Star Trek La Nueva Generación nº05


Título: Un mundo ignorado
Autor: John Schneider
Portada: Edgar Rocha
Publicado en: Mar 2011

La Uss Enterprise se dispone a investigar un extraño mundo cuya atmosfera parece artificial y elude todos los sistemas de escaneo de la nave. Pero extraños misterios se ocultan en la superficie del planeta.
“La Uss Enterprise, la nave insignia de la Federación Unida de Planetas entra en una nueva era, con nuevas peligros, nuevas aventuras y nuevas amenazas a las que enfrentarse.”
Gene Rodenberry y Action Tales presentan

Creado por Gene Rodenberry

 



El planeta es una pequeña bola de piedra grisácea que gira en torno a una estrella similar a nuestro sol. Sin satélite alguno, ni natural ni artificial. Una espesa atmósfera lo recubre por completo. Los escáneres de la Enterprise son incapaces de penetrar en ella y los análisis de su composición ofrecen datos desconcertantes.
 
- ¿Ven?- Dice sonriente el oficial científico, mientras superpone en la pantalla principal del puente los datos en la imagen del planeta.- Esta atmósfera no es natural, he estudiado cientos de planetas y esa combinación de elementos es como una gigantesca señal, mirad lo que hemos hecho, una atmósfera artificial que actúa como un campo de camuflaje. Es imposible saber lo que oculta, tienes que visitarlo, ¿no es fascinante?
 
- Tengo que reconocer que ha picado mi curiosidad, Señor Feynmann. Carezco de su formación científica pero mi instinto me dice que tiene razón. Esa atmósfera esconde algo y es nuestro deber descubrir qué es.
 
La actitud del capitán Picard contrasta con la del oficial de seguridad, Kebron, que no ve con buenos ojos la visita al planeta. Nada excepcional pues es su reacción por defecto ante cualquier idea proveniente de Feynman. Consciente de que el científico le saca de sus casillas por su actitud vivaracha y para él, inconsciente, se obliga a presentarse voluntario para la misión.
 
- Desearía tomar parte en la expedición, mi capitán. No me sentiría cómodo enviando a compañeros a un terreno desconocido.
 
- Me parece una buena idea, oficial. Feynman, escoja al resto del equipo y prepárense para el descenso. 
 
-Usaremos una lanzadera, las pruebas con el teletransporte han sido inconcluyentes.

- ¿Han enviado algo a ese planeta?

- Así es, o al menos allí deberían estar, pero la peculiar naturaleza de su atmósfera ha hecho imposible traerlas de vuelta.

- Tengan cuidado allá abajo. Confío en que encontrará una forma de comunicarse con la Enterprise una vez que estudie esa atmósfera.

- Su confianza me halaga, Capitán.

El chirriar de dientes de Kebron interrumpe la conversación de forma tan eficaz como lo habría hecho arañar una pizarra. Feynman, tras dedicar una mirada de incomprensión fingida a su compañero sale con él del puente de mando.

El piloto Icheb hace una señal al Capitán Picard, hay algo que le preocupa.

- Señor, he estado estudiando la atmósfera del planeta y creo que podría ser algo más que un sistema de camuflaje.

- ¿Cree que podría ser también un sistema defensivo?



Dejamos la pregunta en el aire y nos reunimos con el equipo de exploración, encabezado por el oficial científico y el de seguridad, a los que se les han unido la consejera Ezri Dax y dos “camisas rojas”, escogidos por Kebron. Van armados con rifles y pistolas phaser tanto ellos dos como su superior mientras que Feynman sólo lleva un tricorder y su compañera un pequeño phaser.
La lanzadera sale de la Enterprise tras recibir el visto bueno del puente de mando. El primer oficial LaForge y la encargada de ingeniería Gara les desean suerte desde la sala de motores. Un impulso es todo lo que necesita para ponerse en rumbo al planeta. Una vez está en el alcance de su campo gravitatorio se deja llevar para deleite de Feynman y desesperación de Kebron, que no ve con buenos ojos la inactividad.
 
La atmósfera es tan densa como un puré de guisantes y cuando entran en su interior quedan ciegos, salvo algún dato de densidad sus sensores apenas pueden ofrecerles algún dato. Su esperanza es llegar al límite de la atmósfera y…
 
- ¿Y si es todo el planeta así? ¿Lo recorreremos de un extremo al otro hasta que haya saciado su curiosidad?
 
- Cuanto pesimismo detecto en su pétrea voz, señor Kebron. Por tamaño, localización y muchos otros detalles puedo afirmar con bastante seguridad que estamos en un planeta rocoso y le recuerdo que esta atmósfera es artificial, un camuflaje, como el telón en una obra de teatro y me muero de ganas por ver lo que hay detrás.
 
Sin darle pie a la réplica y guiñando un ojo a la consejera, que no puede evitar sonreír el oficial científico toma los controles de la lanzadera e introduce un rumbo directo a donde hacia la esperada superficie.



En el puente del Enterprise Picard observa con preocupación cómo la lanzadera ha desaparecido de los sensores de la nave desde que entró en la atmósfera.

- ¿Tenemos comunicación con la lanzadera?


- Me temo que no, señor. – El piloto es el que responde tras intentar por enésima vez establecer contacto con sus compañeros.- Lo que sea que bloquea nuestros escáneres también afecta a la comunicación. Están aislados.

- Espero que Feyman sepa lo que está haciendo, si este planeta resulta ser algo más que una curiosidad…

 
 
Una explosión parece responder al Capitán Picard desde el objeto de sus actuales desvelos. El impacto en la lanzadera ha sido directo pero los escudos han absorbido la mayor parte reduciendo el efecto a una molesta sacudida.

- Lo sabía, es una trampa.

- Es usted un cenizo y, sin embargo, tiene razón. Esta atmósfera está armada. Será mejor que aterricemos lo más rápido posible.

- Estamos volando a ciegas en medio de sabe qué armas y ¿va a acelerar?

- Si se le ocurre algo mejor estoy abierto a sugerencias.

Su silencio es elocuente y Feynman inclina la nave dejándose llevar por su instinto. Ezri Dax estudia el impacto. El fogonazo iluminó el espeso compuesto de gases que recubre el planeta permitiendo a los sensores de la nave captar información por unos instantes. Suspira aliviada por un instante, tiene la sensación de que han encendido una cerilla en una cueva oscura. Si bien el impacto es preocupante volar a ciegas es mucho peor. Su ánimo cambia una vez más al procesar los datos y discernir unos objetos en suspensión.

- Feynman, ¿cree que podrían ser un sistema de defensa?

Un segundo impacto pone a prueba los escudos de la lanzadera. Esta vez los sensores son capaces de
precisar el origen de la descarga respondiendo a la consejera.

- Ha acertado, esas criaturas son los perros de esta finca.

- Muy bonita metáfora para decir que estamos en un lío por su culpa, señor Feynman.

- ¿Por qué tiene que ser siempre tan negativo? y, ¿por qué pronuncia mi nombre como si en tono de reproche? Saber lo que está pasando es el primer paso para afrontarlo. Rápido, Ezri, deme una buena imagen de estos perros. Si saben cómo acertarnos es que saben guiarse en este mejunje.

- Le paso lo mejor que he podido conseguir.

- Bien, podía ser mejor, pero es algo con lo que trabajar. Señor Kebron, esta lanzadera tiene armas, ¿lo sabía?

- ¿Desde cuándo?

- Desde que pensé visitar este planeta, nuestro apreciado primer oficial me echó una mano. Son experimentales pero muy efectivas, así que úselas con precaución y mesura.

- Mmmffff, me conformo con que disparen algo.

Una sonrisa es la sucinta respuesta de su colega. Se sumergen cada uno en su tarea de forma febril. Rayos continuos de color violeta y bolas de fuego salen de varias partes de la lanzadera cogiendo a algunos de los objetos por sorpresa. Unos estallan, y otros los esquivan en el último momento. Ezri Dax maniobra la nave, intentando dejar atrás a los atacantes, mirando de reojo a un concentrado Feynman. El oficial científico introduce algoritmos en el control de las armas para afinar sus disparos y poco a poco el nivel de acierto aumenta, para alivio de Kebron. A su vez los impactos en la lanzadera disminuyen pero no sin cobrarse su coste en los escudos que caen hasta un preocupante 20% de potencia.

-¿Queda mucho para salir de esta infame atmósfera?


-Veo que descargar tensión le ha sentado bien, si los datos que veo son fiables debemos estar a punto de salir.


En cuanto termina de decir la última palabra divisan la superficie del planeta. Las criaturas abandonan su persecución confirmando la vaga sospecha de Feynman de que son parte de la atmósfera, un sistema defensivo dentro de un sistema de camuflaje.
Tan sólo algún lago de aguas verdosas quiebra la monotonía de un interminable paisaje rocoso, un paisaje moldeado en formas geométricas que desafían al visitante tanto por su grandiosa escala como su inhumana perfección. No hay rastro de erosión, los bordes son afilados y las paredes planas, sin resquicios ni brechas.  A una señal del oficial científico la consejera dirige la nave a una larga explanada y aterrizan.

- ¿Hay algún motivo para descender aquí? ¿No sería mejor dar un vistazo al planeta? Aquí no veo más que rocas, no parece que haya vida.

Feynman mira con incomprensión al tripulante que acaba de hablar, su nombre es Joe Whyndam. Su superior, Kebron, asiente apoyándole y desconcertando aún más si cabe a su compañero.
 
- Ezri, ¿estoy sufriendo algún tipo de alucinación? ¿Realmente no veis ninguna señal de vida inteligente?, ¿nada? ¿Os parece natural algo de lo que hemos visto hasta ahora? Una atmósfera que esconde y protege este planeta, unas superficies tan pulidas que parecen cristal y que siguen unos patrones fijos, mirad. – Señala una pantalla. – Las depresiones y las elevaciones siguen una función matemática y la situación de los lagos no es casual.

- Tiene razón, el ordenador ha detectado pautas de repetición en el territorio que hemos sobrevolado, es todo demasiado ordenado y limpio, ¿os habéis fijado que entre la atmósfera y la superficie no hay una mota de polvo?

- ¿Qué propones que hagamos?

- Explorar, señor Kebron, ¿se apunta o prefiere quedarse en la nave?

- Iré con ustedes dos- Hace un gesto abarcando a Feynman y Dax, y mis hombres quedarán aquí vigilando la nave y haciendo las reparaciones necesarias para restablecer los escudos. No quiero problemas cuando tengamos que cruzar de nuevo esa sopa de guisantes.

- Adelante pues, a lo desconocido.



 
El ánimo es muy diferente a bordo de la Enteprise, donde a la falta de contacto con la misión de exploración se une una petición de la Federación de que la Enterprise ponga rumbo a la base estelar más cercana. Se avecinan cambios y a Picard le dan mala espina. Siente la mano del almirante Stoner, su papel en la guerra con los Borg le ha catapultado, otorgándole una influencia decisiva en el devenir de la Federación y teme que no dudará en emplearla para imponer su agenda.
LaForge, recién llegado de la sala de motores, nota la preocupación en el rostro de su compañero y superior.

- ¿Nos dan un plazo o tenemos que partir de inmediato?

- Sí y no, mientras tengamos una misión no tenemos que regresar.

LaForge sonríe al comprender qué quiere decir su capitán. ¿Acaso hay una misión más importante para la flota estelar que explorar nuevos mundos? Ni siquiera Stoner se atrevería a llevar la contraria en ese punto. Eso les da tiempo para prepararse para los cambios que se avecinan.





De vuelta en la superficie los tres oficiales han deambulado durante un rato desde que los dejamos y han podido comprobar que las rocas han sido moldeadas y talladas por medios artificiales. Lejos de disimular parece que los autores quisieran vanagloriarse de ello. Un ruido suave capta su atención, parece una maquinaria que se pone en marcha. Kebron desenfunda su phaser, al igual que Ezri Dax mientras Feynman pega la cabeza al suelo intentando localizar la fuente del sonido.

-Viene del interior, algo se está moviendo.

Cerca una de las placas que cubren el planeta se desplaza y ante sus miradas atónitas emerge una nave en forma de obelisco que asciende  a gran velocidad. La atmósfera, que da un color oscuro al cielo y filtra la luz del sol se abre ofreciendo un paso libre al vehículo y despejando cualquier duda sobre su naturaleza.

- ¡Nos han descubierto! – La mente de la consejera va más deprisa de lo que puede hablar pero sus compañeros captan todo lo que quiere decir. La trayectoria de la nave no hace más que confirmar sus temores.

- Tenemos que avisar a la Enterprise. – Kebron habla y actúa al instante pero las interferencias creadas por la atmósfera artificial impiden cualquier comunicación.

- No se preocupe por eso, si se dispone a interceptarla la verán muy pronto. En cambio debería preocuparse y mucho por nosotros. O, ¿acaso cree que no saben que estamos aquí? Este suelo que pisamos es artificial, bien podría tener sensores de presión, térmicos…y mil cosas más que no alcanzaríamos ni a imaginar. Así que propongo que nos movamos y busquemos a nuestros anfitriones.

- ¿Por qué? Deberíamos irnos, ¡ya!

- Al contrario, debemos ser educados y presentarnos. Aquí hay un enigma y no pienso irme sin resolverlo.





En el puente de la Enterprise la imagen central está ocupada por el agujero que ha aparecido en la densa atmósfera del planeta. Icheb es el primero en reparar en la nave que sale del planeta.
 
- Capitán, el agujero en la atmósfera, creo que es para permitir la salida de una nave.
Irónicamente los primeros en meterse en líos son los de la lanzadera que son cerc
 
- Eso confirmaría la teoría de Feynman, levanten escudos, algo me dice que esa nave no viene con intenciones pacíficas. Si se han ocultado todo este tiempo y en los registros de la Flota no hay apenas información no creo que sean hospitalarios con las visitas imprevistas.





En la superficie están a punto de descubrir lo ciertas que son las palabras del Capitán Picard. Apenas un desplazamiento del aire les hace saber que no están solos. Al girarse distinguen tres figuras humanoides pétreas, sus rasgos son andróginos y van cubiertos con telas blancas, con un brillo radiactivo. Sus ojos son negros y ovalados. Poseen bocas pero sólo para ingerir alimentos, carecen de laringe y cuerdas vocales pues para comunicarse emplean un método más directo, la telepatía.

- No sois bienvenidos.

Esas tres palabras suenan en las cabezas de los oficiales de la Federación como si fueran pronunciadas por un coro de cientos de voces furiosas.

- ¿Por qué? – Osa preguntar con la mente y la boca el oficial científico. – Venimos en son de paz.

- No os creemos, traéis armas, como los que han venido antes que vosotros y por eso, compartiréis su destino.

Kebron no pierde de vista a los recién aparecidos, tanteando sus fuerzas, pero es Ezri Dax la que actúa.

- Si os molestamos podemos irnos, diremos que no hay nada de interés. Nos aseguraremos de que nadie venga.

- Tus palabras carecen de valor, vuestros vehículos serán confiscados y vosotros pasaréis a ser de nuestra propiedad.

- No nos rendiremos sin más, plantaremos batalla. –Afirma con vehemencia Kebron.

Unos zarcillos que brotan del suelo son la única respuesta. En un instante rodean a los tres oficiales y los atan al suelo. En la órbita del planeta la nave se dispone a abrir fuego contra la Enteprise, en la que Picard sopesa el rumbo a tomar, pues bien podría estar a punto de provocar una guerra.


Continuará…

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