Los Vengadores nº06

Título: La respuesta esta en las estrellas.
Autor: Lobo Rojo
Portada: Roberto Cruz
Publicado en: Diciembre 2005

Mientras los Vengadores se esfuerzan por enfrenar los innumerable secretos que encierra Eslorenia, Quasar debe enfrentar sus propios problemas en su hogar.
Y llegó un día en el que los héroes más poderosos de la Tierra se unieron contra el enemigo común...¡Aquél día nacieron los Vengadores!... Para combatir aquellas amenazas que ningún superhéroe podría derrotar en solitario.
Creado por Stan Lee y Jack Kirby

Hace apenas dos días la pequeña nación europea de Eslorenia estaba aislada del mundo exterior debido a que se la suponía habitada por un demonio devorador de almas llamado indistintamente Ira Sangrienta, o Espectro de Sangre. Los Vengadores descubrieron que la amenaza ya no existía y que su amenaza había sido aprovechada por la comunidad científica del Enclave en un intento de establecer su ciudadela de la ciencia en la desolada región. Durante las últimas 24 horas las tropas aliadas enviadas por la OTAN, la ONU, y SHIELD junto al grupo de héroes europeos los Campeones del Viejo Mundo han recuperado el control de la derruida nación deteniendo a los mercenarios que no lograron huir a través del teletransportador del Enclave que les llevó allí en primer lugar.

- ¿Pedro, estás seguro del camino? – Cuchicheó una voz en la oscuridad.

- Sí Mikel, en tan solo cuestión de minutos habremos atravesado estas montañas y estaremos fuera de peligro.

- ¡Ojala esos malditos americanos no se hubieran hecho con nuestro transportador, hubiéramos abandonado el país sin ningún problema. – comentó otro mercenario.

- Peor suerte han corrido el jefe y otros compañeros que fueron capturados. – Dijo un cuarto individuo aún disfrazado de Ira Sangrienta.

El pequeño destacamento, compuesto por una docena de hombres armados recorría un oscuro sendero a los pies de la montaña con la esperanza de atravesar el bloqueo de las fuerzas europeas. De improviso una luz en el cielo llamó su atención. Podría ser una estrella fugaz, pero pronto su trayectoria en dirección hacia ellos, les convenció de lo contrario. El objeto cayó a escasos metros de la dirección en la que Pedro llevaba al grupo. Y quedó ahí resplandeciendo e iluminando.

- ¿Qué es eso?

- ¡Es..., es una flecha!

En cuestión de segundos otros seis proyectiles idénticos se clavaron alrededor del grupo de fugitivos, dejándoles a todos bien a la vista sin posibilidad de esconderse en ninguna sombra.

- ¡Rápido, en formación de combate! – gritó el llamado Pedro.

- ¡Eh, los de abajo! ¡Más vale que os entreguéis! No tenéis ninguna posibilidad. – Dijo una voz con tono burlón y confiado.

- ¡Jamás! ¡Venderemos caras nuestra vidas!. – Contestó Pedro al tiempo que disparaba hacia donde había escuchado la voz. Sus hombres le imitaron. – ¡Masacradlos!

Y en verdad fue una masacre. De las sombras salieron cuatro figuras, cada uno desde uno de los puntos cardinales y en cuestión de medio minuto, la docena de hombres fue derrotada.

Ojo de Halcón, el arquero vengador disparó tres flechas y Pedro, Mikel y otro compañero cayeron alcanzados respectivamente por un shock eléctrico, una flecha boleadora, y una con cabeza contundente.

El mercenario vestido de Espectro de Sangre y armado de una espada no fue rival para el aventurero español conocido como el Águila, que le desarmó con un mandoble, y decepcionado por su poca pericia con la espada, se limitó a pegarle un puñetazo. Otros dos hombres dispararon al miembro de los Campeones del Viejo Mundo, pero este esquivó con una sonrisa sus proyectiles derribó a uno de una patada en sus partes, y electrocutó al otro con sus poderes mutantes.

La mujer vestida de esmeralda, representante de Irlanda en los Campeones saltó entre los mercenarios haciendo gala de su gran pericia gimnástica, disparando contra ella dos mercenarios se alcanzaron mutuamente, al tercero se le encasquilló el arma cuando estaba a punto de disparar a la esbelta heroína. Trébol terminó la tarea noqueando al asombrado mercenario de un puñetazo.

Finalmente, Bonita Juárez, la vengadora reserva conocida como Ave de Fuego, usó sus poderes flamígeros para fundir las balas disparadas contra ella. Mientras volaba hacia los mercenarios pensó que su estela de llamas habría iluminado el escenario sin necesidad de que el arquero gastara tanta flecha. Sin embargo, recordó que a Ojo de Halcón siempre le había gustado dirigir el espectáculo. Sin darse cuenta había rodeado a sus enemigos en muro de llamas del que no podían escapar.

- Parece que hemos acabado con otro grupo. – Dijo Ojo de Halcón – Muchas gracias por ayudarnos, Águila.

- ¿Ayudaros? Creí que erais los Vengadores los que estabais ayudando a los Campeones del Viejo mundo. – Contestó el héroe hispano...

La discusión comenzó de nuevo, Ave de Fuego miró a Trébol, e hizo un gesto de encogimiento de hombros. Ella sonrió, le guiñó un ojo y comentó. - ¡Hombres! -

¡La respuesta está en las estrellas!


Fond Du Lac, Wisconsin, Estados Unidos:

- ¡Venga chicos, decid queso! – Pidió Lisa Vaughn a sus dos hijos.

Wendell y Gayle sonrieron a la cámara fotográfica que manejaba su madre. Por primera vez en meses, Lisa Vaughn estaba inmensamente feliz, ya que había podido disfrutar de sus dos hijos, pasando unos días junto a ella. A Gayle la veía a menudo, en cambio a Wendell, más conocido como el vengador cósmico llamado Quasar, le era más difícil disponer de tiempo libre debido a sus obligaciones como super-héroe y Protector del Universo.

- Wendell, hacía tiempo que no veía a mamá tan feliz. – Dijo Gayle – Y es gracias ti.

- Yo también os he echado a ambas de menos, hermanita. A sido una suerte que los Vengadores pudieran prescindir de mi unos días. – Por un momento el vengador pensó en usar sus bandas quantum para contactar con el grupo en Eslorenia – Pero al ver el radiante rostro de su madre, decidió posponerlo, después de todo si los Vengadores le necesitaban ya le convocarían.

- Bueno, y ahora, mis chicas favoritas, ¿Podéis decirme a que hemos venido aquí? – Dijo el vengador mientras las rodeaba con sus brazos en lo hombros respectivos - Fond Du Lac fue la ciudad en la que nací, pero ya hace tiempo que dejó de ser algo importante en nuestras vidas.

- Espera y verás Wendell, fue idea de Gayle.

El trío caminó lentamente por la calle principal de la pequeña ciudad, comentando y recordando pequeñas anécdotas de su vida familiar, finalmente, al doblar una esquina, vieron el destino final de su paseo.

EL UNIVERSO EN TUS OJOS,
GRAN EXPOSICIÓN ITINERANTE SOBRE
LA VIDA MÁS ALLÁ DE LA ESFERA TERRESTRE,
LAS ESTRELLAS Y SU MENSAJE.

- ¿Y esto? – Preguntó Wendell asombrado.

- A mi no me preguntes, hijo, ha sido cosa de tu hermana.

- ¿No te gusta, hermanito? Pensé que dada tu afición a las estrellas te gustaría darnos una vuelta a mamá y a mí, por un sitio como este.

Wendell Vaughn permaneció callado. En verdad no sabía que decir. Su hermana continuó charlando. El vengador cósmico se fijó en una curiosa y potente moto aparcada en la puerta del museo. Le chocó especialmente la cornamenta de toro que adornaba la parte frontal del vehículo. Se preguntó si semejante macarrada sería legal. Miró alrededor intrigado por las pintas que podría tener el piloto. No había nadie fuera de lo normal. Gayle hablaba sin cesar.

- Leí en algún sitio que es una exposición itinerante, patrocinada por una gran empresa cuyo mayor accionista falleció hace unos años. Van Fanel, creo que se llamaba. El tipo era un apasionado de la astrología que durante su vida no dudó en dilapidar su fortuna para recopilar toda una serie de objetos procedentes o relacionados con las estrellas,

- Según el folleto aquí encontraremos de desde sus cartas astrales personales a objetos que pertenecieron a grandes astrólogos y astrónomos de cualquier época. – Interrumpió la madre de ambos.

Quasar no podía dar crédito a lo que ocurría. No se atrevía a desilusionar a su hermana diciéndola que a él las estrellas realmente no le importaban, él no era astrónomo ni astrólogo, disfrutaba con las estrellas como el que disfruta con las montañas cuando las ve desde la utopista, pero nada más. Y mucho menos creía en la Astrología, intentar descubrir el destino a través de las constelaciones le parecía igualmente absurdo. Estaba dándole vueltas a estas ideas cuando de repente se fijó en la última persona que pensaba podría encontrar aquí. Tampoco podía creerlo, no la había visto desde que terminaron el instituto, ahora era toda una mujer estaba más bella que nunca.

- Mamá, Gayle, esperadme aquí, voy a saludar a alguien...
 

Eslorenia, hospital de campaña.

Dentro de una de las tiendas montadas por las tropas europeas, el joven Sean Dolan se debate rabioso mientras intenta inútilmente zafarse de las correas que le sujetan a la camilla en la que yace. La espuma sale por su boca, sus ojos parecen salirse de sus cuencas mientras sus dedos se estiran desesperados en dirección a la hoja de ébano que cuelga de la vaina del cinturón del Caballero Negro. Dane Whitman observa preocupado y entristecido a su antiguo escudero. En su interior se siente culpable de no haber mantenido consigo la espada encantada. – Bip, bip, bip...- el sonido intermitente de la tarjeta de comunicaciones de los Vengadores interrumpió sus pensamientos.

- ¿Fotón?

- Hola Dane, ¿Qué tal os ha ido? – Dijo Mónica Rambeau al otro lado del emisor

- Bien y mal... – comenzó a contestar el Caballero -

- Espera un momento... – interrumpió ella - ...cuéntamelo en directo - terminó de decir mientras se materializaba a su lado.

- ¡AAHHHRHHH! MIESPADAMIESPADAMIAMIAMIAMIA – comenzó a chillar como un poseso Sean Dolan. Mónica Rambeau saltó sobresaltada. Los enfermeros de la Cruz Roja intentaron sedar al muchacho, pero este logró derribar a uno de ellos de un puntapié.

- Dane, hemos de hacer algo, es horrible... – Dijo ella. Whitman se disponía avanzar hacia Sean, pero una voz grave le detuvo.

- Dejadme a mí. – El exvengador, ahora miembro de los Invasores, conocido como Druida, el maestro de lo oculto se dirigió hacia el enloquecido paciente. Al reconocerle, Mónica Rambeau, no pudo reprimir un gesto de desagrado.

Druida percibió la sensación de malestar que su presencia causó en Fotón, pero haciendo caso omiso se dirigió hacia el irracional joven, tomó su cabeza en sus manos y le miró a los ojos. El muchacho poco a poco pareció caer en un profundo sueño. Durante un segundos, la mente de Druida se introdujo en la del atormentado muchacho y finalmente pareció regresar a l mundo de los vivos.

- El pobre chico ha sufrido mucho. – Dijo dirigiéndose al Caballero Negro – Tenemos que hablar, Whitman. – Finalmente se atrevió a decir. – Hola Ms. Rambeau, ha pasado tiempo...
En la plaza central de la capital Eslorena, un equipo de científicos y operarios habían estado desmontando durante todo el día el aparato transportador del Enclave bajo la atenta mirada del doctor Henry Pym, alias Chaqueta Amarilla, el cautivo miembro del Enclave, Maris Morlak, y el doctor Louis Kort [1] , presidente de la comisión científica enviada por la Unión Europea.

- Esta tecnología está a años luz de lo que nuestros científicos puedan producir, - exclamó asombrado el doctor Kort.

- Efectivamente – contestó Pym – Es por eso que he recomendado su desmantelamiento y estudio por partes. Es la mejor manera de poder revisar milímetro a milímetro los fundamentos en que se basa. Recomendaría, también que contactaran con el doctor Reed Richards en los Estados Unidos.

- ¡Ja! Ni siquiera Richards sería capaz de descifrar las secretas maravillas que la tecnología creada por el Enclave alberga. – se jactó Morlak – Sino fuera por mi colaboración, sus operarios todavía no habrían comenzado a desmantelar la maquinaria.

Pym no se dignó a contestar a Morlak. Estaba más preocupado por el lugar en el que se hallaban. ¿Dónde había ido Jan? Deseaba que terminara el desmantelamiento para poder investigar algo que le estaba reconcomiendo desde el día anterior. Por fin llegó el momento en que los operarios retiraron la última pieza.

- Gracias por su colaboración doctor Pym. Mister Morlak, en mi informe constará también su ayuda, no dudo que la Unión Europea tendrá en cuenta su disponibilidad para cooperar cuando sea llevado ante los tribunales. – Dicho esto, el doctor Kort cerró su ordenador portátil y se dirigió al vehículo donde esperaba su escolta. Del mismo modo, Morlak fue acompañado por varios guardias a un sofisticado furgón en el que abandonó la plaza. El vengador hizo lo mismo dejando allí a los militares de guardia.

Chaqueta Amarilla se encaminó hacia la zona que había sido habilitada para él y sus compañeros Vengadores, sin embargo cuando estuvo fuera de la vista de los centinelas, adoptó el tamaño de un insecto y volando volvió sobre sus pasos. Después de pasar inadvertido entre los soldados europeos se dirigió a unas ruinas determinadas, y allí aterrizó dispuesto a satisfacer su curiosidad. El lugar destruido le traía recuerdos no muy gratos. Se ve en ese mismo lugar prisionero e impotente junto a Jan, la Visión, la Bruja Escarlata y Wonderman... En su mente ve la cara de su horrible creación, Ultrón, jactándose de haber aniquilado a la población de Eslorenia, y proponiéndose hacer lo mismo con el resto de la humanidad. Observa como sus compañeros Vengadores acuden al rescate, y combaten al robot hasta que el joven Justicia, se presenta con un fragmento de Vibranium de la Antártida, cuyas propiedades destruyen todos los componentes metálicos cercanos. Se ve así mismo, como en un sueño, golpeando con sus gigantescos puños el caparazón derrotado de Ultrón [2] .

Parece no quedar nada del antiguo laboratorio, sin embargo, ¿Por qué está tan nervioso? ¿Qué le preocupa? Es entonces cuando inspeccionando el terreno ve una luz a través de los escombros. Un resplandor invisible para ojos de tamaño normal, pero gigantesco para una persona de tamaño diminuto. Con cautela se deslizó entre las rendijas y llegó finalmente hasta el lugar del origen de la luz. - ¡Parece que el laboratorio de Ultrón no fue destruido del todo! ¡Aquí hay maquinaria todavía funcionando, y con toda seguridad no pertenecía al Enclave, y mucho menos a Espectro de Sangre...! ¿Cuál sería su propósito?


Fond Du Lac, Wisconsin, Estados Unidos:

- ¡¡No quiero esta estatua en esta sala!! ¡¡Es un gravísimo error!! No pertenece a esta época, ni siquiera a esta muestra. – Dijo indignada Verónica Gruenwald a los dos operarios que tenía delante.

- Pero... en Nueva York... – Se atrevió a contestar uno de ellos.

- ¡Me da igual como fuese el montaje en Nueva York, París o El Cairo! Esta exposición se lleva a cabo en un recinto bajo mi responsabilidad, y se atendrá a mis exigencias. Antes de ayer lo expliqué bien claro. No tenían ni que haber desembalado la estatua. ¿Queda claro? – Replicó furiosa.

- ¿Y que hacemos con la figura...? – Dijo el otro técnico – Al menos déjenos guardarla en su despacho, hasta que la podamos devolver a su lugar de origen.

- Está bien, pero sáquenla de esta sala de inmediato... ¡Ya! Y mañana quiero que se la lleven a su lugar de origen. – Verónica Gruenwald se dio la vuelta y se dirigió hacia la entrada del museo. Estaba enfadada, parecía que porque dirigiese un pequeño museo de provincias, los de la gran ciudad podían intentar manejarla a su antojo. Faltaría más. Su mirada dura, y su gesto resuelto se cambiaron a una pose más frágil cuando le pareció reconocer entre el trío de personas que accedían al museo a una persona que no esperaba. Su corazón le dio un vuelco. Allí estaba Wendell, su primer amor.


La Avispa llegó al Hospital de campaña, en la puerta, sentados alrededor de una mesa Druida, Fotón y el Caballero Negro estaban reunidos. Adquirió su tamaño normal y saludó con una sonrisa a Fotón.

- ¡Hola Mónica, no te esperaba! – Al ver a Fotón y a Druida juntos, la Avispa recordó como habían acabado la última vez que participaron juntos en los Vengadores. Janet había invitado a Druida a unirse al grupo después de que este les ayudara a derrotar a los Amos del Mal. Entonces la Avispa partió de vacaciones y los Vengadores, a instancias del Capitán América nombraron a Fotón, entonces la Capitán Marvel, su nuevo presidente. Semanas después, Druida seducido por Terminatrix, aprovechó las heridas de Mónica en combate para presentarse a líder de los Vengadores, forzando mentalmente a sus compañeros a votarle. Por el modo en que Mónica mira a Anthonny, parece que no le ha perdonado.

- Hola Jan, Druida se disponía a explicarnos lo que ha descubierto sondeando la mente de Sean Dolan.

-OK, - contestó Janet – Veo que llego justo a tiempo - dijo tomando asiento.

Ante ellos, Druida comenzó a levitar. Pareció entrar en trance y su voz sonó como si fuera el mismísimo Sean Dolan.

“Estoy atrapado en la oscuridad. Miles de almas tiran de mi y requieren más sangre, más poder, sustentado en la absorción de más almas... No quiero, pero mi espada me controla, el dolor y la ansiedad es tal que tan solo puedo querer más, en un débil intento de mitigarla. Paseo continuamente por los límites de mi fronteriza prisión buscando una manera de atravesar la barrera que me retiene, pero todo es inútil. Mi rabia aumenta y enloquezco. Un día descubro un pelotón de hombres en el interior de mis dominios. Mi espada da buena cuenta de ellos pese a su moderno arsenal. Dejo escapar a dos con la esperanza de que me permitan encontrar una salida a mi prisión, sin embargo se disuelven a través de un portal al que no tengo acceso. Están sobre aviso, no volverán... Pasan los días y mi rabia aumenta [3] , y de repente, una noche la veo. Allá en el cielo, una luz procedente de más allá de las estrellas, me llama... No, no me llama a mí, llama a mi espada, mi adorable espada... Tampoco es así, de alguna manera la luz en el cielo conecta con las almas atrapadas en mi espada... ¡Y vuelan! Sorprendentemente, éstas vuelan y abandonan su confinamiento en mi hoja encantada... Una a una cada alma atrapada, abandona mi ser, mientras yo recuerdo el sufrimiento de todas sus vidas... Poco a poco mi tamaño y el de la Espada de Ébano recupera proporciones normales, la fuerza que absorbe las almas que nos potenciaban tira de nosotros hacia el cielo, hacia la luz entre las estrellas... La Espada se escurre de entre mis dedos, No quiero soltarla, sin ella caigo... ¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡NOOOOOOOO...!”

La impresión rompió el trance mental de Druida que se precipitó hacia atrás, y los tres vengadores se levantaron sobresaltados. El Caballero Negro se apresuró a ayudarle a levantarse. El místico se sacudió el polvo.

- ¿Estás bien? – Preguntó Whitman.

- Sí, gracias.

- ¿Qué, qué era eso?

- No lo se Ms. Van Dyne. Según parece algo procedente del espacio exterior vació, por decirlo de alguna manera, todas las almas contenidas en la Espada de Ébano. Esto drenó a Espectro de Sangre y le revirtió a su yo humano. Dolan y la espada cayeron en diferentes puntos de Eslorenia. La espada, libre de maldiciones restableció su enlace con su legítimo propietario, el heredero del linaje de Sir Percy de Scandia, el Caballero Negro original...

- Eso debió de ser hace un mes, justo cuando noté que mi vínculo con la espada se había restablecido. Al principio no noté nada especial. Finalmente me concentré y apareció a mi lado, fuera de las barreras de Eslorenia. Sin embargo, cuando me acerqué a la frontera vi al Espectro de Sangre en su interior... – Druida notó que Whitman callaba, como si retuviese una información que no quisiese compartir con sus compañeros. No era su problema.

- Eso coincide con lo que Morlak nos contó a Hank y a mi en el interrogatorio de hace unas horas. El Enclave realizó el intento de penetrar en Eslorenia que fue rechazado por el Espectro, tal y como Druida nos ha contado. – intervino la Avispa - Desde ese momento, Morlak monitorizó todos los movimientos del gigante, mientras ideaba un plan para suplantarle... Estaban estudiando un modo de transportarle a otra dimensión, cuando testificaron su transformación en Dolan y su pérdida de la Espada de Ébano. Sin perder un momento se pusieron en marcha, y emitieron su gigantesco holograma. Afortunadamente penetramos en el país antes de que sus defensas estuvieran activadas y lo volvieran inexpugnable.

- Pero... ¿Dónde fueron las almas?¿Tenemos alguna posibilidad de seguir su rastro? ¿Investigar quién o qué se las llevó? – Preguntó Fotón.

- ¿Al espacio exterior? No creo que podamos lanzarnos a recorrer el Universo buscando fantasmas...- Dijo el Caballero Negro - Podríamos hablar con los Cuatro Fantásticos, el Doctor Extraño, recurrir a Starfox y la ciencia de Titán, alertar a todos nuestros conocidos, cósmicos, síquicos y místicos. Quizás Quasar pueda preguntar a sus contactos cósmicos...

- Bien, parece que entonces nos hallamos en un callejón sin salida en este asunto. – contestó la Avispa.
Henry Pym observaba intrigado su pequeño descubrimiento. Su curiosidad científica le llevaba a investigar el propósito de aquellos ordenadores, lo que hizo durante unos minutos. Tan abstraído estaba que no se dio cuenta de otra presencia que también había aparecido a su lado.

- Doctor Pym, Henry...

- ¡Visión! – exclamó sobresaltado – Menudo susto me has dado. ¿Qué...qué haces aquí?

El sintozoide vengador salió de las sombras. Su rostro, habitualmente sin emociones, reflejaba atisbos de preocupación.

- Me atrajo este lugar. Quise recordar lo que aquí pasamos y casualmente, atravesando las ruinas en mi estado intangible encontré este laboratorio. Lo observaba intangible cuando de repente me percaté de tu presencia diminuta.

- Es de Ultrón. ¿verdad?

- Sin lugar a dudas. Por eso debemos destruirlo.

- Pero... ¿Y lo que podríamos aprender?

- Hank, tu creaste a Ultrón, como él me recreó a mi con ayuda del profesor Horton. No hay nada que él pueda hacer solo, que no esté al alcance de la tecnología de los Vengadores. Créeme...

De improviso, una luz piloto roja comenzó a parpadear. Una voz metálica y fría lanzó un aviso. – Un minuto para la autodestrucción... 59 segundos, 57 segundos, 55 segundos...

- ¿Autodestrucción? ¿Visión, cómo has podido...? – increpó Pym.

53 segundos, 51 segundos, 50 segundos, 49 segundos, 47 segundos, 45 se-

- Me temo que yo no he sido, doctor. – contestó el vengador artificial – Recomiendo que aprovechemos el tiempo del que disponemos para abandonar este lugar.

43 segundos, 41 segundos, 39 segundos, 37 segundos, 35 segundos, 33 se-

Y así los dos vengadores, sin mediar palabra, abandonaron el misterioso laboratorio, uno intangible atravesando los escombros que les rodeaban, el otro, con el tamaño de un insecto, a través de las rendijas existentes...

5 segundos, 4 segundos, 3 segundos, 2 segundos, 1 segundo, 00.




- ¿Veronica?

-¿We-Wendell?

- Ha pasado tiempo... Es-estás radiante, Vero. – Dijo mientras intercambiaban besos a modo de saludo.

- Tú tampoco estás mal ¿Has hecho pesas? – mientras le miraba detenidamente.

- Digamos que mi trabajo me obliga a mantener la forma.- Sonrió él.

- No me digas que eres policía. Siempre fuiste aventurero, un día querías ser espía, otro Luke Skywalker, otro Indiana Jones... – Se detuvo un momento - Dime, ¿No serás guardaespaldas, o vigilante jurado?

El vengador cósmico recordó su vida en una fracción de segundo. Verónica y él fueron íntimos durante el último año de instituto. Luego sus diferentes objetivos profesionales les mandaron por caminos diferentes. Él siguió su vocación aventurera e ingresó como agente de SHIELD. Allí adquirió los brazaletes quantum que le permiten canalizar y manipular energía, y con ellas pasó a formar parte del programa de superagentes de la organización, bajo el nombre de Marvelman. Posteriormente abandonó la agencia y se convirtió en jefe de seguridad del Proyecto Pegaso, con su actual nombre código, Quasar. De ahí a super-héroe, protector del Universo y miembro de los Vengadores. Vocación aventurera,... Verónica no sabía ni la mitad.

- Trabajé en seguridad, sí...- dijo dubitativo – Pero lo dejé... ¿Y tú? Veo que aquí eres alguien importante... – Se apresuró a cambiar de tema.

- Bueno, seguí mi sueño. Estudié arte y me gradué con las mejores notas de mi promoción. – Dijo orgullosa – Pero no tenía enchufes, ni contactos, y los que me ofrecían querían una relación más estrecha y personal a la que me negué y aquí me tienes, en nuestro pueblo natal, dirigiendo este museo. Lo cual tampoco sería malo sino fuera por los cabeza huecas de la gran ciudad que intentan imponer su criterio a la que consideran una provinciana de cara bonita.

- Les compadezco...

- ¿Ves esos dos que llevan la estatua de Senaquerib el barbudo a mi despacho? Querían imponerme su presencia en esta sala, donde están los grandes astrólogos y astrónomos de todas las civilizaciones. Senaquerib jamás estuvo dedicado al estudio de las estrellas. Ven, vamos a la cafetería y charlamos... – dijo mientras estiraba la su mano en un intento de cogerle de la muñeca.

Wendell reaccionó instintivamente retirando la mano. Sus brazaletes eran invisibles, pero no intangibles. No podía permitirse que la chica los tocase. Al menos todavía. Disimuló rascándose la cabeza y rápidamente tomó la mano de la directora entre las suyas y la besó

- Encantado, pero solo si pago yo... – Algo llamó su atención. Sus bandas quantum acababan de sintonizar algún tipo de energía extraterrestre en las inmediaciones. Parecía provenir del despacho de Verónica. Entonces se oyó una explosión en el ala opuesta del museo. Las alarmas saltaron.

- ¡Es la sala dedicada a muestras de meteoritos! – advirtió Verónica mientras se dirigía hacia allí.

- ¡Es hacia donde mi madre y mi hermana fueron! – exclamó preocupado.


Europa, Eslorenia:

- ¿Capitán Marvel? – dijo Druida con tono humilde.

Mónica Rambeau se dio la vuelta. Hacía tiempo que nadie la llamaba por ese nombre. Tras ella, la figura embozada de Anthony Ludgate se echó la capucha atrás, mostrando su rostro conmovido.

- Oh, eres tú... ¿qué quieres?

Druida observó que la valiente vengadora no le miraba a los ojos.

- Tan solo quería despedirme. Ya me he despedido de los demás Mi misión junto a los Vengadores ha terminado. No puedo hacer nada más por Sean Dolan y he de regresar junto a los Invasores, mi actual equipo.

- ¡Je! Espero que sepan lo que hacen al tenerte en sus filas. – Contestó ella con tono despectivo – O quizás les has convencido para que te aceptasen... No sería extraño.

- Capit...Fotón,...Mónica. – Dijo Druida con tono avergonzado – Siento lo que pasó... No era dueño de mis actos.

- Sí. Lo comprendo. Estabas controlado por aquella zorra de Terminatrix.- Replicó enojada - ¿Sabes que te digo? A lo largo de la historia de los Vengadores, muchos de sus miembros han sido controlados y manipulados por agentes externos. Siempre una chispa dentro de ellos se rebeló y logró sobreponerse a la influencia de su controlador. En ti no hubo ni un atisbo de remordimiento, ni de rebelión... Puedes haber engañado a los demás, pero por tu culpa se rompieron mis... los Vengadores... – Finalmente Mónica le miró a los ojos, y entonces fue Druida el que no pudo mantener la mirada.

Druida permaneció callado durante unos instantes, por fin habló...- Solo puedo decir que lo siento... Espero que algún día me perdones...Adiós, Mónica Rambeau, adiós, mi capitana... – Y tras ponerse su capucha de nuevo, conjuró un portal místico y desapareció por él.

Mónica permaneció pensativa durante unos minutos. Sus pensamientos fueron entonces interrumpidos por la explosión causada por la autodestrucción del laboratorio de Ultrón.


Nueva York, Hospital Memorial:


- ¿Cómo puede ser posible? – Chilló Hércules.

- Tranquilízate Hércules, estamos en un hospital. – Dijo la doctora Foster. – Si te comportas así ordenaré a seguridad que te echen. – En verdad, la doctora sabía perfectamente que ningún guardia de seguridad sería capaz de hacerlo, pero no estaba dispuesta a que el vengador olímpico rompiera las normas de su hospital. Hércules también lo sabía y a punto estuvo de provocar la situación, pero cuando sus ojos se cruzaron con los de la doctora su ánimo decayó.

- Perdona milady Jane. Es solo que la desesperación, me embriaga. ¡La mujer que yace en esa cama, no puede ser mi amada! ¡Mi amada nunca existió! Fue solo una creación de mi padre para que la pérfida Hera no pudiera dañarme a través de mis seres queridos. Parece ella, tan desvalida, y tan hermosa a la vez, pero no puede serlo, debe ser un demonio enviado por...

- Hércules, - interrumpió la doctora – créeme, a todas luces la persona tendida en esa cama, en esa habitación es humana, mortal y llena de sufrimiento.

Hércules iba a contestar, pero calló de nuevo. Lentamente se acercó al quicio de la habitación y miró su interior. Allí Taylor Madison moribunda se debatía entre la vida y la muerte.

- ¿Cuánto tiempo le queda? – preguntó el semi-dios

- Días, semanas, meses, ¿Quién sabe? Su voluntad por vivir es grande. Verte de nuevo a renovado sus esperanzas.

- Siempre lo fue... - Dijo él con tristeza.

Un golpe seco en el cristal de la ventana del pasillo llamó su atención. En el exterior, Iron Man, esperaba a que uno de los dos abriera la ventana.

- Iron Man. ¿Qué hace aquí? -

La doctora abrió el ventanal, y el vengador dorado penetró en el pasillo.

- Hola, Hércules. En realidad no estoy aquí, esta es solo una de mis armaduras animadas por control remoto. Ahora mismo estoy trabajando en el proceso de cura del Láser Viviente, procesando digitalmente la grabación de uno de sus intentos de solidificarse... -

- ¿Has traído lo que necesitábamos? – interrumpió Jane Foster.

- Sí aquí lo tengo doctora – Dijo el vengador dorado mientras extraía un CD de un compartimiento de su armadura.

- ¿Qué es eso? - Preguntó Hércules, mientras la doctora Foster se dirigía a su despacho con el disco

- ¿Recuerdas cuando Ms. Madison fue invitada en una ocasión a cenar en la mansión de los Vengadores? [4]

- Hum... sí, pero...

- Los sistemas de seguridad de la mansión analizan a todos nuestros invitados, sus constantes vitales y su fisiología particular para posteriormente poder detectar posibles suplantaciones. Todo queda sujeto a cláusulas de confidencialidad que nunca rompemos salvo en ocasiones de extrema gravedad como esta. Meses después, tu chica volvió a visitar la Mansión, esta vez obligada por tus manipuladores parientes [5] . De nuevo los sistemas de seguridad la analizaron. He contrastado los datos de ambas ocasiones y no coinciden.

- ¿Qué quieres decir?

- Hérc, creo que existe la posibilidad de que la Taylor Madison que tu padre dijo que no existía, la que se desintegró ante tus ojos y los de los Vengadores entonces presentes, fuera realmente un constructo. Mientras que la verdadera, la que conociste y de la que te enamoraste fue alejada de ti por alguna razón que se me escapa.

- ¿Insinúas que alguien me ha mentido? ¿Qué el Hijo de Zeus ha sido manipulado y engañado? – El rostro de Hércules se llenó de ira. Tony Stark desde su laboratorio alejado, apretó los dientes, tragó saliva y se preparó para lo que tenía que decir.

- Hércules, sinceramente... – vaciló unos instante – Creó que has sido manipulado por tu propio padre, Zeus.

- ¡El padre de todos jamás engañaría de tal forma a su hijo predilecto!

Los ojos de Hércules enrojecieron, su puño se cerró. Y en medio segundo un potente puñetazo fue descargado sobre la armadura roja y dorada.

- ¡BLASFEMO! ¡Tú, eres el mentiroso! - dijo mientras veía a su compañero vengador atravesar el muro contiguo y estamparse contra los coches aparcados al otro lado de la calle.


Wendell corrió tras Verónica, mientras sorteaban al público que corría en dirección contraria. Notó como sus bandas quantum comenzaban a vibrar. Al entrar en la sala de exposición de muestras, se hallaron ante un espectáculo inesperado. Cuatro individuos disfrazados sembraban el caos en el lugar. Uno de ellos de tamaño gigante sostenía entre sus manos a dos inconscientes y exprimidos guardias de seguridad.

- Los de seguridad están listos – Gritó el hombre llamado Torre.

Otro parecía absorber al interior de su cuerpo todas las muestras de rocas espaciales traídas del espacio exterior.

- Satélite, Órbita ya tiene rehenes, despeja la sala, mientras yo absorbo las muestras de meteorito. – Ordenó Vacío.

- ¡Ya lo habéis oído! ¡Todos fuera, ya tenemos suficientes rehenes!

El tercero, vestía una armadura que le permitía volar y con sus disparos ponía en fuga a los espectadores, que huían aterrados.

Arriba en el techo, con la bóveda estelar artificial de fondo, la mujer llamada Órbita sonreía mientras a su alrededor giraban impotentes los cuerpos de cinco o seis civiles.

- Coser y cantar. El mundo volverá a tener noticias de los Espaciales [6] .

Verónica Gruenwald iba a gritar indignada contra los saqueadores sin darse cuenta de que su trayectoria la colocaba en la línea de fuego de Satélite. Afortunadamente Wendell la alcanzó, y la arrojó al suelo cubriéndola con su propio cuerpo mientras sus bandas quantum creaban una disimulada protección a su alrededor. La pareja levantó la cabeza. El rostro de Quasar se congeló al reconocer a su madre y a su hermana entre las figuras tomadas como rehén que flotaban alrededor de Órbita.

No había tiempo para identidades secretas. En un fogonazo deslumbrante, el uniforme y las bandas cósmicas del vengador Quasar se materializaron a su alrededor.

- ¡Wendell! ¿Qué...? – Exclamó la asombrada Verónica. Pero el vengador cósmico ya flotaba en dirección al cuarteto de supervillanos.


Eslorenia, plaza central de la capital. 

La Visión y Chaqueta Amarilla observan los restos de lo que había sido el laboratorio de Ultron. Las llamas han consumido todo rastro de ello. Mónica Rambeau se materializa al lado de los dos Vengadores.

-¿Qué ha ocurrido? – pregunta ella.

- Descubrimos los restos de un laboratorio de Ultrón enterrado y activo. Su sistema de autodestrucción se activó y tuvimos que abandonarlo antes de conocer su propósito.

- ¡Rápido, Mónica da un barrido en todo el área, necesitamos estar seguros de que no ha quedado nada creado por ese maldito asesino! – ordenó Chaqueta Amarilla.

Mientras Fotón realizaba la tarea de reconocimiento, la Avispa y el Caballero Negro llegaron al lugar y fueron informados.

- No hay ni rastro – Dijo Fotón tras terminar su ronda.

- ¿Estás segura?- preguntó Pym algo exaltado – ¿No se te puede haber pasado nada por alto?

- ¡Hank! ¿Qué ocurre? ¡Estás muy alterado! - dijo la Avispa.

- Es...es Ultrón... Un laboratorio activo suyo, aunque sea tan solo un banco de datos activado supone el primer paso para la reconstrucción de nuestro mayor enemigo.

 
Los Espaciales eran un cuarteto de criminales con superpoderes cuyo origen provenía de los gases contenidos en el interior de unas muestras de minerales traídos del espacio exterior. Aparecieron en Nueva York hace ya años, haciéndose pasar por héroes con un origen similar al de los Cuatro Fantásticos, y culpando a un principiante Spiderman de los atracos que ellos mismos estaban cometiendo. Finalmente Spiderman les derrotó y demostró su inocencia. Los criminales fueron encarcelados y no volvieron a ser vistos hasta ahora. A Quasar le sonaba haber leído algo sobre ellos mientras preparaba su ingreso en SHIELD, pero eran un caso tan insignificante que apenas los recordaba. Vio venir el puño gigantesco de Torre hacia él y mentalmente activó un constructo de energía quantum con forma de almohadón que detuvo el impacto. Miró ligeramente a su madre y a su hermana mientras giraban en el techo junto a otro trío de inocentes. No quería que sus contrincantes se dieran cuenta de su relación familiar y se aprovechasen de ella. Los proyectiles que disparaba Satélite impactaron contra el campo protector que le rodeaba, sin apenas hacerle daño.

- ¡Dejádmelo a mí! – Gritó Vacío. Y comenzó a ejercer su poder de absorción sobre el vengador. Pillado por sorpresa, Quasar, fue arrastrado hacia el interior del cuerpo del villano como si de un objeto sometido al proceso de descompresión del agujero de una nave espacial se tratase. Durante unos instantes toda la agitación pareció terminar. Vacío dio un par de palmadas satisfechos y comentó. – Nada puede sobrevivir en las condiciones de vacío que hay en mi interior. ¿En qué estábamos?. – Sus tres compañeros sonrieron. Pero a poco a poco el gesto en sus rostros se fue alterando, Vacío comprendió que algo marchaba mal, miró su pecho para comprobar que la fisura había sido cerrada. Sorprendido comprobó como sobre su oscuro cuerpo comenzaban a nacer pequeños puntos luminosos, cada vez más abundantes.

- ¿Qué... qué me esta pasando? – Dijo.

Para asombro de todos los presentes los resplandores fueron creciendo hasta formar un destello del que surgió la figura sonriente de Quasar. Calibrada la situación, para un vengador capaz de viajar a través de las más lejanas galaxias no era problema usar sus bandas quantum para regresar del interior de un villano que tan solo replicaba las condiciones del espacio exterior. La tensión fue demasiado para Vacío que cayó inconsciente.

Torre y Satélite se percataron de que Quasar portaba en un contenedor de energía, todas las muestras de meteorito que su compañero había absorbido de la sala.

- ¡ Ese es nuestro botín! ¡Devuélvenoslo! - Chilló Torre al tiempo que embestía de nuevo. Quasar esquivó la acometida y formando un par de guantes de boxeo gigantescos, procedió a propinar una repetición de golpes al colosal cuerpo del gigante que finalmente cayó derrotado.

Satélite colocó a Quasar bajo el punto de mira de su proyector de energía láser. Se disponía a disparar cuando notó que los cohetes de sus botas no sonaban correctamente. Al mirar hacia sus pies descubrió que estaban obturados, rodeados de sendas esferas quantum. Sin capacidad de maniobra y poder para elevarse, la inercia de su descenso en picado solo le permitió ver como el muro derecho del museo se acercaba vertiginosamente hacia él. Dolor y oscuridad absoluta fueron sus siguientes sensaciones.

La mujer llamada Órbita se dispuso a hacer uso de sus rehenes, pero algo en el gesto serio de Quasar la previno de intentar nada.

- Señorita, sus compañeros han caído, no empeore la situación. Ríndase.

Ella se lo pensó.

- Por favor... – Insistió él.

Órbita sopesó las probabilidades. Ella tenía el poder de afectar las fuerzas gravitatorias que existen entre los cuerpos, haciendo que unos orbitasen en torno a otros. De este modo podía hacer que los rehenes levitasen alrededor suyo, levitar otros objetos, o incluso volar ella misma. Tras ser detenidos por Spiderman, ella y sus compañeros cumplieron una pequeña condena en prisión. Cuando salieron, sus poderes habían desaparecido. Tras años de investigación, Vacío encontró unas muestras de meteorito idénticas a las que les dotaron de poderes originalmente, y los Espaciales renacieron. Su objetivo principal ahora, no era lucrarse, sino hacer sus poderes permanentes. Por ello fueron asaltando diversos museos en busca de piedras espaciales que sirvieran a su objetivo, o al menos ese era su plan. Aparatos diseñados por sus compañeros detectaron una fuente de energía en la exposición. ¿Quizás fuese Quasar? Si era así, su aventura no iba a dar ningún fruto.

- ¿Señorita? – Repitió el vengador.

Usar sus poderes orbitales contra un tipo capaz de surcar el cosmos iba a ser inútil, auguró. Lanzar a los rehenes a mayor velocidad, incluso hacia el espacio exterior, le permitiría huir sí, pero luego... ¿Qué?... ¿Dónde iría sin sus compañeros?

- Esta bien, tu ganas. – Y los rehenes fueron depositados suavemente en el suelo.


Después de despedirse de los representantes militares y políticos de la Unión Europea, el quinjet de los Vengadores abandona Eslorenia, minutos después, el Viejo Continente, y comienza a cruzar el Atlántico.

- Los Campeones del Viejo Mundo, ¡Je! Un grupo de secundarios con aspiraciones a grandeza a los que todavía les falta mucho para jugar en las grandes liga.

- Venga Clint, a ti siempre te ha encantado el carisma que un grupo como ese puede contener. – Contestó la Avispa – De vivir en Europa seguro que terminarías siendo su líder.

- ¿Y dar órdenes a tipos presuntuosos como el Águila y Halcón Peregrino?– Se quedó pensativo, se froto la barbilla y sonrió – Me encantaría...

El Caballero Negro pilotaba la nave pensativo. Sean Dolan es irlandés, y sería repatriado a su país, con su familia donde recibiría los cuidados adecuados. Dudaba si le confiarían su tutela al no ser un pariente cercano, y más si la Espada de Ébano, causante de sus desgracias, colgaba de su cinto. Pero había aprendido que la responsabilidad de su hoja encantada era suya por herencia, y era un legado que debía proteger, o al menos proteger a los demás de su maldición. Solo podía solicitar la tutela de Sean a través de los abogados de la fundación María Stark, o al menos encargar a la sucursal de la Fundación en ese país que supervisase su recuperación.

Ave de Fuego se sentó al lado de Dane Whitman. Observó con timidez como el Caballero manejaba de los mandos del Quinjet. Con algo de vergüenza, preguntó al piloto.

- ¿Dane, recuerdas que prometiste enseñarme a pilotar un quinjet algún día, mientras montábamos guardia en Eslorenia? Este vuelo podría ser un buen comienzo.

- ¿Eh? – Dijo saliendo de su ensimismamiento. - Por supuesto Bonita, creo que es algo que todos los Vengadores deberían saber hacer... Coge los mandos auxiliares del copiloto, así, con firmeza... ¿Ves ese indicador rojo...?

- Me imagino que Fotón habrá regresado a casa casi instantáneamente. Es fascinante esa velocidad, poder llegar a cualquier parte del planeta en meros segundos...

- Viniendo del individuo que no necesita puertas ni escaleras para cambiar de habitación. - Contestó Chaqueta Amarilla. – desde luego que resulta apabullante. Dime, Visión. ¿Alguna teoría sobre el propósito del laboratorio que vimos estallar?

- Ninguna doctor Pym. Apenas llevaba dos minutos en él cuando me percaté de tu presencia. – y los ojos del vengador artificial se perdieron observando el océano tras la ventanilla.

- No deja de preocuparme... – Comentó Pym con gesto consternado.

 
La policía del estado de Wisconsin se llevó a los arrestados Espaciales. Minutos después de su marcha, Quasar recuperó su identidad de Wendell Vaughn y se reunió con su madre y hermana. Verónica Gruenwald, tras despedir al oficial de policía que la interrogó para el informe, se dirigió hacia ellos.

- ¡Señora Vaughn, Gayle, cuanto tiempo! No sabía que estaban aquí. – Dijo al reconocer a los parientes de su primer amor.

- Verónica, encantada de verte, Wendell ya nos ha explicado el trabajo tan fascinante que tienes...

Ella sonrió y miró a Wendell.

- Si es por trabajos fascinantes me temo que jamás podré igualar el curriculum de su hijo, señora Vaughn. – Se divirtió al ver el rostro azarado del vengador.

- Verónica, tengo que... explicarte muchas cosas... – Dijo Quasar.

- Oh, y lo harás, créeme que lo harás. ¿Cenamos mañana?

- Yo...

- ¡Señorita Gruenwald! – Interrumpió una voz. Era uno de los guardias de seguridad del museo.

- Sí, Marty, ¿Qué ocurre?


- Es... en su despacho, con la confusión alguien ha entrado.

- Perdonadme amigos, - dijo la directora del museo y se dirigió hacia su oficina. -

- Esperadme en la cafetería por favor – pidió Wendell a Lisa y Gayle Vaughn - voy con ella. ¡Verónica, espera!

La puerta del despacho de la directora Gruenwald había sido forzada. En el interior, todo parecía en orden. Nada estaba roto a excepción de un objeto. La estatua de Senaquerib el barbudo. Sus barbas habían sido arrancadas meticulosamente por alguien que sabía exactamente lo que buscaba.

- Parece que Senaquerib el barbudo es ahora Senaquerib el rasurado. – Comentó Verónica.

- Sí, pero ¿Por qué? – Preguntó Quasar intrigado. De pronto recordó las extrañas pautas de energía que sus bandas quantum detectaron instantes antes de que aparecieran Los Espaciales. Estos, después de ser detenidos también habían declarado que llegaron al lugar tras detectar una misteriosa fuente de energía extraterrestre. Desde luego, los meteoritos que robaban estaban limpios de cualquier tipo de pauta de energía... Eran simples muestras de minerales.

- ¿Qué sabes del señor Van Fanel? – Preguntó a Verónica. Esta le miró perpleja.

- ¿Van Fanel? No entiendo, ¿A qué te refieres?.

- Van Fanel... El filántropo difunto que era propietario de esta colección. Tendrá algún tipo de archivos sobre las piezas que coleccionaba... Podríamos comenzar por ahí... – La mirada de Verónica le hizo darse cuenta de que algo no cuadraba. Recordó que el nombre de Van Fanel, tan solo había sido mencionado por su despistada hermana pequeña... y conociéndola reaccionó.

- Vale, está bien, el propietario de todos estos objetos no se llamaba Van Fanel. ¿Verdad?

- Claro que no. El hombre que atesoró esta colección y otras muchas era un empresario ricachón llamado Van Lunt, Cornelius Van Lunt.


En una carretera estatal no muy lejana, una potente y veloz moto coronada con cornamenta de toro devoraba kilómetros en dirección hacia el este. Oculto bajo su casco de motorista, el piloto sonreía satisfecho, su operación había sido un éxito. En un recipiente estanco sobre su rueda trasera, cuidadosamente colocadas, las arrancadas Barbas de Senaquerib comenzaban a brillar. El feliz motorista acarició con cariño el colgante con el símbolo zodiacal de Tauro [7] que caía de su cuello. Arriba en el cielo, las estrellas que forman la constelación del toro parecían parpadear con complicidad.


En Nueva York, Iron Man se levantó aturdido del golpe que Hércules le había propinado. Estaba furioso, pero sabía que no debía de comenzar una pelea. Estaban en un hospital y cualquier tipo de choque entre él y Hércules solo podría empeorar la situación de los pacientes. No ayudaría a nadie, ni a Hércules, ni a Taylor, y mucho menos al prestigio de los Vengadores. Así que Stark prefirió comerse su orgullo herido, y usar medidas más diplomáticas para hacer entrar en razón al coloso vengador. No fue necesario. Su armadura había estado desactivada durante unos minutos en los cuales la doctora Foster había puesto al Hijo de Zeus contra las cuerdas. El Príncipe del Poder tendió la mano apesadumbrado al vengador dorado.

- Acepta mis más sinceras disculpas camarada acorazado. Solo dijiste lo que pensabas, y los tintes de verdad que sonaban en tus palabras terminaron por desencadenar toda mi desesperación, tornándola en ira. Espero en verdad no haberte causado ningún daño irreparable amigo mío.

- ¿Eso quiere decir que...? – Dijo mientras estrechaba la mano del León del Olimpo.

- Los datos de la mujer moribunda coinciden con los contrastados con su primera visita a la mansión de los Vengadores. Según todas nuestros datos ella es la verdadera Taylor Madison. – Aseguró Foster.

- Pero... ¿Cómo podemos esta seguros? – Interrogó Iron Man.

- Para eso mi amigo, solo hay una manera. – Dijo Hércules

Iron Man y Jane Foster se quedaron mirando al Hijo de Zeus, presintiendo lo que iba a decir.

- ¡¡Subiré al Olimpo a preguntar a mi padre su implicación en esta farsa, y juro que Zeus me contará toda la verdad aunque para ello tenga que arrasar todo el reino eterno!!

Continuará...

Próximo episodio: ¡Truenos sobre el Olimpo!.


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Referencias:
1 .- Científico europeo al que vimos en Marvel Two-In-One 28-34
2 .-  Avengers (Vol.3) 22
3 .- Tal y como le vimos muy brevemente en Capitán Marvel 4 de AT, serie escrita por Nerocles
4 .-  Avengers (Vol.1) 357
5 .- Avengers (Vol.1) 384
6 .- ¿Alguien los recuerda de Untold Tales of Spiderman 4/Historias jamás Contadas de Spiderman 4?<
7 .- ¿Barbas de Senaquerib? ¿Tauro? Un No-Premio al que explique la relación en el Libro de visitas de AT

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