Thor Señor de Asgard nº23

Título: Imparable (I)
Autor: Miguel Ángel Naharro
Portada: Nestor Allende
Publicado en: Mayo 2011

Tras la crisis recién terminada, Thor intenta buscar nuevos aliados que pueden no ser del agrado de Zeus, el señor del Olimpo. Además, El Juggernaut vuelve a la Tierra y comienza a arrasar todo a su paso.
“Ha tenido muchos nombres. Vingthor el lanzador, el hijo de la larga barba y enemigo de Hrodr. En su hogar ancestral Hymir le conoce como Veur. Compañero del infeliz Hrungnir le han llamado algunos. Al este del Elvigar, en tierra de gigantes, susurran el nombre de Hloriddi. Su padre le llamaba hijo. Su madre, querido. Y bajo las bóvedas celestes es Thor Odinson, dios del trueno, temor de Jormungand.”
Stan Lee y Action Tales presentan

Creado por Stan Lee & Jack Kirby



Bifrost, el puente del arco iris, era el camino de acceso a Asgard, el hogar de los dioses nórdicos. Desde el principio de los tiempos, el puente había estado custodiado por un fiel guardián, que vigilaba el infinito para intentar vislumbrar cual peligro que pudiese amenazar al llamado Reino Dorado. Por primera vez desde su creación, su habitual guardián no estaba en su puesto. Heimdall cayó en la batalla final contra Loki y sus ejércitos y un nuevo guardián custodiaba las puertas de Asgard.
Se trataba de Vidar, hijo de la giganta Grid  y Odín y medio hermano de Thor, nombrado guardián de  Bifrost por el señor de Asgard. (1)
Vidar observaba con atención todo lo que estaba al alcance de sus omnipotentes sentidos. Para su sorpresa, se estaba adaptando a su nueva vida más rápido de lo que jamás hubiese imaginado. El universo infinito y más allá era ahora parte de él. Su vista alcanzaba hacía lugares inimaginables.
Su  mirada se posó en la ciudad de Asgard, donde Thor recibía la visita del monarca del Olimpo, Zeus.
Los dos señores de los panteones asgardianos y olímpicos comían tranquilamente en la sala de banquetes de palacio. Zeus se sirvió un poco más de hidromiel.
-Una comida excelente, amigo mío.-Observó Zeus.- Agradezco la invitación para visitar tu reino.
Thor sonrió mientras cortaba una hogaza de pan con su cuchillo.
-No hay nada que agradecer, lord Zeus. Somos dos amigos y aliados compartiendo una agradable comida. No hay mejor manera de cultivar una amistad que compartiendo mantel ¿no te parece?
Zeus rió satisfecho.
-Mi honor me obliga a devolverte la invitación, Thor. La próxima vez visitaras los amplios salones del Olimpo y saborearas los mejores manjares que jamás hayas probado. Y no aceptaré un no por respuesta.
-Estaré encantado de aceptar la hospitalidad del Olimpo.- Dijo Thor.- Es agradable disfrutar de los momentos de paz y tranquilidad mientras duren.
Zeus asintió.
-Nunca sabe uno cuando los vientos pueden cambiar. Esperemos que sea por un largo tiempo y mientras tanto, demos gracias por lo que tenemos.- Comentó antes de darle un mordisco a un trozo de faisán.
Thor volvió su atención a algo. Por la ventana abierta se escuchaba sonido de metal contra metal, como si hubiese una pelea.
El Dios del Trueno se asomó y contempló lo que ocurría.
En el patio de armas, varios guerreros rodeaban a un hombre. Este no era otro que un bravo muchacho de cabellera roja al que llamaban Magni Thorson.
Era un entrenamiento, pero se lo tomaban muy a pecho los participantes. Uno de los guerreros intentó acertar a Magni con su espada, y este lo esquivo con una finta, para luego parar el filo de su acero con su maza mística.
Magni rió cuando con un certero golpe lo envió contra uno de los muros del patio.
-¿Esto es todo lo que podéis hacer?- Dijo Magni sonriente.
No cabía duda de que la fuerza y el poder de Magni le hacían que no fuesen rival para él. Era como un enfrentamiento de niños contra un hombre adulto. Magni los vencía sin mucho esfuerzo y vanagloriandose de su habilidad en el combate. Sus adversarios no tenían nada que hacer y él lo sabia.
A Thor le recordaba a alguien que conocía muy bien. Era el fiel reflejo del joven orgulloso, seguro de si mismo e inconsciente que fue en su juventud, antes de descubrir que  la vida era algo mucho más complejo que ser el guerrero más fuerte y popular.
-Tu hijo es un buen luchador.- Dijo Zeus.
-Es indigno, sin humildad y muy seguro de si mismo. Eso hará que el mismo o alguien de los que le rodeé sea herido por su insconciencia.- Afirmó Thor.- Lo sé muy bien, yo fui así cuando tenía su edad.
-Ah, los hijos siempre dan dolores de cabeza, lo sé muy bien.- Dijo Zeus pensando en Hércules.- Pero no los podemos dejar de querer menos por ello.
-Tiene que aprender humildad.- Dijo Thor finalmente, sin dejar de pensar en como su padre pronunció esas mismas palabras mucho tiempo atrás.
-Quizás deberías pensar en unirle a la fuerza de defensa que estamos preparando.- Añadió Zeus.- Al estar con gente igual o más poderosa le dará que pensar.
-No. Se exactamente tengo que hacer con él. Hay un lugar donde aprenderá lo que es ser humilde.- Comentó como si se le hubiese ocurrido una buena idea al respecto.
Zeus se encogío de hombros.
-Nadie mejor que tú para saber como educar a un hijo.- Dijo Zeus.- Bastantes problemas he tenido con los míos como para intentar aconsejarte, Thor.
Thor cerró las ventanas y se volvió hacía el todopoderoso señor del Olimpo.
-Pasemos mejor a otros asuntos, Lord Zeus.- Dijo el asgardiano.- Hay un tema de importancia que quería consultar contigo antes de presentarlo al concilio.
-¿De qué se trata?- Preguntó intrigado el olímpico llenándose de nuevo la copa.
-He estado dándole vueltas a como conseguir nuevos aliados para nuestra causa. Nuevos miembros que se unan a nosotros en las filas del concilio.
-Es una idea interesante, sin duda. Aunque estamos los representantes de los más importantes panteones que no nos traicionaron durante la guerra ¿En quien has pensado como candidato?
-Es un asunto algo delicado…. Sin embargo, será mejor que lo descubras por ti mismo.
La puerta del comedor real se abrió revelando a una persona que cruzó el umbral y se interno en la estancia.
Zeus abrió la boca asombrado.
-¿Mis ojos me traicionan acaso? ¿es posible?

Nuevo Avalón
Leir dejó los árboles talados en un rincón, y se detuvo para ver cómo iba todo. El asentamiento era reciente, pero ya se le había insuflado vida. La población fue construida en una zona alta, para asegurar su defensa, habían rodeado el lugar de  con paredes macizas de tierra, trabadas interiormente con soportes de madera, que actuaban como murallas y con su parte exterior rodeada por un foso. La ciudad se bautizado como Tyr Nodens. (2)
El dios de la lanza y el rayo se secó el sudor y suspiro. Este nuevo hogar encontrado por Thor no era como Avalon ni nunca lo sería, pero ahora sería su hogar para su gente y eso era lo importante.
-¿Admirando el paisaje, Leir?
Sif se acercó y le dio un beso a Leir.
Cuando la doncella guerrera de Asgard le dijo que le acompañaría por un tiempo a ayudar en la construcción de los asentamientos de los dioses celtas, Leir estuvo a punto de pellizcarse para ver que no era un sueño.
Incluso el celta más escéptico no podría decir que Sif no estaba esforzándose como el que más, trabajando duro para ayudar en todo lo que  estaba en su mano.
-Veo que has cazado algo, milady.- Observó Leir  viendo dos ciervos al lado de la diosa.
-Hay que llenar muchos estómagos, Leir. Quien sabe cuándo llegará el invierno.- Comentó Sif.
-¡Estáis aquí, amigos míos!
Un guerrero celta de espesa barba roja y tuerto  se a cercó con fuertes pasos, se trataba de Mogh Ruith, dios del sol.
-Está oscureciendo, y el banquete ya está preparado.
-¿Otro? ¿Es que no os cansáis nunca?
Mogh Ruith se puso a reír en escandalosas carcajadas.
-Lady Sif, los banquetes celtas son legendarios, ya deberías saberlo.- Dijo el dios del sol.- Nos recuerda viejos tiempos y otros lugares añorados.
Habla de su hogar- Pensó Sif.- No querría imaginar lo que estarán pasando. Si Asgard hubiese sido destruida, quien sabe que hubiese sido de mí y de los míos.
Los tres se encaminaron hacía una de las chozas más grandes. Dentro se  había formado un círculo alrededor de la hoguera y de los manjares. Se sentaron en pieles de animales y admiraron los alimentos allí servidos: cerdo cocido, buey, vaca, venados, truchas, miel, queso, leche, hidromiel, vino y cerveza.
Los bardos entonaban canciones típicas que recordaban hazañas inmemoriales de los celtas, acompañados de sus liras. Sif comenzó a comer, sabiendo que el banquete duraría hasta altas horas de la noche y luego dormirían en esa misma sala hasta el amanecer.
Los guardias celtas observaban desde la torre de vigía, sin percatarse de que a su vez, estaban siendo observados y analizados.
Los dioses celtas creyeron que esta dimensión estaba deshabitada y sin nada más que animales y vegetación idónea para poder vivir en ella. Se equivocaron. No estaban solos.
Unos ojos inquietos contemplaban a sus inesperados invitados, fuera de su alcance y sin que supiesen que habían invadido un territorio que ya estaba ocupado. Tendría que hacer algo al respecto con estos inesperados intrusos.



Cain Marko se sentía del revés, los olores, las sensaciones, los colores, todo era abrumador. ¿Dónde estaba? ¿Cómo había llegado allí? Con un gran esfuerzo pudo intentar ordenar sus pensamientos, intentando recordar cómo pudo acabar en este Otro Lado.
Recordaba como el suelo tembló, y al mirar al cielo, este se tornó de una tonalidad roja, como la sangre. La gente huía despavorida, tan aterrada que nadie se fijaba en que un gigantón de más de dos
metros caminaba entre ellos. (3)
Sintió como el aire chisporroteaba a su alrededor, un olor a electricidad, y de repente, ya no se  encontraba en la Tierra, si no en este otro lado. Donde las reglas de la realidad no parecían tener ningún sentido ¿Llevaba solo unos segundos o años? No podía saberlo con exactitud, las leyes del tiempo y del espacio no parecían funcionar de igual manera allí.
Su fuerza no servía de nada, no había enemigo al que golpear ni sobre el que abalanzarse para que le dejase libre. Intentó gritar con todas sus fuerzas, pero no tenía voz. Su cordura ya pendía de un hilo, la desesperación y la locura eran algo que empezaba a abrazar con satisfacción ante lo que estaba ocurriendo.
Y de repente, como por arte de magia, notó un cosquilleó por todo su cuerpo y en un instante estaba en el otro lado, y al momento siguiente, se encontraba fuera de allí. Respiró profundamente el aire, como si fuese  su última bocanada. Miró el cielo estrellado, para cerciorarse de que realmente se había liberado. –Soy libre- pensó- ¡Libre!
Y comenzó a caminar con pisadas que hacían temblar el suelo a su paso.
El Juggernaut había vuelto, y pobre de quien osará cruzarse en su camino.




-¡Tú!-Exclamó Zeus al que le había cambiado el rostro en un segundo. La ira comenzó a asomar en sus ojos.
Frente a ellos se encontraba un hombre de aspecto juvenil, fornido y alto, con una melena rubia. Su atuendo era azul y rojo. Su forma no engañaba a los dos dioses, ya que podían percibir el enorme poder que bullía en su interior. Estaban ante Ikaris uno de los Eternos más importantes. La raza llamada los Eternos eran una rama de la humanidad, evolucionada gracias a la intervención de los enigmáticos y poderosos seres espaciales conocidos como los Celestiales. Poseían grandes poderes que los convertían a ojos de los mortales en auténticos dioses.
-Mis saludos, lord Zeus.- Dijo Ikaris con palabras aparentemente amables.
Zeus se volvió hacía Thor con el rostro distorsionado por la ira.
-¿Estas burlándote de mí, Thor? ¿Los Eternos?
-Tranquilízate y hablemos de ello. Los Eternos serian unos aliados notables y lo sabes.- Comentó
Thor en tono conciliador.
-¡Me niego!- Exclamó Zeus.- Son unos pobres imitadores de dioses. Durante eras los confundieron con mi pueblo, incluso tuvieron la osadía de creer que Olimpia su ciudad era el Monte Olimpo…
-Creía que esa disputa estaría olvidada, lord Zeus.- Dijo Ikaris.- Nunca fue nuestra intención…
-Una mancha como esa jamás es olvidada, eterno. ¿Cómo podemos confiar en estos siervos de los Celestiales? Bastante nos han impuesto ya para que encima tengamos que incluir en nuestras filas a sus espías para que nos vigilen.
-¡Nosotros no somos siervos de nadie!- Dijo Ikaris algo molesto.- Quizás deberías contener tu lengua, olímpico.
-¿Osas amenazarme?- Dijo Zeus al tiempo que uno de sus míticos rayos comenzó a materializarse en una de sus manos.
-¡¡Basta!!
BadmrHird voló entre ellos para que les sirviese de advertencia para no dar ni un paso más. El martillo volvió a manos de Thor y este miró enfurecido a sus dos invitados.
-Esta es mi casa y no toleraré este comportamiento bajo mi techo.- Dijo Thor en voz alta.- Los dos sois hombres de honor ¡Comportaos como tales!
Zeus bajó la mirada algo abochornado por su comportamiento.
-Mis disculpas, Thor.
Ikaris hizo una reverencia.
-Lo siento, no hay excusa, Dios del Trueno.
Thor se acercó a ambos y le puso una mano en el hombro a cada uno.
-Sabía de  tus diferencias con los Eternos, Lord Zeus, por eso quería que fueses el primero en saberlo, para poder olvidarlas y mirar al futuro.
-Escucharé con atención lo que tengas que decir, amigo mío.-Dijo Zeus.
-La raza de Ikaris es tan noble y respetable como la de cualquiera de nuestros pueblos. Sin importar su origen, son dignos de nuestra confianza y han defendido a la humanidad siempre que han podido, como nosotros ¿Por qué  deberías despreciarlos? ¿Sólo porque son creaciones de unos seres tan poderosos que a su lado somos meras hormigas? Los Eternos tienen mucho que ofrecer y es mi deseo tenerlos a nuestro lado, como aliados y amigos.
-Thor nos ha ofrecido un puesto en el concilio, lord Zeus. Y hemos aceptado. Queremos ayudar en lo que podamos. Si alguna vez os hemos ofendido, tenéis mis más humildes disculpas y me tendréis a vuestros pies para lo que deseéis.
Zeus se quedó pensativo durante un instante. Pareció que de nuevo iba a estallar en cólera, pero de repente, se puso a reír.
-Si Thor confía en vosotros, os daré el beneficio de la duda y aceptaré lo que decida el concilio. Sois poderosos y vuestra ayuda podría ser beneficiosa con el tiempo. Aceptaré las disculpas que me ofrecéis.- Dijo Zeus pensando que por el momento, aceptaría la idea del señor de Asgard, pero no les quitaría el ojo de encima. Como decía el viejo dicho: Ten a tus amigos cerca, pero aún más cerca a tus enemigos…
-Me alegro que haya reinado la cordura de nuevo. ¿Nos acompañaras en el resto de la velada, Ikaris?- Dijo Thor señalando a la mesa dispuesta de exquisitos alimentos.
-Será un placer compartir cubierto con vosotros. Espero que sea el inicio de una gran amistad.
-Me gustaría que así fuese- Pensó Thor.- La ayuda de los Eternos podría ser decisiva si volvían a tener un conflicto parecido al que se habían visto sometidos en las últimas fechas. Debía hacerles entender a sus hermanos celestes que debían olvidar viejos rencores y enemistades y abrir la mente para no incurrir en errores del pasado.



En uno de los más altos edificios de la ciudad de los Ángeles aparecieron de repente dos formas.
-¿Por qué me has traído a esta ciudad, Thor?- Preguntó con curiosidad Ikaris.
Tras terminar la reunión con Zeus, Thor le comentó al eterno la posibilidad de tener una conversación privada en otro lugar, lo que no se imaginó es que lo llevaría de vuelta a la Tierra.
Thor se quedó con aire pensativo mirando a la gran urbe de edificios y a los hombres y mujeres que se movían en todas direcciones por la ciudad.
-Siempre he envidiado a los mortales. Viven su vida tranquilos, con sus problemas, sus alegrías y sus tristezas, pero ajenos a los poderes que hay en el universo y que podrían aplastarlos con un simple pensamiento.
-Sus vidas son mejores así, sin ser conscientes de los peligros que les pueden acechar ¿no crees?- Observó Ikaris.
-Siempre que alguien pueda protegerlos de esos peligros.- Apuntó Thor.-Dime, Ikaris, durante mucho tiempo habéis decidido manteneros al margen de gran parte de lo que acontecía en este mundo ¿Qué es lo que ha cambiado?
Ikaris miró con firmeza al asgardiano.
-Algunos entre mi gente empezaron a discrepar con la idea de no mezclarnos en otros asuntos, en no inmiscuirnos en la vida de la humanidad. Desde que la mayoría de nosotros partiesen al espacio para explorarlo, los que nos quedamos en Olimpia hemos intentado no interferir, dejando que se forjasen su propio destino. Poco a poco muchos de nosotros hemos ido cambiando de opinión. La reciente crisis abrió los ojos a los que eran contrarios a volver a relacionarnos con la humanidad. Eso nos hizo ver que como “hermanos” de los humanos, tenemos una responsabilidad con ellos, y no podemos simplemente permanecer ocultos en nuestra ciudad y estar cruzados de brazos.
-Un pensamiento honorable, Ikaris. Realmente pienso que habéis tomado el camino correcto.- Observó Thor.
-¿Crees que nos admitirán con facilidad, Thor?
-Tienen que ver que es positivo para todos, sólo veo ventajas en teneros de nuestro lado. Algunos tendrán recelos, por supuesto.
Ikaris sonrió.
-Como Zeus. No olvida que a Zuras se le confundiese con él durante tantos siglos.
-Zeus es testarudo, pero es un hombre de honor, estoy seguro de que habrá aceptado tus disculpas y de que no os guardará rencor.- Comentó el señor de Asgard.-No temas, Ikaris, en el momento de la verdad, estará conmigo
-¿Qué es eso?- Dijo Ikaris señalando algo.
Thor pudo ver una gran explosión no muy lejos de allí.
-Ha ocurrido algo, nos necesitan.-Dijo Thor comenzando a girar su martillo mágico.
Un poco antes…
Walt Barnes silbaba una vieja canción country mientras conducía su camión de mercancías por la entrada a la ciudad de los Ángeles. Llevaba muchos kilómetros y muchas jornadas de viaje encima, lo único que deseaba es llegar a casa y a abrazar a su mujer e hija, a los que no veía desde hacía semanas. Sin embargo, el destino es en ocasiones cruel y despiadado y no atiende a razones.
Los focos del camión enfocaron a una figura que parecía haber aparecido de la nada. Era de un tamaño descomunal, un auténtico titán cuyos músculos y rasgos parecían haber sido tallados en piedra. Llevaba una armadura y un casco que le cubría la cabeza casi por completo. Walt intentó esquivarlo, pero no tuvo tiempo. El camión chocó contra algo inamovible que hizo que el vehículo estallase, haciendo que la carga volátil crease una explosión que se vio desde muchos puntos de la ciudad por su espectacularidad.
Las llamas y el humo hicieron detenerse a muchos vehículos que cruzaban por la carretera, y comenzaron a escucharse los sonidos de las sirenas de las ambulancias y de la policía.
Varias personas se acercaron para intentar averiguar si había sobrevivido alguien a ese infierno desatado. Entre las llamas se movió una sombra, una figura que parecía moverse hacia ellos.
-¡Es imposible! ¿Quién puede sobrevivirá algo así?- Dijo un joven que iba en motocicleta y que observaba todo.
Entonces lo vieron. Un coloso de gran tamaño y musculatura que los miraba con ojos indiferentes.
-Soy el Juggernaut.- Anunció.- Estáis en mi camino y me estorbáis.
Cain Marko, conocido como el Juggernaut, golpeó con sus poderosos brazos el suelo que hizo temblar todo a su alrededor, derribando a personas y haciendo que algunos coches que estaban en marcha perdiesen el control y se estrellasen contra otros.
Juggernaut miró a un lado y a otro. Estaba desorientado. Había vuelto a su realidad, a la Tierra, pero en su interior se notaba distinto, diferente. El poder fluía por todo su ser, por cada fibra de su cuerpo. Se sentía mejor que nunca, como si su fuerza se hubiese duplicado, aumentada desde que estuvo en el otro lado. Algo había cambiado en la Tierra desde que estuvo fuera –Mi fuerza y poder es más grande que nunca-Pensó- Ahora soy verdaderamente imparable, incluso me siento más poderosos que durante el Octavo Día (4). Ni siquiera notó cuando los disparos de las balas impactaron contra él. Un par de coches patrulla de la policía de la ciudad se habían detenido y abierto fuego contra el villano. Cain Marko permaneció impasible ante la lluvia de proyectiles, sin moverse ni un milímetro. Cuando acabaron los disparos, esbozo una mueca que podía interpretarse como una sonrisa.
-¿Ya habéis terminado? Mi turno.
El behemot acorazado levantó como si fuese un juguete los restos ardientes del camión que había chocado contra él, convirtiéndolos en una manejable bola metálica de considerables dimensiones y la arrojó contra la policía. Un segundo antes y los agentes no hubiesen podido apartarse cuando el proyectil aplastó los vehículos convirtiéndolos en chatarra.
Un conductor envalentonado y seguramente inconsciente del peligro que corría, aceleró para intentar arrollar al villano. Cuál fue su sorpresa cuando el Juggernaut agarró por el parachoques al vehículo, para asestar un momento después un golpe que partió en dos el coche. El conductor huyó aterrado ante tal demostración de fuerza.
-Loco insensato ¿no os dais cuenta de que nada puede detenerme? ¡Y menos ahora!
En ese preciso instante, algo golpeó la espalda del titán.
-¡Detente, villano! ¡Es Thor quien te lo ordena!
El martillo encantado conocido como BadmrHird, el que lleva la tormenta regresó fielmente a la mano de Thor. A su lado se hallaba Ikaris, el eterno.
-Juggernaut, nos volvemos a ver las caras (5). Debes saber que estos mortales siguen estando bajo la protección del Dios del Trueno y señor de Asgard.
-¡Thor! Me preguntaba cuando aparecería uno de los supertipos para entrometerse.- Dijo el Juggernaut.
El eterno conocido como Ikaris miró a su alrededor, y usando sus poderes, hizo desaparecer el oxigeno que alimentaba las llamas del fuego que les rodeaba, haciendo que se extinguiese en apenas una milésima de segundo.
-Un buen truco de magia, ricitos. Ni tú ni tu amigo tenéis nada que hacer ante el Juggernaut.
Y como para dar fuerza a sus palabras, y moviéndose mucho más rápido de lo que nadie se su tamaño aparentemente podía hacer, el villano golpeó al asgardiano con una potencia fuera de toda medida. El señor de Asgard fue arrojado con tal fuerza que salió disparado como un misil, atravesando todo lo que se cruzaba en su camino e impactando contra varios edificios hasta que se detuvo finalmente.
Un dolorido Thor se incorporo.
-¡Sangre de Odín! ¡Pocos son los que han logrado asestar semejante golpe al Dios del Trueno!
Hacía mucho que no sentía un golpe semejante- Pensó- Sin lugar a dudas era el más fuerte jamás recibido de manos del Juggernaut. Era más poderoso que ninguna de las otras veces que se habían enfrentado a él. Las anteriores veces no contaba con el poder de la fuerza de Odín que heredo cuando fue coronado como señor de Asgard, aún así, el villano era un oponente capaz de hacerle frente de una manera que no creía posible ¿Qué es lo que estaba sucediendo?
Thor hizo girar su martillo de Uru y se elevó en el aire.
-Sea cual sea el origen de su nueva fuerza, debo detener su amenaza contra los indefensos y los débiles al precio que sea ¡Así lo jura Thor!

¡El desenlace en el próximo número!

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Referencias:
1 .- En el especial The Mythic Age
2 .- Como se vió en el citado The Mythic Age>BR /> 3 .- Los efectos del Crepúsculo de los Dioses
4 .- Hace mucho, en el Thor#17 vol. 3 de Forum, en la saga del Octavo Día
5 .- En el mencionado Thor#17

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