Batman nº 10

Título: Caín y Abel
Autor: Igor Rodtem
Portada: Igor Rodtem
Publicado en: Febrero 2006

Gotham está maldita desde que nació. Es una ciudad plagada de demonios. Todos sus ciudadanos, desde el más rico y poderoso, al más pobre y desarrapado, son demonios. Esta ciudad necesitaba ser limpiada de sus pecados y en cuanto ha empezado mi obra, tú, rey de los demonios, has venido a detenerme...
Hice una promesa ante la tumba de mis padres: librar a esta ciudad de la maldad que les quitó la vida. Soy Bruce Wayne, filántropo multimillonario. De noche, los criminales, esos cobardes y supersticiosos, me llaman...
Batman creado por Bob Kane


"Caín dijo a su hermano Abel: ‘Vamos afuera’. Y cuando estaban en el campo, se lanzó Caín contra su hermano Abel y lo mató".
Génesis 4, 8

Hace unos días.

Una vez más, las sirenas de la policía inundan la noche de Gotham. Un nuevo asesinato sin sentido desgarra las entrañas de una ciudad ya de por sí maldita: un hombre acaba de asesinar salvajemente a su propio hermano. Cuando llegan los agentes de la ley, el hermano asesino permanece de pie, sin ofrecer resistencia alguna, en un estado de aparente ausencia. No parece enterarse de lo que está ocurriendo. Tal vez ni siquiera es consciente de la atrocidad que acaba de cometer.

La policía no tarda mucho en reconstruir los hechos. Un asesinato cometido en plena calle, a la vista de las decenas de peatones que pasaban por allí. Un hombre mata a su hermano menor con sus propias manos, sin usar ningún tipo de arma, en una trágica equivalencia con el pasaje bíblico de Caín y Abel. Una mera coincidencia, si no fuera porque ya es la tercera vez que ocurre en las últimas semanas. Y en todas ellas los detalles coinciden: un hombre asesina a su hermano menor con sus propias manos, siempre al aire libre y sobre la misma franja horaria, alrededor del anochecer, sin aparente desavenencia anterior entre ellos, y sin mediar discusión alguna, y en todos los casos el asesino era encontrado en la propia escena del crimen, en estado ausente, recuperando el sentido al cabo de las horas y sin recordar nada de lo ocurrido (con la consiguiente estupefacción al enterarse del crimen cometido). Algo infeccioso se mueve por Gotham City...


Momento actual.

Iglesia St. Peter, Gotham City. El reverendo Curtis observa a su congregación, tras hacer una pausa en la misa. El silencio reina en la amplia estancia, y tan sólo se oye a alguien toser tímidamente de vez en cuando. Afuera, el sol se está escondiendo, un día más. Pronto, la noche se apoderará de Gotham y, con ella, una multitud de demonios acecharán en cualquier esquina. El reverendo respira profundamente y se santigua con rapidez, un gesto que repite a diario y en varias ocasiones, durante su sermón. La iglesia, no tan grande como la fastuosa Catedral de Gotham, pero sí de amplias dimensiones, está prácticamente llena. El reverendo Curtis tiene una audiencia fiel, que acude a escucharle prácticamente a diario. Es un hombre de apariencia débil, pero de rostro duro y mirada penetrante, sin amigos conocidos, aunque aquellos que han tenido contacto con él afirman que posee una fe absoluta en su religión, y que tiene unas convicciones religiosas y morales muy claras y determinantes. Aquellos que acuden a escucharle a diario ven en él a un hombre apasionado, que se emociona, disfrutando y sufriendo a la vez, en cada sermón.

—Queridos hermanos. Para acabar la misa de hoy, os leeré un pasaje de la Biblia que me conmueve especialmente. Un pasaje que ya todos conocéis, y que no me canso de contaros cada cierto tiempo, pues en él da comienzo en realidad la maldad del ser humano. Un pasaje del que tenemos mucho que aprender, de nosotros mismos y del prójimo, de la maldad que habita en nuestro interior y de la bondad de nuestro Señor. Hoy os hablaré sobre Caín y Abel. Génesis, 4.

Y así, el reverendo Curtis continúa su sermón...

“Conoció el Adán a Eva, su mujer, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: ‘He concebido un varón con el favor de Yahveh’.”

Una pequeña y destartalada habitación de un sucio hotelucho, en el corazón de Gotham. En la penumbra destaca la figura de un hombre. Está de pie, en medio de la habitación, sujetando una biblia entre sus manos, abierta justo a la altura del pasaje de Caín y Abel. Pero el hombre no lo lee. Lo conoce de memoria. Su mirada está fija en la ventana, pero no mira a ningún sitio en concreto, no ve nada, simplemente espera. Tan sólo reacciona al oír unos golpes en la puerta.


La Batcueva.

Batman permanece sentado ante su ordenador, mientras realiza una llamada codificada. El nivel de seguridad no puede ser más alto.

—Oráculo, necesito esos datos lo antes posible.

##Ya va, jefe## –Barbara Gordon, alias Oráculo, no oculta su genio–. ##Hago todo lo que puedo. No es tan fácil entrar en la base de datos de la policía.##

Batman no responde. No siempre tiene acceso oficial a las investigaciones de la policía, por lo que en ocasiones debe recurrir a sus propios métodos. Oráculo es uno de ellos (sin duda alguna, el mejor método para conseguir cualquier tipo de información). Oficialmente, los tres asesinatos cometidos de forma similar no están conectados, y parecen resueltos, pues la policía ya tiene a los tres detenidos, y el comisario Akins le ha denegado a Batman el acceso a cualquier informe sobre ello. La relación entre Batman y el comisario no es todo lo fluida que le gustaría a Batman, y la policía sólo recurre a él cuando se ven sin más opciones.

##Ya los tienes## –en cuanto es avisado por Oráculo, Batman no pierde tiempo y se pone a consultarlos–. Lo más importante son los análisis de sangre y orina.

—Me gustaría poder analizar por mí mismo la sangre de los tres detenidos.

—##No creo que te lo permita el comisario Akins.##

—No, lo ha dejado bien claro, pero al menos tú me has conseguido los datos que maneja la policía.

##De nada## –Bárbara contesta con irónica resignación, no es fácil tratar con Batman, pero ya está acostumbrada.

—¿Les has echado un vistazo? –pregunta Batman, mientras su cerebro hace horas extras.

##Un poco. Básicamente verás que se descarta la presencia de cualquier tipo de droga o sustancia química que pudiera controlar a los sujetos. No parece que haya indicios de que los sujetos estuviesen controlados.##

—Es cierto, pero eso no descarta cualquier tipo de control.

##¿Hipnosis, tal vez?## –pregunta Bárbara.

—Es una posibilidad. ¿Y qué más tienes para mí, Oráculo? ¿Alguna relación entre los diferentes asesinatos?

—##Estoy en ello. De momento no encuentro nada que los relacione. Salvo por la similitud de los crímenes, parecen totalmente independientes. De todos modos, en breve te mando un informe completo.##

—Date prisa. Batman fuera.

—##Oráculo fuera.##

Batman se queda pensativo unos instantes. En su interior, se lamenta por no haber comenzado antes su propia investigación. La policía parece desconcertada, pero prefiere dar por resuelto cada caso, sin conectarlos. A pesar de que no hay duda alguna sobre los autores materiales de cada asesinato, la similitud entre los tres crímenes y el desconcierto de los detenidos hace sospechar a Batman que hay algo más. Algo oculto. Batman se lamenta por haberlo dejado pasar en un primer momento. Sin embargo, cualquiera que le observase, se maravillaría por su metodología concienzuda y su fuerte determinación.

“Volvió a dar a luz, y tuvo a Abel, su hermano. Fue Abel pastor de ovejas y Caín labrador.”

El hombre, aún con la mirada perdida, se dirige a la puerta de la habitación y la abre. Al otro lado se encuentra otro hombre, de rasgos similares a él, pero ligeramente más joven. Es su hermano pequeño. Éste le saluda efusivamente, pues sabe que el otro acaba de salir de la cárcel tras cumplir una pequeña condena por robo, pero el hombre de la mirada perdida tan sólo se limita a dejarle pasar, mientras cierra la biblia y la deja suavemente en una mesilla. Ya no la va a necesitar. Comienzan a conversar sobre nimiedades –qué tal el trabajo, la salud...–; el menor con más entusiasmo, el mayor apenas se limita a esbozar unas simples frases. Tiene la cabeza en otro sitio.

El último rayo de sol se ha perdido en el horizonte, y Batman acude una vez más a su ronda nocturna por la ciudad. Aunque se ha autoimpuesto la misión de vigilar todo Gotham, esta noche su prioridad se centra en investigar la posible relación entre los asesinatos entre hermanos. Oráculo aún no le ha enviado la información referente a la posible relación entre las diferentes víctimas y asesinos, pero Batman ya sabe el resultado: cada diferente pareja de hermanos no tenía ningún vínculo con las otras; ni dónde vivían o dónde trabajaban, ni círculo de amistades... Pero a veces Oráculo hace milagros (o casi), y quizás pudiera proporcionarle alguna información extra de utilidad. De momento, es hora de comenzar a buscar nuevas pruebas. Su primer destino: la oficina del segundo detenido, Josh Werting, un conocido arquitecto de Gotham. Batman quiere ver si todo está en orden. Aún no se ha determinado el móvil de cada crimen y no hay que descartar ninguna posibilidad. Werting se ha encargado de varios proyectos y obras dentro de Gotham y, a pesar de su buena reputación, no se debe descartar nunca el móvil económico. Además, un sexto sentido, una especie de instinto, le hace a Batman acudir en primer lugar a dicha oficina.

“Pasó algún tiempo, y Caín hizo a Yahveh una oblación de los frutos del suelo. También Abel hizo una oblación de los primogénitos de su rebaño, y de la grasa de los mismos. Yahveh miró propicio a Abel y su oblación, mas no miró propicio a Caín y su oblación, por lo cual se irritó Caín en gran manera y se abatió su rostro.”

Ahora el hombre de la mirada perdida discute con su hermano pequeño, acerca de la relación entre ambos y con respecto a sus padres, pero comienza a desvariar, ante la estupefacción del otro:

—Siempre fuiste su preferido...

—¿Qué dices? –contesta el menor–. ¿A qué te refieres?

—Su preferido... –el hombre comienza a gimotear, y continúa hablando entre sollozos, ante la estupefacción de su hermano–. Papá y mamá siempre te dieron todo lo que les pedías, y a mí me ignoraron...

—Pero... ¿estás loco? ¿A qué viene todo esto? –sujeta por los hombros a su hermano mayor, que parece a punto de derrumbarse. Esa situación no tiene demasiado sentido para él–. Papá y mamá murieron hace mucho, pero siempre nos trataron por igual. ¿Qué te ocurre?

—¿Qué me ocurre? ¡¡¡Tú me ocurres!!! Tú eres su preferido...

—Pero papá y mamá...

—¡¡¡El preferido de Dios!!!

Ambos hermanos se miran mutuamente y en silencio, durante segundos que parecen horas. Después, el hermano mayor, con lágrimas recorriendo sus mejillas, pide perdón al otro. Los dos se abrazan y se consuelan. El pequeño piensa que su hermano tiene algún problema, quizás con las drogas, o debido a su breve paso por la cárcel, y se ofrece a ayudarle. El mayor sólo dice unas palabras: "Lo siento..." Realmente es una escena tierna y emotiva que, a pesar de la conversación anterior, no hace presagiar lo que está a punto de suceder.

En la Iglesia St. Peter. el reverendo Curtis comienza a sollozar ante su congregación. Hace una pausa en su sermón y se seca las lágrimas. Su rostro es la viva imagen de la tristeza y la consternación. Los asistentes a la misa no se sorprenden. Conocen al reverendo y saben que vive cada uno de sus sermones. Y especialmente éste, su favorito, el pasaje bíblico de Caín y Abel.

—##Batman, tengo lo que me pediste.##

—Muy bien, Oráculo –ésta nota la gravedad en la voz de Batman.

—##Me temo que no hay información demasiado útil. No encuentro ninguna relación entre los implicados en los tres crímenes,## –la propia Oráculo no suena muy diferente a Batman; a pesar de haber recavado una buena cantidad de información, no parece haber encontrado ninguna pista que les ayude a avanzar en la investigación–. ##La única coincidencia parece ser el hecho de que un hermano mayor asesina al menor, de una forma similar y con similares características, pero no hay nada más que relacione un crimen con otro.##

—Algo tiene que haber –contesta Batman–. Y pienso encontrarlo esta misma noche.

—##Pensé que aún estabas en la Batcueva...##

—No. Pásame toda la información que hayas conseguido. Lo analizaré luego en el Batmóvil. Tal vez haya algo escondido entre líneas.

##Ok, tú eres el experto. Te lo mando.##

—Envíaselo también a Alfred.

—##Muy bien. Quizás entre los tres podamos hacer algo. Oráculo fuera.##

Batman ya se encuentra en la oficina de Werting & Co., la empresa constructora del segundo de los detenidos. Ha estado revisando una buena cantidad de papeleo y archivos, pero todo parece perfectamente en orden. No hay nada de carácter delictivo ni que tenga que ver con el crimen, pero Batman se niega a pensar que está perdiendo el tiempo allí.

“Yahveh dijo a Caín: ‘¿Por qué andas irritado, y por qué se ha abatido tu rostro? ¿No es cierto que si obras bien podrás alzarlo? Mas, si no obras bien, a la puerta está el pecado acechando como fiera que te codicia, y a quien tienes que dominar’. Caín dijo a su hermano Abel: ‘Vamos afuera’. Y cuando estaban en el campo, se lanzó Caín contra su hermano Abel y lo mató.”

El hermano mayor dice “Vamos afuera”. Y los dos salen de la habitación. Ninguno dice nada mientras salen en el edificio. Delante va el mayor, con la mirada perdida, andando casi mecánicamente, pero su hermano no es consciente de ello. Éste camina detrás, aún pensativo en lo sucedido unos pocos minutos antes en la habitación. Le cuesta comprender la situación. Estando aún absorto en esos pensamientos, no se da cuenta de que, ya en plena calle, su hermano se abalanza sobre él, lleno de furia. El ataque es brutal, los golpes son mortales. El hermano mayor (Caín) mata al menor (Abel). Ha vuelto a ocurrir, sin que nadie lo pudiera evitar.

El reverendo Curtis vuelve a hacer una pausa. No es intencionada, sino que se siente incapaz de continuar. Se encuentra agotado, física y mentalmente, pero a la vez nota cómo la adrenalina fluye salvajemente por su organismo. Mira a sus fieles, que esperan a que continúe, y después baja lentamente la mirada hacia sus manos. Están ligeramente empapadas. Es sangre, aunque no tiene ninguna herida visible. Respira profundamente y comienza a limpiárselas con un trapo. Los asistentes no saben lo que ocurre, pero esperan pacientes a que el reverendo reanude su sermón.

—##No hay nada, señor. Ni un pequeño vínculo entre cada asesinato.##

—Algo se nos escapa, Alfred –Batman aún permanece en la oficina de Werting & Co., pero mantiene el contacto, mediante una línea segura, con Alfred, que se encuentra en la Batcueva, frente al ordenador, analizando los datos proporcionados por Oráculo.

##Tal vez...##

—¿Sí, Alfred?

—##Quizás sea dar palos de ciego, señor, pero quizá la clave esté en la forma de los asesinatos. Un hermano mayor mata al menor...##

—Caín y Abel...

—##Por ahora es lo único que une a los tres crímenes.##

Batman se queda pensativo unos segundos, y después comienza a buscar entre varios informes de la oficina. Por su parte, Alfred tampoco pierde el tiempo y comienza a buscar información en el ordenador de la Batcueva. Probablemente sea una línea de investigación que no lleve a nada, pero, como ha indicado el mayordomo, es prácticamente lo único que tienen, y hay que agotar todas las posibilidades. Ambos hombres se enfrascan concienzudamente en la investigación. Batman buscando entre los informes y archivos de la oficina de Werting & Co. Y Alfred usando el poderoso ordenador de la Batcueva, analizando toda la información disponible. Los minutos pasan rápidamente.

—##¿Señor?##

—Dime, Alfred.

—##Ya he buscando cualquier dato que relacionase a los asesinos o las víctimas con el pasaje bíblico de Caín y Abel, pero lamentablemente no he encontrado nada útil.##

—Bien hecho, pero busca también cualquier cosa que les relacione con la religión católica en general –Batman hace una breve pausa, en la que parece estar pensando a gran velocidad–. Más concretamente, información relacionada con la iglesia St. Peter de Gotham.

—##Me pongo a ello, señor## –contesta Alfred tras una breve pausa. Parece que Batman ha encontrado algo, pero prefiere no preguntar de momento.

##Batman, aquí Oráculo ##–su voz suena preocupada–.## Estoy interceptando el canal de la policía. Creo que se ha cometido un nuevo crimen cerca de donde te encuentras...##

—Sí, ya he oído las sirenas. Voy para allá. Tú echa una mano a Alfred.

—##Muy bien, jefe## –contesta finalmente Oráculo, mientras Batman sale rápidamente de la oficina.

“Yahveh dijo a Caín: ‘¿Dónde está tu hermano Abel?’. Contestó: ‘No sé. ¿Soy yo acaso el guardián de mi hermano?’. Replicó Yahveh: ‘¿Qué has hecho? Se oye la sangre de tu hermano clamar a mí desde el suelo. Pues bien, maldito seas, lejos de este suelo que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano. Aunque labres el suelo, no te dará más su fruto. Vagabundo y errante serás en la tierra’.”

Batman se encuentra en las inmediaciones de la escena del crimen donde la policía ya ha detenido al sospechoso que, una vez más, no opone resistencia y se encuentra en estado ausente. Con un receptor de larga distancia, Batman consigue enterarse de las identidades de la víctima y el sospechoso. Una vez más se sigue el patrón: hermano mayor asesina a hermano menor, y en circunstancias similares. El cuarto asesinato, ya. Sin perder un solo segundo, indica a Oráculo y a Alfred que también busquen información relacionada con ellos, y entonces Alfred le informa que tal vez ha encontrado algo:

##Se trata del tercer crimen. El detenido es un asiduo de la iglesia St. Peter y suele organizar eventos benéficos de carácter religioso en dicha iglesia. No ha sido fácil saberlo, no es un dato que aparezca en su ficha policial. ¿Sería mucho pedir que compartiera con Oráculo y conmigo la información que ha obtenido antes?##

—Werting, el arquitecto detenido en el segundo asesinato, fue el encargado de la remodelación de dicha iglesia, hará unos cinco o seis meses. En principio no parecía un dato de mayor importancia, un encargo más de su empresa, pero era lo único que lo unía, en cierta manera, al tema religioso. Y en parte, era un presentimiento propio. ¿Tienes algo de los otros detenidos?

—##No creo que figure en su historial si sólo van a misa los domingos ##–comenta Oráculo, que permanece aún en línea.

—Si hay algo, tenéis que encontrarlo. Ya tenemos una posible relación entre dos de los crímenes.

##Pero aún nos faltan otros dos, y no he encontrado nada que los acerque a la iglesia St. Peter ##–bajo la voz de Oráculo se oye el frenético golpeteo de sus dedos sobre las teclas del ordenador–##, ni a ninguna otra iglesia o cualquier elemento religioso, ya puestos.##

##Quizás el problema no resida en un lugar, sino en una persona ##–Alfred, como siempre, aporta un interesante punto de vista, aunque Batman ya se le había adelantado.

—Por lo que he podido averiguar en la oficina de Werting & Co., la iglesia St. Peter está a cargo del reverendo Curtis, que, durante las obras de remodelación, trabó una buena amistad con Werting.

##Espere un momento, señor... Sí, efectivamente, ese mismo reverendo coorganiza los eventos benéficos junto al tercero de los detenidos## –Alfred confirma lo que ya sospechaba Batman.

—Buen trabajo. Oráculo, quiero que busques información sobre ese reverendo Curtis. Alfred, sigue indagando en los otros crímenes, seguro que hay una conexión con Curtis.

—##¿Y tú qué harás, Batman?##

—Voy al domicilio del primer detenido, el ex-soldado. Curtis está metido en esto, pero antes hay que comprobarlo al cien por cien.

El Batmovil se dirige ya rápidamente hacia su destino. Durante el trayecto, que dura apenas unos minutos, Batman recibe toda la información que Oráculo ha recavado sobre el reverendo Curtis, con un extra muy interesante: el reverendo conoció al cuarto detenido mientras éste estuvo encarcelado. Curtis suele visitar algunos reclusos en una especie de programa de reinserción, y uno de los reclusos a los que más había visitado en las últimas semanas era precisamente el autor del último asesinato. Ya sólo quedaba relacionarle con el primer crimen, pero Batman comenzaba a pensar ya en su inminente encuentro con el reverendo Curtis.

“Entonces dijo Caín a Yahveh: ‘Mi culpa es demasiado grande para soportarla. Es decir que hoy me echas de este suelo y he esconderme de tu presencia, convertido en vagabundo errante por la tierra, y cualquiera que me encuentre me matará’.”

Batman entra silencioso en el viejo piso destartalado del primero de los detenidos en esta serie de asesinatos. Es un ex-soldado, y lo deja bien claro, pues su casa está completamente adornada de objetos militares y de recuerdos de su paso por el ejército. Batman observa lenta y concienzudamente cada elemento expuesto y finalmente se detiene ante una fotografía. En ella aparece un pequeño grupo de soldados posando ante la cámara, entre los que se encuentra el propietario de la casa. De fondo se puede ver una pequeña iglesia de madera, probablemente construida en algún campamento, durante alguna misión del ejército. Pero lo que llama la atención de Batman es que entre los soldados también se encuentra un hombre vestido con el hábito religioso. Batman acerca la foto ante sí, y puede reconocer sin problemas el rostro del reverendo Curtis, rostro que había podido observar poco antes en el envío de Oráculo al ordenador del Batmovil. La última pieza había encajado. Batman sale de la casa, tan silenciosamente como había entrado, pero se dirige rápidamente hacia el batmovil, para tomar rumbo a la iglesia St. Peter. El reverendo Curtis tiene muchas preguntas que responder.

“Respondióle Yahveh: ‘Al contrario, quienquiera que matare a Caín, lo pagará siete veces’. Y Yahveh puso una señal a Caín para que nadie que le encontrase le atacara. Caín salió de la presencia de Yahveh, y se estableció en el país de Nod, al oriente del Edén.”

La iglesia St. Peter está vacía. Hace ya unos minutos que la misa ha terminado y los fieles ya se han marchado a sus casas. El silencio es sobrecogedor, y la temperatura es baja. La iluminación es débil, provocando un enigmático juego de sombras y penumbras. Precisamente, una figura avanza entre esas sombras, sigilosa e imperceptiblemente. Por lo menos, para quien no conozca bien esa iglesia. Pero para el reverendo Curtis, St. Peter es más que su propio hogar.

—Te esperaba, Batman –la potente voz del reverendo Curtis resuena con fuerza en la iglesia–. Sabía que tarde o temprano acudirías a mí.

Batman sigue oculto entre las sombras, observando a Curtis, que avanza hacia el altar. Es un hombre endeble, casi raquítico, pero que se muestra muy seguro de sí mismo. Batman se limita a estudiar la situación, vigilando constantemente a Curtis. Debe tener cuidado, se encuentra en terreno de su adversario.

—Eres un gran detective, no cabe duda. Pero al fin y al cabo, todos los asesinatos acabarían llevándote a mí, ¿verdad? –Curtis sonríe ampliamente, con una mueca de maldad que sus fieles no conocen, ni querrían conocer. Se asustarían de veras si vieran esta faceta del reverendo–. Pero no tienes ni idea de por qué.

El reverendo hace una pausa, girando la vista hacia donde se encuentra Batman, que decide mostrarse lentamente, dadas las circunstancias. Aún no ha abierto la boca, y prefiere esperar a que Curtis termine de hablar, pero sabe que en breve debe tomar la iniciativa.

—Gotham está maldita desde que nació –continúa éste, hablando ahora casi en un trance–. Es una ciudad plagada de demonios. Todos sus ciudadanos, desde el más rico y poderoso, al más pobre y desarrapado, son demonios. Y tú eres su soberano, Batman. Y pensar que hay quien afirma que sólo eres una vulgar leyenda urbana... Pero era muy obvio que existías, eres la reencarnación del mal. Esta ciudad necesitaba ser limpiada de sus pecados, y yo he traído por fin la salvación para Gotham. Y en cuanto ha empezado mi obra, tú, rey de los demonios, has venido a detenerme...

Curtis se detiene, observando fijamente a su rival. Batman observa la locura en sus ojos. Una mirada que ya ha observado miles de veces anteriormente. En algo no se equivoca Curtis: Gotham es una ciudad maldita, llena de locos psicópatas que acechan en cualquier esquina, desatando continuamente el terror por toda la ciudad. Pero Curtis está totalmente desequilibrado, y puede resultar extremadamente peligroso.

—Tú no estás librando a Gotham del pecado –dice Batman, mientras se acerca lentamente a Curtis. En su cabeza, Batman tiene la situación perfectamente controlada, y está prevenido ante cualquier reacción del reverendo–, sino aumentándolo con los crímenes que tú has provocado.

—¿Que yo he provocado? –pregunta socarronamente Curtis. Una maliciosa sonrisa se asoma en su rostro–. Yo sólo he sido el instrumento de Dios para la salvación.

—¿Haciendo que se maten entre los propios hermanos? Creo que eso dista mucho de la obra de Dios.

—Te equivocas, demonio. Tan sólo se repite de nuevo su obra. Caín mató a Abel por egoísmo, y para purgar su pecado actúa ahora como liberador. En Gotham ya no hay inocentes, Abel ya no es inocente, por lo que debe ser liberado. ¿Y quién mejor que su propio hermano? Y así, Caín, tras matar a Abel, recibe la marca de Dios, que lo salva a su vez del pecado...

En su interior, Batman tiembla ante el horror que desprenden las palabras del reverendo. No hay nada más terrorífico que la perturbada lógica de un psicópata. Curtis es un ser completamente trastornado y desquiciado, cuya visión del mundo resulta extremadamente peligrosa, y Batman debe detenerlo, antes de que siga extendiendo la oleada de terror. Lo principal ahora es detener a Curtis, que se ha declarado responsable de los asesinatos. Ya habrá tiempo después para averiguar cómo lo ha conseguido hacer.

—Y ahora, la principal fuente de pecado está ante mí –prosigue Curtis, gritando mietras alza los brazos–. ¡Ayúdame, Señor! ¡Ayúdame a detener este mal!

De repente, se hace la oscuridad en la iglesia St. Peter. Las luces se apagan sin previo aviso, lo que pilla ligeramente por sorpresa a Batman, a pesar de su precaución. Unos rápidos pasos resuenan por la amplitud de la iglesia. El eco no deja a Batman reconocer si son pasos que se acercan o se alejan, pero comienzan a crecer en intensidad, resonando ahora por todas partes. Batman intenta reaccionar y activa rápidamente la visión nocturna presente en su capucha, mientras se prepara para recibir un posible impacto. Le da tiempo a ver un puñado de hombres y mujeres abalanzándose sobre él, antes de recibir los primeros golpes. Se ha protegido perfectamente, lo que le permite contraatacar de manera efectiva. Suelta puñetazos y patadas con precisión matemática, intentando zafarse del grupo de gente que se le ha echado encima, pero procurando no lesionarles gravemente. Al fin y al cabo, sólo se trata de gente inocente bajo la influencia del reverendo Curtis. A pesar de la oscuridad reinante en la iglesia, Batman puede ver perfectamente con ayuda de la visión nocturna, y observa las miradas perdidas y ausentes de quienes le están atacado. No hay duda de que actúan como autómatas, totalmente controlados por Curtis, quien les jalea desde la distancia.

—¡Atacad, hermanos! ¡Acabad con el mal de Gotham! ¡Acabad con el demonio!

El reverendo Curtis está gritando de forma desquiciada y, aunque la luz acaba de regresar de nuevo, no se da cuenta de que Batman se ha zafado de sus atacantes y se está abalanzando sobre él. Batman le golpea con fuerza en la cabeza. Un golpe certero, que deja inconsciente al reverendo, sin causarle ninguna lesión, y sin que se haya dado cuenta de lo que ha ocurrido, tan absorto estaba en su propia locura. En cuanto Curtis pierde el conocimiento, el grupo de mujeres y hombres que había atacado a Batman se paraliza. Están desubicados y desorientados, sin saber muy bien quiénes son y cómo han llegado hasta allí. Se hace obvio que Curtis, de alguna forma, los estaba controlando. Ahora también se da cuenta Batman de que esos hombres y mujeres están vestidos con poco más que harapos. Son indigentes, gente sin hogar, que Curtis ha controlado libremente. Pero ya ha acabado todo. Un monstruo menos en Gotham.

“Amén.”

La Batcueva. Unos días después.

—##Así que al final Curtis los tenía hipnotizados ##–la voz de Oráculo suena a través del receptor. En la Batcueva, Batman reposa tranquilo ante la pantalla del ordenador. Al final, se ha aclarado todo.

—Algo parecido –Batman se coloca la capa de su traje. Está a punto de anochecer, y llega la hora de salir a vigilar Gotham–. No usaba ninguna técnica de control mental o hipnosis como tal, pero por lo visto era capaz de llegar a inducir ciertos actos en algunas personas. Su cerebro sufre una extraña malformación, un extraño desarrollo que le otorga esa capacidad. Aún no saben si encerrarlo en Arkham o llevarlo a que lo estudien a los Laboratorios S.T.A.R.

—##Pues habrá que tener cuidado con él...##

—En principio, parece que necesita un contacto prolongado con el sujeto que quiere dominar. Es un proceso largo...

—##Básicamente, primero te hace un lavado de cerebro, y luego llega el control mental.##

—Básicamente –responde finalmente Batman.

Cierran la comunicación y Batman se queda pensativo unos segundos. En la pantalla del ordenador aún figuran algunos datos relacionados con estos crímenes. Tras recapacitar un rato, Batman acaba apagando la pantalla, y se dirige al batmovil. Una nueva noche cae en Gotham. Hay un monstruo menos en las calles, pero todavía quedan muchos demonios sueltos. Sin embargo, Gotham es afortunada, pues la noche es de Batman.

FIN

Igor Rodtem
(12-12-2005)
igor_rodtem@hotmail.com

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