Thor Señor de Asgard nº15


Título: El Crepúsculo de los Dioses (II): El Desafío del Guerrero (II)
Autor: Miguel Ángel Naharro
Portada: Javier N.D.
Publicado en: Julio 2009

¡Sigue el Crepúsculo de los Dioses! Atrapados en una emboscada en Svarga, Thor y sus hombres deben enfrentarse a Imhoted, el Destructor de Mundos y su horda demoniaca.
Ha tenido muchos nombres. Vingthor el lanzador, el hijo de la larga barba y enemigo de Hrodr. En su hogar ancestral Hymir le conoce como Veur. Compañero del infeliz Hrungnir le han llamado algunos. Al este del Elvigar, en tierra de gigantes, susurran el nombre de Hloriddi. Su padre le llamaba hijo. Su madre, querido. Y bajo las bóvedas celestes es Thor Odinson, dios del trueno, temor de Jormungand.
Stan Lee y Action Tales presentan:
Creado por Stan Lee & Jack Kirby

Resumen de lo publicado:Tras recuperarse del tremendo esfuerzo por evacuar a los habitantes de Avalón, Thor  recibe a un mensajero del reino de Svarga, hogar de los dioses eslavos, que necesitan ayuda. Comandando a una tropa, Thor y sus hombres, se internan en el reino divino. Tras ser atacados por varias criaturas y ver la desolación que lo invade todo, cuando están cruzando el paso de Dazhdbog, encuentran a los dioses  eslavos, ya muertos y convertidos en muertos en vida. Justo en ese momento, se abre una brecha dimensional y una horda demoníaca la cruza. Les han tendido una emboscada…

                                                               
La horda demoníaca se desplegó dispuesta para lanzarse en un ataque frontal a los hombres de Thor. Imhoted espoleó a Pazuzu, su infernal corcel mientras pensaba en las veces que habían conquistado y arrasado dimensiones enteras a lo largo de las eras. Como si fuesen una plaga de fatalidad, dejaban  todo yermo y muerto allá por donde pasaban. En varias ocasiones había sido exiliado entre ese  rebaño llamado humanidad, obligado a servirles una y otra vez. El rostro del bárbaro de larga melena negra no se le borraría de la mente en el resto de su vida inmortal. Si siguiese con vida le arrancan caria sus órganos uno a uno hasta acabar con él.  [1]  Loki le había dado la oportunidad de redimirse, por fin la horda bajo su mando volaría libre para acabar con la vida humana y así borrar la afrenta a la que fue sometido por el hombre en el pasado.
Sonrió. Mostrando una hilera de dientes afilados y retorcidos y una lengua llena de pústulas y pus.
- Hay que mantenerse juntos. Los haremos frente unidos.- Dijo Thor con autoridad y firmeza.
El señor de Asgard examinó con rapidez la situación en la que se veían inmersos. En un lado del paso Dazhdbog tenían a Perún y sus ejércitos, convertidos por alguna clase de maleficios en almas en pena, en muertos en vida que eran más que una mera sombra de los valientes guerreros del reino de Svarga. Franqueándolos se encontraba la horda de jinetes demoniacos que acababan de aparecer ante ellos. Estaban rodeados por el enemigo por todos los frentes.
Thor se acercó a Ulik el troll.
- Ulik, prepárate para lanzar un asalto contra Perún. Tus trolls y tú lanzareis un ataque contra las filas enemigas intentando despejarnos el camino lo antes posible.
El huraño troll frunció el ceño y miró a sus guerreros, que estaban ansiosos por entrar en combate.
- De acuerdo, tronador.- Dijo simplemente.
Thor se subió a su carro de combate, cruzó una mirada con su amada y tiró de las bridas de los dos carneros gigantes que tiraban del carro.
- ¡Rápido, rechinante, rápido, triturador!- Gritó el dios del trueno.
- ¡Ahora! ¡A mí, a la batalla! ¡Por las almas perdidas de los habitantes de Svarga! ¡Por la gloria y el honor! – Jaleó Thor conduciendo su carro.
Sus hombres siguieron al dios del trueno e impactaron contras las filas de los demonios con tal fiereza que sorprendieron a la demoníaca horda venida de algún lejano averno.
Al mismo tiempo, los rudos trolls bajo la dirección de Ulik, descargaron toda su furia contra los guerreros no muertos.
Los mazos de guerra a dos manos subían y bajaban, aplastando cráneos, destrozando torsos o mutilando miembros. Nada de eso impedía seguir peleando al enemigo, que aún con partes seccionadas seguía caminando y luchando, no en vano ya no se encontraban con vida.
Thor e Imhotep quedaron cara a cara.
- Así que tu eres sobre quien me advirtió Loki. No pareces gran cosa en persona.- Indicó el demonio con una mueca que podría parecer una sonrisa.
- Pronto aprenderás que es un error menospreciar al señor de Asgard y a los valientes y nobles guerreros del reino dorado, demonio.- Dijo Thor al tiempo que se disponía a cargar con Gungnir,
- Un instante después de enviar tu alma agonizante a Arallu [2] , di que fue la mano de Imhoted el devastador de mundos quien acabo con tu vida.
Las dos poderosas armas se cruzaron, y en el instante que ambas colisionaron, rayos y descargas de energía mística salieron despedidas en todas las direcciones.
Tawa vio como un guerrero asgardiano fue pisoteado hasta morir por los cascos de la montura alada de uno de los demonios. El demonio se encaró hacía el dios Anasazi, y este cargó su arco con dos flechas que volaron en dirección al demonio.
Hogun el torvo notó como fue levantado en volandas por uno de los demonios, que lo elevó, sujetó con una presa de la que no había forma de liberarse. Hogun movió con maestría su maza de combate y golpeó al jinete demoniaco. Finalmente la zarpa demoníaca soltó el brazo de Hogun, dejando caer al guerrero silencioso a un destino incierto. La experiencia es un grado a tener en cuenta en el caso de Hogun. Movió su cuerpo en el aire, para maniobrar y aterrizar sobre la espalda de un enemigo, que cayó desplomado por el impacto.
Finnbogi y Hared el rojo luchaban con valentía espalda contra espalda, sin cejar en un momento de combatir, pues sabían que si desfallecían estarían perdidos.
La esposa del dios del trueno, Brighid, observaba con interés el enfrentamiento entre Thor y el jefe de la horda infernal. Sin que nadie pudiese darse cuenta, unas hebras carmesí surgían desde los dedos de la diosa y se incrustaban en el cráneo de Thor. Su familiar soltó una risita desagradable al comprender que el momento había llegado.


Tiwaz caminaba por  una tierra agrietada y yerma. Allí hacía donde alcanzaba la vista no había nada más que una extensa desolación que lo llenaba. Nada parecía poder crecer en semejante tierra desolada y sin embargo, sabía que no se encontraba solo. En otra época, ya muy lejana, este lugar era un auténtico caos de formas y sonidos, un reflejo de su amo y señor, la personificación del caos más absoluto. Tiwaz se paró. Creyó escuchar algo, se puso de rodillas y posó su oído en el suelo. Podía oír algo, un sonido.  Y el sonido era como el de un latido de un corazón. Un corazón oscuro- pensó para si mismo el anciano.
En su interior sabia que no era el aliado más de fiar que uno pudiese desear tener a su lado, pero ya quedaban pocos. El olvido había hecho mella en ellos y apenas sobrevivían algunos, aquí y allá, desperdigados por los planos anexos a Midgard.
La tierra tembló y se empezó a hacer una grieta enorme en el suelo. El veterano guerrero agarró la empuñadura de su espada, preparándose para lo que pudiese surgir del interior de la grieta, pero para su sorpresa, no salio nada. Cuando comenzaba a perder la paciencia, sus ojos se posaron en una pequeña y aparentemente insignificante mosca que se había posado en su mano. La mosca parecía mirarlo y ¿sonreír?
El insecto voló por el aire hasta ir cambiando de aspecto y adaptar el de un joven hermoso con una sonrisa maligna y cruel.
- Que inesperada sorpresa, rey gris. ¿A que debo este honor?- Dijo con sarcasmo el joven.
- Lo sabes muy bien, duque del caos. El enemigo ha vuelto y los que una vez lo derrotamos debemos unirnos de nuevo.- Comentó Tiwaz.
- ¿Unirnos? Si casi no quedamos ninguno de los que antaño fuimos adorados por el hombre. Nos olvidaron, renegaron de nosotros para adorar a nuevos ídolos… Ahora... Que sean ellos quienes sufran las consecuencias de sus actos…
- Los dioses de esta nueva época son valerosos y fuertes, pero carecen de nuestra experiencia y nuestra sabiduría para afrontar esta guerra con resultado favorable. Únete a mí, duque del caos, y juntos podremos desterrar por fin este viejo y obsceno mal.
- ¡Sangre y almas! ¡Eso era lo que mis seguidores me ofrecían en mi época de mayor esplendor, rey gris!- Dijo elevando la voz el hermoso joven.
- El dios de la montaña y el tótem del lobo se han unido a mí ya ¿vas a ser el primero en rechazarme?
El duque del caos soltó una risita burlona y a la vez cruel.
- El viejo bobo aún sobrevive… Sorprendente… - Observó divertido.- Mmm..... Esta bien, rey gris, contarás con mi ayuda cuando llegue el momento... Reza por no arrepentirte…
Tiwaz esperaba haber tomado la decisión correcta. No en vano el fue quien los traiciono la primera vez y estuve apunto de acabar con sus esperanzas de victoria.
                                                                

Hared el rojo rugía, sumergido en el fragor del combate. Su martillo de guerra no dejaba de aplastar cráneos enemigos.
El guerrero herido ya por una docena de sitios iba retrocediendo paso a paso; las heridas no dejaban de manar sangre, pero no podia retroceder.
Un jinete se abrió paso, desde lo alto del caballo, acuchillaba a diestro y siniestro a los que se cruzaban en su camino, Finnbogi decidido, Sin atemorizarse por las patas del caballo, se deslizó debajo del caballo demoniaco, este relinchó y se encabritó cuando el joven asgardiano le cortó los tendones de las patas; cayendo pesadamente. Finnbogi pudo salir de debajo del animal antes de que este le aplastase y  cayendo sobre el jinete aún aturdido, le hizo un profundo corte en la garganta y este se agitó espasmódicamente hasta morir.
Tawa fue sorprendido en lucha cuerpo a cuerpo, sin poder usar su arco. Con elasticidad felina, esquivo a su oponente, y agarrando una de sus flechas, la clavó en la cuenca ocular de un demonio, haciendo que esta se convirtiese en energía pura una vez dentro e hiciese estallar la cabeza de su enemigo.
Thor vio confusamente a otros hombres suyos que luchaban a su alrededor, combatiendo con bravura, pero muchos cayendo ante la fuerza de los demonios.
La cólera se inflamó en los ojos azules de Thor, y este, alzando su lanza, paró estrepitosamente la acometida del demonio.
Veloz como un ave de presa en su ataque, el dios del trueno volvió a atacar. Gungnir halló el pecho de Imhotep, clavándose profundamente. Por un momento, se encararon, pecho contra pecho, ojo con ojo.
Una leve sonrisa se esbozó, cruel, en los labios del demonio.
Imhotep miró la lanza, como si hubiese olvidado que la tenía clavado en el pecho. Agarrándola con las dos manos, se la sacó del cuerpo. No había sangre en la hoja de la lanza.
-Ningún arma de esta plano de existencia puede dañarme…
Una debilidad repentina le sobrevino, muy parecida a las que últimamente le habían sobrevenido. El enorme pecho el señor de Asgard se esforzaba por respirar, su tez se había vuelto cadavérica y todos sus músculos le temblaban, sin que pudiese dominarlos.
- ¿Estas atemorizado ante el poder infernal de Imhotep, dios del trueno? Había oído historias referentes a tu valor y coraje, esta claro que exageraban…
-¡Atrás, engendro infernal!
Valientes guerreros de Asgard salieron en defensa de su monarca. Thor trató de decir algo, pero las palabras no salían de su garganta.
El demonio agarró su guadaña infernal y se encaró a los asgardianos.
- Tratas en vano de defender a vuestro señor. No hay nada que podáis hacer para protegerle a él… Si no podéis ni protegeros a vosotros mismos...
Imhotep enarboló su guadaña, trazando un arco hacía ellos. Los hombres miraron con ojos incrédulos al darse cuenta de que sus cuerpos se habían seccionado por la mitad, muriendo en el acto.
- Mi guadaña mística es invencible… No corta a mis enemigos, si no que estos se abren por si solos para recibir su mortífera hoja…
El demonio volvió a montar en su montura y agarrando con fuerza al dios asgardiano, lo levantó en el aire y sujetándolo del cuello, le introdujo la cabeza en la grieta dimensional por donde había surgido la horda.
Un viento castigó el rostro de Thor. Y pudo contemplar el nebuloso plano interestelar conocido como el Nido. Miles y miles de demonios se arrastraban envueltos en la neblina de esta dimensión, deseosos de invadir otros lugares, de conquistar, de arrasar.
Sin tregua, fue sacado de la brecha, justo para ser lanzado contra la roca. Thor quedó desplomado e indefenso, y nada pudo hacer para evitar que el Destructor de Mundos se abalanzase sobre él y pusiese sus garras alrededor de su cuello.
Los trolls proseguían su combate contra los dioses no-muertos. Ulik había quedado emparejado con el que otrora fuera el señor de los dioses eslavos, ahora una mera sombra siniestra, un alma agonizante, obligada a ser esclava y combatir contra ellos.
Perún levantó su hacha y haces de energía surgieron de sus afiladas hojas. El poderoso troll, cruzó los brazos ante su rostro, para resistir el impacto, y seguidamente se lanzó contra el dios del rayo.
- Desiste, diosecillo. Deja que envíe tu alma a descansar por toda la eternidad.- Dijo gruñendo el hosco Ulik.
- La paz y el descanso se nos ha sido negado, criatura de las profundidades de la tierra. En mis manos solo conocerás el dolor y el sufrimiento.
Perún asestó un hachazo que hizo un corte en uno de los musculosos brazos. Esto pareció enfurecer a Ulik, que clavando sus manos en la misma tierra, arrancó un inmenso trozo de roca y tierra y lo dejo caer sobre  el dios eslavo.
Mientras se despejaba la nube de humo y polvo, el troll observó algo que le llamó la atención. Brighid permanecía quieta, en mitad de la batalla que se desarrollaba a su alrededor, y los demonios parecían evitarla, ninguno la atacaba, como si la evitasen de algún modo ¿Por qué no la atacan?
En ese instante, sintió un dolor agudo en una de sus piernas y pudo contemplar como la parte superior del cadáver de Perún, se había arrastrado y estaba clavando sus dientes en la pierna del troll.
- Me das lastima ver en que te has convertido, diosecillo.- Dijo Ulik apretando los dientes y pisando con su pie la cabeza de Perún hasta aplastarla.
                                                                

Las flechas silbaban a su alrededor, pero Balder el bravo no cejaba en su empeño y luchaba en las murallas de Heliopolis como si fuese su mismo hogar. Bajo el mando firme de Horus, la ciudad estaba rechazando una y otra vez los ataques de los invasores. Los estandartes enemigos avanzaban desde el este y el oeste.
- Sus defensas resisten. Nos costará más de lo que pensábamos hacernos con la ciudad.- Indicó Marduk el dios sumerio que estaba al mando de las tropas de Loki en el asedio al reino de los dioses egipcios.
- Dejádmelos a mí…
Al escuchar la voz grave y metálica, casi inhumana, el miedo y el pánico se reflejó en los rostros de las tropas de asalto.  Movidos por el temor, se empezaron a retirar con rapidez, dejando paso a la imponente y temible figura del Destructor.
Y en su siniestra fortaleza, Loki desvió su atención de los asuntos que le ocupaban y cerró los ojos, como si escuchase una lejana letanía. Una mueca de disgusto se dibujo en su siniestro rostro. Aunque parecía inconcebible, sabia que era así.
- Ghroth ha caído.- Pensó.- Malditos sean por toda la eternidad los mortales que tanto adoraba Thor. [3]
No importa- pensó- Una vez caigan los dioses, será sólo un juego de niños encargarse de los meros e insignificantes mortales…
Un brillo peculiar pareció reflejarse en sus ojos. Keziah lo estaba logrando, por fin podría acelerar las cosas y poner las bases para la derrota de Thor y salir victorioso de esta guerra.
                                                               

Los dedos largos y retorcidos del demonio apresaban la garganta de Thor sin que pudiese liberarse de su presa. Imhoted no dejaba de apretar y apretar, viendo que la derrota de su enemigo estaba próxima.
Todo se empezaba a tornar borroso entorno al dios del trueno. Las fuerzas le habían abandonado, la
extrema debilidad que se había apoderado de sus miembros le hacía imposible poder vender al demonio.  Cuando ya pensaba que chispa de la vida le abandonaba por completo, una maza de guerra impacto con fiereza contra el cráneo del destructor de mundos.
Imhoted se revolvió, apoderándose de nuevo de su guadaña encantada y poniéndose en guardia ante su nuevo oponente.
Se trataba de Hogun el torvo.
- Aparta tus inmundas manos de él, engendro del averno.- Dijo Hogun.
Thor trató de incorporarse  y trastabillándose pudo ponerse en pie. Todo le daba vueltas.
¿Qué maleficio había caído sobre él que le arrebataba su fuerza?  La firma de su hermanastro se veía clara en lo que le estaba ocurriendo.  Casi podía ver su rostro riéndose a carcajadas desde su oscura morada. Burlándose una y otra vez de él.
Hogun lanzó de nuevo su ataque contra el demonio. Su maza de combate se movió con presteza, golpeando una y otra vez al jinete demoniaco. De algún modo, este seguía en pie, como si no hubiese sentido nada.
- Nada que no pertenezca a mi dimensión puede dañarme, hombrecillo, pero yo a ti si puedo hacerte daño…
Los ojos del demonio brillaron en intensidad, y su arma se movió rápida como el rayo.
Hogun sintió un dolor repentino en su mano y miró al suelo, donde estaba su maza, con su mano cercenada sujetándola.
- ¡No! ¡Hogun!- Gritó Thor.
Imhoted alzó su guadaña, dispuesto a asestar el golpe final sobre Hogun.
En ese momento, Thor sacó fuerzas de su debilidad y su puño golpeó al demonio que se desplazó varios metros.
- Hogun, viejo amigo… - Decía Thor mientras le intentaba parar la hemorragia en el muñón que había quedado en el lugar de su mano. – Juro por mi honor que lo pagara.
- Apenas te mantienes en pie por tu voluntad de hierro, dios del trueno. No eres rival para mi.- Observó Imhoted.
Con un rugido, Thor atacó. La furia guerrera se había adueñado de él. Dio un salto y se arrojó sobre Imhotep, ambos sujetaron la guadaña del demonio. Thor gritó como un animal acorralado al tiempo que acometía sin cesar, sin pensar en su propia defensa, con la furia de un dios enloquecido. Tal fue la naturaleza del ataque, que el demonio retrocedió, presa del pánico, y dudó. Thor aprovechó esa duda para arrebatarle su arma, y con un violento y rápido golpe, dio de lleno en el cuello de Imhotep, seccionándole la yugular. Sus ojos rojos le miraron con una mezcla de sorpresa y odio.
- Tu propia arma ha sido tu sentencia de muerte, engendro. Has pagado cara la osadía de enfrentarte a
Thor y hacer daño a mis amigos.- Dijo Thor sin apartar la mirada del agonizante demonio.
Un rayo de fuego azul estallo en el pecho del demonio, y un grito siseante surgió de sus labios. Al unísono, los jinetes de la horda infernal se llevaron las manos a la cabeza, al tiempo que gritaban un sibilante alarido que resonaba por las mentes.
Cada uno de los demonios se vio envuelto en llamas azules que los consumían, así como sus monturas, y en pocos segundos no eran más que un montón de cenizas humeantes.
Ulik y sus trolls pudieron ver como las tropas de los dioses eslavos caían uno a uno, como si de unas marionetas a las que hubiesen cortado los hilos se tratasen.
Thor se acercó a Hogun, que se había vendado el muñón con restos de su propia camisa.
-Hogun… Daria lo que fuese por haber sido yo mismo quien hubiese perdido un miembro antes que tu, amigo mío.
-Hemos vencido, es lo único que cuenta, Thor.- Dijo Hogun acostumbrado a no sentir autocompasión por si mismo.- 
- ¿Qué precio hemos pagado por esta carnicería?- Dijo Thor con tristeza al mirar alrededor suyo.
- ¡Amor mío! ¿Te encuentras bien?
Brighid se lanzó a los brazos de Thor y le beso apasionadamente.
- Estaba preocupada, creí que te perdía, esposo mío.- Dijo ella pasándole la mano por el rostro.
- Aún con la mitad de mi fuerza, me bastó para derrotar ese indigno enemigo.- Dijo Thor, sin dejar de preguntarse por que la mitad de la fuerza de Odín parecía haberle abandonado.- Es hora de volver a casa, querida. Tenemos muertos que llorar y planes que trazar.
Un silencio sideral llena las playas silenciosas del mar de la noche eterna. Nada con vida camina por este lugar abandonado de la mano de los dioses. Incrustada en la tierra, se encuentra un objeto de titánico tamaño que resalta a kilómetros de distancia. La hoja de la gigantesca espada estaba incrustada hasta casi la misma empuñadura dorada.
Una bandada de pájaros negros como la noche descendieron desde el cielo estrellado. La nube de pájaros se juntó formando una figura siniestra y obscena que muchos reconocerían como perteneciente al dios llamado Loki.
El hermanastro de Thor sacó una daga curva y se cortó la palma de su mano, haciendo brotar una sangre negra como la noche, cuyas gotas cayeron en el suelo al tiempo, sus labios murmuraba una invocación inaudible que no estaba echa para oídos humanos.
Extendió sus manos, y la energía, el poder divino robado al señor de Asgard se arremolinaba entorno al cuerpo del dios del engaño. Que poco sospechaba su odiado hermanastro, que poco a poco, cada hora que permanecían juntos, su amada Brighid le había estado drenando su poder como una esponja. Tras ser robada por la hechicera llamada Morgana Lefey, Thor aprisionó la espada y sólo quien tuviese la fuerza de Odín podría liberarla. Sus dedos engarfiados, acabados en garras afiladas, apuntaron hacía la titánica espada atrapada en la piedra y en la tierra. El arma empezó a moverse, primero lentamente y luego con más violencia. Hasta liberarse de lo que le aprisionaba, volando directamente a las manos de Loki y disminuyendo de tamaño hasta alcanzar dimensiones normales una vez la empuñó su nuevo amo.
Un poder ancestral emanaba de la hoja de la espada. Un arma temida durante eras por los asgardianos, cuyo destino era hacer arder los nueve mundos. Su nombre era respetado hasta por los seres más malvados e impuros del universo. Era Crepúsculo, la espada del Ragnarok, el arma forjada hacía milenios por el demonio Surtur [4] , la llama cuya llama prendería a todos sus enemigos.
Crepúsculo. ¿No era  irónico que ese fuese el nombre del instrumento para el crepúsculo de los dioses?
Loki rió con risa siniestra, como una sierra aserrando hueso.

Continuará...

Próximo número:
¡El Destructor contra Balder y Horus! ¡La huida de Brighid y la encantadora! ¡La decisión de Magni! ¡La convocatoria del estandarte del cuervo! ¡Se acerca la hora final!

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Referencias:
1 .- Imhoted es un viejo enemigo de Conan y ha salido varias veces en Conan el Bárbaro y la Espada Salvaje de Conan
2 .- El infierno tal y como lo nombran en la Era Hiborea
3 .- Ghroth es el dios primigenio que orbita alrededor de la Tierra desde Thor#10. Esto lo podréis ver en los 4 Fantásticos: Crepúsculo, aquí mismo en AT.
4 .- Crepúsculo es la espada de Surtur, que este intento usar para provocar el Ragnarok en la famosa y recordada saga de Surtur, en la etapa de Simonson al frente de Thor.

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