Wonder Woman nº 16

Título: La rebelión de los Olímpicos (IV)
Autor: Guillermo Moreno
Portada: Moises Lopez
Publicado en: Septiembre 2013

La investigación que llevan a cabo Wonder Woman y Aquaman se convierte en una carrera contrarreloj cuando dos nuevos participantes entran en liza. ¿Podrán resolver el misterio y salvar a las víctimas antes de que los encuentren Aquiles o Sportsmaster??
Nací como Diana, princesa de Themyscira, heredera mortal de los Dioses griegos y su embajadora en el mundo patriarcal, donde ellos me llaman...
Wonder Woman creada por William Moult

Resumen de lo publicado: Mientras investiga junto a Aquaman una serie de misteriosos raptos a nivel internacional, Diana descubre que Zeus ha creado un nuevo campeón: Aquiles Crónida. ¿Qué papel jugará en toda esta pequeña trama?

Los Ángeles, California. Estados Unidos de Norteamérica

Diana, de nuevo disfrazada para no llamar la atención, se encontraba en el medio del público que asistía al Evento de Lucha libre de aquella noche, en el Memorial Sport Arena. La amazona iba vestida con una cazadora de cuero, unos vaqueros azul oscuro, y una peluca pelirroja. Se sentía un tanto tonta y por lo tanto molesta, una parte de ella comprendía, porque Artemisa era tan gruñona. Por su parte, su compañera, Ty la estaba pasando genial en medio de aquel bullicio.

—Y pensar que el origen de toda esta tontería es la lucha grecorromana— masculló, molesta mientras observaba a los luchadores, discutiendo en el cuadrilátero.

—Calla y disfrútalo— replicó la hacker mientras le facilitaba una bolsa con palomitas de maíz.

—En el fondo de mi ser, encuentro esto ofensivo.

— ¿Sabes que todo es falso?

—Peor, es una burla al deporte y al teatro.

—No seas tan dura— agregó la otra con una sonrisa.

De repente las luces parpadearon y unos fuegos artificiales controlados hicieron acto de presencia. Luego comenzó a sonar Welcome to the Jungle, de Guns ´N´ Rose e hizo acto de presencia la persona que Diana de Themyscira estaba buscando. Allí, vestido con un leotardo negro, un gran cinturón cuya hebilla era la cabeza de un león, con su pecho velludo al descubierto, su barba y una gran melena peluda, se encontraba el Príncipe del Poder, el hijo predilecto del gran Zeus, el amontonador de nubes: el mismísimo Hércules.

— ¡Por Hera!— exclamó la Reina de las amazonas, quien no había querido creer la noticia, pues lo último que ella sabía era que el semidiós estaba en Metrópolis, tratando de aportar su granito de arena ante la ausencia del Hombre de Acero. Pero como buen hombre, no más los hados se tornaron en su contra, buscó el camino más fácil.

##El objetivo está a la vista##— le llegó a Diana, el mensaje a través del auricular oculto en su oído; pudo notar también el reconcomió en la voz de Arthur, quien cada vez se sentía más frustrado.

—Aun no ubico a Helena Troy— replicó ella con calma

—Yo sí— replicó Ty

##Ahora solo falta que el otro actor haga acto de presencia##— contestó Arthur

—Mientras tanto, estate ojo avizor, Arthur— rebatió Diana— Cambio y fuera.

En algún lugar de África.

Arnold Von Krieg era el temible líder de la Corporación de seguridad Tracia Incorporated un grupo mercenario que en poco tiempo había conseguido gran renombre en una África devastada por la crisis que se advino sobre el continente, una vez que las fuerzas de Luthor fueron expulsadas. Entró a su tienda, el lugar más fresco en todo el campamento, que se encontraba a merced del implacable sol del continente negro y por lo tanto el único sitio donde él podía relajarse. Sin mediar palabra, se lanzó al congelador a por una cerveza helada, y luego se recostó en un catre, mientras se quitaba las botas y lanzaba un sonoro suspiro de alivio.

—Placeres sencillos, para un espíritu sencillo— dijo una voz extraña proveniente desde algún lugar en la tienda.

—Sal de allí papanatas— replicó Arnold, sin inmutarse ni un segundo, ante aquella fantasmal voz.

— ¿Así tratas a tu familia?— contestó la voz, mientras surgía de la oscuridad, un hombre, vestido con un traje blanco y una camisa rosa, de piel broncínea y cabellos negros rizados, con anteojos de sol y un bastón.

—Solo a la que me incordia

— ¡Vaya! Hermanito, pensé que nos llevábamos bien.

—Pues has pensado mal, ¿Qué te trae aquí, Dionisio?

— ¡Shhh! Insensato, no digas ese nombre en voz alta, ahora es Dj Parra.

— ¡Que inventivo!— replicó Arnold, mientras daba un buen sorbo a su cerveza.

—Tanto como el tuyo

— ¡Touche!— respondió Arnold— pero sabes lo que dice el refranero: La cabra siempre tira para el monte. En fin ¿Qué te trae por aquí, Dionisio?

—Vengo a prevenirte, hermanito— dijo fingiendo calma. — Nuestro padre ha creado un campeón que nos está cazando.

— Típico de Zeus— replicó Arnold— Que mande todo lo que desee, yo le daré pelea y lo enviare de vuelta al Olimpo con el rabo entre las piernas.

— Vaya, si fuera tan fácil yo ya lo habría…

—Tú, eres un alfeñique— le atajó— deja los rodeos…

—Bien, aparte de él, alguien más, valiéndose de unos poderes desconocidos nos está cazando.

—Ya veo a que viniste. — le atajó— Puedes tomar tus cosas e irte, no te protegeré.

—Bueno, te diré que también la hija de Hipólita está metida en esto.

—No me interesa

—¿Seguro?

—Sí, Gracias por el dato. Ahora márchate antes de que yo…

—Bueno, no queda de otra— respondió con un tono de niño compungido mientras se acercaba a la salida de la tienda— buscaré a Heracles para que me preste ayuda, seguro él…

Arnold gruñó con fuerza, como un león presto para el ataque. DJ Parra se detuvo y mientras iba dándose la vuelta para encarar a su hermano, mutaba aquella sonrisa zorruna de su rostro.

—No vuelvas a mencionar ese nombre.

— ¿Por qué?

—Sabes muy bien porque

—¿Por qué nuestro hermanito, al final de la crisis pasada, conservó su juventud y virilidad y tu no(1)? ¿O será porque nuestro hermanito te birlo a tu chica, la cual por cierto le habías birlado al buen Hefestos?

Profiriendo un rugido, que hizo temblar la tierra, Arnold se puso de pie y avanzó hacia el DJ dispuesto a matarle.

—Entonces fue por la chica, pues tu apariencia es la misma de siempre. ¿Qué clase de brujería es esa?

Las palabras del Dios del vino calmaron al mercenario, quien sonrió con cierta picardía, mientras volvía la vista a su nevera.

—Quiero una.

—No, para ti no habrá mocoso— replico Arnold— No creo que tu lengua acostumbrada al vino y a las drogas de diseño, disfrute una humilde y proletaria cerveza.

—No creerías lo que me gusta.

Los Ángeles, California.Estados Unidos de Norteamérica

La burda demostración de teatro y lucha continuó un buen rato mientras la Diana se molestaba más y más, no solo por lo estúpido del evento, sino ante la incertidumbre. Sus enemigos no habían hecho acto de presencia, y el hijo de Zeus, menos. ¿Será que los distraídos habían sido ellos? Respiró profundo para tratar de calmarse, y despejar las dudas. De repente, volvieron a estallar fuegos artificiales y el Príncipe del Poder cobró protagonismo, al parecer les había dicho algo a los otros luchadores, porque todos arremetían contra él, valiéndose de sillas y demás. La multitud aplaudía y gritaba, estaban en éxtasis.

De repente la situación llego al máximo cuando se abrió un boquete por el techo y una figura descendió. En un mundo, y sobre todo en una época como la actual, donde todos están acostumbrados a lo que otrora era inimaginable, ver un ser descendiendo de los cielos no alarmó al público, sino que lo enardeció más. Muchos pensaron que aquel tipo vestido como un extra en el casting del remake de Troya o Ben-Hur, era parte del show. Pero Arthur, Diana y Ty sabían que no era así.

Aquiles descendió al cuadrilátero y comenzó a discutir con Heracles. Los otros luchadores, confundidos y molestos, decidieron no seguirles el juego e increparon al semidiós, quien no dudó ni un segundo en arremeter contra ellos. Golpeó a uno con toda su fuerza, arrojándolo fuera del escenario. El luchador cayó al suelo, inerte. Alguien se acercó rápidamente a verlo, y como parecía no respirar, gritó que estaba muerto y el pánico cundió. Heracles se preparaba para pelear contra su desconocido medio hermano, cuando por las entradas de comenzaban a hacer acto de presencia los hombres de Sportmaster.

Habían llegado sin hacer ruido, de la nada. Diana comenzó a cuestionarse sobre su arribo cuando recordó que el estallido del tubo boom podría ocultarse con los fuegos artificiales.

- ¡Maldición!— masculló y tomó a Ty por el brazo— Vamos a sacar a Helena de aquí— se llevó la mano al oído y rápidamente le ordenó a Arthur— Aquaman, asístele.

El rey de los mares surgió entre el público, el cual aterrorizado buscaba por donde escapar. Alguien inició la alarma contra incendió, lo que incrementó el miedo y la confusión. Suerte para los héroes, porque pocos serian testigo de lo que iba a pasar.

Aquiles Crónida tenía una ingente cantidad de poderes, la mayoría cercanos a los que poseía Diana. Pero en ese momento preciso estaba distraído, así que no vio venir a Aquaman, quien dio un gran saltó por los aires y le conectó una poderosa patada que lo arrojo unos cuantos metros fuera del cuadrilátero.

-Vete de aquí— le ordenó a Heracles quien lo miraba sorprendido.

—El Príncipe del Poder no rehúye a ningún combate.

—Mira, payaso— comenzó Arthur— esos soldados y ese loco vienen a por ti, no tienes oportunidad alguna. Obedéceme.

El luchador se preparaba a replicar cuando el grito de Helena de Troy llegó a sus oídos. Observó como aquella despampanante rubia era llevada en volandas, por una chica pelirroja altísima y su acompañante una morenita menuda. Sin mediar palabras, tal vez movido por el amor o solo la lujuria, se lanzó a por su compañera. La fortuna estaba de lado del mítico héroe, pues en un tris Aquaman se lanzó contra el Aquiles quien comenzaba a recobrar la conciencia.

La amazona estaba harta de los gritos de socialité, tanto que la dejo caer como un fardo. Justo a tiempo, pues Heracles entraba por el pasillo hecho una fiera, listo para increpar a la mujer. En un tris, producto de años de práctica, Diana se despojo del disfraz revelando su verdadera personalidad.

—¡Hija de Hipólita! ¿Qué locura es esta?— inquirió el antiguo Dios.

—No hay momento para explicaciones, nos vamos.

—No iré a ningún lugar.

—Alguien esta cazando a los dioses.

—¿Cómo? No entiendo.

—Era de esperarse— intervino Ty

—Cuida tu lengua, niña

La Hacker se preparaba para replicar cuando, con un gesto, Diana la detuvo.

—No fuiste el único que abandonó el Olimpo— dijo Diana— muchos te siguieron, y al parecer, los Dioses que murieron durante la razzia de aquel ángel demente, regresaron a la vida. Eso se debe a que…

No alcanzó a decir nada, pues un atronador rugido proveniente de la arena la acallo.

En algún lugar de África.

—Somos conceptos— dijo Arnold—Padre nos mintió sobre nuestro origen, pero la mentira más grande que nos hizo fue aquella que involucra el origen de nuestra sustancia. Aunque a veces pienso que ni él la sabía.

— ¿Y, esa es que somos conceptos?

—Somos ideas, somos energía y como tales no morimos, solo mutamos— le dio un gran trago a la cerveza y luego continuó— La Espada de Crono me envejeció, es cierto. Pero la vejez física me trajo algo de sabiduría. Comprendí el origen de mi naturaleza y sobre todo, el de mi poder. En esencia somos la encarnación de un concepto. Tú el de la vida libertina y desenfrenada, yo el del conflicto.

—Eso lo sé.

—Y cuando estamos cerca de nuestro concepto manifestado, podemos alimentarnos de él. Nos fortalece. Pero ¿qué nos da el poder? Sencillo, la criatura más desdichada de la creación: el Ser humano. Esa es la razón por la cual luchamos por su devoción. Por eso tu estas en orgias, en vez de estar entre viñedos, y por eso yo…

—Estas en África donde abunda el conflicto— le atajó Dj Parra— Descubriste el agua tibia, hermano. Y por otro lado, le predicas a un creyente.

—Tu deseabas saber cómo mejoré— respondió el Dios sin molestarse— No recuperé los años perdidos, solo recobré mi constitución. Por así decirlo, como una….

—Garrapata, que henchida de sangre, crece— le interrumpió DJ Parra de nuevo y Arnold le lanzó una mirada de inquina.

—Bien, ya sabes cómo paso ahora puedes irte.

—¿Entonces tienes la fuerza para defenderte?

—Sí, gracias por preocuparte, y en caso de que no pueda, mis compadres y tus sobrinos están afuera, pueden asistir,

—Pero yo…

—Es una pena hermanito— respondió— debiste de hacer mejores amigos. Uno que otro guerrero, y no tanto borrachines y onanistas.

— ¿No te da curiosidad saber quién y porque nos persiguen?

—Ya me lo dijiste— alegó Arnold— Zeus y la hija de Hipólita. El tercero no me importa.

—Yo tengo una idea de quién es— respondió— Y si le damos algo que quiere, tal vez podríamos negociar con él.

—¿Y necesitas a alguien fuerte a tu lado para negociar?

—No— respondió— Necesito a alguien fuerte para que me ayude a cazar algo para ofrecerle.

—¿Y que podría desear?

—El Hijo de Zeus sería una buena pieza.

—Comienzo a comprender. ¿Qué gano yo?

—Poder, sabiduría, conocimiento.

—Paso…

—La pelea de tu vida. Más conflicto.

—Suena interesante, ¿Dónde está nuestra presa?

—Puedo atraerlo hasta tus dominios.

—Ventaja, me parece bien. Hazlo entonces.

La respuesta del Dios de la Guerra, satisfizo a DJ Parra, quien volvió a sonreír lobunamente.

Los Ángeles, California. Estados Unidos de Norteamérica

La cegadora luz del tubo boom disminuyó progresivamente, y le permitió a Aquaman y Aquiles ver las figuras que emergieron de ellas. Eran tres mujeres. Una era una morena, de formas torneadas y atractivas. Vestida de blanco con una cazadora negra. Llevaba el pelo a lo "afro" y pasaría por una mujer normal si no fuese porque la mitad de su rostro estaba cubierta por metal. Otra vestía un mono amarillo y negro, era alta y pelirroja; realmente atractiva, sino fuese por la fama que la precedía: Giganta. La última, distaba de ser una mujer, estaba lejos de ser una desconocida aún para el Rey del Atlántida; era una chica de cabellos rojos, rasgos felinos y la piel moteada, que emulaba a la perfección a el felino que le daba el nombre: Cheetah

—Ese es al que venimos a buscar— preguntó la de morena de Blanco.

—No seas tonta, Cyborgirl— replicó Giganta— ese es Aquaman. Venimos a por el chico que se escapo de la película de Troya.

—¿Sera el hermanito menor de Wonder Woman?— inquirió la increpada.

—No sé, pero yo deseo probarlo primero antes de entregarlo— contestó Cheetah quien salió a gran velocidad contra el hijo de Zeus.

—¿Y el chico con alitas en los pies?— preguntó Heracles

—El menor de tus problemas.

—¿A dónde iremos?

—De a momento a mi avión

—Yo no lo creo— replicó un interlocutor salido de nada, después de que una granada de luz estallara.

Cuando la intensidad del brillo descendió, Diana se encontró en el estacionamiento del estadio. A sus espaldas, estaban Ty, una aterrorizada Helena y el buen Heracles. Frente a ella, de azul oscuro y gris, y con esa siniestra mascara de jugador de hockey, su más enconado rival.

—Has jugado un buen partido, su majestad— dijo respetuosamente— pero, a pesar de que parezca lo contrario, el ajedrez también se encuentra entre el amplio abanico de disciplinas que dómino.

—Tú, sabandija— imprecó entre dientes Diana

—¿Quién es este payaso?

—Alguien que debe preocuparle, señor mío— replicó Sportmaster antes que Diana.

—No creo— agregó Heracles, quien acto seguido arremetió contra el mercenario. A pesar de que este era el mítico personaje del cual hablaban las leyendas, Sportmaster no se inmutó y con gran habilidad y velocidad, eludió la arremetida. Aquella actitud incrementó la ira del semidiós, quien comenzó a propinarles puñetazos.

Heracles estaba tan furioso, que no se percató de que su rival aumentaba la velocidad. Tampoco fue consciente de sus movimientos, hasta que fue tarde. La furia lo había agotado y, sobre todo, distraído. Al mercenario se le hizo fácil golpearle en la corva y hacerlo trastabillar. Con premura se colocó a su espalda y le tocó el hombro. Cuando mercenario y semidiós entraron el contacto, se genero una gran descarga de energía que iluminó el estacionamiento, y que fue acompañado por el grito de sorpresa de Helena, y el de dolor proferido por Heracles.

Para Diana, aquello había transcurrido en segundo. Miraba asombrada la pericia del mercenario mientras preparaba su próximo paso.

—Lo distraeré, aprovechen a escapar— le ordenó a Ty, mientras se abalanzaba contra Sportmaster. Pero esta vez, a diferencia de Heracles, su furia era fingida.

Menuda fue la sorpresa que sufrió la Doctora Bárbara Minerva, cuando se vio envuelta en una especie de burbuja dorada que la suspendió en el aire, para acto seguida arrojarla al otro lado de la arena.

—¡Vaya! ¡Vaya! ¡Vaya! ¡Vaya! — Dijo una figura que descendía desde el cielo, tal como había hecho Aquiles— había oído hablar de las groupies y las fangirl, pero no sabía que fuesen tan salvaje. ¡Vaya! ¡Vaya! Menudo efecto tiene usted en las mujeres, señor Aquaman.

—¿Qué locura es esta?— preguntó Aquiles, quien había dejado de lado su querella contra Aquaman no más vio a las tres féminas aparecidas de la nada— ¿Quién es este chico volador de amarillo y azul? ¿Eres tu Apolo?

—¡Apolo! Nada que ver— replicó—Yo solo soy un chico que tiene par de pulgares y está hecho de un material asombroso. Sí, yo soy ¡¡¡¡¡¡Booster Gold!!!!—La cara de Aquiles no mutó, no había sorpresa alguna. Aquello no le gustó a héroe del futuro.

—¡Ey! Niño dorado, toma esto— gritó Cyborgirl, mientras disparaba una ráfaga de energía que tomó desprevenido al héroe narcisista.

—Bien hecho, ya me tenia cansada— dijo la Doctora Zeul, mientras comenzaba a aumentar de tamaño— Es hora de que la fiesta inicie. Aquaman, entrega al romano y te podrás ir en paz.

A diferencia de lo que ocurrió con Heracles, Diana resultó ser para el mercenario, un rival difícil. Los golpes iban y venían a gran velocidad; cada vez que la amazona intentaba una combinación especial, el mercenario replicaba con la velocidad del rayo. Quien viese la pelea desde afuera se habría asombrado la técnica, el estilo y, sobre todo, de la velocidad con la cual luchaban aquellas figuras.

Cansado de valerse solo de las técnicas de autodefensa, el mercenario retrocedió. Acto seguido extrajo una especie de manopla de su cinturón. De esta surgió una especie de cuerda y filamento, que comenzó a brillar. Al cabo de unos segundos, en la punta se volvió una esfera de energía. Diana reconoció ese implemento, conocido como el martillo. Rápidamente levantó la misma y comenzó a girarla con fuerza.

A Diana no le costó nada eludir los golpes pero si se asombró al observar el efecto que aquella esfera tenía sobre lo que impactaba. Detenerla con las manos desnuda no era una opción.

Sportmaster, consciente de que su arma le daba gran ventaja, comenzó a usarla de una forma más violenta, a describir círculos y así mantener a raya a la mujer. Todo esto para conseguir su fin. Al parecer, la amazona no se percataba de nada.

—Eso es todo lo que tiene, su majestad.

La amazona no replicó, se mantuvo concentrada. Debía encontrar la falla en aquella técnica de combate y luego explotarla. Le tomó unos segundos pero la heroína encontró la brecha. Valiéndose de la velocidad, que el dios Hermes le había heredado, cruzó por debajo de la guardia del mercenario cuando elevaba la esfera para realizar un golpe. Una vez que estuvo lo suficientemente cerca, le propinó un puñetazo que lo arrojó contra los automóviles cercano.

—Listo— replicó Diana con cierta suficiente.

—No del todo— respondió Sportmaster, quien lentamente se ponía de pie.

—¿Aún quieres pelea?

—No— respondió este— ¿Para qué voy a seguir luchando cuando he ganado?

— ¿Ganaste?— inquirió— Si eres tu quien esta incrustado en un automóvil.

—En efecto— dijo— pero ¿Dónde está Heracles y las dos chicas?

Aquaman, con gran habilidad, eludió el golpe de Giganta, para acto seguido saltar sobre su brazo. Lo recorrió a gran velocidad, y llego en un tris hasta el hombro de la mujer. Una vez allí, se valió de su peso y fuerza para golpearle en la clavícula. La doctora Zeul gritó con fuerza mientras trastabillaba. Arthur saltó y giró con mucha gracia, hasta aterrizar con la gracia de un gato. Furiosa, la mujer arremetió de nuevo, y el rey de los mares volvió a eludir el golpe. Al grito de: “Vuelve cobarde” la mujer arremetió una y otra vez, sin ver.

Por su parte Booster Gold la tenía un poco difícil con la mujer Cyborg; ésta le atacaba con una saña asombrosa, y no le quedaba de otra, que eludir los ataques. Cada vez que intentaba acercarse, la chica se movía o arremetía con más fuerza. De verdad no quería valerse de todo su potencial, además de que no veía por ningún lado a los medios de comunicación, y se estaba desanimando. En cuanto al hijo de Zeus, la batalla no pintaba bien para él. Aquella mujer tenía una fiereza asombrosa y era capaz de mantenerle el ritmo, en cuestión de unos segundos se percató de que estaba jugando con él. Realmente no comprendía que ocurría, pues él no podía dar con los patrones de combate de ella, mientras que ella era capaz de leer cada uno de sus movimientos.

-Booster Gold— dijo Arthur a través de su comunicador, consciente de que la tecnología superior del héroe recién aparecido captaría la llamada— Estamos luchando con las mujeres equivocadas. Cambiemos.

—Me parece bien— replicó este— yo me voy por la chica gata. Grrr

—Nada de eso, encárgate de Giganta. Yo asistiré a Aquiles.

—Entendido.

El héroe del futuro rápidamente, y eludiendo las descargas de Cyborgirl, se lanzó contra Giganta, quien no lo vio venir. El golpe la hizo retroceder y caer sobre las sillas, haciendo que el lugar temblara.

—Lo siento señorita, es cuestión de negocios.

Acto seguido, las medidas contra incendio se activaron y una ingente cantidad de agua comenzó a caer sobre los combatientes.

—¡Welcome to the Jungle!— dijo Aquaman, mientras se acercaba a una desprevenida Cyborgirl que lo recibió con una sonrisa. Aquello le parecía obvio y patético.

—El agua no me hará daño

—No será el agua lo que te detenga.

Acto seguido el líquido alrededor de esta comenzó a reunirse y condensarse. En un tris, antes de que ella pudiera hacer algo, estaba encerrada en una burbuja de agua. Arthur observó como la mujer se preparaba para atacar con su arma de energía. Y, antes de que ella pudiese arremeter, aumento la cantidad del líquido, para acto seguido darle la consistencia de la gelatina.

Letoya logró disparar su arma. Una parte de la esfera estalló pero no significó un traspié para el rey de los mares, quien se concentró en las cualidades místicas de su mano, para volver la esfera a sus condición previa y hacerla más densa. Al cabo un momento, la mujer se quedo tranquila. Había perdido la conciencia.

—Una menos— masculló Arthur

—Tranquila, su majestad— dijo Sportmaster— A mí me gusta jugar con ventaja.

Wonder Woman estaba realmente atónita; aquel hombre la había engañado mientras combatían, resultó ser un estratega hábil. Al parecer mientras luchaban había sido capaz de teletransportar a Heracles. En lo que respectaba a Ty y Helena de Troy ella había cometido el error de haber ignorado el hecho de Sportmaster no estaba sola.

—Diste lo mejor de ti— replicó— pero mi socio es superior, te daré una oportunidad de resarcirte— acto seguido lanzó a sus pies una tarjeta— allí están las coordenadas del próximo blanco. Un individuo que te alegrara ver.

—Nada de eso— objetó Diana— Esto acaba ahora.

Con gran velocidad, arremetió contra el hombre de nuevo. Pero resulta ser que, apretar un botón es más sencillo y rápido que mover todo el cuerpo, y en un santiamén, el mercenario se había evaporado en el aire, dejando a la Reina de las Amazonas realmente molesta.

Cheetah se preparaba para darle el golpe de gracia a Aquiles. Algo dentro de ella se sentía satisfecha al haber derrotado a aquella versión masculina de Wonder Woman. Tenía sus órdenes y ninguna de ella era traer con vida a aquel chico. Se relamió lentamente. Cuando el tipo se enderezó, sus ojos comenzaron a brilla con fuerza, y la hizo a un lado con un solo movimiento. Acto seguido, cual cohete, salió disparado hacia los cielos.

Echa a un lado la mujer se puso de pie realmente molesta. Miró a su alrededor y se percató de que Latoya había sido derrotada; por su parte Giganta, yacía en el suelo confundida gracias al chico rubio, de azul y dorado, hablaba animadamente con Aquaman. Rápidamente, la mujer felina se puso de pie. Le tomó solo unos segundos decidir si atacarlos o salir corriendo. No sabía si, quien la había contratado. Había tenido éxito en su misión. Así que, frente a la incertidumbre la mejor opción era huir.

Valiéndose de la velocidad superhumana que la caracterizaba, fue por la salida más cercana. Pero como siempre el cruel destino se ensañaba con Bárbara Minerva, quien fue interceptada por una furibunda Diana. La amazona, con sus dones y reflejos, la pudo ver y con un buen puñetazo la golpeó devolviéndola a la arena.

—¡Vaya! ¡Vaya! ¡Vaya!

—Córtala, Booster— le atajó Aquaman— Alguien tuvo un mal día.

Impertinente y todo, el héroe supo captar la señal de su amigo y guardó silencio.

—¿Qué ocurrió?

—Sportmaster nos derrotó— dijo— Se llevó a Heracles, a su compañera y a Ty.

—¡Maldición!— exclamó el rey de los mares

—Debemos seguirle el juego— replicó Diana

—¿Cómo?

—Me dio las coordenadas del próximo blanco.

En algún lugar de África.

DJ Parra observó a su medio hermano, Ares. Bajo el aspecto de Arnold Von Krieg, se veía imponente a pesar de todo. Sus socios, Deimos y Phobos, estaba cerca, encarnados en dos soldados; uno imponente y el otro atemorizaba porque se veía siniestrillo y cruel. A la distancia, vestida con el uniforme de rigor pero decorado con un sinfín de chucherías, estaba Eris, quien no abandonaba al dios. A lo lejos observó a la hija menor de Ares, Armonía, que parecía más una secretaria ejecutiva, y por lo tanto, desentonaba tanto como él en aquel campamento. Por otro lado había soldados alrededor, la mayoría con los ojos vidriosos. Todos dopados místicamente, listos para el combate.

A una palabra suya el fuego debajo de aquel caldero se encendió; a otra palabra suya el viscoso líquido dentro comenzó a burbujear. Pronunció las frases místicas y lanzó lo que parecía ser un mechón de cabello. Cuando aquello entró en contacto con el líquido, este brilló con fuerza.

—Listo— volteó a ver a Ares— Te va a encantar conocerlo.

El cielo se nubló rápidamente. En un tris comenzó a tronar y caer rayos. Nadie, salvo el DJ Parra, se inmutó ante el despliegue de poder. El dios del vino se asombró de la situación. Las nubes se abrieron y lentamente fue descendiendo Aquiles. Sus ojos estaban vidriosos, sin duda el hechizo de convocación había tenido un efecto único; su aspecto era el mismo que tenía hace unos días cuando se apareció en Holanda.

Una vez frente al caldero, el velo del conjuro cedió y el semidiós supo donde se encontraba.

—¿Quién ha osado llamar a Aquiles Crónida, Hijo de Zeus, amontonador de nubes?— inquirió.

—La misma actitud de Padre— replicó Ares— Disfrutaré rompiéndole la boca— miró a DJ Parra, y con una sonrisa, que heló la sangre del dios le dijo— Muchas Gracias, Hermanito.

Continuará….

Referencias:
1.- Ver la apocalíptica aventura "La Maldición de Pandora"

2 comentarios:

  1. "La tensión de la serie se mantiene, y también la intriga.

    De momento, la historia está siendo llevada con buen pulso y es un caramelo para una friki como yo del lado más mitológico de Wonder Woman. "

    Comentario publicado originalmente por el usuario "Ana Morán" con fecha 09/09/2013

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  2. "Muy interesante la saga, más incluso que loa de la caja cde Pandora."

    Comentario publicado originalmente por el usuario "miguel santoro" con fecha 09/09/2013

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