos edificios, eran cosas negras, desgarbadas y chocantes, con superficies lisas y aceitosas, con cuernos desagradables que se curvaban a uno y otro lado, alas semejantes a las de un murciélago cuyo batir no hacía ruido, garras afiladas, y no tenían rostro. Los seres cubrieron gran parte del cielo de la ciudad. Se percataron de la presencia del asgardiano, este emprendió el vuelo lanzándose con furia contra el centro del enjambre. Las criaturas le cortaron y mordieron, pero finalmente pudo librarse de ellas. Eran mucho más fuertes de lo que parecían. Desde el cielo pudo ver como la tierra se removía, hirviendo de gigantescas criaturas vermiformes y viscosas. Se alejó velozmente de la ciudad, las criaturas voladoras no le siguieron. Sobrevoló  la tierra durante un tiempo, todo estaba lleno de seres extraños y criaturas que parecían salidas de la más horrenda pesadilla de un demente.
Sin proponérselo, Thor sobrevolaba los océanos. No daba crédito a lo que sus ojos veían. Inmensas y colosales ciudades habían emergido de las aguas, edificios y torres de una arquitectura tan extraña y desconcertante como podrían ser sus constructores. A su alrededor nadaban unos seres acuáticos, sus formas eran vagamente antropoides. Los seres peregrinaban desde las profundidad del océano hacía las ciudades.
Decidió que tenía que averiguar que había sido de Asgard. Giro el místico martillo uru y desapareció de Midgard, para reaparecer en el reino dorado.
Deseó no haberlo hecho al ver el aspecto de su hogar. El antaño resplandeciente reino dorado era un auténtico caos. Las torres caídas, los muros derribados, sus habitantes desaparecidos. Su antigua gloria marchitada por un poder sin igual.
- ¡¡ A eso digo no!!
La ira y la rabia lo dominaron, e irradió un aura de poder. Haces de energía salían despedidos de su cuerpo. Y con su poderoso brazo hizo girar fuertemente a Mjolnir hasta lanzarlo con un poder capaz de arrasar ciudades. Mjolnir impactó en una montaña de escombros y los redujo a cenizas.
Algo que estaba dormido despertó. Una maldad sin límites y un poder aun mayor.
El suelo tembló, y Thor pudo sentir una presencia que le abrumó.
Parte del suelo, de la misma tierra, se resquebrajó dejando una enorme grieta de la que supuraba un maloliente líquido, tras la salida del cual, se pudieron ver dos ojos brillantes y malignos.
Thor se preparó para el combate. La tierra estalló, dejando ver una inmensa masa viscosa y verde, terminada en un rostro que lo miraba con odio.
- ¡Por Asgard!
Mjolnir voló rápido como el rayo, impactando con una tremenda potencia en el cuerpo del ser. La criatura no pareció afectada y abrió lo que podía ser su boca, de ella surgió un rayo de energía que golpeó duramente al asgardiano, este cayó derribado, y un tentáculo lo sujetó con una presa que era incapaz de romper.
Con toda su fuerza no conseguía soltarse. Los ojos chisporrotearon de energía al juntar todo el poder del que disponía y en un estallido de luz se soltó. De la criatura surgieron varios tentáculos que intentaron atraparlo. Thor los esquivó con dificultad, estaba agotado al haber usado gran parte de su poder para liberarse, por lo que cuando otro tentáculo surgió del suelo por sorpresa, no pudo hacer nada. Otra criatura similar salió del sub-suelo. Para horror del Dios del trueno, más de una veintena de esas criaturas se alzaron de la tierra. El dolor que sentía era como si miles de cuchillos atravesasen su cuerpo....
                                                           
El silencio solo era roto por el sonido de sus pasos. El paisaje era poco menos que desolador. Una tierra gris, con árboles marchitados y retorcidos, que asemejaban almas gritando por una profunda agonía, sin pájaros volando, ni siquiera insectos ni alimañas, el aire era casi irrespirable. Nada con vida había caminado por este lugar en eones, hasta ahora.
Loki recordaba con exactitud las palabras del mensajero “en ese lugar tu magia no te será de ninguna utilidad, no podrás valerte de ella. Solo podrás usar de tus habilidades naturales. Desciende por el abismo de Mordek y allí sabrás que hacer...”
Sin su magia, sin comida ni bebida, en teoría no tenia muchas posibilidades de sobrevivir en un lugar así, un sitio que incluso la luz parecía rehuir.
Caminó sin saber si eran horas o días, el tiempo no parecía tener sentido alguno en este sitio olvidado por todo ser viviente. Las fuerzas menguaban, sin embargo, por pura fuerza de voluntad continuó caminando hasta que llegó un momento en que su cuerpo no pudo más y se derrumbó. Con los ojos medio cerrados por el agotamiento, vio algo.
A apenas unos metros de donde se encontraba había un inmenso y oscuro abismo que no parecía tener fin. ¡El abismo de Mordek! fue el ultimo pensamiento ante de perder el conocimiento.
“El veneno de las fauces serpiente cayó lentamente, su esposa evitó una vez más que se derramara en su rostro y le quemase. Encadenado por su padre, solo Sigyn se preocupaba por él. A pesas de tratarla peor que un perro, era la única que se mantuvo a su lado, recogiendo el veneno y evitando que le cayese en el rostro. Las lágrimas se deslizaron por el bello rostro de la diosa de la fidelidad al ver sufrir a su esposo. Loki le escupía insultos y ella se mantenía impasible... “
Despertó cubierto de sudor y con una sed terrible. Sigyn, cuanto tiempo sin pensar en ella, nunca creyó que su recuerdo volviese, en su momento fue un capricho, casándose con ella asumiendo el aspecto de su amado, tras casarse, ni el mismísimo Odín podía romper el lazo del matrimonio, por lo que estuvo casado con ella largo tiempo. ¿Por qué habría pensado en ella? Apartó todo pensamiento sobre su esposa, era un síntoma de debilidad. Se incorporó y fijó su mirada en el abismo. Era un abismo insondable, su fin no lo alcanzaba la vista. Y  la maldad que procedía del mismo abismo era abrumadora incluso para él.
Comenzó a descender por las escarpadas y afiladas paredes del abismo, usando solo sus propias manos, siguiendo las precisas instrucciones del mensajero que él mismo había invocado. Bajó durante horas, con gran esfuerzo, y el panorama era desolador al continuar sin poder ver el final. Las fuerzas le escaseaban, pero era Loki, y triunfaría fuese cual fuese el precio a pagar. El pie resbaló y Loki se soltó, la caída fue frenada varios metros más abajo por un pequeño saliente. Se incorporó dolorido y algo aturdido.
Un estruendo surgió del fondo del abismo, al principio un leve ruido y ahora un atronador sonido. Miró hacía abajo y vio como una inmensa nube negra subía a gran velocidad. Se maldijo a sí mismo por venir a este lugar perdido donde no podía usar su magia, sin la cual estaba indefenso. La nube alcanzó el saliente donde se encontraba y entonces descubrió que la nube estaba compuesta de miles de pájaros negros con unos ojos rojos como carbones encendidos. La nube se abalanzó sobre él y comenzó a atacarle, este se defendió como pudo, en la lucha por su vida, tropezó, cayendo por el abismo.
Tras una eternidad, algo detuvo su caída. Había llegado al fondo. Algo se acercó arrastrándose, su aspecto parecía salido de la más horrenda pesadilla. Con un brazo retorcido impulsaba un cuerpo deforme, un amasijo de carne, sus piernas parecían haberse fundido y ahora eran como si fueran la cola de un gusano. Su rostro era informe, un ojo miraba con interés, y de un orificio que podía ser la boca surgían ruidos guturales e ininteligibles.
- Apártate, Gaun.
La voz procedía de un hombre, un anciano envuelto en una capa y que se apoyaba en un nudoso bastón de madera. Sonrió, enseñando unos dientes amarillos.
Hizo un gesto con la mano y Loki se despertó.
Inmediatamente el dios de la mentira se puso a la defensiva. Miró con repugnancia al ser que estaba detrás del anciano.
- No tienes nada que temer de él, es solo un desecho que anteriormente fue un hombre. Levántate, yo seré tu guía por tu nueva senda.

                                                           


Thor abrió los ojos y vio que estaba en la sala del trono, que no se había movido en ningún momento de allí.
- Era tan real...
- ¿Qué ha ocurrido? Has cerrado los ojos solo un instante... Comento Balder intrigado.
Thor se sentó en el trono. Su rostro reflejaba un profundo pesar.
- Tanto poder, tanta maldad, y tengo la sensación que solo he visto una fracción del mismo...
- Lo que has contemplado es solo una parte del futuro que nos espera si no somos capaces de evitarlo, noble Thor.- Dijo Dagda.
- Sin duda. El pacto se hará, tal y como quiso mi padre. No debo permitir que semejante destino sea el que nos espera. A partir de ahora, tu casa y la mía serán como una sola ¡Así sea! Que se corra la voz por el reino dorado, que todos sus habitantes sepan la buena nueva.
- Aún hay más cosas, noble Thor. El pacto debe de ser sellado.
Thor se incorporó del trono e hizo un gesto a varios escribas.
- Bien, que se escriba un documento y lo firmaremos, lord Dagda.
- Me temo que no será tan sencillo. Cuando tu padre  y yo hablamos del pacto de unión de nuestras casa acordamos que para sellar tal pacto se acordaría un matrimonio entre una de mis hijas y su hijo primogénito.
- ¡¡¿Qué?!!
Al escuchar estas palabras una mano helada oprimió el corazón de Sif.
La Diosa celta que había permanecido inadvertida hasta ahora se adelanto. El patriarca del panteón céltico la señaló con una mano y dijo:
- ¡Si no te casas con mi hija Brighid, nuestra alianza no se verá realizada y tu pueblo y el mío estarán en guerra por esta ofensa!                                           
Thor no daba crédito. ¿Cómo era posible que su padre concertase un matrimonio sin consultárselo? Este pacto le ponía contra la espada y la pared. Tenia que aclararse las ideas, necesitaba aire fresco.
- Lord Dagda, necesito pensar en las repercusiones de todo esto, déjame unos momentos para pensar con claridad.
- ¡No! No permitiremos que...
- Calla, Leir. Por supuesto, lord Thor.- Contesto Dagda.
- Estaré dando un paseo por los jardines reales.
Fandral, Hogun, Volstagg, Frigga y Billy Rayos Beta se adelantaron hacía Thor. Sif se quedó atrás con el alma apenada. Thor la buscó con la mirada, pero esta la rechazó apartando el rostro.
- Tengo que estar solo, amigos míos, madre.
Con paso firme se marchó de la sala. Un silencio invadió la estancia en su ausencia.
Los jardines reales eran los mejores de todo Asgard. Su belleza embriagadora normalmente tranquilizaba y llenaba de paz a quienes lo contemplaban. No era el caso de Thor. No dejaba de pensar en las implicaciones de sus acciones en el día de hoy. Apenas llevaba tiempo como señor del reino dorado y ya debía tomar una decisión difícil. Si no se casaba con la hija de Dagda, este lo tomaría como una afrenta a su casa y declararía su guerra a Asgard, además de que no podrían iniciar una alianza para hacer frente al enemigo. Un enemigo que por lo que Thor había visto, era un terrible oponente, y quizás necesitaría una alianza con otras casas, que sería más fuerte si tenía aliados como Dagda. Y si el matrimonio seguía adelante...
Siempre pensó que Sif sería la mujer con quien compartiese la eternidad, a pesar de que otras mujeres pasaron por su vida, ella siempre fue su gran amor. Sin embargo, en los últimos tiempos no habían estado juntos, por unos motivos u otros. El pensar en un futuro sin Sif era un dolor en su corazón.
Una mano se posó en su hombro. Era una mano femenina, que pertenecía a una bella mujer de largo cabello rojo y unos hermosos ojos azules.
- Milord, Quería hablar con usted.
- Milady, yo...
Le puso una mano en los labios.
- Sé la dura decisión que debes estar meditando, y yo quiero decirte que no hará falta, yo Brighid (2) he decidido que no me casare con alguien que no quiere estar conmigo, convenceré a mi padre de que acepte el pacto sin la consecución de nuestro matrimonio.
- Eso significara la guerra entre nuestros pueblos...
- No obligaré a nadie a tomar mi mano. Padre es testarudo, pero siente debilidad  por mí, yo le haré que se trague su orgullo y que acepte la alianza, Lord Thor.
Antes de que pudiese responder, el aire comenzó a crepitar y un haz de energía se materializó sobre ellos. Empujando a los dos al suelo por la energía liberada. Varias figuras saltaron por ella. Uno de los intrusos, el más corpulento alzo su hacha mientras gritaba.
- La muerte de tu padre nos liberó. ¡Ahora los Dioses oscuros se tomaran finalmente su venganza! (3)


Próximo número: La venganza de los Dioses oscuros, la decisión de Thor, la senda de Loki ¡y mucho más!


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Referencias:
1 .- En la etapa DeFalco-Frenz.
2 .- Es deidad celta de la fertilidad y la inspiración creativa, aunque su veneración llega también a su aspecto guerrero, cuidadora de los nacimientos y de la infancia.
3 .- Desde el Thor 10 del vol. 3 de Forum.

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