Daredevil nº01

Título: Equilibrio (I): Manhattan, el paraiso perdido
Autor: Parménides
Portada: Ovidio Maestro
Publicado en: 

Con Matt aún tratando de adaptarse a su reencontrado equilibrio, nuevas y sorprendetes amenazas surgen en su vida. ¿Estará preparado para todas ellas?
Vive en una noche eterna, pero la oscuridad está llena de sonidos y olores que otros no pueden percibir. Aunque el abogado Matt Murdock es ciego, sus otros sentidos funcionan con una agudeza sobrehumana... Abogado de día, vigilante de noche... El Hombre sin miedo
Creado por Stan Lee y Bill Everett


El edificio estaba a oscuras.

Un recorrido por los sinuosos pasillos de los diferentes pisos nos hubiera mostrado, a lado y lado de nuestro punto de vista, las puertas que conformaban el complejo entramado de oficinas, consultas y despachos. Pero ese recorrido no sería posible ahora.

El edificio estaba tranquilo.

Eran las 3 A.M. y los diferentes nombres estampados en estas puertas estaban tranquilos. Como si estuvieran durmiendo, cosa que probablemente estaban haciendo, aunque en otro lugar, las personas a quienes pertenecen esos nombres. En el primer piso, Importaciones Malper. En el segundo piso, el Dr. Hugo Faustus. En el tercer piso, Nelson & Murdock, abogados. En el último piso, la nueva empresa Inmobiliaria Mary Astor.

El edificio estaba durmiendo.

Pero dentro, algo estaba inquieto. Un murmullo visto por casualidad, una sombra oída a destiempo, un rastro notado un segundo tarde, un roce donde nada debería quedar. El edificio bostezaba, sentía algo extraño dentro de sí. Un reloj hacía tic tac. Un mecanismo se activaba. Cuando nada hacía presagiarlo, de repente, el Apocalipsis.

¡¡¡¡BOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOMMMMM!!!!


- ¡Increíble! ¡Inaudito! ¡Tremendo! ¿Tú crees que esta gente está en su sano juicio, Matt?.- Foggy gesticulaba y hacía enormes aspavientos, al tiempo que sujetaba con firmeza el papel que era motivo de su enojo.

- Cálmate, viejo amigo, no podemos dejarnos llevar por el enfado. Ahora no.

Matt estaba en el centro de la sala, apoyado en el bastón. Visto en esa situación, nadie hubiera pensado que ese hombre es mucho más de lo que parece. Pero lo cierto es que se sentía cansado, abatido, derrotado. A su alrededor, cascotes, muebles destrozados, cristales rotos desparramados por doquier. Todos los archivos perdidos. El trabajo de tantos años hecho añicos. La bomba había explotado en el despacho que habitualmente utilizaba Matt, y había pulverizado media planta, llevándose por delante, evidentemente, el resto del bufete que compartía con su socio. Los daños eran cuantiosos y la onda expansiva había afectado los pisos superior e inferior. Afortunadamente, la estructura del edificio había resistido.

- ¿Has llamado a Elaine y a Angela para contarles lo ocurrido? .–preguntó Matt.

- Sí, hoy no vendrán a trabajar. Se lo he contado todo menos lo peor.

Elaine Kendricks y Angela Barbato [1] . Las investigadora y secretaria de Nelson y Murdock. No tendrían un lugar donde trabajar hasta dentro de un tiempo, pensó Matt.

- Al menos, esta vez utilizaron una bomba de relojería en lugar de un avión –añadió el abogado ciego con socarronería.

- Tampoco es momento para bromas, socio. ¡Nelson y Murdock se enfrentan a una situación tensa, casi me atrevería a decir límite! ¡No tenemos despacho! ¡No tenemos memoria histórica! ¡No tenemos donde ir! ¡No tenemos una mierda! ¡Y encima esto! -Foggy estaba visiblemente enfadado. Los curiosos que se habían congregado esa mañana ante las puertas del despacho de unos de los abogados más famosos de Manhattan, estaban expectantes. Esperaban ver una segunda explosión, esta vez de ira, que alimentara sus incesantes deseos de espectáculo y morbo. Los policías que estaban revisando la zona en busca de pistas intercambiaban de vez en cuando una mirada cómplice ante los ataques de ira del gordo abogado, tal vez pensando en alargar la inútil búsqueda de alguna clave que revelara el origen de la explosión, en aras de librarse de trabajo más pesado.

Lo que más enfurecía a Foggy, lo sostenía él mismo en la mano. Era un pequeño papel amarillo.

El gordo letrado prosiguió: - ¡Una jodida citación! ¡A nosotros! Es como si a Michael Jackson, Dios le mirara a la cara y le dijera “después de todo lo que has recorrido, ¡Ahora vas a ser negro de nuevo!”. ¡No lo entiendo! ¡A la mierda! ¡A la mierda!

La citación había llegado poco después de que Matt y Foggy entraran en el dañado edificio esa misma mañana y su ánimo ya estuviera, como las paredes de su despacho, por los suelos. En ella, eran citados a declarar ante el juez al día siguiente, acusados de ser los causantes de provocar la explosión. Acusados de ser los causantes de la explosión. Acusados. Causantes. Explosión. Cuando Matt supo de su contenido, se puso en estado de shock. Aún estaban humeantes los restos del siniestro, ¿y ya había una acusación formal contra ellos? Además de lo ridículo del caso (“¿quién iba a querer destruir su propia propiedad?”), ¿cómo habían sido acusados tan rápidamente? Matt conocía de sobras los cauces que una acusación como aquella debería tomar, y conociendo la rapidez mercurial del sistema judicial, todo aquello parecía difícil de creer. Pero sobre todo, ¿por qué?.

Foggy continuaba con sus ataques. La indignación de vez en cuando se trocaba en rabia. Era cierto que Foggy nunca había sido el ser humano más equilibrado de Nueva York, pero la situación lo había sacado totalmente de sus casillas.

- ¡Voy a pisar la cabeza a quien lo ha hecho, Matt! ¡Vamos a ir a por él!

- ¡Diablos, Foggy! ¿quieres calmarte? ¡Para ya! En primer lugar, tenemos que defendernos, cosa que no va a ser difícil porque todavía no entiendo cómo pueden acusarnos a nosotros ¿Quién iba a querer destruir su propia propiedad? Y en segundo lugar, para buscar el culpable y “pisarle la cabeza” necesitamos tiempo... y dinero. Dinero que no tendremos porque a pesar que el Seguro cubra lo que ha sido destruido, ¿qué vamos a hacer mientras tanto? Vamos a tener que alquilar otro de estos carísimos despachos y hacer todas las gestiones para el traslado. Si últimamente la situación no era muy boyante... ¡ahora debemos buscar clientes más que nunca!.

- Grmblllfxs... tienes razón Matt... tienes razón... pero no hace falta que seas tan... tan... cargante, ¡don Perfecto!.

- Eh, tranquilo ¿eh? Al menos uno de los dos tiene que pensar.

- Tranquilízate tú, sabelotodo.

- Imbécil...

La explosión había dejado humo tras de sí. Pero no era humo lo que hacía que el aire fuera tan denso. Era la tensión que se mascaba en el ambiente.


¡KDAK!

El cable surgió del bastón, como siempre, con despreocupada celeridad.

Y al segundo siguiente, Daredevil ya se balanceaba por el próximo edificio, adyacente al que había dejado atrás. La ciudad hedía, últimamente parecía que todo oliera peor. Los pequeños detalles eran molestos: hollín en los guantes, pegajosos chicles en las botas, oxidados clavos que sobresalían por todas partes, viejos cristales rotos en los suelos... cualquier rozadura tiznaba de negro el traje escarlata. La suciedad.

La cocina del infierno parecía hacer honor a su nombre. Infierno, cocina, pensaba de vez en cuando Daredevil. Suciedad. Calor. Hedor. Parece que lo peor de cada concepto se mezclara en días como ese. Podía notar como las calles se llenaban de papelotes, folletos y octavillas, ofertas de quién sabe qué, promesas imposibles que nunca serían cumplidas. La publicidad, fuera de lo que fuera, olía normalmente peor que las calles.

Sudor. De vez en cuando, fuertes oleadas de acre humanidad se abrían paso por sus fosas nasales. Los súper sentidos, el don, resultaban en estos casos una maldición. Los numerosos ciudadanos que poblaban las calles esa noche no resultaban una excepción como generadores de metano. Daredevil podía sentir su olor, captar su estrés a través de la sudoración excesiva de sus cuerpos cansados. Cada balanceo lo acercaba más y más a la marea humana, cada latigazo de su bastón lo aproximaba más a la suciedad de los hombres.

Y en medio de todo ello, un pensamiento obsesivo que le martilleaba las sienes durante todo el día, haciendo hincapié en lo absurdo de las situaciones vividas en él: “¿Quién iba a querer destruir su propia propiedad?”.


- Hajbe o gue guegas. O gue oi a ejí dada.

- Procura vocalizar mejor, Turk. No te he entendido. –Daredevil sacó el bastón de la boca de Turk.

- ¡Sput!.- escupiendo. -Hazme lo que quieras. No te voy a decir nada.

- Eso no es lo que yo llamo una actitud conciliadora. .-Daredevil volvió a poner el bastón entre los dientes del delincuente. Turk empezaba a marearse. Claro que estar colgado boca abajo, del desagüe de un edificio, a quince metros del suelo, no era la posición más cómoda del mundo, ni facilitaba la circulación.

Tras una pequeña pelea en el bar de Josie, Daredevil había decidido que ese tipo de gimnasia era la que le convenía a Turk, para tratar de refrescar la memoria a uno de los chivatos más famoso de los bajos fondos... que todavía seguía con vida.

- Ejdá hien. Ejdá hien, iabo. U ada.

Daredevil sacó nuevamente el bastón lleno de babas de la maltrecha boca. Turk tosió y escupió abundantemente.

- Maldito diablo hijo de perra. Llevamos ya muchos años para que me hagas esto cada vez .–Turk quería tocarse la magullada boca pero las manos atadas a la espalda se lo impedían.- Anda, desátame y vamos a ver a un tipo. A lo mejor sabe algo.


La visita al tipo no resultó del todo infructuosa. Cuando había visto aparecer a Turk seguido de cerca por Daredevil, a “El mecha” el corazón casi se le había escapado por la boca. Pero el diablo no quería trincarle, al menos no de momento.

Sólo había preguntado por bombas de relojería. Si alguien movía ese material. Si alguien había preguntado por detonadores. Si alguien utilizaba todavía ese tipo de petardos dentro de la ciudad.

“El mecha” no tenía el apodo por sus atributos físicos sino porque conocía casi todos los movimientos relacionados con cordita, nitroglicerina, trinitrotolueno u otras, que se hacían en la ciudad. Y había habido movimiento. Ya lo creía, ya. Un tipo nuevo. Siempre había pensado que quien utilizara ese tipo de detonadores, más le valía saber lo que hacía. Y ese tipo nuevo, tampoco parecía el típico vendido al primer grupo terrorista que pasara. Ni un fanático. Ese tipo era algo... diferente. ¿Cómo se llamaba? ¿Cómo dijo que...? ¿Cuál era su nombre? ¿Elías? ¿Samuel? Gabriel. Sí, Gabriel...

Y si lo único que quería Daredevil era saber el nombre del tipo nuevo, ¿quién era “El mecha”, cuya libertad condicional lo ataba de pies y manos mejor que una soga, para impedirlo?


Kingpin descolgó el teléfono, que dejó de sonar en el acto.

- Dame buenas noticias.

Al otro lado, una voz temblorosa relató lo que Kingpin quería oír. Sin interrumpir en ningún momento, Wilson Fisk fue asintiendo para sus adentros mientras el otro iba alegrándose por ser él quien le transmitiera las buenas nuevas. Cuando terminó, Kingpin musitó un “bien”, y colgó a continuación.

Entonces presionó un botón del intercomunicador que tenía ante sí. Del otro lado, una metalizada voz femenina contestó:

- Diga, Mr. Fisk.

- Prepare los documentos para la transferencia que hemos comentado esta mañana. La WFSK [2] ha sido desprecintada y hemos recuperado el permiso para reiniciar la WFET [3] . Todas las gestiones que se han hecho hasta ahora han dado sus frutos.

La secretaria contestó: -Enhorabuena, Mr. Fisk. ¿Llamo a Maltés y a Mr. Scott?

- Sí, llámeles, y que se pongan en marcha en seguida según lo planeado. Maltés se va a ocupar de la radio y Mr. Scott de la televisión.

- Bien señor... por cierto ¿Van a mantener el nombre de las emisoras? Lo digo, para empezar a negociar los derechos sobre los nombres...

- No... vamos a hacer algún cambio. La radio, WFSK, va a pasar a llamarse Falcon Radio... eso nos facilitará la obtención de permisos. Arregle lo necesario. La televisión, WFET, por otro lado... no tenemos ningún problema con ese nombre. Llame a los chicos de Marketing, que se ocupen ellos. No creo que sea incompatible ese nombre con la nuevo orientación para la cadena.

- Entendido, Mr. Fisk.

- Una cosa más.

- Diga, Mr. Fisk.

- Ocúpese que todos los que han colaborado en la recuperación de las emisoras sean recompensados. Con generosidad.

- Sí, Mr. Fisk.

Kingpin soltó el botón del intercomunicador. Se arrellanó en su sillón y una leve sonrisa cruzó su rostro. Las piezas iban encajando poco a poco. Las ondas tendrían nuevamente el Amo que nunca debió dejar de serlo.


Gabriel, Gabriel, Gabriel... ¿qué le decía a Matt ese nombre? Le decía varias cosas.

Le decía lo frustrante que era tener un día en el que te revientan el despacho. Con lo que pierdes un montón de dinero, pierdes los archivos de toda una vida de abogacía, pierdes muchas oportunidades, pierdes contactos para con nuevos clientes... y hasta pierdes los nervios con tu mejor amigo.

Le decía lo pesaroso que era a veces el sistema judicial, al que uno ha decidido consagrarse, y donde la ley actúa habitualmente con una lentitud exasperante, excepto en los casos donde Murphy el legislador ha metido baza y empiezan a trastear contigo mismo, citándote a una inútil vista oral previa que te hará perder el tiempo.

Le decía lo agobiante que es vivir en una ciudad de diez millones de habitantes donde parece que cada uno vaya a la suya, nadie mueva un dedo por nadie y donde lo único que consigues tras toda la jornada partiéndote la cara, es recelos, engaños, desconfianza... y solamente un nombre. Solamente. Gabriel. Gabriel. Gabriel. Y ese nombre no le ayudaría nada en la vista de mañana... aunque no necesitaba ayuda... ¡el caso era tan ridículo! ¿Quién iba a querer destruir su propia propiedad?.

Daredevil descendió cuidadosamente por la claraboya que le hacía de entrada a su casa. Su casa, el refugio, el reposo del guerrero. Esa casa oscura y solitaria, que le servía de morada cuando no salía a combatir el crimen, bien como Murdock, el abogado, bien como Daredevil, el autoproclamado defensor de la Cocina del Infierno.

En momentos como este, Daredevil maldecía lo solitaria que resultaba su vivienda, incapaz de ofrecerle distracción ante todo lo que se le había avecinado encima durante el día. Era el momento de desconectar, de tratar de olvidarlo todo por un momento, de buscar refugio en el descanso.

¡Y cómo echaba en falta otros momentos con compañía! Cuando el volver a casa le resultaba mucho más placentero y aliviante. En los momentos en los que compartió piso con Natasha, Heather, o Karen... Karen. ¿Cuánto tiempo hacía que la había perdido? Cómo la echaba de menos en momentos como aquellos... su risa, su olor en las sábanas, su cepillo de dientes en el baño...

Mientras Daredevil se quitaba la máscara y abría el frigorífico en busca de algo en lo que ahogar sus frustraciones y pensamientos melancólicos, encendió el televisor para distraerse. Aunque no pudiera verlo, le gustaba notar las ondas que emitía. Le relajaba. Entonces se fue a la habitación del fondo, siguiendo un impulso inconsciente, donde todavía estaban las cosas de Karen en una caja... pero no. No rebuscaría entre los dolorosos recuerdos. El dolor emocional no le haría sentir mejor, ni le haría olvidar el horrendo día que había tenido. Al menos había descubierto una pista. Liviana, lejana... pero una pista. Un nombre, Gabriel.

Mientras volvía sobre sus pasos hasta la cocina, refresco en mano, Daredevil pudo oír perfectamente como el presentador de las Noticias afirmaba, en el resumen de la jornada, como las antiguas WFET y WFSK anunciaban, tras numeroso problemas legales, el retorno a su emisión.

- Anda, sólo faltaba ésta...


A la mañana siguiente, en los juzgados, Foggy se acercó a Matt.

- He empezado a moverme para conseguir unas oficinas donde ubicarnos temporalmente... hasta que todo esto se arregle.

- Foggy, el precio...

- Mira, olvídate de todo. Olvídate del precio. Estoy en negociaciones con un nuevo cliente que puede solucionarnos todos los problemas.

- Y se trata de...

- No importa. Olvídate de quién se trata. Todavía no está cerrado el trato. Pero puede ser un trato muy beneficioso para nosotros. Quiere que le representemos en terrenos que son nuevos para nosotros, pero paga muy bien.

- ¿Quién es, Foggy?

- Mira, eso no es importante, ahora. Todavía no está cerrado el trato. Te lo diré después de la vista.

- Venga, ¡no seas ridículo! ¿De quién se trata? ¿Pasa algo malo, Foggy? Estás todavía molesto porque ayer, yo...

- Olvídalo, olvídalo... OH... tenemos que entrar...

Foggy se adelantó y entró en la sala. Matt se quedó con la palabra en la boca... y con la sensación que ese oscurantismo que su socio le aportaba a los asuntos no presagiaba nada bueno. ¿Estaría dolido todavía por la pequeña bronca del día anterior? Probablemente. Matt aún lo estaba.

El honorable juez Chalmers presidía la sesión. La acusación estaba formada por una chica desconocida. Nunca antes la había visto.

- ...Vista B-4555-MD. Seguros “El Arca”contra Nelson y Murdock...

¡Así que era eso! Matt no pudo reprimir un gesto de asombro al descubrir que era su propia aseguradora la que los había denunciado... pero que pensaran que habían sido los propios Nelson y Murdock quienes habían provocado la explosión... ¡ridículo! No tenían ningún móvil... excepto el de cobrar el dinero del seguro... pero así se quedaban sin su medio de trabajo... con lo que no se sostenía demasiado... bien, no tendrían excesivos problemas en demostrar al jurado lo ridículo del tema...

El juez continuaba con la presentación:

- ...se defienden a ellos mismos, Franklin J. Nelson y Matthew M. Murdock. Por la parte de la acusación, la señorita Olivia L. Orton y... ¿no ha llegado todavía su compañero? Vamos a tener que empezar sin él ¡Ah! Ahí está...

Las puertas se abrieron y apareció por ellas el segundo miembro de la acusación.



-... por la parte de la acusación, pues, la señorita Orton y Claude R. Unger.

¡Unger! Esa despreciable sanguijuela estaba implicada de algún modo. Unger, el polémico, pedante y artificioso picapleitos. Desde el asunto Griggs [4] , Unger se la tenía jurada a Matt... no desaprovecharía ninguna oportunidad para tratar de vencerle... o como mínimo de perjudicar su imagen... suerte que en este caso no tendría nada que hacer... ¿o sí? Matt empezaba a preocuparse por momentos. Unger era un fantoche... pero hábil.

- Damas y Caballeros. Se abre la sesión.- espetó el juez Chalmers.

Un escalofrío recorrió la espalda de Matt. Algo no iba bien. Algo se le escapaba.

Lo que le parecía una fácil defensa ante un caso sin fundamento, empezaba a preocuparle seriamente. Unger no se habría metido en un fregado semejante si no tuviera un as en la manga... Y Matt no tenía ninguna idea de qué se podría tratar. La acusación no tenía ningún sentido... ni Matt ni Foggy habían puesto ningún explosivo. Por lo poco que había podido averiguar como Daredevil, era posible que el tal Gabriel fuera el culpable. Evidentemente, esto no tenía ninguna utilidad a efectos del juicio, pero era un nombre por el que empezar a averiguar cosas. Necesitaba tiempo para investigar por su cuenta. Ahora bien ¿Por qué alguien habría querido destruir el despacho de dos abogados? ¿Tenían, sin saberlo, algún archivo comprometedor para alguien? ¿Se trataba de una venganza personal? No lo sabía, y la única manera de averiguar algo significaba inevitablemente encontrar a Gabriel. Pero... ¿dónde? ¿Por dónde empezar? ¿Era buena idea continuar buscando a los matones y chivatos que conocía por su carrera como Daredevil o como Jack Batlin, “ingeniero social” [5] ? Necesitaba tiempo, tiempo... un aplazamiento.

Matt actuó de inmediato:

- Señoría, con la venia, la defensa solicita un aplazamiento de veinticuatro horas.

Foggy miró a Matt, mientras ambos esperaban la reacción del juez:

- Oye... al menos podías habérmelo consultado... .–le dijo Foggy en voz baja.

El juez Chalmers hizo acercarse al estrado a la defensa y a la acusación.


Daredevil saltó al vacío. La noche le daba en la cara. La ciudad continuaba igual o peor. Pensó que irónicamente, la urbe parecía un ser vivo que reaccionaba de la misma manera que su propio cuerpo a las malas noticias que no dejaban de llegarle. La suciedad continuaba por doquier. El aire estaba más contaminado que de costumbre. Los papeles continuaban inundando las calles... y el viento los hacía volar, cosa que a veces molestaba un poco la precisión de su radar. ¿Qué diablos hacían tantos papeles por las calles aquellos días? Tendría que prestarles atención en algún otro momento. ¡KDAK!

Al tensarse el cable de su bastón, empezó la parábola invertida que lo llevaría a la azotea del edificio que tenía ante sí. El día había acabado siendo mucho más desastroso que el anterior. La vista de la mañana y la enésima discusión con Foggy, le habían puesto de muy mal humor. Estaba sumido en su océano de pensamientos.

- Eh, ¡demonio!

El grito sorprendió a Daredevil. No se había dado cuenta de que en la azotea había alguien más. Pero ¿estaba ya allí o llegó después de él? No había oído nada... ni lo había captado con el radar hasta que la voz sonó. Parecía como si hubiera aparecido de la nada... o hubiera sido tan sigiloso que ni sus sentidos aumentados habían sido capaces de captarlo.

El extraño empezó a hablar:

- Llevo un rato siguiéndote... y tú ni darte cuenta ni nada. Sieeeeemmmmpre dándome la espalda. Estás hecho un despiste, demonio. ¿Estás preocupado por algo?.

Era un hombre fuerte pero esbelto. Tenía la misma altura y complexión que Daredevil, aunque había algo que lo hacía diferente... algo en sus movimientos. Parecía que cualquier movimiento que hacía tuviera un sentido. Era una sensación extraña, difícil de explicar, pero parecía realmente que ningún gesto de los que hacía sobrase. Su ondulante pelo rubio se mecía suavemente a merced del viento que soplaba en la azotea de el edificio. Una sonrisa, algo inquietante, partía su rostro casi por la mitad.

-¿No estarás buscando el causante de que Nelson y Murdock tengan que utilizar el banco del parque como despacho? Porque... demonio, al causante lo tienes ante ti. Gabriel, tu seguro servidor.

¡Gabriel! La sorpresa por la aparición indetectada del extraño fue transformándose, poco a poco, en una sensación extraña, mixta, entre rabiosa por todo lo que aquello significaba... y fascinada por la energía interna que parecía desprender ese misterioso personaje. Hablaba suavemente, de una forma casi hipnótica. Y continuaba moviéndose, acercándose poco a poco a Daredevil, de esa manera tan especial, sin que ningún movimiento, oscilación o contracción muscular, pareciera en balde. Recordaba al agua en movimiento.

- Estás poco hablador, ¿eh, demonio? Tú eres de aquellos que resuelven las cosas físicamente ¿verdad? Una buena pelea te excita, te pone caliente... estoy viendo ese bastón tuyo... A ti te va el sado, ¿eh, rojo?.

Gabriel era un provocador, eso estaba claro. A pesar que Daredevil hizo un esfuerzo por contenerse, empezó a sentirse furioso. Ese día y el anterior habían sido largos y frustrantes. La vista previa lo había puesto realmente nervioso. Y ahora ese payaso aparecía ante él... con ganas de recibir una buena paliza... y se la daría. Daredevil le haría pagar su descaro... y además era culpable. Sí, culpable. Daredevil podía llegar a convencerse a sí mismo de que la paliza que le daría a Gabriel sería únicamente a causa de su culpabilidad... y no a causa de que necesitaba una vía de escape a sus frustraciones.

Gabriel continuaba hablando:

- Mira, vamos a hacer una cosa. Voy a lanzar una moneda al aire, demonio, a ver quién empieza con factor campo a su favor... A ti te doy cruz, porque con ese traje de demonio que llevas, me parece de lo más irónico... Yo me quedo con la cara...

Gabriel lanzó la moneda al aire.

- La lanzo y... ¡HOP! ¿qué ha salido, demonio? ¿Puedes ver lo que ha salido? ¿Puedes VERLO? demonio, ¿puedes VERLO?.

Daredevil se quedó estupefacto. O ese tipo tenía un don especialmente mágico para poner el dedo en la llaga casualmente o... sabía perfectamente que Daredevil era ciego.

Continuará...

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Referencias:
1 .- Ambas se presentan en los números MK:DD 20 USA, en la etapa de Gale-Winslade
2 .- WFSK, emisora de radio creada por Kingpin que apareció en DD 357, en la etapa de Kesel-Nord
3 .- WFET, Wilson Fisk Entertainment Television, emisora que apareció en DD 294 y de la que Kingpin fue desposeído en “La caída de Kingpin”, todo ello en la etapa de Chichester-Weeks.
4 .- Matt Murdock conoce a Claude Unger desde el mencionado MK:DD 20 USA, en la etapa de Gale-Winslade.
5 .- De cuando Matt Murdock fue dado por muerto y adoptó la identidad de Jack Batlin, en DD 327 USA, en la etapa de Chichester-McDaniel.

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