Blade nº02

Título: La niñez de los muertos (II): ¿Quién mató a Anna Molly? (II)
Autor: Carlos Javier Eguren
Portada: Daniel Mendoza
Publicado en: Abril 2011

Blade ha caído muerto, ¿podrá enfrentarse a sus demonios para vivir de nuevo? Atrapado en sus orígenes, El Que Ha Caminado Bajo La Luz del Sol buscará a los peores monstruos: los reales, ¿le darán la respuesta de quién asesinó a la niña Anna Molly?
Solo hay una persona que se interpone entre la humanidad y los Hijos de la noche. Un cazador solitario cuya misión es eliminar de la faz de la tierra a ese cáncer llamado Vampiro.
Creado por Marv Wolfman y Gene Colan


Resumen de lo publicado:Si procediese, unas líneas para situar a nuestros lectores respecto a lo que ha ocurrido. De nuevo, no os paséis en la extensión. Si quieren detalles, que se lean los fics anteriores.


NUEVA ORLEANS, AHORA.

Hay un punto en el que piensas que nadie puede hacerte más daño y entonces ocurre algo, inesperado, que te demuestra que has sido optimista. Eso que te sucede es peor y te hunde en la más profunda de las miserias. Algunos lo llaman destino.

— ¡No! ¡No me haga daño, por favor! No quería… No quería hacer nada de eso… Entiéndame… ¡No, señor!

El chico vestido del color de la muerte estaba horrorizado. Durante años, había dicho que deseaba estar muerto. La idea de amar el suicidio le parecía atractiva para conseguir lo que él quería.

Nunca quiso morir, pero la fachada era demasiado buena como para desaprovecharla y ahora entendía que quizás no tuviera la elección de morir por culpa de sus propias manos, sino en las garras del Cazador que le ha atrapado.

— ¡No, por… favor!

Y cuando dio el sollozo, supo que el demonio no había terminado. Ese diablo ya no es un Cazador de vampiros.

Busca al que me mató a mí, una simple humana llamada Molly, con grandes huellas de colmillos, obra de monstruos. El que es ahora un Cazador de monstruos ha prometido que no se detendrá y no...

No se detiene.


EN TIERRAS SANGRANTES, PASADO.

En un momento, una voz habló en sueños a alguien que había caído en ellos, alguien que creyó ver a su madre y a sus seres queridos, un muchacho perdido.

— ¿Sabes dónde estás?

— ¿Quién eres?– preguntó el hombre herido.

—Ya lo sabes.

—No, no lo sé. ¿Dónde estás? ¡No te veo!

—Estoy fuera.

— ¿Fuera?

—De tu mente.

—¿Qué?

—Eres tú el que estás dentro, perdido en ti. Es hora de que encuentres de nuevo el camino. Eres tus actos. No seas un monstruo como los que cazabas. Recuerdas quién eres.

—Pero cómo…

—Recordando.

—Pero ¿cómo recuerdo algo que nunca he sabido?

El que debió vengarme nació en su mente muchos años después de hacerlo de las entrañas de una mujer de las calles que sirvió de alimento a un monstruo.

El que debía vengarme recuerda…


NUEVA ORLEANS, PRESENTE.

En la noche, el pub de “Los Dulces Wiccanos” se inundaba de personas que iban de negro y que soñaban con una vida diferente, donde no tuvieran que llorar o ser otros para ser felices. Una vida que consistía en soñar con la muerte, con preciosos cementerios y con la caída en ellos.

Yo siempre iba a ese lugar. Al menos, cuando estaba viva, aunque fingiese ser una muerta.

Tenía tres amigos: Irma, Eric y Taylor. Tenían motes sobre sangre, clavos y dolor, pero lo importante es lo que eran, no lo que querían ser. De negro, con los ojos rayados y bebiendo sangre de broma se encontraban mejor… Durante unos instantes.

Nada es eterno.

—Siguen sin saber nada de Molly– musitó Irma. Las lágrimas hacían que el rímel dijese adiós, pero lo hizo muy, muy lentamente, dejando un sendero gris.

—Es una putada– le respondió Eric–. ¿Sabes? Hay mucha gente que son unos putos cabrones de mierda, que te tratan como bazofia, que se creen los amos del mundo y necesitan su merecido. No les pasa nada, ¡nunca les pasa nada! ¡Joder! Y luego Molly… Ella era buena, ¡no se merecía esto! ¡No, no es justo!... ¡La vida es una mierda!

Eric decía mucho “la vida es una mierda”. Si le diesen cinco dólares a cada pobre del mundo por cada vez que Eric decía aquella frase, no quedarían a día de hoy ningún necesitado.

Hasta que no supo que yo había muerto, Eric no entendió realmente el significado de ese lema de tantos: “La vida es una mierda”.

Me hice mayor entre ellos, con lágrimas y pañuelos, con música que hablaba de la muerte, con libros donde nos sentíamos menos solos, con el sentimiento de pensar que los tres, sufriendo, sufríamos como uno solo y era un dolor menor en vez de mayor.

Fuimos felices en nuestra infelicidad.

—Le hubiera dicho tantas cosas si no hubiera muerto… Le hubiese dicho que era mi mejor amiga, que siempre conseguía animarme, que fue la única persona que me ayudó…– susurró Irma, buscaba consuelo en antiguos días y sólo conseguía que las lágrimas cayesen sobre las muñequeras que ocultaban viejas, pero aún dolorosas, cicatrices.

—No pudimos despedirnos…– se lamentó Eric. Ese pensamiento le ha devorado por dentro: la fugacidad de todo, un día podías charlar con ese alguien y dos minutos después podía estar muerto y, la mayoría de los veces, no había ninguna señal que te lo dijese–. Antes adoraba a la muerte, ¿sabéis? Pensaba: “La vida es una mierda, no hay nada más que cosas que te hagan llorar o que te jodan”, pero es…

>>Porque sólo conocía la vida. Ahora que sé de la muerte, sólo sé que es una puta rastrera mucho peor que esto, mucho peor que la muerte.

Y Taylor en una esquina rompió el silencio, mientras apartaba un vaso. Sé que sentía rabia, siempre la sentía. Sus ojos pintados de negro no se perdían en lágrimas:

— ¿Vamos a estar toda la puta noche con esta mierda? Dejad ya de hablar de esto, joder. ¿Queréis?

Taylor fue el único chico al que amé en mi vida y el que más daño me hizo. Fue el que me obligó a muchas cosas. Cosas que me entregaron a la muerte.

Dicen que el amor no puede matarte, pero es mentira.

El amor es la peor arma que existe.


EN TIERRAS SANGRANTES, PASADO.

El hombre que un día fue grande corría. No se detuvo, seguía adelante. En la medianoche, donde la luna se desangra en tinta negra, él no se paraba…

Pero no estaba huyendo.

No estaba escapando.

Sólo iba en busca de la mujer que se marchaba.

Y entonces ella giró.

Le miró con unos ojos llenos de luz y de paz.

La mujer le entregó una hermosa sonrisa y le dijo con amor.

—Adiós, hijo.

Y el hombre cayó solo y quedó destrozado.

Ya no hay nada a lo que seguir.

No hay nadie…

Excepto la voz…

Pero ¿se le puede considerar que esté?

—Tus demonios… Enfréntate a tus demonios, Blade. Eres restos de un mundo que desaparece. Enfréntate a sus cenizas, sé algo más. Sé aquello para lo que naciste.

Pero él sólo dice:

— ¿Cómo sabes esto? ¿Cómo estás…?

Y la voz responde:

—“El diablo sabe más por viejo que por diablo”… Eric Brooks, aquel al que temen como Blade, lo sé todo.


NUEVA ORLEANS, PRESENTE

Mi madre llevaba tiempo sin poder dormir. No quería tomarse los somníferos que le había recetado el psiquiatra. El dolor era lo único que hacía a mi madre seguir sintiéndose viva. Lo único que la hacía continuar, aunque fuera regodeándose en su dolor.

— ¿Te ocurre algo?– preguntó mi padre cuando la encontró mirando fijamente una fotografía humedecida por las lágrimas.

Una foto mía.

Mi padre llevaba días sin hablar con mi madre. Buscaba una manera desesperada de hacerlo. Era un ingenuo. ¿Por qué? Porque pensaba que todo se arreglaría, pero hay cosas que no se arreglaran nunca.

Él siempre fue demasiado optimista. Pensaba que lo que me pasaba era una etapa, pero no que fuera la última de mi vida.

—Es una ironía ¿no?– dijo mi madre y empezó a llorar. Parecía un alma en pena. Justamente aquello en lo que yo me había convertido–. La veo aquí y me pregunto si pudimos hacer algo para evitarlo, si pudimos hacer algo para que no estuviese triste, si pudimos hacer algo para que un asesino no le hiciera lo que le hizo…

Mi madre se sentía la culpable de todo lo que me había ocurrido.

Ella siempre me estaba gritando, siempre me estaba diciendo que no podía estar llorando por las esquinas, que no podía estar diciéndome a mí misma que todo era un asco, pero yo lo hacía.

Y ella ahora se preguntaba si podría haber hecho algo más para que yo no hubiera terminado muerta.

De tal manera, se torturaba día y noche.

¿Qué más daba ya?

—Pillarán a ese cabrón, te lo prometo– habló mi padre. Se lo dijo a mi madre, pero en ese momento, sentí que hablaba más consigo que con ella. Intentaba convencerse a él mismo. No se paraba a pensar que yo pudiese estar escuchándole.

—Yo no… Yo sólo pienso en ella, en lo que pudimos hacer y no hicimos… A ese monstruo podrán cazarlo, pero ella seguirá muerta… Ella se nos ha ido para siempre… Contra eso no se puede hacer nada.

Y ambos hicieron lo único que hacían juntos: discutir y llorar.

Desde mi ausencia, era un hábito que les hacía sentar vivos en mi muerte.


EN TIERRAS SANGRANTES, PASADO.

Había un cadáver.

Cuando lo vio el caballero, fue a por el cuerpo inerte.

Camina solo, pero la voz no dejaba de acorralarle. Era su sombra.

— ¿Quién lo mató?– preguntó el herido.

—Tú lo mataste muchas veces, pero yo lo maté de la manera definitiva– respondió la voz–. Él siempre estaba preparado para resucitar, como un villano de opereta, como un villano de los tebeos– y las palabras resonaron. Blade ya sabía la respuesta, pero esperaba no recibirla–. Cualquiera pensaría que dejabas a tus grandes enemigos moribundos para tener siempre que enfrentarte a ellos, para sentir que tenías una existencia justificada, ¿no crees? Tal vez…

Y el guerrero derrotado contempló el cuerpo del hombre marchito y preguntó:

— ¿Quién era?

La voz pareció guardar silencio para dejar de reírse en sus adentros.

Entonces habló:

—Fue lo más parecido que tuviste a un padre. También estuvo Morbius, pero él sólo te convirtió en algo mayor, mitad vampiro mitad humano. Mitad hombre y mitad monstruo.

>>Pero este que ha caído… Aún así es impresionante cómo sacude tu misericordia, porque por él eres todo lo que eres.

Y el que fue un cazador de monstruos cayó y lloró, implorando perdón ante el cadáver. Sintió pena por él. Tristeza, para él y para todos los que habíamos muerto, para todo el mundo.

El luchador roto sintió que su alma se perdía en el nudo que sentía en su garganta.

— ¿Quién es?

— ¿No lo sabes o no lo quieres admitir?

Y el pobre hombre, prese de su mente, observó al caído y dijo por el muerto al que odio tanto en vida, le dijo su nombre como un gesto de honor, como un entierro honorable, por el vencido y por él mismo…

—Deacon Frost.


NUEVA ORLEANS, PRESENTE

El detective Marlo no podía dormir y cuando no podía dormir iba al despacho de su casa, donde vivía solo desde que su mujer y su hijo le dejaron.

Encendió la caja tonta.

Estaban dando las noticias.

Hablaban de él, cómo no…

 —Para cerrar, recordarles que la policía sigue buscando al asesino de Ana Molly. Cualquier pista que puedan dar es crucial para la investigación de…

En su despacho, sólo había viejos periódicos en los que hablaban del caso de esa niña, de mí, y cada vez que el detective veía una foto suya se lamentaba.

—… paso al late night de Larry Brian, pasen una buena noche…

A Marlo le gustaría que esa imagen no fuera suya, que fuese una fotografía mía. Una que hiciera que alguien sintiese tanto dolor como para confesar lo que me hicieron. Al detective Marlo le gustaría hacer justicia.

—Bienvenidos al late night de Larry Brian, ¿pasar una buena noche? ¿Desear que pasen una buena noche? ¡Damas y caballeros, la van a pasar! ¡Se lo prometo! Y…

Pero esa noche, cuando entró en la sala, no encontró las cosas tal y como las dejó. Entonces, sintió una punzada. Muchas cosas iban mal, pero una iba allí y ahora.

—…noticia del día: la niña Ana Molly sigue muerta y su asesino libre, ¿saben? Me recuerda a una cosa que escuche esta mañana en la gasolinera cercana a uno de nuestros bonitos pantanos…

Alguien había estado allí. Un intruso. ¿El asesino intentando saber cómo iba el caso? ¿Alguien que se ha cansado y busca hacer justicia por si solo? ¿Quién? ¿Y si Marlo se está volviendo loco y no ha habido nadie?

— ¿…cuántos inspectores hacen falta para no encontrar al asesino de Ana…?

El que entró, se marchó tan fácil como le fue encontrar en un periódico quién podía ser el que sabía más de aquel caso: Marlo.

— ¡Fácil! Hacen falta el inspector Marlo y todo su séquito de inútiles y…

Al menos, Marlo recordó que tenía una cámara para saber quién había estado buscando en su despacho. ¿Y si es el asesino? ¿Ha sido tan fácil que haya caído? ¿Marlo iba a tener tanta suerte?

— ¡Ja! Sí, sí… Ha sido un mal chiste, pero no es culpa mía. ¡Yo sólo soy el mensajero! ¡Ja! La culpa es del guionista que ha ido a esa maldita gasolinera… Y del inspector que no ha hecho nada por encerrar a ese hijo puta. ¡Nos vamos a la publicidad y después tendremos una actuación de Jeff Everett! ¡No se marchen! Les prometo que…

CAMINO DE LA MENTE DE LAS TIERRAS SANGRANTES A LA REALIDAD, PASADO.

El firmamento se tiñó del rojizo de la sangre que emanaba las tierras de la mente del guerrero.

—Durante muchos años, Blade, pensaste que eras un error, un accidente, pero ¿y si no lo fuiste? ¿Y si el destino te convirtió en esto para destruir a sus propios monstruos? ¿Y si la vida creó a su propio defensor ante el virus de la muerte? ¿Y si tú eres la clave de este mundo? Blade, eres el único que puedes vencer esta cruzada. El mundo te necesita para seguir existiendo.

>>Álzate, hijo de las tinieblas y la luz, tú marcarás la diferencia.

Y el guerrero volvió a sentir sangre en sus venas.

Literalmente.

Ya no más suero, ya no más ser la mitad de lo que se podía ser.

Es sangre.

Le inyectaron sangre y sedante en vena.

Dormía el sueño de los justos hasta que despertó en una camilla y vio a la voz.

El Maestro que le clavó un puñal de láudano, el que lo hundió en su mente, en las Tierras Sangrientas.

—Es la única manera de que seas tú. Aliméntate de los villanos y existe para exterminarlos. Convierte tu hambre en el hambre por un mundo mejor.

El Cazador se hubiera levantado antaño contra lo que él consideraba un sacrilegio, pero ahora ya no es el mismo.

Ha recorrido los senderos de su pasado, se ha enfrentado a sus demonios y ahora existía.

Es real.

Aquel Que Ha Caminado Bajo el Sol se levantó…

Y sólo pudo decir al Maestro:

—…Gra…ci…as…

Y el Maestro sonrió.


NUEVA ORLEANS, PRESENTE

El camarero de un bar de góticos escuchaba siempre las mismas historias. Podía ser un obrero de la construcción o una chica universitaria que viste de negro, pero la vida siempre te está golpeando y te hace contar tus miserias a un desconocido. El camarero escuchaba.

—Y el hijo de perra se ríe de mí, ¿sabes?– dijo la chica de la cresta–. Va y me dice: “Me sé un chiste que te hará gracia…”.

— ¿Por qué las habitaciones de un gótico tienen cuatro paredes?– preguntó el camarero–. Ese me lo sé. Es para que puedan llorar en las esquinas.

—No, no es ese… Es otro… Más horrible aún.

“Los Dulces Wiccanos” estalló en la noche.

Lejos de la música, lejos de besos en cuellos que acababan siendo leves mordiscos, lejos de caricias que se perdían en lamentos…

Lejos hasta que es demasiado cerca, justamente cuando se abrió la puerta y le vieron a él.

—Hay una gótica que llora, porque no encuentra sentido a la vida, porque cada día que pasa no hay nada a lo que hallar un significado, porque todo se ha ido a la mierda…

Y la voz de la chica resonó.

El recién llegado atrajo las miradas al igual que contagiaba el miedo. Era lo que algunos de los que lo temen habría querido ser.

—Hasta que, de pronto, aparece alguien y ella lo mira y se asusta. Lo teme con toda su alma. Hace que llore y grite con fuerza.

Nadie vio los ojos del forastero. Los ocultaba y ellos se consolaban con que fuera así, porque saben que si los veían, sus mentes estallarían, hirviendo en la furia y el sentido del dolor que les invadía.

— ¿Por qué? ¿Por qué la chica gótica se asusta y llora tanto? ¿Eh? ¿Sabes por qué?

—Pero ¿quién…?– preguntó Eric antes de que el silencio pesase tanto como para ahogar cualquier palabra. Sólo resonaba una gracieta perdida, mientras Irma abrazaba a Eric, con miedo.

 Es, en ese instante, cuando el pecador decidió y abrirse camino.

No sabía si venían a por él.

No sabía si todo aquello ocurría por su culpa.

No comprendía absolutamente nada, pero tuvo el mismo fogonazo que tenían algunos moribundos: sabe que la Muerte viene a por él.

— ¿El recién llegado está armado, es un monstruo, va a asesinarla? Ella, la pobre chica gótica, se lo pregunta y él le responde…

El forastero se abrió paso igual que el que nunca ha sido víctima y lo será por primera vez escapa.

—Si estas tan asustada, chica…

Nadie más se movió. Entonces, todos sintieron pánico cuando escucharon la voz del llegado de la noche, porque todos sabían que era la voz de un Cazador:

—He venido a por ti.

—“Si estás tan asustada, chica, es porque no voy a matarte y…”.

La voz en la mente de Taylor, el pecador, es un estruendo, como el de unas campanas que doblan por él.

—“Porque una sonrisa te asusta más que una lágrima” y la chica muere de pena por no morir y él ríe… O algo así, ¿sabes? Es una mierda de chiste. Realmente, todo es una mierda. La vida es una mierda. Hey… ¿Estás sonriendo, capullo?


NUEVA ORLEANS, HACE UNA HORA.

El Maestro dará lecciones a su nuevo discípulo, le enseñará la oscuridad y la oscuridad les enseñará a ellos y todo comenzará por algo tan simple como el asesinato de una niña.

Algo tan simple como mi asesinato.

—Una vieja amenaza, Blade. Un viejo monstruo al que ya te has enfrentado. Esa niña muerta es la clave. Si él ha vuelto, él la convirtió. Si averiguas quién ha sido, sabrás a lo que enfrentarte, Blade.

— ¿Y tú?

—Contarás conmigo, pero hay asesinatos cometiéndose en esta ciudad y teme algo.

— ¿El qué?

—Que esa vieja amenaza a la que te enfrentaste tantas veces este dejando un mensaje a los otros monstruos y esté formando un ejército.

En el silencio, el temor era demasiado poderoso, el miedo a algo que no saben qué nombre poner…

Pero yo estoy allí, soy la pobre niña muerta que espera que descubran quién la mató.

—Necesitaré mi viejo cuchillo y mi vieja estaca.

—Te están aguardando.

Y entonces, el Cazador volvió a ser un Cazador.

La luz desapareció.

Hubo un chispazo.

Después, oscuridad.

Los plomos habían reventado.

Hasta la luz había huido.

Y la presa gritó como un niño pequeño.


NUEVA ORLEANS, AHORA.

Había un gran rascacielos lejos de Nueva Orleans, pero no tanto como para que el amo de la torre de cristal no viese los pecados de sus habitantes.

Allá en lo alto, era el vigía, el centinela, y a través de grandes cristaleras observó en la noche los caminos de los errantes.

Estaba en su despacho, desde el que gobernaba el mundo, y aguardaba su tiempo, cuando alguien entró. Era un sirviente, un hombre con un informe de rata de biblioteca. El señor del torreón ni siquiera le miró cuando dijo:

—Ve al grano, hijo.

—Otro, señor– habló el siervo–. El cadáver de un tipo, en los bosques, ha aparecido muerto, con varios huesos rotos y heridas de bala. Este era un hombre lobo. Se suma a los asesinatos de vampiros, expertos en artes oscuras…

—Hermanos de las tinieblas.

—Eh, sí… Señor. De nuevo, el mismo sistema. En el suelo escrita la palabra “Monstruo”. Muy teatral.

—Muy cruel. ¿No es también un monstruo quien lo hace?

—Supongo, señor.

—Deja el informe en la mesa. Gracias. Puedes marcharte.

—Sí, señor. Buenas noches.

—Buenas noches– respondió el hombre y sonrió fríamente. Después de tanto tiempo, tantos enemigos y hechos, era fascinante encontrarse con unos viejos rivales como aquellos. Nunca se daban por vencidos. Siempre regresaban–. Ángeles de la Mañana Silenciosa, cuántos os he echado de menos.

Nuevos tiempos, viejos retos.

La inmortalidad le había acostumbrado a esas cosas.

Le hacen reír tremendamente.


NUEVA ORLEANS, AHORA.

Hay un punto en el que piensas que nadie puede hacerte más daño y entonces ocurre algo, inesperado, que te demuestra que has sido optimista. Eso que te sucede es peor y te hunde en la más profunda de las miserias. Algunos lo llaman destino.

— ¡No! ¡No me haga daño, por favor! No quería… No quería hacer nada de eso… Entiéndame… ¡No, señor!

El chico vestido del color de la muerte estaba horrorizado. Durante años, había dicho que deseaba estar muerto. La idea de amar el suicidio le parecía atractiva para conseguir lo que él quería.

Nunca quiso morir, pero la fachada era demasiado buena como para desaprovecharla y ahora entendía que quizás no tuviera la elección de morir por culpa de sus propias manos, sino en las garras del Cazador que le ha atrapado.

— ¡No, por… favor!

Y cuando dio el sollozo, supo que el demonio no había terminado. Ese diablo ya no es un Cazador de vampiros.

Busca al que me mató a mí, una simple humana llamada Molly, con grandes huellas de colmillos, obra de monstruos. El que es ahora un Cazador de monstruos ha prometido que no se detendrá y no...

No se detiene.

El Cazador lo sabe.

Acabarán con esa rata.

En un lugar como Nueva Orleans, siempre lo hacen.

¿Y fue esa rata quien me mató?

Continuará…


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