Los Defensores nº04

Título: Prouwell
Autor: John Schneider
Portada: Ernesto Treviño
Publicado en: Enero 2018

Mantis y sus dos compañeras civiles llegan al pueblo de Prouwell ¡y se descubre la verdadera amenaza!
¿Podrá sobrevivir la defensora a esta revelación?
El Doctor Extraño. Valkiria. Estela Plateada. Namor. Dragón Lunar. Nova. Mantis. Héroes que no encajan en ningún lugar, que se reúnen sólo cuando la Tierra
se enfrenta a las mayores amenazas.
Ellos son el "no-grupo" más famoso de la historia.


Creado por Roy Thomas y Ross Andru




Debby Krisy, Brittani Barb y la superheroína conocida como Mantis caminaban bajo el implacable sol del desierto de Nevada, siguiendo la carretera que llevaba a Prouwell, el pueblo de las dos primeras, que se temían lo peor. No podían quitarse de la mente la estampa del cadáver de su compañero de instituto. Mantis había procurado ahorrarles los detalles más escabrosos, pero era imposible describir cómo habían unido su cuerpo al de un coyote sin poner los pelos de punta, revolver el estómago, o las dos cosas a la vez.

- ¿Quién crees que es el responsable? ¿Tienes algún villano en mente? - Preguntó tras un rato en silencio Debby.

- Bruce Banner es posiblemente la persona más buscada en este país. Normalmente el principal sospechoso sería algún enemigo de Hulk, pero tras las Guerra Civil superheroica la lista de candidatos es mucho más extensa.

- Pero no puede ser ninguno de los superhéroes registrados, por mucho que le estén buscando, no recurrirían a semejantes atrocidades, ¿no?

- Esta quiere creer que es así, pero esta tampoco pensaba que la Guerra Civil pudiera ser posible. - Concluyó Mantis con un gesto de tristeza.

Brittani se unió a la conversación, intentando animar a sus dos compañeras de viaje.

- Estoy convencida de que las aguas volverán a su cauce. Por mucho que se peleen, los superheróes están en el mismo bando. Sólo tienen que recordarlo.

- Entonces tendremos que esperar a la siguiente crisis, no hay nada que una más que un enemigo común.

Mantis se paró de golpe como si hubiera recibido una descarga. Quizás fuera eso. Algo tan atroz que les hiciera pasar página sobre sus desavenencias, una amenaza tan aterradora que les obligara a poner en suspenso el registro de superhéroes. Aunque era más probable que tan sólo fuera un supervillano tendiendo una trampa a Bruce Banner, y que Mantis quisiera deshacer los efectos de la Guerra Civil con tantas ganas que hubiera empezado a fantasear con escenarios propicios, a riesgo de obviar los más plausibles. Sin darle más tiempo a ahondar en esos pensamientos, vieron al cartel que anunciaba que estaban a unas dos millas de Prouwell.



Esas dos últimas millas se les hicieron eternas, a cada poco intentaban atisbar las primeras señales del pueblo de Debby y Britanni. Finalmente, vieron el cartel que daba la bienvenida, y justo unos metros después, las primeras casas. A primera vista no había señales de violencia, pero al acercarse comprobaron que era una apariencia engañosa. Esos edificios habían sido reparados recientemente y con materiales inusuales para la zona. Sólo daban el pego de lejos. Mantis examinaba una de las casas que parecía haber sufrido los destrozos más importantes.

- ¿Qué crees que ha pasado? - Preguntó inquietante Debby.

- ¿Dónde está todo el mundo? - Añadió Britanni.

El sonido de la sirena de un coche de policía acercándose fue la primera señal de vida en el pueblo de Prouwell. Las camareras hicieron gestos al coche, pero enseguida se quedaron heladas al ver que los policías a bordo tenían un color verdoso y escamas. Sus ojos eran amarillos y no parpadeaban, lo cual les daba un aspecto todavía más inhumano. Se volvieron a la vez hacia su peculiar acompañante y salvadora. Mantis se levantó tranquilamente y fue al encuentro del coche, pasando junto a las camareras.

- Ésta se ocupará, luego descubriremos juntas qué ha pasado aquí y porqué han reconstruido las casas.

- Vale, pero ten cuidado. Seguro que hay más como estos, o como el que nos atacó en la gasolinera. -

Le respondió a Mantis Britanni haciendo un gran esfuerzo por mantener la calma, enrollando un mechón de su pelo rubio en torno al dedo índice de su mano derecha. Un tic que tenía desde que era una niña.

- Sin duda, alguien ha convertido vuestro pueblo en un gran trampa y su objetivo seguramente sea Hulk. Esta lo sabe y está preparada. Apartaos, pero no os alejéis.

Los supuestos policías habían salido del coche, tras aparcarlo a unos metros de las tres mujeres, armados sólo con los típicos bastones. Llamaba la atención que no llevaran pistolas o tásers. No pronunciaron palabra alguna. Se lanzaron sin más a por la superheroína, ignorando a las camareras, que siguiendo el consejo de su salvadora habían buscado refugio en el edificio que había estado examinando Mantis hacía un momento. Aprovechaban el portal del edificio para seguir la pelea más o menos a cubierto.

- ¡Identificaos, villanos! - Exclamó Mantis mientras esquivaba los falsos policías, que se limitaban a soltar leves gruñidos al ver frustrados sus ataques.

- ¿Acaso vuestro amo no os deja hablar? Entonces esta no perderá su valioso tiempo hablando con quien no le va a contestar.
Los golpes de Mantis se volvieron mucho más agresivos. Si hasta ese momento, luchaba a la defensiva, con la esperanza de conseguir información de sus enemigos, ahora buscaba incapacitarlos lo más rápidamente posible. A cada golpe, se podía oír el inconfundible crujido de un hueso al ser roto. Los dos policías soltaron los bastones al perder la movilidad de sus brazos y pasaron a agitarlos sin ton ni son, a la vez que sus gruñidos crecían en intensidad.

Además de las camareras, Mantis se dio cuenta de que había alguien más observando la pelea. Un solitario dron estaba sobrevolando la zona. No lo había sentido antes por el constante ulular de la sirena del coche de policía. Guiñando el ojo al que suponía era el responsable de lo que había sucedido tanto en el pueblo como en la gasolinera, dio un gran salto y giró sobre si misma estirando las piernas, asestando una brutal patada doble a los dos falsos policías, que cayeron inconscientes a la vez. Mantis aterrizó con la gracia propia de su título, la Madonna Celestial.
Britanni y Debby no pudieron contener su alegría y fueron corriendo al encuentro con su compañera de aventuras, dándole un abrazo.

- ¡Eres genial!

- ¡Una supeheroína de verdad!

- Esta os agradece vuestro apoyo.



El drone se mantuvo inmóvil durante unos instantes sobre ellas, retransmitiendo la celebración de la victoria de Mantis a un laboratorio secreto, oculto bajo la oficina del Sheriff, de la que habían salido los dos falsos policías. El responsable de la transformación de esos dos individuos, que antes eran vulgares ladrones de coches y de otros experimentos, contemplaba las imágenes con una mezcla de decepción e ilusión. Lo primero se debía a que su meticulosa trampa no había atraído a su objetivo, el desaparecido Bruce Banner, también conocido como el Increíble Hulk. Pero para Samuel Sterns, el genio criminal más conocido como El Líder, haber atraído a Madonna Celestial en persona era lejos de ser una decepción.

- No es el superhéroe verde que quería, pero servirá como una prueba para mi ansiado nuevo enfrentamiento con Hulk. Y, ¿quién sabe?, si la capturo, entonces me podría servir de cebo, tanto para sus compañeros de los Defensores como para Hulk. Algún día tendrá que dar la cara. Y para capturar a la Madonna Celestial, nada mejor que usar esas dos animadoras que se le han unido.

El Líder sonreía, sentando cómodamente en un sofá ante una enorme computadora con grandes pantallas, en las que veía no sólo que emitía ese drone sino muchos más, repartidos tanto por el pueblo de Prouwell como por las cercanías. Detrás de él, había varios de sus experimentos. Aquellos en los que había conservado el intelecto de los sujetos y que le servían voluntariamente. No había sido difícil convencerlos. Pocos saben resistirse a la oferta del poder salvaje de la radiación gamma.

Sterns pulsó unas teclas en su sofá y en la pantalla aparecieron unos recuadros en torno a las caras de las camareras y unas líneas de texto con su información más saliente.

- Bueno, muchachos. Esas dos muchachas son nuestra presa. Centraos en ellas. Cuando estén en nuestras manos, Mantis se entregará para salvarlas.

- Será un placer. - Respondió uno mientras acariciaba una especie de cañón fusionado con su brazo derecho. El Líder había transformado al clásico matón del barrio en un cyborg alimentado por radiación gamma. - Esas zorras se creían demasiado buenas para el viejo Matt.

- Las quiero vivas. - Replicó taxativo el Líder. - No quiero a esa artista marcial verde destrozando mi obra aquí en busca de venganza.

- Por supuesto, Líder.

- ¡En Marcha!, aunque primero les daré una pequeña recompensa por su victoria. Parece justo, ¿no?.

En medio de la carcajada del propio Líder y sus nuevos esbirros, movió una palanca. El drone se elevó, alejándose de las tres mujeres que vivían un momento de dicha plena, que fue cortado de pronto por un rugido. La puerta del edificio junto a la que habían estado hasta hace unos momentos se abrió, y de ella salió una especie de lobo con cuernos. De sus ojos brotaban llamas verse hechas de radiación gamma pura. Su pelo era verde brillante. Parecía una criatura del averno.
La voz del Líder brotó del drone.

- ¡Bienvenida al encantador pueblo de Prouwell, Mantis! No creo que sobrevivas a la experiencia.

- Esta te reconoce, Líder, y detendrá tus planes. ¡Bruce Banner no caerá en tus garras!

- ¡Y tu culo acabará en una celda, capullo! - Remató Debby.

- ¡Eso!

Dijo sin mucha convicción Britanni, al ver que se abrían más puertas y asomaban por ellas un cerdo salvaje enorme, un coyote…

- Bien, esta está lista para luchar contra todo tu zoo gamma.

- Me encantará poner a prueba tu arrogante confianza en tus capacidades.

- Esta lucha por todos los habitantes de este pueblo, no por una equivocada idea de autoestima.

- Muy bien, ¡hacedla pedazos! ¡A ella y a sus amigas!

Continuará...




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