Título: Ese planeta olvidado Autor: Guillermo Moreno Portada: Edgar Rocha Publicado en: Marzo 2013
Una simple misión de exploración de un reciente descubrimiento de un planeta de clase M, con posibilidades de ser colonia de la Federación, se puede convertir en una aventura muy peligrosa...
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Durante la última invasión la Federación fue sorprendida con la guardia baja, desliz que ha costado muchas vidas y recurso. El alto mando consciente de las fallas en Seguridad y Defensa ha decidido tomar una actitud más proactiva en ese tema; para ello se ha creado el Proyecto: Defensor. Este consiste en una serie de naves y personal dedicados únicamente a garantizar la seguridad y estabilidad de la Federación y sus aliados. Y estas son las crónicas de aquello que han sacrificado todo en pos del sagrado deber…
Gene Rodenberry y Action Tales presentan:
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Creado por Guillermo Moreno
I
Fecha Estelar: 58119.1 Bitácora personal de la Doctora Dan, suplementaria.
Me encuentro a bordo de la nave estelar U.S.S Copérnico junto al Teniente comandante Mekor. Nos dirigimos a un pequeño planeta clase M descubierto hace poco por lo sensores de largo alcance. Se ha llevado a cabo una investigación preliminar, y hemos descubierto que el planeta posee características similares a la Tierra. Se encuentra en un espacio sin reclamar y seria una colonia idónea. Nuestra misión consistirá en realizar un estudio exhaustivo a fondo, para determinar si el planeta será capaz de soportar la presencia de colonos federales.
De ser positivo el resultado de nuestra investigación, esta colonia podría ser un excelente refugio para todos aquellos que han perdido sus posesiones durante la última contienda bélica contra los borg. Las posibilidades me llenan de alegría, el exceso de trabajo también, pues realmente quería poner distancia de la base estelar y su nuevo capitán. Además, será una oportunidad para socializar con miembros de otros naves, y en especial con el esquivo teniente comandante Mekor. Espero que esta misión no termine siendo una aventura movida.
Azalia Dan… fuera.
La U.S.S Copérnico se puso en órbita estacionaria sobre el nuevo planeta azul. La nave, una clase Oberth, no registró nada inusual en la órbita de aquel cuerpo celeste, y por lo tanto su capitán no dudó en dejar que los primeros grupos de trabajos descendieran. La Doctora Dan, formaba parte del segundo grupo a desembarcar; el primero ya lo había llevado a cabo y no había encontrado hostiles. Al parecer el planeta carecía de especies animales y humanoides autóctonas.
—Llega tarde, señor— dijo el medio cardassiano desde la plataforma de tele transportación a la doctora. Azalia tenía gana de recordarle que ella era su superior, pero realmente no tenía moral alguna, pues era cierto.
—Energicé— ordenó al encargado del transportado.
Al principio vio luz y materia en fase. Lentamente, como siempre, aquello se fue disipando para mostrarle a sus ojos una especie de jardín del Edén. El cielo era azul y había plantas verdes por todos lados.
—Bien, señores ya tienen sus ordenes— dijo Azalia una vez que se percató de que todos habían llegado sin problemas— Deseo tener sus reportes antes del atardecer; sean cuidadosos y desconfiados, no quiero que ocurra perdida alguna— lanzó una mirada a Mekor— pongámonos manos a las obras.
II
En la Copérnico, no los vieron aparecer hasta que fue muy tarde, allí como salidos de la nada, aparecieron una serie de satélites. Todos posicionados estratégicamente, en cuestión de segundos crearon una especie de red, que cubrió al planeta. El capitán de la nave, apenas pudo reaccionar con calma, y sin duda no pudo comunicarse con los equipos en tierra
— ¿Qué hacemos?— preguntó el segundo al mando. Un joven comandante humano, que miraba con estupor aquella red.
—Alerte a Estación espacial de nuestra situación— replicó el capitán, sin poder pensar lo estúpidos que eran los nuevos protocolos— que estén prestos para socorrernos de ser necesarios— dicho eso guardó silenció unos segundos— haga un diagnostico, ajuste los sensores de ser necesario, quiero saber ¿Qué son y cómo funciona, mas allá de lo obvio?
El capitán guardó silencio, lleno de pesar se dirigió a sus dependencias, aquella era la primera vez que lidiaba con un problema de esa índole, sin duda el entrenamiento no los preparaba para ello.
Muy lejos de allí, en una nave tan hermosa como temible, un ser conocido como Zesstara´s, un ente que se hacía pasar por una divinidad gorn, recibió una noticia en sus consolas. El ente reconoció rápidamente el tipo de mensaje y la procedencia, y no dudó ni un segundo en dar la orden a los satélites para que actuaran de forma pertinente. Guardó silencio al recordar aquel planeta, azul, vivo y pequeño, donde los mejores entre los sus aliados veían la luz.
No pudo evitar recordar al buen Rex, y rápidamente ordenó a su tripulación, poner marcha hacia el planeta, y a su vez, evitar que los llamados de auxilio de los satélites se difundieran. Nadie salvo él, y mucho menos Rex, debían saber que había pasado en ese planeta.
—Señor los satélites tienen una función dual— dijo el joven Comandante, al cabo de unos minutos, cuando reunidos con sus colegas, y el capitán discutían la situación e información requerida— son tanto unos satélites de control climático, como una especie de red aislante. Con cierta cualidad inusual
— ¿Cuál?— inquirió el capitán un tanto ansioso y preocupado.
—Pues parece que el mismo es permeable, únicamente desde adentro— respondió el comandante
—Así que se puede salir del planeta pero no se puede entrar, cuando la red está arriba— dijo el capitán reflexionado.
— ¿Alguna forma de apagar la red?
—Hemos tratado de comunicarnos con los satélites, pero no responder. Creo que la única forma será acercándonos a ellos, pero…
—No sabe si están armados— le atajo el capitán
—En efecto, resisten a cualquier sondeo realizado por nuestros sensores. Esta tecnología difiere mucho a cualquiera que conozca, es realmente superior.
—Tendremos que correr el riesgo— dijo el Capitán— la gente en el planeta cuenta con nosotros. Forme un equipo y prepare todo. Pasamos a alerta roja.
III
Las diferentes sondas fueron liberadas, justo en el momento que el cielo cambió de color. De repente, pasaron de una mañana brillante e idílica, a una especie de atardecer opaco que asombró a tanto a la Doctora como al jefe de científicos.
— ¿Qué fue eso?— inquirió la Azalia realmente preocupada
—La intensidad de la luz fluctuó— replico el Teniente Comandante Mekor mientras sondeaba el entorno con su tricodificador— Y como era de esperarse no es normal— acto seguido tocó el comunicador de su insignia y se dirigió a la nave estelar— Copérnico, aquí el teniente comandante Mekor del grupo de investigación ¿Qué ocurre en la atmosfera?
Ruido blanco fue lo único que recibió el mestizo como respuesta a su llamado. El científico, que se percibía a sí mismo como muy racional, no pudo evitar mirar a la doctora con un leve tono de temor en su mirada.
—Grupos de investigación alfa, beta y gama, repórtense— ordeno Azalia Dan mientras tocaba su insignia, en cuestión de segundo los grupos respondieron si rechistar, y comunicaron su temor por la fluctuación en la luz solar— Manténgase juntos, y estén atento ante cualquier novedad.
Mekor observó la situación con calma, ya era evidente, que el daño no se encontraba en sus comunicadores, así que el problema debía provenir extra mundo.
—Estamos por nuestra cuenta Mekor— dijo la Trill, quien había caído en cuenta, que era la máxima autoridad del momento, y que no estaba preparada para una situación así— ¿Qué podemos hacer?
El mestizo sonrió y rápidamente replicó — puedo alterar las sondas para que se concentren en el fenómeno atmosférico, y nos den un diagnostico de la situación, con la información podremos decidir con calma.
—Hágalo entonces— ordenó ella con calma— una vez que tengas las especificaciones se la transmitiremos a los demás grupos.
Los alféreces John Maxwell III, mejor conocidos como Johny, y Sanseff Gan, un joven boliano, fueron los elegidos para acercarse al satélite. Ambos vestían sus trajes espaciales, y habían saltado desde la lanzadera, que se mantenía cerca a la espera de cualquier imprevisto.
Johnny no dejaba de echar un vistazo atrás cada cierto tiempo, para percatarse de si la lanzadera seguía allí. Activo, los retro-propulsores del traje para detenerse un poco en aire, y le hizo gesto a su compañero para que hiciese lo mismo. Desconocían que tipo de defensa poseía el satélite, por lo tanto debían tratar de inutilizarlo antes de seguir adelante. Abrió con cuidado el maletín que llevaban y extrajo de él, lo que parecía ser una especie de faser. Apuntó y disparó contra el satélite.
La ráfaga de energía surcó el espacio, impactando de lleno en el satélite, que parecía poseer un escudo. El joven humano, necesitó realizar más de un disparo para inutilizar el campo. Una vez que lo logró le ordeno a su compañero seguir adelante.
El satélite volvió a comunicarse con Zesstara´s, esta vez le hacía participe de que su método de defensa había sido superado; y que alguien trataba de abrirlo o hackear sus sistemas. El Dios gorn observó los datos con calma, y le ordenó que le facilitase información sobre la situación en tierra.
Al cabo de unos segundos, el satélite que comunicó cuantos individuos se encontraban en la superficie del planeta, además solicitaba los permisos para proceder con la siguiente fase del plan. Zesstara´s se lo pensó unos segundos y luego accedió, no sin antes comunicarle que debía implementar el máximo nivel de dificultad. El satélite accedió, como era de esperarse en la aquel tipo de inteligencia artificial, para acto seguido volver a preguntar sobre lo que debía hacer frente a su agresores. El poderoso arconte, porque eso era lo que era, le solicito una imagen.
De nuevo sus deseos fueron cumplidos en segundos, y el ente pudo observar a los agresores, eran humanoides, y llevaban las insignias de aquella organización que le había puesto, un parado a su especie hacía muchos años.
De nuevo, la Flota estelar se metía en los asuntos de la Alianza.
Menuda fue la sorpresa de Johnny y Sanseff Gan cuando lograron hacerle un corte rectangular al satélite, lo que vieron no era convencional. Allí había una inusual mezcla de transistores y chips y un sinfín de cosas tecnológicas, acopladas a elementos que parecían orgánicos.
— ¡Dios!— exclamó Johnny que aun no salía del estupor en el que había caído— ¿Qué haremos? —
Le preguntó a su compañero a través del comunicador, no sin antes ponerle un poco a la gesticulación— Esta tecnología nos supera por mucho.
El boliano, más alegre observó a su amigo y replicó
—Hagamos lo que podamos
— ¡Pero esta cosa esta viva!— exclamó asombrado
—Sí— replicó el boliano frente a lo evidente— pero allá abajo hay gente que nos necesita— extrajo un tricorder y replicó— trataré de reconfigurarlo para que determine el funcionamiento de las parte biológicas, y causemos el menor daño posible. ¿Te sirve?
Johnny asombrado se limitó a asentir.
—Manos a las obras entonces— replicó el joven boliano.
Mekor activó las sondas, ya reconfiguradas y las lanzó a la atmosfera, con alegría observó como las más cercanas volaban, y a través de los sensores y los datos que le facilitaban los otros grupos se percató de que en otras partes del planeta ocurría lo mismo. Menuda fue su sorpresa cuando la telemetría volvió. Los datos eran concluyentes, el planeta estaba rodeado por una especie de escudo de energía, el cual era sostenido por una serie de satélites orbitando el planeta. Aquella noticia seria desalentadora, si no fuese porque habían más datos: la fuente de energía y datos provenían del planeta. Así que solo era cuestión de encontrar el sitio que le estuviese dando las órdenes a los satélites.
La noticia fue bien recibida por la Comandante Azalia Dan, quien inmediatamente ordenó a todos los grupos que se movilizaran, que trataran de dar con alguna estructura y que se valieran de sus sensores para, en caso de no encontrar alguna estructura, dar con alguna fuente de energía. La noticia, como era de esperarse fue recibida también con agrado, pero lo que ocurriría después no.
Ninguno supo porque, se enteraría después, rápidamente en todo el planeta se desató una gran tormenta. En cuestión de segundos, densos nubarrones se formaron, grandes masas y frentes tormentosos se movieron, y al cabo de unos minutos una terrible tormenta se desato. Una como ninguno de ellos había visto con antelación.
Johny u Sanseff Gan lograron moverse a través de los sistemas del satélite, cuando pensaban que habían dado con un sistema clave, algo ocurrió. Del satélite en el que estaba, y en cada uno de los que les rodeaban, surgieron sendas descargas de energía. Una vez que estas impactaron en el campo, los humanoides pudieron ver el fenómeno más inusual del universo. Allá abajo, el pequeño planeta verde-azulado, se vio envuelto por un velo gris.
— ¿Fuimos nosotros?— preguntó el humano atormentado
—No hemos tocado nada— le replico Gan con calma, pero igual de asombrado.
En cuestión de segundos, les llegó una noticia escalofriante desde la nave: el planeta estaba sufriendo de una especie de tormenta global, de proporciones inconcebibles, ahora cada vez se hacía imperativo sacar a la gente de allá abajo.
IV
Si para la gente dentro de la U.S.S Copérnico la situación se veía como grave, no era nada comparado con lo que vivían los grupos en tierra. Las búsqueda de la energía y estructuras, dieron paso a una imperiosa y calmada orden proveniente de la doctora, que se resumía en buscar refugio sin importar nada más. Sobre ellos, cual un gigantesco y ominoso depredador, había caído una gran tormenta, con lluvias torrenciales, potentes rayos y fuertes ráfagas que estaba arrancando arboles como si se tratara de pajillas.
Al Teniente Comandante Mekor le tomó unos segundos comprender lo que pasaba, que todo aquello era producto de la ciencia, y que en algún lado había un sistema de control ambiental, que estaba generando aquellas tormentas. En ese momento una serie de interrogantes, en su inquisitivamente comenzaron a hacer actos de presencia ¿Quién y porque pondría un sistema así en un planeta desierto y al margen de todo sistema habitado? Cuando vio como desaparecía uno de los primeros investigadores dio con la respuesta.
Azalia Dan, como todos los miembros de la U.S.S Hermod había estado en la guerra, primero contra el Dominion y luego contra el último embate borg. Había recorrido su nave curando heridos, había estado en los campos de batalla, había visto sangre y viseras, y a pesar de que era el siglo XXIV también había tenido que tratar con cadáveres, cual un vulgar doctor del siglo XX. Pero nada de eso le había preparado para lo que vio, con pesar sufrió los avatares del liderazgo y entendió el: porque Kuriko era como era. En un tris observó como mucho de sus subordinados caían en trampas, algunas simples otras elaboradas. Observó como a un suboficial caía en una fosa llena de púas hechas con un material similar al bambú. Vio como otro jovencito, que intentaba igual que ella y el teniente comandante buscar un refugio, tropezaba con una especie de liana, que desencadenaría a su vez una especie de tronco que le impactaba de lleno y lo volvería puré. En un tris, gran parte de su grupo estaba muerto, y no dudaba que otros habían corrido con la misma suerte. Ella habría pasado por lo mismo, sino hubiese sido por el Teniente comandante Mekor, quien al parecer tenia la sangre más fría.
— ¿Qué ha pasado?— llegó a preguntar la mujer en shock
—Este planeta se ha vuelto en contra de nosotros— dijo Mekor
— ¿Todo es producto de la tormenta?
—No señora— respondió el mestizo— tengo la teoría de que este planeta era un sitio de entrenamiento, tarde que temprano con o sin tormenta alguna de nosotros iba a caer en una trampa.
—La tormenta, era… ¿era una trampa?
—No, creo que alguien la activó— respondió y luego gritando con fuerza para hacerse oír a través de los vientos y los truenos le dijo— He encontrado una fuente de energía, parece que hemos dado con una estructura, además logre salvar algo del equipo.
—Vamos allá— replicó Azalia, gritando con más fuerza, una vez que había salido del shock.
Ningún entrenamiento de la flota los prepararía para menuda caminata. Los vientos eran realmente fuertes, tanto que dificultaban mantener los ojos abiertos. El agua que caía era sorpréndete, truenos y rayos, no mejoraban la situación. Aun así, los oficiales alcanzaron lo que parecía ser un pequeño edificio casi devorado por la maleza. A Mekor le costó toda su fuerza abrir la puerta, pero al cabo de un rato, el sacrificio valió la pena, porque al menos estaban en un lugar seguro.
Al cabo de unos minutos después, una fogata improvisada, y comer algo para calmar los nervios, los agentes de azul, estaban listos para requisar el sitio. En cuestión de segundos se pusieron manos a las obras. No tardaron mucho, tomando en cuenta los conocimientos que ambos tenían, en reconocer que aquella instalación, que era mucho más grande y tal vez subterránea, era un laboratorio. Encontraron consolas que subsistían con la energía mínima, y algunas habitaciones donde había aun sustancias químicas.
—Por el diseño y estructura del laboratorio— dijo Mekor con calma— este sitio sin duda es de origen gorn.
En otro momento o condición diferente la mujer habría replicado, pero desde que supieron que la nave sería enviada a Cestus III a defender las fronteras que la Federación compartía con los Gorn, había devorado todos los datos concernientes a ese pueblo, y ella no había sido la única.
— ¿Qué estaría investigando aquí?
—Obvio doctora— dijo— este sitio debe ser una especie de hospital para sanar y mejorar a los jóvenes que traigan a entrenar. Ya había leído que los Gorns tenían campos de entrenamiento para sus fuerzas militares, pero no sabias que fuesen así.
—No, aquí hay gato encerrado— replicó la Trill
Su duda se resolvió cuando dieron con aquel gigantesco salón. Era más grande que los demás, había más consolas, pero sobre todo había una serie de tanques de cristal gigantescos, que ahora estaban vacios y rotos, pero que ninguno de los dos descartaban que habían contenido a algo.
Después que la doctora y el científico salieron del estupor, rápidamente se abalanzaron sobre las consolas. A él le tomo solo un minuto poner una a funcionar.
—Por lo que entiendo en el traductor, aquí estaban trabajando con algo más que un hospital— dijo con calma— lo datos que logro comprender, esto era un laboratorio de investigación genética.
— ¿entonces no es un campo de entrenamiento?
—Es ambas cosas— dijo Mekor titubeante— parece que estaban creando una especie de supersoldados, mire.
—Por lo que logró captar, creo que hay más que eso— replicó Azalia— debemos copiar y almacenar esta información, tal vez tenga algo que ver con el inusual Gorn que conocimos cuando llegamos.
Ambos se miraron asombrados por el alcance que había tenido una expedición que inicialmente parecía ser de rutina.
V
—Entonces el sistema es biotecnológico— dijo el capitán de la Copérnico
—Además, señor— le interrumpió el primer oficial— han activado un sistema de control ambiental, dudo mucho que nuestra gente haya sobrevivido, y si lo hicieron la estarán pasando mal.
— ¿Qué piensa alférez Maxwell?
—Esa tecnología nos excede, está muy por encima de nuestro nivel, yo no veo…
—Yo si veo solución alguna— pico adelante el joven Boliano.
—Explíquese alférez Gan
—Decía, que si veo solución alguna— repitió— en gran medida porque la información que recabe con mi tridodificador y luego con los sensores de la nave, ya calibrado, me demostraron que el componente biológico tiene mucho más peso que el tecnológico.
—Y eso ¿Qué significa?
—Que dado que el sistema biológico es el más trascendente, resulta evidente a cual debemos atacar.
—Pero el componente biológico se muestra extremadamente complejo.
—Sí— replicó Sanseff Gan— y yo no soy biólogo, pero no hace falta serlo para estar al tanto que muchas veces los sistemas complejos caen por las variables más pequeñas. ¿Captan?
El rostro del capitán se iluminó y le hizo un gesto al joven boliano para que continuara con su propuesta.
—Si actuamos como la naturaleza e infectamos el sistema, puede ser que este falle.
—Pero no sabemos si estos satélites están en serie o paralelo— le atajó el primer oficial.
—Es un riesgo que debemos correr, señor— dijo Gan mirando al capitán— hemos demostrados que son vulnerables, al poder acercarnos a ellos, no dudo entonces que algo pueda afectarlos.
—Entre tantos componentes biológicos, ¿Cuál podría funcionar como veneno?— inquirió el capitán— además es ético lo que vamos a hacer.
—Usemos todo lo que tengamos, señor— replicó Maxwell— el bienestar de estos artilugio no está por encima de la Comandante de la Hermod, y los grupos de investigación.
—Tiene razón— dijo el capitán— Aun así, como difundiríamos el componente en un solo golpe.
—Se podría programar un torpedo— replicó el primer oficial— afectar lo que tenemos más cerca, solo necesitamos un agujero lo suficientemente grande para poder comunicarnos con quienes están en tierra, entonces ellos podrían hacer el resto o podríamos evacuarles.
—Bien, jóvenes tenemos trabajo que hacer— respondió el capitán— poneos a trabajar.
—Listo— dijo Mekor una vez terminada su labor— los datos están seguros en esta unidad, ¿Qué haremos ahora?
—Me gustaría decirte que esperar—dijo Azalia— pero debemos cumplir con mi última orden.
—ya he avanzado con algo de eso— dijo Mekor— con lo poco que cuento, he logrado traducir algo del lenguaje gorn, y he accedido a los sistemas básicos, creo que puedo decirle a los satélites que detengan todo.
—Y ¿puedes bajar el escudo?— inquirió la trill
—No estoy seguro— replicó — la lógica dicta, que estos deben ser anulados desde el exterior, ya que este planeta fue o es un campo de pruebas. Los jóvenes que nacían, debían entrenar y…
—Competir— replicó la doctora— toda la cultura gorn gira en torno al concepto de la competencia y la supremacía de los aptos.
—En efecto, y solo los más capaces podría o ganaría el derecho de salir de aquí— agregó— dado que el sitio está solo, puede calmarse porque el más apto de aquí logro escapar.
— ¡Qué triste!
— ¿Triste?— inquirió él
—Sí, es triste ver que el laboratorio, que prometía alcanzó su objetivo y fue desechado. Es triste también que una cultura trabaje sobre tal premisa. A veces pareciera que los gorns no tiene la sangre caliente.
Mekor no pudo evitar sonreír, las apreciaciones de su superior le parecían, a su lógica mente, cuando menos un tanto inocentes. Si hubiese sido otra persona, a pesar de su rango, se habría burlado de ella o replicado, pero no haría eso con la doctora, pues ya le conocía. Además, comprendía que los médicos, entre todos los practicantes de las ciencias solían ser los más sensibles.
—Así es la vida— dijo él con calma, recordando a su vez las pérdidas que había tenido que afrontar.
— ¿Sabe que es triste también?
— ¿Qué?
—No podremos reclamar tan bello planeta, pues le pertenece a los gorns.
Si hubiesen estado de acuerdo, tal evento no habría ocurrido nunca. Pero como la situación se había dado de forma espontanea salió a la perfección, o eso pensaría después el joven Maxwell, al evocar como salió todo. El torpedo que disparó había sido modificado en poco tiempo, y sin mucha dificultad, para emular a las antiguas bombas de racimo terrestre. Una vez que estuvo cerca de su blanco, el torpedo se dividió en varios que su a vez arremetieron contra los satélites más cercanos.
Tomo un poco más de tiempo de previsto, pero el cóctel hizo efecto, y los satélites comenzaron a ceder frente a las bacterias y demás bichos, creando un boquete que no dudaron en aprovechar a pesar de que el clima aun no se disipaba. Cuando se preparaban para enviar algo, observaron como la densa capa comenzaba a menguar, dando paso a un entorno más claro.
Rápidamente las señales de los supervivientes y las órdenes de la Comandante Dan, llegaron. Debían sacar a todos rápidamente, pero de último a ellos. Aun estaban realizando una labor. Aquella tarea habría sido realmente sencilla, si en los sensores de largo alcance de la U.S.S Copérnico no hubiese hecho acto de presencia un extraño fenómeno espacial, acompañado de lo que parecía ser una nave espacial.
VI
Por la mente de Zesstara´s nunca paso la idea de que aquella navecilla federal, tan pequeña y sin duda tan primitiva, pudiese desplazarse tan rápido. Una vez que se percató de que no habían dejado nada en la superficie y de lo que le habían hecho a los satélites, la gigantesca nave del arconte fue a por la navecilla federal.
La alcanzó con cierta facilidad, a pesar de que esta se desplazaba valiéndose de toda la velocidad, que su primitivo motor de curvatura podría ofrecerle. La dejo correr un poco más de lo debido, quería ser un poco justo, pero a su vez quería saborear el miedo que desprendía una presa que se sabía perdida. Además, no tendría que esforzarse mucho, pues la nave estaría a punto de colapsar solo por el hecho de escapar.
Cuando juzgo que era el momento, el temible Dios Gorn decidió atacar. Le bastó un golpe para hacer saltar sus escudos. Otro disparó dejos medio inútiles sus motores, preparó otra descarga para destruir la nave por completo, la cual seguro contenía información vital. Se preparaba tal hazaña cuando aparecieron de la nada.
Para él las naves de la flota estelar se le antojaban todas similares, enchapadas en colores metálicos, algunas blancas y deslucidas, con formas que en la mayoría evocaban a aves, presas algunas, enemigas naturales otras, del pueblo al que patrocinaba. Pero sobre todo, le parecían que todas eran primitivas. Así que cuando dos naves pequeñas, dos medianas y la más grande hicieron acto de presencia no dudo en hacerles frente. Algo le decía que este combate terminaría rápido, y que no dejaría rastros. De todas formas, si algo se complicaba, la navecilla ya estaba mal herida.
La Capitana Matsumoto, a diferencia de su oponente arconte, si tenía una ligera idea de a que se enfrentaba. No manejaba los datos precisos, pero estaba al tanto de que no debía jugarse con aquella especie. Así que se valió de la potencia de fuego de la Barracuda y la Bóxer, que eran clases Defiant y de su nave, para distraer a la astronave enemiga, mientras que las clases novas, asistían a la Copérnico en el escape. Su plan tuvo éxito, pues las Defiant recordaban a un antiguo boxeador terrestre, quien solía moverse como mariposa, pero picaba como abeja. Pero sobre todo, porque su oponente había subestimado.
A pesar de la versatilidad de su plan, tomo muchos recursos de la nave, y sin duda la maestría de los pilotos de la nave, para hacer retroceder a la nave arconte, y para permitirle a la Copérnico escapar. Una vez que aquella labor se llevo a cabo, las defiant y la nave de Kuriko dieron la vuelta en un tris; rogando que la nave arconte no les siguiera… grande fue su suerte y alegría cuando voltearon a ver en sus cámaras, y se percataron de que la nave no les seguía.
Días después cuando volverían sobre sus pasos se encontrarían que aquel pequeño planeta olvidado, era ahora un erial radioactivo. Si alguien había pagado con creces aquella expedición fue el pequeño planeta.
VII
Fecha Estelar: 58119.1 Bitácora personal de la Doctora Dan, suplementaria.
La misión ha terminado siendo una aventura movida. Para mi pesar también ha sido una experiencia muy… realmente fuerte, he tenido que ver como muchos fallecieron por las decisiones que tome… no, se que realmente no fue mi culpa, pero no puedo evitar verlo así. La capitana me ha consolado diciendo que la información ha sido realmente valiosa. “Has salvado a más gente de lo que crees, Azalia” dijo, pero no es consuelo para mi, estoy segura que de haber colonizado ese planeta hubiese sido mejor para la Federación, pero si hay algo que es cierto, es que nos encontramos en Tiempos oscuros… una penumbra se cierne sobre nosotros, y si titubeamos… bueno, lo pagaremos caro.
Como sea, la información que conseguimos… el Teniente Comandante Mekor, aun la está analizando, de lo poco que ha leído, ha sacado algo en claro. Los gorn están valiéndose de un inusual ADN para mezclarlo con lo suyo. No podemos vislumbrar la razón a primera vista, salvo que esté tratando de crear una versión mejorada de su especie. ¿Estarán cometiendo el mismo error, que cometió el planeta de la Capitana hace muchos siglos? Sinceramente, no puedo vislumbrarlo, lo que si tengo claro es que tenemos la información suficiente para hacerle frente a nuestro rivales, aun así, tengo un regusto amargo que no me abandona.
Sinceramente no sé, que hacer… no volveré a cometer los mismos errores, estaré atenta.
Azalia Dan, fuera.
Si te ha gustado la historia, ¡coméntala y compártela! ;)
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