Hulk nº11

Título: Hulk el Conquistador(II): Cuando la locura lleva corona.
Autor: Miguel Ángel Naharro
Portada: Santiago Ramos
Publicado en: Marzo de 2007

Hulk, Bicho y Jezabel llegan al campamento del ejército rebelde, justo a tiempo para enfrentarse a los caballeros de hierro de Sha'kall. 
Atrapado en el corazón de una explosión nuclear, víctima de los rayos gamma, el Doctor Banner sufre una mutación que lo transforma en los momentos de tensión, miedo o ira, en la criatura más poderosa que jamás piso la Tierra...  Stan Lee y Action Tales presentan

Creado por Stan Lee & Jack Kirby


Resumen de lo publicado: Hulk llega al mundo subatómico de Jarella, K’ai, traído por los rebeldes que se  enfrentan a un tirano llamado Sha’kall y autoproclamado rey-hechicero de K’ai. Al llegar e este mundo, Hulk se encuentra con el micronauta llamado Bicho. Ambos llegan a una ciudad y participan en una pelea en una taberna. Una misteriosa mujer llamada Jezabel les hace salir de la ciudad. Sin proponérselo, llegan a la tumba de un ejército maldito, que salen de sus tumbas e intenta matarlos. Las armas mágicas comienzan a hacer mella en Hulk y en sus compañeros, cuando una sombra alada los cubre

Es el caso de Liriana, si para las personas normales eran tiempos duros, para alguien desprovisto del sentido de la vida era poco menos que dramático. El yugo y la opresión  impuestos por el rey-hechicero Sha’kall hacía que fuesen malos tiempos para todos. Excepto para los templos de los dioses oscuros, la religión impuesta por la fuerza a los habitantes de K’ai, a los que han obligado ha ir dejando de lado la religión a la diosa Jarella y al dios Hulk. Las torres de los templos se alzaban por encima de las ciudades, amenazantes y siniestras, casi como vigilando a sus habitantes.

Liriana había escuchado todo tipo de horribles y espeluznantes relatos sobre lo que ocurría  realmente dentro de los templos, y sobre los ritos inhumanos que realizaban sus sacerdotes.

Alguien se acercó corriendo, Liriana no temió por su seguridad, reconoció esos pasos.

- Delian.

- Liriana, tienes que venir, ha pasado algo.

Liriana siguió al joven por las estrechas callejuelas, hasta llegar a una pequeña y vieja casa. Inmediatamente, al entrar, sintió la presencia de muchas otras personas.

- Liriana, te esperábamos, tienes que saber la buena nueva.

- ¿Qué es lo que ha ocurrido, Horto?

- El dios Hulk ha regresado.

El corazón le dio un vuelco. Muchos habían perdido la fe y renegaron de los dioses, pero ella sabia que no los abandonarían.

- Se ha corrido la voz, todos hablan de ello. Se enfrentó a un grupo de soldados del rey-hechicero y acabo con ellos fácilmente, luego voló hacia el firmamento.

- Es un señal, lo sé.- Dijo ella sonriendo.

Empezó a revivir un recuerdo de hacía muchos años, cuando ella solo era una adolescente. En aquella época, todo su mundo estaba siendo azotado por terribles terremotos que llegaron a hacer creer que los dioses estaban contrariados con ellos.

Liriana, sus hermanos y un grupo de amigos, quedaron atrapados por un desprendimiento de rocas debido a uno de los terremotos. Liriana estaba asustada, era ciega de nacimiento y el miedo le atenazaba, como a todos sus compañeros.

Entonces, se escuchó un sonido atronador, y unos pasos hacían temblar el suelo. La voz de la emperatriz Jarella les tranquilizó, mientras Hulk levantaba las rocas como si no pesasen nada, en poco tiempo retiró todas ellas y pudieron salir. Liriana se acercó para darle las gracias a su liberador. Este se inclino y ella puso leerle el rostro con sus manos, unos rasgos fieros y rudos, que sin embargo, ocultaban un corazón tierno

 En aquellos momentos adoraban a otros dioses, la emperatriz Jarella aún vivía y todavía no había sido alcanzada la divinidad. En este momento de necesidad para su pueblo, Hulk había regresado para liberarlos. La esperanza renacería en el corazón de los habitantes de K’ai como nunca antes.


La brisa acarició levemente el rostro del goliath esmeralda  y este comenzó abrir los ojos lentamente. Lo primera imagen que vio fue la de una criatura reptialiana alada que le llevaba sujeto en una de sus garras. Su primer impulso fue golpear a la criatura para liberarse, y no pudo escuchar el gritó de Jezabel.

La criatura alada se revolvió por el dolor y al jinete le costó mucho trabajo y esfuerzo volver a controlar a su montura.

- ¿Estas loco o qué? Esta criatura es un zim´kach, una bestia voladora domesticada. El general Dekar los envió a buscarnos. Tú quedaste sin sentido debido a las heridas que te hicieron las armas malditas.- Explicó Jezabel, que iba sujeta en la grupa de otro zim´kach, detrás del jinete que cabalgaba a la bestia.

- Lo siento mucho, no quería lastimarle.- Dijo Hulk aún algo desorientado.

Bicho no pudo reprimir una risa divertida, pero dejo de reírse cuando observó al titán que le fulminaba con la mirada.

- Estamos llegando. Contemplad las maravillas del valle de los suplicantes. Nuestro refugio en estos tiempos de tormento y tragedia.- Dijo Jezabel.

Bicho y Hulk miraron hacía donde les indicaba la joven. El valle era casi una cordillera, dado el tamaño. Asentado en la roca desnuda y con estatuas gigantes talladas en roca blanca. Lo que parecían tres templos principales destacaban sobre todo lo demás. A su alrededor, pululaban cientos de tiendas de tela, y se podían observar miles de personas que se refugiaban en el valle. Desde las alturas podían discernir que la mayoría no eran verdaderos guerreros, mujeres, niños y ancianos se entremezclaban con duros y fornidos guerreros, seguramente supervivientes del antiguo ejército de K’ai. Las criaturas descendieron sobre el campamento, dejando a sus pasajeros en tierra firme.

- Vaya viajecito, ¿he, amigo? ...Tik- Comentó Bicho dándole una palmada en la espalda a Hulk.

Este se giró, con cara de no hacerle demasiada gracia.

- Por enésima vez ¡No soy tu amigo!- Gritó Hulk.

- Veo que sigues con tu buen humor habitual.

Un anciano, delgado, casi en los huesos, apoyado en un bastón de madera, se acercó con dificultad. Estaba muy cambiado desde la última vez que lo había visto, pero Hulk lo reconoció como uno de los magos de Jarella.

- Eres Gorsham, casi no te he reconocido.

- Mi vida no ha sido muy benévola conmigo desde que te fuiste, Hulk. Cuando me enfrente al rey hechicero, casi acabó con toda mi energía vital, a duras penas conseguí sobrevivir.

Se empezaron a escuchar vítores y proclamas, la gente comenzó a rodear al piel verde, lo miraban asombrados, como si no se creyesen que estaba allí. La mayoría de ellos nunca lo había visto y creían que sólo era un mito, una leyenda o un motivo para las plegarias. Algunos se arrodillaban ante él. Hulk observaba atónito, sin saber como reaccionar. Su mirada se cruzó con la de Jezabel, en sus ojos puso observar que desaprobaba el tratamiento que le estaban dando.

- Levantaos. No soy un dios al que tengáis que adorar.

Las personas comenzaron a apartarse para dejar paso a alguien. Era un hombre ya veterano, pero que se mantenía en perfecta forma, en su rostro y en sus cicatrices se podía observar que estaba curtido en mil batallas. Su ojo izquierdo estaba tapado por un parche, lucía un sencillo bigote blanco y su expresión era fría y dura.

- Soy el general Dekar, me alegro de que por fin estés con nosotros. Largamente hemos esperado tu llegada y…

- Ya sé todo esto, ahórrate el discurso y vayamos al grano, general.

Bicho se encogió de hombros, como tratando de disculpar a Hulk.

- Vayamos a mi tienda, tenemos mucho de lo que hablar.- Dijo el general Dekar.

Jezabel se acercó al general.

- General, si ya no me necesita, me gustaría retirarme.

- Por supuesto, querida.

Hulk torció el gesto al escuchar esto. La joven le recordaba muchísimo a su adorada Jarella y aunque no parecía ser mutuo, disfrutaba de su compañía. Se quedó observando como la muchacha se marchaba hacía una de las tiendas.


- ¿No es emocionante, grandullón? …Tik Aquí juntos, reunidos con toda esta gente que nos aclama como a héroes… Tik- Observó alegremente el insectívoro mientras se retiraba su casco, dejando al descubierto su cara.

- Deberías dejarte el casco, así me ahorraría el disgusto de tener que contemplar esa cara tan fea que tienes.

- ¿Fea?... Tik para los estándares de mi raza soy muy atractivo… Tik

- Buff, pues no quiero ni pensar en como serán los más feos, insecto.


En una oscura habitación del castillo, se recostaba, temblorosa una figura. El dolor llegó como un intruso, haciendo retorcer su cuerpo, su alma. Casi había olvidado lo que se sentía cuando los ataques lo dominaban. Llevaba horas inmerso en un mar de agonía y sufrimiento. Sha’kall se levantó, aún temblando y se apoyo en su retorcido cayado. Lo pero ya había pasado, aunque lo que le turbo más fue el presentimiento de que esto iría cada vez a más.
El rey-hechicero contemplo la imagen que le devolvía el espejo. Las pústulas cubrían cada vez más centímetros de su cuerpo, con el tiempo, se convertiría en un ser grotesco, del que las mujeres  y los niños huirían asustados.  
Que ironía el que todo su poder, todos sus conocimientos sobre magia arcana, sobre las artes oscuras, no sirviesen para poder curar el mal que le torturaba. Sólo el poder de los dioses oscuros podría curarlo, si pagaba el precio que ellos reclamaban para ello.
Alguien tocó en la puerta. Sha’kall se ajusto su capa y con un gesto de su mano, abrió la puerta. El capitán de la guardia cruzó el umbral de la puerta, temeroso de la ira de su señor.

- Señor, el prisionero finalmente ha confesado. Sabemos donde están las tropas del general Dekar.

- Excelente.- Dijo Sha’kall.- Irán cuatro de mis caballeros de hierro y se llevaran a bestias salvajes como apoyo.

- ¿Y nuestras tropas? Podemos aplastarlos sin piedad, señor.

- No, nada de tropas, tiene sus ordenes, capitán, puede marcharse.

El capitán abandonó la estancia sin comprender del todo las órdenes que le habían sido dadas. Sha’kall tenía sus razones. Deseaba tener un enfrentamiento con Hulk, y llegaría pronto. Pero había algo que deseaba aún más que tener sus manos alrededor del cuello de Hulk. En la palma de su mano, se formó una pequeña bola de luz azulada, que dio paso a una imagen. Una muchacha de larga melena rubia. Sonrió. Pronto los dioses oscuros estarían satisfechos y él gobernaría sobre este mundo por toda la eternidad.


Dentro de la tienda del general, estaba teniendo lugar un improvisado banquete en honor del Hulk. Participaban el mago Gorsham, el general Dekar, Bicho y uno de los oficiales del ejército rebelde. Hulk devoraba la comida y la bebida con ansia. El resto de comensales se quedó boquiabiertos al contemplar la voracidad del piel verde.

- ¿Creéis que tenéis alguna posibilidad de ganar? He observado atentamente a vuestro “ejército”. La mayoría nunca ha manejado un arma ¿me equivoco?

Gorsham el mago, se acarició su larga barba y se sentó, mirando fijamente a Hulk.

- Lucharán, no se quedaran de brazos cruzados mientras Sha’kall los esclaviza y los asesina sin piedad. Eres quien nos inspiró para alzarnos contra el poder opresor, amigo mío. Siempre luchaste para proteger al débil ante el fuerte y nosotros haremos lo mismo, con tu ayuda.

Nunca dejaba de sorprenderle el trato que le daban en este mundo, totalmente opuesto al que recibida en su planeta natal. Aquí había sido un rey, un héroe e incluso un dios. Al contrario que en la Tierra, nunca lo trataron como un monstruo.

- Tendréis mi ayuda, sólo espero que sea suficiente para librarnos de ese bastardo. Jarella siempre confió en ti y tus compañeros, ahora yo haré lo mismo.

Gorsham esbozó una sonrisa.

- ¿Dónde conociste a tu curioso amigo?- Preguntó el mago con curiosidad mirando a Bicho.

- Es un vagabundo que encontré al llegar aquí, creo que se llama polilla, mosca o algo así.

- ¡Me llamo Bicho!...Tik

- Si, eso, lo que yo decía.

- Yo he participado en varias rebeliones y revueltas junto a los Micronautas, también os ayudaré, como mi amigo… Tik- Dijo con total sinceridad Bicho. La causa de la gente de este mundo no le era ajena. Durante mucho tiempo, él y su raza, así como otras muchas, sufrieron la tiranía del déspota autoproclamado señor del microverso, el barón Karza. Junto a sus amigos, los llamados Micronautas, le opusieron resistencia y lideraron una rebelión contra el tirano, consiguiendo derrotarle, sin perder nunca la esperanza. Esta gente se encontraba en la misma situación y necesitarían de su experiencia.

- Que no soy tu amigo… Exclamo Hulk apretando los dientes.

- Apreciamos tu ayuda, Bicho.- Dijo Gorshman.- Toda ayuda es bienvenida.

El general frunció el ceño.

- Creo que te recuerdo ¿no estuviste hace un tiempo con tus compañeros cuando una impostora se hizo pasar por la hermana de la emperatriz Jarela?

- Si, junto al terrestre llamado Capitán Marvel y Drax  el destructor… Tik (1)

- ¿El Capitán Marvel? Esta claro que hasta el microverso es un pañuelo.- Dijo Hulk antes de dar un largo trago a su copa de vino.

- Tengo un regalo para ti.- Dijo señalando Gorsham un enorme baúl.

Hulk lo abrió y con sorpresa vio que en su interior había una armadura y unas ropas.

- ¿Debo de ponerme esto?

- Si vas a dirigirnos, si vas a ser nuestro libertador, debes parecerlo.- Observó el general Dekar.

- No son ropajes normales, Hulk, te protegerán de los ataques mágicos.- Aclaró Gorsham.

- Vaya, vaya, parece que las sorpresas no dejan de aparecer.- Observó Hulk mientras se hacía con las ropas.

- ¿Y para mí no hay ningún regalo?... Tik- Dijo Bicho.


Jezabel paseaba por una de las murallas de uno de los templos del valle. Vestía unas ropas más cómodas que las incomodas ropas de guerrera que llevaba habitualmente. Aún así, no se separaba de su espada. La vida le había enseñado a no confiarse. Se quedó observando las estatuas de los suplicantes, que daban nombre al valle sagrado. Los suplicantes fueron tres héroes que obtuvieron favores divinos mediante la súplica y el fervor en tiempos de guerra. Un mago, un monje y un guerrero. La joven pensó que no había lugar más adecuado para refugiarse, en espera de que sus suplicas fuesen escuchadas.

La gente se empezó a reunir en torno a la tienda del general Dekar. Jezabel no sentía la misma admiración por Hulk que sentían el resto de sus congéneres y seguía sin estar de acuerdo en haberlo traído para que les ayudase a derrocar al tirano. Eran ellos mismos los que tenían que alzarse contra la tiranía, no esperar a que ningún extranjero lo hiciese por ellos, por muy poderoso que fuese.

Hulk salió, vestido con las vestimentas que le había dado Gorsham. Se movía inquieto, no estaba acostumbrado a llevar este tipo de ropa.

- ¿Seguro que no estoy ridículo? No quiero parecer un pasmarote cualquiera.- Dijo Hulk entre dientes ajustándose la armadura.

- Tienes el aspecto de un auténtico guerrero, Hulk el conquistador, el libertado de K’ai, así te llamaran y te recordaran durante generaciones.- Dijo Gorsham.


- Háblame un poco de ese Sha’kall ¿De donde vino? ¿Cómo se hizo con el poder?

- Apareció de la nada, nadie sabe de donde ni como. Jamás he visto a nadie poseer un poder místico tan grande y un dominio de la magia. Se rodeo en seguida de un gran ejército, que ayudado por poderes oscuros, fraguo nuestra derrota. Desde entonces, hemos sufrido más que en toda nuestra historia reciente. La gente muere de hambre, mientras los sacerdotes de los templos de los dioses oscuros, sacrifican a victimas, ofreciéndoles su carne y sus almas a tan oscuros amos.

- ¿Por qué no acudisteis a mi antes?

- Tras la muerte de mis dos compañeros magos, mi poder se vio disminuido, agravando el campo inhibidor con el que Sha’kall dificultaba el uso de las artes mágicas excepto para él y su seguidores. Me costo mucho tiempo poder realizar el hechizo para poder traerte desde tu lejano mundo. Eres nuestra última esperanza, Hulk. – Comentó amargamente el mago.

- No os preocupéis, acabare con ese loco antes de que os deis cuenta. No sabrá ni que fue lo que le golpeo.

Gorsham esperaba que la confianza de Hulk en su fuerza fuese suficiente. Si fracasaba, todos ellos morirían o vivirían como esclavos el resto de sus míseras vidas.

Horas después, cuando el sol ya se había puesto. Hulk permanecía sentado encima de una roca, pensativo, bajo la luminosidad de las dos lunas que orbitaban K’ai.

En la penumbra, pudo adivinar a una figura caminando hacía las afueras del campamento, cerca de una de las inmensas estatuas que presidían el valle. La reconoció de inmediato.

Bicho andaba dando tumbos a un lado y a otro, había bebido demasiado vino y sin duda le estaba subiendo a la cabeza, así que decidió que lo mejor es que le diese un poco el aire. Se tumbo finalmente detrás de una roca, hasta que escuchó el sonido de unos pasos.

- ¿Problemas para dormir?

Jezabel se volvió hacía el goliath esmeralda con el ceño fruncido.

Hulk resopló.

- Mira, estoy hartándome de que me pongas mala cara cada vez que estoy a tu lado. Si es por Jarella, tienes que saber que yo no tuve la culpa de…

- ¡Tu la mataste! ¡Mataste a mi prima!


Bicho asomó tímidamente su cabeza, observando la escena.

- ¿Eres su prima? No lo sabia.- Dijo Hulk con la mirada perdida.

- Yo era apenas una niña cuando tú viniste y nos la arrebataste. Te la llevaste a tu mundo, donde encontró la muerte y la desesperación y eso jamás te lo perdonaré.- Dijo Jezabel golpeándole en el pecho al titán de jade.

Un gritó desgarrador surgió de la poderosa garganta de Hulk y con rabia, su puño golpeó la roca que tenía al lado pulverizándola en su parte superior.

Bicho rodó por el suelo para evitar que los cascotes le alcanzasen.

 ¡Yo la amaba! ¡Ojala hubiese muerto yo en su lugar!

El dolor se veía reflejado en el rudo y grotesco rostro del gigante.

- Ella fue llevada a mi mundo, junto a mí por accidente. Intentamos todos los medios posibles para regresar, pero no fue posible, se quedó atrapada conmigo. Jarella era la mujer más buena y dulce que jamás he conocido. Y fue su corazón puro e inocente lo que hizo que perdiese la vida. Murió evitando que un muro cayese sobre un indefenso niño, en el ataque de un villano llamado Crypto Man. Vengué su muerte, pero algo se rompió dentro de mí.

 Lloré ante su cadáver hasta quedarme sin fuerzas y cuando este me fue arrebatado por el gobierno de los estados unidos, me enfrente contra ellos para poder devolverlo a su tierra y enterrarlo con los suyos. Su recuerdo me ha torturado desde entonces, así que no me hables de que la muerte de Jarella fue mi culpa o no. Tengo que vivir constantemente con esa pregunta rondando en mi cabeza…

Hulk se marchó sin mirar atrás

Jezabel tuvo la tentación de decirle algo, para que no se fuese así. Nunca pensó que Hulk tuviese un dolor y una tristeza semejante embargando su corazón. Era un ser torturado y triste, ahora lo comprendía, y supo que es lo que su prima había visto en la criatura llamada Hulk.

Bicho que había observado toda la escena, no pudo menos que sentir lastima por su nuevo amigo. Había mucho más en Hulk de lo que se veía a primera vista, eso era evidente. Caminando como pudo, aún mareado por la ingestión de alcohol, de alguna manera consiguió encontrar su tienda y se retiro a descansar.


Subido a lo alto de una de las estatuas, se encontraban un vigía, apostado para advertir de cualquier peligro que acechase al campamento.

Urko bostezó, llevaba mucho tiempo subido en la estatua y no veía la hora de que llegase el siguiente turno. Le pareció otear algo en la lejanía. Afinó la vista y pudo ver que se había levantado una columna de polvo.

- ¿Qué demonios?

Cuando la nube de polvo se comenzó a dispersar, vio algo que le hizo estremecerse.

-¡Warthos! ¡Una estampida de warthos!


De inmediato, sopló el cuerno, y un sonido estridente se propago por todo el valle.

Hulk se despertó por la señal de advertencia del vigía.

Jezabel entró corriendo en la tienda, parecía alterada.

- Nos atacan, son warthos.- Dijo la joven.

Durante un instante, temió que el coloso esmeralda le echase en cara lo ocurrido la noche anterior y les negase su ayuda, sin embargo, se incorporó rápidamente, sin un reproche en su mirada

- Malditos bichos ¿Por qué será que cada vez que visito este mundo me encuentro con ellos?- Comentó Hulk.

- Necesitaras esto.- Dijo Jezabel al tiempo que le lanzaba algo.

Hulk lo atrapó al vuelo. Era un arma. Un hacha de guerra de doble filo, que una persona normal

tendría que llevar a dos manos. Hulk lo levantó sin ningún esfuerzo.

- No necesito armas.

- Todo guerrero necesita una. Para mi pueblo eres un dios guerrero ¿No querrás decepcionar a tus seguidores?

Hulk emitió un gruñido gutural, pero no dijo nada.

En el campamento, todos se habían despertado y estaban repartiendo armas para enfrentarse a las bestias. Los habitantes de K’ai sentían un miedo irracional al ponerse frente a frente con las criaturas llamadas warthos, de los que eran enemigos naturales. Aún así, el tener de su lado a Hulk les llenaba de un valor inesperado.

Bicho observaba como la gente corría a un lado y a otro por el campamento. Entrando por el valle, había unas gigantescas criaturas que corrían enloquecidas bramando y gruñendo.

Bicho tuvo una idea y se fue corriendo al lugar donde se encontraban apostadas las bestias voladoras que llamaban zim´kach. Los jinetes las estaban preparando para volar.

- Apártate, amigo, tenemos que salir para combatir por aire.- Dijo uno de los jinetes subiéndose a la espalda de la criatura.

- ¿Tenéis alguna montura libre? Me gustaría ayudar… Tik

El jinete miró al insectívoro de arriba abajo y sonrió.

- Si crees que serás capaz de dominarlo, allí hay una montura sin jinete. Suerte, la necesitaras.

De un salto, Bicho se subió sobre la espalda de la criatura alada.

El zim´kach giró su largo cuello para observar  a su nuevo e inesperado jinete.

Bicho agarró fuertemente las bridas y tiró de ellas. La criatura salió despedida hacia al cielo a tal velocidad que Bicho casi se cae.

- ¡Más despacio!...Tik ¡ves más despacio!- Gritaba Bicho intentando controlar a la criatura y a la vez intentando no salir despedido de la silla de montar.


Los warthos comenzaron a hacer estragos en el campamento, ignorando las flechas que salían disparadas de las ballestas en dirección de los monstruosos seres.

- Mantente detrás de mí, yo me ocupare.- Comentó Hulk a Jezabel.

- Ni hablar.- Contestó ella cogiendo un largo palo de madera y poniéndose a correr. Con la habilidad de un saltador de pértiga, se impulso en el aire hasta caer encima de un wartho. El animal se movió intentando quitarse de encima a la guerrera esmeralda. Jezabel movió hábilmente su afilada espada curva, haciendo tajos profundos en el cuerpo del wartho, que se revolvió enloquecido hasta caer finalmente muerto.

- Impresionante.- Murmuró el gigante de piel de jade.

Hulk agarró las patas traseras de un wartho y lo levantó en el aire, lanzándolo con fuerza contra varias criaturas, derribándolas.

- Aún no he acabado con vosotros.- Dijo Hulk golpeando en el suelo y creando una onda de choque que hizo que dos warthos cayesen al suelo.

Unos pasos metálicos y pesados hicieron que Hulk se diese la vuelta.

Cuatro figuras, enfundadas en armaduras metálicas se situaron frente al goliath  esmeralda.

- ¿Y de donde se supone que habéis salido vosotros?

Con mucho esfuerzo, Bicho consiguió dominar a su montura antes de que se estrellase contra algunos de los riscos del valle. El micronauta dirigió a la criatura hacía donde varios warthos atacaban indiscriminadamente, aplastando con sus pezuñas a quien se pusiese por delante. Una de las bestias, se encamino hacía una madre y sus dos hijos que se habían quedado paralizados por el miedo.

- ¡A prisa! ¡Tenemos que salvarlos!... Tik- Gritó Bicho espoleando a su montura alada.

Cayeron en picado sobre el wartho, y el alienígena agarró con fuerza su lanza cohete y disparó varias ráfagas de energía contra la criatura. Los rayos de su arma hicieron blanco y el wartho cayó inconsciente. Bicho hizo aterrizar a su zim´kach, saltando ágilmente hacía donde estaban la aterrada madre y sus hijos.

- ¡Me ha salvado! ¡Nos ha salvado! – Exclamó la mujer con lágrimas en los ojos.

- Es mi trabajo, señora, soy un héroe, y donde provengo hago estas cosas habitualmente… Tik

La mujer se abalanzó sobre Bicho y le dio un sonoro beso.

- Glub, no hay de que, señora… Tik- Dijo el insectívoro sonriendo de oreja a oreja.- Tik, les llevare a un sitio seguro… Tik


El cuarteto de hombres con armadura, permanecían inmóviles ante Hulk.

- No se quienes sois, pero no me gustáis ¡nada!

Hulk golpeó con dureza a uno de ellos. Para sorpresa del goliath, este se desmorono por completo, dejando solo las piezas de su armadura.

- ¿Qué? ¿Sólo son armaduras sin vida?

De repente, los puños metálicos de la armadura, volaron por el aire y comenzaron a golpear una y otra vez al piel verde.

- Buen truco, yo tengo uno mejor.

Junto sus dos palmas, creando una onda sísmica que pulverizo los restos de la armadura.

Jezabel llegó corriendo y se puso al lado de Hulk.

- Cuidado, son los caballeros de hierro, la guardia personal de Sha’kall.

- Pues no parecen gran cosa, la verdad.

Los tres caballeros que quedaban, extendieron sus manos hacía ellos y empezaron a brillar con intensidad.

- ¡Apártate!- Gritó Hulk, que empujo a Jezabel lo suficiente para alejarla de allí, pero no para hacerle daño. Si quería combatir, no podía estar preocupándose por el bienestar de la joven.

De los guanteletes metálicos de los caballeros, surgieron haces de energía que impactaron contra Hulk. La fuerza y el calor de los rayos místicos, impactaron con una fuerza tremenda contra el cuerpo del titán de jade. Hulk iba avanzando con lentitud, el poder de los caballeros destrozaron su armadura, azotando su piel, resquebrajándola, dejando ver sus músculos y haciendo brotar su sangre verdosa. La piel era arrancada poco a poco de los huesos, dejando ver un amasijo de piel y huesos, más parecido a un cadáver andante que a un ser vivo.

- ¡No! – Gritó Jezabel al contemplar el estado en el que había quedado Hulk.

La energía gamma de su organismo comenzó a actuar, y con una inusitada rapidez, su piel, su carne, sus músculos, se fueron regenerando, devolviéndole a aspecto habitual.

- Ahora si que me habéis enfadado…

Hulk agarró el hacha que le había dado Jezabel, y lanzó una mirada desafiante a los caballeros de hierro.

De un solo golpe fuerte y certero del arma, partió en dos mitades la armadura de dos de ellos. El yelmo de metal de uno de los caballeros, flotó por el aire y de las ranuras de sus ojos salieron rayos de color escarlata, Hulk esquivó el rayo y con uno de sus puños agarró el yelmo y lo aplastó, reduciéndola a un montón de polvo metálico.

El único de los caballeros de hierro que quedaba hizo un movimiento, para extender sus manos hacía Hulk y el piel verde, movió el hacha, seccionando la parte superior de la armadura. Esta cayó inerte en el suelo arenoso, como si la fuerza que le insuflaba vida se hubiese desvanecido.

Jezabel se acercó a Hulk, en los ojos de la joven se adivinaba una preocupación por él, que inmediatamente trato de disimular.

- Pensaba que acabarían contigo.-Dijo Jezabel.- Todo nuestro esfuerzo por traerte se hubiese ido al traste. Te necesitamos de una pieza.

Hulk no dijo nada y observó como la armadura que le había regalado Gorsham se recomponía.

- Como ves, no es una armadura normal.- Dijo el anciano mago que se acercó para hablar con ellos.- Te será muy útil, créeme.

- Nuestra situación se ha comprometido, debemos trasladarnos.- Comentó Jezabel.

- No. Debemos actuar.- Dijo Hulk.

- No estamos preparados para un ataque frontal, aún no.- Dijo Gorsham.

- Pues para algo me habéis traído ¿Verdad?

Distraídos en la discusión, no se percataron de que los fragmentos de la armadura del caballero de hierro comenzaron a moverse. La parte superior, saltó hacía Jezabel agarrándola, y antes de que ninguno de ellos pudiese reaccionar, ambos desaparecieron en un estallido de luz azulada.

- ¡Jezabel! ¿A dónde han ido?- Exclamo Hulk.

- Era un hechizo de transporte, es probable que se la haya llevado a su amo, al rey-hechicero.- Dijo Gorsham con pesar en su rostro.- Me temo que su destino es acabar sacrificada a los oscuros amos de Sha’kall.

- De eso nada. Ese rey-hechicero no sabe a quien se enfrenta. Iremos a su castillo, la rescataremos ¡y lo aplastaré con mis propias manos! ¡Aunque sea lo último que haga!


Una nave comenzó a descender por las diferentes capas de la atmósfera, hasta que inicio maniobras de aterrizaje.

- ¿Estas seguro que es aquí, Mary?

- La bio-señal es muy clara, Arturus, aunque difusa, los instrumentos no consiguen detectar exactamente su origen, pero espero poder arreglar ese problema.

- Excelente. Será mejor que bajemos de la nave.

Las compuertas de metal se abrieron y tres figuras comenzaron a descender por ella. Una mujer rubia, vestida con un traje de colores y con un antifaz, intentaba calibrar adecuadamente su detector de bio-señales. A su lado, un hombre se aseguraba de que sus armas estuviesen en condiciones, para después ponerse el casco. Detrás de ellos, una figura muy alta y musculosa, observaba malhumorado el lugar donde habían aterrizado.

- No pareces muy contento.- Observó la princesa Mary.

- No me gusta este lugar, Me trae malos recuerdos.

- Lo siento, Drax, pero ya sabes que los Micronautas no abandonan a los suyos.- Dijo el comandante Arturus Rann.

Continuará...


Próximo Número: ¡Los Micronautas entran en acción! Hulk contra Sha’kall! ¡El poder de los dioses oscuros! ¡Nuff said!!

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Referencias:
1 .- En la serie del Capitán Marvel volumen 3,la etapa de Peter David

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