Los Vengadores nº07

Título: ¡¡Truenos sobre el Olimpo!!
Autor: Lobo Rojo
Portada: Roberto Cruz
Publicado en: Marzo 2006

Es el Hijo de Zeus contra el Hijo de Odín, en un preliminar a El Crepúsculo de los Dioses. ¡Ah, sí! El resto de los Vengadores también aparece..
Y llegó un día en el que los héroes más poderosos de la Tierra se unieron contra el enemigo común...¡Aquél día nacieron los Vengadores!... Para combatir aquellas amenazas que ningún superhéroe podría derrotar en solitario.
Creado por Stan Lee y Jack Kirby

Anoche. Gimnasio de la Mansión de los Vengadores. Espada de Ébano en mano, el Caballero Negro se sometía a una intensiva sesión de esgrima en la sala de entrenamiento de los Vengadores. Ante él una voluminosa pero ágil máquina de ocho tentáculos agitaba sus extremidades, cada una de ellas armada de una afilada espada.

El objetivo del entrenamiento era evitar los tentáculos y desactivar la máquina pulsando el botón rojo de su corazón con tan solo la punta de su hoja encantada. Era una prueba de agilidad y destreza, lo que implicaba que no podía usar la Espada de Ébano para cortar los tentáculos. Como había hecho en infinidad de ocasiones Dane Whitman abordó el problema sin pensárselo. De improviso oyó una voz tras él.

- ¡Agacha la cabeza Whitman! – Una flecha pasó rozando su casco casi instantáneamente. El dardo se clavó certeramente en el botón rojo que era su objetivo, y la máquina se apagó como si nunca hubiera funcionado.

- ¡Barton, esta era mi sesión de entrenamiento personal! – Clamó el Caballero Negro indignado. A su espalda el arquero Ojo de Halcón mantenía su sonrisa burlona, mientras sujetaba su arco con ambas manos.

- Lo siento Dane, pero es que tras 24 aburridas horas de turno de monitor, necesitaba desentumecerme. Quería hablar contigo – Dijo en tono más serio.

- Tú dirás... - El Caballero Negro enfundó la espada, y se desabrochó el cinto de la vaina. A continuación se quitó el casco, y tiró su capa sobre una de las máquinas de musculación. Se dirigió hacia el tatami del gimnasio y cogió los dos bastones de entrenamiento. Su mirada se cruzó con la Ojo de Halcón, le arrojó un bastón y dijo desafiante.

- ¿Te aburrías? ¿Querías acción? ¡Defiéndete! – Y cargó contra su compañero armado con el otro palo.

Como en una coreografía bien ensayada, los dos hombres se encontraron frente a frente, bloqueando, esquivando y lanzando ataques con su bastón que el contrincante sabía evitar con mayor o menor facilidad. Mantuvieron un ritmo agotador durante cinco minutos. Entonces se midieron de nuevo. Dieron un paso atrás. Esta vez fue Dane Whitman el que sonrió.

- ¡Venga, hombre de Sherwood! ¿Acaso no puedes hacer frente a uno de los hombres del rey?

- ¡Está bien Nottingham, tú te lo has buscado! – y el arquero saltó hacia adelante sin saber que eso era justo lo que su compañero estaba buscando.

Con una finta espectacular y demostrando una gran destreza el Caballero Negro logró colocar su bo entre las piernas del arquero haciéndole perder el equilibrio. Clint Barton cayó de espaldas sobre el tatami, y antes de poder incorporarse notó la punta del bastón de su contrincante tocando la nuez de su garganta.

- Eres bueno arquero, pero no viviste cinco años en las Cruzadas junto al rey Ricardo. Ni siquiera junto a Robin Hood. – Tras retirar el palo, se dio la vuelta y se dirigió hacia su capa, casco y espada. - ¿Dime, de qué querías hablar?

- No me voy a presentar a líder de los Vengadores. Me voy. – Dijo con una seriedad que confirmaba su decisión.

- ¿Qué? ¿Cómo? – Exclamó Whitman sorprendido.

- Lo he estado pensando estos días. Tienes apoyo de nuestros compañeros para ser líder del grupo, y además, estás capacitado para serlo...-

- Tú también. Todo el mundo recuerda con admiración tu magnífico trabajo en la Costa Oeste.

- Bien... eso creía. Pero acabo de hablar con alguien que no piensa así [1] . De todas formas, quizás no sería justo. Tu convocaste la reunión que nos reagrupó. Yo solo aparecí y vi la oportunidad de ofrecerme como líder.

- Pero... de ahí a irte. No es necesario.

- Para mí sí. Tengo que buscar mi sitio de nuevo.

- Siempre habrá un sitio para ti en el equipo.

- ¡Por supuesto! Puedo no ser mutante, pero se que soy el mejor en lo que hago. – Contestó él mientras recogía los bastones.

- ¿Hay algo que pueda hacer por ti?

- Sí, concederme la revancha - Dijo mientras le arrojaba el otro bastón. – ¡En guardia!


Al día siguiente al levantarse, Dane Whitman notó las magulladuras causadas por su enfrentamiento con Ojo de Halcón. Al bajar a desayunar, Jarvis le informó que el arquero había marchado sin despedirse de nadie. Ahora, en la sala de reuniones escuchaba a la Visión leer el veredicto.

- Dane Whitman, por unanimidad de los miembros activos presentes, has sido elegido como nuevo presidente de los Vengadores. Enhorabuena. –

- Felicidades Dane, lo has conseguido. – Le expresó Fotón.

- No puedo decir que te envidie, - comentó Henry Pym mientras le estrechaba la mano - pero si es lo que tu quieres...

- Cuenta con todo mi apoyo señor presidente. – exclamó Quasar.

- Ahora sabrás lo que es bueno – bromeó Iron Man - sobre todo cuando tengas que lidiar con los burócratas de la Fundación Maria Stark, y sobre todo con los del gobierno.

El Caballero Negro estaba satisfecho. Finalmente había logrado su objetivo. Sus ojos se posaron en las sillas vacías de Ojo de Halcón, la Bruja Escarlata y Hércules. Miró el asiento vacío de Hércules, lamentó la ausencia de su compañero y su mente retrocedió a la mañana del día anterior, cuando el Príncipe del Poder se despidió de él.

- Lo siento mi buen amigo Dane, pero debo ausentarme. – Dijo el Hijo de Zeus – Me temo que no podré estar presente para apoyar tu candidatura a líder de nuestro selecto grupo, y no puedes creer como lo lamento, pero...

- No te preocupes Herc. Comprendo que tu misión es más importante que nuestros meros asuntos burocráticos. Lo que me preocupa es, si necesitarás ayuda... He hablado con los otros, y estarían dispuestos...

- No, - le interrumpió el olímpico - muchas gracias, pero...

- No me vengas con que es un asunto de inmortales. No sería la primera vez que los Vengadores viajan al Olimpo, ni que se enfrentan a la ira de Zeus.

¡Oh, no! No es eso...- contestó Hércules visiblemente emocionado – En verdad que no conozco otros aliados más capacitados para hacer frente a las mismas fuerzas del Olimpo. Es solo que esta es una misión personal, un asunto familiar entre un padre y un hijo que deben discutir sobre sus problemas. Agradezco tu disposición, pero no puedo aceptar tu ayuda.

Dane Whitman todavía recuerda el gesto de agradecimiento en el rostro de su compañero inmortal antes de partir. Se preguntaba cómo le iría.


Durante eras, el monte Olimpo, hogar de los dioses grecorromanos, ha sido testigo de las fiestas más deslumbrantes, las competiciones más apasionadas, y las batallas más cruentas. En todos estos actos siempre destacó la presencia de Hércules, el hijo de Zeus, el llamado Príncipe del Poder. Hoy, tampoco podía ser de otra manera.

El fragor de la batalla sonaba en los exteriores del palacio de Zeus. En el interior de sus muros, Ares, el Dios de la guerra, gritaba órdenes sin cesar a los hombres que le rodeaban. De improviso, el silencio se hizo al otro lado del muro.

- ¡Atención perros permaneced todos en vuestra posición! No habrá gloria para el que retroceda. ¡Capitán Argos, tú y tu hombres salid al exterior a reforzar a nuestras tropas! Ese cerdo hijo de una mortal debe haber sido aniquilado por fin. – chilló el hombre también llamado Marte.

Sin mediar palabras el noble Argos y una veintena de hombres salieron por la puerta del palacio. El ruido de la batalla se reanudó en cuestión de segundos. Para su consternación, Ares y sus hombres vieron como dos figuras con sus armaduras abolladas sobrevolaban los muros ante ellos y caían chocando estrepitosamente contra el suelo. El ruido de sus huesos rotos hizo apretar los dientes incluso al propio dios de la guerra curtido en mil batallas.

- ¡Que dos soldados lleven a esos hombres al templo de Apolo! – Ordenó Ares – Él sanará sus heridas... Si tal cosa es posible - Murmuró para sí.

De pronto un estruendo sorprendió a todos. Las puertas que daban al exterior cedieron y ante ellos aparecieron dos figuras, el noble y abatido capitán Argos, y Hércules, el Príncipe del Poder.

- No... no pasarás...no puedo dejarte pasar. – Dijo el noble Argos. – Tal es mi misión.

Hércules miró al bravo capitán. Su nombre le evocaba recuerdos de otras épocas, tiempos en los que él, junto a otros compañeros mortales, navegaron por los mares de la antigua tierra desafiando toda clase de peligros. Entonces forjaron una leyenda, y en honor a esta, el nombre del hombre que tenía ante sí había sido elegido. Recordó a sus actuales aliados mortales, los Vengadores, y se preguntó si dentro de siglos existiría un capitán Quinjet. Apartó este absurdo pensamiento de su mente y volvió a la realidad.

- Lo siento mi bravo guerrero. Pero he de ver a mi padre pese a quien pese. – Por un instante recordó a todos los viejos camaradas y amigos a los que había golpeado duramente durante el día de hoy. Intentó medir su fuerza, y de un golpe seco el guerrero que tenía ante él cayó desplomado. Levantó la vista y vio ante él a su hermanastro el Dios de la Guerra, rodeado del resto de sus huestes.

- ¡Ares! Deja de esconderte tras tus hombres. Diles que se retiren y me dejen llegar hasta mi padre. ¡Son nobles y fieles soldados y no merecen esta derrota! Ya han demostrado lo que tenían que demostrar.

- ¡Ja! ¡Perro traidor, que invades tu propia casa y golpeas sin piedad a tus hermanos y camaradas! Zeus, nuestro padre y señor, se halla reunido en estos momentos con una distinguida visita. Se ocupan de asuntos más graves de los que a ti, a mí, o a cualquier simple ser, mortal o inmortal pueden llegar a atañer. – replicó Ares.

- No me dejas otra opción que continuar avanzado – gritó Hércules amenazador. – Dime, ¿Te esconderás ladrando tras tus soldados o me harás frente tú mismo? ¿Eres el jefe de la manada de lobos y te comportarás como tal? ¿O tan solo serás una gallina que se esconde tras sus polluelos? Como has sido siempre...

Al oír la burlona provocación del vengador, Ares estalló en ira y abandonó toda prudencia. Apartando a empujones a los soldados ante él corrió espada en mano a enfrentarse a Hércules. – ¡Ahora verás, maldito mestizo! – El príncipe del poder sonrió y dijo para sí.

- Por fin... alguien a quien golpear sin remordimiento.

Con la velocidad del rayo Ares se dirigió hacia su odiado enemigo, pero este permaneció impasible, calmado pero tenso, y sobre todo manteniendo su sonrisa burlona, que no hacía sino incrementar la furia del dios de la guerra. Al llegar al cuerpo a cuerpo, Ares lanzó su primer mandoble, pero Hércules lo esquivó con facilidad. Con un fugaz movimiento, la mano izquierda del semidios-vengador se cerró en torno a la muñeca derecha de su atacante, deteniendo así su mano armada al tiempo que su miembro derecho se retiraba suavemente hacia atrás. En medio segundo, el poderoso puño de Hércules se impulsó hacia adelante contactando con la barbilla de su contrincante con tal fuerza, que Ares salió impulsado con la velocidad de un misil hasta impactar contra los muros de un palacio cien metros más allá. La pared comenzó a agrietarse y un repentino desprendimiento de cascotes enterró al inmortal inconsciente.

- El palacio de Hera... No podía haber elegido mejor objetivo. – Sonrió el vengador al pensar en los destrozos de la casa de la madrastra que le odiaba.

- ¡Hombres del Olimpo, escuchad! – Procedió a gritar Hércules. – Mi rencilla no es con vosotros. Vuestro oficial al mando ha caído, al igual que vuestros mejores hombres y armamento. No se os llamará cobardes por ceder ante una fuerza superior. Dejadme pasar a ver a mi padre.

Los guerreros ante él titubearon. Pero solo un momento. Al grito de - ¡Por Zeus y por la gloria del Olimpo! – Corrieron al unísono en dirección a Hércules profiriendo gritos de guerra. Este, al verles venir, no pudo reprimir un gesto de orgullo ante la tenacidad y el valor de sus compatriotas, orgullo que dio paso a la contrariedad de tener que seguir dañando a los que siempre habían sido sus compañeros de armas.


- ¿Alguna noticia sobre Wanda? – Preguntó el nuevo líder de los Vengadores. Al oír el nombre de la Bruja Escarlata, todas las miradas alrededor de la mesa se dirigieron hacia la Visión.

- No. Según nuestro antiguo compañero la Bestia, Wanda y un pequeño grupo de mutantes indefinido han saltado a través del tiempo. Con ayuda de Reed Richards, el dr. McCoy está estudiando la manera de rastrearles. Por supuesto, sigo activamente de cerca todos sus avances. [2] – Los vengadores que más le conocían notaron un breve cambio en la intensidad de su modulada voz.

- Habrá algo que podamos hacer... - aseguró la Avispa. – Somos los Vengadores... Has sopesado todas las posibili...

La Visión miró a Janet Van Dyne y se dispuso a contestar, el Caballero Negro les interrumpió.

- Janet, seguramente la Visión es el vengador más interesado en localizar a Wanda, hemos de suponer que nadie mejor que él para conducir la investigación.

- De todas maneras, Avispa agradeceré cualquier sugerencia.


Monte Olimpo. En los reales aposentos del todopoderoso señor del panteón Grecorromano, éste brindaba con la honorable visita que había recibido ese día.

- Dime entonces que te ha traído hoy aquí, mi buen amigo.

La poderosa figura a la que Zeus hablaba se mantenía de espaldas a una de las ventanas del aposento. Las luces del cielo del Olimpo que penetraban por ésta impedían ver los rasgos distintivos de la misteriosa visita, pero en cambio eran incapaces de ocultar su regio porte. El visitante se dispuso a hablar, pero un estruendo le sorprendió.

Las puertas de la sala se abrieron de improviso y una figura acorazada penetró volando por estás. Su vuelo fue detenido por la dureza del impacto contra una columna de mármol.

- ¿Kratos...? – Murmuró Zeus al reconocer la figura inconsciente.

Una segunda figura penetró por las ahora abiertas puertas y sufrió un aterrizaje igual de estrepitoso y doloroso que la primera.

- ¿Bia...? – Exclamó el señor del Olimpo al ver caer al segundo de sus guardianes personales.

- ¡Escúchame Padre! – Cubierto de magulladuras y arañazos el enfurecido Hércules irrumpió en la sala sin percatarse siquiera de la visita que su progenitor atendía.

- ¡Hércules! Mi irreverente y tozudo hijo. Pasa... En el fondo te esperaba...– Contestó Zeus con tono condescendiente. – En mi corazón sabía y temía que tendría que llegar este día.

El misterioso visitante notó que Hércules no había reparado en su presencia, y optó por permanecer al margen de la conversación entre padre e hijo. Tomó asiento y apuró su copa sopesando la gravedad del asunto.

- ¡Quiero respuestas, padre! Y creo que solo tú puedes dármelas ¿Qué sabes de Taylor Madison? ¿Cuál fue tu implicación en el engaño en torno a ella?

- Ah... la mujer mortal. Sabía que traería problemas... Intenté evitarlo, pero lo que está escrito, está escrito.... – Se lamentó el señor del Olimpo.

- Entonces mis sospechas son ciertas. ¡Tú eres el causante de este engaño! – clamó Hércules entre indignado y horrorizado. – Tú... tú nos hiciste creer que Taylor Madison nunca existió, confinando a la más dulce de los mortales, a... a la mujer que tu hijo amaba, a sufrir una enfermedad en la soledad más absoluta.

- En efecto. – Contestó Zeus. – Lo hice por tu bien... mi hijo bien amado...

Al oír estas palabras Hércules reaccionó ofendido.

- ¡Me has manipulado padre! Abusaste de mi confianza. ¡Has jugado con mis sentimientos! –

El Príncipe del Poder avanzó hacia su padre, y estiró su mano hasta agarrarle de su túnica. Sorprendentemente, Zeus no hizo nada para detenerle. Ver a su anfitrión amenazado, fue más de lo que el misterioso visitante podía soportar. No importaba las razones del padre o del hijo, las leyes de la hospitalidad, y el honor que a estas le ataban le obligaban a intervenir.

- ¡Alto, Hijo de Zeus! ¡Contén la mano que alzas contra tu padre, pues es mi deber advertirte que mientras me halle invitado en su casa estoy obligado a defenderle con todas las fuerzas de mi ser! – Dijo una voz potente como el trueno... y, para más desesperación de Hércules, poderosamente familiar.

- ¡Tú! ¿Qué haces aquí? – Exclamó el vengador al percatarse de la presencia del invitado.

La poderosa figura del visitante se acercó hacia el padre y el hijo. A medida que se alejaba de la ventana, sus rasgos se fueron haciendo más visibles, aunque Hércules ya había reconocido la majestuosa figura de Thor, Dios del Trueno y Señor de Asgard.


La voz de Janet Van Dyne resonaba en la sala de reuniones, mientras leía el siguiente punto del orden del día. Bonita Juarez no podía ocultar su ansiedad, mezcla de alegría nervios y orgullo. Los susurros de su viejo amigo el doctor Henry Pym le dieron ánimos.

- Tranquila Bonita, la otra vez que pasaste por esto fue peor.

Ave de Fuego se acordó de lo largos que se le hicieron los días mientras esperaba que Ojo de Halcón, líder de los Vengadores Costa Oeste, le ofreciera unirse al recién formado grupo. Pero los ojos del arquero estaban entonces puestos en Benjamin J. Grim, la Cosa, uno de los más veteranos héroes de la tierra. Bonita se fue después de que Grimm aceptara. Cuando días después la Cosa regresó con los Cuatro Fantásticos, los Vengadores acudieron a reclutarla, pero entonces ella ya había encaminado su vida por otros derroteros, por lo que rechazó la oferta y pasó a ser una Vengadora reserva. Hoy sin embargo las circunstancias eran distintas. Bonita Juarez estrechó la mano que le tendía Henry Pym. La Avispa levantó el entrecejo, disimuló y siguió leyendo el veredicto.

- ...así pues, hoy, de común acuerdo, los miembros activos presentes decretamos que la vengadora reserva de nombre código Ave de Fuego cambie de posición en nuestra selecta organización y pase de ser Vengador en la Reserva a ocupar una de las plazas de Vengador Activo que actualmente quedan vacantes. ¡Bienvenida, Bonita! – Dirigió la Avispa la mirada hacia Bonita, que con los nervios apretaba más fuerte la mano de Hank.

El rostro de Bonita Juarez se relajó, y una sonrisa de alivio inundó su cara. Soltó la mano para dar una palmada y gritó... - ¡Sí!

Comenzó una nueva ronda de felicitaciones en la sala.


- ¡Aparta, Dios del Trueno! – Advirtió Hércules – Este es un asunto personal entre mi padre y yo.

- Lo siento, viejo amigo pero el honor y la alianza existente entre nuestros panteones demandan que mi brazo y mi martillo defienda a tu señor, incluso ante un camarada tan apreciado como tú.

- Hijo mío. Contén tu ira y escucha mis palabras. – Intentó explicar Zeus.

- ¿Qué palabras? ¿Más mentiras y más manipulaciones? – Reprochó Hércules mientras avanzaba hacia él.

- Escucha a tu padre noble Hércules. No me obligues a forzar mi mano. – avisó el Señor de Asgard.

Hércules vaciló. Cerró los puños con fuerza y habló. – Solo una cosa, padre. ¿Por qué? ¿Por qué mantuviste a mi amada moribunda alejada de mí?

- Por tu bien. Lo hice, por tu bien. Para ahorrarte un dolor innecesario.

Thor miró con gesto serie. Desconocía lo ocurrido entre padre e hijo, estaba intrigado por la situación y debía buscar una manera en que la situación no generase más violencia. Al ver las dudas en e rostro de Thor, Hércules continuó hablando.

- Hace meses conocí a la más bella y gentil doncella mortal, Taylor Madison. Una mujer noble dedicada a paliar los sufrimientos de sus semejantes mortales. Nuestras almas enseguida se sintieron atraídas y el romance parecía que iba a comenzar en cualquier momento. Sin embargo la situación nunca llegó a florecer...

- Tu madrastra, mi esposa Hera, pretendía utilizar a la mujer mortal para atormentarte. Ella sabía desde un principio que padecía de una enfermedad terminal que llegaría a causarte dolor. Hera fue la que desde un principio tejió la maraña en la que tú entraste como un joven torpemente amancebado. ¡Tú! ¡Un inmortal heredero de las glorias del Olimpo. Mi deber como Padre y Señor era alejarte del camino del sufrimiento, ahorrarte un dolor innecesario. Por eso os hice creer a todos que la mortal nunca existió. Un sutil hechizo de credulidad sobre ti y tus compañeros mortales os hizo creer mis palabras sin pararos a pensar en lo ridículo de la situación. La mortal hubiera muerto en cuestión de tiempo, y tú no hubieras sufrido su lenta agonía a su lado. Pero todo se torció, en parte por culpa de los asgardianos- dijo mirando a Thor – y de una mujer llamada Jane Foster.

- ¡Milady Jane! – Exclamó sorprendido Thor – Explícate, Señor del Olimpo

- Coloqué un hechizo en torno a Taylor Madison, por el cual ella recibiría los mejores cuidados de los que el mundo de los mortales puede proveer, y al mismo tiempo sus cuidadores evitarían mencionar o relacionar a la mortal con mi hijo o los Vengadores. No contaba con la intervención de la sanadora Jane Foster. Ella, por su relación con Asgard gozaba de inmunidad ante mis edictos. Los antiguos acuerdos entre los Altos Señores de los diversos Panteones prohíben que influyamos o manipulemos indirectamente el destino de los seres preferidos de los Dioses Vecinos. Manipular a la curandera hubiera resultado una afrenta ante el Panteón Asgardiano.

- Así que eso es lo que permitió a Milady Jane entrar en contacto conmigo y conducirme ante mi amada moribunda...

- Efectivamente. Intenté por todos los medios localizar al Señor de Asgard para que me permitiese rectificar el asunto e influir en la Foster pero no hubo tiempo. Los acontecimientos se desataron. Incluso cuando te retuvimos durante siete días en los banquetes de Dionisio, y te hicimos perder la noción del tiempo [3] , no logré contactar con Thor. – Al oír las palabras de Zeus, Hércules miró a Thor con gesto de decepción.

- ¡Tú! ¿Tú hubieras sido capaz...? –

Thor abrió la boca para contestar palabras bien meditadas, pero Zeus le interrumpió.

- Hijo mío. Fue todo por tu bien. No quería verte sufrir.

- ¿Acaso no sabes lo que siento ahora, Padre? El dolor por Taylor es igual, incluso mayor, aumentado por la manipulación de mi padre, y la traición de un buen amigo.

- Hércules, yo... – Dijo el Dios del Trueno. Pero Hércules no le dio tiempo a hablar.

- Aparta Dios del Trueno, hace dos días golpeé al vengador dorado cuando se atrevió a sugerir que Zeus era el manipulador en torno a la situación de Taylor. No tendré ningún reparo en hacerlo contigo si ahora te pones de su parte.

- Detente Hércu... – No hubo tiempo para detener a Hércules con palabras. Su puño golpeó el rostro del Dios del Trueno que salió propulsado contra los escalones bajo el trono de Zeus.

- Ahora, padre...

Thor se incorporó como impulsado por un resorte, sacó Mjolnir de su cinto y se abalanzó sobre el Príncipe del Poder.

- ¡No, Hércules!¡Te advertí que Zeus está bajo la protección de Thor, Dueño del Trueno, y Señor de Asgard! - Y el impulso de la embestida del Asgardiano lanzó a ambos colosos a través del muro lateral, hacia el exterior.


- ....Soluciones Stark tiene a los mejores expertos trabajando en el caso de Arthur Parks. No solo contactamos con doctor Hanson Harkov, sino que además a través de la Fundación María Stark hemos sacado de prisión a Edward Lansky, bajo las condiciones de rebajar su condena. Lansky es más conocido como...

- El Amo de La Luz – Añadió Quasar interrumpiendo a Iron Man.

- ¿Un viejo conocido? – Preguntó Dane Whitman.

- Tuve un enfrentamiento con él hace años. Era un experto en energía lumínica cuyo cuerpo se desmaterializó tras varios enfrentamientos con Spiderman. De alguna manera la forma de energía en la que se había convertido se albergó en mis bandas Quantum y me poseyó, obligándome a atacar al trepamuros. Afortunadamente el arácnido me ayudó a resolver el problema. Le devolvimos su forma física y lo mandamos a prisión [4] .

- O sea que Lansky puede ser clave en nuestras investigaciones. – Teorizó Chaqueta Amarilla. – Si pudo reintegrar su forma corpórea...

- No se... – prosiguió Quasar – En mi opinión es una rata que tendríamos que tener vigilada. Su sed de poder podría ser mayor problema que el estado del Láser.

- Tranquilo Wendell, mantengo supervisión constante sobre él a través de una de mis armaduras por control remoto. Ahora mismo trabaja junto a Harkov en una serie de teorías para nuestro proyecto. – Aseguró Iron Man.

El resto de los Vengadores presentes no pudieron evitar una sensación de incomodidad ante la facilidad de Stark para permanecer en dos o más sitios a la vez [5] .


- ¡No teníamos que haber llegado a esto Hijo de Zeus! Detén tu furia antes de que me obligues a hacer algo que ambos lamentemos después. – Dijo Thor mientras esquivaba el puño derecho del Príncipe del Poder.

- Ya es tarde, Hijo de Odín. El tiempo de las palabras terminó en el mismo instante en que declaraste tus intenciones como aliado de mi padre en esta pantomima. – Contestó el olímpico mientras hundía su puño izquierdo en el estómago del asgardiano.

Thor dio dos pasos atrás pero enseguida se recuperó y con un barrido del brazo que portaba Mjolnir, su mazo encantado, desplazó a Hércules varios metros.

Como si nada Hércules reinició sus ataques, no quería que la ira cegara sus acciones, debía de mantenerse cauto, ya que Thor era uno de los enemigos a los que más había aprendido a respetar y a apreciar, lo que exaltaba todavía más su ánimo. Desde el reciente fallecimiento de Odín, Thor se había convertido en el Señor de Asgard, un título que le correspondía por herencia, y que llevaba implícito los poderes del alto señor del panteón nórdico. En verdad estaba en desventaja ante su antiguo aliado. En una acción relámpago el Hijo de Zeus golpeó con sus dos puños el suelo bajo sus pies y una poderosa onda de shock se propagó en dirección al Dios del Trueno, que resultó propulsado unos metros hacia el cielo.

Todo lo que sube baja, y sin tiempo de frenar su caída, el poderoso Thor vio como Hércules acudía a recibirle preparando su poderosa diestra con el puño cerrado. El brazo del Príncipe del Poder se disparó y conectó con el Señor de Asgard antes de que tocase suelo. El impacto fue doloroso y el Asgardiano inició una nueva trayectoria, ahora más veloz, que solo fue cortada cuando se estampó contra la base de la estatua de Neptuno.

Mientras se ponía en pie Thor pensó en la posibilidad de usar los poderes de Odín para aventajar a su contrincante, pero en su interior creyó que no sería justo. Había luchado en incontables ocasiones con y contra Hércules y siempre habían disfrutado de una noble competencia que generó primero respeto y después amistad. Este día debía ser ganado por la fuerza de la razón o en el peor de los casos por la razón de la fuerza. Enfundó Mjolnir en su cinto y con los puños cerrados saltó sobre el olímpico.

- ¡POR ASGARD! – Chilló Thor.

- ¡POR TAYLOR! – Le contestó el Príncipe del Poder.

Lo onda de shock resultante del choque de sus poderosos puños hizo temblar dimensiones más allá del reino de los dioses grecorromanos.


- ¿Van Lunt? – Exclamó Iron Man asombrado - ¿Cornelius Van Lunt? -

- Como oís – prosiguió Quasar. - La exposición astrológica formaba parte de la colección privada del difunto magnate [6] .

- Así que mientras evitabas que los Espaciales robasen unos fragmentos de meteoritos inofensivos de la sala de exposiciones, - Confirmó Whitman - un misterioso ladrón irrumpió en el despacho de la directora de la muestra y se llevó lo que estos parecían buscar.

- Erh...Sí, al parecer estaban camufladas en una estatua que fue enviada a la muestra por equivocación. Mis bandas quantum detectaron su energía cuando la estatua pasó a mi lado. Luego, cuando inspeccioné los restos noté los segmentos de energía. Desgraciadamente demasiado débiles para seguir su rastro.

- Perdonadme por novata, pero...¿Quién es Cornelius Van Lunt? – Preguntó Ave de Fuego.

- Van Lunt fue un hombre de negocios sin escrúpulos, apasionado por la astrología, que fundó el grupo criminal llamado Zodiaco y asumió la identidad de Tauro, para satisfacer sus ambiciones de riqueza y poder. Los Vengadores desbaratamos sus planes en varias ocasiones hasta que murió en nuestro último enfrentamiento [7] .

- Bien, entonces la primera pregunta que debemos plantearnos es clave, ¿Seguro que murió? - Preguntó la Avispa.


Desde la ventana de su palacio, el señor del Olimpo pensativo y cabizbajo observaba el desarrollo de la batalla, mientras sus ojos comenzaban a echar chispas.

- Jamás Thor y Hércules habían combatido con tanta rabia. –Dijo para sí – Están destruyendo el Olimpo.

La zona en la que los dos titanes combatían parecía semejarse cada vez más a las ruinas de la Acrópolis terrestre situada en Grecia. Cualquiera diría que hace escasas horas allí se erguían edificios y palacios reminiscentes del esplendor de la Grecia clásica.

- Hércules – Dijo Thor – piensa bien tus actos. Abandona antes de que no tenga remedio...

El Hijo de Zeus aguantó la embestida de Thor. Clavó los pies en el suelo y se mantuvo firme ante el Asgardiano mientras cada uno sujetaba los brazos del otro. De reojo, Hércules observó la figura de su padre mirándoles. Una vez acabase con Thor tendría que vérselas con el Señor del Olimpo.

- ¿Ceder? – Alejó ese pensamiento, luego lo reconsideró y con una leve sonrisa dijo - ¿Por qué no? Tal vez esa sea la respuesta... – Y en un movimiento inesperado, echó su cuerpo hacia atrás aprovechando la propia fuerza que su contrincante ejercía. Thor voló por encima de Hércules que además usó los músculos de sus piernas para añadir impulso a la inercia a la que Thor estaba sujeto.

El desprevenido Señor de Asgard voló de nuevo contra la debilitada base de la estatua de Neptuno. Perplejo ante el viejo truco en el que había caído un guerrero de su experiencia, se apresuró a levantarse pensando sino sería más fácil recurrir al poder de Odín para evitar más destrucción. Una piedrecita y algo de polvo cayeron sobre sus hombros. Oyó un leve crujido a su espalda, vio como las grietas en la base de la estatua se habían extendido. Sin previo aviso el monumento a Poseidón cayó sobre él, enterrándole entre polvo y escombros.

- ¡Y ahora, padre...! – Hércules no pudo decir más. Un intenso y electrizante dolor se apoderó de su cuerpo al tiempo que observaba como la furia de Zeus, personalizada en sus mitológicos rayos se descargaba sobre él. Desesperado, dolorido y cansado, Hércules avanzó hacia su padre lentamente...

Uno...dos...tres...hasta cinco rayos fueron necesarios para detener el avance del titán que finalmente cayó inconsciente casi carbonizado.

- ¡Kratos! ¡Bia! ¡Levantad y encadenad a mi rebelde vástago! - Ordenó Zeus a sus maltrechos guardianes. Su tono autoritario y furioso no hacía sino esconder el dolor que amargaba su corazón.

- ¡No! – Gritó una voz.

El sonido del trueno imperó sobre el Olimpo, los restos del monumento a Neptuno comenzaron a temblar, y la poderosa figura de Thor Dios del Trueno y Señor de Asgard se levantó entre ellos empuñando el místico Mjolnir.

Un rayo de energía salió del mazo de Thor y golpeó el cuerpo inerte de Hércules. Diminutas y relampagueantes chispas recorrieron todas las quemaduras de su cuerpo sanándolas en cuestión de segundos. Acto seguido, lentamente, ante los ojos de todos los presentes, el cuerpo de Hércules comenzó a desvanecerse hasta desaparecer, como si nunca hubiera estado allí. Solo las magulladuras de los olímpicos y los restos de los edificios destruidos eran prueba palpable de que el hijo de Zeus pisó el Olimpo ese día. La voz de Zeus sonó colérica...

- ¡Señor de Asgard...! ¡Cómo te atreves! -

- ¡Escúchame, o Zeus! Hércules no será encadenado ni encerrado si su amigo Thor lo puede impedir. ¡Y puede! – Advirtió Thor – He combatido por ti como el honor entre nuestros panteones y mi calidad de invitado exigía. Pero no me pidas que apruebe un complejo juego de manipulaciones que desconozco y rechazo... – Thor recordó todas aquella veces en que Odín, su padre, le había sometido a sus inquisitivos planes, su transformación en Donald Blake, la negativa ante su amor por Jane Foster... De no ser por el honor de Asgard, y el equilibrio universal hubiera luchado a gusto junto a Hércules, en vez de contra él.

Thor y Zeus miraron a su alrededor. Los dioses del Panteón grecorromano, estaban atentos a los gestos de su señor. Las huestes de Ares se preguntaban si tras ser derrotados por Hércules ahora deberían enfrentarse al Señor de Asgard. Zeus se mesó la barba, pensó en la alianza de los dos panteones y las amenazas futuras a las que tendrán que enfrentarse juntos [8] . Su furia se apaciguó.

- Lo cierto Thor, es que has luchado valientemente contra mi hijo. El destino de Hércules será pues tu recompensa por defender la integridad del Olimpo. – Miró a su alrededor las ruinas resultantes– Aunque no se yo si el término defender es el apropiado.

- Nada que nuestros poderes no puedan arreglar, mi señor Zeus. – Y con un leve gesto de su mano, los Señores del Olimpo y Asgard reconstruyeron los edificios derruidos. Zeus miró a Thor y puso su mano en el hombro

- Mi hijo volverá de donde lo hayas enviado, lo sabes...

- Lo sé. Le envié a Midgard, junto a su amada moribunda. – Zeus frunció el ceño, Thor siguió hablando mientras ambos se dirigían a los salones privados de Zeus. - No obstante, al usar el poder de Odín para sanar sus heridas coloqué en él un hechizo que impide su acceso al Olimpo. Él lo intentará, y no dudo que lo terminará consiguiendo, pues grandes son sus recursos, pero has ganado tiempo. Úsalo bien señor del Olimpo. De este modo honro mi deber como defensor invitado de tu reino... – Las puertas se cerraron tras los dos cabeza de panteones, tenían mucho de que hablar y sus conversaciones no estaban permitidas a oídos indiscretos... [9]


Las puertas de la sala de reuniones de la Mansión de los Vengadores se abrieron y los Héroes más Poderosos de la Tierra salieron charlando animosamente.

- ¿Qué Dane, qué se siente dirigiendo una reunión como líder oficial? - le preguntó Stark al Caballero Negro.

- Bien, la verdad es que estuve un poco tenso.

- Tranquilo, habrá muchas más. – Contestó Pym - ¿Visión, tienes un momento?

- Me temo que no Doctor Pym, nuestra asamblea duró más de lo que había calculado y llego tarde a una reunión con oficiales de SHIELD [10] . – Se detuvo un momento - ¿Es importante?

- No. Puedo esperar. – Dijo pensativo – Pásate por el laboratorio cuando vuelvas, estaré ahí hasta tarde. – Y la Visión desapareció a través del muro.

- ¡Henry Pym! – le dijo la Avispa – Desde que volvimos de Eslorenia, estás pasando más de diez horas diarias entre tus tubos de ensayo... No estaría mal que descansases un poco y llevases a una chica a cenar.

- Sí, me encantaría – Dijo Ave de Fuego ingenuamente. La mirada penetrante de Janet Van Dyne la hizo sonrojarse. – Oh, lo siento Jane, no quería entrometerme. Es que de todos los vengadores presentes, Hank es el único con el que tengo confianza... No conozco a nadie en la ciudad.

- Lo siento Bonita, pero estoy en medio de un proyecto importante. – Contestó Hank - Janet, porque no enseñas a nuestra nueva compañera lo mejor de Nueva York. Así os conoceréis mejor. – Propuso el científico.

- Está bien- contestó la Avispa a regañadientes. Jane no pudo dejar de preguntarse cual sería el misterioso proyecto en el que su exmarido estaba implicado. Generalmente solía comentarla estas cosas. - Muy bien, Bonita, primero veamos que tienes para ponerte... – Y ambas se dirigieron hacia el ascensor.

Arriba en el hall, Edwin Jarvis revisaba el correo de la mañana. Sus ojos brillaron de orgullo y cariño al comprobar el remite de una carta procedente de Costa Verde. La abrió y procedió a leerla. Su rostro reflejó una gran alegría. Quasar y Fotón que se dirigían a la puerta de salida, le sorprendieron.

- ¡Hey Jarvis, se te ve muy contento! – Le dijo Quasar.

- Es Lupe, Silverclaw, dice que estará aquí a finales de esta semana.

- Eso es fantástico – Contestó Fotón - ¿reanudará sus estudios?

- Así parece. – Contestó el sonriente

- Debes estar muy orgulloso Jarv. Bueno, os dejo, tengo que comer con mis padres, Wendell, Jarvis, hasta la próxima reunión, o emergencia. – Y transformándose en un haz de luz, Monica Rambeau saltó hacia el cielo para materializarse unas décimas de segundo después en el hogar de sus padres de New Orleans.

- Eso es algo que yo jamás podré hacer. – Dijo Quasar maravillado - Hasta luego Jarvis. – Y emprendió el vuelo sobre la ciudad. Tenía trabajo que hacer, para empezar investigar las propiedades y el estado de cuentas del legado Van Lunt. Quién o quienes eran los responsables y herederos de aquella vasta fortuna.


El hombre de la moto con cornamenta de toro introdujo su vehículo en un callejón oscuro y sin salida. Sin aminorar la marcha apuntó sus faros contra el final del callejón y las paredes se abrieron como por arte de magia, para cerrarse tras su paso. En el interior la oscuridad duró unos segundos. Las luces se encendieron para mostrar ante él un sofisticado laboratorio con paredes revestidas de la más compleja maquinaria. En el centro de la sala, lo que parecía ser una armadura de alta tecnología esperando ser vestida, y a pocos metros de esta, sobre una mesa repleta de escáneres, un casco con cuernos de toro. El corpulento motorista sacó el compartimento estanco de la trasera de su vehículo y sonrió triunfante.


En el Hospital Memorial. A los pies de la cama de Taylor Madison, un impotente hijo de Zeus despierta. Observa apenado a la mujer que yace en el lecho. Sus manos sujetan tiernamente las de ella mientras sus ojos, enrojecidos de tristeza, contemplan como se le escapa la vida. Recuerda todos los acontecimientos del día, y durante instantes la ternura y el amor se transforman en rencor y odio.

- ¡Maldito seas, Zeus! ¡Maldito seas, Thor! – Murmura para sí.

Continuará...


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Referencias:
1 .- Ver La Visión 8 en AT
2 .- Para las investigaciones de la Visión acerca del paradero de Wanda, tendréis que leer la serie de este vengador en AT
3 .- Así llegó Hércules tarde a su reunión con los Vengadores en nuestro número 5.
4 .- Como se vio en Marvel Team-Up 113 (Enero-1982)
5 .- A través de un microchip implantado en su cráneo que le permite controlar hasta seis armadura a la vez vía satélite. 

6 .- Quasar está informando a los Vengadores de su aventura en el episodio anterior.<
7 .- West Coast Avengers 29 (-8)
8 .- Ver la serie de Thor en AT por nuestro querido Doc Banner
9 .- O dicho de otro modo, tendremos que esperar a que Doc Banner nos lo cuente en los próximos números de Thor en AT
10 .- Ver La Visión 9 en AT.

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