Iron Man nº03

Título: Bajo cero (III):El ataque de Ventisca
Autor: Francesc Marí
Portada: Juan Andrés Campos
Publicado en: Octubre 2015

Un villano ha nacido de los lugares más fríos de Nueva York… ¡Ventisca! Para detenerle los pies a este frío contrincante la ciudad solo contara con la ayuda del vengador dorado: ¡Iron Man! ¿Será suficiente?

Un elegante millonario, playboy, extraordinario inventor y un poderoso industrial, es Tony Stark... Pero cuando se viste su metálica armadura, se convierte en la más poderosa máquina luchadora del mundo
Creado por Stan Lee, Larry Lieber, Don Heck y Jack Kirby

Tony cerró todos los documentos que J.A.R.V.I.S. había abierto, pero cuando recuperó la visibilidad, vio como el suelo de la calle estaba apenas un centímetros de él y se acercaba cada vez más.
El golpe fue tremendo. Iron Man impactó con tal fuerza contra el suelo que abrió un boquete en el arcén y acabó aterrizando en un gran desagüe que pasaba por debajo la calle.

Aturdido, pero a salvo gracias a su armadura, Tony abrió la máscara de su casco mientras restos de cemento y piedras caían sobre sus hombros.

—Como alguien cuelgue esto en YouTube seré el hazmerreír en la próxima reunión de superhéroes —protestó Tony levantándose pesadamente mientras intentaba recuperarse del impacto.

Señor, los sistemas no parecen afectados por el impacto, pero le recomiendo encarecidamente que evite el conflicto —dijo J.A.R.V.I.S.

—Mira, J.A.R.V.I.S., quédate calladito un rato que después del papelón que me has hecho, ahora no quiero escuchar tus malditos consejos técnicos —le espetó Tony a su mayordomo.

La inteligencia artificial no dijo nada, Tony pensó que se había ofendido, pero ¿cómo iba a ofenderse un robot? «Debería buscarme unos amigos», se dijo para sus adentros.

Cuando estuvo completamente de pie, encendió los repulsores de sus botas y se elevó lentamente a través del agujero que había abierto en el suelo, saliendo a la superficie intentando recuperar cualquier atisbo de dignidad. Al salir al exterior, vio que, como mínimo, había conseguido apartar el conflicto de los centros de población. Se había estrellado en una de las calles de la zona industrial que había al lado del río.

Tony miró a su alrededor, y en seguida pudo ver como el maldito hombre de hielo se acercaba hacia él, así que se posó sobre el pavimento con suavidad y esperó a que ese nuevo villano estuviera suficientemente cerca para hablarle.

— ¡Uy, pobrecito Iron Man! ¿Te has hecho pupita? —preguntó con voz aniñada el villano mientras revoloteaba a su alrededor sobre la plataforma de hielo que él mismo generaba.

Tony pasó por alto el comentario y empezó a hablar sacando provecho de los altavoces que tenía su armadura.

— ¿Es usted Donald Gill? —le preguntó bajando la máscara de su casco.

—Depende de quién lo pregunte —respondió el otro descendiendo a ras de suelo y mirando con sorna al vengador dorado.

—Se lo pregunta alguien que quiere saber que sucedió en la pizzería la pasada noche…

—En ese caso, no soy Donald Gill. Mi nombre es…

Tony bajó la cabeza inundando por un sentimiento de vergüenza ajena.

—Dime que no se ha puesto un nombre artístico —le dijo a J.A.R.V.I.S.

Pero antes de que el asistente de Tony pudiera decir nada, el hombre de hielo habló:

— ¡Mi nombre es Ventisca! —exclamó haciendo que una nube de vapor helado y escarcha en polvo se levantara a su alrededor.

Lamento decirle, señor, que sí que se ha puesto un nombre —afirmó la voz electrónica del mayordomo de Iron Man

—Ya me he dado cuenta, J.A.R.V.I.S., ya me he dado cuenta.

Bueno, señor, usted también tiene un nombre artístico.

—Sí… Ya, bueno. Pero no es lo mismo —contestó Tony.

¿Por qué? Si me permite la pregunta, señor.

—Primero —anunció Tony levantando el índice—, porque no me lo puse yo, fue la prensa. Segundo —siguió señalándose el dedo corazón—, el mío mola… ¿Ventisca? ¿En serio? Y tercero…—Antes de que Tony pudiera seguir despotricando de Ventisca, este le arrojó un poderoso cañonazo sobre el casco.

— ¿Qué? ¿Vamos a pelear o vamos a seguir de cháchara? —Espetó Ventisca—. Si quieres vamos a tomarnos unas copas.

De un puñetazo, Tony rompió el hielo que le cubría el casco.

—Lo siento, Gill, pero el whiskey me lo tomo sin hielo —respondió Iron Man disparando con los repulsores de sus manos sobre Ventisca, que cayó al suelo aturdido por el golpe.
—Bueno, ahora sabemos que es vulnerable.

Ventisca se levantó apenas habían transcurrido unos segundos, empezando a disparar chorros de vapor helado contra Iron Man, que esquivaba uno tras otros los ataques evitando que volviera a congelarle.

—Señor, le recuerdo que la energía del traje es limitada, y eso puede afectar a su rendimiento…
Tony no hizo caso a J.A.R.V.I.S., y antes de que su rival pudiera hacer algo más, se arrojó sobre Ventisca para iniciar el combate que su asistente electrónico había recomendado que no hiciera.
Iron Man salió volando cogiendo a Ventisca por la cintura, arrancándolo de su plataforma de hielo, e incrustándolo en la pared del edificio más cercano. El hombre de piel blanquecina se lamentó pero no bajó la guardia, ya que, inmediatamente, convirtió sus puños en dos enormes rocas de hielo y empezó a golpear la espalda de Iron Man.

—Señor, Ventisca está destrozando las placas dorsales de la armadura —advirtió J.A.R.V.I.S.
Entre golpes metálicos, Tony apenas podía responder. Activó los reactores y soltó a Ventisca, pero antes de que este pudiera poner los pies en el suelo, Iron Man le propinó un rodillazo metálico en la cara que le hizo saltar varios dientes.

Ventisca cayó al suelo de rodillas, apoyando sus blancas manos surcadas por venas azules sobre el suelo, mientras escupía sangre… O eso parecía, puesto que era de color azul.

— ¡¿Azul?! —exclamó Tony al verlo—. En serio, Donnie, ¿qué te has metido en el cuerpo? —le preguntó el multimillonario.

Sin levantarse, mientras seguía escupiendo sangre, Ventisca empezó a soltar una profunda carcajada que atemorizó a Tony. No es que se asustara con facilidad, pero había ciertas risas malvadas que asustarían hasta al mismísimo dios del trueno, y esa era una de ellas.

—No lo sé —respondió Ventisca incorporándose—. No tengo ni la más remota idea, pero sé que ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida.

— ¿En serio? ¿Tú te has visto? —preguntó Iron Man con ironía señalando las zonas en las que la piel de Donald eran visibles.

— ¿Esto? Meros efectos secundarios —contestó satisfecho el villano helado—. Pero cualquier cosa es poco comparada con el placer que ayer sentí cuando pude acabar con esos dos parásitos…

— ¿El cocinero y la camarera? —preguntó Tony sin acabar de entender los motivos que había tras los actos de Gill.

Ventisca no respondió, simplemente observó a Iron Man, mostrando una horrible sonrisa, le faltaban dientes y toda su boca estaba recubierta por una capa de su sangre azulada.

Los sensores del traje empezaron a alertar a Tony de que la presión atmosférica estaba descendiendo a picos inauditos para el verano de la costa este.

— ¡¿Pero qué…?! —La exclamación de Iron Man quedó interrumpida cuando una tormenta de nieve empezó a rodearlos.

— ¿No creerías que mi único poder es lanzar cubitos de hielo? —preguntó Ventisca acercándose a él sobre la plataforma.

Tony no pudo reaccionar, apenas había empezado la tormenta que unos granizos del tamaño de pelotas de beisbol empezaron a caer sobre él, abollando la capa exterior de su armadura.

Señor, las condiciones son críticas, si sigue granizando de este modo la integridad de la armadura se verá comprometida. —La voz electrónica de J.A.R.V.I.S. apenas era audible entre los golpes en la armadura.

Tony pensaba tan rápido como podía. Tenía que buscar un punto débil en Ventisca. Pero si el villano no sabía como había logrado esos poderes, ¿cómo lo haría Iron Man para contrarrestarlo?

Señor, ¿tiene algún plan? —preguntó su asistente.

—En casos como este, solo hay un plan posible —respondió sonriente Tony.

Sin pensarlo dos veces, Iron Man se lanzó de nuevo sobre Ventisca, haciendo que este perdiera la concentración y, por lo tanto, haciendo que el tiempo volviera a la normalidad.

— ¡Maldito seas, Stark! —exclamó Ventisca enzarzándose con el millonario.

Uno tras otro, no dejaban de intercambiarse todo tipo de golpes. A pesar de su entrenamiento, Tony no era un luchador, pero pudo comprobar que el estilo de lucha de su contrincante era propio de las peleas callejeras y de las luchas carceleras. Golpes secos y cercanos, intentando derribar el rival, sin esquivar.

Pero Ventisca tenía una ventaja sobre otros delincuentes y presos, cada vez que una de sus manos tocaba la armadura de Iron Man, los sensores térmicos de esta se disparaban, amenazando afectar la funcionalidad de la misma.

— ¡Joder, J.A.R.V.I.S.! ¿Cómo puedo para a este tío? —preguntó Tony.

Señor, personalmente me parece más preocupante el efecto del hielo y la escarcha que se está generando tras cada golpe de Ventisca.

— ¿Qué efecto?
Es como si el traje no estuviera preparado para temperaturas tan bajas.

—Pero si eso ya lo arreglamos —protestó Tony entre golpe y golpe.

Lo sé, señor, sin embargo las características de este hielo no son las habituales…

Justo en ese instante Ventisca lanzó un potente puñetazo a la mandíbula metálica de Iron Man.

—Luego lo hablamos —dijo Tony tras recibir tal golpe.

Tras ese golpe, parecía que Ventisca estuviera ganando, Iron Man solo podía parar o esquivar los envites del hombre de hielo.

— ¡Iron Man, este va a ser tu final! —Exclamó entre carcajadas Gill—. ¡Tras tantos años, será Ventisca el que acabe con el vengador dorado!

Tony lo miró con rabia, parecía que no pudiera detenerlo, pero no permitiría que un tío como Donald Gill, que se había rebautizado con el cutre alias de Ventisca, acabara con él.

— ¡Y un huevo! —contestó Tony.

La respuesta distrajo a Ventisca el tiempo suficiente como para que Iron Man se alejara de él.

— ¿A qué porcentaje estamos de energía? —preguntó a J.A.R.V.I.S.

Como puede ver, al diez porciento… No, al nueve.

— ¿Suficiente para un último y alocado ataque?

¿Qué entiende usted por «alocado»?

— ¡Esto!

Iron Man desplegó toda su artillería, desde los repulsares de sus manos, al cañón del reactor de su pecho, pasando por los láseres de sus puños, los cohetes de su hombro y todo lo que el Mark VI podía ofrecerle.

Antes de que aquel impresionante y desesperado ataque cayera sobre Ventisca, este solo pudo abrir los ojos de par en par y exclamar:

— ¡Oh, oh!

Una explosión cubrió al villano, haciéndolo desaparecer bajo una nube de polvo, hielo y piedra.

Señor, la armadura solo tiene un dos por ciento de su energía —advirtió J.A.R.V.I.S.

—Suficiente —respondió Tony acercándose al lugar en el que Ventisca se movía débilmente. Iron Man cogió a Ventisca por el cuello, el villano parecía aturdido y desorientado, sin embargo seguía lanzando débiles chorros de vapor helado que ya no afectaban a su rival. El vengador dorado lo levantó dos palmos del suelo, mientras que Ventisca empezaba a perder la conciencia, y con un fuerte impulso de su mano derecha, Tony arrojó al derrotado hombre de hielo contra las rocas de la orilla del río.

—Mira, solo falta el whiskey para que sea un on the rocks —dijo Tony triunfalmente levantando la máscara de su casco.

Señor, no es por contradecirle, pero antes ¿no ha dicho que se lo toma sin hielo? —intervino la voz electrónica de su asistente.

— ¡Por Dios, J.A.R.V.I.S.! Solo era una frase hecha —contestó Tony empezando a perder los nervios.
Mientras se alejaba andando lentamente del lugar donde estaba tendido Ventisca y llegaba la policía al lugar de los hechos, Iron Man le daba vueltas preocupado al hecho que un villano tan poca cosa como Ventisca, casi lo vence simplemente congelando ciertas partes de su armadura.

— J.A.R.V.I.S., tenemos trabajo —anunció emprendiendo el vuelo de regreso a su apartamento.



—Excelente —dijo Shapanka—. La prueba ha resultado ser todo un éxito.

Una risilla aguda asomó por debajo de su nariz.

—El experimento ha dado sus frutos —se respondió con otra voz—. Incluso ha puesto contra las cuerdas a Iron Man.

—Sí, a Iron Man…

—A Tony Stark.

Shapanka no pudo evitar soltar otra carcajada malévola.

Acababa de regresa a su laboratorio, no había salido de él en mucho, en demasiado tiempo, sin embargo eso había terminado. Desde que había liberado a su pequeña creación la había seguido detenidamente, la primera noche a pie, escondiéndose tras los árboles y farolas, mientras veía como el desdichado repartidor congelaba toda una pizzería entera. En ese momento ya se sintió satisfecho, pero ahí no terminó su éxito. ¡No! A la mañana siguiente había podido ver como su creación, que se había autodenominado Ventisca, casi había derrotado a Iron Man.

Él lo había visto todo desde una de las azoteas cercanas al combate. Había visto como el hielo afectaba a la armadura y como Donald Gill, que no sabía lo que poseía, había conseguido controlar el tiempo.

Pero Shapanka no quería que aquella insignificante criatura que había creado acabara con Tony Stark. ¡No! Quería ver si su invención funcionaba, para acabar con el multimillonario con sus propias y heladas manos.

Continuará…

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