Batman nº 27

Título: Japan City (y II): El nuevo
Escritor: Carlos Fortuny
Portada: Patrick Gleason
Fecha de publicación: Julio 2015

Batman tiene una proposición para Jiro Osama... ¡y una nueva alianza se forjará con fuego mientras el Murciélago y Flamingo se enfrenten cara-a-cara!!!
Hice una promesa ante la tumba de mis padres: librar a esta ciudad de la maldad que les quitó la vida. Soy Bruce Wayne, filántropo multimillonario. De noche, los criminales, esos cobardes y supersticiosos, me llaman...
Batman creado por Bob Kane y Bill Finger

Resumen de lo publicado: Batman viaja a San Francisco con una proposición para el joven Jiro Osamu, el discípulo del antiguo enmascarado conocido como Mr Unknown, pero este lo rechaza. Mientras tanto, el asesino conocido como Flamingo arrasa el museo de la ciudad dedicado al antiguo héroe, matando a todos los que allí se encontraban.


Museo Mr. Unknown, San Francisco. Horas después…

A pesar de que aquella no era su ciudad, el jefe de policía no habría dudado ni un segundo en retirar a toda la policía para dejar al Murciélago investigar la escena del crimen, pero Batman había preferido esperar el abrazo de la noche para acudir al lugar, y colarse sigilosamente sin llamar la atención. De haberlo dicho a plena luz y con el permiso de la policía aquello se habría convertido en un circo, y era algo que no podía permitirse.

Había sido una autentica masacre. Sin duda un monstruo había sido liberado en San Francisco, y aquello hacía que Batman sintiera que a pesar de su fracaso con Jiro, todo aquel viaje tenía sentido.

El asesino se había ensañado con algunas partes del museo, pero no parecía que con ninguna en concreto, parecía simple azar, igual que con las víctimas, algunas muertas rápidamente, otras lento, como si disfrutara viendo su terror. Aquello solo certificaba lo que ya sospechaba, se trataba de un autentico demente. Por un momento pensó en el Joker, solía seguir un patrón similar; es decir, absolutamente ninguno, la destrucción por la destrucción. Pero primero aquel bar de supervillanos, ahora un museo de un antiguo héroe, si que tenían un punto en común, un hilo del que podía tirar.

Horas antes Batman ya había pirateado las grabaciones y cotejado las identidades de los fallecidos, aquello le daba algo vital, una imagen de aquel demente, y también le daba otra cosa, la razón de que alguien más se hubiera colado allí.

-Puedes salir de las sombras cuando lo desees.- Dijo el Murciélago.

Mr. Unknown emergió entonces de detrás de una estantería cabizbajo.

-¿Hace cuanto que sabes…?- Empezó a preguntar en un tono triste, parecía que había estado llorando.

-Desde que llegaste.- Contestó Batman con total certeza.- La conocías bien…

Aquello podría haber sido una pregunta, sería lo lógico, pero en boca de Batman era toda una afirmación, era un dato que no podía conocer, pero de alguna forma lo sabía.

-Era… era como una tía…- Empezó a decir Mr. Unknown, a quien le costaba no romper a llorar. Entonces se corrigió a si mismo.- No, como una madre… era como una madre para mi…

-Lo lamento.- Dijo el Murciélago mientras se agachaba a recoger unas muestras.

-Si te hubiera hecho caso… si te hubiera ayudado…- Se lamentó el chico.

-Nada habría cambiado, no teníamos ninguna pista sólida.

-Pero…

-Chico.- Le interrumpió el multimillonario que veía que el joven se iba a derrumbar.- Puedes quedarte atrapado en este momento, lamentarte para siempre. O puedes ayudarme a detener que esto vuelva a ocurrir.

Un silencio sepulcral llenó la sala, la oscuridad lo invadía todo, aquella penumbra que parecía emerger del mismo Murciélago, dueño y señor de la noche. Pero esta vez Jiro no se amilanó, se erigió recto y afirmó con la cabeza.

Atraparían a aquel lunático juntos.


Batbunker Alpha, San Francisco.

A pesar de que no lo conocía de más que de su exhaustiva investigación, Batman había decidido llevar a Jiro a su base en San Francisco, esto se debía principalmente a la ventaja que les llevaba Flamingo, pero también a que en la ruta por los diferentes túneles subterráneos que les había conducido hasta el Batbunker era del todo imposible que el joven nipón hubiera descifrado su ubicación.

El muchacho se vio sorprendido por la tecnología punta que manejaba el Murciélago, no es que no lo hubiera esperado, pero no era lo mismo esperar algo que verlo con tus propios ojos.

-Vaya…- Exclamó Jiro boquiabierto.

Batman enseguida se centró en la computadora principal y comenzó a teclear frenéticamente sin apartar la mirada del monitor donde revisaba todo tipo de datos a la vez que introducía algunos nuevos.

Por su parte Jiro intentó seguirle la pista un rato, pero al final no le quedó otra que darse por vencido, además allí había demasiadas cosas que llamaban su atención. Observó el Batmovil, había venido en él, pero no le había dado tiempo a contemplarlo bien por fuera. Después la sala de entrenamiento, estaba tan increíblemente limpia, aunque era probable que no la hubiera usado. No obstante se imaginaba a Batman como el tipo de persona que deja todo ordenado y en su sitio.

Otro ordenador llamó la atención del joven japonés. Éste se encontraba analizando algo.

-¿Es otra pista?

-No.- Respondió el Murciélago.- Es de otro caso.

No quería hablar de ello, nunca le diría al joven que estaba analizando el cabello de Richard Grayson para asegurarse de que era él y no un doble, y aquella solo era una de tantas pruebas. Y no porque Jiro fuera de mayor o menor confianza, sino porque aquello sería uno de los numerosos secretos que se llevaría a la tumba.

-Flamingo ha atacado a organizaciones de héroes y villanos.- Comenzó a decir Batman cambiando de tema.- Está claro que por algún motivo detesta a los enmascarados, pero aparte de estos crímenes hay otros que destacan.

Jiro asentía, aunque no sabía si aquel hombre hablaba con él o simplemente se limitaba a pensar en voz alta, y de tener que haber elegido, Jiro se habría quedado con la segunda opción.

-Contra la familia Piazzetti.- Continuó el multimillonario gothamita.- En principio son los únicos sin relación con los enmascarados más allá de alguna detención.

Entonces a Jiro se le encendió una lucecita, conocía aquel nombre.

-Gianluca Piazzetti.- Dijo el muchacho con tono serio.

-¿Le conoces?

-Taro trabajó años para intentar encarcelarlo, pero el bastardo dirige esta ciudad. Todo el sistema come de su mano, y es imposible pillarle.

-Pues parece que les ha salido un poderoso enemigo.- Concluyó Batman.

El joven no estaba seguro de si hablaba de sí mismo, de él, o de Eduardo Flamingo, pero no preguntó por no parecer estúpido.

-Aquí está.- Dijo Batman, por fin había encontrado el artículo que buscaba.

Jiro se asomó a mirarlo, en él se describía el caso del fiscal Eduardo Flamingo, este había llevado una poderosa campaña contra las mafias de San Francisco, pero cierto día había desaparecido misteriosamente, mientras que toda su familia había aparecido asesinada.

Cuando el joven quiso darse cuenta Batman ya le esperaba en el Batmovil con gesto severo, así que tras tragar saliva Jiro corrió al vehículo.


Restaurante italiano Salame, San Francisco.

Nicolas Giovinco paseaba por el callejón situado tras el famoso restaurante italiano Salame. Dicho restaurante estaba conectado al callejón por una salida de emergencia que diariamente era utilizada para sacar los cubos de basura del local, sin duda quebrantando más de una norma de sanidad y seguridad, pero si esto ya se pasaba por alto en muchos otros negocios, con más razón se hacía en el local favorito de Don Gianluca Piazzetti.

El Don había decidido acudir a aquel local para intentar que sus platos preferidos le hicieran olvidar por un momento los muchos problemas que les estaba dando aquel motorista afeminado. Y es que últimamente no había parado de destruir negocio y matar empleados, lo cual no era bueno para la familia, y esto hacía que el Don llevara unos días con un humor de perros.

Sin duda esa era la razón por la que Giovinco, normalmente situado a medio metro de su señor se estuviera encargando personalmente de vigilar todo el perímetro. No era su trabajo preferido, pero no le quedaba otra. Hubiera deseado que el Don le hubiera dado el ansiado permiso de ir a matar a aquel bastardo, pero no estaba la cosa como para prescindir de su mejor hombre en una misión cuyo triunfo no estaba asegurado, al fin y al cabo, ¿Quién sabía donde se escondería aquel tarado?

Giovinco dio una patada a una lata en el callejón, odiaba aquello, estar contra las cuerdas, asustados de que en cualquier momento pudiera aparecer aquel tipo, ellos controlaban la ciudad, ellos eran los que deberían infundir temor, ellos y no aquel…

Entonces algo sacó de sus pensamientos a la mano derecha de Don Gianluca Piazzetti, su frustración y su odio habían hecho que bajara la guardia, y ahora, mientras una cuerda lo impulsaba hasta lo más alto de un edificio de ocho plantas a toda velocidad Nicolas solo podía sentir temor.

Aunque por fortuna para él no fue a Flamingo a quien encontró arriba.

-¿Qué… qué quieres de mí…?- Había escuchado historias sobre el Murciélago de Gotham, pero ni en sus peores pesadillas había esperado encontrárselo un día cara a cara.

-Solo una vía libre.- Contestó Batman noqueando a Giovinco.

A decir verdad había otros dos centinelas custodiando la puerta, pero Mister Unknown no tardó en deshacerse de ellos con un par de ágiles movimientos basados en las artes marciales.

-Usted primero.- Dijo el muchacho abriéndole la puerta a Batman, se sentía mal por ello, mucha gente había muerto, pero a decir verdad estaba disfrutando de la compañía de uno de los más conocidos superhéroes del mundo.

-No bromees.- Se limitó a contestar Batman mientras entraba sin ni siquiera mirar al chico.

Otro matón esperaba al otro lado, probablemente su lugar había sido custodiar la puerta por dentro, pero parecía venir del lavabo. Echó mano a la pistola rápidamente, para acto seguido apuntar al Murciélago, aquel ser no era para tanto al fin y al cabo. O eso había pensado, pero antes de conseguir apuntar Batman le había cogido la mano de tal forma que era incapaz de apretar el gatillo.

El matón pensó en gritar, pero antes de que su idea se hubiera transformado en una acción Batman lo había noqueado con un fuerte codazo.

Batman y Mr. Unknown avanzaron por un estrecho pasillo lleno de fotografías antiguas en las que podía verse al dueño del local con multitud de personalidades. Pronto las voces de la sala principal comenzaron a llegarles. El Murciélago colocó su mano en el pecho de su acompañante haciendo que este se detuviese, seguidamente afinó el oído.

No tuvo que esperar mucho hasta que dedujo cual era la voz del Don e identificó su posición en la sala. Utilizando el reflejo en el marco de una foto, y la cámara que había ubicado en la farola al otro lado de la calle, pudo contar el número de guardaespaldas: ocho, a parte de la mujer del mafioso y dos únicos camareros. El local había sido cerrado para el resto de la clientela, lo cual facilitaba mucho las cosas.

Batman le pasó unas lentes de visión nocturna al joven nipón y entonces se quedó inmóvil, aguardando, silencioso, sin hacer ni tan siquiera un gesto con su cara. Jiro no acababa de comprender, le temblaban las piernas. ¿Y si a alguno de los guardias del exterior les daba por pasearse hasta el callejón? ¿Y si alguien llamaba a alguno de los guardias al móvil? No comprendía que esperaban, y mucho menos entendía la calma del Murciélago.

Finalmente los dos camareros abandonaron la sala principal, y entonces el Murciélago actuó como un resorte. Dejó caer unas bombas de humo que rodaron por el suelo de la sala principal, a la vez que lanzaba unos batarang a las bombillas y activaba la visión nocturna de su capucha.

Jiro intentó ponerse lo más rápido que pudo las lentes, pero para cuando lo había hecho Batman ya no estaba allí, se encontraba en mitad de la sala y ya había conseguido asegurarse de que ninguno de los gorilas del Don fuera a echar mano a sus armas de fuego.

El Don Gianluca Piazzetti daba gritos y ordenes, esperando que alguien pudiera abatir a quien se atrevía a atacarlos, alternando esto con una constante llamada al “inútil” de Giovinco.

Batman dio buena cuenta de los tres matones que tenía frente a él descuidando su espalda, por donde otro de los esbirros de la mafia se acercaba con una silla, no obstante no llegó a cumplir su objetivo, pues con un grácil movimiento Jiro golpeó con su pie el brazo derecho del matón causando que la silla cayese sobre él mismo, acto seguido lo remató con otra patada en pleno plexo solar haciendo que el hombre cayera pesadamente sobre una mesa destrozándola en el acto.

A decir verdad Batman no había necesitado la ayuda del chico, podía haber utilizado la inercia de uno de sus agresores contra aquel tipo para barrerlos en un mismo movimiento, pero había captado la presencia del joven nipón y había decidido no actuar.

Para cuando el humo se había disipado solo Gianluca Piazzetti y su mujer seguían conscientes, completamente rígidos en aquella mesa que era casi la única que seguía en pie. El hombre se asustó al reconocer al Murciélago, hasta ahora no había sido consciente de a que se enfrentaba y en un acto reflejo sacó la pistola que siempre portaba por precaución. Pero antes de que acabara de realizar el movimiento el multimillonario gothamita ya lo había alcanzado y le había retorcido la mano obligándole a soltar el arma.

-¿Qué le hicisteis a Flamingo?- Preguntó Batman con voz de ultratumba.

Piazzetti se quedó aun más pálido al escuchar aquel nombre, pues claro, era obvio que aquello acabaría salpicándole, o lo hubiera sido en una ciudad como Gotham, ¿pero allí?, allí se suponía que estaban libres de fenómenos como aquel ser, como Batman.

La mano del Don crujió cuando el Murciélago hizo más fuerza sacándolo de sus ensoñaciones.

-Ya.- Se limitó a decir Batman con un tono nada agradable.

-No… no sabes lo que les pasa a los encapuchados en esta ciudad…- Se envalentonó a decir el mafioso con la vana esperanza de que Batman se arrepintiera de estar allí.


No obstante Batman tenía un objetivo y no se iba a marchar sin que aquel tipo cantara, y dudaba que le fuera a costar demasiado hacerlo. No obstante las palabras del mafioso tuvieron otro efecto.

-¿Qué quieres decir?- Preguntó Jiro empezando a pensar que aquel hombre podía saber algo de la muerte de su maestro.

-Ya sabes lo que quiero decir chico.- Dijo el mafioso, a quien la duda de Jiro le había dado cierta fuerza.

No obstante toda la fuerza que tuviera la perdió cuando Batman lo levantó del cuello de la camiseta y lo arrojó de la mesa.

-Basta de juegos, habla… ¡ya!

El mafioso parecía a punto de derrumbarse pero entonces otro de sus hombres entró gritando.

-¡¡Señor Piazzetti los edificios Ricota!! ¡¡Los edificios Ricota están ardiendo!!

El hombre, un tipo corpulento de unos treinta años de edad se quedó petrificado tras ver la escena, intentó echar mano a su arma cuando salió de su ensimismamiento, pero un batarang se le clavó en la mano antes de que pudiera hacerlo.

-¡Vamos!- Rugió Batman a su nuevo compañero.

-Pero… pero él…- Comenzó a decir Jiro con la mirada fija en el mafioso.

-Ya volveremos.- Sentenció Batman.- Ahora hay gente en peligro.

Jiro quería saber más sobre la muerte de su predecesor, se lo debía, pero sabía perfectamente que nada estaba por encima de la vida de los inocentes, ni si quiera una misión tan noble como la de encontrar a los asesinos de su mentor.


Edificios Ricota, San Francisco.

Los altos edificios de doce plantas cada uno ardían en su planta inferior, uno de ellos, el que estaba más al Sur, y sin duda el primero en ser incendiado era el que más avanzado tenía el incendio, mientras que los otros dos seguían siendo aun una cosa más o menos moderada.

Batman ordenó a Jiro que se encargara de ayudar a toda la gente que podía, mientras tanto él se dirigió a los dos edificios con incendios leves disparando unos proyectiles que al reventar liberaban un gel extintor que sofocó las llamas rápidamente. El Murciélago se tomó un segundo para contemplar como Mister Unknown ayudaba a una anciana a salir del edificio. Acto seguido Batman hizo rugir el motor del Batmovil en dirección al tercer incendio, este no iba a ser tan fácil.

Tras poner a salvo a la anciana Jiro se percató de algo, una figura montada en una moto encima de la cuesta que contemplaba con una sonrisa maquiavélica como el fuego consumía uno de los edificios.

-Está ahí…- Dijo Jiro para nadie en concreto, y enseguida se sintió estúpido al darse cuenta de que hablaba solo.

Sin perder un segundo el joven se lanzó sobre una de las motos de la policía estacionadas en el área y la puso en marcha hacia Flamingo mientras algunos policías protestaban a su espalda por el hurto del vehículo. Pero Jiro no escuchaba nada, solo podía ver el cuerpo sin vida de Yuriko.

Eduardo enseguida se dio cuenta de que había conseguido captar la atención de un enmascarado, y se lo tomó con cierta calma para decidir si quedarse a matar al héroe o limitarse a huir. Pero lo cierto era que hoy había cumplido de sobra con el cupo, y una persecución por la ciudad le resultaba mucho más interesante. Por lo que le pisó a fondo para ponerse a la fuga.

-¡¡Vamos a jugaaaaaar!!- Gritó mientras le daba la vuelta a la moto, asegurándose de que Jiro le escuchase.

Flamingo llevaba la moto a todo gas, y no dudaba en atropellar a quien se cruzarse en su camino, o incluso causar daños adicionales allá por donde pasaba con su látigo. Varios metros atrás Jiro se agachaba, escondiendo la cabeza tras el cristal de la moto, intentando que el vehículo no perdiera ni un poco de aerodinámica, para ir lo más rápido posible. Aun así en más de una ocasión tuvo que reducir para esquivar cuerpos. Le dolía no parar a atenderlos, pero eran demasiados, y aquello solo pararía cuando detuviese al loco que lo causaba.

El villano derrapó entrando por un estrecho callejón, desapareciendo así del rango de visión del nipón, aun así no dejaba de escuchar la estridente risa de este. En toda su vida Jiro se había enfrentado a no pocos supervillanos, y era cierto que más de uno estaba claramente loco, pero nunca jamás al nivel de aquel tipo que parecía causar el mal por el mal sin ningún objetivo en concreto. Aquello era algo que desconcertaba enormemente al héroe, que en un despiste estuvo a punto de caerse de la moto al dar la misma curva cerrada que había llevado al villano al callejón, consiguió enderezar la moto a tiempo, pero entonces descubrió que a causa de unos contenedores el callejón era aun más estrecho de lo que había pensado. Por fortuna había salido de la curva muy abierto, y los contenedores se quedaron a su derecha cuando pasó a toda velocidad.

Lo peor de todo era la visión de la espalda de aquel loco, que le había sacado cierta distancia a Mr. Unknown, dejando de lado totalmente su seguridad. Y es que parecía que le daba igual chocarse.
“¿Cómo lo voy a alcanzar si no tiene porque aminorar?”

-¿Dónde estás?- Preguntó Batman en tono neutro.

-Ahora no puedo…- Se limitó a contestar Jiro totalmente concentrado.

Jiro no sabía si el héroe le había entendido, pero le pareció extraño que no dijera ni una palabra más, aun así tenía una tarea demasiado difícil por delante como para pensar en otros temas.

Flamingo pareció entonces cambiar de estratega, tras volverse a mirar a su perseguidor con una sonrisa, decidió empezar a circular a toda velocidad entre los coches que venían en dirección contraria. Jiro hizo lo mismo, aunque estaba preocupado y con razón, no era mal conductor, pero desde luego la conducción de motos no se encontraba entre sus mayores habilidades.

Jiro consiguió esquivar un par de coches, pero entonces Flamingo atacó a un par de conductores haciendo que estos perdieran por completo el control. Jiro intentó evitar al primero, y lo consiguió por los pelos girando en el último momento hacia la izquierda, pero entonces surgió el segundo de los coches. Había girado demasiado como para torcer hacia la derecha, y enderezar la moto solo haría que chocaran, así que hizo lo único que podía, girar aun más hacia la izquierda, aunque aquello lo mandara derecho hacia un escaparate.

Aun así no llegó al escaparate, pues cuando estaba a punto de superar al coche este acabó por golpearlo en la rueda trasera, haciendo que la moto saliera disparada en una dirección mientras su conductor rodaba hasta la contraria.


-Despierta… Vamos chico…

Jiro abrió los ojos sobresaltado, sin tener ni idea de donde estaba. Solo lo rodeaba aquella sensación de que estaba en peligro, pero cuando empezó a forcejear el Murciélago le agarro las manos.

-Tranquilizate…- Aunque la intención de Batman era buena, aquella voz podía causar muchas sensaciones, pero desde luego tranquilidad no era una de ella.

Aun así los recuerdos comenzaron a volver a Jiro, aquellos coches en dirección contraria, la moto, y aquel extraño villano completamente loco. Y entonces reconoció a su interlocutor.

-¿Batman?¿Qué… qué ha pasado…?

-Hiciste una estupidez, perseguiste a Flamingo tú solo…- Dijo Batman, estaba enfadado, pero no era fácil paro otros saber cuando no lo estaba.- Y casi te mata…

-¿Pero por qué?- Jiro no conseguía comprender porque aquel villano le había perdonado la vida.

-Te había estado rastreando.- Dijo Batman acertando las dudas del muchacho antes de que las materializara en una pregunta más coherente.- No le dio tiempo a acabar su trabajo.

Jiro se incorporó terriblemente frustrado, lo había tenido tan cerca y lo había dejado escapar…


Batbunker Alpha, San Francisco.

Batman observaba las pantallas en absoluto silencio, esperando ver algo que le diera una pista del siguiente ataque de Flamingo.

Por su parte Jiro se lamía las heridas, solo llevaba los pantalones de Mr. Unknown, ya que se había quitado el resto para colocarse los vendajes. En un principio había estado más atento de las pantallas, pero hacía horas que no ocurría nada en ellas. Y Batman tampoco compartía con él demasiado sobre sus investigaciones paralelas.

-Tenía que haberlo cogido…- Murmuró Jiro más para sí mismo que para otros.

-Deberías haberme avisado.- Se limitó a decir Batman sin apartar la mirada del monitor.- No debes dejarte llevar por tu rabia.

Jiro estuvo a punto de protestar, pero sabía que tenía razón, aquel tipo había asesinado a la mujer de su mentor, y no había querido compartir su caza, no había querido que Batman lo atrapara, tenía que atraparlo él con sus propias manos. Pero en su decisión egoísta ahora otra gente sufriría por ello.

La situación se extendió durante horas. Horas mirando una pantalla, analizando datos. Horas que a Jiro solo le servían para repasar lo acontecido y recriminarse una y otra vez su actuación.

Batman por su parte guardaba silencio, no solo era que en aquellos momentos solo importase localizar a Flamingo. Sino que sabía que el chico necesitaba un tiempo para reflexionar sobre aquello.

Batman había usado buena del tiempo que Jiro había pasado inconsciente para recorrerse la ciudad visitando diferentes de los negocios de Piazzetti colocando pequeñas micro cámaras que pudieran avisarle de la presencia de Flamingo. Había sido una labor dura, ya que el capo tenía muchísimos establecimientos, y estaba seguro de que aun así se había dejado muchos sin controlar.

Fuera como fuese no podía permitirse una investigación más exhaustiva sobre las tapaderas del mafioso. Flamingo atacaría pronto y debía confiar en que su trabajo fuese suficiente. No obstante mientras esperaba la aparición de aquel demente el Murciélago había seguido investigando cada negocio que pudiera estar relacionado con el capo.

Tras muchas horas de silencio e investigación la fortuna hizo acto de presencia, una alarma se activo, una lavandería. Flamingo estaba allí.

-Esta vez lo haremos juntos.- Dijo Jiro.

Batman lo miró serio y tras un levísimo asentimiento se puso en marcha hacia el Batmovil.


Lavandería Spartax, San Francisco.

Gianluca Piazzetti no podía creer la suerte que estaba teniendo en las últimas horas. Primero el mismísimo Batman había irrumpido en su restaurante preferido avasallándolo, como si él fuera el culpable, cuando solo era la víctima. Víctima de que aquel perturbado mental acosara todos sus negocios. Pero es que ahora era aquel mismo pirado al que se enfrentaba.

Maldecía el momento en el que había decidido hacerse el valiente queriendo presentarse personalmente en sus locales para ver cómo iba todo. Pero él era el Don, no podía quedarse escondido en casa, tenía que dar ejemplo, infundir temor y respeto a partes iguales…

No obstante, mientras aquel loco de traje estrambótico degollaba a uno de sus guardias Piazzetti solo podía pensar que debería haberse quedado en casa escondido debajo de la cama.

-¡¡Corra señor!!- Apremió Giovinco a su jefe.

El bueno de Giovinco no había estado a la altura cuando se había enfrentado al murciélago, pero aquello había fortalecido sus convicciones, y ahora no pensaba dejar que aquel payaso liquidara a su jefe. Giovinco empujaba con una mano a su jefe usando a la vez su propio torso como escudo para proteger al don. Al mismo tiempo disparaba hacia aquel friki, aunque sin demasiada certeza.

-¡¡Vamos Gianluca!! ¡¿Por qué no quieres jugar conmigo?!- Preguntó Flamingo visiblemente mosqueado mientras liquidaba a un guardia tras otro.

Si bien los guardias contaban con armas de fuego, el villano había contado con el factor sorpresa, lanzándose literalmente con su moto por la cristalera y arrasando ya en ese viaje a varios guardias. Por lo que ahora, con estos desorientados, estaba siendo un juego de niños.

El don y su guardaespaldas atravesaron una de las cintas de ropa en dirección a la oficina. En el trayecto Giovinco perdió unos segundos en bloquear ligeramente el camino con sendos carros de ropa. Puede que no fuera gran cosa, pero le consiguió esos segundos necesarios para guarecerse en la oficina.

Don Piazzetti se dejó caer en la butaca que el gerente del negocio usaba habitualmente para llevar las cuentas. Por su parte el guardaespaldas no se tomó ni un respiro, tras atrincherar la puerta con una estantería y un pequeño sofá Giovinco apuntó con su pistola a la puerta mientras observaba de reojo la habitación. Sin salida, había huido a una ratonera.

-¡¡Estupendo!!- Refunfuñó Don Piazzetti, quien se acababa de percatar de aquello mismo.- ¡¿Ahora como salimos de aquí?!

-Saldremos por la puerta señor.- Respondió Giovinco haciendo gala de toda su calma.- Es verdad que no podemos huir, pero si ese loco quiere entrar…

-Solo podrá hacerlo por esa puerta…- Dijo el mafioso dándose cuenta de lo que quería decir su subordinado.
-Y yo le volaré placenteramente la cabeza.- Concluyó Giovinco.

Mientras, al otro lado de la puerta Flamingo sonreía. Había acabado con todos y cada uno de los hombres del local, a excepción de la parejita. No podía entrar en aquella oficina, pero no sería difícil sacar a los ratoncitos de allí. Incluso podría haberlos eliminado sin entrar, pero claro, aquello le quitaría toda la gracia.

El lunático recogió algo de ropa que tiró contra la puerta, para acto seguido prenderle fuego. Entonces se limitó a mirar las llamas en calma, viendo como bailaban con aquel sensual movimiento.

El villano podía haber mirado aquello durante horas, pero algo lo sacó de su ensoñación, un batarang que consiguió esquivar por poco.

-¿Pero que tenemos aquí?- Preguntó Flamingo divertido mirando a su espalda.

La imagen de aquel torero hortera con las llamas como telón de fondo era realmente terrorífica, pero Batman y Mister Unknown no pensaban amilanarse.

-¡Ríndete Eduardo!- Gritó el caballero oscuro.

Flamingo sonrió certificando lo que Batman ya sabía, no se rendiría sin luchar.

El estrambótico torero lanzó una patada a batman que este detuvo con su antebrazo, estuvo a punto de contraatacar, pero no pudo, pues Flamingo lo obligó a retroceder tras lanzarle un tajo con uno de sus cuchillos.

Jiro estaba listo para unirse al combate en ayuda de Batman, pero este último se dio cuenta y negó con la cabeza mientras esquivaba sendas cuchilladas.

-Saca a Piazzetti y su guardaespaldas de ahí.- Le ordenó el Murciélago.

Jiro estuvo a punto de protestar, ¿de verdad tenía que preocuparse por aquellos dos bastardos en vez de centrarse en el psicópata?, pero no llego a materializar aquella duda pues sabía que Batman tenía razón. No podía dejar morir a nadie, ni si quiera a alguien que se lo mereciera tanto como los mafiosos. Mister Unknown apretó los dientes y se sirvió de una escoba para apartar la ropa de la puerta. Pero era demasiado tarde, el incendio se extendía con rapidez entre toda aquella ropa, en algún lugar debía haber un maldito extintor.

Por su parte la lucha de Batman continuaba, Flamingo no parecía un experto marcial, al contrario, sus movimiento no respondían a ninguna disciplina, pero no por ello eran menos efectivos, eran rápidos, fuertes, y lo peor de todo, totalmente indescifrables. Simplemente se lanzaba como un loco al que poco o nada le importaba su propia integridad.

El Murciélago se limitaba a medir fuerzas, estudiando a su rival, pero cuanto más tiempo pasaba, más inútil le parecía. Varias veces el cuchillo de Flamingo le había rasgado. Y ya había sentido su poderoso puño en pleno plexo solar, afortunadamente para Batman ninguno de estos golpes había sido grave, y se había repuesto rápidamente.

Aunque lo que ahora le preocupaba más al Murciélago era que el incendio que su adversario había creado se extendía con una velocidad pasmorosa, por lo que debía acabar rápido para ayudar a Jiro.

Batman esquivó uno y otro puñetazo, para acto seguido usar la capa para que Flamingo no supiera porque lado iba a reaparecer. Un segundo después Batman lanzaba un fuerte ataque concentrado en la pierna del estrambótico personaje, pero no había medido bien la fuerza y Flamingo aguantó el envite con un quejido pero sin caer. Es más, lo que debía haber acabado con un golpe de gracia del Murciélago acabo con todo lo contrario, pues Flamingo consiguió conectar un puñetazo en todo el rostro del caballero oscuro haciéndolo rodar por el suelo de la tintorería.

Jiro consiguió dar con un extintor lo suficiente rápido como para que fuera probable que los mafiosos no se hubieran chamuscado aun del todo, por lo que corrió a sofocar las llamas que cerraban el paso a la puerta, aquel lugar se estaba convirtiendo en un infierno, pero ahora mismo solo debía de concentrarse en abrir el acceso. Y es que si los mafiosos no morían por el fuego pronto lo harían por el humo.

Mister Unknown logró su objetivo, abriendo un pequeño pasillo, pero cuando embistió la puerta esta resistió con un quejido, algo parecía bloquearla. Tras afinar el oído Jiro escuchó toses que provenían de la oficina, así que no se paró a pensar demasiado, cogió un poco de carrerilla y golpeó con toda sus fuerzas la puerta, haciendo que el marco estallara en un millón de astillas mientras que la puerta se abría los suficiente como para dejar algo de paso. Pero poco podía sospechar Jiro que los problemas no habían hecho más que comenzar.

El guardaespaldas sujetaba semi-agachado la pistola mientras se tapaba la boca y nariz con un pañuelo y tosía. Y desde luego su primera reacción no fue la de saludar.

En cuanto vio el arma Jiro reaccionó lanzando lo primero que tenía a mano, el extintor, pero aunque desarmó al guardaespalda, un fuerte quemazón en el hombro le dejó claro que no había sido lo suficientemente rápido. ¿Cómo podía haberse despistado tanto? ¿Cómo había olvidado a quien intentaba salvar?

Jiro apartó aquellos pensamientos y se centró en su objetivo, sacar a aquellos hombres de allí.

Flamingo intentó patear a Batman, pero este rodó sobre sí mismo para traspasar una cadena de trajes que estaban ardiendo.

El demente villano se rió y traspasó los trajes de un salto sin importarle el fuego.

-Me gusta jugar contigo.- Dijo el villano sonriente.

-Ya tengo bastantes dementes.- Sentenció Batman.

Los dos empezaron entonces un macabro baile, eran como sombras de espectros que danzaban, intercambiando golpes. Uno totalmente ordenado, el otro puro caos.

Flamingo era más fuerte, pero Batman era más rápido y más listo, y por muy efectivo que fuera el alocado estilo de lucha del villano, Batman había entrenado toda clase de artes marciales.

Por si fuera poco Flamingo empezaba a caer en su propia trampa, el humo le dificultaba mucho la visión, y también el respirar, no así a Batman, quien estaba más que acostumbrado a lidiar con la oscuridad y mucho mejor entre nado que aquel loco, además contaba con un pequeño respirador, por lo que empezaba a ganar ventaja golpe a golpe.

Batman consiguió desarmar del todo a Flamingo, golpeaba con fuerza sus costados, lo que le hacía perder el poco oxígeno que conseguía extraer de aquel ambiente tan hostil.

Tras marearlo un poco con pequeños golpes, vueltas y gracias al humo, el Murciélago lanzó su golpe final, un gancho directo a la mandíbula que dejó inconsciente al perturbado.

Cuando el caballero oscuro salió a la calle pudo comprobar con satisfacción que Jiro había conseguido salvar a los dos mafiosos. No solo eso, había conseguido apartar su ira para centrarse en lo más importante, salvar vidas.

Aun así la victoria tenía un regusto amargo, sin duda Piazzetti había estado detrás de lo que le hubiera pasado a Eduardo, pero había conseguido irse de rositas, pero aquel no era su trabajo, sería el primero de Jiro.


Batbunker Alpha, San Francisco. Al día siguiente…

-¿Cómo está el brazo?- Preguntó Batman con toda la amabilidad de la que podía hacer uso.

-Bueno, estará algún tiempo fuera de juego, pero se recuperará.- Respondió Jiro.

A diferencia del caballero oscuro, que portaba su uniforme, Jiro vestía de sport, y tenía el brazo en el que había recibido el disparo en un cabestrillo.

-Me gustaría que te unieras a mi equipo.- Dijo Batman sin rodeos.

-¿Cómo Robin?- Preguntó Jiro algo desconcertado.

-Como Batman.

La respuesta del caballero de Gotham fue aun más desconcertante, por un momento Jiro pensó que el Murciélago se iba a retirar, aunque aquello le parecía simplemente imposible.

Batman no esperó a que Jiro preguntara, conocía perfectamente las dudas que le asaltaban.

-Batman debe crecer, no puede limitarse a proteger solo Gotham.- Empezó a explicar el Murciélago.- Quiero que proteja todo estados unidos, y eso solo es el principio, una red de batmans, una leyenda que crece, un mito.

Jiro asentía, comprendía lo que le decían, pero seguía sin creérselo, ¿él? ¿Batman?, imposible.

-Y… y… ¿a cuántos has reclutado…?- Preguntó el nipón al que le temblaba la voz.

-Tú eres el primero.

La responsabilidad cayó como una pesada losa sobre Jiro, una mezcla de emoción, euforia y carga. No podía creerse que fuera a ser el jodido Batman.


EPILOGO

Casino Iceberg, Gotham City.


Si bien el más famoso casino de Gotham City había albergado todo tipo de eventos, aquel día su patio estaba especialmente abarrotado, en su mayoría periodistas, pero también toda clase de fuerzas políticas se habían presentado en el lugar. Se decía que Oswald Cobblepot, más conocido como “el Pingüino”, iba a anunciar algo de suma importancia, y para ello había invitado a todo tipo de personalidades y prensa, y no había ahorrado ni un centavo en un esplendoroso despliegue, haciendo que el casino luciera mejor que nunca.

Vicky Vale era uno de aquellos invitados, no podía faltar la reportera más famosa de Gotham City. Ella había pasado los días anteriores investigando todos los movimientos de Cobblepot, y era de las pocas personas que empezaban a acercarse a la verdad, aunque esta no acababa de gustarle.

Cobblepot se había visto últimamente en numerosas ocasiones con Edward Nygma, y aunque Vicky no sabía que tramaban estaba segura de que no podía ser nada bueno.

La mujer miró la hora, el Pingüino se retrasaba, pero la reportera estaba segura de que era algo totalmente consciente, Cobblepot era un gran empresario, y sabía perfectamente como hinchar aun más una noticia desconocida que todo el mundo ansiaba.

La reportera echó un vistazo a las enormes mesas que habían sido expuestas con una gran variedad de sushi, para que todos los invitados pudieran degustarlo, aun así prefirió no tomar nada. Su cabeza estaba totalmente en otra parte, si los rumores eran ciertos aquella noche Oswald…

Un estruendoso aplauso sacó a la reportera de sus pensamientos. Allí avanzaba Oswald acompañado de Edward, ambos con sus mejores galas y grandes sonrisas, saludando y estrechando manos de camino al atrio. Era gracioso pensar que hasta hace poco aquellos dos habían sido unos de los peores delincuentes de Gotham, mientras que ahora… bueno, probablemente siguieran siéndolo, pero sin duda ya no eran tan fáciles de detener.

-Muy buenas tardes mis queridos invitados, espero que estéis disfrutando del sushi.- Comenzó a decir el Pingüino una vez llego a los micros del atrio.

Durante un largo rato peloteo a todo tipo de persona peloteable del lugar, para después analizar unos cuantos datos económicos, políticos, sociales y criminales de la ciudad. Aquello dejaba claro todo para Vicky Vale, sus contactos no se confundían, el movimiento de Cobblepot era claro.

-…Y vosotros diréis, ¿Por qué el bueno de Oswald nos cuenta todas estas cosas?, pues bien señores, soy uno de los primeros hijos de Gotham, mi familia fue una de las fundadoras de la ciudad, amo esta ciudad y no puedo ver como sigue cayendo, todo el daño que ha sufrido, y jamás.- Dijo con especial fuerza la última palabra.- Jamás hemos tenido un alcalde fuerte, uno que se ocupe de salvar esta nuestra ciudad. Y por esto amigos míos os pido, no por mí, sino por nuestra ciudad, que me brindéis vuestro apoyo, porque prometo que no fallaré a nuestra ciudad.

Entonces un gran cartel se desplegó y en él se podía leer “VOTA COBBLEPOT PARA LA ALCALDIA”.

FIN

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