Elseworlds Supergirl nº 12

Titulo: Campo de entrenamiento La Tierra(III)  
Autor: David Guirado  
Portada: Javier Cuevas  
Publicado en: Mayo 2012

¡Es el inicio de una nueva etapa para Linda Kent! Ha llegado la hora de ponerse serios y comenzar su flamante nueva carrera como heroina. ¿Estará preparada para lo que se le avecina?
Ella es la última superviviente de una grandiosa civilización. Enviada a la Tierra para escapar de un holocausto que destruiría su hogar, la joven Kara Zor-El fue encontrada por los Kent y acogida como su propia hija. Enfrentada al secreto de su origen, su vida está ahora en una encrucijada que decidirá su destino. ¡Es el incicio de la leyenda!



- Bésame, Perri- le dijo Lana Lang a Linda Kent, su pareja.

La chica del pelo rubio no dudó un instante en acercarse a su novia y besarla con fuerza. Después de lo que había acontecido en los últimos días Linda necesitaba olvidarse aunque fuese por unos instantes de sus problemas y refugiarse en los labios de su amada, así que esa soleada mañana estaba siendo perfecta.

Tras un intenso beso que se prolongó a lo largo de los minutos, los labios de las dos adolescentes se separaron.

- Te quiero, pelirroja- le susurró Linda al oído

- Yo también. Mucho. Y lo sabes- contestó Lana con una sonrisa de autentica felicidad.

Ambas chicas se quedaron mirándose la una a la otra ensimismadas, como si no existiese nada más en el mundo que la felicidad que les embriagaba. De pronto, la escena se rompió cuando Lana Lang empezó a hablar.

- ¿No crees que ya ha llegado el momento?- preguntó Lana.

Linda abrió los ojos como un búho al escuchar eso.

- Bueno, Lana… Yo te quiero mucho y tal, pero… Llámame mojigata pero creo que llevamos poco tiempo de relación y no sé si estoy preparada- se excusó Linda.

- No me refiero a eso, so marrana- contestó Lana con una sonrisa- Lo que quería decir es que pienso que ha llegado la hora de que lo hagamos público.

Linda Kent se estremeció al escuchar eso. Después de todos los secretos que soportaba sobre sus hombros, realmente sería una liberación para ella el poder librarse de al menos de uno de ellos. Sería muy fácil decirle al mundo que mantiene una relación con Lana Lang comparado con confesar que es una alienígena con superpoderes proveniente de otro planeta. Sin embargo, había algo dentro de ella que le impedía hacerlo.

Mientras se le pasaban todas estas ideas por su cabeza Linda no pudo evitar poner cara de preocupación, cosa de la que se percató Lana.

- No te mola la idea, no digas nada más. Te lo notó en la mirada- aseveró Lana con un tono de voz sumamente triste.

- Lo siento, cariño. No te pongas triste, por favor- intentó consolarla Linda.

- ¿Cómo no estarlo? La chica que quiero más que a mi vida, mi pareja, se avergüenza de nuestra relación- dijo Lana a punto de ponerse a llorar.

Linda no soportaba ver pasarlo bien a su novia, eso le quemaba por dentro. Dándose cuenta de que a Lana iban a empezar a brotarle las lagrimas de un momento a otro, la abrazó cariñosamente. Sin embargo ese abrazo no iba a durar mucho tiempo, puesto que Lana apartó a Linda de un empujón.

- ¡Suéltame! No finjas que me quieres, que te importo, cuando te avergüenzas de mí y de lo nuestro- exclamó Lana, ya con su rostro bañado en lagrimas.

Verla llorar le partió por completo el corazón a Linda. A la mierda sus recelos, si es lo que haría feliz a Lana, cedería.

- Lana, no digas eso, por favor. Te quiero con toda mi alma. Pero la gente es muy cruel e imagino que sabes lo que pasaría- se explicó Linda.

- ¿Te importa más lo que piense la gente antes que lo que piense yo?- preguntó Lana, todavía llorando.

Linda agarró la mano de su chica. Esta vez, Lana no la apartó, lo que supuso un momento de alivio.

- Por supuesto que no. Lo que ocurre es que no soportaría que alguien te hiciese sufrir, vida mía. Escúchame, corazón, si es lo que quieres ha llegado el momento de salir del armario- dijo Linda.

Lana Lang puso los ojos en blanco.

- ¿Salir del armario? Jo, que topicazo- contestó Lana, ya enjuagándose sus lágrimas.

Sin duda las palabras de Linda habían conseguido animarla un poco.

- Es que soy una pobre chica de pueblo que habla con muchos topicazos- sonrió Linda- Escucha, ahora al llegar a clase vamos a empezar por el principio.

- ¿Contándoselo a Pete? Sin duda, va a flipar- respondió Lana.

Apenas media hora más tarde los ojos de Pete Ross se habían abierto como platos. El chico estaba con Lana y Linda en el cuarto de baño femenino de su Instituto. En su mente había tenido alguna vez alguna fantasía al respecto, pero la situación no era precisamente la que Pete hubiese deseado.

- ¡¡¿Estáis hablando completamente en serio?!!- gritó Pete.

- Cálmate, que nos va a oír alguien- comentó Lana.

- ¿Ahora eres tú la que quiere discreción?- sonrió irónicamente Linda.

- No seas puñetera. Lo digo por que no es que estemos precisamente en el mejor sitio posible y a saber que se piensa alguien si no descubre- precisó Lana.

Mientras las dos chicas conversaban entre ellas Pete Ross todavía no daba crédito a lo que hace apenas un minuto le habían confesado sus amigas.

- Vamos a ver. Necesito asimilar esto. Me había arrastrado casi a la fuerza desde el pasillo hasta la privacidad de este cuarto de baño y como quien no quiere la cosa me habéis confesado que sois pareja y que habéis empezado una relación. ¿Estoy en lo cierto?- preguntó Pete.

Lana y Linda asintieron ambas simultáneamente con la cabeza. Entonces Pete se quedo por un momento mudo, para justo después empezar a reírse como un loco. Las dos chicas le miraron con cara de preocupación.

- ¡Muy bueno! Jajajajajajaajaja Por poco me lo he tragado. Mira que intentar hacerme creer que os sois de la acera de enfrente Jajajajajajajajajaja- se carcajeaba Pete.

Lana Lang se puso delante de Linda y la agarró por la cintura. Eso ya despertó la curiosidad de Pete, pero lo que de verdad le terminó de asombrar fue que Lana empezó a besar apasionadamente a su supuesta novia. No era un simple piquito causal, sino que de verás se denotaba pasión en ese beso digno de la mejor película romántica.

Pete Ross se quedó pálido como un muerto, pasando de la risa más demencial a quedarse mudo.

- ¿Pete di algo, amigo- le dijo Linda.

- Entonces…. Es cierto- soltó al final Pete, tras una pausa que parecía interminable.

- Si, lo es- aseveraron las dos chicas al unísono.

En esos momentos Pete Ross se sintió salvado por la campana, puesto que empezó a sonar la sirena que anunciaba que en breve darían comienzo las clases del día.

- Vaya, parece que ya es hora de entrar en el aula- se excusó Pete antes de salir disparado del cuarto de baño.

Lana y Linda se quedaron un tanto pensativas, puesto que no era la reacción que esperaban de su mejor amigo.

- Quizás tenías razón, Linda- dijo Lana, quien fue la primera en hablar- Si alguien que es como un hermano para nosotros se lo toma de tal forma que prefiere escaquearse antes que afrontar la situación, no quiero ni pensar que pasará con el resto del mundo.

- Supongo que sólo es cuestión de tiempo que Pete reaccione, ya verás como todo va a seguir igual que antes- comentó Linda para intentar tranquilizar a su novia.

Sin embargo, pese a las palabras de ánimo de Linda a Lana, la Kryptoniana no podía sentir un nudo en el estomago.

A lo largo de la mañana, las cosas se fueron calmando en cierto modo. Durante las clases Pete cruzó algunas palabras con las chicas, pero nada demasiado trascendente y no hacía alusión al tema de la relación entre Lana y Linda.

A la hora del almuerzo, incluso se sentó con ellas como de costumbre, sin embargo se le notaba un tanto distante, en especial con Linda. Él trataba de disimularlo y de hacer aparentar que todo seguía igual entre ellos, pero gestos, el tono de su voz y, sobretodo, la mirada de Pete hacían evidenciar lo contrario.

Al finalizar la jornada lectiva, los tres amigos estaban parados en la puerta del Instituto.

- Supongo que se acabo lo que se daba. Un día de nuestra vida más en esta cárcel ha llegado a su fin. ¿Sí o no?- comentó Lana estirando los brazos despreocupadamente.

- Si, bueno. Me voy a casa. Nos vemos- dijo Pete.

Sin mediar ni una sola palabra más, el chico se disponía a marcharse. Pero las cosas no iban a quedar así, por lo menos por parte de Linda. La Kryptoniana alargó su brazo y agarró la mochila de su amigo, impidiendo de esa forma que se marchase de allí.

- No tan rápido. Tú no te vas de aquí hasta que nos digas que te molesta- señaló Linda.

- ¿A mí? No me pasa nada- respondió Pete.

- Eso no te lo crees ni tú, chaval. Desde que te has enterado de lo mío con la tía buena está aquí presente, no te portas igual que siempre. Estás más distante con nosotras y lo sabes- masculló Lana.

- ¿Cómo queréis que este?- preguntó Pete, haciéndose el ofendido- Ahora las cosas ya no pueden ser igual que antes.

Un silencio sepulcral se hizo.

- Bueno, ¿no decías que te ibas? Hasta mañana- dijo Lana.

Linda miró a su novia con cara de extrañeza mientras que Pete se limitó a obedecer las órdenes de Lana, alejándose de las chicas.

- ¿Lana? ¿Cómo dices eso?- preguntó Linda.

- ¿Acaso no has escuchado lo que ha dicho Pete? Si las cosas no pueden ser igual que antes por nuestra orientación sexual, es que ese chico es más tonto de lo que me creía. Se supone que es nuestro amigo como para que eso le importe- aseveró Lana mientras una lágrima le recorría el rostro.

- Lo sé, cielo. Sé que tienes toda la razón del mundo y a mi me ha sorprendido tanto como a ti. Es más, me duele lo que ha dicho. Pero tratarle a patadas no es la solución- contestó Linda.

- ¿Y cuál es?- preguntó Lana.

Un silencio se hizo, puesto que tristemente Linda no sabía que contestar.


Mientras tanto en la granja de los Kent estaba teniendo lugar una conversación de lo más inusual. Al fin y al cabo, no todos los días un alienígena perteneciente al Cuerpo de Green Lanterns les visitaba.

- ¿Te apetece un poco de café, Abin?- preguntó una amable Martha Kent.

- Si, por favor. Confieso que no he tenido muchas oportunidades de degustar bebedizos terrestres y estoy muy intrigado en experimentar su sabor- respondió Abin.

Cuando Martha le sirvió la taza el alienígena se quedó un momento ensimismado contemplado su bebida.

- ¿Ocurre algo? ¿No te gusta el café?- le interrogó Martha.

- Oh, no. No se trata nada de eso. Agradezco mucho su amabilidad. En realidad estaba mirando este extraño liquido negro. Es como contemplar una galaxia en miniatura- respondió Abin.

Martha y Jonathan contemplaron a su vez sus respectivos vasos de café. Nunca esa bebida les había parecido tan cósmica como en esos momentos.

De repente, mientras los Kent permanecían embelesados, notaron como una gran ráfaga de viento invadía la sala. Eso sólo podía significar una cosa: Linda había vuelto a casa.

- Ya estoy en casa- dijo Linda, como si sus padres no hubiesen notado la entrada de la chica.

- ¿Qué tal en el Instituto?- le preguntó su padre.

- Normal- respondió la jovencita, no apeteciéndole mucho hablar de lo que había sucedido con Pete- Abin, ¿te apetece que salgamos fuera?

- Es casi la hora de comer, querida- interrumpió Martha.

- Mamá, sólo será un rato. Me apetece salir a despejarme.- contestó Linda.

- Linda Kent, última hija de Krypton, me agrada tu predisposición a ejercitar tus poderes, pero serás más efectiva si primero ingieres alimentos para recargar tus energías. Y yo también preciso de calorías para poder ser mejor instructor.

Linda pegó un bufido.

- Traducción: Prefieres comer antes que entrenarme- dijo la chica.

 Después de comer Linda Kent y Abin Sur se desplazaron volando a una montaña no muy lejos de Smallville, donde podrían llevar a cabo el entrenamiento sin dañar a alguien. Linda se había percatado que el Green Lantern parecía llevar en su espalda una especie de mochila.

- Lo primero que necesitas es encubrir tu identidad secreta, de forma que puedas permanecer en el anonimato- señaló Abin.

- Eso ya lo he estado haciendo- contestó Linda mientras se ponía su ya habitual pasamontañas en la cabeza.

- No está mal ese medio de ocultar tu rostro, pero necesitas algo más eficiente. La tela de esa prenda es muy frágil y podría ser dañada en alguna batalla- observó Abin.

- Hasta ahora no me ha ido mal- musitó Linda en voz baja.

- Tengo algo que podría servirte- comentó el Green Lantern.

- ¡Genial!- señaló Linda.

Abin entregó a la jovencita de acero el paquete que llevaba consigo. Linda lo abrió y comprobó que se trataba de un uniforme muy parecido al del Green Lantern. El tacto de ese traje parecía orgánico en cierta forma, lo que llamó la atención de la joven recluta.

- ¿Qué es esto?- preguntó Linda.

- Se trata de un uniforme de Green Lantern. Será tu atuendo oficial en el tiempo que conlleve tu entrenamiento. Además, cumplirá el objetivo de mantener oculta tu identidad a los terrícolas-explicó Abin- El material no es el mismo, puesto que mi uniforme proviene de la energía del anillo.

Linda estaba mirando con asombró el traje que le había dado Abin. Ahora es cuando empezaba a sentir, pese a todas las batallas que ya había vivido, que se estaba convirtiendo en una verdadera superheroína.

- ¿De qué está hecho? Parece tela, pero tiene un tacto un tanto orgánico- curioseó Linda.

- Es una tela proveniente del planeta, con propiedades que le hacen especialmente adecuada para el combate. Como puedes comprobar no es demasiado pesada y no te impedirá moverte con libertas. No obstante es sumamente resistente. Cumple con las funciones de una armadura pero es muy ligera- aclaró el Green Lantern.

- Con tu permiso, voy a ponerme este uniforme ahora mismo.

Usando sus poderes de supervelocidad, ni siquiera se molestó en buscar refugio. En unos segundos Linda ya había efectuado el cambio de ropa.

- ¿Qué tal me queda?- preguntó una orgullosa Linda.

El uniforme era de un color predominantemente verde, aunque las piernas, brazos y parte del torso eran de un tono negro. Los guantes eran blancos, luciendo un emblema en forma de círculo de color también blanco en el pecho. Linda parecía toda una superheroína, aunque le faltaba un pequeño detalle.

- Antes de opinar, prefiero verte con el uniforme completo- contestó Abin, dándole a Linda un antifaz de color verde.

La chica apenas tardó unos segundos en colocárselo en el rostro. A Linda le llamó la atención de que el antifaz se le había quedado pegado a la cara, sin movérsele del sitio por mucho que girase su cabeza. Además, los ojos de la chica habían cambiado de color, volviéndosele de color blanco mientras portaba esa máscara.

Pese a que no era un gesto habitual en el alienígena, Abin Sur no pudo evitar esgrimir una sonrisa al ver vestida con un uniforme de Green Lantern al bebe que había salvado la vida hacía ya más de quince años.

- El material del antifaz es el mismo que el del traje, aunque ya te habrás dado cuenta que tiene ciertas propiedades adhesivas que impiden que se te desprenda de la cara. A menos que alguien con superfuerza lo mueva, como es tu caso, por lo que te lo podrás poner y quitar sin ninguna clase de inconveniente- dijo Abin Sur.

Linda Kent puso sus brazos uno a cada lado de la cintura, haciendo una pose verdaderamente superheroica. Había visto multitud de viejas fotografías en revistas de miembros de la JSA, por lo que trató de imitarles.

- Aún no has contestado a mi pregunta- observó Linda.

Abin Sur sabía perfectamente cual era la mejor respuesta para ese momento. Con su anillo de poder realizo un constructo en forma de puño y lo lanzó con fuerza contra Linda. La chica logró esquivarlo fácilmente y, entiendo que era alguna clase de prueba del Green Lantern, se abalanzó contra él con la intención de golpearle.

Abin Sur no dio la ocasión de que Linda pudiese tocarle siquiera puesto que con su anilló creó un escudo que le protegió del puñetazo de la Kryptoniana. Acto seguido, atrapó a la jovencita con unas tenazas que la presionaban por la cintura.

Linda empezó a hacer fuerza, pero no lograba liberarse de la presa del Green Lantern. Una idea se le vino a la cabeza. Usó su supersoplido contra Abin, tomando aire y soplando con todas sus fuerzas. Debido a que se encontraba a corta distancia del “Extraño” logró hacerle perder el equilibrio.

El Green Lantern se cayó de bruces contra el suelo. Sin embargo, tal era su fuerza de voluntad que mantuvo el constructo verde en forma de tenaza. Aunque la jugada había salido bien a Linda, puesto que este había perdido la consistencia suficiente como para, empleando su superfuerza, liberarse de su presa.

Abin Sur, todavía en el suelo y sin dar un momento de respiro a Linda, le disparó un rayo de energía concentrada. Si bien la jovencita era casi invulnerable, el ataque del Green Lantern consiguió que se cayera al suelo.

- En respuesta a tu pregunta de antes, y como diría uno de mis compañero del Cuerpo de Green Lanterns, pareces una autentica “Poozer”- dijo Abin Sur mientras se ponía de pie y alargaba su mano a Linda, para que esta también se levantase.

La chica tomó la mano de Abin, pero en lugar de ponerse en pie tiro con fuerza, de modo que el “Extraño” acabó de nuevo en el suelo.

- ¿Quién es el “Poozer” ahora?- contestó Linda mientras empezaba a reírse.

Un pensamiento rondaba la cabeza de Abin Sur y es que esa chica tenía un gran potencial. Había realizado correctamente su elección al decidir entrenarla.



Continuará...

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