New X-Factor nº02

Título: Cacería Mutante (II)
Autor: Joaquín Sanjuán Blanco
Portada: José Manuel Triguero
Publicado en: Nov 2011 

¡Prosigue la Cacería Mutante! El grupo reunido por Kaos se intenta infiltrar en la base de los cazadores de mutantes ¡y las cosas no paran de complicarse!
“El grupo mutante donde debes esperar lo inesperado”
Stan Lee y Action Tales presentan
Creado por Bob Layton y Jackson Guice

Un puñado de hombres protegidos con armaduras y equipados con armas láser abandonó una gran camioneta gris de entre las muchas que se encontraban estacionadas a las afueras de la gran nave también de color gris, que a juzgar por su aspecto algún día había sido una fábrica descomunal. Los soldados se dirigieron hacia la entrada, en la que otros dos guardias armados vigilaban que nadie no deseado se aproximase.

-Buenos días –saludó uno de los miembros del grupo recién llegado-. ¿Un día duro?

Los dos vigilantes se miraron el uno al otro y durante un instante parecieron dudar.

-No, en absoluto –respondió uno de ellos al fin-. Más bien muy tranquilo. ¿Y vosotros qué tal?

-Aburrido –dijo el otro.

-¿Podemos pasar? Estamos deseando quitarnos estas armaduras y relajarnos.

-Claro, solo tenéis que decirnos la contraseña de esta mañana.

-¿De esta mañana? –preguntó una de las mujeres que acompañaban a los recién llegados.

-Claro, se cambia cada ocho horas. Pero eso ya lo sabéis, ¿verdad?

-Por supuesto.

-¿Y cuál es esa contraseña?

Los recién llegados, dos hombres y una mujer, parecieron titubear. Los vigilantes quitaron el seguro a sus armas láser y fruncieron el ceño.

-Bah, al demonio. Esto no podía salir bien. ¡Aplastadles! –exclamó el líder del grupo.


Una de las mujeres se quitó el casco que le protegía la cabeza y gritó, las armas de los guardias explotaron y estos cayeron al suelo con los oídos ensangrentados.

Sus dos compañeros dispararon a los guardias derribados, uno de ellos con un arma y el otro con un rayo de plasma surgido de sus propias manos. Antes de que sus objetivos tocasen el suelo un cuarto intruso se encontraba allí, un hombre de rostro demasiado serio y cabello plateado.

-Creía que el plan era infiltrarse en silencio –dijo este.

-Eso pensaba yo –gruñó el que había disparado su arma-. ¿Qué clase de plan es ese, Kaos?

-Uno que tiene que funcionar –replicó el otro-. Siryn, Mística, os quiero en el aire. Necesito que controléis los alrededores, si acuden refuerzos ocuparos de ellos.

-¿Cómo pretendes que yo haga eso? –protestó la metamorfa mientras cambiaba su aspecto para


adoptar el suyo habitual, con piel azul y cabello rojizo.

-¿No cambias de aspecto? Haz que te crezcan alas o algo por el estilo, pero te quiero en el aire ya. Siryn es demasiado escandalosa, necesito a alguien más discreto.

-Nos van a matar a todos –farfulló ella mientras obedecía las órdenes, pese a sus reticencias. Un instante después se elevaba por el aire junto a Siryn.

-Mercurio, adelántate y explora.

-La puerta sigue cerrada –recordó este.

Kaos asintió y un instante después lanzó una descarga de plasma sobre la entrada de lo que aparentaba ser una fábrica antigua, esta voló en pedazos sin poder resistir el poder de Álex Summers.

-Adelante.

El velocista no se hizo de rogar e inmediatamente se perdió por el pasillo de acceso al que daba la puerta.

Su líder echó mano de una de las radios que habían tomado de los soldados armados que trataron de darle caza un par de noches atrás.

-Guido, ¿me oyes?

-Claro, jefe. ¿Cómo va la infiltración? –respondió el aludido a través del aparato.

-Bueno… acabamos de dejar fuera de juego a dos guardias y he volado la puerta de entrada por los aires.

-Genial. ¿Y eso que oigo desde aquí es Siryn gritando?

-Eso me temo.

-Si este es tu plan de infiltración estoy deseando ver lo que se te ocurrirá cuando haya que abrirse paso a lo bruto en algún sitio –bromeó Fortachón.

-Escucha, os necesito aquí lo antes posible. Mercurio está explorando, tenemos que darnos prisa antes de que vengan a por nosotros.

-Voy para allá, pero Masacre no va a poder venir.

-¿Cómo que no va a poder venir? ¿Dónde se ha metido ese loco?

-No lo sé, decía que se aburría.

-Maldita sea, debí llamar a los Vengadores de los Grandes Lagos. Hasta ellos son más profesionales que nosotros.

-¿Entonces voy o no?

-Sí, demonios. Ven deprisa, Guido.

-Kaos, tenemos problemas –advirtió Mercurio, que de repente volvía a estar
allí.


El aludido dio un respingo cuando el velocista apareció de pronto a su lado.

-¿¡Qué es lo que pasa ahora!? Primero estropeamos el plan de infiltración, después desaparece Masacre y ahora… ¿qué?

¡Dime!

-Masacre ha aparecido.

Álex se llevó las manos a la cabeza y gimió desesperado.


-¡Sé que os alegráis de verme, pero no es necesario que lo demostréis todos al mismo tiempo!

El mercenario bocazas lanzó dos granadas hacia los guardias que lo rodeaban y estos echaron a correr en dirección contraria para tratar de escapar de la explosión, sin embargo antes de que pudiesen


alejarse lo suficiente Masacre abrió fuego contra ellos hasta que no quedó ni uno solo en pie.

-Nunca falla este truco –dijo mientras recuperaba las dos granadas, ninguna de ellas había sido activada antes de que la lanzase.

-Kaos dice que te va a matar –comentó Mercurio de manera despreocupada.

-¿Otra vez tú? ¿Has traído esas pizzas? Responde primero a la segunda pregunta.

-¿Ves que lleve pizzas?

-¿Es que tengo que hacerlo yo todo? –Protestó Masacre mientras otro batallón de guardias llegaba hasta la sala-. ¡Ahora vuelvo!

Antes de que el velocista tuviese tiempo de protestar, el mercenario activó el teleportador de su cinturón y desapareció.

-¡Alto ahí!

Con un suspiro de hastío Mercurio advirtió que estaba rodeado. Un instante después ya no estaba allí.

-¡Esto es un desastre!

-Vamos, vamos, no puede ser tan malo –Guido palmeaba la espalda de Kaos, que caminaba junto a él por los pasillos del gran edificio.

Después de perder a Mercurio se habían adentrado en el lugar solo para descubrir que el velocista y el propio Masacre se habían ocupado de buena parte de los enemigos, sin embargo varias sirenas de alerta resonaban por todo el lugar.

-¿Dónde se han metido esos dos?

-Antes de que apagase la radio el loco dijo algo sobre unas pizzas.

-Maldito lunático.

-¿No te gusta la pizza?

-Claro, ¿a quién podría no gustarle?

-¿Entonces qué problema hay?

-¿Te parece a ti que este es el mejor momento para ir a por pizzas? Es más, ¿te parece que es el mejor momento para discutir todo esto?

Un disparo láser hizo saltar trozos de pared a escasos centímetros de la cabeza del gigantón, que se volvió de inmediato mientras escudaba a su jefe con su cuerpo.

-¡Eh, vas a estropearme el peinado! –exclamó.


Un pelotón de guardias acorazados abrieron fuego contra él, pero su cuerpo absorbió sin dificultad la misma energía de los disparos. Fortachón corrió hacia los soldados y comenzó a repartir golpes sin contenerse, a fin de liberar toda la energía cinética que había almacenado a causa de su poder mutante.

-¡Álex! ¿Me recibes?

El aludido cogió la radio de mano que usaban como intercomunicador y apretó un botón.

-Llámame Kaos, Mística. Recuerda que estamos de misión.

-Como tú digas. Escucha, aquí fuera está todo muy animado. Al parecer han pedido refuerzos, no tardaréis en veros superados.

-Bueno, hasta el momento Guido se está ocupando bastante bien del enemigo.

-Tienen lanzacohetes.

-¿Y Siryn?

-La he perdido.

-¿Qué la has…? ¡Pero si no deja de gritar!

-Hay mucho jaleo aquí fuera.

-Mística, ¿no estarás disparando contra esos hombres?

-Claro que sí.

-¡Dijimos que…!

-Solicito silencio de radio.

Kaos parpadeó confuso mientras miraba fijamente el aparato de comunicación.

-Esto ya está –anunció Guido, llevaba bajo el brazo a uno de los guardias a los que había dejado fuera de combate-. ¿Dónde te los pongo?

-¿Tan mal líder soy? –preguntó Álex Summers.

-¿Qué?

-¿Tan mal líder soy, Guido?

-¿Por qué dices eso?

-Eres el único que me hace caso.

-Vamos, se trata de Masacre, Mercurio y Mística. Tu propio hermano tendría dificultades con esos tarados.

-Sí, es como si hubiese llegado tarde al reparto de hombres X. ¿Dónde están los de verdad?

-En el espacio, haciendo de canguros enla Academia X o por ahí, yo qué sé. ¿Ahora para dónde, intrépido líder?

-¡Kaos, estamos en problemas! –Gritó la metamorfa a través de la radio-. ¡Tenemos que salir de aquí ahora mismo!

-¿Qué pasa, Mística? –respondió él-. Tranquilízate.

-¡Es...!

-¿Mística? ¿Estás ahí?

No recibió respuesta

-¿Crees que ella…?

-Espero que no, Guido. ¿Qué estaba pasando ahí fuera para que se pusiera así?

Una honda de energía golpeó a los dos compañeros, Álex cayó al suelo aturdido mientras Fortachón trataba sin demasiado éxito de mantenerse de pie.

-¿Qué narices ha sido eso? –protestó.

-Rendíos, mutantes –advirtió alguien, los aludidos advirtieron que un hombre con un traje acorazado de color gris les apuntaba con el arma más grande que habían visto nunca-. Si disparo de nuevo este disruptor de mutantes perderéis el control de vuestros poderes y no estoy seguro de que vayáis a sobrevivir a una experiencia como esa.

-¿Disruptor de mutantes? ¿Es que se os han acabado las buenas ideas? –preguntó Guido mientras sacudía la cabeza con incredulidad.

Un disparo resonó y el hombre cayó muerto con la cabeza reducida a una pulpa sanguinolenta.

-De nada por eso –dijo Masacre, que devoraba un trozo de pizza de manera ansiosa con una mano mientras que con la otra sostenía un arma humeante.

-¿Qué está pasando ahí fuera?

-Nunca te creerías quién está aquí, Cíclope Junior –respondió el mercenario.

-No me llames así.

-¿Quién está aquí? –preguntó Guido.

-¡Galactus!

-¿Galactus? –dijeron al mismo tiempo los dos mutantes, ambos miraban a Masacre con expresión de sorpresa y desconcierto.

-¡Sí! ¿No es genial?

-Vamos a ver, Masacre. ¿Cómo va a ser Galactus?

-Que sí.

-No es posible.

-¿Por qué no?

Guido se aproximó al soldado blindado mientras los otros dos discutían y echó un vistazo a la descomunal arma.

-¡Por que somos mutantes! ¡Galactus no se pega con nosotros, lo hace con los Cuatro Fantásticos!

-Tal vez se haya aburrido y busque nuevos enemigos. Eh, podía ser peor.

-¿Qué podría ser peor que Galactus?

-El hombre topo.

-¿Estás de broma?

-¡Ese tío es una vergüenza de supervillano! Imagina que tuviésemos que enfrentarnos a él. ¿Con qué cara miraríamos a los demás equipos de mutantes?

-Con mi suerte probablemente nos daría una paliza. Por cierto ¿y Mercurio?

-¿Quién?

-Alto, pelo blanco, muy rápido…

-¿Y cara de llevar un palo metido por el culo?

-Eh… sí.

-No tengo ni idea, lo perdí cuando me fui a por las pizzas.

-Ya hablaremos sobre eso.

-Os he guardado un poco –se justificó el mercenario mientras hacía aparecer una caja cuadrada de algún sitio y la abría, la pizza a medio comer todavía humeaba.

La pared junto a la que se encontraban estalló por los aires y una nube de polvo y guijarros se levantó cegando a los tres compañeros.

-¡Me has estropeado la pizza!

-¡Entregaos ahora mismo, entidades mutantes! ¡De no obedecer esta orden se procederá a neutralizaros mediante fuerza letal!

-¡Ahí lo tenéis! –Gritó Masacre-. ¡Grande, azul, morado y cabezón! ¡Es
Galactus!

-Maldita sea, Wade –farfulló Kaos entre toses-. Eso no es Galactus.

-¡Claro que sí!

-No, ¡es un maldito centinela! –explicó Álex Summers.

-¿Un qué?


El colosal robot se alzaba ante ellos con todo su poder mientras apuntaba con una de sus manos abiertas a los mutantes, la energía chisporroteaba en el arma instalada en su palma.

-Último aviso: entregaos sin oponer resistencia o procederé a la utilización de fuerza letal para reduciros.

-Jefe, ¿puedo usar fuerza letal para reducirlo yo a él? –preguntó Masacre.

-¿Qué piensas hacer, tirarle la pizza? –se burló Guido.

-Callaos los dos –ordenó Kaos mientras se encaraba con el titánico robot-. ¡Eh, escucha! ¡Tenemos a la mitad de nuestro grupo preparado para caer sobre vosotros en el momento en el que dé la orden, más te vale entregarte tú sin resistencia o te reduciremos a chatarra!

-¿Que se entregue? Álex, ¿qué piensas hacer con él si se entrega? ¿Ponerle unos grilletes y meterlo en un calabozo? –susurró Fortachón.

-Podría meterme en su cabeza y pilotarlo como si fuese un robot de esos japoneses –sugirió Masacre-.

¡Siempre he querido tener uno!

-La otra mitad de vuestro grupo son las entidades mutantes Mística, Siryn y Mercurio. Situación: neutralizados.

-Tenía que intentarlo… -refunfuñó Kaos.

-¿Entonces qué hacemos?

-Solo nos queda una opción, Guido: nos entregaremos.

-En ese caso ya nos veremos –dijo Masacre-. Dentro de diez minutos empieza Walking Dead y no quiero perdérmelo, me encanta esa serie. ¡Ojalá tuviese un compañero zombie, o aunque fuese solo una cabeza!

Antes de que sus compañeros pudiesen decir nada, el mercenario usó su aparato teleportador para desaparecer de allí.

-Van a matarnos a todos… -gimió Álex.

Un nutrido número de guardias acorazados tomaba posiciones en torno a ellos y los apuntaba con sus armas láser. Estaban atrapados.

Continuará en Generación-X nº2

Si te ha gustado la historia, ¡coméntala y compártela! ;)

No hay comentarios:

Publicar un comentario