Star Trek la serie original nº11

Título: Reencuentros (VII): al acecho
Autor: Sikileia
Portada:
Publicado en: Julio 2007

La sección de Ingenieria de la USS Farragut es asaltada por los misteriosos viajeros temporales, mientras Picard, Scotty, Data y Mccoy intentan averiguar cual es la procedencia de los invasores
El espacio, la ultima frontera. Estos son los viajes de la nave estelar Enterprise, buscando nuevos mundos, nuevas civilizaciones, para llegar hacía donde ningún hombre ha llegado jamás.
Gene Rodenberry y Action Tales presentan:
Creado por Gene Rodenberry

La nueva nave asignada a Picard continuaba orbitando majestuosamente el planeta Veridiano III.

Arriba en el puente una vibración parecida a la de un terremoto sacudió a la tripulación de la USS Farragut, Jean-Luc Picard enseguida notó que algo iba mal.

-Señor, -dijo un joven alférez en el puesto del timonel- ha habido una extraña explosión en ingeniería. Varios heridos de diversa consideración pero ninguna baja.

Picard suspiró por un momento aliviado, pero no por ello dejaba de estar profundamente preocupado.

-Timonel, estado de los motores warp.

-Es extraño, señor. La explosión ha generado un campo de energía de cronitrones e isótopos temporales delta. Y nuestra velocidad warp [1] se ha reducido en un 72.7%. En este momento vamos a warp 4.

-¿Cronitrones?

-Un tipo especial de partículas temporales, señor. Parece como si nuestra nave fuera un portal a otras dimensiones. Es incomprensible.

-Necesito a Riker, a Data y al embajador Spock a mi lado, llámeles, oficial Thebai. –dijo girando su asiento y dirigiéndose a una joven andoriana con el uniforme de color azul.

-Si, señor. –Tras una pequeña pausa la andoriana continuó: -El señor Data está avisado y viene de camino… Pero el embajador Spock no está en su camarote… No responde a mi llamada, capitán.

-Extraño… Que un equipo de seguridad descienda a Ingeniería y pase la nave a alarma roja. Que se despierte todo el mundo.

-Señor… Todas las comunicaciones con Ingeniería están cortadas. Sólo obtengo las bioseñales que nos proporcionan los sensores del soporte vital.

-Haga un último intento en todas las frecuencias que pueda.

-Me está resultando imposible, capitán Picard… Tengo la impresión de que alguien ha cortado deliberadamente las comunicaciones… Tampoco funcionan los comunicadores portátiles personales.


Mientras, en Ingeniería la situación era caótica. Tendido boca arriba el teniente a cargo de los jóvenes cadetes estaba cubierto por quemaduras en gran parte de su cuerpo y su rostro. El oficial se quejaba. Spock se tendió junto a él y puso su mano en unos puntos neurálgicos entre el cuello y el hombro.

-No hay dolor… Mi mente a la suya. Paz… sólo paz.

El teniente cayó completamente dormido.

-Así está mejor. Este joven oficial necesita urgentemente cuidados médicos sino quiere encontrarse con su Creador.-Dijo Spock gritando a los demás supervivientes.

El embajador de Vulcano se alzó y ordenó a un par de cadetes que velaran por el joven herido. Y fue hasta donde estaba el ingeniero Sorak.

Entre ambos fueron hasta el lugar donde había estallado el núcleo de curvatura. De pronto un objeto que brillaba entre los hierros retorcidos y cristales de duranio fragmentado, llamó la atención del ingeniero de la Farragut.

-Fascinante… -Dijo agachándose para recoger el relicto.

Era una especie de aparato plateado con extraños caracteres grabados en él, sin duda alienígenas. Tenía una forma rectángular con alguna especie de botones o displays.

-Esa nave que hemos visto en la imagen, ahora este extraño aparato… Realmente intrigante.

-No, embajador. Me pregunto de dónde vendrá.

-Yo no preguntaría el dónde, ingeniero, sino el cuándo…

-¿Cuándo, señor?

-Sí, si mis teorías son ciertas… son asesinos del pasado… Alguien quizás con la misión de cambiar el futuro y eso nos da varias posibilidades.

-¿El pasado? Entonces, el Nexus habrá sido para ellos una gran ayuda.

-Efectivamente. Y es posible que estén aquí. Según una vieja teoría criminológica terrestre, el asesino siempre merodeará por el lugar de la escena del crimen hasta asegurarse que no correrá ningún peligro. Es una amenaza realmente seria…

-Entonces ¿todas las personalidades que llevamos a bordo?

-Son los que más amenazados están. Ahora debemos saber quiénes son estos enviados del pasado y cuáles son sus verdaderas intenciones.

-Deberíamos comunicarnos con el capitán Picard, señor pero todas las comunicaciones están interrumpidas con el resto de la nave.

-Eso lo veremos, ¿dónde está la Terminal de comunicaciones, Sorak?

-Ahí, señor, pero está completamente dañada.

Spock se alejó unos segundos. Se quitó su comunicador y lo abrió por detrás, desmontando el chip que llevaba y lo puso sobre el destrozado panel de comunicaciones. Se sentó en silencio y examinó el panel. Tomó unos cables que sobresalían y los acopló al chip que había sacado de su comunicador personal. Unas chispas salieron de la Terminal. Spock se cubrió los ojos y volvió a su trabajo.

Un par de pantallas volvieron rápidamente a la vida. Los familiares gráficos LCARS se llenaron de números que variaban cada centésima de segundo.

-Ya está, ¡comunicación restablecida! Voy a dirigirme al capitán Picard.

Unos ojos sigilosos vigilaban al acecho. Su mano sacó un arma que se iluminó brevemente en la oscuridad en la que estaban.


En el puente, Picard seguía con detenimiento los informes de las reparaciones en las distintas cubiertas de la nave. Todas iban en progreso pero nada sabían de Ingeniería. Nada hasta que…

-Señor, recibo una transmisión muy débil de Ingeniería. Es el embajador Spock.

-¿Spock? Pásemela a la pantalla de mi sillón de mando.

La imagen borrosa del vulcaniano se perfiló en la pantalla personal de Picard.

-¡Capitán Picard! Necesito que me escuche atentamente sin interrumpir mi comunicación. No creo que pueda estar en línea mucho tiempo.

-¡Embajador, qué sorpresa! ¡Dígame!

-De acuerdo, -dijo Spock en la pantalla. –Necesito que escuche atentamente mis sugerencias. Un grupo de viajeros del pasado, sin duda, alienígenas, han invadido la nave. Tenemos pruebas fehacientes de que quieren cambiar la línea temporal.

Picard escuchaba atónito las conclusiones de Spock.

-… Me temo que la sección de Ingeniería juega un papel importante en esos planes pero no estoy seguro. Por ello, le aconsejo que no les dé oportunidades para que tomen el control de la nave y que separe de inmediato el casco principal de la parte de los motores. Ordene también a seguridad que vaya haciendo la evacuación de todo el personal civil y federal que llevamos a bordo a las cubiertas cercanas al puente principal…

Nosotros estamos relativamente bien abajo, salvo por algunos tripulantes que precisan ayuda médica urgente, especialmente un teniente de cadetes…

Unas detonaciones se pudieron ver detrás de Spock. Éste se giró sobre sí mismo… Se tapó con las manos hacia un enemigo invisible hacia su lado derecho.

Otro fogonazo más y el vulcaniano cayó inconsciente sobre el panel. De pronto la imagen se volvió borrosa y acabó en un fundido a negro.

-¡Spock! –gritó el capitán francés. –Thebai, restablezca las comunicaciones con Ingeniería.

-Imposible, señor. Están cortadas definitivamente.

En ese momento llegaron Riker, Data, Troi, Scotty, Saavik que servía de apoyo al buen doctor McCoy.

Picard se dio la vuelta para recibirlos y suspiró por lo bajo.

-¡Ah, qué alegría verles, les agradezco que se hayan reunido conmigo tan pronto en el puente!

-Supongo que tendrá un buen motivo para hacerme saltar de la cama, mon capitain. –Gruñó el viejo doctor mientras se acercaba al capitán con su exoesqueleto-

-¿Qué ha ocurrido, capitán? ¡Parece que estamos en alerta roja! –preguntó una impacientada Deanna Troi.

-Alguien ha tomado al asalto la nave y se ha atrincherado en Ingeniería… Tienen secuestrados a varios oficiales y al embajador Spock. –Respondió Picard seriamente.

-Vayamos a por ellos, señor. –Dijo Scotty con su pasión escocesa. –No podemos permitir que el señor Spock esté prisionero de unos piratas galácticos.

-Tiempo al tiempo, Scott... –Bromeó un poco Jean-Luc Picard. Entonces, su semblante se tornó preocupado. –Ahora lo que me interesa saber quienes son los secuestradores y qué quieren porque puede ser el preludio de una gran invasión o una gran amenaza para este cuadrante y la Federación.

-Entiendo, señor.

-Ahora les ruego que vean esta última cinta que nos pasó el embajador Spock antes de que la conexión con Ingeniería. En la pantalla principal, oficial. –Ordenó a la andoriana Thebai. –Es todo lo que tenemos que nos pueda dar una pista.

Picard pasó la filmación. Todo el puente se quedó en silencio. Cuando el video hubo acabado, Data tomó la palabra:

-El tipo de detonación es similar a un arma empleada hace doscientos años señor. Aunque es común a unas ciento veintidós especies, entre amigos, aliados y enemigos de la Federación.

-Gracias Data, pero eso no nos da una pista.-Contraargumentó William Riker.

-Pero podría enlazar con el arma empleada para asesinar a Sarman Dar y a su oficial. –Sugirió McCoy. –Además, no se si se lo han comentado… capitán… Hace varios minutos el enfermero Freeman me lo ha comentado: el cadáver de Sarman Dar, no está en su depósito. No creo que haya salido por su propio pie a no ser que se haya licuado y que yo recuerde sólo los camaleontes y los metamórficos [2] pueden hacerlo.

-¿Qué me está diciendo, Dr. McCoy?

-Lo que oye, hijo.

-No creo que el doctor esté desencaminado, capitán. –Interrumpió el androide. –Hay varias pistas que me permiten hacer una teoría aunque muy primaria. Primero, llevamos detectando según los informes del Sr. Scott y LaForge, unas extrañas fluctuaciones temporales entorno a la nave que para nada tiene que ver con el efecto Nexus. Segundo, el tipo de arma empleado llamado “de tela de araña” que es una tecnología de hace al menos dos siglos. Tercero, la misteriosa desaparición de Sarman Dar. Y cuarto, el que unos desconocidos se hayan apoderado de Ingeniería. ¿No les parecen demasiadas ‘casualidades’ en tan pocas horas? Además, ya han oído la tesis del embajador Spock de los viajeros temporales.

-¿Y toda esa parrafada la ha deducido su cerebro positécnico de cables y plástico? Me parece que eso ya lo sabíamos todos antes de que usted lo dijera, hijo. –Le chinchó un burlón Dr. McCoy.

-Señor, lo que tengo es un cerebro positrónico basado en los principios del científico Isaac Asimov. Recuerde que sólo actúo desde unas premisas lógicas y éstas son en las que me baso para desarrollar una teoría con una base aceptable.

-Hmmm…a parte de lógico, es usted la enciclopedia Larousse andante ¿Es que se está entrenando para ser aprendiz de Spock o qué, comandante?

-¿Aprendiz de Spock, almirante?

-Es una broma, olvídelo, mi ‘lógico’ amigo. Aunque ya veo que ese chip emocional que le han puesto le ha vuelto más humano que a ese elfo de sangre verde. A parte de lógico es respondón y eso me gusta.

Data miró extrañado hacia su capitán. Jean-Luc Picard se encogió de hombros, sonrió, cerró los ojos y comentó para intentar sacarle del apuro en el que le había metido el médico de Georgia:

-Prosiga, Data.

-Creo que el consejo del embajador Spock deberíamos hacerlo efectivo. Por seguridad deberíamos subir a todo el personal a las cubiertas cercanas al puente.

-Y que alguien se haga cargo de la Enfermería, Picard. Porque la vamos a necesitar.

-La enfermería está a cargo del Sr. Freeman que ha sido asignado por el almirante Bowers en persona… Aunque sí, desearía que estuviera aquí la Dra. Crusher o Pulansky.

-¡Un aficionado! A ver capitán, y usted quién cree que soy yo. Podré tener casi un siglo y medio pero créame si le digo que con mi exoesqueleto puedo moverme como una bailarina del ballet ruso y todavía tengo suficiente cerebro aquí como para asumir todo un departamento de Enfermería si fuera necesario… como ahora. Déjelo en manos de profesionales y no de novatos como Freeman que encima permite que se le escapen incluso los fiambres.

Picard y Riker rieron ante la determinación del viejo tripulante de Kirk y el capitán asintió:

-De acuerdo, Dr.McCoy, usted tomará el control de la Enfermería de esta nave.

Data estaba en un panel cercano a ellos monitorizando el video de Spock, los informes sobre las radiaciones temporales junto a unos diagramas. Sus dedos de androide eran una danza alrededor de los mandos de la consola.

-Creo que tengo una pista fiable acerca de quienes podrían ser esos viajeros del tiempo de los que habla el Embajador.

-Usted dirá.

-Después de descartar 128.458,89 posibilidades creo que la pista nos conduce a los Suliban.

-¿Y en cuánto tiempo ha tardado ahora en deducir eso, comandante? –Insistió McCoy para meter un poco de buya.

-Un segundo coma veintiséis milésimas, señor… Mucho tiempo, doctor.

-¿Qué me está diciendo, Data? ¡Está genial, mejor que el Sr. Spock! ¡Y no le diga a Spock que le he felicitado!

Data puso una sonrisa forzada, casi de mueca y prosiguió.

-Mucho tiempo, aunque quizás para usted no… pero para un androide si lo es, almirante.

-Esta bien, dejemos este vodevil para más tarde caballeros. –Acortó Picard.

-Los Suliban… No era aquella raza que eran medio viajeros temporales medio metamórficos que mencionaba el capitán Jonathan Archer en sus diarios de a bordo. [3] –Razonó Riker.

-Sí, señor. –respondió el androide.

-Llevábamos más de dos siglos sin oír hablar de ellos… Pensé que habían sido neutralizados en el siglo XXIII. –Respondió un incrédulo William T. Riker.

-Pues ya ve que no, tenemos que actuar y casi de inmediato.

Deanna Troi se sintió ligeramente mareada y se sentó en un sillón cercano. Todos se acercaron hasta ella para saber qué la ocurría.

-¿Consejera…? –preguntó Picard intentando ofrecer su ayuda.

-No sé… he notado… como una llamada de dolor…

-Tenemos que tomar y ya una decisión. –Habló un determinado Jean-Luc Picard. -Seguiremos los consejos del embajador Spock. Riker, necesito que vele por la seguridad de la familia Dar y que después libere a esas personas secuestradas la Sección de Ingeniería. Tome el personal y el armamento que precise para ello. Que Troi y Odis le acompañen.

-Sí, capitán.

-Data y Saavik les necesito como oficial táctico y timonel respectivamente. Sr. Scott y LaForge coordinen con el señor Riker la evacuación de la tripulación y de los invitados a las cubiertas más cercanas al puente y monitoricen el estado del motor de curvatura. ¡¡Y sobretodo, no se olviden de la carga más preciada que estamos llevando a bordo!!

-Le entiendo, señor. –dijo Riker. –Él tendrá preferencia sobre todos nosotros. No se quejará después de todo, este último viaje se está convirtiendo también en la última de sus misiones.

-Tiene toda la razón, Numero Uno. –Sonrió el francés. –Y ahora, manos a la obra, caballeros.

-Sí, señor. –Respondieron al unísono los oficiales mencionados.

Cuando Picard iba a abrir la boca, enseguida el que faltaba le interrumpió:

-No tenga prisa por mandarme a la Enfermería, capitain… Me voy yo solito que seguro hay faena que hacer. –señaló McCoy desapareciendo por la puerta del puente.

Picard no supo qué decir, quedándose unos segundos con la boca abierta.

-McCoy es McCoy… -dijo Scotty riéndose. –Espero que le conozca bien, porque es de los que dejan huella.

-Muy bien… Prosigamos… Una última orden, caballeros: Manténgame informado cada diez minutos. En media hora solar terrestre quisiera que la nave estuviera lista para desacoplarse. Thebai, mande un mensaje de socorro a las naves de la Federación que estén más cerca de nosotros, sin duda necesitaremos toda la ayuda posible de ellos.

-Señor, la nave más cercana es la USS Yorktown está a 15 horas-luz de nosotros.

-¿Qué me puede decir de ellos?

-Es una nave clase Zodiac, registrada con el número NCC-61137 y comandada por el capitán Herman Zimmerman.

Un pitido se oyó en la Terminal de comunicaciones.

-La petición de ayuda ya ha sido enviada, capitán.

-Gracias, oficial.

Mientras salían por la puerta camino del turbo-ascensor. Geordi LaForge comentó al viejo ingeniero de la USS Enterprise.

-No se quejará, tenemos mucho trabajo que hacer.

-Y que lo diga, muchacho… Como le dije cuando nos vimos por primera vez aún puedo dar, y mucho, a la Flota Estelar. Siento que estoy viviendo una segunda juventud.

-Me alegro de que piense así, señor.

-No muchos tienen la suerte de celebrar dos cumpleaños en su vida, hijo. El día que me rescataron de la USS Jenolen [4] lo tengo marcado con letras de oro en mi agenda personal.

Ambos oficiales salieron por el puente entre risas. Picard sonrió; un descanso breve frente a la gravedad de los acontecimientos que se precipitaban.


Arrinconado con las manos atadas y con una fuerte quemadura negra en su traje gris, Spock poco a poco fue recobrando la consciencia. Se dio cuenta de que junto a él varios oficiales y cadetes y su paisano Sorak habían sido maniatados, sólo permanecían en el suelo el teniente y los cadetes heridos. Se intentó levantar pero una mano le tiró con fuerza hacia el suelo de nuevo mientras le apuntaba con su arma.

-No intente nada si no quiere que los tripulantes y esta nave salgan mal parados. Usted nos ha frustrado un plan que era muy prometedor para nosotros.

Spock reconoció esa voz, provenía de una silueta verdosa que se movía en la penumbra.

-¿¿¡¡SARMAN!!??

-O lo que usted cree que era Sarman Dar. El verdadero Sarman murió hace tiempo en este cuerpo. –Dijo en tono rabioso agachándose junto a Spock.

-¿Por qué tiene usted la apariencia de un Suliban? Yo le recuerdo como romulano.

-Y fui romulano, embajador.

-Según recuerdo, los Sulibans eran de otro tiempo y otro espacio.

-Efectivamente, y por uno de esos azares temporales nos encontramos, embajador. Hace un siglo sirviendo como centurión en la Flota Imperial, mientras patrullábamos la Zona Neutral, una de las naves de su Federación destruyó casi por completo mi nave [5] . Yo a duras penas logré sobrevivir pero con unas graves quemaduras que me desfiguraron completamente, hasta que fui encontrado por la nave de una facción de Sulibanes Cabal [6] que lideraba Silik [7] . Entonces, con la ayuda del Gran Hacedor del Tiempo, me cuidaron y lograron curar mis quemaduras por medio de la ingeniería genética, aunque también introdujeron en mis genes algunas capacidades superiores como la de cambiar de apariencia. Por eso ante usted y los suyos siempre fui el romulano Sarman Dar.

-Pero usted… Nos hizo creer que estaba de nuestro lado cuando salimos de Rómulus con Caithlin y su familia.

-Sí, no está mal para interpretar eso que los humanos llaman… teatro.

-No le creo, Sarman o como quiera que se llame... Yo mismo le vi muerto en aquel paraje desértico de Veridiano III.

-Otra parte del papel que interpreté. Gracias a mis habilidades romulanas pude parar el corazón a voluntad y en relación a mis ojos… no me fue nada difícil modificar mis pupilas para que parecieran los de una víctima de esa arma primitiva. Por eso, su tricorder señaló que estaba muerto.

-Entonces, ¿ese oficial federal?

-Desafortunadamente se interpuso en nuestros planes. No nos quedó más remedio que… neutralizarle.

-Según estoy viendo, usted simuló su muerte para entrar en esta nave.

-Su lógica es impecable, embajador. Aunque esta vez no el ha servido de nada conmigo…NO debió de fiarse de mí tan fácilmente como lo hizo con el Senador Pardek [8] . Me imagino que a su ego vulcaniano, el ser traicionado dos veces no es un aliciente ¿verdad?

Sarman se levantó del lado de Spock y se dirigió hacia donde estaban sus aliados Suliban. Los otros tres aliens paseaban con sus armas en la mano dando vueltas en círculo en torno al inutilizado núcleo del motor de curvatura. Spock calculó la distancia a la que estaban respecto de él. Miró brevemente a Sorak que ya había recuperado la plena consciencia y estuvo atento escuchando la conversación entre el embajador y el traidor romulano-sulibán.

Soek en ese momento se acercaba hasta ellos. Entonces la mente de Spock tomó una decisión.

Spock se percató a su derecha de un trozo de hierro caído en el suelo con un saliente y se acercó disimuladamente. Comenzó a frotar contra él las ataduras que hacían prisioneras sus manos. Finalmente logró soltarse y permaneció en la misma postura simulando que aún estaba maniatado. Volvió a mirar a Sorak y entornó brevemente los ojos.

Sorak asintió ante el gesto de Spock y poco a poco se acercó hasta Soek, el más joven de los guardianes Cabal que se había acercado para vigilar a los prisioneros.

De repente, Spock se abalanzó sobre el joven suliban y comenzó a forcejear intentándose separarse del vulcaniano. Enseguida vino el joven Sorak a ayudar a Spock quien con un pinchazo vulcaniano dejó medio sin sentido al alien enemigo. Al oír los gritos, los demás Sulibans corrieron en su ayuda y comenzaron a disparar.

Spock desarmó a Soek, sin embargo mientras éste intentaba defender de sus agresores, aún en brazos de ellos, recibió por accidente un disparo de un rayo verde que lo pulverizó. Un grito ensordecedor salió de sus labios.

El embajador de Vulcano al coger el arma a Soek, se dio cuenta de que ya no eran armas primitivas de la época de Archer lo que manejaban sino sofisticadas armas ya propias del siglo XXIV. Sin duda, eran de factura romulana pero adaptada a las necesidades de los Sulibans viajeros del tiempo.

Sarman y sus compinches continuaban disparando por doquier hacia donde ellos estaban.



Mientras, Spock y Sorak desataron a los demás prisioneros que se pusieron enseguida a cubierto en una sala adyacente.

En ese momento, mientras disparaban, los aliens oyeron disparos en su retaguardia. Unas ráfagas de color azulado que contrastaban con las verdes de sus disruptores irrumpieron en la semioscuridad de la sala de Ingeniería. Una de ellas, hirieron a Nalus en su pierna.

Unas voces con acento terrestre se oyeron al fondo un corredor:

-¡A los intrusos que están ocupando la Sala de Ingeniería, les conminamos a salir de ella pacíficamente y que depongan las armas. Están ustedes en inferioridad numérica!

-¡El comandante Riker! Señor, estamos salvados. –Exclamó Sorak.

Mientras, tras haberse asegurado que heridos y ex prisioneros estaban a salvo, Spock comentó:

-Venga conmigo, ingeniero, necesito que me ayude a esclarecer el misterio de esas radiaciones que hemos venido detectando desde hace días desde que salimos de Veridiano III. Usted conoce la Farragut mejor que yo y tendrá que hacer de guía.

-Pero… ¿Y los heridos, embajador?

-Están ya en buenas manos. El comandante Riker se hará cargo de ellos. Teniente comandante, puede indicarme el camino hacia el hangar de lanzaderas. Necesitamos coger una de ellas.

-Sí, desde luego, embajador pero no es una opción muy lógica que digamos. No puedo cumplirla.

-Sorak, le recuerdo que soy también capitán de la Flota Estelar, es una orden directa, ingeniero. Créame que mi teoría es algo más que suposiciones… Usted mismo ha oído a Sarman.

-Señor… Pero esto va contra las normas y las órdenes del capitán Picard. Él es quien debe autorizar esta ‘misión’ en la lanzadera.

-Usted como yo ha hecho un juramento para proteger a la Federación ante cualquier enemigo o amenaza y hoy estamos posiblemente ante la mayor de ellas, capitán.

-De acuerdo, capitán… Spock.

-Recuerde uno de los axiomas de Surak, comandante: “El bienestar de la mayoría supera al de uno sólo… y viceversa.” [9]

Nalus estaba tumbado boca arriba con la pierna entumecida. Axais y Sarman veían cómo sus posibilidades de resistir disparando disminuían cada minuto. Poco a poco el equipo de seguridad comandado por Riker iba acercándose peligrosamente. Sólo quedaba una posible salida: Un conducto de ventilación que se encontraba varios metros por encima de sus cabezas.

Ambos miraron hacia arriba.

-Es nuestra única posibilidad, Axais. –dijo un desesperado Sarman. –Si nos teletransportamos a nuestra nave de apoyo descubrirán ésta y a nosotros. No podemos arriesgarnos.

Nalus pedía ayuda con el brazo izquierdo mientras con el derecho se sujetaba la pierna herida.

-¿Qué hacemos con Nalus?

-Él ya sabe lo que tiene qué hacer. Ya sabía a lo que se exponía cuando se unió a esta misión. Su tarea termina aquí.

-Sarman… No… Piedad… No me dejéis en esta época de miserables… ¿Qué va a ser de mi mujer y mis niños?

-Haremos que te recuerden como un héroe, Nalus… Y ahora muere como tal.

Sarman apuntó con su disruptor al pecho de su compinche; éste se tapó con las manos su cara y gritó.

-¡¡No, no quiero morir!! ¡¡Malditos seáis tú y los tuyos, Sarman! ¡Aaaaaaaargh!

Pero fue demasiado tarde, al igual que su compañero Soek, se desintegró de la misma manera en un haz verdoso y amarillento que duró dos segundos e iluminó por un instante la semioscura sala de Ingeniería.

En ese momento, colocando sus armas al cinto, Axais y Sarman subieron como dos largatijas en una pared la distancia vertical de varios metros que les separaba de los tubos de refrigeración de la nave y desaparecieron dentro de ellos.

Continuará...


Si te ha gustado la historia, ¡coméntala y compártela! ;)

Referencias:
1 .- Velocidad supraluminica llamada también “velocidad de curvatura” o “hiperespacial”.. Warp 4 indica cuatro veces la velocidad de la luz (300.000 km/sg)
2 .- Los camaleontes son una raza que se creía mítica que aparece en STVI: Aquél país desconocido capaz de cambiar de apariencia. Los metamórficos (DS9) son la raza a la que pertenece Odo, personaje capaz de cambiar su estructura molecular para asumir no sólo apariencias sino formas.
3 .- Raza reptiloide que aparece en numerosos episodios de ENT. Ellos abren una especie de Guerra Fría Temporal a lo largo de los siglos.
4 .- “Relics” (TNG)
5 .- Alusión a eventos de STNV.
6 .- Facción de la raza Suliban que logró modificar su estructura molecular por medio de la ingeniería genética, pudiendo asumir algunas habilidades metamórficas. Son los promotores de la Guerra Fría Temporal.
7 .- Suliban, líder de la facción Cabal que promueve esta mencionada Guerra Fría Temporal.
8 .- “Unificación” (I y II) (TNG)
9 .- ST II: La Ira de Khan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario