La Liga de los Hombres Misteriosos nº04

Título: El enemigo interno (IV)
Autor: Raul Montesdeoca
Portada: Jose Baixauli
Publicado en: Junio 2012

Green Lama se encuentra la ciudad de Los Ángeles investigando una guerra de bandas en Chinatown que amenaza con convertirse en una verdadera guerra civil. ¡Con un invitado muy especial!
Antes de los superhéroes fueron los Hombres Misteriosos. Y esta es la historia de cuando los hombres y mujeres más grandes de su época se reunieron por primera vez ... y el mundo cambió para siempre.
Creado por Raul Montesdeoca y Carlos Rios

Las primeras luces del día entraban en el lujoso ático del hotel Dillon de Los Ángeles situado en Hollywood Boullevard que había sido reservado por el Reverendo Charles Pali, una de las identidades usadas por Jethro Dumont, el cual a pesar de lo temprano de la hora ya se hallaba despierto, estaba sentado en el suelo con las piernas cruzadas en la postura del loto en frente de una improvisada capilla que constaba de la figura de un buda y de una pequeña lámpara de aceite sobre la que titilaba una llama. Meditaba como hacía cada día desde que más de una década atrás pisase por primera vez la sagrada ciudad de Shangri-La.

La meditación se vio interrumpida por la llegada de Tsarong, que puntual como un reloj suizo y por el agradable olor que le precedía debía llegar con el té de la mañana y con la prensa del día. El viejo monje tibetano sirvió una humeante taza y Jethro abandonó su postura de meditación.

- Buenos días, Tsarong.

- Buenos días, tulku.

Tsarong siempre se refería a Jethro Dumont por su título de tulku, que solo era dado a aquellos lamas que por su rango eran merecedores de ello. A pesar de las veces que el propio Jethro le pidió que no lo hiciera, era impensable para el tibetano dirigirse a él de otra manera que no fuera aquella.

- ¿Alguna novedad en la prensa?

- Lamentablemente las noticias horribles no son novedad en estos días. -entregó el periódico mostrándole la noticia de portada del Herald

“La cifra de muertos asciende ya a 21 en la guerra de bandas de Chinatown”, casi parecía chillar aquel escandaloso titular en letras enormes que ocupaba toda la portada, Dumont abrió el periódico para leer con interés el artículo del director Kenneth Mason.

En la línea de los últimos días; Mason cargaba contra las autoridades de la ciudad y particularmente contra el cuerpo de policía de Los Ángeles, a los que llamaba incapaces y corruptos por permitir que la violencia imperara en las calles. Lo cierto es que no le faltaba parte de razón pero el momento era muy delicado en la ciudad, la tensión se podía casi palpar para alguien que conociera el pulso de la gran urbe. Se había desatado una guerra entre las triadas tong de Chinatown con una inusual violencia, pero las noticias de hoy eran aún más preocupantes. En una explosión ocurrida en el restaurante “El Emperador Carmesí” la noche anterior una familia de raza blanca había muerto, un hombre y una mujer adultos y una niña de nueve años. Eso iba a ser un mazazo para la ciudad, aquello pasaba de ser una guerra entre bandas a una potencial guerra civil entre razas por toda la ciudad. Y sin duda los que se llevarían la peor parte iban a ser los de la minoría de origen chino. En el artículo hasta se ponía en entredicho la celebración de la entrega de los Oscars si la situación no cambiaba.

- El señor Mason sabe como vender periódicos pero hace poco favor a la convivencia Tsarong

- Quién pierde su caballo, puede recuperarlo, pero aquél que pierde su palabra jamás la recupera.

- ¿Refranes tibetanos tan de mañana? -bromeó Dumont

Si Tsarong captó la broma no hizo ninguna señal de ello, el carácter del tibetano era poco dado a la diversión. Jethro desistió de tratar de hacerle reír y le entregó tres sobres.

- Entrega esto discretamente a Gary Brown, Evangl Stuart y al Doctor Valco, se alojan en este hotel siguiendo instrucciones que les he dado previamente, tienes los números de habitación en los sobres. Necesito reunirme con ellos prontamente porque voy a necesitar de su ayuda.

- Supongo que será en su identidad de Green Lama así que me he tomado la libertad de preparar sus vestimentas.

- Como siempre Tsarong, te adelantas a mis deseos. -sonrió Dumont

Poco después el trío hacía su aparición en el ático, allí estaban la hermosa starlette Evangl Stuart, el ex sicario del crimen organizado Gary Brown que miraba con ojos tiernos a Evangl y por último el doctor Harrison Valco, los tres debían su vida a Green Lama y habían decidido unirse a su cruzada contra el crimen, por eso cuando recibieron instrucciones para reunirse con él en Los Ángeles ninguno tuvo la más mínima duda de lo que debía hacer y tras una noche en vuelo allí se encontraban.

Tsarong había desaparecido de escena para que no pudiesen relacionarlo con Jethro Dumont, ninguno de los tres sabía que la verdadera identidad que se ocultaba tras Green Lama era el ocioso playboy Jethro Dumont, era mejor para ellos que no lo supiesen por su propia seguridad, si alguna vez alguien descubría la verdad nadie los podría relacionar con él.

- Bienvenidos a Los Ángeles, otra vez. -dijo Green Lama

- Siempre es un placer volver a verte. -dijo la bella y simpática Evangl

- Hola jefe. -dijo Gary con su marcado acento callejero

El doctor Valco le saludó con una educada inclinación de cabeza.

- Os extrañará que os haya vuelto a citar en Los Ángeles tan pronto.

- Te debemos mucho Green Lama, no nos extrañan tus peticiones, simplemente las cumplimos. Imagino que se trata de la guerra de bandas.

- Es usted un hombre inteligente, doctor Valco, efectivamente así es. Necesitamos saber qué está pasando antes de que la situación empeore...todavía más.

- Estamos al tanto de lo de anoche. -dijo Gary Brown

- Debemos averiguarlo todo y a todos los niveles. Evangl, te necesito en la próxima fiesta que se dará en el Bilton, allí estarán todos los candidatos a los próximos Oscars y las fuerzas vivas de la ciudad, si algo se cuece en los altos niveles alguien de allí debe saberlo.

Gary Brown empezaba a poner mala cara.

- Gary te acompañará para tu tranquilidad y la de él -sonrió-, en esa fiesta va a estar la flor y nata de la ciudad además de la prensa, quiero saber que piensa cada uno de ellos sobre lo que está sucediendo, sospecho que hay fuerzas poderosas tras estos acontecimientos.

- No te preocupes, moveré mis contactos en el mundo del cine y seguro que me haré un hueco en esa fiesta. -dijo Evangl

- No me gusta esa gente del cine. -gruñó Gary

- ¿No será qué estás celoso? - le picó la bella aspirante a estrella del celuloide

- ¿Quién, yo? ¿Por qué tendría que estarlo? -trató de salvar su orgullo el ex gánster

Green Lama dejó a los tortolitos a lo suyo y se dirigió al Doctor Valco.

- Voy a necesitar de sus conocimientos en química, tomaré muestras del lugar de la explosión y se las traeré para que las analice y trate de averiguar cualquier indicio que arroje algo de luz sobre los culpables de esto. Además será nuestro enlace, se quedará en su habitación y recogerá la información que le vayamos haciendo llegar para que cada uno de nosotros estemos informados en todo momento de los progresos del resto.

Dirigiéndose esta vez a todos Green Lama continuó.

- Es importante estar comunicados, para ello llamaremos cada dos horas máximo a partir de ahora mismo al Doctor Valco para confirmar que todo va bien. Voy a estar inmerso en mi propia investigación y el contacto entre nosotros va a ser escaso, ¿todos tenemos clara nuestra parte?

Los tres asintieron al unísono.

- Pues el deber nos espera. -les invitó a irse amablemente

Una vez abandonaron el lugar Tsarong volvió a hacer acto de presencia, Green Lama iba a pedirle su estuche de maquillaje cuando se percató que ya lo llevaba en las manos.

- ¿Es la hora del Reverendo Pali? -preguntó Tsarong

- Vuelves a acertar, viejo amigo.

Aunque no tenía la habilidad de X para impersonal a cualquiera, Green Lama había creado varias identidades para actuar en lugares a los que Jethro Dumont no podía llegar, una de ellas era el Reverendo Charles Pali, un clérigo budista que tendría mucho más fácil moverse por Chinatown, que era su objetivo.

Una vez caracterizado se dirigió al lugar del atentado a recoger muestras de la explosión para que el Doctor Valco procediese a su análisis. Él mismo podría haber realizado los análisis de las muestras ya que poseía amplios conocimientos en la materia como en otras muchas disciplinas del saber pero ahora cada minuto era vital y contar con la ayuda del Doctor Valco le haría ganar mucho tiempo. Entregadas las muestras, el Reverendo Pali decidió dar un largo paseo para perderse por las calles y callejones de Chinatown.

Era aproximadamente mediodía cuando eligió un pequeño restaurante para empezar sus pesquisas, La Flor del Cerezo se llamaba, era un lugar destinado a los habitantes del barrio y apenas se veía a nadie de origen occidental, el sitio ideal para saber que se estaba cociendo en la pequeña China.

Tomó asiento en un esquina para tener una visual de todo el local, la mayoría eran obreros y trabajadores de origen chino que tomaban su almuerzo, pudo observar como la mujer que servía las mesas, de unos cuarenta años, parecía bastante agobiada y estresada, probablemente faltaba alguien del personal y la pobre señora apenas daba abasto con el trabajo, así que tuvo que esperar casi quince minutos hasta ser atendido. Pidió sopa de fideos y la comida llegó con relativa rapidez esta vez. Estaban deliciosos, probablemente eran los mejores fideos que había probado nunca. Mientras disfrutaba de aquel manjar se fijó en la entrada de un joven que probablemente no alcanzaba la veintena de años y que pasó directamente a la cocina, seguidamente una cacofonía de gritos en mandarín les llegó desde el interior de la misma. Pocos minutos después el joven volvió a marcharse con cara de pocos amigos y la mujer salió de nuevo a atender a la clientela con una expresión de abatimiento e impotencia. Quizás no era más que una riña familiar, pensó Green Lama en su identidad del reverendo Pali, pero era un sitio tan bueno como cualquier otro para empezar a buscar. Con calma se terminó su plato y esperó a que la mujer viniese a recoger el bol de sopa.

- La sopa era exquisita. -dijo en mandarín- ¿cuánto le debo?

- Muchas gracias por sus halagos pero no se preocupe por el dinero, está usted invitado. Nos traerá buena fortuna que un clérigo coma en esta casa y la verdad es que estamos más necesitados de ella que nunca.

- Bien, permítame al menos que le ayude con la tarea ya que no quiere usted cobrarme, es lo menos que puedo hacer.

La mujer le miró sorprendida.

- Pero usted es un clérigo, no es necesario que realice estas aburridas labores, yo me encargaré.

- Insisto. -dijo recogiendo el mismo los utensilios que había utilizado durante la comida- Al fin y al cabo mi labor es ayudar a todo aquél que lo necesita y usted parece necesitar ayuda desesperadamente, así que no hay más que hablar.

Durante aproximadamente una hora estuvo ayudando a Xiaomei, pues tal era el nombre de la amable mujer, hasta que pasada ya la hora del almuerzo el restaurante volvió a quedar en relativa calma y tranquilidad, momento que aprovechó para tratar de averiguar algo más.

- Disculpe si me meto en cosas que no me importan pero no pude evitar ver como la presencia del joven que entró antes en la cocina la perturbó.

- Se trata de Jian Yi, mi hijo. Es un buen muchacho pero últimamente anda un poco perdido y frecuenta compañías poco recomendables. Ya perdí a su padre en la ocupación japonesa, por eso dejamos China para establecernos aquí y empezar una nueva vida lejos de la guerra pero ahora tengo miedo de perderle a él también.

- ¿Y quiénes son esas compañías poco recomendables?

Antes de responder Xiaomei se aseguró de que nadie les oía y en voz baja respondió:

- Sabe usted que la situación en Chinatown en estos momentos es muy delicada por la guerra entre las tríadas tong, siempre nos hemos mantenido al margen pero mi hijo está lleno de rabia y dolor, ha perdido a varios amigos en esta estúpida guerra. No habla de otra cosa excepto que tenemos que organizarnos y luchar, y no es el único, muchos otros jóvenes creen que la solución está en responder a la violencia con violencia y eso nunca ha solucionado nada, más bien al contrario.

- Sabias palabras. -sentenció el Reverendo Pali-, trataré de hablar con él.

- Os lo agradecería eternamente, quizás vuestros buenos consejos logren iluminarle y reconducirle por el buen camino.

- ¿Dónde podría encontrarle?

- Pasa los días en la cantina de Hao Lin jugando al Go, el hijo de Hao Lin es uno de los más radicales en defender el uso de la violencia y se está convirtiendo en una especie de líder para los jóvenes descontentos.

- Iré a buscarle en cuanto termine mi tarea aquí.

La mujer un tanto azorada protestó.

- Por favor, no es necesario, yo puedo terminarlo.

- No soy de los que dejan un trabajo a medias. -dijo con una sonrisa

Xiaomei desistió y le dejó continuar con sus quehaceres.

Mientras terminaba de recoger los platos algo llamó su atención, un camión con la parte trasera encapotada aparcaba en aquellos momentos a unos escasos diez metros del restaurante, no era aquello de por sí lo que le llamó la atención ya que en Chinatown eran muy habituales los camiones que suministraban a las negocios de la zona. El camión no llevaba matrícula y el conductor llevaba las solapas de su chaqueta levantadas y una gorra enterrada casi hasta las cejas, como si no quisiera que lo reconocieran. Al instante supo que algo no iba bien, dejó lo que tenía entre manos y se deslizó a través de la cocina hasta la parte trasera del restaurante, mientras corría sacaba al mismo tiempo de su hatillo su túnica verde de lama y se cubría con ella en un único y fluido movimiento. De seguido sacó un frasco de cristal de uno de los muchos bolsillos ocultos de su túnica que contenía un líquido de un color verde muy vivo e intenso y se lo bebió de un trago, era la pócima de sales radioactivas que le otorgaban velocidad y fuerza super humanas, uno de los muchos secretos que guardaban los muros de la inmortal ciudad de Shangri-La a los que él había tenido el privilegio de acceder. Sin perder más tiempo del estrictamente necesario bordeó la casa hasta llegar de nuevo a la fachada del restaurante pero esta vez desde fuera, se detuvo en la esquina a observar y sus peores presagios parecían convertirse en realidad, un grupo de diez personas encapuchadas de blanco y con los símbolos del Ku Klux Klan descendían de la trasera del camión armados con rifles y escopetas y pertrechados con botellas llenas de algún líquido que iban tapadas con trapos con todo el aspecto de tratarse de “cócteles Molotov”.

Era el momento de pasar a la acción, asió a kata, su bufanda ritual, con ambas manos por su parte central y salió de su escondite. Con dos movimientos de muñeca y ayudado por los contrapesos que llevaba en sus extremos casi pareció que kata cobrara vida propia, pues tal era la maestría de Green Lama con aquella arma, usando sus extremos a modo de látigo consiguió hacer estallar dos de las bombas caseras incendiarias que algunos de aquellos matones portaban en sus manos con el resultado de que el líquido contenido roció a buena parte de ellos. Los encapuchados quedaron congelados por un instante al ver aquella aparición y aquella exhibición de habilidad pero reaccionaron a las órdenes del que parecía estar al mando.

- ¿A qué esperáis? ¿Una invitación por escrito o qué? ¡¡¡Freídle, joder!!! Y tú lanza esa jodida bomba de una vez. -dijo con malas pulgas al único que aún conservaba su cóctel molotov

Green Lama se lanzó a la carga contra el grupo de asaltantes para buscar el cuerpo a cuerpo y hacerles perder la ventaja de las armas de fuego, en su carrera no dejaba de observar al sujeto que portaba la bomba incendiaria y aunque podía haberle tumbado en aquel instante decidió esperar hasta que prendió el trapo, una vez estuvo ardiendo y justo en el momento anterior a que fuera lanzada Kata volvió a impactar certeramente rompiendo el cristal de la botella y esparciendo el líquido en llamas en un radio de varios metros a su alrededor, lo que unido a que varios de los encapuchados ya estaban impregnados de aquel líquido inflamable ocasionó que las sábanas y capuchas con las que se cubrían empezaran a arder. Afortunadamente para ellos ir encapuchados les protegió de males mayores pero se vieron obligados a deshacerse de aquellas ropas en llamas y una vez desprovistos de la valentía que da el anonimato y ante el temor de ser reconocidos la mitad del grupo huyó calle abajo. El resto encañonaron con sus rifles y escopetas a Green Lama.

Se oyeron los primeros disparos y con una sincronización más allá de los límites humanos décimas de segundo antes de que el primer disparo saliera de su arma Green Lama realizó un increíble salto por encima de la línea de tiro en dirección al grupo, apoyando su mano izquierda al caer sobre la cabeza de uno de aquellos matones giró su cuello y lo mandó a la inconsciencia, seguidamente una contorsión de su cuerpo unida a la inercia de la caída hizo que sus piernas se convirtieran en arietes imparables y que dos más cayesen al suelo como fardos. Solo dos aguantaban el tipo cuando segundos antes contaban con una decena de hombres, la mayoría subían apresuradamente al camión en el que habían llegado y apremiaban a los dos que aún quedaban en la pelea a que hiciesen lo mismo.

Uno de ellos decidió hacerles caso y corrió hasta la parte trasera donde ayudado por sus compinches lo auparon al interior, el único que quedaba parecía dudar entre correr o probar un último intento con su rifle, pero la opción de elegir le fue impedida cuando kata se enroscó como una serpiente alrededor de su arma y de un tirón le fue arrebatado para ir a parar a las manos de Green Lama. Éste sostuvo el rifle por ambos extremos y con su mirada clavada en aquel rufián, que al ver al lama doblando el rifle como si estuviese hecho de goma decidió que ya había tenido suficiente por hoy y optó por reunirse a toda prisa con sus compañeros en la parte de atrás del camión que ya emprendía la huida. Mientras se alejaban no dejaban de vociferar gritos e insultos hacia los chinos prometiendo venganza.

Capítulo XIV

- ¿Ha conseguido averiguar algo, doctor?

El Doctor Harrison Valco dio un respingo al oír aquella voz en su habitación pues no sabía qué se encontraba acompañado, al girarse pudo ver a Green Lama de pie en medio de la salita.

- Nunca me acostumbraré a tu sigilo, casi me matas de un infarto.

- Cuando uno lleva estas ropas no es conveniente irse anunciando. Lamento el susto.

- No pasa nada. He estado estudiando las muestras que trajiste y por los restos de la deflagración parece que el artefacto estaba compuesto en su mayoría de pólvora y metralla, no hay restos de otros explosivos, es muy rudimentario y es probablemente el tipo de artefacto que se podría elaborar en Chinatown, me atrevería a decir que quizás un pirotécnico o alguna empresa de fuegos artificiales por la composición de la pólvora.

- Eso parece confirmar la teoría de que los ataques vienen desde dentro de Chinatown, ahora solo nos resta averiguar el porqué. ¿Has sabido algo de Evangl y Gary?

- Sí, llamaron puntualmente tal y como habíamos acordado. Evangl me dijo textualmente la última vez que estaba a dos martinis de conseguir una invitación a la fiesta del Bilton de esta noche, me preocupa como científico que soy el que use los martinis como unidad de tiempo.

Green Lama rió.

- Voy a necesitar a Gary en otro sitio, sé que no le va a gustar dejar sola a Evangl pero han aparecido nuevos jugadores en esta partida, es imprescindible que se infiltre en el Ku Klux Klan y averigüe todo lo que pueda, en particular quién les está financiando, recuerde decírselo la próxima vez que hable con él.

- Así se hará.

El Doctor Valco puso cara de resignación cuando se dio cuenta de que estaba hablando solo, Green Lama ya se había marchado.

- Creo que no le mataría despedirse alguna vez. -protestó el doctor

Volviendo a recuperar su aspecto del Reverendo Charles Pali, Green Lama pensó que era el momento de hacer una visita a la taberna de Hao Lin


Tal y como estaba previsto la fiesta del Bilton estaba resultando un éxito, allí estaba todo aquel que pretendía ser alguien en La Meca del cine, la mayoría de los directores, actores y actrices que aspiraban a alguna estatuilla se esforzaban en agradar a productores y distribuidores luciendo la mejor de sus sonrisas. Entre ellos Henry Fonda, Charles Chaplin, Ginger Rogers por nombrar a algunos, también estaban el director Alfred Hitchcock, Laurence Olivier y Joan Fontaine que figuraban entre los más claros favoritos a ganar el Oscar por su película Rebeca. Evangl Stuart se movía como pez en el agua en aquel ambiente y casi se alegraba de que Gary no hubiese podido acompañarla, con tanto moscón suelto sin duda que el bueno de Gary habría acabado perdiendo los nervios en algún momento. Tras esquivar hábilmente a Hitchcock que mostraba un excesivo interés en ella empezó a buscar el lugar donde podría obtener la información más interesante, no tardó mucho en lograrlo.

En una gran mesa y lejos del mundanal ruido y de los flashes de las cámaras estaban sentados el Gobernador de California Culbert Olson, el Alcalde Fletcher Bowron, el Capitán de Policía Thompson, el director del Daily Herald, Kenneth Mason, el rico playboy Richard Curtis Van Loan y el millonario empresario naviero Philip Norton. En esa mesa había más dinero y poder sentados juntos que en todo el resto del estado, no había un lugar mejor por el que empezar. No tuvo problema en encontrar un sitio en una mesa llena de hombres que la recibieron encantados de poder compartir sitio con aquella belleza.

- ¿De qué se hablaba? -preguntó Evangl con toda la ingenuidad que le fue posible-, no quisiera interrumpir una conversación que sin duda debía ser interesantísima.

El primero en hablar fue Kenneth Mason, el director del periódico Herald.

- En estos días el tema obligado es la guerra de bandas en Chinatown y la apatía de la policía para resolverlo, debería añadir.

El capitán de policía Thompson le fulminó con la mirada pero no dijo nada, las caras del alcalde y del gobernador también denotaban que no se les apetecía para nada hablar del tema pero Mason no iba a dejar pasar la oportunidad de enmendarles la plana en público.

- Algo he leído en su periódico, si es un problema de bandas ¿por qué no se detiene simplemente a los responsables? -preguntó Evangl a la mesa sin particularizar en nadie

Mason lanzó otra de sus andanadas dedicada a sus contertulios políticos y al capitán de policía.

- Eso es algo que yo también me pregunto. -dijo Mason

El capitán Thompson respondió.

- El señor Mason aquí presente debe tener pruebas de las que no dispone el departamento de policía de Los Ángeles para afirmar de manera tan rotunda quiénes son los culpables.

El director del Herald volvió a intervenir refunfuñando.

- ¡Por favor! Está clarísimo que son las tríadas, todos los objetivos son propiedad de los tong. Y ese es un dato que hasta la policía debería saber.

El capitán Thompson empezaba a estar harto de las insinuaciones del periodista.

- Por su bien espero que esté en lo cierto porque como no sea así está usted avivando las llamas de un fuego que nos puede quemar a todos, sin mencionar el hecho de señalar a alguien como culpable sin que esté demostrado.

- Todo el mundo es inocente hasta que se demuestra lo contrario. -sentenció el Alcalde Bowron para apoyar la afirmación de su capitán de policía

- Eso no es más que una frase hecha sin sentido, hace falta más mano dura y menos políticas comunistoides como la suya. -dijo Kenneth Mason

El naviero Philip Norton viendo que la conversación iba elevando su tono intervino.

- Dejemos ese tema caballeros que no nos conduce a nada, además quería aprovechar que tengo al Gobernador aquí con nosotros para preguntarle si no cree que el gobierno se ha precipitado al cancelar los acuerdos comerciales con Japón, ha sido un duro revés para muchas empresas, en especial las de las costa oeste.

- La actitud que está mostrando el Imperio Japonés es intolerable, las faltas de respeto a nuestra soberanía son continuas, ¿sabían ustedes que hay más espías japoneses en el país que de todos los países europeos juntos? El mundo está en guerra y debemos estar preparados.

- Ja,ja,ja, perdone que me ría Gobernador, preparados ¿para qué? El presidente cada vez tiene menos apoyos en el Congreso en ese estúpido proyecto de meternos en la guerra, se rumorea que ni siquiera el F.B.I. ve con buenos ojos a Roosevelt y por si eso fuese poco apenas puede mantener el orden en casa. - volvió a interrumpir el insufrible Mason

- A alguien le vienen bien estos desórdenes.

Toda la mesa miró a Richard Curtis Van Loan que era quién había hablado y que hasta el momento no había participado en la conversación.

- ¿Qué quiere usted decir con eso? -preguntó el capitán de policía

- No lo sé, a veces digo cosas sin pensar, eso se debe seguro a que el tema me aburre en sobremanera.

La explicación no convenció a nadie pero todos conocían la fama de excéntrico del millonario playboy y decidieron no darle mayor importancia a sus palabras. Evangl miraba ahora a Van Loan con otros ojos, ¿había querido insinuar algo o realmente era sólo otra de sus excentricidades? Y no solo ella era la interesada, el capitán Thompson, Mason y Norton también tenían sus miradas clavadas en él, miradas inquisitivas.

Evangl se acercó a Van Loan.

- ¿Qué tiene que hacer una chica en California para que la inviten a un Martini?

El playboy rió con una sincera carcajada.

- Querida, no necesita esforzarse más, lo está haciendo espléndidamente bien. -dijo mientras se levantaba y le ofrecía su brazo para que le acompañara


La taberna de Hao Lin era un lugar ruidoso, en su mayor parte eso se debía a la concurrencia, en su mayoría jóvenes que jugaban al Go y bebían para demostrar que ya eran hombres, una pena que solo quisieran parecerse en lo malo pensó Green Lama. El local no era excesivamente grande, seis mesas con sus correspondientes sillas y un pequeño mostrador formaban todo el mobiliario del lugar. La llegada del Reverendo Pali llamó la atención de los parroquianos, no era habitual ver un clérigo por allí pero al poco cada cual volvió a sus quehaceres.

Pudo reconocer a Jian Yi, el hijo de la señora Xiaomei y se dirigió hasta su lado.

- Hola, tú debes ser Jian Yi.

El joven le miró de arriba abajo y respondió con desgana.

-¿Y usted es?

- Soy el Reverendo Pali, te vi antes en el restaurante de tu madre, he estado ayudándola con la tarea hoy.

- Así que le manda mi madre para que me eche un sermón, ¿no es así? -sus amigos le rieron la gracia

- No, la decisión de venir fue mía.

- Bien ¿y qué es lo que quiere?, como puede ver estoy muy ocupado.

- Que vuelvas a casa, ayudes a tu madre y dejes las malas compañías.

En la mesa se hizo un silencio sepulcral, uno de los jóvenes que acompañaban a Jian Yi se levantó de su asiento.

- Está usted abusando de nuestra paciencia y de su suerte, será mejor que se marche ahora por el bien de todos.

- No querría marcharme sin haber terminado mi conversación con Jian Yi. -dijo con una tranquilidad pasmosa

- ¡Márchese ahora o ni siquiera esas ropas de cura van a salvarle de recibir una buena paliza!

- Por lo general la violencia es el recurso del ignorante.

Los ojos del joven se ensancharon como platos, lo estaban ridiculizando delante de sus amigos, eso no iba a consentirlo.

- Al menos no soy un cobarde como tú y como la panda de viejos que hay aquí, no tengo miedo a luchar y a morir por defender a mi gente.

- Ya veo, estás dispuesto a morir por los tuyos, pero ¿estás dispuesto a vivir por ellos? Si inicias una guerra antes debes saber que puedes ganarla.

- No estamos solos. Somos muchos, estamos organizados y tenemos armas para defendernos, estamos preparados.

Green Lama desistió de tratar de convencerle al ver el fanatismo reflejado en la mirada del joven, de todas maneras le había dado una pista clave, tenían armas y eso quería decir que alguien se las estaba suministrando, tendría que vigilar muy de cerca a aquel chico.

- Jian Yi, nos volvemos a casa, tu madre te necesita. -dijo mirando al hijo de Xiaomei

El muchacho no sabía que hacer pero el joven gallito que se había enfrentado a Green Lama respondió por él de manera aún más amenazante.

- Jian Yi no va a ninguna parte, el único que se va eres tú. -enfatizo sus palabras acercándose al reverendo y dejando su cara a escasos centímetros de la de él

Una voz llegó desde detrás del mostrador.

- Hao Yong, ¡respeta esta casa!

Era un hombre que rondaba los cincuenta años y su autoridad era considerable pues los jóvenes le hicieron caso sin protesta alguna, volvieron a lo suyo en un silencio sepulcral. El hombre se acercó hasta el reverendo.

- Disculpe usted a mi hijo, estos jóvenes de hoy en día no saben lo que es el respeto. Permítame que me presente, soy Hao Lin, dueño de esta humilde taberna y padre de este irrespetuoso.

- Es un placer conocerle, yo soy el Reverendo Pali.

- Por supuesto puede usted marcharse con Jian Yi cuando lo desee, su madre le debe echar de menos y el deber de un hijo es honrar a sus padres.

Jian Yi no tuvo ninguna duda esta vez de lo que debía hacer, se levantó y dejó el local. La palabra de Hao Lin era ley. Green Lama se despidió.

- Muchas gracias, señor Hao Lin, ha sido usted muy comprensivo y muy amable.

- Entiendo el sufrimiento de su madre, nosotros pasamos por lo mismo, perdimos a mi mujer y mi hija en China, el dolor no nos es ajeno.

El Reverendo Pali y Juan Yi abandonaron el lugar.

- Ahora ve a casa y asegúrate de no darle problemas a tu madre, ella solo quiere lo mejor para tú.

- ¿No viene usted conmigo? Seguro que a mi madre no le importará que se quede con nosotros, ¿tiene algún lugar donde quedarse?

- No te preocupes por eso, de todos modos aún tengo unos asuntos que atender. -dijo de manera un tanto críptica


Uno de los distinguidos invitados de la fiesta del Bilton pidió usar un teléfono, un joven botones le acompañó hasta una sala más tranquila que poseía uno. Tras marcar y esperar tres tonos una voz con marcado acento oriental respondió desde el otro lado de la línea.

- ¿Qué sucede?

- Barón Kakichi, soy yo.

- ¡Ah, es usted! -dijo al reconocer la voz- Espero que se trate de algo importante, recuerdo haberle dicho que no me llamase a menos que fuese algo de extrema gravedad.

- Podría serlo, barón. Estoy en la fiesta del Bilton y Van Loan ha estado lanzando indirectas sobre a quién benefician los tumultos, creo que puede saber algo. Además una actriz del este demasiado cotilla para mi gusto ha estado sacándole información durante más de una hora.

- No podemos arriesgarnos, la operación está en un momento crítico. Lo mejor será que se asegure de averiguar cuánto saben esos dos. Y mantenerlos alejados de la acción durante unos días hasta que las armas hayan sido entregadas.

- Así se hará.

- No espero menos por la generosa cantidad de dinero que le estamos pagando. Sayonara.

- Sayonara, Kakichi-san. -se despidió el misterioso interlocutor

Mientras tanto en el salón principal Evangl Stuart se despedía de su acompañante, debía ponerse en contacto con el Doctor Valco para comunicarle las novedades y no terminaba de fiarse de usar los teléfonos del hotel.

- Me temo que debo retirarme ya señor Van Loan.

- Por favor, llámame Richard, insisto. Ya que nos priva de su presencia tan pronto permítame al menos acompañarle a casa, ¿dónde se hospeda?

Evangl miró con cierta suspicacia a Van Loan.

- No quisiera que se llevase una mala impresión, aunque parezca un tanto alocada no soy del tipo de chicas que llevan hombres a su habitación.

- Ja,ja,ja, no me refería eso. Soy un caballero y mis intenciones son honestas, es solo que no puedo permitir que vuelvas sola a casa y menos aún con la inseguridad que reina en la ciudad.

- Bien, si es así entonces será un placer que me acompañe...Richard.

- Voy progresando, ya he conseguido que me tutees. ¿Nos vamos? -preguntó mientras se ponía su abrigo y su sombrero

- Cuando tú digas, Richard. -rió Evangl

Salieron a la calle, no sin cierta dificultad por lo atestada que se encontraba la sala. Agradecieron el fresco aire del exterior mientras esperaban la llegada de un taxi que Van Loan había pedido. Un coche apareció calle arriba y se paró junto a ellos, pero no llevaba nada que lo identificase como taxi. La ventanilla del asiento del conductor se abrió y un tipo mal encarado les apuntó con un revólver que amartilló para dar más énfasis a su petición.

- Los dos a bordo, parejita. Nos vamos de paseo.

La puerta trasera de su lado se abrió también y un segundo individuo de una catadura similar salió del interior extendiendo su mano izquierda hacia el coche para invitarles a entrar, su mano derecha se mantenía siempre en el interior de su abrigo cubriendo un más que sospechoso bulto que llevaba en su sobaco. Con una sonrisa odiosa que mostraba una dentadura en la que la caries había hecho estragos les dijo.

- Por aquí si son tan amables.

No había otra opción que subir.

Capítulo XV

Gary Brown paseaba por el distrito de Westlake, buscaba la sede del Ku Klux Klan que sabía se encontraba en aquella zona de los suburbios de Los Ángeles, no estaba demasiado contento de haber tenido que dejar a Evangl sola en aquella fiesta de estirados pero las órdenes eran las que eran y lo tuvo claro el día que decidió ayudar a Green Lama en su lucha contra la injusticia y la defensa de los inocentes, por otra parte la bella muchacha estaba más que acostumbrada a desenvolverse en esos ambientes.

Cuando llegó a la dirección que le habían proporcionado le llamó la atención ver que el local estaba custodiado por la policía, una veintena de personas trataban de acceder al interior pero un cordón policial se los impedía lo que exaltaba aún más los ánimos de los alborotadores. Un joven de poco más de veinte años trató de zafarse entre dos policías para entrar pero fue interceptado y derribado al suelo por un tremendo golpe propinado por la porra de uno de los agentes, los ánimos estaban a flor de piel y el policía se disponía a descargar un segundo golpe y por su expresión era muy probable que unos cuantos más lo siguieran.

Gary decidió actuar, con su enorme manaza detuvo en su descenso la porra y miró al policía, intimidándole con sus casi dos metros de altura y su complexión de toro, el cual evaluó la situación y decidió que no merecía la pena. Por salvar algo su orgullo dijo con voz enfadada.

- Largaros de aquí.

Era una oportunidad que no iba a dejar pasar, Gary ayudó al joven a incorporarse y se lo llevó lejos de los agentes de policía, un pequeño grupo de los que intentaban entrar les siguió.

- ¿Te encuentras bien? -preguntó Gary al magullado joven

- Sí, sobreviviré. Muchas gracias, estuviste rápido.

- No iba a dejar que un pies planos golpease a un patriota. -le guiñó un ojo al muchacho

- Por cierto, mi nombre es Pete Wales, déjame que te invite a un trago, es lo menos que puedo hacer por ti.

- Nunca digo que no a un trago. -rió Gary

Se dirigieron a un bar no demasiado lejos del lugar, al ver que el nombre del garito era “El caballero blanco” Gary pensó para sí mismo.

- Bingo, estoy dentro.

La decoración delataba lo que sospechaba, aquello era la sede no oficial del Klan en Los Ángeles. Pete lo sacó de sus pensamientos cuando volvía a la mesa con dos enormes jarras de cerveza fría que rebosaban espuma.

- Gracias otra vez...no me has dicho como te llamas.

- Gary Brown.

- Un placer señor Brown, no nos vendría mal gente como tú por aquí.

- Hace muy poco que he llegado de Nueva York y aun no tengo muy claro mi futuro.

- ¿A qué te dedicabas en la Gran Manzana?

- Un poco a esto y a aquello.

El joven y varios de los acompañantes rieron porque sabían a qué se refería Gary, era la manera de decir que era un hombre para todo que había trabajado con el crimen organizado. Uno de los contertulios algo más mayor que Pete y bastante curtido por la vida le preguntó.

- Yo estuve en Nueva York unos años y conozco algo el negocio ¿Con quién trabajabas allí?

- Con lo mejorcito de la city: Snate, Luciano, El Bicho, El Jefe. Soy un freelance.

- Un curriculum impresionante sin duda. -dijo Pete

El tipo que le había preguntado con quién había trabajado dejó la mesa y se retiró con la excusa de ir al baño pero Gary sospechaba que se dirigía a un teléfono para comprobar su coartada, es lo que él habría hecho en los viejos tiempos, comprobar que la historia era cierta, por eso había dado su nombre real, de no haberlo hecho así su futuro habría sido tremendamente corto.

- Pude darme cuenta de qué eres un verdadero patriota.

- Me saca de mis casillas ver como la policía protege a esos asesinos amarillos, en vez de estar deteniendo a esos inmigrantes que se quedan con nuestra riqueza y que solo traen crimen y desgracias se dedican a golpear a ciudadanos decentes que tratan de defenderse.

- Bien dicho, creo que podrías encajar muy bien aquí.

En aquellos momentos alguien entró en el bar dando un portazo con una cara de malas pulgas que casi asustaba, era un tipo cincuentón de barriga prominente y frente despejada, lucía un fino bigote a lo Clark Gable aunque su aspecto no podía estar más en las antípodas del galán cinematográfico, Pete le dijo por lo bajo a Gary.

- Ese es John Daniels, el Maestre de nuestro capítulo en el Klan, anda de muy mal humor porque el capitán Thompson ha clausurado nuestra sede.

- Es comprensible, yo en su caso lo estaría. -asintió Gary

No sin antes pasar por la barra y agenciarse una jarra de cerveza el tal Daniels se acercó hasta la mesa donde estaban y se sentó con ellos.

- Hola muchachos... ¿quién es este? -dijo al percatarse de la presencia de alguien extraño

- Es Gary Brown, -dijo Pete-, me echó una mano cuando los polis se pusieron duros.

- Lo que os tengo que contar no es apto para oídos extraños.

Hubo unos segundos incómodos en los que Gary pensó que tendría que marcharse pero por suerte para él justo en aquel momento regresaba el tipo que había ido a comprobar su historia y que había podido la última parte de la conversación.

- No se preocupe jefe, está limpio. Acabo de hablar con Nueva York y aunque hace algún tiempo que no saben de él, su historia es verdadera.

- Bien, discúlpeme señor Brown pero estamos tratando asuntos muy serios y en estos días no nos podemos fiar de nadie. -dijo Daniels

- No hay ofensa, conozco el negocio y sé

como va esto. -Gary suspiró aliviado

- Ok, prestadme atención porque no voy a repetirlo -dijo dirigiéndose a todo el grupo-, esta noche vamos a dar un golpe de efecto, por un soplo he averiguado donde se encuentra Feng Yong, esa rata amarilla es uno de los líderes de las tríadas chinas y probablemente el cerebro tras esta guerra de bandas que tantas muertes ha causado. Reuniremos a todos los muchachos en la bodega a las diez de la noche, saldremos en camiones cubiertos, llegamos, golpeamos y causamos el mayor daño posible a esos chinos de mierda. Si la policía no se atreve porque los chinos los tienen bien untados nosotros haremos el trabajo. ¿Alguna duda?

Todos negaron con la cabeza.

- Hasta las diez, yo me retiro para ultimar los detalles de la operación, vosotros mientras tanto tomaos otra jarra a mi cuenta pero no os paséis, os quiero en plenas facultades esta noche.

Levantaron sus jarras para agradecer la invitación y Daniels se marchó. Gary habría dado su brazo derecho por saber a dónde se dirigía y sobre todo con quién iba a hablar pero no podía quitarse de encima a Pete y al resto de paletos racistas que componían aquella panda, tendría que conformarse con llamar al Doctor Valco para que informase a Green Lama, él sabría lo que hacer.


El Doctor Harrison Valco empezaba a ponerse nervioso tras las noticias recibidas de Gary Brown y eso no era lo peor, Evangl Stuart no había llamado todavía lo cual le inquietaba porque sabía que a pesar de que su aspecto frívolo indicase lo contrario la joven se tomaba muy en serio sus obligaciones, el corazón le dio un vuelco cuando el teléfono sonó.

- Hola.

- Al fin, Lama.

- Su voz suena muy nerviosa, doctor ¿qué ocurre?

- Los acontecimientos se están precipitando, Gary Brown acaba de avisarme de que el Ku Klux Klan tiene previsto asaltar el restaurante de un tal Feng Yong en Chinatown, se reunirán en las Bodegas Daniels a eso de las diez.

- ¿Y qué se sabe de Evangl?

- La última vez que llamó lo hizo desde el Bilton antes de entrar a la fiesta pero de eso hacen ya casi dos horas y media.

Un silencio se produjo durante varios segundos, Green Lama comprendía el nerviosismo del Doctor Valco, aquello no era normal, su mente trabajaba a toda velocidad trazando un plan de acción. Así debía ser, no había mucho tiempo.

- ¿Dónde está Gary ahora?

- Ehmm, verá, cuando supo que Evangl no había llamado decidió por su cuenta y riesgo irse a la fiesta del Bilton para asegurarse de que toda iba bien, ya sabe lo impetuoso qué es. Yo le dije que debía esperar sus instrucciones pero cuando se trata de la señorita Stuart, Gary no suele seguir los dictados de la lógica.

- Esta vez Gary ha acertado de pleno incluso saltándose mis instrucciones, que haga todo lo posible por localizar a Evangl. Yo voy a tratar de detener el ataque del Ku Klux Klan, una vez resuelto voy a ir de una vez por todas a por los verdaderos culpables de todo esto.

- ¿Ya tienes algún sospechoso? -preguntó el buen doctor

- Quedan algunos cabos sueltos por atar pero creo que empiezo a perfilar lo que está ocurriendo aquí, en cuanto lo confirme usted será el primero en saberlo.

Green Lama colgó el auricular aunque nadie del lugar sabía quién era ya que ahora llevaba el atuendo del Reverendo Pali, llamaba desde el teléfono público de una enorme tienda para todo donde vendían desde aspirinas hasta animales vivos pasando por un amplio espectro de posibilidades. Había elegido la transitada y bulliciosa tienda porque era un lugar privilegiado para vigilar la taberna de Hao Lin, sospechaba que alguien suministraba armas al grupo que lideraba Hao Yong, el hijo del dueño de la taberna, cada vez tomaba más fuerza la posibilidad de que fuese el mismo responsable el que estaba azuzando los fuegos de la guerra en ambos lados.

Ahora tenía que dejar la vigilancia para impedir que el Ku Klux Klan empezara lo que iba a ser la primera de muchas batallas si alguien no los detenía, aquella podía ser la chispa que incendiase el barril de pólvora metafórico en el que se había convertido la ciudad de Los Angeles. Y mientras la ciudad ardía el verdadero culpable pasaba desapercibido creyendo que nadie le vigilaba.

Pero se equivocaba, Green Lama lo hacía.

La mayor de las dificultades consistía en como estar en dos lugares al mismo tiempo, incluso con sus habilidades superhumanas era algo imposible de hacer. No dejaba de recordar el incierto paradero de Evangl Stuart y aunque daría su vida por aquella noble chiquilla se debía al bien mayor. Allí estaban en juego las vidas de muchas personas, así que a pesar de que sus deseos personales y egoístas le pedían poner todos sus esfuerzos en localizar a Evangl la decisión ya estaba tomada y no había vuelta atrás. Además el bueno de Gary la estaba buscando y estaba seguro de que haría lo posible y lo imposible por encontrarla porque la amaba con toda su alma aunque el noble bruto aún no se hubiese atrevido a decírselo.


Evangl Stuart era obligada a bajar a empujones de un coche, llevaba los ojos tapados al igual que su acompañante el playboy millonario Richard Curtis Van Loan al que no paraba de oír quejarse. Le llegaba una brisa fresca nocturna y olor a naranjas, debían estar en alguna casa de campo, granja o similar. No es que aquello fuese una pista definitiva pero a pesar del miedo y los nervios, Evangl aun trataba de usar cualquier recurso que pudiese serle de utilidad. Fueron introducidos en el interior de una construcción por como se dejó de notar el aire de la noche y bajaron a lo que debía ser un sótano, allí fueron encerrados en sendas habitaciones.

- Y ahora quedaos tranquilitos hasta que llegue nuestro experto en “interrogaciones”. -dijo desde el otro lado de la puerta el sicario que había hecho las labores de chofer durante el traslado a aquel lugar

El otro sicario, el de los dientes llenos de caries, rió con una risa malvada el comentario de su compinche. Evangl empezaba a preocuparse, ¿a qué se referían con experto en interrogaciones? ¿Y porqué el énfasis y la sorna al pronunciar “interrogaciones”? Era una mujer fuerte pero no saber que iba a ocurrir le daba miedo.

- Tranquila señorita Stuart -le llegó apagada la voz de Van Loan, un tanto temblorosa e insegura, que estaba también recluso en un cuarto contiguo al suyo-, estos malandrines no se saldrán con la suya.

Los matones rieron a carcajadas desde fuera.

- ¿Malandrines? Ja, ja, ja, ja, serás fantoche, nadie habla así. Cállate y no nos hagas entrar a darte sándwich de nudillos, no creo que tu cara de niño rico pudiera resistirlo. Ahora callaos los dos y sed buenos o será mucho peor, mucho, mucho, mucho peor.

El otro volvió a reír con su histriónica risa y a Evangl se le puso el vello de punta, la tranquilizó saber que Green Lama, Gary y el doctor la estarían buscando. Pudo oír la conversación de sus captores en el pasillo.

- Vigila bien a estos dos pimpollos, voy a llamar al jefe para que sepa que todo ha ido como la seda y para que mande al chino.

- Creo que no es chino, es japonés. -aclaró el otro

- ¡Bah, lo que sea! Chino, japonés, para mí son todos iguales. Tú limítate a vigilarlos y déjame el resto a mí.

Se oyó una puerta, muy probablemente la que daba acceso al resto de la casa desde el sótano en el que les habían dejado y unos pasos que se alejaban sobre unos escalones de madera que crujían, desde fuera llegó olor a tabaco, probablemente su vigía se había encendido un pitillo, Evangl trataba de buscar algo que pudiese darle alguna ventaja pero los nervios y el miedo empezaban a apoderarse de ella y no podía pensar con claridad. Entre sollozos apoyó su espalda contra la pared y se dejó caer hasta quedar sentada en el suelo.

Pocos momentos después oyó como su guardián decía, o trataba de decir, algo.

- Pe...Pe...pero ¿cómo?

Seguidamente un golpe seco y sordo sobre el suelo, Evangl se incorporó y se pegó al interior de la puerta intentando oír algo que le diese una pista sobre lo que estaba sucediendo fuera pero no oyó nada. Ni siquiera los pasos de su captor que no había parado de moverse por el pasillo. ¿Podría ser que Green Lama la hubiese encontrado y que el golpe que había oído fuese su captor cayendo inconsciente al suelo? Durante dos minutos no pudo oír nada más y su corazón se aceleraba más a cada segundo que pasaba. Hasta que al fin oyó unos pasos que se acercaban escalera abajo, Evangl que ya no podía más preguntó.

- ¿Green Lama?

No le llegó ninguna respuesta desde el otro lado aunque sabía a ciencia cierta que alguien estaba allí. Un pequeño trozo de papel rectangular se deslizó bajo el quicio de la puerta hasta llegar casi al fondo del habitáculo donde la habían recluido que era apenas de dos por dos metros cuadrados, Evangl trató de buscar el papel con la poca iluminación de que disponía que era la que se filtraba a través de unas pequeñas rejas de ventilación que habían sobre la puerta. Mientras se hallaba en dicha tarea oyó como la cerradura de su puerta se abría. Se quedó paralizada olvidando incluso por unos momentos la búsqueda de aquel misterioso papel esperando a que alguien penetrara en la habitación, su corazón iba a mil por hora.

Esperó y esperó pero nada ocurrió, sacando fuerzas de flaqueza reaccionó y encontró finalmente el trozo de papel, poniéndolo bajo el haz de luz que le llegaba pudo ver que se trataba de una tarjeta de visita, un tanto extraña pues solo había impreso en ella un antifaz de los de modelo domino y un número de teléfono. No entendía nada, se guardó la tarjeta en su sujetador para asegurarse de no perderla porque creía que podía ser importante. Respirando profundamente para tratar de tranquilizarse se dirigió a la puerta temerosa de lo que pudiera suceder, pegó su oído a la puerta tratando de adivinar algo pero lo único que le llegaron fueron los gritos amortiguados de Van Loan desde la habitación de al lado.

- ¿Qué está pasando ahí? ¡Ayuda! Estamos atrapados. -gritaba histérico

Evangl sonrió, al fin y al cabo lo estaba llevando bastante mejor que aquel pobre niño de papá. Sin más demora se dispuso a abrir la puerta de su habitación y se sorprendió cuando esta se abrió. Con extrema cautela abrió una pequeña rendija para atisbar que estaba sucediendo en el pasillo pero solo pudo ver a uno de sus captores de bruces en el suelo, estaba inconsciente y tenía aspecto de que iba a dormir durante bastante tiempo más, un manojo de llaves estaba puesto en la parte exterior de la cerradura de su puerta, las sacó de allí y probó a usar las otras llaves en la puerta de Van Loan, al segundo intento la cerradura se abrió y allí estaba el millonario, nervioso y casi temblando como un flan.

- Gracias al cielo, señorita Stuart, es usted increíble. No sé cómo ha conseguido hacer todo esto pero ahora lo más importante es salir de aquí.

- No he sido yo, hemos tenido ayuda de alguien. -y le mostró la tarjeta

- Pues lo lamento, pero no me dice nada, como ya le dije -apresuraba Van Loan- deberíamos irnos de aquí pitando.

- Es una gran idea. -reconoció Evangl


LGreen Lama entró por la ventana de la habitación del Hotel Dillon que ocupaba el Doctor Harrison Valco y suspiró aliviado al ver que Evangl se encontraba allí, en aquellos momentos Gary la abrazaba amenazando con asfixiarla de tanto énfasis que le ponía al abrazo.

- Buen trabajo Gary, la has encontrado sana y salva.

- Yo soy quién más se alegra Lama pero esta vez el mérito no es mío.

- ¿A quién se lo debemos entonces? -preguntó a Evangl

La hermosa muchacha le mostró la extraña tarjeta de visita que le había dejado su rescatador y le contó con pelos y señales todo lo que había acontecido desde la llegada a la fiesta hasta el escape de su cautiverio.

- No dice mucho. -aclaró Evangl refiriéndose a la tarjeta

Green Lama la examinó unos instantes y respondió.

- Dice bastante más de lo que parece. ¿Has llamado a este número?

- No, aun no, pensé que quizás preferirías hacerlo tú.

- Has hecho bien, al igual que todos. Ha llegado el momento de que dejéis Los Angeles, vuestra misión aquí ha terminado, no podía haber esperado mejor ayuda que la vuestra pero debéis abandonar la ciudad, ya no es seguro permanecer aquí como lo demuestra el hecho de que hayan intentado atentar contra Evangl.

- Pero...-intentó protestar Gary

- Es importante que cumpláis las órdenes

Gary agachó la cabeza y no se quejó más, sabía que había desobedecido a Green Lama dejando su cometido para buscar a Evangl lo que no había provocado ningún inconveniente a la misión pero no borraba el hecho de que había desobedecido las órdenes que le habían sido dadas. Todos aceptaron su decisión y como no había más que hablar Green Lama llegó hasta el balcón y su silueta desapareció por la balaustrada, para un observador poco avezado hubiese parecido que se había lanzado al vacío cuando en realidad trepaba los escasos metros del ático del hotel que él mismo ocupaba. A poco de que su cabeza apareciese en la terraza del ático Tsarong ya estaba allí con una tetera.

- Pensé que le vendría bien un té después de un día tan agitado.

Green Lama no pudo evitar sonreír al ver la familiar figura de Tsarong.

- A veces creo que puedes ver el futuro para poder cumplir mis órdenes antes incluso de que yo mismo sepa que voy a dártelas. .

- Por favor tulku, ese es un poder que sin duda no tengo, solo soy un viejo monje que está encantado de poder ayudarle aunque sea en estas pequeñas cosas.

- No hay ayuda pequeña, mi fiel Tsarong. -dijo con un cariño nada fingido

Se sirvió una taza y bebió unos sorbos que le levantaron el ánimo, un té excelente como no podía ser de otra manera con Tsarong. Sin detenerse se dirigió al teléfono. El símbolo de la tarjeta de visita no dejaba lugar a dudas, se trataba del Detective Fantasma. A pesar del tiempo que había pasado fuera de Nueva York en el poco más de un año que hacía desde su regreso había oído hablar del Detective Fantasma entre rumores y leyendas urbanas, uno de los más antiguos y reputados hombres misteriosos, como la prensa los llamaba.

Marcó el número y una voz grave le respondió desde el otro lado.

- Tenemos que vernos. -dijo Green Lama

No hacían falta presentaciones ni cortesías.

- Estaba a punto de proponerle lo mismo. ¿Qué le parece si nos encontramos en la primera estación de Bomberos? Le estaré esperando allí en un Lincoln Continental negro, será fácil de reconocer, no habrá muchos iguales y lleva los cristales tintados.

- Allí estaré. -colgó el auricular

Poco más de diez minutos después Green Lama entraba en el interior de un lujoso vehículo de las características anteriormente descritas, en el interior que estaba separado de la cabina del chófer por un cristal igualmente tintado le esperaba alguien que parecía estar más adecuadamente vestido para ir a la Ópera o a un estreno de cine que para una aventura nocturna de aquellas características, con un elegante chaqué, sombrero de copa y cubierto por una elegante capa de seda negra. Lo más llamativo era el antifaz que le cubría los ojos y la nariz, jugueteaba con un bastón de madera lacado en negro con reborde de plata y le invitaba a entrar con un gesto de su mano derecha. Una vez Green Lama estuvo dentro el vehículo se puso en marcha.

- Green Lama, es un placer conocerle después de tanto tiempo, he estado siguiendo su carrera en la prensa, con particular interés después de su supuesto asalto a la prisión estatal de Florida.

- No fue un asalto, solo tratábamos de impedir una fuga en masa de la prisión organizada por Harold Nielsen.

- ¿El mismo Harold Nielsen al que parte de la prensa les acusa de haber eliminado? -preguntó el Fantasma

- Nielsen no está muerto, solo se esconde mientras planea la manera de llevar a cabo su venganza.

- En cualquier otro momento su historia difícil de creer pero están ocurriendo demasiadas cosas extrañas y no pueden deberse a la mera casualidad, creo que hay un complot organizado pero aún no sé cual es el fin último del mismo.

- Tratándose de Nielsen no puede ser nada bueno.

- Entonces es hora de que unamos esfuerzos para detener esto. Tengo sospechas de que el naviero Philip Norton es la cara de esta operación como parece confirmar que la propiedad donde trataron de retener a Van Loan y a la señorita Stuart esté a nombre de una sociedad de la que es principal accionista pero se me escapa quién es el cerebro, Norton es demasiado tonto y ambicioso para planear algo de esta magnitud.

- Creo que puedo ser de ayuda en eso, me encontré con ello casi de casualidad. Estaba vigilando la taberna de Hao Lin y decidí echar un vistazo en su casa que está en el piso superior del negocio como suele ser típico en Chinatown, algo me llamó la atención, un pequeño altar dedicado a los difuntos de la familia donde estaba el retrato de un hombre anciano pero no había ningún retrato ni recordatorio de la mujer e hija de Hao Lin que según sus propias palabras habían muerto en China, me pregunté cuál podía ser el motivo de aquello y preguntando conseguí averiguar que ni su mujer ni su hija están muertas, fueron internadas en un campo de concentración japonés cuando intentaban abandonar China pero solo Hao Lin y su hijo lo consiguieron.

- ¡Ahora todo encaja! Los japoneses le obligaban a revelar los objetivos donde golpear y a que le suministrasen los medios para que pareciese algo hecho desde dentro de Chinatown. A cambio de la promesa de liberar a su esposa y a su hija.

- Sí, imagino que Hao Lin también vio la posibilidad de quitarse a parte de la competencia de encima ya que él es miembro de las tríadas.

- Y mientras tanto pagaban a Norton para que con su dinero azuzara a los perros de la guerra dando carnaza y apoyo tanto al Ku Klux Klan como al servil director del Daily Herald que le hicieron el juego encantados de recibir sus generosos donativos.

El coche se detuvo, el Detective Fantasma abrió la puerta y descendió del coche, la calle estaba casi desierta por lo tardío de la hora, habían aparcado justo en la puerta principal de un edificio en el que lucía un gran letrero donde podía leerse en letras doradas “Norton Enterprises”.

- ¿Me acompaña?

- No me he vestido así para nada. -bromeó Green Lama

El sistema de seguridad no supuso ningún problema para aquellos maestros del sigilo y la infiltración, les costó poco menos de cinco minutos estar delante de una enorme puerta doble que daba acceso al ático que era también la residencia privada del rico empresario Philip Norton, tras un casi inaudible chasquido la cerradura de la gran puerta cedió y pudieron ver el interior, era de un lujo casi ofensivo a la vista, muebles que valían una millonada, alfombras persas cubrían el suelo e incluso tenía su propia piscina privada en la que en estos momentos nadaba Philip Norton supuestamente ajeno a las evoluciones del Fantasma y Green Lama.

- Parece que no es del todo cierto eso de que el crimen no compensa. -dijo el Detective Fantasma saliendo de entre las sombras

Norton no pareció sorprenderse de la llegada de aquel extraño.

- ¿Quién eres tú?

- No soy nadie, tan solo el fantasma de tu mala conciencia que viene a juzgarte por tus crímenes.

- Ja,ja,ja, -rió descarado el empresario mientras se acercaba al borde la piscina- A otro perro con ese hueso, se acabó lo de disimular. Tengo detectores y sistemas de seguridad que ustedes no podrían ni soñar, sí, se que su amigo el lama anda por ah. No se moleste en esconderse.

Descubierto no tenía sentido seguir en su posición, Green Lama se acercó hasta la zona iluminada.

- Entonces sabrá usted también que hemos venido a detener sus planes.

- No entienden nada, ¿verdad? -volvió a reír Norton, demasiado crecido para una situación de desventaja como aquella- en estos momentos la mecha ya está encendida, los tumultos y revueltas se extenderán por todo el país.

- Si se refiere usted al asalto del Ku Klux Klan debo decirle que dejé programada una bomba de gas somnífero en el lugar de reunión lo suficientemente potente para tenerlos durmiendo el sueño de los justos hasta que la policía se presente allí. Así que me temo que no va a haber ninguna guerra y que todo el pueblo americano sabrá que usted no es más que un traidor. -dijo Green Lama

- Le aconsejaría que no se pierda la edición especial del Clarion de mañana, en particular el artículo de Steve Huston. -se burló con sorna el Fantasma

A Norton no parecía importarle lo que los héroes le decían, continuaba su discurso ajeno a todo.

- El gobierno caerá porque es débil y no podrá hacer frente a la situación. Conseguiremos finalmente un gobierno fuerte que gobierne para los verdaderos americanos y no a un judío como Roosevelt, un gobierno que proteja a la mayoría blanca del crimen y la decadencia que traen chinos, negros, hispanos y todo ese hatajo de subhumanos. América volverá a ser lo que nunca debió dejar de ser, un país blanco, anglosajón y protestante. -su mirada estaba como ida por la ira y el odio que contenía

- ¡Ajá! Y por eso deja usted a su país a los pies de los japoneses, no me engaña usted Norton, se le da absolutamente igual todo excepto una cosa, el dinero. Espero que le hayan aprovechado bien sus treinta monedas de plata porque no va a poder disfrutarlas. -dijo el Detective Fantasma

Green Lama escrutaba cada rincón, algo no cuadraba, Norton tramaba algo, desistió de tratar de hablar con él, su mirada era igual que la que había visto en los ojos de Hao Yong, había demasiado odio para que los pensamientos fluyeran con claridad. La respuesta a sus temores llegó cuando dirigió su mirada a la amplia terraza del ático, enganchados en la balaustrada había una decena de garfios de los que pendían unas cuerdas en tensión, alguien trataba de acceder desde el exterior. Advirtió al Detective Fantasma con el tiempo justo para que este pudiera evitar la primera andanada de mortales proyectiles afilados que surcaron el aire a escasos centímetros de su cabeza.

Eran diez y venían cubiertos de negro de la cabeza a los pies, solo una franja que dejaba ver sus ojos permitía saber que debajo de aquellas ropas había un ser humano, aunque la frialdad de sus miradas hiciera dudar sobre ello. Saltaron ágilmente al interior de la estancia cayendo sin hacer el más mínimo ruido y sacando sus espadas. Eran katanas, espadas japonesas. No había en su vestimenta signo alguno que delatara de quienes se trataba, al menos no para alguien no familiarizado, gracias a su aguda visión Green Lama reconoció los kanjis grabados en las hojas de las espadas, ya los había visto anteriormente. Exactamente en la espada del Barón Kakichi, el líder de la Genyosha, el Océano Oscuro como también era conocida la temible organización que formaban los servicios secretos japoneses.

Pero el Barón Kakichi estaba muerto, él mismo le había visto morir cuando se suicidó disparándose a la cabeza por haberse deshonrado al fallar en la misión de conseguir el prototipo de un arma que habría puesto la balanza de la guerra a favor de Japón, Green Lama lo sabía bien porque él había impedido que aquello sucediese, así que ¿quién estaba al mando ahora de la Genyosha? Esa era una pregunta que iba a tener que esperar, había asuntos más urgentes que atender como poder dejar con vida aquella habitación.

El combate empezó sin tregua ni piedad.

Como por arte de magia las manos del Detective Fantasma aparecieron de debajo de su capa portando sendas automáticas y repartiendo plomo, aunque su primera andanada se perdió en el aire porque aquellos diablos parecían fundirse con las sombras. Green Lama se lanzó sobre dos de los asaltantes que ya habían penetrado en el interior del ático, cuando se encontraba a un escaso metro de ellos paró su carrera en seco y extendió ambos brazos hacia delante con los dedos índice y corazón extendidos golpeando a los ninjas en el plexo solar, los ojos de aquellos se dilataron por un segundo y seguidamente cayeron al suelo rígidos e inmóviles.

La respuesta del resto no se hizo esperar, no en vano eran los mejores guerreros que el Imperio del Sol Naciente podía ofrecer, eran la Genyosha y su deber era matar o morir. Una lluvia de shurikens cayó sobre el Detective Fantasma que aprovechaba su capa para hacer su silueta menos reconocible en la semioscuridad de la habitación pero incluso con aquella maniobra dos proyectiles lo alcanzaron en la pierna derecha, había infravalorado a sus adversarios, tenía que haber buscado cobertura y eso era algo que se disponía a corregir al instante, de inmediato se lanzó tras una mesa que volcó al suelo como improvisada barricada.

Tres de los ninjas habían optado por enzarzarse en combate cuerpo a cuerpo con Green Lama ya que estaba más cerca de su posición y suponía un peligro más inmediato, su increíble agilidad lo salvó de una muerte segura bajo las precisas estocadas que lanzaban los miembros del Océano Oscuro, tan precisas que alguna de ellas logró morder la carne de su brazo derecho, Green Lama tuvo que usar todo su control mental y voluntad para que el dolor no le hiciese perder pie, lo que habría resultado fatal en aquellas circunstancias.

Los temibles asesinos japoneses seguían presionando más y más aprovechando la ventaja del número, una segunda estocada se clavó en el hombro izquierdo de Green Lama, la herida era limpia pero profunda, el otro grupo empezaba a tratar de rodear la mesa tras la que se había protegido el Detective Fantasma hasta que vieron la silueta de su capa tratando de escabullirse por su izquierda, se lanzaron a bulto dando estocadas a diestra y siniestra, la capa quedó hecha jirones pero no había nada ni nadie debajo. Desde detrás de la mesa apareció el Detective Fantasma encañonándolos con sus dos automáticas. Con fría tranquilidad disparó dos veces con cada una de sus armas y cuatro de los asaltantes cayeron a la piscina tiñéndola de rojo, no eran heridas mortales pero sí incapacitantes. La precisión con la que habían sido hechos los disparos era asombrosa.

Green Lama optó por una nueva estrategia, se lanzó de cabeza la piscina y se sumergió, sus enemigos dudaron por un instante que debían hacer, guardaron sus espadas para empuñar su wakizasis, espadas cortas que les serían de mayor utilidad bajo el agua, su misión era acabar con él donde quiera que estuviese ya fuese bajo el agua o en la montaña más alta, los tres ninjas se lanzaron a la piscina para acabar con su presa al ver que Green Lama no volvía a la superficie. Tal y como Green Lama quería.

Haciendo acopio de las últimas reservas de poder que le otorgaban las milagrosas sales radioactivas que había aprendido a hacer en el Lejano Tibet lo descargó en forma de electricidad en el agua que hizo de conductor y electrocutó al instante a todos los que estaban en el interior de la piscina, caían como troncos al fondo. Green Lama se ocupó de recogerlos y ponerlos a salvo en el bordillo de la piscina pues había jurado jamás tomar vida alguna. Tan solo quedaba uno de los asaltantes que miraba a un lado y a otro valorando sus opciones, tras unos segundos de indecisión se clavó en su propio estómago la katana que portaba. Green Lama trató de asistirle pero el pobre desgraciado estaba más allá de toda ayuda.

La expresión de Philip Norton había mudado por completo, ahora estaba asustado y tembloroso, semi escondido en un rincón de la estancia tras las cortinas, era absurdo esconderse allí pero su mente no regía muy bien al estar en estado de pánico, solo acertaba a decir.

- Está bien, hablaré, os lo contaré todo, por favor no me matéis. -lloraba desconsolado como un niño el empresario

Una flecha negra atravesó el cristal de la terraza y vino a clavarse de lado a lado en el cuello de Norton, que trató de hablar pero solo salieron esputos de sangre. Ya estaba muerto cuando tocó el suelo. Green Lama y el Detective Fantasma corrieron a la terraza y alcanzaron a ver en la azotea de uno de los edificios al otro lado de la amplia avenida una figura embozada de negro de arriba abajo del mismo modo que los agentes de la Genyosha, solo un detalle los diferenciaba, aquella silueta llevaba un cinturón de color rojo que contrastaba con el negro riguroso que lucían los ninjas, otro detalle es que su silueta era sin duda femenina por la rotundidad de sus formas.

Estaba demasiado lejos para que ni Green Lama ni el Detective pudiesen hacer nada. Esa noche escaparía pero ya estaba en el punto de mira de los héroes, volverían a encontrarse tarde o temprano.

- Otra vez en un callejón sin salida. -se quejaba Green Lama mientras se vendaba las heridas

El Detective Fantasma que se dedicaba a la desagradable pero urgente labor de extraerse de su propia pierna las dos shurikens que aún seguían clavadas allí respondió cuando el dolor le permitió recuperar el resuello.

- Estos asuntos afectan a la nación entera, debemos ponerlo en conocimiento del F.B.I. o de alguna autoridad superior, el problema es que no sé en quién podemos confiar, los federales están actuando de manera extraña, pueden estar infiltrados por agentes enemigos.

- Conozco a un federal del que podemos fiarnos. -dijo Green Lama con una sonrisa

Continuará...


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