Thor Señor de Asgard nº09


Título: ¡Que las espadas Canten y las Hachas Griten!
Autor: Miguel Ángel Naharro
Portada: Roberto Cruz
Publicado en: Diciembre 2006

¡La batalla final por la ciudad de Asgard! Mientras Loki sigue trazando sus sinuosos y diabólicos planes de guerra, Thor y los valientes guerreros de Asgard se baten con los ejércitos de Geirrodur, rey de los trolls.
 
“Ha tenido muchos nombres. Vingthor el lanzador, el hijo de la larga barba y enemigo de Hrodr. En su hogar ancestral Hymir le conoce como Veur. Compañero del infeliz Hrungnir le han llamado algunos. Al este del Elvigar, en tierra de gigantes, susurran el nombre de Hloriddi. Su padre le llamaba hijo. Su madre, querido. Y bajo las bóvedas celestes es Thor Odinson, dios del trueno, temor de Jormungand.”
Stan Lee y Action Tales presentan: Thor el poderoso

Creado por  Stan Lee & Jack Kirby


Resumen de lo publicado: Los ejércitos de Geirrodur, rey de los trolls se hayan ante las murallas de la ciudad de Asgard y los guerreros asgardianos defienden con coraje su ciudad, bajo el mando de Brighid. Mientras tanto, Thor viaja a la montaña sombría y tiene que sortear muchos obstáculos para poder tener audiencia con Crom, el dios de los antiguos cimmerios. Cuando se haya ante él, le convence de que se una a ellos para combatir al antiguo enemigo que derrotaron él y Tiwaz eras antes.

Los brazos de los guerreros de Asgard comenzaban a flaquear tras horas y horas de combatir con bravura la ciudad de sus ancestros.
Los trolls parecían no acabarse nunca, mataban uno y dos más ocupaban su lugar, eran un mar incesante de enemigos, cuyas olas se estrellaban una y otra vez contra las murallas de la ciudad, erosionándolas lentamente.
- ¡Catapultas!- Ordenó Tyr a sus hombres.
Los proyectiles lanzados por las enormes catapultas volaron por el cielo, cayendo en medio de las tropas enemigas, derribando a docenas de guerreros troll.
- ¡No desfallezcáis! ¡Tened coraje! ¡Enviemos a esos bastardos a las entrañas de la tierra que los engendró!- Gritó Tyr enarbolando su afilada espada.
Brighid a su lado luchaba como una más en la defensa de la ciudad. Estaba exhausta, pero aún así combatía una y otra vez, sabia que si les fallaban las fuerzas, estaban condenados.
Sif se despertó escuchando el sonido del acero y del hierro contra la carne y la roca.
Leir estaba cerca suyo, sobre una montaña de cuerpos inertes de enemigos, descargaba sus lanzas de energía una y otra vez.
- Os habéis despertado, milady.- Comentó el dios celta mientras con una de sus manos quebraba el cuello de un troll.
La diosa guerrera se levantó, apoyándose en su espada y de inmediato acompañó al dios de la lanza y el rayo.
- No dejare que te lleves toda la gloria, celta.- Dijo ella con una sonrisa al tiempo que atravesaba el torso de un enemigo con su letal espada.
Una torre de asedio llegó a la muralla que defendían, de su interior  comenzaron a surgir escuadrones de guerreros.
- Parece que habrá un buen número para ambos.- Dijo Leir.
De improviso, un rayo cayó del cielo destruyendo por completo el artefacto de guerra troll y a todos sus ocupantes.
Envuelto en una nube de humo, procedente de la destruida torre, se recortaba una figura familiar.
- ¿Thor?- Preguntó con aire esperanzado Leir.
La figura aterrizó cerca de ellos. Aunque su atuendo era similar al del dios del trueno y señor de Asgard, sus rasgos equinos e alienígenas no dejaban lugar a la duda de quien se trataba.
- ¡Bill! ¡Billy Rayos Beta (1)!- Exclamó Sif con evidente alegría.
Los dos se fundieron en un cálido y largo abrazo, demostrando que eran más que simples amigos.
- Me alegro de tenerte con nosotros en estos aciagos momentos, Bill.- Dijo ella con ternura mientras le acariciaba el rostro. Desde que Billy Rayos Beta se encontró con Thor y lo derrotó en combate, ganándose el derecho a alzar a Mjolnir, lo que hizo que Odín le crease un martillo de Uru para el korbinita. Bill era el guardián de su raza, al que escoltó durante mucho tiempo, tras la destrucción de su mundo, liderando una flota de naves con sus congéneres en animación suspendida mientras encontraba un nuevo hogar para ellos. La mente de Bill fue traspasada a un cuerpo creado genéticamente por los científicos de su mundo, teniendo que pasar innumerables y dolorosas pruebas para ser el campeón de su mundo. Sif se marchó con él durante un tiempo, viviendo grandes aventuras por el cosmos, hasta que sus caminos se separaron. Aún así, el corazón de la asgardiana nunca olvidó al valiente alienígena. (2)
- Sentí que un gran peligro os acechaba y vine de inmediato, Asgard es como mi segundo hogar, mi lugar esta aquí en este momento difícil. Sif, lucharemos hombro con hombro y pobre de los infelices que se crucen en nuestro camino.- Dijo Billy Rayos Beta haciendo girar su martillo Destructor de Tormentas.
Leir contempló como los dos se miraban y apretó los dientes. La sangre le hervía en las venas. Enrabietado, el dios celta se abalanzó con furia contra la horda de trolls que pululaban por atravesar las defensas de la ciudad.
Desde una de las más altas torres del palacio real de Asgard, Frigga, madre adoptiva de Thor y esposa del fallecido Odín, observaba como se desarrollaba la batalla. Los ancianos, las mujeres y los niños habían sido traídos al palacio para su protección. Los pensamientos de la diosa estaban llenos de temor por el destino de sus seres queridos.
- No temas, bella dama, los guerreros asgardianos tienen mucho valor, mientras quede uno de ellos, ningún enemigo traspasara los muros de la ciudad.
Frigga se dio la vuelta y ante ella se encontraba Tiwaz.
- Bajemos, maese Tiwaz, quiero ver como están los niños.
- Por supuesto, lady Frigga.
En los salones inferiores del palacio, se acomodaban como podían la población civil de la ciudad. Las mujeres consolaban a sus hijos, que lloraban desconsolados ante el sonido estremecedor de la batalla. Bajo la atenta mirada de soldados de los halcones carmesí, la guardia personal del monarca del reino dorada.
Al ver cruzar el umbral de la puerta a Frigga y a Tiwaz, varios niños se acercaron. Kevin, Mitch y Hildy, tres de los muchos hijos de Volstagg, corrieron a los brazos de la diosa.
- ¿Cómo estáis, mis niños?
- ¡Queremos ayudar, Frigga!- Dijo Hildy torciendo el gesto.
Tiwaz se agachó para ponerse al nivel de los niños.
- Vosotros cumplís una gran tarea para todos, pequeños.
- ¿Ah, si? ¿Y que tarea es esa?- Pregunto la niña.
- Proteger y cuidar de vuestras madres, no hay nadie más indicado para ello que vosotros.- Dijo el anciano guiñándoles un ojo.
El suelo empezó a temblar y a resquebrajarse, haciendo que todos ellos perdiesen el equilibrio. De la fisura creada en el suelo, comenzaron a salir trolls de piedra, gruñendo y gritando, enarbolando grandes garrotes y martillos de guerra.
Además, comenzaron a escuchar un sonido como de cánticos, y una criatura de al menos seis metros de altura, fluía por la fisura. La repulsiva criatura tenía un cuerpo vermiforme y largo cubierto de baba, con largos y peligrosos tentáculos.
- ¡El enemigo ha escavado un túnel por debajo de la ciudad!- Exclamó Tiwaz.
El gigantesco anciano, desenvaino su espada y derribó dos trolls de piedra de un solo golpe.
- Frigga, llévate a los niños y a las mujeres a un lugar seguro. ¡Halcones carmesí cargad!
La guardia de elite de Asgard se puso en posición de combate, con sus largas lanzas y sus grandes escudos preparados para lanzarse sobre los intrusos.
Fandral tenía pequeñas heridas por todo el cuerpo y la camisa estaba hecha jirones, aún así, su famosa sonrisa se mantenía intacta.
- ¡Hogun! ¿Has visto eso?- Dijo Fandral señalando algo que se acercaba a las murallas.
Hogun el torvo retiró su ensangrentada maza del cadáver de un troll recién abatido y miró hacía donde le indicaba su compañero.
Las tropas invasoras se apartaban para dejar paso a varias figuras, eran troll de piel rojiza, casi como un carbón al rojo vivo.- ¡Trolls de fuego!- pensó- Eran casi un mito, ningún asgardiano les había visto en muchas generaciones.
Con un gesto, Hogun ordenó a varios de los arqueros que se encontraban en esta parte de la muralla, que les disparasen.
Las flechas de los arqueros cayeron contra los trolls de fuego, estos ni se inmutaban, ya que las fechas se fundían antes de alcanzar su blanco, por el calor producido por sus cuerpos ígneos.
Los trolls levantaron sus manos en dirección a los muros de la ciudad y de estas surgieron llamas, que se juntaron formando una gran llama que impacto contra el muro con una potencia terrible, haciendo saltar por los aires gran parte de la muralla.
- ¡Han abierto brecha! – Gritó Fandral.
Geirrodur, rey de los trolls, comenzó a reír en grandes carcajadas. Pronto la ciudad de Asgard seria solo un montón de escombros humeantes.



Magni miraba por uno de los balcones de la fortaleza de Loki, situada a las afueras del reino de Asgard. Observaba el desolado paisaje que los rodeaba. Esto le hacía añorar enormemente la aldea donde se crió junto a su hermano Modi. Las lágrimas afloraron al pensar en su fallecida madre. Magni sintió la presencia de su hermano Modi.
- No derrames lagrimas, hermano mío. Pronto nos vengaremos, arrancaremos el corazón aún palpitante del cobarde asesino de nuestra madre.- Dijo Modi apretando los puños.
- Por alguna razón, algo en mi interior me hace revelarme contra lo que vieron mis ojos. ¿Por qué el monarca de Asgard sería capaz de hacer algo tan rastrero y cruel?
- ¡No traiciones la memoria de nuestra madre! ¡Thor fue quien acabo con su vida! Y nosotros terminaremos con su vida y le haremos sufrir tanto dolor como hemos padecido nosotros.- Gritó Modi furioso.
- ¿Tenéis dudas, amigos míos?- Dijo una voz a sus espaldas que reconocieron como la de Loki.
- No, mi señor, el odio guiará nuestro brazo contra el dios del trueno.- Exclamó Modi.
- Es normal tener dudas. No todo el mundo puede ser tan cruel como mi hermanastro. Durante milenios, ha engañado a todos los que le rodeaban. Él hacía creer que era un hombre valiente, de buen corazón, cuando en su interior era realmente un ser cruel, sin alma ni sentimientos. Tras la muerte de mi amado padre, se mostró como siempre fue en secreto. Yo quiero detenerle, antes de que acabe con más personas inocentes como vuestra madre. De todas formas, os mostraré algo que disipara las posibles dudas que tengáis.- El dios del engaño movió su mano y todo lo que les rodeaba cambió ostensiblemente. Se encontraban en una tierra decrepita y oscura, llena de sombras que vagaban por toda la eternidad.
- ¿En que lugar nos encontramos?- Preguntó con temor Magni.
- Estáis pisando el tenebroso reino de Hell, el reino de la muerte y donde moran los que ya han fallecido.- Inquirió Loki.
Los dos hermanos se estremecieron al comprender la terrible y funesta tierra donde les había llevado Loki.
- Hay alguien que arde en deseos de contemplaros, amigos míos.- Dijo sonriendo Loki, aunque asemejaba más una mueca retorcida que una sonrisa.
Una forma caminaba hacía ellos, se arrastraba lentamente, envuelta en sombras que no dejaban ver de quien se trataba. Hasta que el manto de sombras que la envolvía desapareció y un escalofrío recorrió a los hermanos. Su cuerpo  había adoptado un ligero color cadavérico, de la herida supurante de su cuerpo, brotaba sangre. Los ojos muertos de Iarnsaxa, madre de Magni y Modi miraban con interés a sus hijos.
- Madre…- Comenzó a decir Modi.
A Magni no le salían palabras de su garganta.
- Hijos míos… Cuanto os he echado en falta… Mi alma sufre una agonía que nadie puede siquiera imaginar.
- ¿Qué es lo que te hace sufrir, madre?- Preguntó Magni con dificultad, el dolor de su perdida estaba demasiado reciente.
- Sufrí mil tormentos cuando mi alma cayó en el abismo de Niffelheim, y hasta que mi muerte no sea vengada no podré descansar en paz, hijos míos. No podéis imaginar cuanto he de sufrir, cuanto he de padecer por toda la eternidad, hasta que no pueda rodear con mis manos muertas el cuello de mi asesino, ¡del mil veces maldito Thor Odinson! ¡Salvad mi alma! ¡Cumplid con el deseo de vuestra amada madre!
Tras decir esto, el cuerpo de Iarnsaxa se comenzó a descomponer, hasta quedar reducida a un montón de polvo. Magni se inclinó y cogió parte del polvo, que se escurrió entre sus dedos.
- Madre.- Dijo entre lagrimas.- Juro por mi vida que aunque me lleve el resto de mis días, descansaras en paz. Thor morirá a manos de tus hijos.
- ¡Sí! Tienes que ayudarnos, lord Loki ¡dadnos los instrumentos para poder llevar a cabo semejante tarea!- Dijo Modi mirando al señor del engaño y la mentira.
-¡Así sea!- Dijo Loki, en una de sus manos apareció un objeto.- Esto te pertenecerá a ti, Magni.
Era una maza. Magni la sujetó en sus manos.
Al momento, su cuerpo comenzó a brillar, a cambiar, a transformarse. Se volvió más grande y fuerte, sentía el poder que emanaba del arma y que le llenaba de una vitalidad como nunca había conocido.
- Esta arma perteneció a un aliado de Thor al que los mortales llamaban Thunderstrike (3).Que mejor que esta arma para combatirle.- Apuntó Loki.
- ¿Y para mí? ¿También hay una arma?- Preguntó Modi que miraba asombrado el nuevo aspecto de su hermano.
- Oh, por supuesto. Para ti, tengo reservado algo muy especial. Si el nombre de tu hermano quiere decir fuerza, rabia es el significado del tuyo, ¿y que mejor que este regalo que te ofrezco?
Ante ellos se hallaba la forma metálica de una armadura. Su aspecto era realmente temible e imponía un temor que no se podía explicar con palabras. Aún en su remota aldea habían escuchado historias de la armadura viviente llamada el Destructor (4).
- Adelante, no tengas miedo. Tu espíritu insuflará vida al inanimado cuerpo del Destructor.
Temeroso, Modi se acercó y tocó con la palma de su mano el frío metal del que estaba hecho el autómata. Sintió como su alma, la esencia vital de su cuerpo abandonaba su forma física para penetrar en el interior de la armadura.
Modi cayó al suelo, como una marioneta a la que le han cortado los hilos.
- ¡Modi!- Gritó preocupado su hermano.
Un ruido metálico le hizo girarse, al ver que la armadura cobró vida ante sus ojos.
- Estoy aquí, hermano, ahora no soy Modi, ¡soy  la perdición de Thor! ¡Soy el Destructor!- Gritó la fría y metálica voz de Modi dentro de la armadura.
- Ahora es momento de que os marchéis, nos reuniremos pronto.- Y con un simple gestó, los dos hermanos desaparecieron de su vista.
- Me debes un favor, padre.- Dijo una voz que Loki inmediatamente reconoció como perteneciente a su hija Hela, diosa de la muerte.
Hela, envuelta en su capa, como si fuese una mortaja funeraria, se acercó y se puso frente a su padre.
- Pronto tus salones no podrán contener a tantos invitados como te enviaré, hija mía.- Y comenzó a reír en estridentes carcajadas.
- ¿Quiénes son esos dos jóvenes y por que te interesan tanto, padre?
Con un movimiento de sus largos dedos acabados en afiladas uñas, apareció una imagen en donde se veía a una mujer joven y pletorita de vida.
- Su madre.
- En efecto, su nombre era Iarnsaxa. ¿Reconoces quien esta a su lado?- Dijo Loki mientras aparecía una nueva imagen con Iarnsaxa con un hombre.
- ¡Por Ymir! ¡Es tu hermano! ¡Es Thor! ¿Cómo es posible?
Loki comenzó a reír a carcajadas.
- Una locura de juventud, mi odiado hermanastro en su juventud era más alocado de lo que cualquiera piensa. Le gustaba la diversión, la bebida y las mujeres. Todas las jovencitas suspiraban por sus rizos de oro... Ella fue una más, una de tantas.
Las imágenes se difuminaron, para dar paso a otras. Se veía a una jovencita llorando desconsolada mientras se marchaba, dejando detrás  a un risueño y joven dios del trueno.
- Ella le amaba, pero Thor estaba  más interesado en las juergas de la cantina, en las batallas y en la caza, que en atarse a una mujer, así que ella se marchó lejos, para darse cuenta, tiempo después, de que él había dejado su semilla en su cuerpo. Meses más tarde, nacieron los mellizos a los que llamo Magni que significa la fuerza y Modi, que significa la furia. Mi hermanastro nunca supo de ellos, Iarnaxa no quiso que ellos supiesen quien fue su padre.
- Dos hijos perdidos de Thor... No se te escapa nada, padre.
-  Magni y Modi serán mis mayores armas contra Thor, odiaran a su padre casi tanto como yo lo odio... Y serán mi instrumento de venganza. ¿No es una deliciosa ironía? Los hijos matarán al padre que nunca tuvieron, y escupirán a su cadáver maltrecho, maldiciéndole.
- Eres muy retorcido, padre.- Dijo ella mientras le acariciaba el rostro sensualmente.
- Aparta, furcia, ve a dedicarle tus atenciones a algún animal inmundo y apestoso.- Dijo al tiempo que la apartaba de un fuerte manotazo.
Esta cayó al suelo y le miró con furia, literalmente echaba fuego por los ojos. Sin embargo, no dijo nada y se marchó, dejando a su padre pensativo y solo en el reino de la muerte.
Loki estaba satisfecho, todo estaba saliendo según sus planes. Solo lamentaba que su padre no estuviese vivo para ver como finalmente triunfaba por encima de todos.
Ver al viejo contemplando como todo lo que amaba era arrasado, como todas las personas que quería acababan cayendo, como Loki por fin asumía su destino, hubiese valido la pena ver la expresión de su rostro. Ah, Surtur la había arrebatado esa posibilidad, esa satisfacción le había sido negada. Aún así, pronto nada podría detenerle, ni su hermanastro, ni nadie...

                                                           
 Gigantescos y titánicos guerreros trolls entraron rápidamente por la brecha en el muro que habían logrado hacer.
Los guerreros asgardianos trataban de contener a las huestes de trolls que intentaban penetrar en el interior de la ciudad, formando varias líneas de defensa. Tyr lideraba a las tropas, que luchaban con coraje para defender su hogar.
- ¡Que no pasen! ¡Yo mismo atravesaré con mi espada al que abandone su posición!- Gritaba el dios de la guerra sin dejar de combatir.
- Resistiremos, tenemos que hacerlo.- Dijo Brighid.
- Moriremos luchando si hace falta, milady, ahora debemos…
No pudo terminar la frase, una maza le golpeó, lanzándolo a varios metros de allí. Un titánico troll, de más de tres metros de altura se erguía ante ellos, iba protegido por un peto de brillante acero negro un yelmo que le cubría gran parte del rostro, tenía flechas  y puntas de lanzas clavadas en gran parte de su cuerpo y rugía desafiante. Había logrado atravesar la primera línea de defensa asgardiana, y con grandes y poderosas zancadas, barría a los guerreros de Asgard con su gran maza.
Tyr permanecía aturdido por el ataque, y de su rostro emanaba sangre por la gravedad de las heridas. La diosa celta se plantó ante su gigantesco enemigo, interponiéndose entre él y el caído dios de la guerra.
- ¡Si lo quieres tendrás que pasar por encima mío!
El troll se rió ante la afirmación de la diosa, para inmediatamente, descargar un tremendo mazazo que hizo temblar la tierra alrededor suyo. Brighid lo evitó con agilidad felina y con determinación cargó contra él. Con un solo golpe certero y preciso, la lanza de la diosa perforó la coraza y el cuerpo del troll. Con sorpresa en su rostro, el guerrero troll comenzó a temblar, para finalmente caer con un estruendo, con el corazón atravesado por el frío metal de la lanza de Brighid.
- Mi señora, sois sin duda una gran guerrera, me averguenzo de haber dudado de su valía, perdonadme.- Dijo Tyr limpiándose con su mano la sangre que le manchaba el rostro.

- No hay nada que perdonar, Tyr. – Dijo ella ayudándole a levantarse.- Reagrupemos a nuestros guerreros. Las defensas tienen que resistir.
- Resistirán.- Dijo con firmeza el asgardiano.
Tiwaz forcejeaba, intentando liberarse de los tentáculos que lo aprisionaban. La criatura lo sorprendió, capturándole a traición, cuando se enfrentaba a varios de los trolls de piedra que pretendían invadir el palacio. Los tentáculos ser apretaban con fuerza, quitándole la respiración. Su espada había caído lejos de él en la refriega y los halcones carmesí bastante tenían combatiendo. Solo podía contar consigo mismo. En su juventud fue un guerrero legendario, temido por sus enemigos y contaba con un gran poder en sus manos. Aunque ya no tenía ni una brizna del poder que una vez fue suyo, debería bastarle para liberarse de la presa de la criatura. Se concentró y una onda de energía surgió de sus manos, haciendo estallar los tentáculos en pedazos.
Una vez liberado, recogió su  espada, para descargar un golpe que seccionó la parte superior de la repulsiva criatura. Esta se revolvía aún sin cabeza, aplastando incluso a los de su propio bando.
Tiwaz observó que los halcones carmesí habían acabado ya con los trolls invasores.
Podía escuchar los gruñidos y rugidos de más trolls que se acercaban por el túnel abierto.
El anciano extendió su mano y sopló sobre ella. Un viento gélido inundó el túnel, congelando todo a su paso. En unos instantes, una capa de sólido hielo había dejado prisioneros a las tropas que caminaban por él hacía el palacio.
- Esto los detendrá un tiempo, pero no eternamente. Hay que trasladar a las mujeres y niños a otro lugar más seguro. Capitán Steinn, encárguese del traslado.
El capitán de la guardia real asintió y se marchó de allí. Tiwaz decidió que su presencia seria de más ayuda en primera línea de defensa. Con ese pensamiento, se encaminó hacía allí.
Geirrodur supervisaba el ataque sobre la ciudad sitiada, con una sonrisa en su rostro. Aunque los
asgardianos se defendían con valentía, no podrían resistir eternamente. 
Se escuchó un estruendo, que retumbó por las cumbres de las montañas cercanas.
El rey de los trolls miró al cielo, y observó como negras nubes de tormenta se arremolinaban encima de ellos. Un sonido empezó  a hacer que el ejército invasor se estremeciese. El sonido del trueno.
- ¡Mirad, rey Geirrodur!- Exclamó uno de sus generales señalando a la llanura tras ellos.
La llanura estaba llena de un ejército que se extendía por toda ella. Eran hombres altos y fuertes, de cabello negro en su mayoría. Enarbolaban grandes espadas de acero, lanzas y grandes hachas de combate. Una figura se adelantó, los trolls susurraron con miedo el nombre del guerrero que alzaba desafiante su martillo de guerra.
-¡Thor!
Los trolls se miraban unos a otros con estupefacción.
¿De donde había salido ese ejército?- Se preguntaba Geirrodur.
- ¡Permaneced en vuestros puestos, bastardos!
Thor observó la dantesca escena de su ciudad rodeada de millares de enemigos. La ciudad de Asgard, cuna de su casa, hogar del monarca y refugio de los héroes estaba contra las cuerdas. No por mucho tiempo más lo estaría. Crom escrudiñaba a las tropas enemigas, analizando sus debilidades.
- No te preocupes, tronador, ¡los segaremos como al maíz!- Exclamó Crom empuñando con sus dos manos su imponente espada.
El asgardiano comenzó a hacer girar su fiel martillo, haciendo que brillase con una potente luz.
- ¡Por el honor y la gloria de Asgard! ¡Por Crom! ¡Por Cimmeria! – Gritó con todas sus fuerzas.
- ¡Por Thor!- Gritó a su vez el dios de la montaña enarbolando su espada.

Con un salvaje aullido que ahogó el estruendo de la batalla, los bárbaros, con Thor y Crom al frente, se lanzaron contra los trolls.
Los cimmerios cargaron como auténticos demonios, con un rugido gutural se estrellaron contra su flanco. Contagiados por un enloquecido frenesí, ebrios por la sed de sangre, cantaban la canción de las espadas, la dulce melodía del acero.
Crom lanzaba mandobles a diestro y siniestro, derribando a sus enemigos con extremada facilidad. Thor hacía girar a Mjolnir con rapidez, golpeando una y otra vez, pensando en sus amigos, en su amada esposa y en todos los asgardianos que fallecerían si fracasaba, eso le espoleaba, le llenaba de una tremenda vitalidad y la hacía que combatiese como nunca antes en su larga vida inmortal.
Bajo los martillazos de Mjolnir y las espadas y hachas de los bárbaros, las filas del ejército enemigo empezaron a retroceder y a vacilar al sentir los trolls la increíble fuerza y salvajismo de la horda de bárbaros cimmerios.
En las murallas de Asgard, contemplaban estupefactos como se desarrollaban los acontecimientos.
- ¿Quiénes serán esos aliados que ha traído consigo Thor?- Dijo Balder.
- Tanto da, combaten como nunca he visto.- Apuntó Hogun.- Deberíamos ayudarles.
Algo rápido, como un vendaval pasó corriendo por la muralla hasta llegar a donde estaban ellos. Era Thialfi, el más veloz de los dioses.
- Lady Brighid os reclama. Creé que ahora es el momento de salir de la ciudad y atacar.
- ¡Sí, por Odín! Si los atacamos ahora, Thor y sus aliados por un lado y nosotros por la retaguardia, podíamos derrotarles de una vez y para siempre.- Dijo Hogun.

                                                             


Aunque seguían atacando las murallas de la ciudad, la gran mayoría de los trolls habían desviado su atención al ataque de los cimmerios. Por eso, cuando las grandes y antiquísimas puertas de Asgard se abrieron, les pillaron en parte desprevenidos.
Sonaron los cuernos de guerra y la caballería salió espoleando a sus corceles, liderados por Brighid, que conducía un carro de guerra tirado por dos carneros enfurecidos que resoplaban una y otra vez, unas bestias que respondían a los nombres de Rechinante y Triturador (5). Fandral, Hogun y Volstagg cabalgaban dispuestos para el combate, Sif, Leir, Tiwaz y Balder también se habían unido al ataque.
¡Por Asgard!- Gritaron todos los guerreros lanzándose sobre los trolls.
Los asgardianos se abrieron paso, dejando tras sus espaldas un sendero sangriento.
Las hordas de trolls se quedaron atrapadas entre dos fuegos, y fue entonces, cuando Geirrodur, temiendo por su derrota, recitó unas palabras en voz baja, y las criaturas aladas sin rostro que había invocado, se lanzaron en picado sobre los asgardianos y los cimmerios.
Thor levantó en alto su martillo encantado y de este surgieron rayos en todas las direcciones.

-  ¡Que los elementos obedezcan a su amo y señor, y barran de la faz de esta tierra a estas viles criaturas!

Un torbellino de viento surgió de la nada y comenzó a arrastrar a los seres alados, absorbiéndolos en su interior. En apenas un minuto, barrio los cielos totalmente de estas criaturas.
Ocupado en mantener el torbellino, el señor de Asgard no se percató de que un troll de piedra se abalanzaba sobre él, dispuesto a aplastarlo con su garrote.
Un martillo voló a gran velocidad, derribando al troll.
Thor se giró hacía quien le había salvado la vida y sonrió al darse cuenta de que era Billy Rayos Beta.
- ¡Billy! ¡Mi amigo, mi hermano! Mi corazón se regocija de verte de nuevo, viejo amigo.- Exclamó
Thor contento de ver al alienígena.
- Moriría antes de permitir que las altas y resplandecientes torres de Asgard cayesen, Thor.
Lucharemos juntos, hasta la muerte si es preciso.
- No esperaba menos de ti, Billy.
Thor y Billy se pusieron espalda contra espalda, enfrentándose con templanza y con tesón a decenas de acorazados guerreros trolls que caían ante la contundencia de Mjolnir y Destructor de Tormentas. Pasarían muchos años antes de que las canciones que compondrían los bardos, sobre este momento de gran valentía se olvidasen.
- ¿Es que nadie quiere enfrentarse a Volstagg?
- Todos huyen al verte, mi voluminoso amigo.- Dijo Fandral ensartando con su espada a un troll.
En la refriega, una pesada roca cayó en el pie de Volstagg, dolorido, este se lo agarró, caminando a la pata coja hacía atrás, haciendo tropezar a un troll, que se derrumbó en el suelo. El enorme asgardiano perdió el equilibrio, derrumbándose encima del dolorido troll, que solo pudo emitir un leve quejido antes de perder la inconsciencia al tener el peso de Volstagg.
- ¡Ajá! ¡Otro enemigo que cae ante el león de Asgard!
Sin pensar en su propia seguridad, Leir combatía rodeado de letales enemigos. El dios celta aullaba como un perro rabioso, cegado por el ansia de sangre y de luchar. No veía a los trolls que caían por la fuerza de sus lanzas de energía, solo veía la imagen de la diosa Sif.
Nunca en los largos años vividos por el celta había sentido algo semejante por una mujer, y eso le consumía. Ansiaba rodearla en sus brazos, saborear sus besos, domar su corazón indomable y ganarse su amor y su respeto.
El dios de la montaña sombría, Crom, estaba bañado en la sangre de los trolls caídos ante el acero de su pesada espada. Los cuerpos se amontonaban a su alrededor, y en sus ojos ardía el fuego de la batalla. Mucho tiempo había pasado desde la última vez que el sonido embriagador de la matanza y de la carnicería, de la dulce melodía del acero.
Por el rabillo del ojo oteo alguien que intentaba sorprenderlo por la espalda.
Se dio la vuelta rápidamente, para abatir a su enemigo
Crom sonrió como un lobo al ver a Tiwaz ante él.
- Veo que no has perdido tu toque.- Observó Tiwaz observando los cuerpos que rodeaban al dios cimmerio.
- Como en los viejos tiempos, dios gris.- Dijo el huraño dios Crom.
Los dos veteranos dioses entrechocaron sus espadas y se dispusieron a reemprender la batalla.
Los enemigos caían ante la espada de Brighid, que combatía con tesón. Muchos eran aplastados ante las pezuñas de los dos gigantescos carneros que tiraban de su carro de combate. La mayoría caían ante la espada y la lanza de la reina guerrera de Asgard.
Cerró los ojos un instante y cuando los abrió, el campo de batalla, los gritos de guerra, los alaridos, todo había desaparecido, se encontraba muy lejos de allí.
Corría y corría por un campo de flores, reía, estaba contenta, feliz.
Una mano la detuvo.
De repente, regresó a la contienda, y aún distraída por la aparición de una nueva ensoñación que la visitaba, casi no vio venir a Geirrodur, que con su enguantada mano izquierda golpeó el carro, partiéndolo en dos y haciendo que la diosa saliese despedida.
- Así que eres la esposa de Thor. Tu hermosa cabeza adornara mi salón del trono, junto a la de tu odiado esposo.- Gruñó el rey de los trolls.
El hacha de guerra volvió a hender el aire, Brighid levantó su brazo para protegerse, cuando algo se interpuso entre el arma del troll y la joven. Era el martillo uru sujetado por la mano de Thor.
- ¡Thor! ¡Por fin podré saciar mi venganza! La muerte de tu mil veces maldito padre me privó de ella, ahora ajustaremos cuentas de una vez por todas. Largamente ha esperado mi raza derrotar a la tuya, ese día ha llegado.
- ¡Jamás llegara mientras me quede un aliento de vida! Tus descendientes lloraran amargamente al recordarte, Geirrodur, como quien trajo la desgracia para su pueblo.
El troll enfurecido por las palabras del dios del trueno, atacó con fuerza, y el asgardiano paró el golpe con Mjolnir. Aún así, pudo sentir la fuerza del rey de los trolls. El hacha de guerra refulgió con un resplandor y Thor se vio lanzado hacía atrás por el golpe.

- ¿Qué clase de brujería es esta?- Preguntó en alto Thor. La negra y retorcida sombra de su hermanastro era alargada. Había conferido sortilegios y encantamientos al rey de los trolls para que tuviese posibilidades de derrotarles.
- ¡Ninguna magia te librara del poder de Mjolnir!- Exclamó Thor al tiempo que lanzaba con su poderoso brazo a su fiel martillo.
Con un chispazo de luz, un escudo dorado apareció en el brazo del troll, el martillo rebotó en el escudo de Geirrodur, para volver derrotado a la mano de su amo.
- Este escudo me protege de cualquier encantamiento. Tu martillo es un arma poderosa, pero un arma encantada al fin y al cabo.
Brighid permanecía de rodillas, ajena al enfrentamiento entre su marido y el rey de los trolls. Tenía los ojos cerrados y su mente estaba muy lejos de allí.
La mujer rubia la miró con ojos comprensivos. Hombres y mujeres, con extrañas pinturas y símbolos pintados en sus cuerpos, danzaban alrededor de un montículo.
- ¿No confías en nosotros? ¿No somos tus amigos? Déjanos ayudarte.
Las dos se abrazaron. ¿Cómo no iba a dejar que la ayudasen? Eran sus amigos, sus mejores amigos.
Geirrodur y Thor se hallaban en un combate más igualado de lo que el monarca de Asgard jamás hubiese imaginado. Gracias a la magia de Loki, el rey de los trolls se había convertido en un peligroso oponente. Potentes rayos de energía cósmica surgieron del asgardiano, canalizándolos a través de su martillo, el troll se protegió con su escudo místico. Antes de que pudiese contraatacar, Thor golpeó con fuerza en el suelo con su martillo y la onda expansiva hizo que Geirrodur se desequilibrase y se separase de su escudo. Sin la protección del escudo, Mjolnir voló con rapidez e impacto con dureza en el cuerpo del troll. El martillo regresó a la mano de Thor, este golpeó el suelo con su mango y del oscurecido cielo cayeron docenas de rayos sobre su enemigo.
Geirrodur se había convertido en un amasijo de carne quemada que se derrumbó. Su enemigo había caído finalmente. Muy en el fondo, sintió cierta tristeza. Toda esta muerte, toda esta sangre derramada era obra de las manipulaciones de Loki.  Un crimen más que unir a la larga lista de atrocidades que había cometido en su larga vida. Se prometió a si mismo que su hermanastro, de una vez y por todas, pagaría por todas ellas.
Thor se arrodilló y recogió la corona de la cabeza del cadáver humeante. Se acercó a su amada esposa, que permanecía sentada, en el suelo, con los ojos cerrados. El corazón del asgardiano temía por ella ¿estaría malherida por el ataque del rey troll?
- Brighid, amada ¿estas bien?
Al escuchar su nombre, la esposa del señor de Asgard abrió los ojos. Durante un instante, al dios del trueno le pareció observar algo extraño e inquietante en sus ojos. Esa sensación se desvaneció rápidamente al ver la expresión de felicidad en los ojos de Brighid.
La diosa se lanzó en brazos de su esposo y ambos se besaron apasionadamente.
Con sus propias manos, Ulik el troll daba muerte a sus compatriotas. Durante mucho tiempo fue considerado el más poderoso guerrero de su raza, ahora si tenía que convertirse en su más implacable enemigo para evitar que los designios y engaños de un dios condijesen a los suyos a la perdición, lo haría sin dudarlo.
Ulik se golpeó el pecho una y otra vez en señal de victoria, rugiendo para atemorizar a quien se cruzase en su camino.
- Esta batalla ha concluido, Ulik.- Dijo una voz familiar.
Thor llevaba en brazos un cuerpo quemado y humeante que dejo en el suelo.
Inmediatamente, la voz del señor de Asgard resonó como una tormenta, haciéndose escuchar por ambos bandos por igual.
¡¡ Geirrodur ha caído!! ¡El rey de los trolls ha muerto en combate justo! ¡Rendíos y mostraremos clemencia!
Los combates se paralizaron. Los trolls escucharon aterrados la noticia de la muerte de su rey. Sin alguien que los dirigiese, eran como un rebaño sin pastor, no sabían como reaccionar ni que hacer. Necesitaban un guía, un líder.
Thor se acercó a Ulik y le dio la corona del fallecido rey. Ulik la miró, casi con respeto, como si no se atreviese a tocarla. Finalmente la cogió y se la colocó en la cabeza.
- ¡Salve Ulik, rey de los trolls!- Exclamó Thor.
El antiguo enemigo del dios del trueno elevó un gritó hacía el cielo. Se golpeó nuevamente el pecho con fuerza. Su voz sonó alta y clara para los presentes.
- Ulik es ahora el que ostenta la corona sagrada, mío es el derecho y el poder, ordenó que nos retiremos a nuestros hogares, en las entrañas de la tierra y dejemos a los dioses con sus guerras. Fuimos manipulados por el odiado Loki, aprovechándose de nuestra rivalidad con los dioses. Nunca más nadie nos manejará, a partir de este momento, nos ocuparemos de nuestros propios asuntos, si alguna vez entramos en guerra, será por que lo hemos deseado así, no por los caprichos de un dios engañoso y cruel.
Thor temió que los guerreros troll se revelarían ante la decisión de retirarse, sin embargo, comenzaron a marcharse en silencio. Las palabras de Ulik habían abierto los ojos de sus soldados, casi tanto como la muerte de Geirrodur. Y el miedo, según la ley de los trolls si querían arrebatarle el liderazgo, tenían que enfrentarse personalmente a Ulik. y nadie reunió el valor suficiente para oponerse a quien tenía una fueraza equivalente a Thor antes de ser señor de Asgard.
Ulik observó al dios del trueno con el ceño fruncido.
- Por el momento no deberéis temer más por nuestros ataques. Las tribus de mi raza tienen mucho que discutir. Aún así, no os confiéis, somos enemigos naturales y eso es algo que no se puede cambiar.
- Ve en paz Ulik, señor de los trolls.- Dijo el señor de Asgard, sabiendo que lo más probable es que la próxima vez que se encontrasen no seria como amigos.
Largo rato después, las hijas de Eir, la orden de sanadoras que gobernaba la diosa Eir, diosa de la curación, se ocupaban de los heridos en la batalla frente a las orgullosas murallas de la capital del reino dorado. Subidos en la cima de una colina, Thor, Tiwaz, Crom y Leir observaban como el ejército invasor se perdían en el horizonte
- ¿Crees que ha sido una buena decisión? Podríamos haber acabado con ellos de una vez por todas y nunca más te hubieses tenido que preocupar por ellos.- Observó el taciturno Crom apoyándose en su espadón cubierto de sangre seca.
- El auténtico enemigo no eran ellos, si no mi hermanastro y sus oscuros aliados. Los trolls no se hubiesen atrevido a atacar Asgard si no es por la influencia del dios del engaño.
- Mi bisnieto tiene razón, debemos concentrarnos en los antiguos poderes. Tenemos que convocar una asamblea con el resto de señores de los panteones divinos. Unir nuestras fuerzas es la única posibilidad de supervivencia.- Dijo Tiwaz.
- Sea como sea,  no dudéis que mi pueblo estará con vosotros para combatir al enemigo.- Dijo Leir con decisión.- Solo tienes que pedírnoslo, y los más valientes guerreros celtas estarán aquí para unirse a la guerra.
- No dudo de vuestro valor, amigo mío.- Dijo el monarca de Asgard apoyando una mano en el hombro del celta.- Antes debemos conseguir el apoyo del resto de los dioses.
- ¿Y si no conseguís convencer al concilio?- Preguntó Leir.
- Entonces, pelearemos solos si es preciso.- Dijo Thor con determinación.
                                                            
 El portal místico se cerró tras ellos. Sin ninguna duda, ya no se encontraban en Asgard.
La tonalidad del cielo era roja. No crecía ninguna vida en el suelo cubierto de rocas y piedras, afiladas como cuchillas, grandes y escarpadas cadenas montañosas llenaban el horizonte.
Loki los guió por un sinuoso y empinado sendero serpenteante que se internaba por una enorme fisura abierta entre las montañas. Magni miraba con temor por encima de su hombro, notaba como si miles de ojos se fijasen en él. Modi no decía nada, y Magni no podía adivinar cuales eran los sentimientos de su hermano, atrapado en el frío metal del cuerpo del Destructor. Se empezaba a preguntar si el precio de la venganza no sería demasiado caro a pagar, para ellos mismos y sus almas. Por otra parte, tenía la sensación de que el camino que había iniciado ya no tenía marcha atrás.
El sendero terminó, dejándoles ante una pequeña escalinata de piedra. La subieron lentamente, hasta que esta les llevó a una puerta. Con un gestó de Loki, la puerta de piedra negra se abrió.
Magni no daba crédito a lo que sus ojos contemplaban. Desde el lugar donde se encontraban podían ver un inmenso valle. Todo el valle, cada último centímetro del mismo estaba lleno de legiones y legiones que lo cubrían como una marabunta de insectos. Criaturas de toda clase y condición formaban ese ejército de las tinieblas.
Agazapados, se encontraban unos seres humanoides de aspecto repulsivo, con pezuñas en lugar de pies y rasgos faciales caninos y afiladas garras, seres de al menos seis metros de altura aullaban y gruñían, tenían dos enormes zarpas en cada brazo, su cabeza era terrible, sobre todo por la boca, que tenía unos enormes colmillos amarillentos y que iban de arriba abajo, en sentido horizontal y no vertical, los ojos sobresalían unos cinco centímetros a cada lado, protegidos por unas protuberancias óseas cubiertas de pelo, unas cosas grandes y resbaladizas, de un color blanco grisáceo, sin ojos, con una masa de pequeños tentáculos  de color rosa al final de un hocico vago y romo, iban armados con largas lanzas, acabadas en retorcidas puntas. En contraste, las escuadras de guerreros, con apariencia de hombres serpientes, que lucían armaduras brillantes y armas y escudos, casi parecían normales. El cielo bullía de criaturas voladoras, criaturas enormes, parecidas a enormes serpientes o gusanos, con alas semejantes a las de los murciélagos, median cerca de los doce metros, a su lado, los seres de color rosado, con cuerpos parecidos a los crustáceos, con dos alas membranosas y varios juegos de patas articuladas, eran casi insignificantes. Otros horrores sin nombre rectaban o caminaban mientras de sus gargantas surgían sonidos inhumanos y aterradores.
También se encontraban miles de guerreros de aspecto humano. Llevaban arcos, flechas y largas espadas curvas, otros largas lanzas y banderas con estandartes. Había escuadrones montados a caballo y vestidos con túnica de mangas anchas, con casco de bronce, jabalina y mazas de madera con puntas de hierro.
 
 Magni y Modi no podían reconocer de que lejanos reinos podían proceder esas legiones de guerreros
y que les había llevado a unirse a semejante turba de abominaciones.
- Nuestro ejercito ya esta reunido, una turba salvaje y cruel que cubrirá de oscuridad y de tinieblas todo lo conocido. No habrá piedad para quienes se nos opongan ¡Comienza la guerra! ¡El crepúsculo y ocaso de los dioses es inevitable! - Gritó Loki casi burlón.



En una distante realidad, más allá del tiempo y el espacio, cuatro dioses esperaban en silencio frente a una gran mesa de piedra. De la nada comenzaron a formarse las siluetas de los patriarcas de los panteones divinos.
 
- Hemos acudido al concilio de los dioses, hermanos celestes- Dijo Zeus con voz firme.
- Y sin duda es la reunión a la que acuden más dioses desde hacer eras.- Comentó Dagda, señor del panteón celta.
Thor observó con atención a quienes habían acudido a su convocatoria. Svarog del panteón eslavo, Manitú de los anasazi, Viracocha de los dioses incas, Izanagi del panteón japonés, Osiris señor de los dioses egipcios, Buluku de los dioses africanos, Tutatis y Belenos los dioses del panteón galo, Ulgen del panteón mongol, el dios pantera de Wakanda, Hunab-Ku del panteón maya, Jumala de los dioses finlandeses, Yu Huang del panteón chino, Hodiak del panteón esquimal, entre otros muchos dioses.
- Hay algunas ausencias significativas, hay hermanos que no han comparecido.- Dijo Thor con el ceño fruncido – Aunque no me sorprende demasiado visto lo que ocurrió en la última reunión (6)
- ¿Quiénes son los que os acompañan?- Preguntó con curiosidad el dios del vudú Buluku.
- Estos son Tiwaz, mi bisabuelo y abuelo de mi padre Odín y Crom, el dios de la montaña sombría.- Anunció Thor.
Crom apenas movió un músculo ni miró a sus compañeros dioses, apoyado en la mesa de piedra, con una  enorme espada en sus manos. Los presentes sintieron que los dos dioses pertenecían a una época ya olvidada por la historia, anterior a todos ellos. Tiwaz se adelantó.
- Hermanos celestiales, mi bisnieto ya os avisó de una sombra que se cernía sobre nosotros. Crom y yo estamos aquí para advertiros que la guerra ya ha empezado. Nosotros combatimos al enemigo hace muchas eras y a duras penas pudimos expulsarlos de nuestra realidad.
Las viejas barreras se debilitan, y pronto los tendremos a nuestras puertas.
- Tiwaz tiene razón, mi hermanastro, el dios del engaño Loki se ha aliado con el enemigo y me temo que el tiempo se nos acaba. Tenemos que unir nuestras fuerzas o ninguno de nosotros vivirá mucho más tiempo.- Dijo Thor con cara de preocupación.- Si no dejamos atrás cualquier diferencia será el fin de todo lo que existe.
- Tu hermanastro puede que no sea el único que se haya unido al enemigo, lord Thor, me ha llegado la información de que los reinos de los hermanos que han faltado a nuestro concilio han decidido ponerse de su parte.- Afirmó Svarog.
- ¡¿Qué?! ¿Semejante traición es posible?- Dijo Zeus con indignación.
- ¡Infamias! ¡De donde has sacado esa información, dios eslavo!- Dijo Hunab-Ku señalando a el dios eslavo Svarog que se levantó llevándose la mano a su maza.
- Las tropas de nuestros hermanos ausentes se han estado reuniendo en secreto, fortaleciendo su número y preparándose para el combate. El dar de lado al concilio y no revelar esa información es reveladora de sus verdaderas intenciones.
- Todo lo malvado se verá atraído hacia ellos como una polilla a la llama. De todos los rincones del cosmos, se arrastraran para ponerse a sus órdenes- Dijo Tiwaz.- Son manipuladores y amorales, no duraran en engañar a cualquiera para usarlo para sus fines. Me temo que muchos marcharan a su lado.
- ¿Y si simplemente nos mantenemos al margen? Es posible que esto nos sobrepase. Nuestro tiempo pasó, puede que este conflicto sea algo que no nos concierna- Dijo el dios nipón Izanagi.
Thor miró fijamente al resto de dioses y dijo:
- El necio piensa que si rehúsa el combate seguirá vivo eternamente. Pero la vejez no tiene piedad aunque haya logrado salvarse de la lanza.
- ¿Osas llamarnos cobardes, asgardiano?
-  Esto no conduce a nada. Solo si permanecemos unidos, tendremos una oportunidad de derrotarles, si nos peleamos entre nosotros, ellos habrán ganado. Ahora os ruego que escuchéis la historia que Tiwaz tiene que contaros.- Dijo Thor.
Frente a la gran mesa de piedra, donde se sentaban los dioses, Tiwaz repitió la historia que contó a Thor en el salón del trono de Asgard (7).
Tras terminar el relato, los dioses se quedaron en silencio.
Osiris se incorporó de su sitio en la mesa.
- Al fin conocemos la naturaleza del enemigo. Los temores que planteaba lord Thor en el anterior concilio parece que se confirman, no obstante, debemos trazar planes y estrategias para…
Un gritó interrumpió a Osiris. Se volvieron hacía un Crom enfurecido y fuera de si, que descargó un poderoso golpe con su espada en la mesa, partiéndola en dos.
- ¡Basta de palabrería! En mi época no hubieseis sobrevivido ni un solo día. Habláis y habláis, asemejáis niños indefensos, asustados ante una tempestad ¡es hora de actuar! ¡Somos guerreros! ¡Sigamos la senda del acero!
Los dioses se pusieron en guardia ante el dios bárbaro.
- ¿Cómo te atreves a mancillar este lugar, rompiendo la mesa del concilio?- Exclamó Zeus.
- Aunque de manera brusca, creo que Crom ha dicho una gran verdad. Se terminó el tiempo del dialogo y de las negociaciones, es hora de que mostremos nuestra valía, la canción de la batalla nos llama ¿no la escucháis? Sentidla en vuestros corazones y dejaros llevar por ella. Demostremos a esas viles criaturas que venderemos muy cara nuestra derrota ¡por el honor y por la gloria! ¡Que corra la sangre del enemigo! – Gritó Thor alzando a Mjolnir.
Durante un instante, los dioses no dijeron nada y se miraron unos a otros, momentos después los miembros del concilio aclamaron la proclama del señor de Asgard.
- ¡Estamos contigo, hermano Thor! ¡Los padres celestiales pelearan unidos!- Exclamó Svarog.
- A pesar de mis reticencias, estaré junto a vosotros para apoyaros, hermanos.- Dijo Izanagi
- Veo sabiduría en las palabras de lord Thor, como las veía en las de su padre, el recordado y llorado
Odín. El Olimpo luchará.- Proclamó Zeus.
- Que no se diga que nosotros seamos quienes se quedan protegidos en sus casas,  dejando que luchen otros.- Afirmó Osiris.
Así, uno tras otro, los patriarcas hicieron un pacto de honor para ir juntos a la guerra.
- ¡Sea! queda acordado que nos enfrentaremos al enemigo como si fuésemos uno solo, ¡que nuestros adversarios estén en guardia! ¡Pues nada podrá detenernos!- Dijo el asgardiano.
- Por fin unas palabras dignas de un dios.- Dijo Crom a su viejo aliado Tiwaz.
 
                                                             Epilogo
Brighid era limpiada por sus doncellas personales, se ocupaban de eliminar cualquier rastro de la reciente batalla. Sangre y suciedad se mezclaban en el agua. Cuando terminaron con su cometido, la reina les indicó con un gesto que podían dejarla sola.
Cubrió su hermoso cuerpo con una sencilla túnica y se dirigió al dormitorio real.
Allí, en un gran baúl, descansaba un cofre de metal, cubierto por seis candados mágicos.
La diosa celta torció el gesto y fue abriendo uno a uno los candados hasta conseguir abrir el cofre. En su interior solo había un objeto, un pequeño espejo cuadrado, con un marco de un metal similar al oro (8). Observó con insana curiosidad en el interior del espejo. En el cristal comenzaron a formarse imagenes, al principio era una forma borrosa e irreconocible, pero poco a poco fue tornándose en el rostro de una joven que gritaba desesperada, en sus ojos se adivinaba el miedo.
- No tienes nada que temer, ahora serán mis abrazos los que consolaran al guerrero, mis besos los que le curaran y yo quien reposará en su pecho en las frías noches de invierno.
Brighid, rodeada de una siniestra oscuridad, una oscuridad enfermiza y fría, que le atenazaba, que la envolvía, como si fuese un ser vivo. Un ser vivo que la vigilaba, que la oprimía y cuyo aliento sentía en su nuca. La única luz que sus ojos veían era la que le permitía verse a si misma. En este caso, a algo que le había arrebatado su apariencia cuando se encontraba en el campo de batalla frente a los muros de Asgard.
Gritó con desesperación. Gritaba que ella era una impostora, que la detuviesen, que le devolviese su vida, que no le hiciese daño a su esposo.
Como atendiendo a su deseo, la figura de la Brighid del dormitorio real empezó a emborronarse, como si se desenfocase, hasta cambiar su aspecto. Según se moviese, su aspecto era la de una exuberante mujer, de esbeltas curvas, un largo y sinuoso cabello castaño o el de una anciana de melena blanca, rostro apergaminado, ojos hundidos y crueles y una sonrisa maligna. Lo que no cambiaba era una criatura que tenía reposando en el hombro. Tenía el pelo largo y forma de rata, pero la cara, con afilados dientes y barba, era diabólicamente humana, en tanto que sus zarpas parecían diminutas manecillas. Mirando fijamente al espejo, volvió a adoptar la apariencia de la diosa celta Brighid.
- Me temo que tengo que dejarte. Tengo que recibir a mi esposo.
Se marchó de la estancia, riendo con una risa detestable y cruel.
Brighid alargó su brazo hacía la luz, pero esta comenzó a desaparecer, a dejarla sola en la oscuridad. O eso es lo que ella pensaba, algo la agarró y la arrastró, sumergiéndola por completo en la fría y viva oscuridad.
Próximo Número: Por que lo estabais esperando, por que lo estabais pidiendo, por fin ¡El Crepúsculo de los Dioses! Con el capitulo I de la parte 1: La Danza de la Muerte.


Si te ha gustado la historia, ¡coméntala y compártela! ;)

Referencias:
1 .- Billy Rayos Beta es un alienígena, de la raza de los korvinitas, apareció por primera vez en la etapa de Simonson en Thor, se puede encontrar en el tomo de Obras Maestras llamado la Balada de Bill Rayo Beta.
2 .- En la mencionada Balada de Bill Rayo Beta.
3 .- Thunderstrike era Eric Masterson, que temporalmente estuvo unido con el dios del trueno. Thunderstrike murió en el último número de su serie.
4 .- El Destructor es una armadura mística creada por Odín para enfrentarse a los celestiales y que debido a manipulaciones de personajes como Loki, acabo siendo uno de los mayores enemigos de Thor.
5 .- Este es un carro de guerra usado por Thor en algunas ocasiones. Puede volar, por la atmósfera y por el vacío espacial. Los dos corderos son animales místicos y especiales
6 .- En Thor#6, aquí mismo en AT. Donde varios dioses mostraron su escepticismo ante las palabras de Thor e incluso alguno estuvo apunto de pelearse con el dios del trueno
7 .- En el Thor#7
8 .- Este espejo lo encontró Thor en la ciudad oculta en la sima de Akunatra en el Thor#6.

No hay comentarios:

Publicar un comentario