La Vision nº06

Título: De pieles rojas y rostros pálidos
Autor: Lobo Rojo
Portada: Edgar Rocha
Publicado en: Diciembre 2005

La Visión y Lobo Rojo unen sus fuerzas para resolver esta misión contra el más ecléctico grupo de villanos. Pero ¿dejarán todo resuelto... o solo será el principio de algo peor que está por llegar?
Posee un cuerpo artificial que le dota de enormes poderes: controla su densidad, posee una mente computerizada y una joya solar capaz de absorver y emitir grandes cantidades de energía.  Y sin embargo es su alma humana y compasiva lo que le convierte en uno de los Héroes Más Poderosos de la Tierra. El es...
Creado por Roy Thomas y John Buscema

Laboratorio de la Mansión de los Vengadores.

El zumbido del proyector de energía solar activado por el doctor Pym resuena con eco entre la sofisticada maquinaria del lugar. El vengador y científico, ataviado con su uniforme de Chaqueta Amarilla, y desprovisto de su máscara, observa con interés como su compañero de equipo, el hombre artificial conocido como la Visión, recarga sus energías recibiendo un filo hilo de energía solar a través de la joya de su frente. A punto de terminar el proceso, Chaqueta Amarilla por fin habló.

- ¿Quieres contarme que pasó, Visión? Los agentes de SHIELD que te trajeron hace un par de horas, no soltaron prenda.

- Fui víctima de una emboscada, por un viejo aliado que me creía culpable de unos asesinatos. Afortunadamente los titulares del Daily Bugle tirado en el callejón, demostraban que yo me hallaba lejos de la escena del crimen el día de autos.

- ¿Salvado por los titulares del Daily Bugle? Espera que se lo contemos a Spiderman...

La Visión se incorporó mientras Chaqueta Amarilla desactivaba el complejo aparato solar.

- Tranquilo, compañero. Deberías descansar un poco...

- Me temo que no puedo Henry Pym. Hay una serie de asuntos personales que he de resolver cuanto antes. – Y sin decir más su cuerpo intangible atravesó los muros del laboratorio dejando solo a su camarada como si nunca hubiera estado allí.

- ¡Visión...! – Pym, observó al androide desaparecer. Había notado algo en su actitud que le intrigaba, sin embargo, había permanecido tan callado mientras reponía fuerzas, que no podía distinguir que era. – Buen viaje compañero... Vuelve entero. - Le deseó.


La Visión flotó a través de los diferentes sótanos de la mansión en dirección hacia la superficie. Una vez en el exterior remontó los edificios colindantes y se dirigió hacia el este, hacia una determinada dirección. Mientras flotaba sobre la ciudad recordó hallarse tendido en el callejón a merced de la amenazadora figura de Lobo Rojo. El noble Piel Roja se disponía a arrancarle la joya solar de su frente cuando los titulares de un periódico atrasado le demostraron que no era el asesino que buscaba. Todavía le parece escuchar su voz mientras le arrancaba la flecha que había absorbido la energía solar de su cuerpo.

- Perdóname, amigo mío. Creo que he sido engañado.

- Daniel Truman... ha huido,

- Sí lo siento, ha sido culpa mía. – confirmó el héroe indio con sincero arrepentimiento.

El ruido de la llegada de los agentes de SHIELD dirigidos por el agente Chance les distrajo. Lobo Rojo tan solo tuvo tiempo de susurrar al debilitado vengador. – Descansa, amigo. “Lobo” y yo seguiremos su rastro, reúnete conmigo en la siguiente dirección... Justo cuando terminaba de escuchar las señas que su avergonzado amigo le dio, Chance y sus hombres llegaron hasta ellos, iluminándoles con su focos. Atontado y débil, fue separado de Lobo Rojo y llevado a la Mansión de los Vengadores. Ahora, tras recibir una carga de energía solar completa, volaba hacia el lugar indicado.


Base Prevención, localización secreta de SHIELD.

El transporte del teniente Chance llegó al hangar de las instalaciones bajo su mando. Chance salió presuroso y preocupado en dirección hacia sus dependencias. La noche había sido horrible. Saludó a su lugarteniente, el agente Cross, con la mano y le comunicó.

- Cross, encárgate de que Williams permanezca confinado en sus habitaciones. Avisa a Patterson, convoca una reunión a las nueve de la mañana en la sala de guerra. Estaré en mi despacho preparando mi informe.

Chance comenzaba a dudar si había hecho bien en aceptar la colaboración de la Visión en sus operaciones. La reacción del vengador ante la presencia de Danny Truman había sido chocante. Nada en los archivos sobre el operativo de ROXXON indicaba que este y la Visión hubieran tenido relación antes, y sin embargo, el vengador, dijo claramente.

- Me mató... Truman me mató...

Y cuando el insistió en lo que quería decir contestó...

- No, a mí no. A Alexander Lipton. Truman mató a Alexander Lipton.

¿Quién era Alexander Lipton? Eso era algo que se disponía a investigar en los archivos de SHIELD ¿Cuál era el motivo de la presencia allí de Lobo Rojo? No parecía tener nada que ver con Maggia o ROXXON sino con la Visión. Tenía bien preparada la emboscada. ¿Cómo sabía que iban a estar allí? La operación era secreta. Ni siquiera el vengador conocía el lugar de la cita, a donde fue llevado por los propios agentes de SHIELD. Recordó como tras ocuparse de la Visión y ordenar que lo llevaran a la Mansión, se dio la vuelta para interrogar al piel roja. Naturalmente, este había desaparecido, con “Lobo” y todo, sin dejar rastro. Odiaba cuando los enmascarados hacían ese truco.


- ¡Dos veces maldito, hijo favorito de Owayodata! ¡Verdaderamente la he cagado! – En su rabia, el piel roja golpeó con su puño cerrado un muro cercano, dejando un boquete en la pared. “Lobo” saltó inquieto ante el repentino estallido de su compañero humano. El rastro que habían seguido con precisión les había llevado hasta un muelle donde su presa, Danny Truman, debía haber embarcado.

El protector de el pueblo Cheyenne no podía ocultar su frustración. Había fracasado. Peor, no solo había fracasado, sino que además había permitido que le manipulasen. Su desdén contenido hacia el mundo de los rostros pálidos no solo le había hecho dudar de un bravo aliado, sino que además le había hecho ignorar las noticias y los medios de comunicación del hombre blanco. Su orgullo le había desviado de su propósito, alejado desde sus praderas hacia los cañones de cemento de la gran ciudad. Una ciudad donde vivió hace tiempo y a la que no quiere llamar casa. Y en medio de todo ello, sabe que ha sido burlado, que es lo que más le indigna.

Respiró hondo, se agachó para acariciar a su salvaje compañero y pensar en sus siguientes pasos.

- Hemos perdido el rastro, ¿Verdad, fiel amigo? Nosotros los grandes cazadores hemos sido burlados por un simple rostro pálido. La Visión no era el hombre que buscábamos, y sin embargo todo apuntaba a que lo era... Incluso el Dossier de Fireheart... He de hablar con mi hermano el Puma, cara a cara, sin intermediarios. Pero antes... ¡Volvamos al hostal “Lobo”, el vengador nos buscará allí y he de afrontar mi fracaso. Pedir disculpas y ofrecer compensaciones, esa es nuestra manera, la manera Cheyenne!

Camino de la pensión, mientras se deslizaba entre las sombras de los edificios y saltaba de tejado en tejado, el héroe indio recordaba como conoció a la Visión en circunstancias similares. Entonces era él el que buscaba venganza sobre el hombre que había matado a sus padres. La Visión le detuvo y evitó que cometiera un asesinato a sangre fría. Luego, convencido de la justicia de su causa, el sintezoide le ayudó a cumplir con su misión. Sus perspectivas estaban más claras ahora.

Finalmente llegó a su alojamiento. Abrió la ventana y penetró en el interior. “Lobo” gruñó. Sus agudizados instintos le advirtieron de que algo no estaba bien. No tuvo tiempo para más.

Desde la azotea de enfrente una enguantada mano pulsó un detonador...


...y la habitación se convirtió en una inmensa bola de fuego.


Flotando en el cielo nocturno sobre los edificios, La Visión observó el fulgor del estallido exactamente en el punto hacia el que se dirigía.


En fracciones de segundo Lobo Rojo tomó en sus brazos a su mascota y saltó a través de la habitación atravesando la puerta, rebotando en el suelo del pasillo y embistiendo contra las puertas del ascensor sin importarle que la cabina estuviese o no en ese piso. La onda expansiva procedente de la explosión ni siquiera llegó a alcanzarle.


En la azotea vecina una voz dio la siguiente orden.

- Unidad aérea ¿Tienes bien cubiertas las ventanas?

- Sí coronel. Por ellas no han salido, ni él, ni su mascota.

- Unidad interna, informa.

- Me dirijo por el pasillo hacia la puerta de su habitación.


Colgado del cable del hueco del ascensor, con su fiel compañero agarrado entre sus piernas cruzadas, el bravo piel roja permanecía en auténtico silencio, un silencio secundado por su fiel mascota. Lobo Rojo intentaba escuchar los movimientos en el pasillo sobre él. Oyó una voz hablando en susurros acercándose, pero sorprendentemente no escuchaba pisadas, era como si algo viniera arrastrándose, algo casi imperceptible, silencioso para unos oídos menos finos que los suyos.

- La puerta de la habitación está rota en pedazos. – oyó decir a la voz – Su trayectoria indica que saltó hacia el ascensor, cuyas puertas están también destrozadas – Lobo notó como el informador se acercaba a la puerta del hueco del ascensor. – No, tampoco hay rastro de su perro. – Al presentirle cerca del quicio, Lobo Rojo se balanceó sobre el cable, impulsando a “Lobo” contra el individuo que le buscaba, al tiempo que gritaba.

- ¡No es un perro, es un Lobo!

Pese a la celeridad de sus movimientos y el gruñido intimidador del animal, el intruso aguantó firme la embestida del lobo, y tras unos instantes de sorpresa en los que pareció perder el equilibrio se deshizo del peludo atacante. Lobo Rojo saltó desde el hueco del ascensor y asumió postura ofensiva confiando en que su compañero se habría bastado para reducir a su atacante, sin embargo enseguida comprobó que no fue así. Mientras “Lobo” saltaba a la yugular del enemigo, algo le había golpeado desde el suelo. No podían ser sus piernas, demasiado largas, pensó Lobo Rojo. Por fin frente a frente, vio ante quien se encontraba. Un individuo musculoso de tez negra, de cuyos dorsos de las manos brotaban sendos colmillos afilados y amenazadores. Pero lo más chocante fue comprobar que el asesino no tenía piernas, de cintura para abajo su cuerpo emulaba el de una serpiente. Con esta extremidad había golpeado a “Lobo”.

- Señor Lobo Rojo – dijo el hombre serpiente – Permítame que me presente, soy Boa Constrictor, y he sido contratado para matarle.

Los oídos de Lobo Rojo podían percibir los tenues sonidos hidráulicos que confirmaban que la mitad inferior de Boa Constrictor era biónica. Su olfato le advertía de la presencia de un veneno letal en las puntas de los colmillos que portaba en sus brazos. El asesino de alquiler se elevó sobre su extremidad inferior, y saltó sobre el piel roja con los brazos por delante con las peores intenciones.

Sin perder la calma el defensor del pueblo Cheyenne saltó hacia su contrario mientras su diestra echaba mano del bastón indio que llevaba atado a la espalda.

Boa Constrictor gritó triunfante al ver a su víctima venir hacia sus brazos. – Ja,ja,ja, ¡Eres mío! – Pero para su incredulidad, el indio, esquivó su acometida con una voltereta, y le golpeó certeramente en la nuca con su arma, mientras aterrizaba detrás de él.

- Eso le dijo Custer a Toro Sentado...

Boa sintió un agudo dolor en la cabeza, pero en contra de lo que Lobo Rojo esperaba, no cayó inconsciente. Al contrario, enfurecido se irguió todavía más amenazador sobre su parte inferior retráctil.


Desde la azotea contigua, el coronel Robert Buzz Baxter, vestido bajo su uniforme y máscara de Perro Loco, supervisaba toda la operación para la que él y sus hombres habían sido contratados. Su enlace por radio con Boa le permitía captar el ruido de la batalla en el interior del hotel, y confirmar que el objetivo había sido localizado. Sobre él, en el cielo, otro de sus operativos revoloteaba ansioso. Su melena alborotada, las garras leoninas de sus guantes y sus botas, unidas a las alas que brotaban de su espalda le hacían merecedor del nombre de Grifo. Mientras le miraba, Baxter pensó si el destino del joven sería mutar en un animal salvaje como el Grifo original, o por el contrario, el proceso al que había sido sometido para conseguir sus poderes había sido mejorado.

- ¡Coronel Baxter, parece que McIver, encontró al indio! ¿Voy en su apoyo? – le interrumpió el impaciente joven.

- Sí, chico, vuela hacia allí. Tiene toda la pinta de que nuestro camarada necesita ayuda. – Contestó Perro Loco.

El muchacho enfiló su vuelo hacia el edificio del combate. Cuando se acercaba a su objetivo sintió calor, un calor parecido al que se siente cuando se toman baños de sol en la playa. Olió a humo. Miró hacia atrás y descubrió fuego en sus alas. Habían comenzado a arder. Un poco más arriba, sobre él, vio la figura esmeralda y dorada del sintozoide vengador, sus rayos termo-ópticos habían alcanzado las plumas de sus alas y estás habían entrado en combustión. Como un Ícaro abatido, el nuevo Grifo comenzó un descenso en espiral.

- Así que al final la Visión ha llegado. – Murmuró Perro Loco.

El vengador artificial flotó hacia la azotea donde el enmascarado mercenario aguardaba.

- Coronel Baxter, ha pasado tiempo – dijo el vengador – ¿O prefiere que le llame por su actual nombre de guerra, Perro Loco?

- Veo que me recuerdas vengador [1] . Todo un halago. – Contestó el antiguo militar. – Pensamos que tardarías más en recuperarte de la emboscada que te tendimos mediante el indio, pero de todas maneras seguimos preparados para ti. – y murmuró a al micro de su aparto receptor – Dorremí, si me haces el favor...

Por segunda vez en esa noche, la Visión experimentó la misma fatídica experiencia. De nuevo fue afectado por la misma frecuencia ultrasónica que durante el pasado ataque de Lobo Rojo le había hecho perder la concentración y recuperar su densidad normal. Al solidificarse, otra vez quedó sometido a las leyes de la gravedad, pero ahora, situado a varios pisos de altura, la caída podía ser mortal. Siguiendo la velocidad que la inercia que su vuelo llevaba, el sintozoide arqueó su cuerpo y a duras penas logró alcanzar con sus brazos el borde de la azotea del edificio donde Perro Loco se hallaba. Mientras colgaba del inmueble, incapaz de recuperar el control de sus poderes, el mercenario se acercó amenazadoramente hacia él.


En el Hospital Memorial, en la soledad de su despacho, la doctora Jane Foster disolvía el azúcar de un café que se le había quedado frío, mientras miraba interesada la evolución de diversos pacientes. Apartó los papeles a un lado y se desperezó, bostezando al tiempo que estiraba sus brazos. Este turno se le estaba haciendo realmente largo y pesado. Su busca comenzó a pitar, sorprendida dejó su taza con forma de Mjolnir sobre el archivador de su izquierda y salió rauda al pasillo en dirección a urgencias...


Mientras volaba descontrolado con sus alas ardiendo, Donald Harper, el nuevo Grifo, recordó el accidente en la plataforma petrolífera de ROXXON que le había costado sus brazos y sus piernas. Temeroso recordó el gran incendio que entonces llenó su cuerpo de cicatrices y el complicado proceso de reconstrucción que la empresa para la que trabajaba había realizado sobre él. En cuestión de meses había pasado de ser un guiñapo humano a convertirse en un super-ser, y en el camino, en el proceso de recuperación, había conocido a Amanda, la dulce y bella Mandy. El pensamiento de la mujer amada, le hizo abandonar todos los miedos y recuperar el control de su vuelo. Enderezado su rumbo, sus agudos ojos de águila descubrieron lo que necesitaba, uno de los populares depósitos de agua que pueblan los tejados de Nueva York. Ni corto ni perezoso lo embistió con todas sus fuerzas, permaneciendo en su interior el tiempo suficiente para que las llamas de sus alas se apagasen antes de salir por el otro lado.


- ¡Ataca “Lobo” ataca! - Chilló William Taltrees. El pasillo en el que él, su mascota y Quincy McIver, más conocido como Boa Constrictor, luchaban, era un torbellino de movimiento. La cola de McIver barría una y otra vez el suelo en un intento de conectar algún golpe contundente sobre la pareja que le atacaba, estos, a su vez, mientras esquivaban sus intentos rebotando entre las paredes del local, buscaban un punto débil en el que poder asestar un golpe al asesino de alquiler.

Sacando su tomahawk del cinto, Lobo Rojo lo arrojó con suma velocidad y precisión, sin embargo Boa hizo alarde de toda su agilidad de reptil para, a duras penas, esquivarlo. No obstante no contaba con la pericia del indio que acto seguido usó su bastón ceremonial como pértiga para pasar por encima de los barridos de su cola y asestarle una poderosa patada en la barbilla. McIver cayó momentáneamente hacia atrás, lo que aprovechó “Lobo” para saltar sobre su garganta.

- ¡“Lobo”, no! – advirtió el defensor de los Cheyennes.

Sin embargo su aviso llegó tarde, la cola retráctil de Boa realizó otro vertiginoso barrido que alcanzó al animal estampándolo contra uno de los muros. Al ver la preocupación de su contrincante por su mascota, Boa utilizó su cola como un resorte, y embistió contra el nativo-americano, al que apenas le faltó un segundo para sujetarle por las muñecas y evitar así que le clavara los ponzoñosos colmillos incrustados en el dorso de sus manos. El ímpetu de la embestida arrastró a ambos luchadores contra el muro frontal, que, debilitado por la explosión anterior, cedió, cayendo ambos contendientes hacia la calle. Mientras caían, Lobo Rojo aprovechó el mayor peso de su enemigo para colocarle bajo él y que así su larga cola biónica absorbiese el impacto. Una vez en el suelo rodó por el asfalto de la calle, para volver a ponerse de pie en posición defensiva. Rápidamente, el piel roja sacó un cable de su carcaj, preparó un nudo corredizo, y sonrió burlonamente al hombre serpiente. Este, enfurecido inició una nueva acometida que el nativo-americano regocijado contestó con el grito de guerra de su tribu.


Mientras colgaba de la cornisa a la que había logrado agarrarse la Visión observó como Perro Loco se acercaba hasta él con la intención de hacerle caer. Se sentía abotargado, de alguna manera, un extraño silbido le impedía cambiar de densidad. Si pudiera localizar su procedencia y apagarlo, pensó.

Baxter llegó hasta él y agarrándole de las solapas de su capa le elevó con la intención de arrojarle con más fuerza. Ese fue su error. Que la Visión no pudiera cambiar de densidad, no le dejaba exactamente indefenso.

El vengador disparó sus rayos ópticos contra su atacante, haciéndole empujándole hacia atrás, cayendo ambos al interior de la azotea. Rápidamente el sintozoide se intentó poner en pie, pero la velocidad de Perro Loco fue mayor, y tras rodar con el impacto de los rayos se sobrepuso y embistió con la fuerza y fiereza de un dobberman al vengador, saltándole al cuello antes de que hubiese recuperado la estabilidad. Los colmillos envenenados del can humano se clavaron en la piel sintética del vengador, segregando el líquido paralizante con el que dominaba a sus enemigos. La rabia de las quemaduras solares había enfurecido a Baxter de tal manera que no tenía piedad sobre su contrincante, pero del mismo modo había nublado su mente, impidiéndole racionalizar que el metabolismo artificial de su enemigo le hacía inmune a los venenos que él utilizaba. Perro Loco aulló victorioso, y fue entonces cuando la Visión aprovechó para propinarle un potente puñetazo que le hizo caer de espaldas.

El vengador se llevó la mano a las heridas del cuello y comprobó que dos finos hilos de sangre artificial comenzaban ya a coagular. Seguía sin poder cambiar de densidad, y Perro Loco volvía a levantarse.

El golpe pareció devolver los sentidos a Baxter, pero no cambió su rabia. La Visión parpadeó y de nuevo dos finos rayos de energía solar partieron de sus pupilas . Esta vez su enemigo estaba preparado y supo esquivar el ataque, al tiempo que saltaba contra él con sus fauces abiertas. Con precisión cronométrica los brazos del vengador detuvieron al hombre perro al vuelo, sin embargo éste se revolvió y utilizando el conocimiento de artes marciales adquirido durante sus días de militar, logró volver la tenaza del sintozoide contra él y lo volteó sobre su cabeza lanzándolo contra el suelo. De nuevo en pie, los dos contendientes se miraron frente a frente. El rostro de la Visión permanecía impasible mientras su mente computerizada analizaba los próximos posibles movimientos de su enemigo. Perro Loco se relamía los labios mientras la espuma comenzaba a brotar de su boca. El vengador observó las afiladas cuchillas que a modo de uñas o garras sobresalían de los guantes de los dedos del coronel Baxter. Gruñendo, el exmilitar inició una nueva acometida. La Visión se disponía a frenar su ataque, agarrarle por las muñecas y aprovechar su impulso para arrojarle por encima de la barandilla de la azotea del lado izquierdo, desde donde la caída a un tejado más bajo no podría resultarle fatal. De haberse desarrollado sus estrategia tal y como planeaba la lucha hubiera acabado, pero...

Inesperadamente, la Visión sintió una sombra sobre él. Algo enganchó su capa, y se vio elevado por el aire fuera de la azotea. Era el Grifo que había regresado al combate.

- Casi me quemas, maldito. Ahora aprenderás lo que significa meterse con el Grifo. – Dijo mientras cobraba altura. - ¡Grifo, no! – Chilló, Perro Loco al verle alejarse.

- ¡Donald, no! – Advirtió una voz femenina. – ¡No salgas de mi alcance!

Sin embargo, el entusiasmado Donald Harper no escuchó los consejos amigos y siguió tomando altura con la idea de dejar caer a su presa desde lo más alto. Cual fue su sorpresa cuando de improviso notó que no agarraba nada entre sus manos. Anonadado miró hacia abajo para comprobar si su enemigo en realidad estaba cayendo, pero sus agudos ojos no percibieron nada. Entonces escuchó una voz fría y helada sobre él.

- Me temo, amigo mío, que debiste escuchar a tus aliados.

Grifo observó la forma inmaterial de la Visión flotar sobre él. En medio segundo el vengador procedió a alcanzar su máxima densidad para caer a plomo sobre el joven alado. Ambas figuras descendieron en vertiginosa caída libre hacia la calle.


- Yeik, uno de los Hermanos Sangre avanzaba inexorablemente hacia Eric Williams, el Siniestro Segador. No tenía salida. - ¡Se acabó terráqueo...! – exclamó el alien.

- ¡No! ¡Atrás! – gritó Williams. Los intentos de evitar el asalto del coloso extraterrestre fueron inútiles. Este agarró al encapuchado y acercó sus colmillos a la yugular. Sin embargo, en su interior, el Segador sabía que esto ya lo había vivido.

- ¡AAArrgghhhh! –¡Aaaahhrghh¡ ¡Su sangre!- Gritó el Hermano Sangre, y comenzó a escupir - ¡Maldita sea! ¡Su sangre quema! ¡Maldito seas! – Era cierto, pensó el Segador mientras contemplaba retorcerse a su agresor. – Esto ya lo viví - [2]

Una risa escalofriante llamó entonces su atención, una risa de mujer. Una risa familiar... - ¡Ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja! – Acompañada de un saludo nada halagüeño.

-¡Hola cariño! ¿Cómo estás?

-¿Quién?

- ¿Ya no me recuerdas, amorcito?

- ¡Nekra!

La sacerdotisa vudú albina, se acercó insinuante al sudoroso Eric Williams. Este recordó el breve romance que mantuvieron tiempo atrás [3] . Como cuando él murió, ella usó sus conocimientos para resucitarle como un zombie portador de muerte [4] , y como ella fue la primera víctima de su nueva vida, o mejor dicho no-vida. [5]

- ¿Creías que te librarías tan fácilmente de mí, mi amor? Yo no te he olvidado. – Dijo ella mientras acercaba sus labios a los de él.

- ¡No, atrás! ¡Déjame! - Gritó él, aterrorizado. De improviso todo cambió a su alrededor, su uniforme de Segador había desaparecido y se dio cuenta de que estaba desnudo en un lugar que nunca había visto antes. Un lugar fantasmal. La risa de Nekra parecía sonar por todas partes.

- ¡Cariño! ¿Dónde estás? ¡No puedes esconderte de mí! – Hacia donde quiera que Williams corría, los gritos y las carcajadas de la mujer le seguían. Sus pies mojados y desnudos, a cada paso se hundían más en el barro, no, no era barro, era arcilla, ni siquiera eso, era plastilina. ¿Plastilina? ¿Por qué plastilina? Se preguntó. Entonces fue cuando oyó los cascos del caballo y un estremecedor relincho. Una figura embozada se acercó a él. El caballo se acercó lentamente hasta él. El jinete embozado echó atrás su capucha y mostró su cara pálida ante la tenue iluminación del oscuro páramo.

- No te quiero en mi reino. – Dijo Pesadilla – Márchate.

Eric Williams despertó sobresaltado y sudoroso. Había sido solo una pesadilla, un mal sueño. Se hallaba confinado en sus aposentos en la secreta base de SHIELD, de nombre código Prevención. Respiró aliviado... De pronto, en la oscuridad notó el brillo de dos ojos observándole. Encendió la luz de inmediato para encontrarse con algo inesperado. Ante él estaba imponente, colosal, Thanos de Titán. Le observaba con absoluta curiosidad. En sus manos un pequeño dispositivo, una sonda mental, le habían permitido grabar las imágenes del sueño de Eric Williams. Unas imágenes que el Titán rebobinaba intrigado.

- ¿Qué...qué significa esto? – preguntó Williams temeroso.

El Titán Loco le miró. Tras estudiarle detenidamente habló con su voz seca sin expresar ningún tipo de emoción.

– Curioso. Me ofendí porque creí que habías rechazado a mi señora la Muerte [6] , y envié a los Hermanos Sangre a limpiar tal afrenta [7] . Ahora se que en realidad fue ella la que te rechazó a ti. Primero mi dama te rechazó, ahora el señor de las pesadillas... Tengo curiosidad por saber quién será el próximo – Y dicho esto, desapareció sin dejar rastro.

Asustado, el Segador llamó a los agentes de SHIELD que le custodiaban. Ni ellos, ni los supervisores de guardia en el puesto de mando central notaron nada. Ni siquiera las cámaras de seguridad de su celda habían registrado la visita. Eric Williams ya no pudo conciliar el sueño esa noche. No sabía que la siguiente tampoco, ni la otra, ni la de después...


Amanda White miró hacia el cielo y vio como el punto en el que se habían convertido su aliado, el Grifo, y su enemigo, la Visión, comenzaba a acercarse a una velocidad indescriptible.

- ¿Coronel Baxter, qué hago? – dijo dirigiéndose su líder.

- Canta, mi pequeña Dorremí, canta... - dijo el hombre disfrazado de perro.

Desde su posición camuflada, la mujer a la que Baxter llamaba Dorremí, emitió de nuevo la nota ultrasónica que sabía afectaba al cerebro de la Visión. Puso en su tarea todas sus esperanzas, y sin embargo todo su empeño fue vano. A la velocidad que caían las dos figuras, apenas había tiempo de que el sonido afectase a la Visión antes del impacto.

Solo a escasos metros del suelo, la Visión frenó su caída al volverse de nuevo inmaterial. El Grifo sin embargo, llevado por la inercia del peso que le había acompañado, no pudo sino estrellarse estrepitosamente contra el pavimento.

Precavido, el vengador tomó tierra, al tiempo que notaba que la frecuencia ultrasónica comenzaba a afectarle de nuevo. La Visión se acercó hacia su enemigo caído, y para su sorpresa comprobó como este se erguía totalmente magullado.

- Tu resistencia es en verdad envidiable. - Dijo el vengador. Casi con lástima, la Visión avanzó hacia él, dispuesto a propinarle el golpe final que lo dejaría sin sentido.

Fue entonces cuando el sintozoide fue sorprendido por un zarpazo de Perro Loco que había llegado hasta ellos en silencio. El golpe en el costado le hizo doblegarse de dolor. Perro Loco aulló entonces victorioso. La Visión se maldijo interiormente por dejarse pillar desprevenido. Ahora era él el que estaba a punto de caer derrotado.


En un callejón cercano, Lobo Rojo cabalgaba a lomos de Boa Constrictor que se revolvía desesperado intentando quitarse al piel roja de la espalda. Las manos de Boa Constrictor estaban atadas por un cable que le era imposible romper, un cable que se prolongaba hasta su cuello, daba vueltas alrededor de este, y que el indio sujetaba como si fueran unas vulgares bridas. El protector de la gente Cheyenne, aguantaba los embates del asesino, sin importarle que su espalda chocase alguna que otra vez contra los muros de la calle. Llevaban minutos así, y ninguno de los contendientes tenía trazas de cansarse.

En su continuo forcejeo, la pareja abandonó el callejón saliendo al descubierto de la calle donde la Visión y Grifo acababan de aterrizar. Por el rabillo del ojo, Lobo Rojo, vio la situación apurada de la Visión, a los pies de Perro Loco, y emitió su propio aullido.

El aullido victorioso de Perro Loco se mezcló con el de Lobo Rojo, y ambos fueron superados por otro más auténtico. “Lobo”, la mascota de Lobo Rojo, apareció de improviso saltando contra el coronel, y mordiendo con fiereza su brazo alzado.

La Visión dolorido, se incorporó. A escasos metros de él, el Grifo intentaba incorporarse.

Dorremí observaba toda la escena aterrorizada. Debía a ROXXON OIL que hubieran reconstruido su garganta tras el accidente de coche que truncó su carrera musical, pero no esperaba que se lo hiciesen pagar de este modo. El uniforme de camuflaje que vestía reflejaba las ondas de luz a su alrededor haciéndola invisible a los ojos de los demás. Fue entonces cuando “Lobo” se fijó en ella. Al verle venir, Amanda reaccionó con histeria y horror, y para su desgracia cambió la frecuencia de su grito, pasando del que anulaba las capacidades de la Visión, al que soliviantaba la conducta de los animales.

La Visión observó como “Lobo” abandonaba a Perro Loco y se dirigía hacia un punto vacío en concreto. Vio al lobo saltar y cómo de improviso se materializaba entre sus fauces una silueta femenina que comenzaba a gritar desesperada. En el momento en que la chica comenzó a chillar, “Lobo” se calmó, la frecuencia que le soliviantaba había cesado. Sin embargo el desgarrón que produjo en la garganta de la mujer había sido grave, la sangre comenzaba manar a borbotones.

- ¡Mandy, no! - Al ver a la chica caer, la adrenalina fluyó a través del joven Grifo. Su reacción sorprendió a la Visión, que fue incapaz de esquivar su acometida. Desesperado, el Grifo tomó cuidadosamente a la mujer herida en sus brazos. Se volvió hacia el vengador. – Si le pasa algo irremediable, juro que os mataré al indio a su bicho, y a ti, robot. – y emprendió el vuelo con la chica en sus brazos. La Visión flotó tras él, pero su velocidad era menor. Durante unos segundos consideró abatirle con sus rayos solares, pero enseguida desechó la idea. Tanto Grifo como la chica caerían de gran altura y él, intangible, sería incapaz de amortiguar su caída. Grifo sobreviviría pero la chica quizás no. No podía arriesgarse. Optó por regresar a la calle. Al aterrizar observó que Perro Loco había desaparecido, y que “Lobo” aullaba y saltaba en torno a los todavía enzarzados Lobo Rojo y Boa Constrictor.

- ¿Necesitas ayuda? – Preguntó a su aliado.

- No...¡Uufff!... Déjame... Esta es mi pelea. – Contestó el Cheyenne, mientras apretaba los talones en los costados del asesino ofidio.

Llegado el momento que consideró oportuno, Lobo Rojo tomó sus improvisadas riendas con los dientes, cogió su bastón ceremonial del lugar donde colgaba en su espalda y lo pasó por delante de la garganta del mercenario empuñándolo con ambas manos a los lados y ejerció presión. Poco a poco Boa Constrictor, desesperado comenzó a notar que le faltaba la respiración. A los pocos minutos, Quincy McIver cayó desplomado. Lobo Rojo sonrió.

- Está... – Interrogó el vengador.

- Vivo, por supuesto. ¿Qué esperabas? – Contestó Talltrees.

Las sirenas de la policía y los bomberos comenzaron a sonar cada vez más cerca.

- Debo ocuparme de informar a las autoridades y de que pongan a Boa Constrictor a buen recaudo. – Dijo la Visión mientras la calle comenzaba a llenarse de las luces parpadeantes de los vehículos de las autoridades.

Lobo Rojo miró hacia arriba. A lo que había sido su habitación. De un salto alcanzó la escalera de incendios y comenzó a subir, seguido de cerca por “Lobo”. La Visión se dirigió al encuentro de los oficiales de policía que bajaban de los vehículos...

- Teniente Stern, sargento Bishop... -


Durante varios minutos William Talltrees inspeccionó la habitación destrozada. No sabía que tipo de explosivo habían utilizado, pero el caso es que todo había sido reducido a cenizas. Desde sus objetos personales, hasta el dossier que Johnny Doságuilas, relaciones públicas de Industrias Fireheart le había dado para su misión. Finalmente, la Visión, acompañado del teniente Stern y el sargento Bishop, de la policía llegó a la habitación.

- Nada. No me queda nada. Ni dinero, ni ropa de calle, ni lugar donde dormir... - comentó Lobo Rojo.

- Los Vengadores podemos ofrecerte alojamiento. La Fundación Maria Stark tiene una cuenta de gastos para este tipo de ocasiones. Te ruego que aceptes mi ayuda... Amigo. - Dijo la Visión poniéndole la mano en el hombro.- Mucha gracias... amigo. – Contestó Lobo Rojo.


A Johnny Doságuilas siempre le gustó vivir bien, y siempre supo que para ello necesitaba dinero. Hoy era feliz, había culminado un gran trato, había recibido su paga, y el futuro se le planteaba prometedor. Dejaba tres años en Empresas Fireheart para ocupar un puesto más importante en una multinacional como ROXXON OIL. O al menos eso es lo que le habían vendido. Encerrado en su apartamento, terminaba de hacer la maleta, tenía que abandonar la ciudad en uno de los primeros vuelos, tal y como acordó con su nueva compañía. No debía estar en Nueva York cuando su jefe, Thomas Fireheart comenzase a investigar los sucesos de esa noche. Por el rabillo del ojo le pareció ver una figura atravesando el centro de su cuarto de estar. Se asustó... Buscó la pistola que tenía para defenderse, y salió a la habitación en busca del intruso. No vio a nadie. Suspiró aliviado. Sintió un intenso dolor en el pecho y cayó fulminado, sin vida. Nunca tuvo tiempo de ver como una mano fantasmal atravesaba inmaterial su espalda para solidificarse en su interior y estrujar su corazón.


El sol que comienza a nacer, ilumina la fachada de la Mansión de los Vengadores. En el comedor de su interior, Edwin Jarvis, el leal mayordomo sirve un suculento desayuno a William Talltrees, mientras, tendido a sus pies, “Lobo” devora una pierna de cordero. La Visión, frente al ventanal, observa con gesto estoico como el astro rey sale por Central Park, y secretamente se regocija de recibir su energía.

- ¿Mr. Talltrees, desea más zumo? – Preguntó el mayordomo.

- Sí, muchas gracias, Jarvis.

- Le recomiendo que pruebe los huevos y el bacon, señor, son muy reconstituyentes para su línea de trabajo. Al Capitán América le encantan – Dijo con su característica amabilidad, y prosiguió - Parece que su...”compañero”, está disfrutando de todo un banquete – dijo con ironía mientras observaba la machas de grasa sobre la alfombra.

- Muchas gracias Jarvis, ¿Sabes, Visión? Creo que me podría acostumbrar a vivir aquí...

- Puedes quedarte todo el tiempo que quieras. – Contestó el sintozoide sin dejar de mirar por la ventana. - Está todo arreglado.

“Tendré que pedirle al señor Pym más muestras del quitamanchas especial que desarrolló” – anotó mentalmente Jarvis.

Los pensamientos de la Visión volaron hacia Danny Truman, un hombre del que no conocía su existencia hace apenas dos días y del que ha sabido que es el hombre que asesinó a Alexander Lipton. La pasada noche su mera cercanía desató un profundo odio personal hacia Truman, echando a perder una operación de SHIELD. Debería ponerse en contacto con el teniente Chance. Pero ahora le preocupa más su propia personalidad. Siempre creyó que la personalidad del difunto Lipton, cuyas pautas cerebrales le inculcaron cuando las de Simon Williams parecían perdidas, habían sido anuladas tras servir como disco de arranque para recuperar su verdadera personalidad, pero de alguna manera sus encuentros con la viuda de Lipton, Laura, y su asesino, habían reiniciado una chispa en su interior. Tenía que conocerse bien así mismo para estar plenamente operativo. El teléfono le sacó de su ensimismamiento.

- No doctora, Hércules todavía no ha regresado [8] , pero la Visión sí, precisamente está aquí. - Dijo Jarvis - Señor Visión, es la doctora Foster, parece urgente.

La Visión extendió el brazo hacia el inalámbrico que le tendía el mayordomo. La doctora quedó en llamarle si el estado de su amiga Darby variaba. Se alarmó.

- ¿Doctora Foster? – Sólo los que verdaderamente le conocían, como Jarvis, hubieran notado el tono de preocupación y ansiedad en su voz.


La plaza vacía de Johnny Doságuilas en el vuelo que despegó a primera hora del aeropuerto de Laguardia seguía así. Cuatro filas más atrás, tres puestos a la izquierda, Danny Truman flirteaba con una de las azafatas mientras esta le servía su segundo whisky doble con hielo. Truman estaba feliz, aunque la noche había sido algo apurada había logrado realizar la tarea que sus jefes de ROXXON le habían encomendado. No sabía exactamente que había pasado, ni porque uno de los Vengadores se había ensañado con él, pero el riesgo y la aventura, le excitaban, y el éxito de la operación le suponía un plus. Entregó el paquete pese a la presencia de SHIELD y los Vengadores, o al menos uno de ellos, eso elevaba su prestigio y reputación en la empresa. Siguiendo los procedimientos, ahora desaparecería una temporada de los Estados, y trabajaría para ROXXON en otra parte del mundo. Ojalá le mandasen a Brasil como cuando se cargó a Lipton. Apuró su bebida. Lipton... se quedó mirando el vaso vacío, ¿Por qué recordará el nombre de uno de entre tantas víctimas? ¡Será por Brasil! Sonrió y llamó a la azafata para pedir otra copa.


En su lujoso cuartel general, Leopoldus estudiaba la mercancía que había conseguido la noche anterior. Parecía genuina, pero todavía tenían que corroborarlo sus científicos. Su comunicador se activó y la voz de “Gran M” sonó al otro lado.

- Mi querido Leopoldus, parece que anoche corriste una pequeña aventurilla. No me habías contado nada.

- No señor. No lo juzgué necesario. Me temo que eran asuntos personales. – Dijo con educación y orgullo.

- Ahh, mi querido amigo. Ahí te equivocas, mientras estés bajo mi nómina y en mi ciudad, todo lo que hagas deja de ser personal, más si incluye a SHIELD y a los Vengadores...

- Sólo la Visión, jefe. Pero disculpa, a partir de ahora te informaré de cada paso. - Eres muy importante para mis operaciones, Leopoldus. Solo por eso pasaré por alto esta libertad que te has tomado. Pero ándate con cuidado y no olvides quien realiza las transferencias.

- Descuida Gran M, no lo olvido.- La comunicación se cortó, y el hombre llamado Leopoldus, tras asegurarse de que en verdad estaba aislado, estalló en una sonora carcajada. Una voz distorsionada le interrumpió su regocijo.

- Buenos días, amigo mío.

- ¿Eh? – Por un momento, Leopoldus temió que Gran M nunca hubiera cortado. – Oh, eres tú...

- Sí, llamo tan sólo para despedirme, espero que este contento con la transacción que realizamos anoche. Puedo asegurarle de nuevo que la mercancía era genuina, como sus técnicos no tardarán en confirmarle. A partir de ahora seguiremos caminos distintos. – Dijo la voz distorsionada.

- Pues bien “amigo”, entonces vete con viento fresco. –Dijo Leopoldus.

- Así lo haré amigo. Adiós. – y la pantalla se apagó.


“Hola Visión, llamo para darte una grata noticia, tu amiga Darby ha salido del coma, aunque necesita descansar, está fuera de todo peligro.” El recuerdo de la voz de la doctora Foster llenaba de alivio y alegría a la Visión mientras flotaba sobre la ciudad en esa mañana soleada. A escasos metros más abajo Lobo Rojo y “Lobo” le guiaban saltando entre calles y edificios. Finalmente llegaron a su destino.

- Ese es el apartamento de Johnny Doságuilas. - Señaló Lobo Rojo. – El hombre que dirigió mi ataque contra ti.

-Lobo Rojo se disponía a saltar a través de la ventana cerrada, pero la Visión le retuvo. Atravesó con su mano el cristal y giró el picaporte. Los dos héroes entraron para descubrir, allí tendido en el suelo, el cadáver de Doságuilas.

- Es increíble, no puede ser. – exclamó el piel roja. La Visión le miró intrigado.

- Los olores... es como si tú hubieras estado aquí...y hubieras atravesado a ese pobre diablo. Pero, eso es imposible, no hay otro como tú...

- Sí. – le desdijo el vengador – En verdad, lo hay... – Reafirmó con gravedad.


Epílogo

En uno de los laboratorios de alta seguridad de la ROXXON OIL, un complejo sistema de comunicación, permitía observar en diversos monitores a Danny Truman mientras se pedía su cuarta copa, a los científicos de Leopoldus descubrir la cámara oculta en su mercancía, el vuelo del angustiado Grifo preocupado por la mujer amada, Perro Loco oculto en el alcantarillado... Su mudo observador, un sintozoide pálido procedente de otra tierra alternativa, y al que en este mundo bautizaron como la Anti-Visión, mostraba especial interés en la escena del apartamento de Johnny DosÁguilas y sonreía mientras veía los rostros perplejos de la Visión y Lobo Rojo.

Continuará...


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Referencias:
1 .- El coronel Baxter, ahora Perro Loco, era el jefe de seguridad de la Corporación Brand cuando los Vengadores, con la Visión entre ellos, se enfrentaron a la conspiración de la Corona de la Serpiente que esta empresa respaldaba, en Avengers 141-144,147-149.
2 .- Ver
La Vision #04
3 .- Vision & Scarlet Witch (Vol.2) 2.
4 .- Vision & Scarlet Witch (Vol.2) 12.
5 .- Avengers West Coast 65.
6 .- Ver número 2 de esta serie
7 .- Ver La Vision #03 y La Vision #04
8 .- Esta historia sucede antes de Los Vengadores 5.

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