Manhunter de Marte nº03

Título: El juicio de J'onn J'onzz (III)
Autor: Martín Xicarts
Portada: Juan Andrés Campos
Publicado en: Octubre 2015

Condenado a muerte, las horas de vida que le quedan a J'onn J'onnz se cuentan con los dedos de la mano. ¿Será este el fin del Manhunter de Marte? ¿O existe alguna otra salida para esta situación? ¡Entra y descúbrelo!

Mi nombre es J'onn J'onzz. Soy el único superviviente de un mundo devastado. Llevo en este planeta muchos años, los suficientes como para sentirme cómodo aquí... todo lo cómodo que puede estar un marciano entre hombres.
Manhunter from Mars creado por Joseph Samachson y Joe Certa

Resumen de lo publicado: Abducido por un extraño robot, J'onn J'onnz aparece ante un grupo de supervivientes marcianos que le acusan de negligencia por no haber evitado el holocasto que terminó con su raza. J'onn es hallado culpable y condenado a muerte.

El marciano conocido como E’ss Cott caminaba con cierta prisa por el puente de mando del transbordador espacial. Se trataba de la nave principal de la flota marciana y respondía al nombre H’ron I, además de contar con un enlace preferencial con la Zona Silenciosa, la nave nodriza que capitaneaba el mismo Re’s Eda. Todos los preparativos estaban listos para la partida del ejército de los nuevos marcianos, pero nadie sabía dónde estaba el comandante de la flota, N’or Cott.

A E’ss no le preocupaba demasiado aquella desaparición, puesto que su hermano mayor tenía fama de recluirse en sí mismo, pero sí le molestaba que lo hiciera justo cuando debían irse. Finalmente lo encontró en la cámara del telescopio electrónico que permitía echarle un vistazo al resto del sistema planetario en el que se encontraban.

―Es hora ―dijo E’ss, deteniéndose junto a la entrada.

―¿Cuántos transbordadores?

―Nueve están listos para partir. Otros dos se quedarán en Nuevo Marte a las órdenes de H’anc ―respondió el menor mientras vislumbraba sus archivos mentales.

Los cerebros de los marcianos podían ser tan poderosos que no requerían de llevar información por escrito junto a ellos: su memoria era infalible. N’or volvió su atención de regreso al otro Manhunter y avanzó hacia la salida.

―Vuelve al H’ron II y lidera la retaguardia. Cuando lleguemos al espacio extraplanetario de Ungara, tu tarea será defender la invasión de cualquier amenaza que pueda llegar desde el espacio.

―¿A quién podríamos temer allá afuera? ―le preguntó E’ss, mientras lo seguía por el pasillo de la nave.

―Por alguna razón que no podemos comprender, este sector espacial requiere de una mayor cantidad de Green Lanterns que otros ―dijo pensativo.― Y no quiero ningún tipo de interrupción. Así que dispara a cualquier objeto que se acerque y porte el emblema de los Guardianes.

E’ss se detuvo, dando por terminada la conversación, y vio alejarse a su sombrío hermano, mientras formulaba sus propios pensamientos. Creía que aquel ataque era justo y respondía a simples tácticas de guerra: expandirse y conquistar. Después de todo, Marte había muerto porque sus habitantes no tuvieron ningún lugar al cual acudir, pero eso iba a cambiar. Sólo debían completar el proceso de la terraformación…


Uar’en y Cay’an observaban las plataformas de despegue desde un mirador de la fortaleza marciana. Varios de los transbordadores espaciales ya habían despegado y se dirigían heroicamente hacia el espacio exterior, camino a una nueva victoria. Ninguno de los dos Manhunters hablaba, pero sabían perfectamente lo que estaban pensando. Los ojos del marciano iban desde el cielo hacia la tierra, y de regreso al firmamento. Sufría la falta de control que tenían con sus poderes, no podía entender en qué habían fallado. ¿Por qué la máquina no funcionaba? ¿Acaso Protex la estaba saboteando a propósito?

Las ideas de Cay’an, si bien similares, transitaban otros caminos. Ella no pensaba en el funcionamiento de la máquina terraformadora, sino en el uso que pensaba darle Re’s una vez que estuviese reparada. ¿Buscarían un planeta deshabitado para convertirlo en Marte III? ¿O su siguiente objetivo sufriría los mismos pesares que debió atravesar Virèlan?

Como ninguno de ellos tenía la menor intención de hablar, se limitaron a observar el despliegue de las fuerzas marcianas, todo un ejército compuesto por ex virèlanos que portaban uniformes y armas propias de un Marte con miles de años de antigüedad, incluso anteriores a los Manhunters. Se trataba del olvidado acero marciano, cuya propiedad más famosa era la de atravesar la piel de un marciano convencional. Teniendo en cuenta su invulnerabilidad, había sido el arma favorita de los habitantes del planeta rojo para matarse entre ellos, hasta que todos se unieron por un bien común y las armas fueron dejadas en el olvido. El resto, claro, era historia. Si la máquina de terraformación no hubiese cambiado las propiedades del acero virèlano, probablemente las reliquias nunca hubiesen vuelto del limbo.

De improviso, las alarmas de la fortaleza sonaron y retumbaron con fuerza por cada recoveco. Cay’an y Uar’en se miraron apenas un instante, y luego salieron corriendo hacia la prisión.


Otra oleada de energía había golpeado súbitamente a J’onn J’onzz para despertarlo de su sueño. Por alguna razón, cada vez sentía con más insistencia el cambio molecular que le otorgaba y quitaba poderes, de forma completamente azarosa. Ya no sabía si su telepatía funcionaba, o su capacidad de volar, o su fuerza sobrehumana. Estaba de regreso en su celda, encadenado con aquel extraño artefacto.

El sonido de montañas moviéndose sobre su cabeza, por fuera del complejo, lo dejó trastornado. ¿Qué podía ser todo aquello? No importaba, su prioridad en esos momentos era escapar. Iba a tener que ganarle a la tecnología, y lo único que podía reunir en ese momento era poder de voluntad.

Buscó dentro de su ser la energía necesaria y convocó hacia sí sus habilidades intangibles, con las que podría atravesar aquellas cadenas que lo mantenían prisionero. Pronto lo sacudieron las descargas eléctricas que ya lo habían incapacitado una vez, pero resistió. Como si peleara contra el poder de un huracán, J’onn consiguió transparentar su cuerpo y caer rendido al suelo. El dolor que lo sacudía era insoportable, pero no podía rendirse, no ahora. Necesitaba apenas otro as bajo la manga, otro golpe de suerte.

La puerta de la celda se abrió deslizándose y a través de ella pasaron dos guardias, sosteniendo sus espadas frente a ellos. Se notaba el miedo en sus ojos, incluso la poca práctica que seguramente tenían como soldados. El Manhunter de Marte se impuso ante ellos con su altura y su físico corpulento, buscando espantarlos para no tener que enfrentárseles. Pese a todo, ellos tenían sus órdenes: impedirle escapar.

El nuevo marciano de la derecha fue el primero en blandir su espada contra él, y su mejor respuesta fue levantar el brazo para cubrirse. Sorprendentemente, el acero golpeó su piel desnuda y se detuvo, sin provocarle ningún tipo de corte. Eso no tenía ningún sentido, era imposible que el acero marciano no lo dañara, con poderes o sin ellos. Se trataba de una ventaja inigualable, y J’onn no tardó ni un momento en aprovecharse de ella. Con varios golpes bien colocados puso fuera de combate a sus contrincantes y se aventuró con rapidez hacia el corredor.

No tuvo que avanzar demasiado antes de que se disparara la alarma anunciándoles a todos la brecha de seguridad. El miembro de la Liga fue escondiéndose allí donde pudo, hasta que terminó tropezándose con el androide plateado que había ido a buscarlo a la Tierra(1).

―J’ONN J’ONZZ ―dijo sin sorprenderse el androide.

El Manhunter lo miró con desconfianza, pero todo parecía indicar que aquel robot no tenía malas intenciones. Ni buenas. Simplemente cumplía con su programación y, tal como le había dicho, era un mensajero.

―¿Cuál es tu nombre?

―MI SERIAL ES K1-L, J’ONN J’ONZZ.

―Muy bien… “Kil” ―respondió J’onn mientras pensaba mentalmente el nombre.― Necesito salir de este planeta.

―NO ESTÁ DENTRO DE MI PROGRAMACIÓN AYUDARLO EN SUS NECESIDADES, J’ONN J’ONZZ.

El androide dio la vuelta, una vez que hubo terminado de hablar, y se disponía a irse cuando el marciano lo detuvo.

―Necesito enviar un mensaje al exterior. Posiblemente sepas cómo hacerlo.

K1-L volvió a centrarse en él, sin mostrar ningún tipo de emoción, pero parecía estar dudando. Debía aprovechar ese momento o nunca conseguiría salir de aquel sitio, por lo que J’onn siguió con su parte.

―¿Hay alguna nave con la que se pueda salir de aquí?

―HAY NAVES CON LAS QUE SE PUEDE SALIR.

―Entonces escucha con atención: este mensaje es, posiblemente, el más importante que entregarás en toda tu existencia.

―NO FORMA PARTE DE MI PROGRAMACIÓN ENVIAR MENSAJES DE J’ONN J’ONZZ.

Y con esas palabras lo dejó solo en aquel pasillo. Iba a ser mucho más difícil de lo que pensaba, pero no tenía tiempo. Podía oír los pasos de los soldados buscándolo por todas partes, y sin sus poderes a pleno le resultaría imposible escapar. Sólo le quedaba una estrategia para usar, con el resto de energía que podía conseguir. J’onn cerró los ojos y se adentró en su propia consciencia, en los mares tormentosos de su ser y fue por su objetivo: su cuerpo, producto de su metamorfosis, se transformó para adoptar la forma física de Re’s Eda.


El Manhunter Supremo de Marte II observaba satisfactoriamente el despegue de las naves desde su sala de control. Todo iba según el plan, y una vez que cayera Ungara, tendrían un nuevo escenario en donde probar el terraformador. Si es que el maldito de T’ann T’azz no cometía ningún error. Sin embargo, su panorama se nubló de un momento a otro cuando se activaron las alarmas.

##Re’s, aquí J’ynn. J’onzz escapó.##

El marciano frunció el ceño y poco a poco se entregó a la furia que sacudía su alma.

―Maldición. Es hora de jugar duro con ese bastardo. Distribuye las pistolas de láser entre los soldados y que lo pulvericen.

##¿Estás seguro que podemos confiar en que manejen esa clase de armamento? ##

―Llevan meses con las espadas marcianas y probaron ser fieles. Recuerda esto: no subestimen a J’onn J’onzz.

La comunicación se cortó, pero Re’s abrió otro canal con H’ron I de forma inmediata. Fue N’or el que lo recibió desde la otra línea.

##¿Qué sucede? ## ―preguntó con un poco de sorpresa.

―No pierdan más tiempo e inicien el viaje con el campo estático. Necesito a Ungara en nuestro poder en 48 teers(2).

##¿Algo que deba saber? ## ―dijo N’or desconfiado.

Re’s le sostuvo la mirada unos segundos antes de apagar la pantalla y cortar la llamada. No tenía tiempo para discutir con su subordinado una cuestión de poder y quién poseía más.


El plan que había elaborado el Manhunter de la Tierra era pobre, demasiado simple y podía fallar en cualquier momento, pero era lo único que tenía y debía apegarse a él. Tal como había supuesto, K1-L funcionaba a modo de sensores, por lo que no podía caberle ninguna duda de que ante sí tenía al Re’s Eda real. La artimaña se sostuvo el tiempo suficiente para poder acceder a un hangar secundario en donde se guardaban naves pequeñas y de carga. Lo suficiente para salir del planeta, una vez en el espacio contaba con que sus poderes fuesen restaurados.

―¿Cuál es la mejor opción? ―le preguntó al androide observando las distintas naves.

―VIBRT, VERSIÓN B-029 ―respondió el robot, señalando a la nave en cuestión.

A primera vista parecía tener capacidad para una media docena de personas, pero era algo que no podía saber hasta tanto no la abordara. J’onn observó que varios soldados iban y venían a lo largo del hangar, y si bien su primera reacción fue la de esconderse, pronto recordó que no tenían por qué sospechar de su fachada. Así pues, se acercó con cierto disimulo a uno de los nuevos marcianos que estaba junto a la nave elegida.

―Señor ―dijo el alienígena de piel azul apenas lo vio llegar.

Si J’onn recordaba bien cómo era Re’s Eda, lo mejor iba a ser no responder ante el saludo. Formal y escueto ante alguien de rango menor.

―Necesito requisar esta nave ―fue toda la información que ofreció.

―Enseguida, señor. ¿Va a reunirse con el comandante Cott?

¿Reunirse con Cott? ¿En dónde? ¿Y por qué? Era un pésimo momento para mostrarse dudoso, por lo que su mejor opción fue seguirle la corriente. Después de todo, no tenía por qué darle explicaciones.

―Así es. Apúrese.

J’onn dejó que el virèlano acondicionara y preparase lo que debía, para luego subir a la nave. El interior le ofreció un entorno vagamente familiar, puesto que el diseño le recordó a ciertas naves que usó la Liga de la Justicia en algún momento de su historia. Asientos para cuatro pasajeros y un piloto, no era más que un transporte. El siguiente paso fue darle órdenes al guardia de que revisara otras naves, para mandarlo lejos, y luego se sentó frente a los controles.

―No parece tan difícil ―dijo en voz baja, para sí mismo. La nave claramente no era marciana, pero había sido alterada para que el sistema electrónico respondiera a la tecnología de su planeta. Siendo así, no había razón para no poder manipularla.― Veamos que hace esto.

Apretó un botón y una pantalla holográfica se desplegó ante sus ojos. Aparentemente, habían enviado un mensaje a cada nave de la armada informando sobre una invasión planetaria a Ungara, el hogar de Abin-Sur, si sus recuerdos no le fallaban. Varias habían sido las conversaciones que mantuvo con Hal Jordan con respecto a su antecesor. Aquello era una catástrofe en potencia, y lo peor de todo era que su propia especie iba a iniciarla.

―K1.

―¿SÍ, SEÑOR? ―dijo el androide, respondiendo al llamado.

―Necesito que envíes un mensaje.

―¿A QUÉ DESTINO?

―Oa.

Su plan inicial tenía como fin regresar a la Tierra en busca de ayuda, pero esto lo cambiaba todo. No podía permitir que Re’s y N’or cumplieran su venganza al destruir un mundo, o lo que fuera que tuvieran planeado. Una vez que terminó de darle el mensaje al androide y éste hubo partido hacia el espacio, se dispuso a hacer lo propio con su nave. Claro que no iba a ser fácil, de ninguna manera. No con su suerte, al menos.

Todo pasó rápido. Primero su habilidad de cambiar de formas desapareció de un momento a otro y, sin siquiera esperarlo, su metamorfosis lo devolvió a su forma marciana primaria. Aquello no hubiese sido tan terrible si las puertas del hangar no se hubiesen abierto en ese momento para desvelar la entrada de Cay’an y Uar’en, claramente muy apurados. Ya no tenía tiempo, por lo que elevó la nave y atravesó con destreza las compuertas exteriores.

«Muy bien, J’onn, estás a cinco minutos de la libertad» pensó para sí, esperando no cometer una estupidez que terminara costándole la vida. Había mucho movimiento de naves en el espacio aéreo del planeta, pero ni rastro de los transbordadores espaciales que mencionaba la ficha informativa. Ya los alcanzaría más adelante, primero lo primero. No estaba a salvo aún.

Y vaya que no. Varios disparos láser golpearon contra los escudos protectores de Vibrt, desviando apenas levemente su rumbo. Los sensores captaron que una nave de tipo caza lo perseguía a gran velocidad, y no le cabían dudas de la identidad de sus perseguidores. Iba a tener que salir del campo gravitatorio del planeta lo antes posible. J’onn no se consideraba un gran piloto, pero se defendía bastante bien, teniendo en cuenta las circunstancias. Debía realizar giros cada vez más exagerados para poder escapar de los rayos, sin dejar de prestarle atención a los controles de la nave. Una explosión en el costado derecho hizo que perdiera el control durante unos segundos, pero pudo mantener la misma velocidad en todo momento.

Una vez que hubo alcanzado el exterior, una duda irrumpió sus pensamientos. ¿Aquella nave estaría capacitada para alcanzar a los transbordadores de No’r Cott? No podía saberlo a menos que lo intentara. Y no iba a poder intentarlo a menos que sus perseguidores no dejaran de dispararle. Al salir del planeta y de su extraño núcleo, el marciano notó que su cuerpo nuevamente le respondía como debía ser, y poco a poco se reacomodó a su forma natural de siempre. Desconocía qué tan bien iban a funcionar sus poderes, pero era hora de un planteo violento.

Cerró sus ojos y, mediante sus habilidades psíquicas, se trasladó a las mentes de Cay’an y Uar’en, no para hablarles u ofrecerles memorias, sino para atacarlos. Era un movimiento completamente impropio y descortés en un marciano hacia otro marciano, algo peor que un insulto, pero no tenía alternativas. Sabía que ellos no iban a esperar algo semejante de su parte, por lo que se convertía en una ventaja que no podía desestimar. Se odió a sí mismo por pasar tanto tiempo con Batman en la sala de estrategias de la Liga, más no podía quejarse. Aquella intrusión dolorosa en sus mentes le dio la oportunidad de alargar el espacio entre ambas naves, encontrándose las dos en una carrera entre las estrellas.

«No es momento para pedir disculpas.»

Se lo tenía que repetir una y otra vez, mientras forzaba a la nave a ir más y más rápido. Sentía que su libertad estaba al alcance de la mano. Una vez que llegara a Ungara vería lo que le convenía hacer; detener a N’or era lo primero, eso seguro, pero no podía hacerlo solo. Si tan solo tuviera la confirmación de que algún Green Lantern iría en su auxilio...


Una explosión se llevó la mitad de su nave en un fragmento de segundo. El fuego y las esquirlas lo rodearon por completo, y de repente todo se detuvo. ¿Qué demonios había pasado?


Los Manhunters Uar’en y Cay’an perseguían la nave en la que se había escapado el traidor J’onn J’onzz.

―Casi lo tenemos ―informó el marciano.― Prepárate a disparar.

Cay’an no estaba del todo segura si aquello era lo correcto, pero no contaba con muchas opciones. Por lo que configuró el sistema de ataque estableciendo como blanco la parte más débil de la nave enemiga.

―En posición.

Justo en el momento en que Uar’en se disponía a presionar los gatillos, el vehículo espacial de J’onn explotó y desapareció de su vista. Los sensores tardaron unos segundos antes de detectar los distintos restos que flotaban en el espacio.

―Por H’ronmeer ―murmuró el Manhunter.

Ninguno de los dos daba crédito a lo que sucedía ante sus ojos. ¿Qué había pasado? Como respondiendo a sus preguntas, una enorme estación espacial se presentó por encima de ellos. El diseño de la misma pronto se les hizo notoriamente familiar: varias esferas gigantes conectadas entre sí por puentes.

―El Conglomerado de Manga Khan(3) ―puso en palabras Cay’an.

Uar’en posó sus ojos rojos en aquella nave un instante más y luego dijo con determinación:

―Salgamos de aquí.

La suerte de J’onn J’onzz ya no estaba en sus manos, por lo que iba a ser mejor para ellos dejarlo por el momento. Ya iban a tener tiempo de replantear su estrategia después de que hubiesen informado a Re’s Eda, pero no les convenía seguir por los alrededores. Pese a todo, no dejaban de preguntarse, ¿qué podría querer alguien como Khan con el Manhunter de Marte?


Continuará


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Referencias:
1 .- Ver número 1
2 .- Estaríamos hablando del equivalente a 12 horas terrestres. Este sistema es de mi invención para esta historia
3 .- ¿No sabéis quien es Manga Khan? Bueno, tendréis que esperaros al siguiente número para que hablemos más extensamente de él. Diremos que es un viejo conocido de la Liga de la Justicia Internacional con serios problemas de autocontrol...

2 comentarios:

  1. "Un episodio interesante donde nos vas presentando la situación a cuenta gota, después de la tensión de los capítulos previo, este con su altas y bajas me parece un episodio muy bien logrado. De verdad, es atractivo, además del Cliffhanger. Esta versión retorcida y vengativa de los marcianos da que pensar.

    La portada de Juan Andrés, de verdad le ha quedado genial, plasmado a la perfección la escena más impactante del episodio, claro está y la más esperada."

    Comentario publicado originalmente por el usuario "William Darkgates" con fecha 06/10/2015

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  2. Esta serie sigue yendo a más con un tercer número en el que todo lo planteado en los dos previos comienza a tener consecuencias y los vientos de guerra empiezan a soplar.

    Muy interesante la huida de J'onn, bien llevado el ritmo de aventura espacial y excelentemente dispuestas las conexiones con el resto del Universo DC (con mención especial para Oa y el Cuerpo de Green Lantern, claro :P ).

    Único defecto que le encuentro, el que mencionaba Carlos: los abundantes nombres marcianos que resulta difícil de identificar pasado un tiempo de la lectura de los números anteriores. ¿Quizá algunas notas más al final del texto recordando quién era quién podrían haberlo solucionado?

    Estoy enganchadísimo a este Martian Manhunter de Martín Xicarts, y lo mejor, es que ese pedazo de cliffhanger con el que nos sorprende al final de este número sólo me hace pensar lo mejor de cara al próximo episodio.

    La portada de Juan Andrés Campos, por otra parte, también me ha gustado mucho. Transmite perfectamente los sentimientos de J'onn, queda chula a pesar de su sencillez y cumple muy bien su papel de reclamo.

    Comentario publicado originalmente el 11/10/2015

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