Daredevil nº09

Título: El imperio de los sentidos (IV): Gusto
Autor: Parmenides
Portada: Sigmund Nemo
Publicado en: Febrero 2005

Abrumado por unos sentidos cada vez más fuera de control, Daredevil está perdido, mientras Kingpin amenaza con destruir Nueva York para llevar a cabo sus planes.
Vive en una noche eterna, pero la oscuridad está llena de sonidos y olores que otros no pueden percibir. Aunque el abogado Matt Murdock es ciego, sus otros sentidos funcionan con una agudeza sobrehumana... Abogado de día, vigilante de noche... El Hombre sin miedo
Creado por Stan Lee y Bill Everett

Resumen de lo publicado:Después de reencontrar el amor en su vida con Maya, Matt se da cuenta que el Equilibrio por sí solo no es suficiente para permitir el crecimiento interior, que ha sido siempre lastrado por la coraza ante sus miedos. Pero justo cuando se dispone a enfrentarse a ellos, su mundo explota: para tapar la investigación sobre un nuevo y superadictivo tabaco, Ben Urich es sobornado. Por otro lado, Tifoidea ataca a Daredevil y éste se da cuenta de que ella ha asesinado a su amigo Aníbal Archibald. Además, Foggy sucumbe a un ataque al corazón que Matt debió haber detectado. Todo ello, junto con la creciente expansión de sus sentidos, sume a Daredevil en una devastadora borrachera de sentidos.

- El desarrollo y ampliación del gusto, del buen gusto, empieza por ver las cosas desde ópticas y ángulos muy diferentes-, comentó Agua.

- ¿Tú crees que tiene que ver con el buen gusto? ¿O se trata simplemente de aprendizaje?- preguntó Gabriel.

- Bueno, una cosa lleva a la otra. Imagínate una exposición de Rembrandt...

- ¿El pintor holandés?

- Sí, el mismo. Puede que al no conocerlo, una exposición de un pintor sobrio pero no totalmente realista, con esos trazos difuminados en sus personajes, disguste a más de uno, a pesar de su evidente habilidad para retratar los sentimientos.

- No entiendo donde quieres llegar. Un pintor es un pintor, y uno ve si un cuadro es bueno o no a simple vista.

- No exactamente. No es lo mismo ir a esa exposición por tu cuenta, donde disfrutarás a tu manera de lo que veas y de lo que sientas, que ir acompañado de un experto, donde sus consejos y óptica a buen seguro te harán ver las cosas de otro modo, seguramente ampliando la base sobre la que descansa tu gusto actual. Es un hecho objetivo que cuántas más cosas conoces sobre lo que estás viendo, más fácil es el establecer un lazo empático con ellas y desarrollar un gusto más amplio...

- Sí, es lo que siempre se ha dicho sobre los enemigos –añadió Gabriel. -Cuando ves durmiendo a algún enemigo, es más difícil concentrarte en tus sentimientos negativos hacia él, porque de algún modo lo ves en paz, comprendiendo un poco más el por qué de sus motivaciones... y eso hace más fácil el entendimiento y más difícil que continúe siendo un enemigo irreconciliable.

Agua miró a su interlocutor con una mirada serena. Y hacía días que tenían profundas conversaciones, enriqueciéndose mutuamente con sus puntos de vista respectivos: -Veo que estás mejor, Gabriel, que estás aceptando tu situación de manera más entera... ¡cómo han cambiado las cosas desde la primera vez que vine a visitarte aquí!.

- Está claro que tomarse las cosas con calma hace que los pequeños detalles se hagan más apreciables. Cuando entré en Ryker’s tenía demasiado rencor y odio dentro de mí como para realmente poder apreciar lo que estaba a mi alcance... necesitaba desesperada y desenfrenadamente una tormenta de estímulos que desactivaran lo que, como una bestia rugiente, sentía dentro de mí hacia mis enemigos, la decepción hacia Kingpin... y el odio hacia Daredevil.

- Exacto, es como con Rembrandt, apreciar sus pequeños detalles ha afinado tus sentimientos hacia ellos...

- Agua yo... Aún así, no estoy completamente tranquilo. Algo dentro de mí todavía parece no estar en su sitio.

- Estás bastante cerca ya, Gabriel. Las claves de tu desasosiego están verdaderamente a tu alcance. Sólo debes aceptarlas y tratar de ser feliz con ello.

- No sé a qué te refieres... me sigues perdiendo con tu forma de hablar, sin acercarte directamente a lo que quieres decir... es tan... ¡oriental! ¿qué me quieres decir? ¿Qué me pasa? Aunque saldré sólo dentro de unos meses, tú tendrás que regresar muy pronto a tus obligaciones en Osaka, y me gustaría saber qué...

- Eso, pequeño, debes de descubrirlo por ti mismo... y estás a punto.



Daredevil se había sumergido totalmente en un mundo de ensueño, parecido a los escenarios de Lewis Carroll. No había caído lentamente, como arrastrándose por un tobogán, sino que se encontraba de lleno en un ello como si se hubiera tirado de golpe a la piscina. En el algún momento del pasado había sentido cosas parecidas [1] , pero la magnitud de su actual situación excedía lo vivido anteriormente, como el huracán excede a la brisa. Sus sentidos, aliados inseparables en tantas ocasiones, estaban en esta ocasión convirtiéndose en la jaula irrompible que atrapaba sin remisión su espíritu. Cada uno de ellos estaba estirando de una cuerda invisible, adentrando a Daredevil en un mundo propio de excesos ilimitados. Cada sentido trataba de llevar al resto del cuerpo a un viaje imposible por sus extremos, por el territorio más fértil que pudiera alcanzar.

El olfato le arrastraba hacia un maremoto de olores, que le entraban por la nariz, atravesaban su sistema pulmonar y chocaban estrepitosamente contra sus entrañas, inundando sus cavidades con sensaciones que no había experimentado nunca: el olor del tiempo cuando se tiene prisa, el olor de la incertidumbre cuando se toma una decisión, el olor del magnetismo cuando un metal se acerca a un imán... se sumaban a los olores que habitualmente sentía, multiplicados eso sí, por cien mil. Uno, tras otro, olores como martillos golpeaban con fuerza a Daredevil.

El tacto le arrastraba hacia el doloroso raspor de un millar de agujas. Las sensaciones entraban por cada uno de los poros de su piel, en especial por las yemas de los dedos, con una intensidad malsana que lo hacía enloquecer: Tocaba la verde primavera que se extendía como una mancha, el tacto de la brisa vespertina que lo azotaba como un huracán, el tacto del odio que había dejado atrás Tifoidea...

El oído era la puerta a manos de hierro que se le metían por las orejas y sacudían todo su mundo interior con un dolor inenarrable. Un pitido constante ensordecía su mundo, como si se hubiera encendido un equipo de música con el volumen al máximo en un convento con voto de silencio. Sonidos de cosas que nunca había llegado a imaginar que existían, retumbaban ensordecedoramente en su cabeza: la brutal cascada de sonido que suponía la sangre en movimiento, el resquebrajamiento imparable que suponía la contracción del edificio en el que estaba por el enfriamiento del atardecer, la imparable rotación de la tierra...

El gusto se le había disparado espectacularmente. Todas y cada una de las comidas que había hecho en su vida habían dejado un rastro microinfinitesimal que podía sentir en todo su esplendor en ese momento: era capaz de sentir el avasallador sabor salado de su saliva, abrumarse por el flúor que su placa dental supuraba, o ser golpeado por la cantidad de alquitrán que tenía el aire que entraba por su boca.

Su sentido del radar se había sensibilizado hasta tal extremo, que sentía los objetos de toda la ciudad en el mismo momento, todos los edificios, todas las personas, todos los coches, todas las ratas... Su abrumador sónar le golpeaba sin misericordia al captar todos y cada uno de los movimientos, grandes y pequeños, que pasaban en diez kilómetros a la redonda. Las ondas de su radar tenían un alcance brutal, haciéndole capaz de percibirlo TODO. Demasiada presión para su conciencia, demasiada información para sus neuronas.

La recién desarrollada capacidad de leer el pasado de los objetos también le martirizaba salvajemente. Todos los deshollinadores, barrenderos, amas de casa, ladrones, instaladores de antena, constructores, albañiles y amantes que habían pasado por esa azotea le susurraron todos los movimientos que habían hecho allí.

Empezó a notar otras sensaciones imposibles, de conocidos que no estaban allí. Se sintió capaz de percibir su pasado y futuro, de leer su estado de salud como si contara con un scanner, con nuevos sentidos que se le desarrollaban por momentos. Se hizo completamente consciente de ese sexto sentido que le permitió presentir el ataque al corazón de Foggy. Percibió nuevamente a Elektra, como oculta en las sombras de un callejón le mandaba un mensaje telepático: “Lo que limita el crecimiento no es la debilidad sino el miedo”. Vio a J. Jonah Jameson hablando con Ben Urich. Vio a Wilson Fisk gritándole a sus secuaces las palabras “¡UNA CORTINA DE HUMO!”. Vio a Tifoidea bramando al viento. Vio a Noel Archibald llorando en un hospital, sobre la cama de Foggy...

Daredevil, el que siente, el humano, era casi omnisciente. Y esa idea chocaba frontalmente con su visión de Dios. Pero a diferencia de Él, Daredevil no era todopoderoso. Todo ese torrente incontrolable de sensaciones apareció al mismo tiempo y no pudo resistirlo. El cuerpo que dirigía sus receptores sensoriales había perdido su capacidad de establecer prioridades, había perdido completamente el foco, el sistema central. Cada uno de los sentidos se había afinado demasiado, no podían actuar al mismo tiempo, complementándose. Así como en el pasado, Daredevil había llegado a perder sus poderes y limitado sus sentidos a la altura de los de un hombre normal, en esta ocasión había ocurrido lo contrario, perdiendo la capacidad de controlarlos. Habían explotado como una bomba y su débil cuerpo humano recibió la información que ni un millón de ordenadores podrían procesar en paralelo. Su capacidad fue tan lejos que no pudo resistirlo. Daredevil estaba intoxicado por sus sentidos. Era una borrachera de sentidos en toda regla.

Con la cabeza como un bombo, el cuerpo enfebrecido y el andar tambaleante, Daredevil enfiló un dubitativo y largo camino hacia su casa, a la que llegó casi milagrosamente horas después, cuando ya había anochecido del todo.



Ben Urich estaba sentado en el despacho del Director del Daily Bugle, J. Jonah Jameson, a punto de contar la historia que supondría el adiós a su ascenso, seguramente a su trabajo y, quizá incluso, hasta a su vida.

- Mira Jonah, sé que estás recibiendo presiones pero no sé hasta qué punto, así que me juego mucho contándote todo esto. Sé que el consejo de redacción está metido en el ajo y sólo puedo hablar directamente contigo. Sé que ese Paris de la consultoría es un topo de Fisk. Sé que mi oferta de ascenso no es más que un caramelo para que me calle. Pero no voy a hacerlo. Quiero contarlo todo. Y necesito tu ayuda.–Ben Urich no había estado tan seguro de algo desde que, ya hacía varios años, supo que la cereza también estaba podrida... precisamente a causa de la misma manzana que en esta ocasión era el responsable último del venenoso y adictivo nuevo tabaco [2] . De todos modos, el confiarle todo eso a Jameson era un tiro a ciegas porque no sabía si también podía estar implicado. Si lo estaba, el resultado final de esa conversación podía dejarle a Ben un sabor agrio como la hiel. Pero el sabor final dependía no sólo del gusto por la verdad, sino también de su olfato para juzgar a la gente, así como el sabor de la comida depende en parte de cómo huele.

- Jonah, escúchame, lo que voy a contarte no es cómodo, no hará nuestra vida más fácil, nos hará perder metas individuales y, probablemente, va a sacudir la ciudad como nada lo hace desde mucho tiempo. Pero es la verdad.

- No importa si no me gusta, adelante –contestó el Director.

- En pocas palabras: La nueva y exitosa marca de tabaco, “Radikal”, contiene un componente ilegal altamente adictivo. Más de cien mil personas en este momento pueden ser yonkis sin saberlo. Ese componente ha sido procesado y sintetizado por antiguos lugartenientes de Kingpin, nuestro actual gobernador. Y todo ello tiene el beneplácito, consciente o inconsciente, del propio Wilson Fisk. Esto es un atentado contra la salud pública en toda regla y puede salpicar de tanta mierda a Fisk que necesitaría cinco guerras en Irak para tapar el escándalo.

- ¡Ben! ¿Te das cuenta de lo que estás diciendo? Supongo que tienes pruebas en las que basarte para decir todo esto –inquirió Jameson, cogiendo el dossier que Ben le tendía.

- Por supuesto. Lo cual no resta un ápice de miedo a lo que siento en este momento –Urich contestó a esto sacándose la pipa de la boca. Jameson sonrió, mostrando esos amarillos dientes de hiena y provocando involuntariamente que el puro se torciera hacia arriba como una erección. Respondió:

- No es un héroe quien tiene cualidades extraordinarias, sino quien se enfrenta a sus temores. Fisk es muy poderoso y últimamente su influencia en este periódico se ha hecho notar más de lo que debiera, como bien sabes. Pero el poder nunca me ha amedrentado. ¡Fíjate como le doy constantes lecciones al trepamuros! Así que vamos a ver lo que tienes...



En el inmenso despacho del gobernador, Wilson Fisk aguantó estoico las noticias que sus siete consejeros le traían de sus espías en el consejo de redacción del Daily Bugle.

- Hemos perdido. Subestimamos las pelotas de Urich y Jameson y la edición de mañana llevará toda una primera página con el asunto –concluyó uno de ellos.

- Lo pagarán, jefe, acabo de ordenar a mis hombres que se encarguen de ellos –añadió otro hombre de negro. Fisk, sin perder la fría compostura, le contestó:

- Ya puedes decirles que vuelvan. Urich y Jameson son ahora intocables.

El hombre de negro se sintió empequeñecido por la voz de su jefe, que de haber sido afilada, le hubiera hecho rodajas. Todavía se atrevió a musitar un:

- Pero... nos van a traer problemas... tienen que pagar...

- Todos sois conscientes de las consecuencias que esta noticia va a comportar. Espero que os deis cuenta de lo que significa que el periódico de mayor tirada de New York publique mañana que el gobernador del Estado tiene alguna relación innegable con uno de los mayores escándalos contra la salud pública de la historia reciente. Supongo que todos entendéis que nadie va a apoyar a un hombre público en estas circunstancias. A esta hora de la noche las rotativas ya están en marcha, así que la publicación es imparable. Lo único que podemos hacer es prepararnos bien para las consecuencias, atrincherarnos bien donde podamos. La desaparición ahora de Urich y Jameson sólo empeoraría las cosas, pues reforzaría las sospechas sobre nuestra culpabilidad. ¡Perderíamos credibilidad política! Ahora somos políticos. Hemos dejado de hacer las cosas por la fuerza. Atrás han quedado los tiempos de extorsiones, ilegalidades y otras argucias de pequeño desgraciado. Es tiempo de otras estrategias, somos un gabinete respetable –le dio un deje irónico a estas últimas frases-. Ahora necesitamos una distracción civilizada, algo mediático. Hemos creado el caldo de cultivo necesario para que haya malestar en el bajo mundo, para que estén a la que saltan... Pero necesitamos un detonante, algo que nos sirva de catalizador y símbolo, que marque un punto de entrada al mundo de la confusión... Necesitamos espectáculo, movimiento, emociones... y drama. Descartamos el deporte, las ligas más importantes han acabado. Y la gente está un poco harta del mundo de la farándula. Necesitamos una cortina de humo. ¡UNA CORTINA DE HUMO! ¿Alguna sugerencia?

Un silencio sepulcral se hizo en la sala. Tras una pausa que pareció eterna se oyó una voz, que débilmente sugirió: -Tifoidea se ha escapado del manicomio -el hombrecillo no se atrevía a hablar: -Nos han informado que se la ha visto acosando a Daredevil...

- Eso está bien, ya había pensado en ella –Kingpin (porque ya era nuevamente Kingpin, el rey del hampa de New York, y no Fisk, el gobernador del estado, quien daba despiadadamente las órdenes), recuperó la sonrisa que no había mostrado hasta entonces. –Ella será nuestro detonante.

- Contactaré con Tifoidea –se aventuró el consejero más atrevido.

- Le gustará crear el caos –continuó Kingpin. -Dale gente, armas, vehículos, todo lo que pida. Que haga arder las cosas. Que destroce todo lo que pueda. Que destruya. Que mutile. Que mate. Que provoque, con su faceta más nihilista. Ese será el detonante que hará saltar los bajos fondos; Asustados y excitados como están por el rumor de que el gobernador Fisk va a por ellos, van a salir a la calle, a desatar la violencia. Lo veo. Va a haber algo grande, muy grande. Vamos a hacer que la ciudad se estremezca y tenga otras cosas en las que preocuparse.

Viendo a su jefe animado, disfrutando con la planificación de todos esos detalles, los siete hombres se habían ido tranquilizando. Pero esa sensación no duró demasiado.

- Aprovechando la confusión, quiero además que matéis a todos los que han tenido algo que ver con este asunto ilegal del “Radikal”.

- Pero si ya nos hemos encargado de los que lo empezaron, Jack y ese químico belga...

- No me has entendido. No quiero que estén muertos sólo las cabezas pensantes del asunto. He dicho TODOS los que hayan tenido algo que ver con “Radikal”, todos los que han tenido alguna implicación ilegal en ello, todos los que sabían desde el principio que esto no era un negocio limpio. Desde el capitán del barco que transportaba el cargamento desde Bélgica hasta quien se ha encargado de vender la idea a la empaquetadora de las cajetillas. Quiero muerto a todo el que haya ganado algo de dinero ilegal con ello.

La relajación que se había truncado por esa orden de asesinato tan brutal, se tornó directamente en puro pavor cuando Kingpin añadió:

- Una cosa más. Ayer os dije que sobre vosotros pesaba la responsabilidad de haber averiguado tan tarde todo este condenado asunto. Sólo quiero que sepáis que me acuerdo.



Ante un callejón oscuro donde Tifoidea acaba de acuchillar a tres rateros que creyeron ver en ella a una víctima fácil de robo, se detiene una furgoneta oscura. Está cargada con bates de béisbol, machetes, rifles, pistolas, dinamita y municiones como para equipar a un pequeño ejército. Cuatro hombres descienden de la furgoneta y empiezan a hablar con Tifoidea. Uno de los cuatro, Bruno, es el responsable de seguirla allá donde vaya con su escuadra de siete psicópatas, para repartir las armas y empezar a crear el caos.

Paris, de la consultoría de Recursos Humanos que asesora al consejo de Redacción del Bugle, recibe la noticia que en la calle va a haber jaleo. Rápidamente, telefonea a su hombre de más confianza, Palmer, para que estén atentos a los acontecimientos. La WFET, la cadena de Wilson Fisk, empieza a movilizar sus unidades móviles hacia el centro de Manhattan, en espera de que algo vaya a suceder.

Quin, antiguo acólito de tercer rango de Kingpin y a día de hoy recién salido de la cárcel, coloca el explosivo en el cruce por el que dentro de poco pasará el coche del juez de guardia que le condenó, tras recibir anónimamente la información sobre su ruta. Se esconde con el detonador en una esquina.

Pike, de los Eagles, llega corriendo a su cuartel general con el soplo que la banda de los Warriors está a punto de asaltarlos. Al mismo tiempo, Malone abre la puerta del cuartel general de los Warriors y anuncia que la banda de los Eagles está planeando un ataque sorpresa contra ellos. En un mínimo de catorce centros más se recibe un soplo similar sobre su banda vecina. Todos cogen lo primero que tienen a mano para usar como arma y salen a la calle.

Mr. Slaughter, el jefe de la banda de asesinos a sueldo y protectores, recibe la llamada que le confirma que debe movilizar a sus hombres para proteger el cargamento del Banco Federal, que pasará por el centro de Manhattan dentro de poco tiempo. Le confirman que la cantidad de dinero que llevará es tremendamente apetecible.

Bilge y Jocko corren a avisar a los proxenetas de su zona de Queens para que desaparezcan con celeridad tanto ellos como cualquier rastro de su actividad profesional, ya que tienen información de que la policía está en camino para enchironar a cualquiera que tenga que ver con la prostitución.

El informador anónimo habitual que habla con el Sargento McClauskey, le da el soplo del año. Se prepara una guerra de bandas para esa noche que va a asolar el centro de Manhattan. McClauskey llama a todos sus efectivos disponibles, incluyendo el S.W.A.T., y se prepara para una pequeña guerra.

El grupo de fanáticos nazis “Das vierte Reich”, de New Jersey, recibe la llamada de quien dice ser un representante autorizado por el Estado, que confidencialmente les promete apoyo logístico y económico en caso de que ellos hagan un gesto público de apoyo al gobernador Fisk. Unos minutos más tarde, la delegación de los Panteras Negras de Harlem recibe una llamada de la misma persona, proponiéndoles una incierta financiación a cambio de su público apoyo al gobernador Fisk. Los dos grupos son citados en una hora delante de la Grand Central Terminal para tener una charla informal con el presunto delegado del gobierno. A pesar de la poca fiabilidad que les merece la información, ambas organizaciones envían a un nutrido grupo de representantes.

El conductor de trenes Alan Smith vuelve tarde a su casa tras una dura jornada laboral. Al llegar al portal de su vivienda, cerca del puente de Brooklyn, se da cuenta de que se ha dejado la cartera en su taquilla de la estación. Cuando se da media vuelta para ir a buscarla, un escalofrío recorre su espalda al notar en un parpadeo, un repentino silencio en la habitualmente ruidosa ciudad, como ese ambiente electrificado antes de una tormenta. Algo raro está pasando, piensa. Alan Smith se convence de que puede recuperar su cartera mañana y entra en el portal rápidamente, presa de un inesperado miedo atávico.

Gustav Krapuscinsky ha subido a la azotea del edificio donde vive, cerca del Lincoln Tunnel, para buscar inspiración. Es poeta y ensayista pero actualmente padece un bloqueo de escritor. Hace días que no ve las noticias ni escucha la radio, en un vano intento de centrarse en él mismo para redescubrir su rico mundo interior. Le encanta sentir como el viento de la noche le azota la cara mientras observa las calles desde las alturas. Eso le ayuda a pensar. Esta noche, sin embargo, un temor iridiscente le sube desde el estómago cuando es testigo de la marcha nocturna de no menos de dos docenas de nutridos grupos de personas, muchos de ellos con antorchas, desde los distintos puntos cardinales hacia el centro de la Gran Manzana.

Es la hora en Times Square.

Las antorchas centellean. Se escuchan los primeros gritos. Un insulto racista es lanzado al aire. La policía y los S.W.A.T. llegan atropelladamente en sus furgonetas blindadas. Proxenetas y prostitutas corren alocadamente. El grupo de Slaughter prepara sus armas. Bandas rivales se encuentran en las calles. Un coche explota y mil fragmentos de cristales se lanzan en todas direcciones. Cámaras de la WFET y de otros medios de comunicación, a pie de calle, en los tejados y en helicópteros empiezan a grabar actos de violencia... y al frente de toda la confusión, Tifoidea y su grupo.

Una sonrisa salvaje ilumina su rostro mientras hace arder a algunos de los hombres y destripa con sus largos cuchillos a otros. Entre el fuego, el griterío y los cristales rotos suda como una perra. A su lado, Bruno y sus psicópatas dejan abierta la puerta de la furgoneta para que todo el que quiera obtenga un arma fácilmente. Un Eagle aplasta el cráneo de un Warrior con un bate, mientras el disparo de un hombre de Slaughter mata accidentalmente a una prostituta. De un mandoble, Tifoidea manda al infierno a un Nazi enzarzado a puñetazos con un Pantera. Cuando la mirada agradecida de éste se le cruza, le atraviesa el ojo con el otro cuchillo sin dilación. Un aullido de satisfacción se escapa de las entrañas de Tifoidea a través de su garganta. Ella grita:

- ¡DAREDEVIL! ¡¿DÓNDE ESTÁS, DAREDEVIL?!



- ¡Matt! ¿Dónde estás, Matt?

El sollozo de Noel Archibald ahogó su propia pregunta retórica. Pese a su cacareada sociabilidad, espíritu emprendedor y fortaleza interior, era un hombre sensible. Su carrera como empresario y político había sido labrada a golpe de esfuerzo, perseverancia y dedicación, pero nunca dejó de tener un lado vulnerable, que le hizo merecedor de la amistad y admiración sincera de muchos de sus colaboradores. Era extrovertido y sensible al mismo tiempo, de modo que el dolor que sentían los demás era asumido empáticamente por él con todas sus consecuencias, y expresado a su propia y vehemente manera. Matt era la conexión más próxima que tenía con dos de las personas con las que más vinculación emocional había tenido últimamente: Foggy y su sobrino Aníbal. Y ahora Foggy estaba postrado en la UVI del hospital, debatiéndose entre la vida y la muerte por culpa de un ataque al corazón, mientras que su sobrino Aníbal estaba muerto. Y de ambas cosas se había enterado casi al mismo tiempo. Elementos suficientes para, como mínimo, hacer tambalear la estabilidad de un hombre.

Acompañándole en la sala de espera contigua a la habitación en la que Foggy luchaba por su vida, Ángela Barbato y Elaine Kendricks se consolaban mutuamente. Elaine había sido la última persona con la que Aníbal había hablado, a excepción de su presunta asesina. Y ese detalle la atormentaba porque la enfrentaba directamente a los contrastes de la vida: En un minuto estás practicando sexo, llegando al culmen simbólico de la creación compartida de amor y vida. Al minuto siguiente estás siendo asesinado, llegando a la máxima expresión de odio y violencia que genera muerte. Elaine estaba cerca de la histeria. Por su parte, Ángela no se sentía mucho mejor. Durante días había estado intentando huir del simpático acoso, flirteo y atenciones que Noel Archibald le prestaba, y ahora veía a su pretendiente derrumbado ante el peso de las circunstancias, generándole un cierto halo de culpabilidad y frivolidad que la atenazaba. En el pasado reciente la alegría había reunido a estas tres personas en los cimientos de su relación. En el momento actual la tragedia era el cemento de la construcción.

En la sala de espera general, otras personas allegadas a Foggy Nelson trataban de asumir lo que momentos antes les había anunciado Ángela Barbato, según las últimas noticias del médico: Foggy estaba en situación crítica. El desarrollo de las próximas horas sería crucial para sus posibilidades de supervivencia. En el momento en que empezaban a filtrarse por las ventanas los primeros rayos del sol del amanecer, Foggy libraba la batalla de su vida.

Algunos, como su amiga Liz Allen o como la Sra. Nelson, su madre adoptiva, se tomaron la noticia con desgarro, expresando su dolor en grandes mares de lágrimas. Otros, más acostumbrados a tratar de más cerca con la muerte, se tomaron la noticia con una mezcla de miedo y esperanza, incluso con cierta frialdad. Entre estas personas se encontraban los que en algún momento habían sido guardaespaldas de Nelson y Murdock: Misty Knight, Jessica Jones, Luke Cage y Daniel Rand [3] . También Rosalind Sharpe, madre biológica de Foggy, sin dejar de sentir tristeza por la situación, prefería ver el vaso medio lleno y aferrarse a la esperanza de que Foggy lograría superar esas horas críticas. Algunos de estos últimos lograron incluso distraerse, abstrayéndose de una situación en la que no podían hacer nada, mirando la CNN en la televisión de la sala.

La perspectiva informativa no era nada halagüeña. Como si la tensión dramática de la situación no fuera lo suficientemente extrema, las noticias que llegaban de las calles de la ciudad añadían más fuego al crisol de las emociones.

“Esta es la madrugada más crispada de los últimos tiempos. Los neoyorquinos de más edad se acuerdan de la noche de pillaje, confusión y muerte del gran apagón del 77, mientras que a otros más jóvenes les vienen a la mente los disturbios acaecidos en L.A. después de la brutal paliza de la policía al afroamericano Rodney King. En cualquier caso, esta noche New York sufre su particular armagedón a causa de la violencia que se ha desatado en distintos puntos de la ciudad, pero especialmente en Times Square. Un estallido de violencia de una magnitud y extensión como no se había visto anteriormente. Todavía no se conoce con exactitud el origen concreto del foco, pero las primeras hipótesis apuntan a que nos encontramos ante guerras de bandas de feroz agresividad como las que sacudieron los cimientos de la ciudad, a mediados del siglo XIX. Al frente de los disturbios, y parece ser que con un papel fundamental en su instigación, se ha dado a conocer el nombre de la asesina Tifoidea. Es también la presunta culpable de varios homicidios en los últimos días, desde que escapó del sanatorio mental donde estaba ingresada. Sus gritos pidiendo la aparición de Daredevil han sido recogidos por numerosas cámaras. En estos momentos se desconoce el paradero del justiciero”.

Daniel Rand y Luke Cage intercambiaron miradas, atónitos ante el desarrollo de los acontecimientos. No podían creerse lo que pasaba. Pero la siguiente noticia fue incluso más impactante.

“Pero lo que algunos ya empiezan a describir como una nueva “noche de los cristales rotos”, no ha podido tapar la otra bomba informativa de la madrugada vinculada a New York. Según informa el Daily Bugle en su edición especial de hoy, la sorprendente y exitosa nueva marca de tabaco “Radikal” contiene sustancias altamente adictivas, peligrosas y nocivas prohibidas por la ley, y que hasta ahora no se habían detectado. Wilson Fisk podría estar implicado en lo que podría ser el peor escándalo contra la salud pública de las últimas décadas, ya que una de las empresas dirigidas por el gobernador es la presunta fuente de la sustancia ilegal. Hasta el momento, esta emisora no ha logrado establecer comunicación con el gobernador del estado, cuyo gabinete de prensa, además, ha rechazado nuestros intentos de obtener información de primera mano con un escueto “no comment”. New York todavía no se había recuperado del todo del período de confusión que supuso la anterior campaña electoral, cuando estos nuevos mazazos despiertan convulsivamente la ciudad en la mañana de hoy. Llamadas de todas las agencias del país centran la atención informativa...”.

Más allá de las impactantes noticias que iban recibiendo, todas las personas que estaban en vilo por la salud de Foggy en esas dos salas de espera, se preguntaron lo mismo en un momento u otro, conociendo la profunda amistad y relación profesional entre Nelson y Murdock:

- ¿Dónde estás, Matt?



Desmayado en el vestíbulo de su casa, Matt apenas fue testigo desde la lejanía de su borrachera de sentidos, de cómo Maya llegaba a casa por la noche, de cómo le despojaba de su traje de Daredevil, intentaba hablar con él (con susurros que a él le parecían truenos amplificados por cien mil altavoces) y lo metía en la cama (las sábanas cortantes como sables). Su mente continuaba vagareando por los territorios oníricos hacia los que los sentidos le arrastraban, alejado completamente de un equilibrio que le diera sentido a todo aquél caos de sensaciones que lo inundaban. Como si de un libro leído en plena fiebre se tratara, fue vagamente consciente de que Maya, ataviada como Eco, abandonaba la vigilia a su lado para ir a buscar a alguien.

Las dos últimas personas que habían estado a su lado ese día, y que en distintos momentos de su vida habían sido sus amantes, Maya y María Tifoidea, ocuparon entonces sus alterados pensamientos. Matt las comparó con sus propios receptores gustativos. Tifoidea suponía un placer intenso, lujurioso, inmediato, superficial y de acción rápida, así como la punta de la lengua contiene los receptores gustativos que son sensibles al dulce y al salado. Maya, por otro lado, suponía un placer profundo y adquirido, nacido de la comprensión, más neutro al principio pero más satisfactorio a largo plazo, así como las parte posteriores y lateral de la lengua, garganta y paladar blando son más sensibles al amargo. Tifoidea representaba el exceso, el pasarse de rosca, la ebriedad, el empacho. Maya representaba el equilibrio, la expansión sostenible, la profundidad. La borrachera de sentidos que estaba experimentando representaba la elección suicida que Tifoidea había hecho de la vida.

Matt había aprendido esos días que el miedo a que hirieran a sus seres queridos lo atenazaba. Que a causa de ello había tomado como verdad sólo una parte del Equilibrio: el no perder el control, el no dejarse llevar, el no fallar... porque la vida le había golpeado demasiadas veces, causándole dolor a través de los que amaba. Pero el Equilibrio era más, mucho más. El Equilibrio también era vivir, disfrutar de las pequeñas cosas, extraer lo mejor de cada momento, profundizar en los sentidos sin perder la visión global... y para ello debía convertirse en un verdadero “Hombre sin miedo”, en alguien que enfrentara su mayor miedo con decisión. Con Eco había empezado a vivir el Equilibrio en todos sus sentidos.

Ese pensamiento fue el ancla. El foco. El nexo que estaba necesitando, para superar su borrachera. Una vez detectado el miedo a perder el control, lo rechazó. Y desarrolló la fuerza para salir de allí a partir de su deseo. Matt se agarró a ese deseo y empezó a construir muros a lo largo de sus capacidades sensoriales. Eso le permitió vehicular y canalizar sus sentidos partiendo de su propio sistema central. Rápidamente, empezó a recuperar el control sobre el exceso, a recuperar el dominio sobre el descontrol. Poco a poco, el mundo onírico en el que estaba inmerso empezó a ceder terreno a su mando. Matt fue recuperándose de su borrachera de sentidos. Se había enfrentado a su miedo. Había superado sus propias limitaciones y temores: Esa, como Jameson sabía, es la definición de un héroe.

Poco a poco se dispuso a poner orden en todo lo que sucedía a su alrededor. Era casi omnisciente. Así que cruzó las rodillas en la postura del loto y dejó que su conciencia expandida le hablara de todo lo que había sucedido en las últimas horas: El desafío de Tifoidea en el tejado de ese edificio. Las revueltas en la calle por parte de una turba enfervorecida que creaba caos y confusión, cuya punta de lanza era la misma Tifoidea. La trascendencia del escándalo contra la salud pública de Fisk. Noel Archibald recibiendo la noticia de la muerte de su sobrino. El delicado estado de Foggy ante el que ahora era consciente de que él no podía hacer nada...

En ese momento Eco volvió. Se sorprendió al encontrar completamente lúcido a Matt.

- Ante lo que está ocurriendo ahora mismo en la ciudad y viendo tu estado, tenía que enfrentarme a Tifoidea. Pero pensé que me vendría bien un poco de ayuda, así que tuve que salir para contactar con otras personas. Ahora venía a ver cómo estabas... antes de irme. Me esperan fuera.

Matt se levantó y se puso el traje de Daredevil, mientras corregía a Eco:

- Nos esperan fuera. Yo también voy.

Dejó que sus sentidos le dijeran quién estaba fuera de la casa. Y sonrió, alabando los recursos y capacidad de convicción de Eco. ¡Allí estaban la Viuda Negra y Elektra! Sin duda serían unas muy valiosas aliadas.

- Bien, Maya, bien. Sentido común. Ese es el sentido que nos hacía falta.

Continuará…


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Referencias:
1 .- Los sentidos ya se le habían disparado en el pasado, aunque en mucha menor medida y de forma diferente, en el DD#188, en la etapa de Frank Miller.
2 .- Juego de palabras con referencia a Randolph Winston Cherry (cherry es cereza en inglés), que era el candidato ganador a la alcaldía de New York , hasta que Ben Urich descubrió que actuaba como títere de Kingpin en DD #180, en la etapa de Frank Miller.
3 .- Misty Knight conoció a Nelson y Murdock en DD # 353, en la etapa de Karl Kesel y Cary Nord; Jessica Jones (antigua superheroína conocida como Spiderwoman) hizó lo propio en MK: DD# 39, en la etapa de Brian M. Bendis y Alex Maleev; mientras que Daniel Rand y Luke Cage (Puño de Hierro y Power Man respectivamente, los llamados “Héroes de alquiler”) tienen relación con los abogados desde el DD#178, en la etapa de Frank Miller.

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