| Título: Las Guerras Borg: Prólogo: Operación Asimilación Autor: Miguel Ángel Naharro Portada: Esteban Decker Publicado en: Febrero de 2008
Por siglos, ha existido una fuerza terrible, casi imparable...Que se desplaza por toda la galaxia, sembrando el caos y la destrucción a su paso. Muchos mundos y muchas civilizaciones enteras han desaparecido sin dejar rastro al enfrentarse a ellos. Ahora han regresado, los Borg ya están aquí ¡La resistencia es fútil!
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Bienvenido al mañana...”
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Creado por Gene Rodenberry
El grupo de naves talarianas salió de repente de velocidad warp. En el puente de la nave insignia, el capitán Jono ordenó que preparasen los suministros para la colonia de Denotria. Los colonos llevaban tiempo esperando el equipamiento, los alimentos y las maquinas para recolectar las cosechas de idasa. Le habían encargado hacer entender, que aunque la colonia estaba alejada de Talar y del centro de la Republica Talariana, seguían perteneciendo al gobierno talariano y no los tenían en el olvido.
- ¿Vamos a tomarnos un pequeño permiso en Denotria, capitán?- Preguntó el primer oficial Jadar.
Jono lo pensó durante un instante, para luego asentir afirmativamente. No solo por el descanso de sus hombres, si no por que su presencia física en la colonia reafirmaría aún más la idea de que la republica cuidaba de los suyos. Pesé a que todos lo trataban como un igual, Jono no era un talariano de nacimiento, aunque si de corazón. Pertenecía a una raza extranjera que llamaban “humanos”. Tiempo atrás, la Federación y los talarianos tuvieron una serie de conflictos fronterizos, y en una de las incursiones en la frontera de la Federación quedó arrasada una de las colonias. Él fue uno de los supervivientes de la batalla, y siguiendo una importante costumbre talariana que dicta que los talarianos tienen el derecho de reclamar la tutela y educación de los hijos de los enemigos muertos, lo acogió en su familia.
Para Kendar, fue un hijo más de su familia, nunca se sintió desplazado ni menos talariano que nadie. Conoció una vez a los humanos, y sus costumbres y cultura le parecieron muy extrañas y ajenas. Él ya no pertenecía a ese mundo, ya no se consideraba humano, si no un talariano y nadie osaba recordarle su origen, bajo pena de ser arrestado. [1]
- Capitán, capto unas lecturas anómalas que confunden a los sensores y no podemos detectar la presencia de la colonia, es como si fuese invisible para los sensores de la nave.- Dijo uno de sus hombres.- Además, no responden a nuestra llamada.
Jono se acercó al panel donde trabajaba su soldado.
- ¿Esta seguro? Que extraño…
El capitán Jono tomó una rápida decisión.
- Jadar, reúne a un grupo de hombres armados, yo los encabezaré, que estén preparados para cualquier contratiempo.- Ordenó autoritariamente.
Poco después, Jono y un escuadrón de seis soldados talarianos se materializaban en la superficie del planeta. Para su sorpresa, una columna de humo y el olor a quemado les recibió. ¿Dónde estaba la colonia? No consiguieron ver nada hasta que el humo se despejó. Ninguno de los allí presentes pudo reprimir un escalofrío. En ese lugar, donde debía estar la colonia sólo había un inmenso cráter.
Jono se arrodilló desesperado. ¿Quién podría ser el culpable de semejante masacre? ¿klingons? ¿cardassianos? ¿la Federación? Ninguno de ellos habría actuado de semejante forma ¿habría regresado el Dominion? Aunque así fuese, durante la guerra firmaron un pacto de no agresión con los invasores del cuadrante Gamma, no les hubiesen atacado sin provocación. Fuese quien fuese, lo pagarían con creces. La muerte de los hombres, mujeres y niños de Denotria no quedaría impune.
- Capitán Jono, es mejor que vuelva a la nave, estamos recibiendo una señal desde Talar.- Le informó Janar a través del comunicador.
Con la intención de informar inmediatamente a sus líderes de lo ocurrido en la desaparecida colonia se transportó a su nave. En el puente, sus soldados se hallaban nerviosos y consternados por la noticia de lo acontecido con sus compatriotas.
- Señor, tenemos sólo señal de audio, proviene directamente desde la capital de Talar.
- Oigámosla.
- Zzzz "Somos los Borg. Bajad vuestros escudos y rendíos. Vuestras características biológicas y técnicas serán asimiladas. Vuestra cultura se doblegará a nuestro servicio. La resistencia es fútil” zzzz
Los rostros de todos los talarianos del grupo de naves comandadas por Jono se tornaron pálidos al escuchar la voz chirriante, carente de entonación o emoción alguna.
Los borg- Pensó Jono- Los borg nos están atacando.
Reponiéndose a la impresión inicial, Jono se giró hacía los soldados bajo sus ordenes.
- Nuestros amigos, nuestras hermanas y hermanos nos necesitan. Somos talarianos y no podrán doblegarnos tan fácilmente. Poned rumbo a Talar, nos uniremos a la lucha por nuestro hogar. ¡He dicho que rumbo a Talar!- Gritó Jono.
Los soldados reaccionaron velozmente a la orden de su superior y el grupo de naves de guerra activaron los motores a máxima velocidad.
Pese a su confianza exterior, Jono estaba aterrado ante la posibilidad de la destrucción y el exterminio de toda su raza.
- Hemos llegado.- Dijo casi en voz baja, como si le costase que le saliesen las palabras.
A Jono no le extrañó que su piloto se hubiese quedado sin habla. La imagen que podían observar a través del monitor era dantesca.
Los fragmentos de la mayoría de la antaño orgullosa flota talariana flotaban en el vacío sideral, como mera chatarra espacial alrededor del planeta Talar. Las naves supervivientes que no se hallaban a la deriva e inservibles, seguían intentando atacar al enemigo que invadía su hogar.
Los ojos de Jono se centraron en la nave borg, su tamaño era desmesurado, las naves talarianas parecían niños ante un colérico gigante. Era un enorme cubo que rompía todas las leyes de la aerodinámica, de color gris y negro, con una luz verdosa y siniestra que emanaba de su interior.
La monolítica nave se acercaba amenazante al indefenso mundo, prácticamente ya derrotadas todas sus defensas.
- ¡Formación de combate! ¡carguen todo el armamento!- Gritó Jono.
La voz de su capitán hizo que su tripulación despertase del letargo y se concentrasen en obedecer sus órdenes.
Jono se sentó en su sillón de mando y rezó a sus dioses para que velasen por ellos.
Las naves descargaron todo su arsenal sobre el casco del cubo borg. Los rayos de plasma y los torpedos de impacto cruzaron el vacío, resplandeciendo levemente al impactar y apagándose un segundo después sin apenas haber hecho ninguna mella en la superficie de la nave.
Los borg contraatacaron con un devastador disparó que hizo estallar una de las naves.
El puente de la nave de Jono tembló.
- Tratan de fijarnos con su rayo tractor.- Indicó uno de sus hombres.
Otra de las naves a su mando disparó a discreción contra los borg, con la intención de liberar a la nave insignia. Otro rayo surgió del cubo borg, haciendo explotar a otra de las naves. No dejaba de temblar todo el puente. Jono sabía que no podrían lograrlo. La Flota Estelar, con todo su potencial bélico y tecnológico estuvo apunto de sucumbir ante los borg ¿Qué podrían hacer ellos con su modesta tecnología ante semejante demostración de fuerza?
Durante un instante, detrás de la nave que les aprisionaba, vieron varios destellos de luz, para a continuación surgir más naves borg. Jono pudo contar media docena de cubos borg y dos naves
esféricas, más pequeñas que los imponentes cubos. Había oído las historias de los intentos de los borg por destruir a la Federación y siempre se hablaba de un solo cubo borg que casi acabó con toda la Flota Estelar. Tembló sólo de pensar en que sería capaz de hacer una fuerza de ataque como la que estaba contemplando en ese momento.
La cubierta se tambaleó, recordándole que seguían prisioneros del rayo tractor del cubo borg. Una terminal estalló, iniciando un pequeño incendio en el puente.
- Nos hemos quedado sin escudos, señor.- Dijo uno de sus hombres.
Jono se dio la vuelta y abrió un panel cercano. En su interior se hallaba un buen número de rifles de pulsación, empezó a pasárselo a la tripulación. Sabía lo que vendría ahora, intentarían tomar la nave por la fuerza.
- Prepárense para…
El zumbido de varios drones borg materializándose en el puente le hizo no terminar la frase. De inmediato dispararon sobre uno de los drones, cayó ante los disparos, pero el siguiente ya se había adaptado a sus armas, haciéndose totalmente inmune a sus esfuerzos por acabar con él.
Jono se lanzó a intentar golpearle con su arma, el borg lo apartó sin esfuerzo, lanzándole contra uno de los paneles. Su primer oficial acudió a ayudarle, sin poder evitarlo, distraído por el borg que le
había atacado, otro se acercó por su espalda y de su mano surgieron dos apéndices metálicos que se le clavaron en el cuello, inoculándole en su cuerpo las nanosondas que lo asimilarían y lo convertirían en uno de ellos.
- ¡Jalar!
Los efectos del virus se dejaron ver de inmediato en su rostro y en su cuerpo. En sus ojos Jono pudo observar como su primer oficial le suplicaba que le ayudase.
Jono acabó con su sufrimiento disparándole con su arma en la cabeza. Le había librado de algo mucho peor que la muerte.
El resto de su tripulación no correría mejor suerte. Los borg habían acabado con ellos o iniciado la asimilación. Odiándose a si mismo, abrió una compuerta y se deslizó por ella, volando el panel de acceso para retrasarlos lo más posible. Apenas tardarían en abrirse paso, pero justo el tiempo que necesitaba para llegar a la capsula de escape de la nave.
Mientras accedía al pasadizo que lo llevaría hasta la capsula, pudo escuchar como los borg estaban abriendo la compuerta con sus lasers.
Se introdujo en la pequeña capsula y con rapidez, pulsó el control que la liberaba y la soltaba al espacio.
Desde donde se encontraba pudo ver como ya no quedaba ninguna nave que pudiese plantarle cara a los borg. En solo unas pocas horas habían aniquilado sin apenas resistencia a la orgullosa Republica Talariana.
No pudo reprimir un gemido de dolor al ser consciente de que todo lo que amaba ya no existía. Su padre, sus amigos, sus familiares. Todos habrían perecido o se habían transformado en borg. Sólo el instinto de supervivencia le hizo subirse a la capsula para intentar salvarse. Ya no tenía nada por lo que vivir realmente. En su mente se formó el rostro de su padre adoptivo. Nunca más compartían una comida, saldrían a pescar keraks o harían ejercicios tácticos juntos. Gritó con todas sus fuerzas, un gritó fruto de la rabia y de la impotencia, lo hizo hasta que su garganta quedó dolorida y no pudo más. Desde donde se encontraba fue consciente de que varias naves se introducían en conductos transfactoriales, en dirección probablemente a nuevos mundos que asimilar.
La capsula empezó a oscilar sin control, hasta que se detuvo. Un resplandor le obligó a cerrar los ojos. Sabía lo que eso significaba. Le habían capturado.
El haz de fuerza atrajo la minúscula capsula de escape al interior de uno de los cubos borg.
El capitán Klag permanecía sentado en la silla de mando de la I.K.S. Gorkon, una de las naves de la Fuerza de Defensa Klingon.
Klag se encontraba satisfecho, tras su última misión, en la frontera de territorio del imperio, el registro de combate de la nave ya iba teniendo un número importante de victorias y eso subiría la moral a la tripulación. [2]
Ya no sólo era el héroe de la batalla de Marcan en la guerra con el Dominion, si no que en los últimos años se estaba labrando un nombre como capitán de la Gorkon y empezaba a ser respetado dentro de la Fuerza de Defensa.
Klag se levantó de su silla, con la necesidad de ir al comedor y servirse una jarra de raktajino [3] .
- Estaré en el comedor de oficiales. Llamadme si surge cualquier cosa.- Dijo Klag a su primer oficial Drex.
-Si, señor.- Contestó Drex.
Varios miembros de la tripulación se mantenían alrededor de una gran mesa, llena de todo tipo de comida típica klingon. Klag se sentó y se sirvió el raktajino y puso un puñado de gagh y una porción de empanada de sangre rokeg en un plato y se dispuso a comer.
En un rincón, un klingon llamado Kog mirada fijamente al capitán, mientras vaciaba en su garganta un pellejo de vino de sangre. Durante la última misión, Kog cometió un error en una maniobra y Klag lo ridiculizó ante toda la tripulación, quedando como un torpe y un inepto. La familia de Kog era una familia prestigiosa y no estaba acostumbrado a que nadie se riese de él en público y quedase impune.
Kog dio un largo y último trago al pellejo de vino y lo arrojó a un lado. Desenvainó su d´k tagh [4] y fue directo hacía donde se encontraba el capitán. Kog dio una patada a la silla que estaba al lado de Klag.
-¡Nadie se ríe de mí y de mi casa y queda impune! ¡levanta y lucha, petaQ! [5]
Klag escupió un trozó de gagh y sus ojos se posaron en el soldado.
- ¿Me esta desafiando, soldado? ¿quiere mi puesto?
El comedor quedó en total silencio. Klag se incorporó sosteniendo la mirada a Kog.
No tenía ganas de acabar con Kog, pero si no aceptaba el desafio, seria una señal de debilidad para el resto de la tripulación, y era lo último que un capitán klingon debía mostrar.
- Terminemos esto, aquí y ahora.
- Eres un klingon mimado y presuntuoso, Kog. Adelante.- Dijo Klag seguro de si mismo al tiempo que sacaba su arma.
Los dos contendientes se estudiaban, preparándose para atacar, ambos gruñían, intentando avasallar a su oponente.
Los soldados que se situaban alrededor soltaban cánticos a favor de Klag
Kog lanzó su ataque, y Klag bloqueó la puñalada con su d´k tagh, para después contraatacar con un movimiento rápido que Kog apenas vio venir. La hoja de la daga de Klag había hecho un surco en el brazo de su contrincante. Klag gruñó con más fuerza y esquivó el torpe ataque de Kog.
Kog era más joven y fuerte que Klag, pero este era mucho más experimentado en el arte del combate que quien lo había desafiado. Aunque Kog lo ignoraba, nunca tuvo ninguna posibilidad. El capitán derribó a su oponente y con un alarido de triunfo le clavó su d´k tagh en pleno pecho. Kog murió en el acto y Klag abrió los ojos del fallecido klingon y gritó al cielo. [6]
Las celebraciones en torno a Klag se elevaron. El capitán se volvió a sentar a la mesa, para seguir con la comida que estaba disfrutando cuando lo interrumpió Kog.
Un rato después, Klag regresó al puente, acababa de tomar asiento, cuando Drex le comunicó algo.
- Recibimos una llamada de socorro desde la estación N´Kandar.
- ¿De que se trata?- Preguntó el capitán.
- Es una señal automática de emergencia.
Klag gruñó. Podría tratarse de un simple fallo en el sistema, que hubiese disparado la señal de emergencia, lo que haría que perdiesen el tiempo en ir hacía allí para nada. En caso de no ser así, no podría arriesgarse a no acudir a una llamada de auxilió de un complejo klingon.
- Infórmeme sobre la estación N´Kandar, teniente Toq.
El segundo oficial de la Gorkon se giró rápidamente para atender a su capitán.
- Es una estación de investigación científica y armamentística de clase G´bak. Doscientos habitantes, en su mayoría científicos.
Klag no ocultó su disgusto. Entendía que el Imperio necesitase de los servicios de científicos que creasen nuevas armas y naves para las campañas con las que obtener nueva gloria para el Imperio, pero no podía evitar sentir un cierto recelo contra cualquier klingon que eligiese esa senda y no la senda del guerrero.
- Ponga rumbo a la estación.- Ordenó Klag finalmente.
La Gorkon cambió de rumbo y saltó a velocidad warp.
En su despacho, el capitán Klag sonrió satisfecho mirándose el brazo derecho. Nadie diría que no hacia tanto le habían trasplantado el brazo de su fallecido padre para sustituir el que perdió en la batalla de Marcan años atrás. Como buen klingon, exhibió la herida de la batalla, la perdida de su brazo, con orgullo. Las cicatrices de guerra eran señales de las victorias de un buen guerrero klingon. Sólo la certeza de que su victoria contra los jem hadar en Marcan fue más fruto de la adrenalina y la rabia de ver a sus compañeros muertos que de su pericia como guerrero le hizo desistir de permanecer con solo un brazo. Tenía que volver a ser el guerrero que fue y con el tiempo, accedió a volver a tener un brazo, no una prótesis mecánica como le sugería su oficial médico B'Oraq, si no llevar el brazo de su fallecido padre. B'Oraq no era una médico klingon habitual, sin duda sus métodos eran revolucionarios para un doctor de una nave klingon. No en vano había estudiado los métodos de la Federación con la intención de aplicarlos en el Imperio. No podía decir que hubiese confiado en ella desde un principio, pero si había llegado a admitir que era muy competente y les salvó la vida en numerosas ocasiones, no necesitaba más. El brazo de su padre funcionaba como si hubiese nacido con él. Un brazo que sirvió en la Fuerza de Defensa durante tres décadas era más digno de un guerrero que una pieza de maquinaria.
Alguien llamó al timbre de la puerta de su despacho.
- Adelante.
Kurak, la jefe de ingenieros se hallaba en el umbral de la puerta. Sus ojos marrones le observaban tranquilamente.
Klag suspiró. No estaba de humor para soportar las quejas de la quisquillosa klingon.
- ¿Ocurre algo, comandante Kurak?
- Me he enterado que nos dirigimos a la estación N´Kandar. Allí esta asignado por el Instituto Científico mi hermano pequeño Dekan.
Klag no pudo evitar cierta sorpresa. Kurak siempre estaba de mal humor, mascullando entre dientes y lanzando amenazas contra todos los que se cruzaban en su camino, sin embargo, la expresión de su rostro revelaba que se encontraba apesadumbrada por alguna cosa.
- ¿Hace mucho que no lo ve?
- Desde que era apenas un niño, ahora debe ser todo un hombre. ¿Sabe que es lo que ocurre?
- Aún no, Kurak, pero no tema, volverá a ver su hermano, si Kahless así lo desea.- Observó Klag.
- Por supuesto. No le molesto más, capitán, tengo mucho trabajo que hacer.
Klag asintió y con un gesto despidió a la mujer.
Parece que la doncella de hierro tiene un corazón dentro- pensó Klag con una leve sonrisa en su feroz rostro. El klingon decidió irse a la sala de hologramas de la Gorkon para hacer unas sesiones de combate mientras llegaban a su destino.- Un guerrero siempre tenía que estar en plena forma, preparado para entrar en combate en cualquier instante- Se dijo a si mismo agarrando con mano firme su bat'leth.
El potente rayo tractor introdujo la capsula de escape en las entrañas del coloso metálico, quedando sujetada por unos anclajes magnéticos que impedían cualquier movimiento. Jono abrió la compuerta y sacó su arma, consciente de que no llevarla no significaría una gran diferencia, pero le daba más seguridad el tenerla consigo.
Estaba todo envuelto en penumbras, apenas iluminado por una luz verdosa que le daba al lugar un aspecto fantasmagórico y siniestro.
Desde dos corredores diferentes, comenzaron a llegar drones borg. Jono disparó, apenas retrasándoles unos segundos. La intrincada prótesis metálica que llevaba uno de ellos en lugar de su mano se movió, activando un haz rojo que hizo estallar su arma, causándole quemaduras en su mano. Apenas pudo resistirse a otro drone borg que le inmovilizó por completo, conduciéndole por una red de corredores que recorrían el interior del cubo como si sólo fuese un muñeco de trapo. Todo estaba construido con metal de diversas aleaciones, entrelazado por miles y miles de conductos, tubos y compartimentos, dispuestos aparentemente sin ningún criterio. Daba la sensación de ser un lugar construido como una gigantesca colmena metálica. Percibió a varias docenas de borgs erguidos e inmóviles en sus compartimentos, esperando a ser activados cuando el colectivo les necesitase.
En su camino, y ante su sorpresa se cruzó con varios talarianos. Inmediatamente se dio cuenta de que las nanosondas ya habían comenzado a infectar sus organismos. Tenían la mirada perdida y vacía. Iban acompañados por zánganos borg, seguramente para empezar a sustituir parte de su carne por el frío metal. Al entrar en otro nivel, pudo contemplar como compatriotas suyos eran mutilados, añadiéndoles complicados implantes cibernéticos por todo el cuerpo.
El movimiento en el cubo era continuó. Cada uno de los miles de borg que habitaban en él tenía una tarea por realizar. Jono se preguntó cual seria su función cuando lo asimilasen, y si recordaría alguna vez la persona que fue. Esperaba al menos que fuese indoloro y rápido, que pasase al olvido en un instante, sin dolorosos y traumáticos preámbulos.
El borg que le sujetaba se paró durante un instante y pareció mirar con el foco sensor que tenía en un lado de su cara a otro borg. ¿Se comunicaban? Jono sintió un escalofrío al observar una de las cámaras abiertas. En su interior, en varios recipientes, flotaban en algún tipo de líquido bebés y niños pequeños, sujetos por tubos que se introducían en sus pequeños cuerpos y con partes cibernéticas que les habían sido implantadas.
Dormirían en esas cámaras de maduración hasta que despertasen, y entonces ya no quedaría nada de ellos ni de su consciencia, serian nuevos miembros de pleno derecho del colectivo borg.
El pensamiento de esos pobres niños siendo transformados en autómatas bio-mecánicos sin mente le hizo intentar liberarse una última vez, sin mayor éxito que antes. La fuerza del borg hacía inútil todos sus esfuerzos.
Reiniciaron la marcha, hacía donde quiera que le llevasen. El espíritu combativo que cultivó Kendar en él desde pequeño le hacía aún más difícil el ver que no podía evitar su destino, de que no había nada que pudiese hacer para cambiar que pronto ya no existiría como individuo.
El borg se paró de pronto y le soltó. Jono se apartó inmediatamente de él. Y se dio cuenta de que estaban en una cámara de gran tamaño, con una estructura central, similar a un gran tubo metálico, rodeado de cables que formaban una intrincada tela de araña metálica. Su captor parecía ignorarle por completo. No era una amenaza y no era digno de su atención. Fuese como fuese, Jono era consciente de que en este lugar viviría sus últimos momentos como persona, como individuo independiente.
Drex se acarició su acicalado bigote sin dejar de mirar en la pantalla principal la estructura metálica de la estación de investigación N´Kandar. Tenía una extraña sensación, como si algo terrible estuviese a punto de suceder. No sabría explicarlo con palabras, pero tenía un mal presentimiento. Los científicos de la estación no contestaban a las llamadas de parte de la Gorkon y los sensores no conseguían penetrar en el interior de la estructura. Al parecer había diversas fugas de energía en varias de las cubiertas de la estación, lo que seguramente interfería en el sistema de comunicación entre otros.
- ¿Y bien? ¿Cuál es el informe?- Preguntó impaciente el capitán Klag que acababa de entrar en el puente.
-
No tenemos comunicación con la estación y nuestros sensores no pueden penetrar en su interior. Tiene algún tipo de avería que interfiere con ellos.
- ¿Tiene algo más que añadir?- Dijo Klag al ver que su primer oficial se le quedaba mirando.
Drex negó. Sabía que el capitán no le tenía en gran estima, ya que al concederle la capitanía de la Klag, se le fue impuesta su presencia por los mandos de la Fuerza de Defensa, como la de otros muchos de la tripulación. El ser el hijo del ex-canciller Martok no ayudó en nada a que tuviesen una buena relación. Prefería no comentarla nada a cerca de su presentimiento, si lo hacía, era probable que pensase que quería torpedear la misión y hacerle quedar mal. No era el caso, algún día le desafiaría y se haría con el mando de la Gorkon, pero ese día no había llegado todavía.
- Leksit, acople la Gorkon a la estación. Entraremos con un grupo bien armado y averiguaremos que
es lo que ocurre. Si alguien ha osado hacer daño a los ciudadanos del Imperio se lo haremos pagar muy caro.
Realmente no estaba tan preocupado por la seguridad de los científicos, como por saber quien se habría atrevido a atacar la estación. Por otra parte, por lo que él sabia, podría ocurrir cualquier cosa, quien sabía si algún experimento no había salido mal y los habría exterminado a todos. Cuando se decide no ser un guerrero ocurre lo que tiene que ocurrir- pensó Klag.
-Rodek, Tog, Kergin, Lok, Drex y Kurak os vendréis conmigo para entrar en la estación.
Drex torció el gesto, sin llegar a decir nada. Lo lógico seria que se quedase en la nave, por si el capitán no regresaba, pero estaba claro que prefería tenerlo donde pudiese verlo o igual deseaba que hubiese algún accidente que lo quitase de en medio. Apartó esa idea, si el hijo del ex-canciller fallecía en una misión comandada por el mismo, el deshonor y las sospechas caerían sobre Klag. Y aunque Martok no era el líder del alto consejo en estos momentos, su familia seguía teniendo muchos seguidores y amistades en el Imperio. Puede que su hijo no le cayese bien, pero Martok era un buen hombre, un extraordinario guerrero y con un alto sentido del honor. No le gustaba como habían conspirado para arrebatarle el cargo aprovechando que se recuperaba de un intento de asesinato [7] , pero el era sólo un guerrero, no sabia nada de las políticas e intrigas de la capital del Imperio.
Poco después, ante la compuerta de acceso a la estación, se encontraba el capitán Klag y sus hombres. Klag llevaba su bat'leth, así como un disruptor y su d´k tagh. El resto de acompañantes también iban bien armados.
- Habrá la compuerta.- Ordenó Klag mirando a Kurak.
La ingeniero jefe manipuló el control y la compuerta se deslizó lentamente. Con rapidez, se desplegaron para determinar que estaba todo despejado y sin enemigos a la vista.
- Kurak, camine a mi lado, analice con su sensor por si encuentra alguna anomalía. Nos dirigiremos al centro de control de la estación.- Dijo el klingon.- Rodex y Drex os quedareis vigilando la zona de acceso a la nave. El resto con nosotros.
Drex no pudo evitar mostrar el desagrado por la decisión de Klag en su rostro. El que hubiese encargado semejante tarea al primer oficial de la Gorkon era más que denigrante.
Klag observó como se marchaban y con un gesto hizo que se moviesen hacia el elevador, que los llevaría cubiertas más abajo, en dirección al centro de control.
- Alguien tendría que haber detectado nuestra presencia. Empiezo a dudar de que quede alguien con vida en esta estación.- Comentó Klag.
Kurak suspiró, al pensar en su hermano pequeño.
- Mis disculpas, comandante, no hagas caso de mi pesimismo, espero que podamos encontrar a tu hermano.- Apuntó Klag poniéndole una mano encima del hombro a la mujer klingon.
Al abrirse las puertas correderas del elevador notaron que algo no iba bien de inmediato. La apariencia interna de la estación había cambiado casi por completo. La estructura, color, todo era diferente de la típica arquitectura y diseño klingon. Klag advirtió también que la temperatura ambiental era más elevada de la habitual para los de su raza.
Kurak se quedó observando todo lo que les rodeaba, al tiempo que Klag distribuía a sus hombres en posiciones de combate.
La ingeniero klingon analizó con detenimiento la nueva tecnología que cubría los pasadizos como una nueva piel las cubiertas de la estación. Por algún motivo, a Klag le eran tremendamente familiares, como si los hubiese visto en algún sitio anteriormente.
Kurak se volvió hacía Klag. Parecía mortificada por alguna cosa.
- Kahless nos asista. Esta tecnología… Es borg.
Entonces recordó unas especificaciones sobre los borg y su tecnología que analizó tiempo atrás. Por eso le era tremendamente familiar.
- Procedamos con precaución.- Ordenó Klag.- Kurak, ¿puedes meterte dentro de sus computadoras?
- Puedo intentarlo, pero no se si estoy tan cualificada. Necesito un nodo de datos borg.
- Lo buscaremos. En marcha.
No fue hasta un nivel más abajo donde se toparon con el primer borg. Se ocultaron y le vieron pasar. Era totalmente ajeno a su presencia, probablemente ni le interesase, estaba concentrado en su trabajo, fuese cual fuese. Se adentraron en un pasadizo que llevaba al centro de control. Detrás de unas columnas de nodos borg, observaban como los borg seguían son su proceso de transformación de los mecanismos y la tecnología de la estación.
- ¿Te sirve esta unidad de datos?- Preguntó en voz baja Klag sin quitarle de encima la vista a los borg.
Kurak asintió en silencio y centró su atención en la consola. Su conocimiento de esta tecnología era muy rudimentario, pero lo suficiente para entrar en su sistema.
Kergin estaba ansioso e intranquilo. El estar rodeado de tantos enemigos y no entrar en acción era más de lo que su ímpetu de guerrero juvenil podía soportar. Así que cuando un borg se reactivó tras su ciclo de regeneración, en una cámara situada cerca de donde se encontraban y se puso a caminar hacía donde estaban, el klingon comenzó a disparar a discreción sobre el borg.
Klag maldijo al joven guerrero y a toda su casta por despertar la atención de los borg que les rodeaban. Los disparos de los disruptores hicieron caer a dos de ellos, pero el tercero ya se había adaptado a la frecuencia de disparo del arma y era inmune. Un borg levantó a Kergin como si no pesase nada y sin cambiar la expresión vacía de su rostro, le partió el espinazo con un sonoro chasquido y con una facilidad pasmosa.
Otro de sus hombres gritó al sentir como le inyectaran el virus de nanosondas y lo arrastraban hacía una oscura y lóbrega cámara donde le esperaba un destino nada agradable.
Klag sintió no poder acabar con su vida para evitarle esa muerte deshonrosa.
- ¡Vámonos de aquí!- Gritó Klag se maldijo por tener que retirarse.
Se movieron con rapidez, y Kurak bloqueó los controles de la compuerta para que no pudiesen seguirlos.
- Eso apenas les retrasará.- Observó Kurak.
Viendo como no podían retroceder, ya que de donde habían venido podían escuchar el sonido de los pesados pasos de soldados borg que sin duda venían a ayudar a sus compañeros.
- Creo que podemos regresar a través de otro camino.- Indicó Kurak.
Klag no necesitó escuchar más, él y Tog siguieron a Kurak, que les guiaba por el laberinto de pasadizos de la estación. Poco después, Kurak hizo un gesto para que se detuviesen. Señaló una compuerta.
- Es por allí. Les llevará de regreso a la nave, yo me quedo, tengo que encontrar a mi hermano.
- No, tiene que hacerse a la idea de que su hermano ya no esta entre nosotros. Es uno de ellos, o si ha tenido suerte, habrá fallecido en combate.- Dijo Klag mirando directamente a los ojos a su jefe de ingenieros.
Kurak dudo durante unos instantes, para luego asentir.
- Lo siento…Yo.
-No tiene de que disculparse, comandante. Y ahora, dígame ¿ha averiguado algo al meterse en sus sistemas?
- Ha sido difícil entender todos los datos que veía, pero he podido discernir que no es una simple operación de asimilación aislada. Hay datos de diferentes naves movilizándose. Es un ataque a gran escala de algún modo que no puedo comprender.
Klag mordió el labio inferior. Tenían que regresar lo más rápido posible a la Gorkon.
- Marchémonos de este lugar infernal lo antes que podamos.
Kurak abrió la compuerta y pudieron darse cuenta de que si querían llegar a la salida, deberían internarse entre múltiples enemigos.
Klag contempló con estupefacción como los borg se regeneraban, inmóviles en sus cámaras.
Algunos de los drones se movían aquí y allá, arrancando paneles, cables y placas de metal,
transformando todo lo que les rodeaba a su imagen y semejante. Están convirtiendo la estación en una colmena borg- pensó Klag.
- Tenemos que cruzar por aquí si queremos regresar a la Gorkon.- Indicó en voz baja Kurak mientras Klag y Tog le escuchaban con atención.- Los otros conductos están más lejos y hay más posibilidades de que nos detengan.
- Pero tendremos que pasar al lado de ellos.- Dijo Tog.
- ¿Tienes miedo, soldado? Un verdadero guerrero klingon no le teme a la muerte.
- No tengo miedo a morir, señor, pero si a volverme uno de ellos.- Observó Tog.
Klag sabía a que se refería. Ser infectado por el virus de los borg no era un final digno de un guerrero.
- Mientras no nos consideren una amenaza, nos ignorarán.- Dijo Klag recordando un informe de la inteligencia klingon sobre la raza cibernética que leyó años atrás. Esperaba que fuese cierto todo su contenido, y si no, pronto lo averiguarían para bien o para mal.
- Seguidme, no os separéis de mi.- Dijo Klag mirando fijamente a Kurak, que permanecía algo decaída, tras hacerse a la idea de la perdida de su hermano y Tog, que no estaba acostumbrado a situaciones similares.
Sin separarse de su espada bat'leth, el capitán de la Gorkon comenzó a cruzar el pasadizo. Dos borg seguían con su tarea de desmantelar los paneles electrónicos de la estación, los drones ni siguieran miraron a los tres klingon que pasaron a apenas unos milímetros de los borg.
Un borg soldaba placas de metal con un láser que salía directamente de un implante ocular, durante un instante pareció observarles, pero fue solo un segundo, enseguida siguió con su trabajo asignado.
Klag dio las gracias a quien le proporcionó esos informes, pues si no los hubiese leído, se habría lanzado a un combate con los borg que probablemente hubiese acabado siendo suicida.- Ya casi estamos- Se dijo a si mismo al ver que solo quedaban unos metros y una pareja de borg para llegar a la compuerta que les llevaría al elevador y a la Gorkon.
Tog apenas podía contener su ansiedad. Había librado muchos combates en su vida, pero jamás se había enfrentado a seres como estos. Reunió todo su valor para poder seguir adelante, un valor que se esfumó cuando los dedos metálicos de un borg se pusieron sobre su hombro.
Klag actuó rápidamente, casi como un acto reflejo movió su bat'leth y este trazó un arco que tuvo como resultado que la mano del borg fuese seccionada. Chispazos y humo salieron del miembro amputado y de repente, como si hubiesen despertado de un letargo, todos los borg fijaron su atención en ellos.
- ¡Corred!- Gritó Klag al tiempo que intentaba clavar la afilada hoja de su bat'leth en el pecho del borg.
Su arma chocó con un campo de energía que se formó alrededor del cuerpo del drone.
Mascullando maldiciones entre dientes, Klag se metió por la compuerta y pudo ver como los borg se quedaron a pocos pasos de alcanzarlos cuando la compuerta se cerró. Se introdujeron en el elevador y los tres sintieron un alivió al sentir como subían varias cubiertas.
Al llegar al puerto de acceso a la Gorkon, se encontraron con Drex y Rodex que permanecían vigilándola, con sus disruptores en la mano, dispuestos para abrir fuego a la menor oportunidad.
- Capitán, estábamos empezando a pensar lo peor.- Indicó Drex.
- Que lastima que no haya muerto ¿verdad? Tendrás que esperar algo más para sentarte en la silla de mando.- Dijo Klag con despreció a su primer oficial.
Drex emitió un gruñido como respuesta.
- Asumo que los demás cayeron, espero que al menos cayeran con honor.- Comentó Rodek.
Klag negó con la cabeza con tristeza.
- Eran borg a quienes nos enfrentamos. Lo infectaron y se lo llevaron, no pudimos hacer nada para evitarlo. Ese no es un destino para un guerrero klingon.
- Estoy de acuerdo. Si no queremos seguir el mismo camino que Lok será mejor que abandonemos este lugar maldito.- Dijo Kurak.
Drex se quedó sorprendido. ¿Borg? Sus presentimientos se habían tornado en una verdad más terrible de la que hubiese podido imaginar.
- Teniente, acaba de aparecer una nave. Se ocultaba detrás del planetoide, por eso nuestros sensores no lo detectaban.
- ¿Qué?- Exclamó Leksit sorprendido.
En la pantalla de la Gorkon apareció una nave de gran tamaño, de forma esférica.
- ¡Por Kahless!- Dijo Klag al pisar el puente.
-Todos a sus puestos de combate, nos enfrentamos a los borg.
La tripulación fiera e indomable, capaz de entrar en una batalla dispuesta a morir en la lucha, al escuchar el nombre del enemigo al que se enfrentaban se quedaron paralizados.
- ¡Moveos, panda de vagos! ¡No temáis a su ira si no a la mía! ¡separémonos de la estación!- Gritó Klag.
De inmediato obedecieron sus órdenes y la nave klingon se desacopló de la estación.
- Rodek.- Dijo girándose hacía el artillero.- Vuele de la faz del espacio a esa estación.
-Torpedos cuánticos apuntando al objetivo, capitán.-Informó Rodek.
- Fuego.
Tras girarse hacía la pantalla central, Klag vio como los torpedos alcanzaban la estación y esta estallaba con un gran estallido que les hizo cerrar los ojos durante un instante.
La esfera borg empezó a cambiar de rumbo, para interceptar a la Gorkon.
El puente se quedó en silenció durante un breve especio de tiempo, mientras esperaban las instrucciones del capitán Klag. Aunque ardía en deseos de batirse en duelo con un enemigo tan formidable, el sentido común pudo con su alma de guerrero y tomó una decisión.
- Sáquenos de aquí a máxima velocidad, Leksit.
El piloto se le quedó mirando dubitativo.
- ¿Esta sordo? ¡Le he dado una orden!
Klag se levantó de su silla de mando y miró a toda su tripulación.
- Nadie arde más en deseo que yo de enfrentarnos con la nave enemiga, pero debemos informar al alto consejo del Imperio de lo que esta ocurriendo. Eso es más importante que esta batalla. Tendremos más oportunidades, tenéis mi palabra.
- Hemos entrado en velocidad warp, capitán.- Dijo finalmente Leksit.
El capitán klingon se quedó pensativo. Era evidente que esto era nada más que el principio. Una amenaza de tal calibre podría ser más de lo que el mismo Imperio Klingon podría manejar. El alto consejo tendría mucho en que pensar.
Varios paneles del suelo metálico se abrieron, dando paso a piezas biomecánicas que surgían y se ensamblaron hasta formar un cuerpo de aspecto femenino. De la estructura del techo, comenzó a descender un torso sujeto por varios juegos de cables y tubos.
Durante un instante a Jono le pareció que era inerte, hasta que notó como los ojos y la boca se movieron. El torso se introdujo en el cuerpo artificial y este se activó de inmediato.
La Reina Borg contempló con curiosidad a su “invitado”.
Jono retrocedió ante el avance de la borg, ignoraba quien o que era, pero todos sus sentidos le indicaban que huyera.
- Tú perteneces a la especie 5618, a la que llamáis humanos, sin embargo estabas en una nave de la especie 4067, designada como talarianos.
- ¡Eran mi gente! ¡mi familia! ¡Y has acabado con ellos!- Gritó con rabia.
- Era una especie inferior. Fisiología ineficiente. Capacidad craneal inferior a la media. Sistemas redundantes mínimos. Capacidad de asignación limitada.
Debes alegrarte por ellos. Han dejado atrás sus triviales vidas. Han renacido para servir un fin más alto. Los hemos sacado del caos y les hemos dado orden. Deben sentirse agradecidos de recibir tan grato regalo y permitir que se unan a nuestro colectivo.
La Reina Borg le pasó su mano mecánica por la mejilla, como acariciándole con toda la dulzura que le permitía su tacto metálico.
- No temas, pronto toda tu especie y muchas más se unirán a nosotros.
- ¡No os saldréis con la vuestra! ¡Os detendrán! Las grandes fuerzas de esta parte de la galaxia se unirán para luchar contra vosotros.- Dijo Jono intentando autoconvencerse a si mismo.
- A largo de miles de años muchas civilizaciones han intentando detenernos. Ahora son todos borg.- Dijo la Reina Borg clavando la mirada en él.- Os asimilaremos o moriréis.
- ¡Preferimos morir!
-La muerte es irrelevante.-Apuntó la Reina Borg.

- No te resistas. No sentirás dolor alguno.
Jono sintió un pinchazo en el cuello cuando los tubos asimiladores atravesaron su piel y las nanosondas corriendo por el riego sanguíneo, asimilando célula a célula, transformando todo su organismo en algo completamente diferente. Imágenes de toda su vida pasaron en un instante delante suyo, como un niño con sus padres humanos, con su padre adoptivo, en la Enterprise con el capitán Picard cuando era apenas un chico, cuando ascendió a soldado, su primer amor … Las imágenes se fueron esfumando, extinguiéndose como una llama en la más completa oscuridad. No podía hacer nada, incapaz de controlar su cuerpo, incapaz de resistirse.
- Lo sientes ¿verdad? Empiezas a notar como tu conciencia, tu mente, se entrelaza con la del colectivo, como dejas atrás tu individualidad. Escuchas miles de ecos de voces que hablan como una sola, pronto tu voz se unirá a ese eco como una más, formando un grito atronador que hará temblar toda la galaxia.
Epilogo
El almirante Raymond Stoner se sirvió una taza de té y se dispuso a repasar los informes que se acumulaban en su ordenador. Las preocupaciones no le dejaban dormir bien en los últimos meses. Los enemigos de la Federación se preparaban en cualquier rincón de la galaxia para abalanzarse sobre ellos y destruirlos. A pesar de sus esfuerzos, no conseguía que el alto mando de la Flota siguiese su política preventiva para contrarrestar los futuros peligros que sin duda se cernían en el horizonte.
El Imperio Klingon se había aliado con los casi desconocidos bolians, además de contar con un nuevo canciller sin ninguna simpatía a la Federación, como si las tenia el ex-canciller Martok, el Imperio Estelar Romulano era inestable y amenazaba con estallar en cualquier instante desde la disolución del antiguo senado y la ascensión a pretor de Donatra, a pesar de que la nueva pretor había abierto una colaboración y promesas de buenas intenciones hacía ellos, Stoner desconfiaba de que Donatra durase mucho al mando. Las fuerzas conservadoras romulanas no se quedarían de brazos cruzados mucho tiempo más. Por si fuese poco, la nueva alianza Breen-Gorn había puesto en alerta a todo el cuadrante, y no era para menos, el poder bélico conjunto de ambas razas era grande, si tomaban la decisión de atacar, causarían estragos. Y ahora había surgido la raza a la que llamaban los arcontes y que sugería que poseían una tecnología muy superior a la suya.
Los enemigos les acosaban, con la firme decisión de acabar para siempre con lo que durante tanto tiempo habían construido y mientras tuviese fuerza y le quedase un aliento de vida no lo permitiría.
El sonido de entrada de una comunicación subespacial le hizo despejarse de sus reflexiones sobre el estado actual de la Federación y volver de nuevo a la realidad.
En la pantalla del monitor de la terminal de su despacho aparecido el rostro del almirante Gleason. La expresión de su cara era de profunda preocupación.
- ¿Qué es lo que ocurre, Sean? Nuestra reunión no es hasta el martes.- Dijo Stoner.
- Acabamos de recibir los informes. Son los borg. Han regresado.
Stoner comenzó a sudar. Un sudor frío. Los gritos de su antigua tripulación siendo masacrados por los seres cibernéticos le asaltaron. Cerró los ojos durante un instante, sin dejar de ver los rostros sufriendo de los hombres a su cargo.
- ¿Raymond?
La voz de Gleason le sacó de su trance.
- Es el momento de iniciar los preparativos y activar el operativo Colmena.
¡Las Guerras Borg Continuarán en el Star Trek Voyager#20!
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Referencias:
1 .- En el episodio “Súbitamente Humano” de la 4 temporada de Star Trek la Nueva Generación se explicaba la historia de Jono.
2 .- Las naves klingon llevan un registro donde contabilizan las victorias en combates obtenidas
3 .- Especie de café klingon, muy adictivo.
4 .- Daga personal. Todos los soldados llevan una con su nombre y el emblema de su casa.
5 .- Insulto intraducible.
6 .- Un ritual funerario klingon, con el grito advierten al cielo, que un guerrero klingon va de camino.
7 .- Como se vio en la serie de Star Trek Stealth
1 .- En el episodio “Súbitamente Humano” de la 4 temporada de Star Trek la Nueva Generación se explicaba la historia de Jono.
2 .- Las naves klingon llevan un registro donde contabilizan las victorias en combates obtenidas
3 .- Especie de café klingon, muy adictivo.
4 .- Daga personal. Todos los soldados llevan una con su nombre y el emblema de su casa.
5 .- Insulto intraducible.
6 .- Un ritual funerario klingon, con el grito advierten al cielo, que un guerrero klingon va de camino.
7 .- Como se vio en la serie de Star Trek Stealth
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