Daredevil nº10

Título: El imperio de los sentidos (y V):Vista
Autor: Parmenides
Portada: Sigmund Nemo
Publicado en: Mayo 2005

¡El final de la historia! Daredevil, Elektra, Eco y la Viuda Negra unen sus fuerzas para detener a Kingpin. ¿Acaso te lo vas a perder?!
Vive en una noche eterna, pero la oscuridad está llena de sonidos y olores que otros no pueden percibir. Aunque el abogado Matt Murdock es ciego, sus otros sentidos funcionan con una agudeza sobrehumana... Abogado de día, vigilante de noche... El Hombre sin miedo
Creado por Stan Lee y Bill Everett

Resumen de lo publicado:Cuando sale a la luz que el gobernador Fisk está relacionado con un escándalo contra la salud pública, éste prepara una cortina de humo desatando una brutal ola de violencia en el centro de New York dirigida por Tifoidea, quien clama por enfrentarse a Daredevil. Por su parte, Daredevil ve amenazada su cordura por culpa de una borrachera de sentidos, que se desatan incontrolablemente a causa de su miedo a perder aquellos a los que quiere. Cuando comprende que los temores sólo limitan su crecimiento y que recuperará su Equilibrio y cordura enfrentándose a ellos, Daredevil, con la ayuda de Eco, la Viuda Negra y Elektra se prepara para entrar en batalla. Mientras tanto, de la mano de Agua, Gabriel está acercándose a verdades que pueden doler...

-Veo que empiezas a entender... –afirmó Agua.

-¿Entender? Tiene gracia la palabra, vista ahora –replicó Gabriel-. Asumir las consecuencias de lo que se es... no es fácil. Lo he negado durante demasiado tiempo como para darme cuenta. El padrinazgo de Kingpin y su posterior traición me hizo mucho daño pero también me hizo aprender algunas cosas. El enfrentamiento con Daredevil me sacó de mis casillas pero ahora veo claramente lo equivocado que estaba... cómo enfocaba los sentimientos equivocados hacia él. Joder, ¡qué ciego he sido! Si la respuesta siempre estuvo ahí... la búsqueda de una figura paterna que nunca existió, el odio hacia lo que me pasaba con Daredevil... ¡estaba tan confundido respecto a mis sentimientos!

- Es normal estar confundido y, en cualquier caso, no necesitamos ser héroes...

- Bueno, lo que hace un héroe es la actitud. Y nunca podía ser un héroe con esa actitud destructiva. Nunca había enfrentado mis propias dudas, mis propios miedos... fui siempre demasiado bueno en artes marciales como para tenérmelo que plantear.

- En eso tienes razón, eras el mejor de la escuela.

- Pero era un equilibrio ficticio, basado en lo que podía hacer y no en el enfrentamiento a lo que me daba miedo hacer... y perdida esa capacidad autocrítica, más débil me hacía... porque nunca quise enfrentarme a la verdad... a lo que sentía. Daredevil me ha ayudado mucho más de lo que él nunca sabrá.

- En Osaka siempre contamos lo mismo a los novicios que llegan al monasterio. Hay que aprovechar el momento pero sin forzarlo. Tienes la vida, tienes todo lo que quieres en tu mano. Pero si la cierras con mucha fuerza para que no se te escape, probablemente la vas a ahogar. Ábrela y déjala ir. Si lo que quieres en la vida se va y nunca vuelve a ti, quizá es que nunca lo tuviste y eso te enseña a sostenerlo por otro lado. Pero si lo que quieres, si la vida vuelve... ya nunca la vas a perder.

- Agua, hace días que quiero preguntarte... –dijo él, súbitamente adoptando otro tono- desde que has vuelto, desde que nos hemos vuelto a ver. ¿Cómo...?

- No hace falta, Gabriel...

- ...No, no. Sí hace falta. Nunca te he dicho lo que pensaba. Quiero decir –a Gabriel se le quebró la voz y sus ojos se humedecieron- ¿Te has arrepentido alguna vez de lo que hiciste en el pasado? Al verme ahora así, aquí... ¿cambiarías lo que hiciste si pudieras?

- Nunca, Gabriel, nunca. Nunca me he arrepentido de mi decisión de adoptarte –Agua puso la palma abierta en la separación de plexiglás, a la altura de su rostro. -He aprendido mucho contigo, me has henchido de felicidad en muchos momentos. Y estos días me has enseñado lo que es valentía al enfrentar tus propios demonios. Haberte criado conmigo en Japón todos esos años... y verte ahora aquí, continuando con tu aprendizaje, es una de las cosas que más feliz me han hecho en mi vida... porque yo también tenía miedo, Gabriel, miedo por ti. Y ahora estoy contenta por ti, muy contenta. Tener el valor de aceptar el amor es ardua tarea. Es la necesaria humanidad de todos para llegar a ser persona. Enfrentarse a los miedos para vivir con pasión la vida.

Gabriel pegó también su mano al separador, para fundirla imaginariamente con la de Agua.

- Gracias... –titubeó por unos instantes pero lo soltó- madre.

Y la lágrima que se le escapó era menos amarga que las que nunca antes había soltado.



Sus labios se entreabrieron. La humedad de la saliva pintó de transparente la fina pared carmesí. La lengua se abrió hasta llegar a contactar con la de él. El contacto carnoso y cálido los estremeció a ambos eléctricamente. Sintió el aliento de él como parte del suyo y sus latidos se aceleraron al unísono, hasta emparejarse en un ritmo sincopado. Él sintió su calor y se dio cuenta de lo encandilado que estaba. Un instante después, separaron sus bocas y se acariciaron el rostro con suavidad. Maya lo miró a los ojos. Matt hubiese dado media vida para poderla ver un solo instante.

- Estoy bien, estoy bien –asintió sonriendo, mientras notaba cómo se mantenía el sonrojo-. La borrachera de sentidos va pasando.

Mientras lo llevaba de la mano hacia fuera del edificio, Eco respondió: -Te prefiero borracho a muerto, pero no lo hagas muy a menudo…

Fuera les esperaban la Viuda y Elektra. Matt notó como Natasha Romanoff, la Viuda Negra, a pesar de sus diferencias y de la distancia que actualmente los separaba, relajaba su postura y le entregaba inconscientemente su calidez. Ella forzó su gesto para parecer más adusta de lo que en realidad era y evitó hacer ningún movimiento que delatara su preocupación por él.

- Antes que digas nada, que sepas que estamos aquí para no huir de nuestras responsabilidades para con la gente y porque Eco nos lo pidió. Si te esperamos es porque nos vendrá bien la mayor ayuda posible.

Pero los sentidos de Matt detectaron ese respingo en el corazón de ella que le indicaba claramente lo contenta que estaba de verlo recuperado. Por su parte, Elektra se mantuvo impasible, “en su línea de ninja fría hijadeputa de sentimientos controlados”, pensó Matt.

- Hola –dijo Elektra sin alterar un ápice su tono de voz. –Hay trabajo que hacer.

- Hola a las dos… y gracias por venir –se volvió hacia Eco, para que le leyera los labios- gracias por hacer que vinieran.



*Impulso eléctrico*

La muerte besa la hoja de mi cuchillo purificador.

El ángel carmesí adora los movimientos de su acólito.

El asesinato torna la sangre impía en elixir de la vida.

La danza del fuego interpreta música de destrucción.

*Impulso eléctrico*

Pensamientos de esta índole cruzaban como latigazos la delirante mente de Tifoidea mientras asestaba mortales mandobles a todo quien se pusiera por delante. Se estaba enfrentando a tres Panteras Negras, que peleaban por su vida con tantos otros bates de béisbol. Por su flanco posterior, Quin, antiguo acólito de tercer rango de Kingpin, y un miembro de los Eagles estaban enzarzados en un combate cuerpo a cuerpo que ninguno de los dos sabía cómo había comenzado. Pero Quin se acercó accidentalmente demasiado a la zona de combate de Tifoidea y ¡WHIZZZ!. Sin darse cuenta de cómo había ocurrido, notó que su oreja salía volando. Tifoidea le había rebanado el apéndice si tan siquiera girarse, ya que inmediatamente saltó hacia delante y se agachó para, en un movimiento tan rápido que la vista no fue capaz de registrar, ensartar a dos panteras negras con sus largos chuchillos, en uno de los cuales la sangre de la oreja de Quin todavía no había tenido tiempo de rezumar. El tercer Pantera Negra, al ver que su contrincante tenía las espadas ocupadas se dispuso a descargar el bate sobre su cabeza. Pero en ese momento explotó en llamas como si un rayo gigante hubiera sido atraído por el momentáneo pararrayos de madera que sostenía en sus manos. Sin tiempo siquiera para relamerse en su victoria, Tifoidea sacó los cuchillos de los cadáveres que, sin saber que ya lo eran, todavía se sostenían en pie con los ojos fuera de sus órbitas, dio un salto mortal hacia atrás y cortó los tendones del Quin que, sin oreja, todavía no había tenido tiempo de darse cuenta de lo que estaba pasando. Enfrente de él, el Eagle con el que peleaba no daba crédito a sus ojos. Esa tipa se había cargado a tres tíos y había mutilado a otro en un parpadeo. No terminó de formular ese pensamiento cuando la misma Tifoidea lo derribó sobre la calle, atrapándole el cuello con sus piernas y quedándose sentada encima de él.

- ¿QUIERES COMÉRMELO, NENE?

Y a continuación giró su cintura con un movimiento seco que coincidió con el ¡CRECK! que indicaba la rotura irreparable del cuello de su oponente. Además de este tipo de frases, su frente perlado de excitante sudor y la perenne risa delataban el disfrute obtenido de tanto caos, muerte y destrucción. Todo su cuerpo exudaba satisfacción cada vez que gotas de sangre salpicaban su pelo, cenizas llameantes besaban su piel o gritos de dolor alcanzaban sus oídos. Tidoidea era una máquina de matar perfectamente engrasada, alcanzando su puesta a punto para el momento que estaba esperando. El momento en que podría atravesar las entrañas a su odiado enemigo, para ver si el rojo de su sangre era el mismo que el de su uniforme. Pronto vendría Daredevil y podría matarlo.



Eco abría el camino saltando con gracia por entre los tejados. Daredevil la seguía a pocos metros, utilizando el cable de su bastón para superar algunos obstáculos con menos esfuerzo. La Viuda y Elektra cerraban el grupo de saltarinas y oscuras figuras, que avanzaban con decisión hacia el centro de la ciudad. Daredevil todavía notaba algunos efectos residuales de la borrachera de sentidos y trastabilleó en la plataforma de un edificio, antes de alcanzar la cornisa siguiente. A punto de caer, tuvo que flexionar las piernas para recuperar el equilibrio y agarrarse de un saliente. Detrás de él, Natasha ironizó:

- No te veo en plena forma, amigo. ¿Efectos de la resaca?

Enseguida llegó Elektra, que también había visto la escena.

– Eco nos ha contado lo de la expansión imparable de tus sentidos y de cómo perdiste la cabeza por ello. No lo entiendo. ¿Por qué no te fusionaste completamente con esa expansión, dejándote llevar, a ver dónde podías llegar? Habrías llegado a lugares que ningún otro humano ha alcanzado, saciando la simple curiosidad humana… aunque murieras en el viaje -la frialdad científica con la que Elektra Natchios soltó estas palabras dolió. Matt se seguía sorprendiendo de cómo había cambiado su antigua amante para convertirse en esa fría y despiadada ninja, con indeterminadas habilidades mentales y físicas.

- ¿Has pensado por qué la naturaleza ha desarrollado una visión del color para muchos de los animales superiores? –la respuesta de Daredevil sorprendió a las dos guerreras que, expectantes, abrieron un poquito más lo oídos para escuchar lo que venía a continuación. Daredevil saltó hacia el otro edificio, para no perder la estela de Eco, que se había adelantado ligeramente. Al llegar a la cornisa del otro extremo, continuó: -Un animal con visión del color puede distinguir fácilmente las frutas maduras de las verdes, así como de las propias hojas. Eso le sirve para diferenciar lo que es simplemente curioso de lo que le sirve para vivir.

- Curiosa metáfora viniendo de un ciego… -añadió sarcásticamente la Viuda, mientras saltaba a su vez, el espacio que los separaba.

- Bueno, podemos adaptarlo a los ciegos, si hace falta. ¿Sabéis que están experimentando con microcámaras que se conectan directamente con electrodos sobre la corteza cerebral para transmitir la información visual de manera artificial? –Matt estaba de buen humor, y su cabeza empezaba a recuperar la lucidez habitual.

- Me parece un gran avance –opinó Elektra mientras alcanzaba a su vez la cornisa.

- Es un gran avance… pero poco sostenible. La estimulación eléctrica daña fatalmente el tejido a largo plazo. Lo mismo me estaba sucediendo a mí… si no llego a encontrar un ancla con la realidad, por la sobreestimulación constante de mis sentidos me hubiera sido imposible volver a encontrar el camino de vuelta…

La Viuda esbozó una sonrisa y miró hacia Eco, que los esperaba en el edificio siguiente, mientras replicaba: -Creo que has encontrado un buen ancla. Me gusta, Matt, si me permites que te lo diga.

Matt sonrió a su vez. Notó que Elektra no dijo nada.



Kingpin supuraba rabia.

Un pequeño guijarro en la rueda de su imparable maquinaria política estaba acabando con todos sus sueños. La edición matutina del Daily Bugle había tenido eco en todas las televisiones de alcance nacional. Ordenó a su departamento de prensa que no le pasaran ninguna comunicación, no quería hablar con nadie. Pero sabía que, políticamente, estaba acabado. Un escándalo de ese calibre era irrevocable. Varios millares de llamadas estaban inundando su gabinete de comunicación enrabietados por su responsabilidad en el caso. Sin embargo, sólo un par de ellas, de amigos que dejaban de serlo, suponían el adiós definitivo a su cargo. Y él lo sabía. Pensó en la ironía del destino. Él, que tantas veces había utilizado los medios más sucios para conseguir lo que se proponía, él, que había engañado, estafado, asesinado para ser el más fuerte de todos, él, que había llevado su propio credo de la supervivencia del líder y el poder a través del miedo, estaba ahora siendo derrotado por una iniciativa de la que no era responsable. Un nimio detalle que escapó a su control en un momento dado se había convertido ahora en la espada de damocles sobre su cabeza de gobernador.

- Flint, trae mi coche –susurró al intercomunicador. –Nos vamos al centro.

Kingpin había decidido acabar a lo grande. Si la cortina de humo no había sido lo suficientemente espesa, él se encargaría de llevarse por delante todo lo que pudiera. Del otro lado del intercomunicador, una voz contestó:

- ¿Preparamos el ocho plazas, para usted y los consejeros?

- No, Flint –continuó el cesante gobernador con voz meliflua. –Vamos a ir sólo Nikolai, Silas y yo. No necesito más que a mi chófer y a mi mejor tirador. En cuanto a los consejeros, no quiero que vuelvan a casa. Ninguno de ellos. Nunca más. ¿Me has entendido?

- Sí, gobernador Fisk.

- El gobernador Fisk ya no existe, Flint. Sólo queda Kingpin.



El fuego lo rodeaba todo. El grupo formado por Daredevil, Eco, La Viuda Negra y Elektra llegó al centro de Manhattan en plena ebullición destructiva. Rápidamente se dieron cuenta de que la situación era extrema, peor incluso de lo que ellos esperaban. Bandas rivales se enfrentaban a muerte. Matones a sueldo repartían armas por doquier. Viejas rencillas se saldaban aprovechando la confusión y el caos. Habían incluso bajado los vecinos de la zona, vestidos con lo primero que encontraron para tratar de defender sus casas, su barrio, que se había convertido en un infernal campo de batalla. Los coches aparcados eran pasto de las llamas y los gritos se extendían por al menos tres de las avenidas centrales y por varias callejuelas laterales.

Daredevil se sobrecogió. Sus extraordinariamente dotados sentidos actuales le habían descrito completamente la escena, aún cuando no había salido de su propio apartamento. A pesar del todavía notorio entumecimiento que notaba por culpa de la borrachera de sentidos, era capaz de percibir prácticamente todo lo que pasaba en la ciudad al mismo tiempo. Pero presenciando en directo la escena, sin edificios que amortiguaran el impacto emocional de la sangre, sudor y calor, todo resultaba todavía más agresivo y virulento. Sobre todo para alguien como él, cuyo amor por la ciudad era más que evidente. No pudo dejar de sentir culpabilidad, una culpabilidad terrible. A pesar de que los causantes de todo aquello eran Tifoidea y Kingpin, él se achacó inconscientemente una parte de culpa. Gracias a su conciencia desarrollada al límite conectó los disturbios iniciados por su enemiga, con la bomba informativa que dejaba al siniestro Kingpin al descubierto. Supo conscientemente quiénes eran los verdaderos culpables. Pero aún así no pudo evitarse una inconsciente culpabilidad católica, con remordimientos por todo lo que pasaba, por todo lo que él no había podido evitar.

Su fe era un ancla en muchos momentos de su vida, pero en otros resultaba una evidente fuente de frustración, un foco de castración del placer. En su lucha diaria era consciente de lo mucho que sufría. Su papel como Daredevil parecía estar motivado pero al mismo tiempo lastrado por toda esta culpabilidad... se sentía culpable por haberle fallado a su padre, por haberles fallado a Glori, a Heather, a Karen... ¿era su rol indesmayable de luchador lo que provocaba esta negación constante de la satisfacción y del triunfo? ¿Necesitaba sentirse castigado para lograr alcanzar sus objetivos? Nunca se había planteado esto, pero estaba claro que su papel como justiciero nunca se alejaba de su propio sufrimiento. Ser un héroe, estaba claro, implicaba, como la situación en la que el burro nunca puede alcanzar la zanahoria delante de él, que debería caer y levantarse constantemente. Luchar y sufrir mucho para finalmente vencer. Otros, como los populares 4 Fantásticos o el jocoso Spiderman, parecían tener otro destino, pero el suyo estaba claro: Caer y levantarse, caer y levantarse otra vez, el sacrificio constante como eterno retorno.

- Mírame... ¡Daredevil! –Eco trató de ganarse su atención poniéndose delante de él y gesticulando ostensiblemente. Los sordos necesitan establecer contacto visual con sus interlocutores para poder recibir el correspondiente flujo de comunicación. Siendo Daredevil ciego, esto no tenía demasiado sentido. Pero Eco no podía evitar el reflejo adquirido tras toda una vida sin oído. Sin embargo, Daredevil no necesitaba ver, ya que sólo su distracción le impedía darse cuenta de los mil detalles que ella le mandaba.

Un olor a excitación y miedo mezclados con sus propios sentimientos hacia él.

Una sensación táctil que detectaba los pequeños movimientos en el espacio que ella hacía delante de él, por las ondas del aire que se desplazaban imperceptiblemente.

Un regusto ocre en su lengua, detectando algunos microgramos del cloro de la piscina que todavía quedaba en su cabello y que llegaban a él a través del aire.

Una sensación de peligro que provenía de un sexto sentido sin determinar, vinculando de alguna manera a Eco con Tifoidea.

Un séptimo sentido le avisaba de los movimientos de todos los integrantes de la turba desatada al mismo tiempo, como si un mapa estratégico se hubiera desarrollado en su cabeza.

Un octavo sentido le daba incluso más información que no tenía manera de describir porque le faltaban palabras en su vocabulario sensitivo.

Un noveno, un décimo... era prácticamente consciente de todo lo que le rodeaba respecto a todos... y no procesaba esa información porque se había distraído por un instante.

- Sí, Eco, perdona. ¿Estáis preparadas?-, volvió en sí y emergió el líder que necesitaban. No poseía el don de la vista, el sentido más integrador de todos pues es capaz de interpretar cada uno de los pequeños puntos de información para hacerlos parte de un todo con sentido para el cerebro. Aún así, sus restantes sentidos se conjuraron para organizar el contraataque. Toda la información a su alcance se integró y trazó inmediatamente un plan. Siguió hablando:

- Elektra, tú conoces bien el mundo de los asesinos profesionales. Interponte entre sus diferentes facciones para detener la creciente violencia. No les dejes sacar tajada de su mayor sangre fría.

- He detectado un mínimo de tres grupos organizados, los de Slaughter, Bilge y Jocko-, contestó Elektra. En un vistazo había reconocido sus formaciones de ataque y modus operandi.

- Slaughter es el más peligroso, el más acostumbrado a luchar en estas circunstancias. Dale caza primero. No seas clemente. Ataca duro y rápido, para que no tengan tiempo a reaccionar –inflexibles palabras y precisas órdenes para quien tan acostumbrado estaba a trabajar solo. Se hizo más patente lo especial de las circunstancias.

- Viuda –continuó-, como ex-vengadora darás el punto de confianza que la gente necesita para acabar pacíficamente con la revuelta. Ponte al lado de los S.W.A.T. y ayúdales a contener a la muchedumbre inocente que no sabe ni dónde está –Matt sabía que ella era la que más se preocuparía por la seguridad de los inocentes y la que estaba más acostumbrada a trabajar con las autoridades. –Ayuda a que los cámaras y todo aquél que se ha visto atrapado en medio se alejen tranquilamente del foco del conflicto... estos chicos de la tele son capaces de todo por sus quince segundos de gloria.

- Hecho –respondió con decisión la ex-vengadora, ex-espía rusa, ex-agente de S.H.I.E.L.D. y ex-novia de Matt.

- Eco-, se volvió hacia ella, sosteniéndola por los hombros para calmarla, dado que ella era la más inexperta en estas lides: -Teniendo raíces indias nativas tú eres la más simbólica, la que más representa un avatar para colectivos y minorías. Tuyas serán las bandas. Hay pandilleros de otros barrios, Panteras Negras, grupos neo-nazis... creen que todo el mundo es su enemigo y están asustados. Cálmales, sé su ancla con la realidad, su camino de vuelta a la razón... –añadió, -como hiciste conmigo cuando mis sentidos se dispararon.

- ¿Pero cómo? No tengo experiencia en estas cosas... Siempre he sido, uhm, independiente... euh –pareció reaccionar a destiempo y añadió extrañada. -¿Simbólica?

- Eco, tienes un potencial tremendo. No te das cuenta de lo que puedes llegar a representar para todos ellos, jóvenes perdidos en busca de su identidad. Haz lo que puedas. Ayúdales. Neutraliza a sus líderes. Los jóvenes seguidores de las bandas, sin sus jefes, perderán pronto sus ganas de luchar y te seguirán a ti. Lo huelo en su sudor.

- ¿Y tú, Matt? ¿Qué vas a hacer tú? –inquirió ella.

-Tifoidea es mía. Puedo notar que está acompañada de algunos hombres de Kingpin, que reparten armas pero se mantienen en un segundo plano. Ellos también son para mí.

- ¿Pero cómo sabes todo esto? –se sorprendió la Viuda Negra. -¿Cómo puedes estar seguro de quiénes están y no están, de quienes son cada uno de ellos y cómo reaccionarán ante nuestra presencia?

- ¿Tengo buena vista?

- ¡Sé serio! ¡Nos estamos jugando mucho esta noche! –La rusa siempre había confiado más en la tecnología y en la preparación que en los instintos. Desconfiaba de las soluciones que no podía controlar.

- Natasha, confía en mí. He cambiado más de lo que te imaginas. Créeme, puedo sentir todo lo que he dicho. Lo sé.

- Yo confío plenamente –la peculiar relación de Elektra con el desarrollo de las habilidades mentales y los instintos la posicionaban claramente. Eso terminó de convencer a La Viuda Negra. -Pero cuidado, soldado, cuidado. Que Tifoidea no se te acerque demasiado... siento sus ganas de muerte.

- ¿Preparadas? –concluyó Daredevil. -¡Vamos allá!

Eco le miró con miedo sin decir nada. Daredevil le susurró un “tranquila”... la sorda y el ciego se comunicaron a través de sus limitaciones. Matt añadió:

- Pude recuperarme de mi “borrachera de sentidos” al entender que debía enfrentarme a mis miedos para superar mis limitaciones. No quiero perderte ahora que te he encontrado, pero debo enfrentarme a ella –Eco asintió con una sonrisa poco convincente. Y los cuatro saltaron de la azotea desde la que se habían apostado, para lanzarse al peligro.

A lo lejos, como por arte de magia, Tifoidea giró la cabeza hacia un todavía lejano Daredevil y sonrió con demencia, abriendo los ojos desmesuradamente.



*Impulso eléctrico*

DAREDEVIL se acerca.

Un ardiente beso voy a darle.

Bailaremos mejor ahora, que todo está hirviendo.

Acércate, cariño, pues la muerte teñida de rojo se acerca a tu mejilla.

*Impulso eléctrico*

Daredevil saltó sobre el grupo de psicópatas de Bruno, quienes proporcionaban armas a la turba y habían estado dando apoyo a Tifoidea. Eran, en total, ocho hombres adultos, armados con puños americanos, bates de béisbol, cuchillos y navajas. Ninguno de ellos llevaba armas de fuego porque confiaban ciegamente en su rabia y locura como para destripar a todo aquél que se acercara demasiado. Los ocho atacaron simultáneamente a Daredevil, contradiciendo las improductivas aproximaciones uno a uno de las películas asiáticas de kung-fu. Pero Daredevil es el que siente y actualmente era capaz de prever todo los movimientos que iban a realizar, anticipando los golpes que descargaban con ímpetu cegador.

Al esquivar el primer bate de béisbol, golpeó dos cabezas con los puños, utilizando el impulso para saltar hacia arriba y, una vez en el aire, descargar sus piernas hacia las caras desnudas de otros dos matones. Giró su cuerpo hacia atrás para aterrizar sobre sus manos y apartarse unos metros de sus enemigos. En tres segundos veinticuatro centésimas había dejado KO a la mitad de sus oponentes.

Sentía en ese instante las vidas de esos cuatro psicópatas, fluyendo desde las extremidades que los habían golpeado. Sus recuerdos, sus perfiles, sus sueños, sus pasados llegaban pausadamente a su cerebro, sólo por el hecho de haberlos tocado un instante. Daredevil recordó cómo anclarse en el presente sin perder el foco, dejando que su sistema central se hiciera cargo del exceso de información sensitiva y la tamizara, para centrarse nuevamente en la situación de combate. Flexionó sus piernas, adoptando la postura defensiva, mientras esperaba el próximo movimiento de sus oponentes.

Bruno y otro hombre se acercaron por su flanco mientras los otros dos esperaban, amenazantes, blandiendo sus navajas. Daredevil supo cuál sería su próximo movimiento porque las miradas, el amargo sudor y la aceleración cardíaca de los dos que se aproximaban telegrafiaron sus intenciones. Querían agarrarle cada uno por un lado para que los de delante atacaran mortalmente con las armas blancas. Daredevil dejó conscientemente que Bruno y el otro le atraparan los brazos. En ese momento, los de delante cargaron y él retrajo las rodillas al mismo tiempo, apoyando su peso solamente en sus dos captores. A continuación, descargó brutalmente sus piernas hacia delante, hundiendo las costillas de los hombres de las navajas y dejándolos sin aire. Resultado: Un total de siete costillas rotas y dos hombres más fuera de combate. Los que lo sujetaban sabían que ellos serían los próximos, así que reforzaron su presa.

Tifoidea aterrizó de improviso detrás de ellos, saltando del techo de la furgoneta desde el que había divisado la pelea hasta el momento. Daredevil se dio cuenta de esto, así que decidió acabar pronto con los dos psicópatas que quedaban. Tiró con fuerza sus brazos, como un látigo en retroceso, para atraer a los dos hombres entre sí, y de esta manera intentar provocar que chocaran sus cráneos. No contó con que Bruno girara la cabeza en el último momento y sólo recibiera un impacto mínimo de su compañero, que sí quedó completamente sin conocimiento por la intensidad del choque y soltó su presa.

Rápida como una centella y atacando desde detrás, Tifoidea descargó un mandoble con la derecha, que Daredevil esquivó, gracias a su capacidad para percibir todo lo que pasaba a su alrededor en 360 grados, ladeándose ligeramente hacia su izquierda. Pese a estar medio groggy, Bruno no se soltaba de su brazo izquierdo, agarrando su muñeca con las dos manos como si en ello le fuera la vida. Eso frenaba los movimientos del héroe ciego, y lo hacía más vulnerable a los eventuales ataques de la letal y rápida Tifoidea. Así que mientras Daredevil esquivaba ese primer mandoble, trató de extender su brazo para poder tirar después con fuerza y librarse de la presa, pero Bruno consiguió agarrarse.

El mandoble con la derecha le había servido a Tifoidea, por efecto molinillo, para coger fuerza para un segundo mandoble con la izquierda, que descargó brutalmente a continuación. Ese segundo mandoble fue sangriento. Daredevil había tirado de Bruno, que le atrapaba la mano, para liberarse de su agarrón. Pero ese movimiento le puso en mitad del recorrido del ataque de Tifoidea. La afilada espada de la loca asesina cayó brutalmente hacia Bruno y lo rajó del hombro hasta el ombligo, cortando carne y hueso, y atrapando parte de la mano del Hombre sin miedo en la trayectoria.

Daredevil gritó. Dos de sus dedos acababan de ser seccionados. Por el contrario, Bruno no gritó. El corte longitudinal había cortado varias de sus arterias principales y seccionado sus pulmones. Cayó muerto, como un saco de patatas, al suelo. Por su parte, Daredevil se retorció de dolor, retirando su brazo herido. ¿Puedes imaginar qué es cortar dedos con terminaciones nerviosas capaces de percibir los cambios de temperatura de los objetos incluso sin tocarlos? La sensación de dolor fue abrumadora. Mientras tanto, triunfante, Tifoidea arrancó otra carcajada.



La acción combinada de La Viuda Negra, Elektra y Eco fue calmando los ánimos, en las otras zonas de escaramuzas. Cada una de ellas, incluso la más inexperta y temerosa Eco, cumplió su cometido a la perfección. El plan de Daredevil estaba funcionando y la turba se fue disgregando poco a poco. Tras inmovilizar a Slaughter, Elektra vio como tanto sus seguidores como los otros grupos de matones profesionales perdían el interés en la pelea, dado que el precio se había vuelto demasiado alto para lo que ellos estaban dispuestos a pagar. El llamativo atuendo de Eco y sus rasgos indios nativos fueron verdaderamente un faro para las bandas, que poco a poco se dieron cuenta de lo lejos que estaban de sus territorios y de lo poco a ganar que tenían esa noche. Finalmente, la Viuda Negra había actuado como catalizador y estandarte del orden, tranquilizando a todos los demás. Incluso los periodistas habían obedecido sus órdenes y estaban desalojando la zona, dejando que sus helicópteros continuaran con el trabajo desde la lejanía. Las diferentes avenidas vieron como los ríos de gente que habían llegado al centro, empezaban a tomar el curso inverso para volver a sus barrios.

Eco fue la primera en terminar su tarea y, mientras los últimos Eagles recogían sus heridos para marcharse, no pudo evitar girar instintivamente la cabeza hacia donde Tifoidea y sus psicópatas habían causado el caos, a la zona donde su amado debía encontrarse en ese momento. Y lo que vio la estremeció por completo. En mitad de una plaza llena de cuerpos inertes, Daredevil estaba arrodillado en el suelo sujetándose la mano, y una tremenda mancha de sangre estaba creciendo por su brazo, mientras Tifoidea reía como una posesa delante de él. Un resorte automático se activó en su interior y Eco corrió hacia allí sin decir nada. Ni gritos, ni lamentos. No era su forma de expresarse. Pero una rabia desgarradora poseyó sus movimientos.

Daredevil sufría tremendamente por la pérdida de sus dedos, pero debía encontrar nuevamente su sistema central, debía dominar su sentido del dolor, como cuando anteriormente había dominado su borrachera de sentidos. Pero Tifoidea tenía sed de sangre y no iba a permitir que su rival rojo se recuperara. Así que lo rodeó, se plantó delante de él y preparó sus espadas teñidas de carmesí. Iba a rajarlo poco a poco, empezando por la oreja derecha, como el tenue recuerdo de aquella película de Tarantino.

De repente, un tremendo dolor le explotó en la mejilla derecha, le torció el cuello y las piernas dejaron de sostenerla. Una fuerza irresistible la tumbó y en la caída, perdió uno de sus puñales. Eco había lanzado una furiosa patada voladora, que había estampado dolorosamente en su cara.

El rostro de Eco estaba rojo de rabia. Sus sienes se hinchaban rítmicamente. Su piel bullía veneno. Sus ojos estaban inyectados en sangre. Era un volcán en erupción. Con ganas de aplastar a su oponente, se abalanzó sobre ella con las manos, que parecían garras, por delante.

Pero la rabia la hizo descuidada, y su ataque voraz fue esquivado con facilidad por Tifoidea, rodando sobre su costado. Le propinó un fuerte codazo a Eco cuando ésta cayó a su lado, hundiendo dolorosamente el hueso entre sus omoplatos. Tifoidea se levantó de un salto y se cambió el machete de mano, que pasó a su derecha. Un resorte pareció también mover a Eco, que bocabajo en el suelo, volvió a mostrar su agresividad desatada en forma de patada hacia arriba. Su pie se hundió en el vientre de Tifoidea y la impulsó unos metros hacia atrás, donde cayó de espaldas. Sin darse cuenta, Eco se mordió el labio, que empezó a sangrar. Sus dientes apretados empezaron a enrojecerse mientras su nariz se contraía en señal de furia.

Volvió a la carga, nuevamente con la cabeza poco fría, porque Tifoidea ya se había levantado y la esperaba preparada. Esquivó su carga con habilidad mientras le cogía el brazo, y aprovechó su propio impulso para mandarla contra el muro que tenía detrás. A pesar de esconderla a duras penas entre sus hombros para reducir el impacto, la cabeza de Eco golpeó ruidosamente contra el hormigón.

Por efecto del golpe, trastabilleó un par de pasos hacia atrás hasta quedar nuevamente a merced de Tifoidea, quien la agarró por la cintura. Los pulmones de la loca emitían un silbido cada vez que se hinchaban, a causa de una costilla rota por la última patada de Eco, y no podía abrir un ojo a causa del hinchazón facial por la primera. A pesar de que la mitad de su cara estaba ensangrentada por su ceja partida, una sonrisa demente todavía la iluminaba. Tifoidea tenía el cuchillo en la mano y estaba a punto de hundirlo en el abdomen de la india. Siguiendo la negra tradición, Matt perdería otra de sus amantes. Era el retorno a la muerte.



- ¿Matt?... ¿Matt?-Las primeras palabras que murmuró débilmente Foggy Nelson al recuperarse en la UVI solamente fueron oídas por su madre adoptiva, que no se separaba de su cama.

- ¿Qué dices, hijo? –respondió ella, con los ojos empañados. Alertados por su voz, en la sala de al lado todos se levantaron con celeridad para acercarse.

- Tenías razón... amigo... –un hilillo de voz apenas audible salió de sus resecos labios, fuente de vida suficiente como para que en todos los presentes brotara un río de esperanza en la recuperación de su hijo, hijastro, amante, amigo y compañero. –...tú lo... viste venir... –aunque nadie entendió los susurros de Foggy, todos se miraron con alborozo porque era el retorno a la vida.



Desde la lejanía, Elektra vio la situación y no pudo evitar retornar hasta el momento en que “murió” a manos de Bullseye [1] . Éste la había malherido en la garganta, la cogió por la cintura y le hundió propio su sai en el abdomen, exactamente de la misma manera en que Tifoidea estaba a punto de hacerlo con Eco. Elektra, impactada emocionalmente, no podía permitir que la historia se repitiera, aunque fuera con otra persona. Miró fijamente a Tifoidea y desató sus impredecibles poderes telepáticos. Fijó su armónica y entrenada mente ninja en el caótico marasmo de pensamientos líquidos de la loca asesina... y golpeó. Tifoidea, con el cuchillo apoyado en el vientre de una medio desmayada Eco, titubeó por momentos. Había notado como una presencia exterior trataba de entrar en su propia mente. Sacudió su cabeza con energía y, levantándola, soltó un grito gutural propio de la víctima de un exorcismo. El sonido se hizo más y más profundo, causando un dolor insoportable en Elektra quien, desde la distancia, tuvo que cortar el contacto inmediatamente si no quería perecer bajo la marea de locura que asolaba la mente de Tifoidea.

Pero ese instante le dio tiempo a Daredevil de terminar su jugada. Se había quedado al margen durante los últimos segundos, recuperándose del afilado dolor que le había causado la amputación de dos de sus dedos y paralizado por el miedo de perder a otro de sus seres queridos. Pero en su recuperación había trazado un plan de ataque, luchando contra el miedo que lo atenazaba. Con el guante intacto, se había hecho un improvisado torniquete para contener la hemorragia y a continuación había alargado la mano sana hacia su enemiga. Esos momentos los había aprovechado para dejar que sus sentidos fluyeran más que nunca a través del punto focal de su brazo. Gracias al reencontrado equilibrio, toda su capacidad sensitiva se había concentrado como nunca antes en su extremidad, consiguiendo dirigir toda la atención a su enemiga. De esta manera, había podido captar una cantidad inimaginable de información: Desde las cosas más obvias (sus movimientos) hasta las más profundas (sus pensamientos, sus intenciones, su pasado, su futuro, sus relaciones, sus experiencias). Todo ello había sido revelado por las huellas que en mayor o menor profundidad estaban impresas en el cuerpo de ella, desde los olores más antiguos hasta los restos de espectro electromagnético que Daredevil, en la máxima extensión de sus poderes, era capaz de captar. Daredevil, el que siente, lo sabía ahora todo de Tifoidea... incluso sus debilidades... y la forma de derrotarla. E iba a lanzarse, a luchar por lo que quería, expulsando fuera de sí todo miedo.

Así que, en el instante de duda creado por el ataque psíquico de Elektra, en el interminable segundo en el que Tifoidea dudó antes de clavar el cuchillo a Eco, Daredevil atacó. Saltó delante de Tifoidea y descargó como un latigazo su brazo sano, con las puntas de los dedos extendidas. Las yemas golpearon con precisión la base de su cuello, el punto nervioso exacto que Daredevil había identificado como la piedra que sostenía la arquitectura de la conciencia de Tifoidea.

Y ella se derrumbó.

*Impulso eléctrico*

Desconexión.

*Impulso eléctrico*

Su cuerpo inerte se desparramó por el suelo, perdiendo a su vez el cuchillo amenazante, y dejando a una medio groggy Eco manteniéndose de pie con dificultades. La india todavía no comprendía exactamente todo lo que había pasado. Daredevil la sostuvo entre sus brazos y ambos se giraron hacia la vencida Tifoidea, que yacía en el suelo, mirándolos con ojos desorbitados.

- ¡VAS A MORIR MALDITO! ¿Qué ha pasado? ¡ARDE! ¡QUÉMATE! –bramó ella. Pero el certero golpe del Hombre sin Miedo la había desconectado completamente de su capacidad para articular cualquier cambio en su entorno, desactivando incluso su habilidad pirokinética. La había apagado del todo. E indefensa como estaba, sintió como el odio alimentado como gasolina por su adrenalina, iba desvaneciéndose. Su mirada fue cambiando alternativamente. Sus ojos de demente dejaron paso a destellos de cordura.

- ¡MUERE, ROJO! ¿Matt, eres tú? –su voz también alternaba chillidos histéricos con la pausada voz de lo que parecía otra persona- ¿Dónde estoy? ¿Qué ha hecho ella esta vez? –y volvía a cambiar con celeridad e inesperadamente –¡AARRRGGHHH! ¡DÉJAME EN PAZ! ¡¡¡VUELVE A LAS PROFUNDIDADES, ZORRA!!! ¡ES POR TU CULPA, ROJO! Matt, tengo miedo... no me dejes con ella.

- ¿Qué le está pasando? –preguntó Eco, sorprendida ante las imposibles modulaciones de voz y personalidad de su enemiga inmóvil. Daredevil respondió:

- La he desconectado de la parte cerebral que contiene la personalidad de Tifoidea. Todavía oímos los últimos estertores de su carácter, pero la personalidad de María volverá a ser la dominante. Se acabó, Maya, todo se acabó.

El tono de Tifoidea se fue relajando: -¿Matt? ¿Qué me va a pasar ahora? ¡MUERE CABRÓN ROJO! Oh... ¡Dios mío! todo esto es obra suya -las palabras continuaron brotando entrecortadamente mientras miraba a su alrededor, hasta que sólo se oyó el débil susurro de la personalidad de María. Su pelo se había vuelto más lacio, su voz había cambiado completamente, su postura era absolutamente diferente e incluso algunos rasgos de su rostro, a pesar de las heridas que mantenían hinchado un costado, eran ya sensiblemente diferentes. Tifoidea había desaparecido:

- Yo, Matt, lo siento... he causado tanto daño, no soy nada... esto es... oh, me siento tan pequeña... –Matt escuchó pacientemente y contestó:

- Las limitaciones están en tu mente, María, sólo en tu mente.



A pocos metros de allí, la negra limusina privada de Wilson Fisk esperaba con el motor en marcha. Había sido testigo de toda la acción reciente. Kingpin dejaba que el chófer le relatara la escena, aunque a pesar de su ceguera, era plenamente consciente de lo que estaba pasando simplemente prestando atención a los detalles: Tifoidea había sido vencida quizás para siempre, el volumen de gritos había bajado, el crepitar del fuego podía oírse más claramente, y reinaba una imperceptible calma que sólo era apreciable para aquellos que ven más que con sus ojos. La radio de fondo continuaba narrando la búsqueda de Kingpin por parte de las autoridades. Daredevil había vuelto a vencer.

Silas, el mejor tirador de Kingpin, apuntaba en dirección a Daredevil, directamente a su cabeza. El Hombre sin miedo, con María Tifoidea a sus pies, estaba abrazado a Eco, pero la mira telescópica del rifle de largo alcance encuadraba sin error el punto medio entre sus ojos. El chófer, Silas y Kingpin eran un solo organismo, esperando a que el cerebro diera la orden que estaban esperando. “Dispara y vámonos”, eran las últimas tareas que les quedaban antes de partir hacia Japón, donde en tiempo récord se había organizado todo para el retiro de Kingpin. Retiro dorado, como ya había sido una vez [2] .

- Qué fácil-, pensó Kingpin. -Tanto tiempo como némesis, tanto tiempo queriendo vencerle con la inteligencia, con la fuerza, con los símbolos... ¡Cómo me divertí mandándole a Gabriel, su reverso por naturaleza! ¡Cómo me divertí viéndolo sufrir y alejándolo de la ciudad! Pero nunca, en la cúspide de mi poder, conseguí aplastarlo. Y ahora que lo he perdido todo, ahora que me ha vencido, más fácil me parece acabar con él. Una bala en la cabeza y adiós cuernecitos-. Esa piedra en las ruedas que siempre había tenido. Ese luchador indesmallable que siempre le había puesto en dificultades. Ese pecador que tuvo la osadía de levantarse de nuevo después de haberlo pisoteado. Ese hombre común que tuvo la osadía de hacerlo caer desde la torre más alta. Ese individuo que había acabado con sus sueños de poder político, poniendo a Ben Urich sobre la pista del único resquicio de debilidad legal que tenía. Sí, Kingpin lo sabía. Kingpin supo desde el primer momento que fueron las sospechas de Daredevil, de Matt Murdock, sobre “Radikal” las que desataron las investigaciones del periodista.

Y aún así, gracias a sus espías, Kingpin también sabía que Daredevil lo había pasado verdaderamente mal. Tifoidea le había causado muchos problemas y sus sentidos habían enloquecido. De esta manera, en su soberbia, Kingpin llegó a pensar que las propias limitaciones y problemas de Daredevil se encargarían de pararlo.

Pero ahí estaba él. Levantándose otra vez. Como un héroe. Siempre un incordio. Kingpin había subestimado nuevamente la capacidad de superar sus propias debilidades. Pero ahora, una bala, una orden y, adiós. El problema desaparecería para siempre.

Kingpin olfateó el aire, sacó un cigarro y se lo encendió. Con la cabeza levantada y los ojos cerrados, abrió sobremanera las fosas nasales para aspirar todo el aroma posible de su puro y susurró algo que había aprendido de su amigo Silvio:

- “Ti rispetto”.

Le hizo un gesto a Silas para que bajara el arma, se giró hacia Nikolai y le pidió que los llevara al aeropuerto. Kingpin no volvería nunca a New York.



- ¡Hombre! Mira quién aparece por la puerta. ¡El gran Matt Murdock en persona!

- Hola Foggy, hola Noel –contestó Matt. Los dos estaban conversando animadamente en la blanca habitación del hospital donde Foggy se restablecía de su ataque al corazón. Una televisión de fondo ilustraba la desaparición de Wilson Fisk con hipotéticas teorías acerca de su paradero. En realidad, nunca darían con él.

- ¿Y quién es esa periquita que viene contigo, muchacho? -Noel Archibald había vuelto a recuperar el humor y el color, después de los disgustos de la semana anterior y la tímida presencia de Maya le sirvió como punto de partida. -¿Cómo se llama tu hermana, Mattie? Porque no me digas que con tu acompañante te unen lazos más profundos que los consanguíneos... Ay, ¡ladrón! –el humor blanco, llano y simple de Archibald siempre era refrescante.

- Nunca aprenderás, Noel, nunca aprenderás –añadió Foggy-. Angela todavía te tiene miedo de la noche en que salimos de marcha...

- Si, bonita noche –el dicharachero ímpetu de Archibald se ensombreció al recordar la velada que sería la última en que vería con vida a su sobrino Aníbal. Foggy lo notó y deseó haberse mordido la lengua.

Para aligerar el ambiente y cambiar de tema, presentó a Maya e invitó a sentarse a los dos recién llegados. Matt se acercó una silla, momento en el que Foggy pudo notar las tremendas cicatrices en sus dedos reimplantados, fruto de la batalla con Tifoidea y que Matt le había contado hacía un par de días. Foggy notó imperceptiblemente que las cosas habían cambiado, Matt estaba diferente. Iba con las manos completamente desnudas, sin darle ninguna importancia a que alguien, fijándose en sus cicatrices, pudiera relacionar sus dos identidades. Algo pasaba, no era propio de él pasar por alto este detalle. Sin embargo, Matt estaba tranquilo, relajado, no parecía tener nada que esconder. Por otro lado, a Foggy le iban a dar el alta esa misma tarde, así que la excitación de la situación se podía sentir en el crepitante ambiente y decidió no preocuparse. Tras un rato de conversación intrascendente, Noel entró al tajo.

- Matt, muchacho. Tenemos grandes planes para todos –miró a Foggy-. ¿Se lo digo ya? Mira, hemos pensado con el Señor Nelson, aquí presente, de hacer nuestro pequeño núcleo de colaboración algo mucho más estable y permanente. Asociarnos los tres en un bufete absolutamente ganador, ¿qué te parece? Yo dejo la política de lado y me paso completamente a la abogacía... ¡parece mucho más divertido!

Foggy apuntilló: -Dado todo lo que hemos pasado últimamente, no tenemos miedo a nada... ni a soñar-. Era cierto. Todos ellos habían superado grandes obstáculos, se habían enfrentado a su miedo a la muerte y estaban buscando un salto hacia delante, hacia la vida. –Y ahora queríamos proponértelo, ¡unirnos en triunvirato!

- Vaya, ¡qué sorpresa! Yo, no sé que decir... Noel, Foggy, os agradezco enormemente este detalle, pero...

- ¿”Pero”? Hummmm... sabía que había algún “pero” –Foggy conocía bien a su mejor amigo y le añadió a sus palabras un deje de comprensión-. Fíjate que me lo he figurado casi desde el momento en que has cruzado esa puerta. Algo pasa, ¿verdad Matt?

- Foggy, hace ya muchos años que nos conocemos. Hemos vivido mucho y hemos pasado cosas juntos como pocas parejas de amigos. Me alegra mucho esta idea que planteáis para el futuro y me parece fantástico ver que empiezan a cristalizar algunos planes, pero... yo no voy a participar en ellos -dejó que sus palabras tomaran el poso necesario en sus interlocutores, y luego continuó. -Maya y yo nos vamos, nos alejamos de todo esto y empezamos una nueva vida en otra parte. Hemos cerrado una etapa muy importante aquí y tenemos ganas de construir un nuevo proyecto de vida...

Y explicaron sus sueños, sus ganas, sus proyectos, sus deseos... y transmitieron el ansia que tenían por crear un nuevo principio, lo que implicaba dejar atrás New York, la abogacía, las galerías de arte y todo lo demás. Y les contaron un proyecto basado en las ganas de vivir y experimentar más allá de lo convencional, de ir un paso por delante de lo que habían hecho hasta entonces, de sus propias barreras autoimpuestas, de superar sus miedos, de hacer brotar un nuevo mañana para sus propias limitaciones. Y Foggy y Archibald lo comprendieron. Y sellaron su amistad con un abrazo, a modo de despedida. Y Matt y Maya salieron del hospital rumbo al aeropuerto. Y al tomar el taxi y entrar Maya en él, Matt se detuvo un instante...

Sus sentidos expandidos notaron la presencia de Elektra en las cercanías. Oculta entre las sombras de un callejón cercano, era la última testigo de su marcha. Matt notó como Elektra ya no era esa fría ninja de sentimientos controlados, sino que generaba empatía. “Ella lo comprende”, pensó Matt. “Y lo aprueba”. Un pensamiento proyectado por ella fue cazado en el aire:

“Lo que limita el crecimiento no es la debilidad sino el miedo”. ¡Como en sus sueños febriles durante la borrachera de sentidos! Matt tuvo una agradable sensación de Dejà vú. Sin darse cuenta de cómo lo sabía, se giró exactamente en la dirección hacia donde ella estaba y sonrió.

Entró en el taxi, cerró la portezuela y empezó a disfrutar del primer día del resto de su vida.

“Es la necesaria humanidad de todo el mundo para llegar a ser persona. Enfrentarse a los miedos para vivir con pasión la vida”.

FIN

DAREDEVIL: EL IMPERIO DE LOS SENTIDOS
Por David Cortadellas Vilardosa “Parménides
Barcelona, Mayo del 2004-Mayo del 2005


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Referencias:
1 .- Elektra murió a manos de Bullseye en DD # 181, en la etapa de Frank Miller, aunque resuciatría posteriormente en DD # 324, en la etapa Chichester-McDaniel.
2 .- Y como ya se había visto en DD # 170, en la etapa de Frank Miller.<


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