Star Trek la serie original nº13

Título: Reencuentros (IX): La búsqueda
Autor: Sikileia
Portada:
Publicado en: Septiembre 2007

Spock, Sorack y Daniels, persiguen, a bordo de la lanzadera Goddard, a los atacantes sulibanes.
El espacio, la ultima frontera. Estos son los viajes de la nave estelar Enterprise, buscando nuevos mundos, nuevas civilizaciones, para llegar hacía donde ningún hombre ha llegado jamás.
Gene Rodenberry y Action Tales presentan:
Creado por Gene Rodenberry

Las maniobras de evacuación habían un éxito. En un tiempo record, los más de 300 invitados mas 260 tripulantes habían sido evacuados a las cubiertas superiores. Entre ellos, la cápsula que contenía los restos del Capitán James T.Kirk, que cubierta con la bandera de la Federación, había sido puesta en una de las dependencias de enfermería destinadas a laboratorio.

Leonard “Bones” McCoy, estaba sentado en una inmensa mesa de cristal, sobre la que había un ordenador con su pantalla y un vaso con un extraño líquido violáceo y una copa con un líquido verde adornada con una sombrilla de papel.

Sentada frente a él, alguien que sabía dar consejos y escuchar a los demás. Por eso se les llamaba “Escuchadores”.

-Guinan, -dijo el anciano médico cogiendo la copa y bebiendo un sorbo de ella. –Le agradezco que me haya preparado este delicioso julepe de menta. Por fin, alguien me prepara algo digno de un McCoy.

Gracias, doctor. Que conste que es usted quien me lo ha recomendado y pedido.

-Sí, hija… Por “prescripción facultativa”. No creo que haga más daño a un cuerpo que tiene más de 140 años.

-Me alegro que haya llegado a esa edad, almirante. La verdad es que los lleva muy bien.

-Me cambiaba por usted, moza. No vea cómo envidio a los Elaurianos [1] .

-No todo es ventaja, doctor. Nosotros también somos una especie condenada a desaparecer. Sólo quedamos vivos unos cuantos representantes de nuestro mundo.

-Sí, un poco como lo que ocurrió en el siglo XXI a los últimos indios del Amazonas o de las selvas de Indonesia. O tenían que adaptarse a la cultura de entonces o simplemente, morían.

-O con nosotros con los temibles Borg…

-O nosotros en esta época, hija mía, ya los que vivimos aquel dorado siglo XXIII nos vamos quedando en el camino, como ha pasado con Jim.

Ambos miraron hacia una dependencia médica que estaba oculta tras una cortina. No emanaba luz de ella.

-Jim, quien dijo que tu último viaje se iba a convertir en toda una aventura, ¿eh, gañán? –bromeó con su peculiar humor mientras alzaba su copa y bebía otro sorbo.

Guinan entornó los ojos y sonrió. Seguidamente, comentó:

-Usted lo ha dicho, el siglo XXIII comparado con nuestra época, un siglo después, me parece una edad de oro. Ahora todo es guerra, destrucción… y nuevas amenazas. Quizás los Borg que nos hicieron huir de nuestro mundo estén cerca…

-Esperando a los bárbaros, como decía el poeta griego Kavafis.

El centenario doctor miró de nuevo hacia la sala en la que estaba la cápsula de Kirk. McCoy no estaba muy cómodo con semejante ‘invitado’ en sus dependencias médicas. Pero aquella persona era muy especial para él y emocionalmente le confortaba que su mejor amigo de antaño le estuviera acompañando

-¿No está a gusto, verdad? –Intentó confortarle la El-auriana.

-Sí y no, muchacha. Este Jim… Siempre fue su estilo y al final se hizo realidad su predicción.

-¿El qué?

-Que moriría solo.

-Entiendo… Algo en él sabía que ocurriría.

-Guinan… Me hubiera gustado decirle al menos adiós. A cierta edad, y más ahora, no sabe lo terrible que es la soledad.

-El capitán Jean-Luc Picard también entiende de pérdidas, supongo que estará al tanto de lo que le pasó a su familia en La Tierra.

-Sí.

-Almirante, no todo está perdido… Kirk seguirá vivo en el Nexus, una parte de él quedó ahí, al igual que otra de mí. No sé si ese es el Cielo de su cultura, el Vorta-Vor de los romulanos o el Qui-Tu klingon [2] pero aquello era la alegría misma, era como arroparse en ella. Quizás cuando llegue el último de nuestro viaje, nos espere un lugar como ese…

-Y decía usted que se podía materializar lo que deseara…

-¡Eh, si… claro! –Titubeó sonriendo la encargada del Ten-Forward [3] .

-Bueno, -irrumpió McCoy con su habitual ironía. –Cuando llegue el momento pediré un bar como aquel de la estación K-7 [4] , unas bailarinas de Argelius IV para mí solito y decenas de julepes de menta. Y cómo no, estar rodeado de buenos amigos.

-Buena elección, doctor.

-Y ahora brindemos, muchacha… por los viejos y nuevos tiempos.

-Por los nuevos… y viejos tiempos. –Replicó la El-auriana.

Las dos copas de cristal chocaron entre si como produciendo un suave tintineo musical que sonaron a melodía celestial en los oídos de McCoy.

-Otra vez, muchacha… Por los viejos y nuevos tiempos…


A bordo del puente de la USS Farragut, o de lo que quedaba de ella, Picard tomaba un té early gray [5] , con el punto justo de temperatura. Llevaba más de 10 horas en el puente en su puesto como capitán de la USS Farragut. Se sentía un poco cansado y decidió pasar el mando a Data.

Thebai desde comunicaciones recibió un mensaje en su Terminal.

-Señor, acabamos de recibir un mensaje de la USS Yorktown, están a hora y media hora de nosotros y siguen acortando distancia.

-Bien, oficial, es una gran noticia. Siga en contacto con ellos y pásele mis saludos al capitán Zimmerman.

-Sí, capitán.

-Señor, nos estamos acercando a las nubes de Oort [6] del sistema estelar Denevano. –Comentó Data desde su postación.

-Data, cuánto nos queda para alcanzar el planeta Deneva V.

-Con nuestra velocidad actual, 2/3 de velocidad de impulso, unas 11 horas solares-luz o un año-luz.

-No es mucha velocidad la verdad. –Confirmó Scotty. –Pero no crean, allá por el 2265, era una velocidad más que suficiente cuando entrábamos en un sistema estelar.

-Hmm… -reflexionó Picard. –Disponemos ese tiempo para intentar localizar a los dos intrusos antes de que cometan su objetivo. Y sobre todo que me localice la lanzadera con Sorak y el embajador Spock.

Picard se levantó y se dirigió hasta el puesto de la andoriana.

-Thebai, llame al comandante Riker. Que me venga a sustituir en el puente. Yo me voy al puente a tomarme un par de horas de descanso. Mi cabeza no puede más. Data, -ordenó Picard mientras se iba por el turbo ascensor. –Detente el mando del puente hasta que yo vuelva.

-Como siempre, señor. –Respondió en tono servicial el androide.


Con la ayuda de Daniels, Spock y Sorak adaptaron el chip futurista al ordenador de a bordo de la Goddard. En la pantalla aparecieron diagramas que no tenían nada que ver con los LCARS usados por la Flota Estelar. Aunque estaban escritos en Inglés federal incorporando algunos tecnicismos sin duda usados en el siglo 31, eran fácilmente compresibles para dos mentes lógicas como las de los dos vulcanos.

Tras unos minutos familiarizándose con aquella nueva programación, Daniels consideró que era momento de pasar a la acción.

-Vamos a interceptar a la nave o naves Suliban, seguro que estarán usando algún dispositivo de ocultación. Aunque es invisible a los sensores de la Farragut no lo serán para nosotros. Si se fijan en esas gráficas y curvas de la pantalla de aquí, nos están indicando los niveles de radiaciones que buscamos.

-Fascinante… -Comentó Sorak alzando su ceja derecha. -¿Cómo habrán conseguido esa técnica de ocultación? En esta época no existe...

-En su época, Sorak. –respondió Daniels. -No me extrañaría que el Benefactor les haya proporcionado algún tipo de tecnología que no conozcamos.

-O algún romulano del futuro… o Seguramente cedido por Sarman como parte del trato con los Suliban. –Sugirió Spock.

-Yo me inclino a pensar más por Sarman que en los romulanos del futuro, caballeros. Creo que él es una especie de relaciones públicas de los romulanos de todas las líneas temporales. Quizás asignado por Silik o el mismo Benefactor. –Opinó el agente temporal humano.

La lanzadera cruzó el espacio pilotada hábilmente por las manos de Spock al timón y Sorak en el panel de control.

Mientras tanto, Daniels monitorizaba con su crono-sensor y con el dispositivo que había instalado con Spock, la cantidad de partículas cronitron en un área próxima a ellos y a la USS Farragut.

-Llegando al cinturón de Oort, señores. –Ratificó Sorak.

-Estupendo. Spock, sobrevuele en círculos y formas de a ocho las rocas más grandes qué vea. En todos los planos visuales que pueda, horizontal y vertical. –Propuso Daniels.

-Sí, es un campo enorme de asteroides. Creo que nos llevará bastante rato recorrerlo. –dijo Sorak.

-No lo crea… -le rebatió Daniels.


Caithlin Dar se disponía a tumbarse unos instantes en la cama de su estancia privada. Miró unas digitográfías que tenía expuestas en la repisa de un escritorio. En una de ellas estaba acompañada por Sir John Talbot que la cogía por detrás del hombro. Sonrió por verse varios años más joven.

Había pasado más de un siglo y el tiempo tampoco perdonaba la longevidad de los romulanos, también ellos acababan cediendo al paso del Tiempo.

-Computadora, reduzca la luz hasta un 1%.

Se oyó un pitido, la intensidad de la luz disminuyó pero no del todo. Un par de luces de velas permanecían encendidas como dos pequeñas estrellas en un universo imaginario. Un pequeño ambientador ponía una nota de aroma floral al ambiente de rélax que buscaba la romulana para descansar.

Un fulgor brilló efímero la oscuridad del camarote. Una silueta se desplazó de una esquina a otra.

La ex cónsul, cerró los ojos, embriagada por el perfume y la calidez del ambiente.

De repente, la tranquilidad se transformó en violencia.

La silueta saltó sobre la romulana que dio un gran grito.

Los ojos del desconocido se iluminaron brevemente en la oscuridad, sus extrañas pupilas le hacían muy similar a una criatura de la noche. Era como si Drácula viniera desde el umbral de los tiempos a por una nueva víctima.

Entonces le identificó, era un Suliban.

Buscó presionar el botón de alarma de su pulsera de seguridad pero un potente brazo le sujetó violentamente la mano que iba a hacerlo contra la cama. Con la otra mano, Dar logro brevemente dejar semiinconsciente al intruso. Y se levantó hacia atrás y en dirección hacia la puerta gritando.

Se dio cuenta que los mandos manuales que abrían la puerta habían sido desconectados. En ese momento recordó las instrucciones de Data y Geordi LaForge sobre seguridad.

Se fue a una esquina tratando de encontrar un pulsador secreto que le habían comentado de usar en caso de necesidad.

Entonces, el Suliban se levantó y alzó un extraño puñal, sin duda de factura klingon, dispuesto a atacar definitivamente a la romulana.

-¿Quién te manda? –Le gritó la disidente de Rómulo.

-Eso no tiene importancia. –Dijo el agresor mientras se acercaba cada vez más peligrosamente hacia Caithlin Dar. –Reza a tu deidad si es que tienes alguna antes de morir.

Cuando parecía acorralada en una esquina, Dar apretó un botón táctil que se escondía detrás de un mueble. Entonces unas luces potentes se encendieron en la habitación revelando la identidad de su atacante.

-Cónsul Dar. Ya has visto también demasiado va siendo hora de matarte.

-No… por favor. Yo sólo soy… una viuda, Suliban. Yo qué amenaza puedo representar.

-No se trata de quien eres ahora, sino de lo que fuiste antes… -dijo avanzando

Unos pasos más cuchillo en mano. –Eres aún una amenaza para nuestro líder.

Se oyó una detonación, detrás de él las puertas del camarote se abrieron precipitadamente.

Eran Otis y Picard en la puerta. Ambos llevaban fáseres en la mano y apuntaban contra el Suliban.

-¡Alto ahí! ¡Deténgase! –Le conminó el capitán de la Farragut.

El atacante se dio cuenta de que estaba entre la espada y la pared y decidió jugar todas sus posibilidades a una baza. Si él fallaba, la misión fracasaba, pensó. Entonces, con el puñal preparado en su mano derecha se precipitó sobre la cónsul.

Ésta esquivó su movimiento de ataque; fue entonces cuando Otis y Picard dispararon sus armas sobre el Suliban. Éste cayó pesadamente de rodillas. El cuchillo se le cayó de las manos cuando intentó tocarse los impactos de fáser y resbaló hasta los pies de la romulana. Ésta lo cogió en un movimiento rápido y se puso con él en posición defensiva.

El atacante suliban quedó tendido boca arriba. En su mono, los dos disparos de fáser habían provocado sendos agujeros quemados por el que manaba un líquido gelatinoso.

De repente, el alienígena sacó algo de su manga derecha y lo metió en la boca tragándoselo.

Otis se agachó junto al Suliban malherido.

-No hace falta que se moleste en interrogarme, oficial. Me acabo de tragar una píldora que me paralizará el cuerpo y tendrá un efecto rápido e indoloro.

-Sólo una pregunta ¿Quién le ha mandado? –Inquirió con brusquedad Otis.

Picard avanzó hasta el yaciente agresor y se agachó junto a Otis.

-Respóndanos y seremos benevolentes con usted.

El suliban se rió; ahora agonizaba y jadeaba. Con la respiración entrecortada por el efecto de la píldora paralizante, pronunció unas últimas palabras entrecortadas y mezcladas con risas.

-..Adivínenlo, capitán Picard, ja...ja...ja … ¿O quizás ha desaparecido en la nada?... Como yo… ahora… .

Entonces, Axais expiró.

Picard cerró los ojos y respiró con frustración. No era una gran pista pero se quedó aliviado al saber que quedaba sólo un agresor, pero el más peligroso de todos: Sarman Dar.

La disidente romulana se acercó hasta sus dos salvadores. Picard fue el primero en levantarse y hablarla:

-¿Está bien, cónsul?

-¿Y usted qué cree, capitán? –respondió con el orgullo propio de su raza. -Desde que mi esposo murió, he aprendido a cuidarme y valerme por mí misma. Créame que he sobrevivido a cosas peores, incluso al Tal’ Shiar. Solo quería saber por qué han llegado tan tarde para salvarme la vida.

-Habíamos monitorizado la respiración de este intruso hasta aquí, pero necesitábamos que actuara para poderle pillar in fraganti y reducirlo. Todavía nos queda suelto por la nave Sarman, aunque veo difícil que le sea fácil esconderse después de haber acabado con su esbirro.


La lanzadera Goddard proseguía su camino al encuentro de lo desconocido. En alguna dimensión subespacial paralela una amenaza se cernía sobre ellos.

Tras unos minutos de navegación a velocidad subluminica un pitido interrumpió el silencio que había en la cabina de vuelo. Era el panel de control de Sorak.

-Los sensores han detectado una emanación discontinua de radiación delta… y cronitrones.

-¡Bingo! –Exclamó un exultalte Daniels. -Buen trabajo, ingeniero. Focalice el lugar de procedencia de esas emanaciones. Desde luego están ahí.

-Localizo un área en el que las radiaciones aunque discontinuas son más intensas: Marcación 328.6.

-Intente acercarse lo más posible a esa área.

La lanzadera sobrevoló una zona de asteroides aparentemente vacía, sin embargo algo o alguien estaba al acecho y de pronto como una serpiente camuflada surgió de la nada.

-¡Maldición!¡Retroceda, Spock! ¡Es una nave de exploración Suliban! ¡Son ellos!

La nave se materializó sobre las rocas heladas, era de un color verdoso que se camuflaba muy bien con el color de las rocas espaciales.

-Han abierto una especie de brecha interdimensional… Miren detrás de la nave se ve algo entre las rocas. –Aseveró Spock con gran seriedad. -¿No es una Hélice Suliban, señor Daniels?

-Efectivamente, embajador.

-Señor… -Interrumpió Sorak. –La nave alien nos ha interceptado y se dirige hacia nosotros… Están armando sus armas de partículas…

-¡Maldición, hemos de salir de aquí! Spock vire hacia estribor y ponga rumbo a hacia la USS Farragut, es nuestra última oportunidad para salvarnos. Sin querer, hemos abierto la Caja de Pandora.

-¿Pandora? –Inquirió un curioso Sorak.

-Un antiguo mito terrestre. –Explicó Spock. –Los dioses de la Tierra le dieron a uno de sus personajes mitológicos llamado Pandora una caja para que su vida fuera lo más feliz posible pero ella fue demasiado curiosa y la abrió desatando todos los males que uno se pueda imaginar sobre aquel mundo. Por fortuna son sólo leyendas primitivas.

-Bueno, todo lo que había en esa caja se perdió, menos la Esperanza. Lo ha explicado muy bien, embajador. Ni yo lo hubiera hecho mejor. –Añadió Daniels.

-Aferrémonos a esa esperanza. –Insistió Spock. –Las posibilidades de llegar a la Farragut se están volviendo cada vez menores… ¡Miren!

Unas naves hexagonales procedentes del otro lado de la brecha se incorporaron a la nave exploradora que se dirigía en persecución de ellos.

-¡Maldición! ¡Sáquenos lo más rápido que pueda! –Le rogó Daniels al piloto.

Algunas de ellas comenzaron a disparar ráfagas de partículas.

-Intentaré ponerme en contacto con la USS Farragut. –Exclamó Sorak. –Es nuestra última y lógica esperanza.

-Como la que había en esa caja de Pandora. –Contestó el agente temporal.

-Daniels, se me está ocurriendo una idea… Podríamos usar esos asteroides como escudos, así les será más difícil hacer diana sobre nosotros.

-Hágalo, me parece una óptima ocurrencia Spock.


En el puente, sentado en el sillón de mando del capitán, Riker permanecía atento a cualquier novedad.

De pronto, la consola de Data comenzó a sonar.

-Señor, detecto unas explosiones de rayos de partículas muy cerca de aquí.

-Vayamos a averiguar qué pasa… Espero que no tengan que ver con los Suliban.

-Me temo que sí, comandante. Pero eso nos desviaría de nuestra ruta hacia Deneva V.

-Siempre podemos volver a nuestra ruta, trace un rumbo de intercepción, señor Data.

-Rumbo trazado.

La nave se desvió y esquivando rocas de varios tamaños llegó al lugar de la explosiones. Como si de una pequeña presa perseguida por lobos se tratase la Goddard trataba de evadir los disparos enemigos escondiendose entre las rocas espaciales. Riker se levantó de su asiento.

-Thebai, aumente 200 veces la pantalla, quiero ver con detalle hacia dónde se dirigen esas naves atacantes.

Riker se levantó de su asiento cuando se dio cuenta de que era nada menos la Goddard.

-Señor, nos están llamando desde la lanzadera. –Es el embajador Spock acompañado por Sorak y un… humano.

-Los bioscanners confirman las identidades de los sujetos vulcanianos, pero el humano nos es desconocido.

-Gracias, señor Data. Vamos a echarles una mano.

Una voz familiar se oyó a través del comunicador del puente.

-Comandante Riker, aquí el embajador Spock desde la lanzadera Goddard, solicitamos permiso para subir a bordo.

-Podríamos transportarles, pero tenemos los escudos de la nave subidos.

-Vamos a intentar entrar según un viejo plan del capitán Kirk… Plan B de Barricada, el señor Scott me entenderá lo que le digo.

-Desde luego… -Sonrió Scotty.

-De acuerdo, lo hablaré con él. Riker fuera. –Ordenó Riker. -Permanezca en contacto continuo con ellos, Thebai.

-Sí, señor. –Respondió la alférez de comunicaciones andoriana.

Riker se aproximó al viejo ingeniero de Enterprise.

-Sorpréndame, ¿qué es ese “Plan B de Barricada” [7] ? No lo he estudiado en los manuales de la Academia de la Flota Estelar.

-Algo tan simple como bajar unos segundos una de las compuertas del hangar de lanzaderas de las cubiertas superiores para que la Goddard entre.

-¿Sin rayo tractor? –Insistió Data.

-Sí, por maniobra manual. El señor Spock estaba hablando en clave para que los Suliban no nos interceptaran el mensaje.

-¿Qué posibilidades hay de éxito?

-Créame, siendo el embajador sobrepasa el 50%.

-Está bien, proceda con ese “Plan B”. Data ceda los mandos de la nave temporalmente al Sr. Scott. –Ordenó el Primer Oficial.

Data miró a Riker quien asintió. El androide abandonó su puesto para asumir el de la Estación Científica.

Scotty se sentó con suma reverencia en el puesto de timonel.

-¡Cómo echaba de menos esto! Y en cuanto vea a ese vulcaniano se va a llevar un buen tirón de orejas.

-¿Por qué? –Inquirió asombrado Riker.

-Por coger mi lanzadera, señor… Desde luego no se ha ido de picnic espacial con ella. Espero que me la devuelva intacta.


Daniels sonrió al ver en la pantalla principal de la Goddard cómo la USS Farragut se acercaba.

-Creo que mi ayuda está a punto de terminar, caballeros. Debería ir volviendo a mi época para que la Primera Directriz Temporal sea efectiva.

-Lo veo lógico. –Razonó Spock. -Gracias por ayuda, señor Daniels.

-Me he de llevar también el dispositivo que les he dejado.

-Sí, desde luego. –Asintió Sorak.

-¿Cómo hará para volver a su época? –Preguntó Spock.

-Con esto que llevo entre mis manos y con la ayuda del transportador de su lanzadera… –Dijo mientras sacaba un dispositivo esférico. –No sé si han visto alguna vez alguna Puerta Iconiana [8] , pero me ayudará a crear un efecto similar. ¿Por favor, señor Sorak?

Sorak desacopló la pieza ultratecnológica y se la devolvió a su legítimo dueño. De nuevo los familiares LCARS ocuparon las pantallas de control de la lanzadera.

-Si, desde luego… -Tenga.

-Fascinante. –Dijo Spock.

-¿Le resulta curioso, embajador? –Sonrió con malicia el humano del futuro.- Algún día la Federación dispondrá de este medio para viajar por el Tiempo. Pero necesitarán 500 años de progreso para ello, pero no será fácil. Tendrán que enfrentarse a una amenaza mayor que la de estos Sulibans, mayor que el ser electrónico V´Ger que amenazó a su mundo [9] , mayor que aquella Sonda alienígena que buscaba a las ballenas [10] .

-¿Una amenaza mayor…? -respondió el viejo amigo de Kirk. –Puedo percibir que usted sabe un secreto terrible.

Daniels cerró los ojos y respiró hondo. Sabía que escondía algo que no podía ser revelado. La habilidad vulcaniana para percibir esto le ponía nervioso al visitante del futuro. Volvió a mirarles con semblante serio pero comprensivo.

-Lo siento de veras, embajador… Podría mostrarles el futuro venidero, pero ya saben que no puedo. Será una prueba difícil para la Federación pero saldrán de ella no sin un gran coste de vidas y recursos. Necesitan pasar esa prueba para poder progresar como especie, como civilización. Espero que me entienda, Spock.

-Comprendo…

-Han hecho ustedes dos un gran trabajo. Teníamos que hacer salir a esas alimañas de su escondrijo temporal y lo hemos logrado. A partir de aquí, tendrán ustedes que luchar esta batalla por sí mismos.

-Ha sido un placer recibir su ayuda. Ahora entiendo por qué Archer profesaba una gran admiración hacia el “misterioso ser” del que tanto habla en sus memorias.

-No he hecho más de lo que ustedes habrían y han hecho por la Flota Estelar de este tiempo… Recuerde que nos une el mismo juramento, además de nuestra Primera Directriz Temporal– Dijo Daniels antes de subir a la plataforma del transportador.

-¿Primera Directriz Temporal? -Inquirió Sorak.

-La misma que el señor Spock ya conoce… lo que puede pasar si se altera un solo hecho histórico. ¿Recuerda lo que ocurrió aquella vez en el Guardián de la Eternidad [11] ?

-Perfectamente. Entiendo lo que me quiere decir.

-Está bien… Nos veremos quien sabe en algún lugar del Futuro, no lo olvide.

-Descuide, lo recordaremos.

-Es tiempo de decir adiós… o hasta pronto, amigos.

-Larga y próspera vida. –Se despidió el embajador haciendo su tradicional salido.

-Lo mismo le deseo y ahora, energicen, por favor….

Sorak activó el rayo transportador.

Daniels miró una última vez a sus dos aliados vulcanianos. Detrás de él comenzaron a formarse como hileras luminosas que reproducían distintas fases de la historia de la Tierra y mundos federales como Orión, Vulcano o Andor.

Sonrió y dijo mientras sus palabras parecían diluirse en un eco:

- Quizás alguna vez nos veamos… Sólo el tiempo lo dirá, amigos... Y recuerden: Nunca estuve a bordo de esta nave.

Repentinamente, todas las líneas del tiempo y el espacio confluyeron en una sola. Y Daniels y su escenario multiépoca desaparecieron en un haz luminoso horizontal.

Tan sólo quedó el rítmico bucle de los sonidos de los aparatos de la Goddard.

-Bien, prosigamos, Sorak. Volvamos a nuestros puestos.

Sorak y Spock tomaron de nuevo asiento en los puestos de la lanzadera.

-Embajador, los enemigos se acercan cada vez más.

-Bien, Sorak, contacte con la Farragut, dígales que estamos listos para el “Plan-B”. Mientras, páseme todos los controles manuales, y vaya monitorizando cada veinte segundos la posición de nuestros atacantes.

-Señor, tengo a la USS Farragut en nuestra ruta de intercepción. Distancia 2247 metros. –gritó Sorak. –Sin embargo, las naves sulibans están dándonos alcance

-De acuerdo. Inicio maniobra de aproximación.

La nave nodriza se acercaba con precisa velocidad al encuentro de su desvalida hija. Las naves hexagonales enemigas estaban a punto de alcanzar el radio de disparo efectivo sobre la lanzadera. Algunos de los hexágonos suliban comenzaron a lanzar rayos de partículas sobre la indefensa lanzadera. Spock viraba a babor y a estribor la navecilla para esquivar los rayos. Uno de ellos dio en una de las barquillas de la Goddard y zarandeó por el suelo a sus dos ocupantes del asiento.

Reaccionando rápidamente, Spock volvió a sentarse en su puesto y controló como pudo aquel impacto.

-Nos estamos escorando, Sorak. Cuando pueda desvíe la energía principal a las barquillas.

-850 metros y acercándonos más a la nave del capitán Picarc, señor.

Con la Farragut yendo a su encuentro la lanzadera tenía más posibilidades de sobrevivir. Spock volvió a retomar el control de la nave.

-Abra un canal con la Farragut, ingeniero.

-Canal abierto, embajador.

-De acuerdo. Spock a Farragut, abran compuertas.

La voz escocesa de Scotty se oyó a través del comunicador de la lanzadera.

-¡Señor Spock! Se le echaba ya de menos a bordo… Abriendo compuertas… Espero que entre usted mejor que el capitán Kirk la primera y última vez que lo intentó.

Spock levantó una ceja y miró a su copiloto vulcaniano.

-Fue Sulu, Sr. Scott…

La lanzadera estaba a punto de ser destruida por las naves Suliban cuando en ese momento llegó la preciada ayuda de la USS Farragut cruzándose en la diagonal de tiro de las naves enemigas.

-¡Ahora, señor Spock! –dijo la voz de Montgomery Scott a través del comunicador de la Goddard. -Pueden entrar cuando quieran, los escudos están bajados momentáneamente.

Como un ave a la búsqueda de protección en su nido, la lanzadera comandada por Spock entró despacio y de manera precisa por el escaso hueco, llevándose en su interior su valiosa carga.

*****

Scotty se levantó de su puesto de timonel y alzó los brazos en alto presa de una gran alegría.

-¡Hurra, hurra!

Algunas risillas se elevaron en el silencio del puente. Riker se alegró y acabó en una sonora carcajada. Comprendió enseguida qué es lo que unía durante tantos decenios a la tripulación de Kirk. Por supuesto había una jerarquía de cadena de mando pero también una amistad familiar entre ellos que sobrepasaba la camaradería militar. Ellos no tenían familia ya que entre sí eran una familia.

Pero las circunstancias devolvieron a Número Uno a la dura realidad. Se alegraba con el ingeniero escocés de que la misión hubiera sido un éxito. Sin embargo no podían todavía cantar victoria.

-¡Suban inmediatamente los escudos!-ordenó Riker.

Mientras, Data, desde su consola científica, comentó:

-Señor, la brecha interdimensional se está abriendo cada vez más… Y de ella está saliendo… algo… Es una extraña estructura que los ordenadores de abordo identifican como una Hélice Suliban.

-Lo que nos faltaba, esa gente nos va a preparar la enésima guerra fría temporal en nuestro siglo. Data, pase a alarma roja y déle potencia máxima a los escudos.

Como avispas saliendo de un panal, algunas naves hexagonales se despegaron de la nave nodriza y se unieron a la bandada de otras naves que habían estado persiguiendo a la lanzadera de Spock minutos antes de encontrar refugio en la USS Farragut.

Algunas comenzaron a disparar sus rayos de partículas sobre el casco de la nave federal. Unas seguían a la nave pero otras pasaban en vuelo rasante por delante el casco en una maniobra envolvente.

Los disparos impactaban sobre el casco y producía ligeros tambaleos en el platillo de la Farragut.

-Esas bolas hexagonales me están poniendo nervioso. –Protestó Scotty. –Nunca ví nada parecido.

-Data, -ordenó Riker. –quiero que tome el mando del puesto táctico y que empiece a disparar a esas cosas.

-Eso es pan comido.

-¡Vaya Data! Veo que poco a poco va asimilando algunos modismos… humanos.

-Señor, eso se lo oí de labios de usted… No cuesta nada coger la palabra, y encontrar la subrutina necesaria para encajarla en el diálogo, multiplicando los parámetros semánticos…

Riker miraba con una sonrisa picarona cómo el androide se enrollaba solo.

-Me imagino que lo que quiere decir que encontró el modismo justo en el momento justo… -Se rindió Riker.

-¡Ehh.. si, señor! Se puede decir que es así!

Los disparos del enemigo era cada vez más precisos.

-Escudos al 78%.-Confirmó Data.

-Maniobra evasiva, señor Scott.

Continuará...


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Referencias:
1 .- ST: “Generations”. Raza con habilidades telepáticas y muy longeva. En la misión a bordo del Enterprise B, Kirk rescató una nave de una flotilla de dos.
2 .- Nombres en los distintos mundos de ST para designar al Paraíso (ST V: La última Frontera)
3 .- Sala de esparcimiento a bordo en las naves federales del s.XXIV. Guinan fue la responsable y la hostess de dicha sala a bordo del USS Enterprise-D durante varios años. Aquí en STR, se supone que tras los eventos de Veridian III (ST: “Generations”) se incorpora con el resto de la tripulación de su antigua nave a la nueva asignación, la USS FARRAGUT.
4 .- “The troubles with tribbles” (TOS). Es la estación espacial en la que tiene lugar los eventos con los tribbles, bichos peludos que se multiplican si no se les controla.
5 .- Té negro de Ceilán con notas de bergamota, es el preferido de Picard.
6 .- Ver http://www.astroseti.org/imprime.php?codigo=2027
7 .- ST V: La última frontera.
8 .- Raza desaparecida capaz de viajar a través del tiempo que construyó una especie de portales temporales (TNG).
9 .- Alusión a eventos de ST I: La Película. V´Ger era un viejo satélite de la serie “Voyager” que cayó por un agujero negro y acabó en el planeta máquina siendo reparado con esta tecnología por esta raza. Tiempo despues reaparece en la Tierra buscando a su creador, que no era otro que el hombre.
10 .- Alusión a eventos de ST IV: Misión, Salvar la Tierra en la que una sonda llega a la Tierra para saber por qué habian perdido contacto con las ballenas.
11 .- Referencia a TOS: La Ciudad en el Límite del Tiempo.

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