Star Trek la serie original nº02

Título: Las Voces de Al-Niyat (II): Magnicidio en Qalbe Aynud.
Autor: Sikileia
Portada:
Publicado en: Abril 2006

El espacio, la ultima frontera. Estos son los viajes de la nave estelar Enterprise, buscando nuevos mundos, nuevas civilizaciones, para llegar hacía donde ningún hombre ha llegado jamás.
Gene Rodenberry y Action Tales presentan:
Creado por Gene Rodenberry

Nota: Esta historia esta situada poco después de Star Trek la película

A bordo de la USS ENTERPRISE, la situación era tensa. McCoy dejó súbitamente el puente y se encaminó hacia el tuboascensor camino de la Enfermería. De un lado, había que socorrer a James T. Kirk y del otro la amenaza de esa hipotética nave romulana ocultada en el Polo Sur de Al-Niyat V, obligaba a sopesar las posibilidades que una acción de rescate tendría sobre la seguridad de Jim, ¿Sabrían los romulanos lo que estaba pasando en la ciudad de Qal-Be Aynud? ¿Habrían estado espiando las comunicaciones entre la nave insignia de la Federación, la de la delegación Zubal y la de los observadores federales? Y entonces ¿Cómo explicar la extraña desaparición de Zandhi-Baar desde hacía unos días en la superficie del planeta, de camino hacia Za-ra-dok, cuando tenía la entrevista con el líder rebelde L’Nier? Existían demasiadas preguntas sin respuesta, preguntas que se convertían en la mente de Spock en auténticas premisas lógicas que darían paso a una especie de imperativo categórico que sería la solución final y más coherente a la situación de crisis que es estaba presentando.

-Dr. McCoy ¿Tiene ya listo su equipo de asistencia sanitaria? La vida del almirante corre peligro… -inquirió un serio Spock a través del intercomunicador- ¡Dese prisa! –Y apretando otro botón contactó con la sección de Ingeniería: ¿Ingeniería? Al habla el puente…

-¡Aquí, Scott! –contestó una voz con un cantarín acento escocés.

-Sr. Scott, necesito que localice la señal del almirante, al menos su última posición. Se está preparando un equipo de emergencia sanitario y de seguridad que será transportado a la superficie del planeta. La oficial Uhura y el oficial científico en funciones Stavros Elytis están monitorizando los últimos datos; enseguida se los pasarán para que fije las coordenadas del transportador… Y una vez que las tenga avíseme para transportarme con ese equipo a la superficie y le pase formalmente el mando temporal de la nave aquí en el puente…

Otra voz más nerviosa, se entremezcló con la de Scotty:

-¡Spock! Mi equipo ya está listo para descender…

-De acuerdo, doctor; vayan bajando a la sala del transportador Nº3. Yo me reuniré con ustedes con un equipo de seguridad que les precederá y velará por su integridad.

-¿Qué está pasando ahí arriba? –preguntó intrigada la voz de Scotty.

-Como decían en el siglo XX, “las líneas se han cruzado”. -añadió McCoy desde su intercomunicador: -Malditos cacharros técnicos, sólo saben complicar la vida al hombre…

-Bueno, doctor, si quiere después de esta misión, le llevaremos de vuelta a Sarpeidon, conectaremos el atavachron y le mandaremos junto con Zarabeth al pasado glacial donde gozará de las delicias de una sencilla e idílica vida sin tecnologías y completamente ecológica ¿Qué le parece? (1)

-Humm… -refunfuñó el médico: –Muy considerado de su parte…

-Caballeros ¿Han terminado sus disputas dialécticas? –atajó de inmediato el capitán vulcaniano –Vuelvan a su trabajo. El tiempo apremia y cada segundo que pasa las vidas del almirante y N’Zaiss corren serio peligro.

Mientras, Spock organizó a una docena de hombres de seguridad a los que seleccionó por su agilidad y resistencia. Estaban junto a él dos edoanos, un andoriano, tres saurianos, un tellarita y el resto del equipo lo componían seres humanos de varias razas y procedencias. El vulcaniano ya vestido con el traje amarillo de campaña, descendió con ellos hasta la sección de Ingeniería.

Una vez allí, Spock y el equipo de seguridad encontraron a Montgomery Scott y su dotación de ingenieros trabajando en los paneles de control del transportador y en las consolas informáticas sobre las que se agolpaban decenas de pantallas de ordenador de varios tamaños con gráficos llenos de figuras rectilíneas y poligonales. El ingeniero escocés parecía preocupado.

-¿Algún problema, Sr. Scott? –inquirió curioso el vulcaniano.

-Sí, señor. Se trata de la señal que envió el almirante. Es muy débil. No puedo calcular bien el punto exacto como para transportarlo al ENTERPRISE. Hay un margen de error muy grande. Un área de 212,882 m².

-No es posible, Sr. Scott ¿Cómo puede ocurrir que una señal enviada en condiciones aparentemente normales de comunicación llegue al ENTERPRISE debilitada? No es lógico. ¿Cree que algo o alguien estén interfiriendo las comunicaciones?

-Puede que si, pero ¿a dónde quiere llegar, Sr. Spock?

-Consideremos primeramente posibles causas naturales: ¿Ionización de la atmósfera por causa del viento solar de la estrella Al-Niyat? ¿Distorsiones causadas por los iones que componen las auroras boreales de este planeta? ¿Una tormenta magnética? Eso ya lo habríamos sabido desde el principio, puesto que los escáneres de la nave ya habrían detectado posible alteraciones en el comportamiento de las estrellas o de los fenómenos atmosféricos de Al-Niyat V. Pero no los ha habido, de modo que por deducción lógica, algo artificial es el responsable de esas distorsiones.

-¿La nave romulana ocultada? –preguntó intrigado Scott.

-O que desde la propia superficie de Al-Niyat V, alguien o algo esté interfiriendo a propósito las comunicaciones, alguien que conozca el código secreto del canal de emergencia de esta nave. Las únicas personas autorizadas, según las normas vigentes, somos yo, el capitán y el delegado de la Federación, Zandhi-Baar.

-¿Zandhi-Baar? ¿El andoriano Zandhi-Baar?

-Efectivamente. Y más teniendo en cuenta su misteriosa desaparición en la superficie del planeta hace unos días. Desde entonces, Kirk se encargó de representarle en Qal-be Aynud y allí permanecía junto con N’Zaiss… Una perfecta coartada, Sr. Scott. Si sucedía algo, Zandhi-Baar no estaría presente como así ha sucedido ahora…

-¡Zandhi-Baar! ¡Es increíble! –murmuró sorprendido Scotty.

-Sí, además he revisado su pasado a través de la Biblioteca de a bordo ¿Sabía que estuvo recluido durante su juventud en la colonia penal de Rasalgethi VI [1] por traficar con duranio, dilitio y no sé otros cuantos extraños metales? Sin embargo, se le conmutó la pena a los seis meses a cambio de la prestación de algunos servicios sociales en la colonia de la Federación que él escogiera. Así, años después estaba radicado en la colonia de Sargas III [2] . Poco a poco, se fue ganando la confianza del gobernador de la Federación y llegó a ser su hombre de confianza. El gobernador, una vez cumplido su mandato en la colonia de Sargas III, regresó a la Tierra y se llevó consigo a Zandhi-Baar, quien entró como asistente en el Cuerpo Diplomático de la Flota. Esto hizo que perdiera su amistad con el ex-gobernador. Y a partir de ahí inició su meteórica carrera, y casi siempre en colonias situadas cerca de la Zona Neutral Romulana. Por citarle algunas misiones: Artemis V, Alborak II, Laodicea II, Colonia Cosmópolis, Syrma III, etc… Y lo más fascinante es que todos son planetas y colonias cercanos a Al-Niyat V.

-¿Y?

-Algo ha traído hasta aquí a Zandhi-Baar. Recuerde que fue él mismo quien se ofreció como voluntario para esta misión… Hay todavía numerosos cabos sueltos, pero Zandhi-Baar es hacia quien apuntan todas estas premisas lógicas…

-Hay que actuar rápido, y ya. –increpó con fuerza el Jefe de Ingenieros- ¿Qué propone que hagamos, señor? No podemos arriesgar más la vida de Kirk ni la de Chekov y los suyos ni la de N’Zaiss…

-Le transferiré temporalmente el mando de la nave. Yo descenderé con este grupo de oficiales de seguridad a las coordenadas últimas que dio el almirante. Y Ud., Scott, se encargará de investigar qué es esa anomalía gaseosa que hay en el Polo Sur de planeta. Si es lo que nos suponemos, usted atacará a la nave romulana. Eso nos permitirá ganar tiempo considerando siempre que esa nave romulana ocultada sea la base de apoyo logístico de los rebeldes de L’Nier o de Zandhi-Baar.

-Sr. Spock, yo no puedo llevar a zafarrancho de combate a la ENTERPRISE ¿Cómo estaré seguro de que mi opción será la correcta? Soy un ingeniero no un estratega militar… Además, es a usted a quien Kirk dejó al mando de la nave y usted no puede venir a saltarse las normas así por así y transferir el mando a otro.

-Esa expresión de debilidad –respondió fríamente el vulcaniano- ya la he oído de labios de otro insigne miembro de esta nave; usted no tiene por qué preocuparse de normas ni de lo que yo decida, soy su oficial superior, recuérdelo. Asimismo, usted posee también la formación académica necesaria como cualquier otro oficial de la Flota, es su obligación cumplir mis órdenes…

-Está bien… Primero daré órdenes a “Chip” para que me sustituya en Ingeniería. Les veré abajo en las salas del transportador 2 y 3. Pero ya sabe, capitán, que las coordenadas tienen un margen de error muy grande… Intentaré ser lo más preciso posible, Sr. Spock Sólo Dios sabe lo que usted encontrará ahí abajo y yo en el Polo Sur de Al-Niyat.

-No se preocupe por mí… Haremos un barrido exhaustivo de los alrededores del edificio sede de las negociaciones. Usted nos transportará a seis de nosotros a dos zonas diferentes, pero cercanas al edificio y permaneceremos en contacto cada 15 minutos según el Tiempo Universal. En cuanto descendamos transportará hasta mi grupo a la unidad médica del Dr. McCoy. Hecho esto, usted levantará los escudos del ENTERPRISE y se dispondrá a atacar a la nave romulana camuflada. ¿Alguna pregunta?

-Tan sólo una de tipo técnico. Una nave de esas características no puede permanecer tanto tiempo oculta. Es posible que le combustible se les vaya a agotar… y pronto, ya que ese dispositivo consume mucha energía.

-Y he aquí porque habrán obligado a Zandhi-Baar o a las tropas de L’Nier a acordar la tregua… para rearmarse sin levantar sospechas. Necesitarán urgentemente dilitio. En cuanto a la tecnología de su dispositivo de ocultación debe ser un nuevo prototipo, nunca una nave romulana puede permanecer camuflada tanto tiempo… Una buena observación, Sr. Scott… puede subirse el sueldo…

-Si vivo lo suficiente para disfrutarlo… -dijo resignado el escocés.

-Lo dicho, suba al puente ya que allí habrá mucho trabajo. Yo y mi grupo bajaremos hasta las salas de los transportadores, conocemos ya el camino…

-Que tengan mucha suerte, Sr. Spock.

Spock miró de soslayo al Jefe de Ingeniería y asintió como si estuviese agradecido. Iba de camino al turboascensor 2.


Kirk tenía los brazos levantados. A pesar de que el antebrazo izquierdo herido por las flechas y su pie magullado le dolían a horrores logró aliviar la intensidad del dolor aplicado algunas de las técnicas mentales vulcanianas que Spock le había enseñado años atrás. Pero la tensión del momento le devolvía de manera violenta a la cruda realidad.

Allí estaba, el vampírico semblante con antenas del andoriano Zandhi-Baar mirándole con su sonrisa maligna y acompañado de L’Kud, L’Ran y tres alniyatianos ramaq. En su mano derecha el andoriano llevaba un fáser federal de tipo II. Y hablando al almirante con voz irónica, insinuó:

-Ya le recordé, Kirk que tuviera cuidado… que nunca se sabía… ¿Lo recuerda? Se lo comenté en las playas de Zhom-qis-naar…

-¿Por qué lo ha hecho? –gritó Kirk con toda la rabia que pudo.-¡Usted! ¡Usted, que es nada menos que el delegado de la Federación para Al-Niyat! ¿Por qué ha jugado así con su reputación?

-¡Ah! Mi buen James T. Kirk… Los tiempos están cambiando y cada vez son más duros… Y el dilitio, es una de las pocas cosas con las que uno puede asegurarse la pensión ¿no lo cree así? -concluyó con sorna el andoriano.

-Pero ¿a qué precio? ¿Era necesario matar a N’Zaiss e intentar matarme a mi? ¿Por qué, Zandhi-Baar? ¿Por qué?

-Es una verdadera lástima que N’Zaiss haya pagado la arbitrariedad del destino. Esa flecha envenenada iba para usted, almirante, a N’Zaiss la íbamos a secuestrar. Aunque ahora todo ha cambiado… Y no se preocupe, esas flechas que le han herido no están emponzoñadas. Ahora será usted nuestro rehén… Y cuidado con que le intenten rescatar, Kirk; confío que nadie haya escuchado su mensaje de socorro… porque si no, la nave Salatrel que está en el Polo Sur de este mundo tiene orden de atacar y destruir el ENTERPRISE…

-¿Mi nave? –respondió Kirk sobresaltado- Usted lo sabía todo, usted ha espiado para los romulanos ¿verdad? ¿Y qué hacen con su excelencia el delegado de la Federación, los consejeros de la Gran Líder? ¿Y esos alniyatianos ramaq? “La conspiración de los bien pensantes…” ¡claro! Porque supongo que esto lo habrán hecho “en beneficio” de Al-Niyat V. ¿No es así, Zandhi-Baar?

-Llamémosla así, Kirk… “La Conspiración de los Bien Pensantes”… La Federación perderá así un socio conflictivo y dejará de entrometerse en asuntos que no le conciernes…

- Al-Niyat V no pertenece a nadie. Es un mundo autónomo, como su planeta, Andoria. Y usted con esa actitud está incurriendo en un grave error ¿Cuál es el precio de su traición? ¿Convertir este mundo en un protectorado de Rómulus? Usted ha violado la Primera Directriz y no digamos ya sus aliados romulanos que han proporcionado armas fásicas de manera clandestina a los insurrectos ramaq.

An Andorian on the defensive -Mire, almirante… Yo en mi juventud experimenté en mi carne la justicia y la hermandad cósmica que pregonaba la Federación… ¿Sabe usted lo que es estar en una colonia de confinamiento en un distante planeta desértico y alejado de las rutas comerciales? Fue gracias a la ayuda de un comerciante romulano por lo que pude escapar de ahí. Permanecí durante un tiempo en una colonia romulana y allí aprendí los valores de la lealtad y el honor de los que carece su maldita Federación. Su Federación es otro imperio en el orden cósmico de la Historia, Kirk, como lo es el romulano, el tholiano o el klingon… cada uno con sus valores…

Y yo he escogido los valores romulanos porque son los más cercanos a mi forma de pensar… ¡Ah! ¡Usted! ¿Qué sabe de esto? La vuelta fue muy dura, fui sometido a expediente disciplinario y sólo la intervención de mi gobierno evitó males mayores. Aquel comerciante romulano que me salvó, me habló de Al-Niyat y de sus posibilidades como tierra de promisión para los apátridas como yo. Y de cómo según una antigua leyenda, tanto los romulanos como los alniyatianos tenían un origen común en Sha-Vor-Ta’U y una meta común en el Devenir Cósmico… Pero la Federación lo trastocó todo en el plazo de pocos años y sólo la guerra interdinástica impidió que hubiera conocido mi nueva patria… Hasta ahora, James T. Kirk.

-¿Está loco? ¿Sabe que esa actitud significaría la ruptura del Tratado de Algerón y el comienzo de una guerra absurda a gran escala? ¡Recapacite, Zandhi-Baar! Ahora, legalmente Al-Niyat V es territorio y miembro de la Federación y una acción así sería una declaración de guerra, como lo está siendo la presencia de esa nave Salatrel.

-No, Kirk… Es una lucha por la liberación de este mundo… Somos libertadores, somos héroes… Somos los auténticos oi-maa, los testigos de la venida de Zar-kha-dum… Recuerde si no su texto: Zar-kha-dum vendría en una “blanca carroza” y descendería del cielo… La profecía se ha cumplido, Kirk… y hoy…

-¡Si! No sólo está loco sino que además es un blasfemo ¿He oído bien, Zandhi-Baar? Usted es Zar-kha-dum y mi nave, la USS ENTERPRISE, su “resplandeciente carroza blanca”… ¿no? Y en medio, otros seres descendidos del cielo, los romulanos, son los señores de la vida y la muerte investidos de los poderes del Aynud… Sí, unos cuantos juegos pirotécnicos delante de los alniyatianos y ¡zas! Zar-kha-dum ha regresado… Un golpe muy bajo para este mundo. La belleza de este planeta no es digna de tipos rastreros como usted, Zandhi-Baar… ¡N’Zaiss era la líder legítima!

El andoriano, con toda la furia que caracterizaba a su raza, empujó a Kirk al suelo quien cayó pesadamente sobre su lado izquierdo. Los dardos aún permanecían clavados en el hombro y el antebrazo. En medio del dolor trató de establecer contacto telepático con Spock o con N’Zaiss para avisarles del calvario por el que estaba pasando. Y quizás surtió efecto, porque…

Se oyeron pasos, pisadas raudas que hasta ellos se dirigían. Los traidores se dieron la vuelta. Tanto los alniyatianos como Zandhi-Baar se pusieron en guardia con sus armas ante un enemigo invisible. De repente otras pisadas se oyeron retumbar más cerca de los conspiradores. Zandhi-Baar no se contuvo y disparó con su fáser. Nada. Tan sólo el eco repitió ya en la lejanía, otras dos veces, el sonido cada vez más débil del disparo fásico. Entonces el andoriano ordenó:

-¡L’Kud! ¡L’Ran! Iros por ese lado a ver de quién se trata! ¡Vosotros dos, iros hasta la verja del jardín a ver si veis algo! Yo me quedaré con Kirk ¡Y estad bien atentos! ¡Disparad a todo lo que se mueva!

El nativo de Andoria se quedó a solas con el almirante. Cuando parecía que todo había vuelto a la tranquilidad, se volvieron a oír las mismas pisadas que correteaban por el piso. Zandhi-Baar, visiblemente nervioso, volvió a disparar con su fáser. “Ahora o nunca” –pensó un cada vez más debilitado James T. Kirk.-“Si debo morir, moriré luchando.” Entonces se precipitó sobre el andoriano propinándole una patada voladora. Éste, a causa de la inercia del golpe cayó hacia atrás inconsciente y Kirk con él encima. Con una llave de ese secular arte marcial vulcaniano del Asumi que Spock le había enseñado durante los permisos en el ENTERPRISE, se apoderó del fáser. Y cogiéndolo con la mano derecha lo colocó en posición de aturdir.

El dolor se iba haciendo cada vez más insoportable. Tanto la pierna como el brazo herido iban perdiendo sensibilidad. Entonces decidió hacer algo que sabía de antemano iba a llevar el dolor hasta límites insospechados: arrancarse las flechas ramaq que le atravesaban hombro y antebrazo, que él sentía como el aguijón gigante de una abeja terrestre o peor aún, como el veneno de una serpiente de Régulus.

Con el brazo derecho tiró con fuerza hacia el exterior… Salió parte de una flecha pero un pequeño trozo se le resistió… La otra flecha salió… pero rota. Jim Kirk se mordió los labios con tal intensidad que se hizo sangre… no era su intención el ser descubierto. Y rasgando con el menor ruido posible parte de la ya rota manga izquierda se hizo un torniquete en el brazo herido. Inmediatamente se acordó de N’Zaiss ¿Cómo estaría la Gran Líder de Al-Niyat? Se acordó también del comunicador de emergencia… Era el momento justo para intentar otra llamada de socorro. Encendió de nuevo el aparato e intentó abrir canales para hablar con su nave:

-¡ENTERPRISE? ¿Me recibe? ¡Contesten, por favor? –dijo con desesperación mientras probaba con varias frecuencias a la vez. -¡Les habla Kirk!

- ¿A-a-almirante? –se oyó una voz temblorosa al otro lado del comunicador.- ¡Aaa..quí, Scotty, señor!

-¿Scotty? ¡Dios nos guarde! ¿Y Spock? –inquirió preocupado Kirk.

-Le está buscando como un poseso, señor. Ha descendido con un equipo de seguridad y con el Dr. McCoy para socorrerles a usted y a N’Zaiss.

Kirk sonrió un poco por el tono campechano escocés con el que Scotty decía las cosas y continuó:

-Supongo que estará teniendo problemas con una nave romulana llamada Salatrel allá arriba ¿Verdad, Sr. Scott?

-Bueno… Así es, almirante. Veo que hay noticias que llegan antes que por los canales subespaciales… Ahora tenemos los escudos alzados y nos disponemos a atacar, según lo ordenado por el Sr. Spock.

-No, Scotty, espere. Me lo estaba imaginando. Me lo ha dicho Zandhi-Baar ¿Sabía que él estaba implicado en una conspiración contra la Federación? Ahora lo tengo aquí, Scott, durmiendo plácidamente hasta no sé cuándo…

-Eso no nos pilla de sorpresa, almirante. Ya teníamos esa corazonada. Ya sabe, las deducciones lógicas del Sr.Spock.

-¿Ah, sí? ¡Pues ha dado en el centro de la diana! Bien, vayamos por puntos, Scotty. Espere ahí sin atacar hasta nueva orden y vaya bajando los escudos para transferirnos en breve a la nave. Ahora le paso la señal para que me tenga localizado.

-Señor, no sé lo que está pasando pero estoy perdiendo su señal. Cuando usted llamó antes pasó lo mismo… Me parece que debe de haber un campo energético amortiguador o que desde algún punto nos estén interfiriendo las comunicaciones. Es posible que la fuente de ese campo la tengamos delante de nosotros y ni nos demos cuenta.

-Scotty, avise a Spock de mi localización… Aunque uno de los que me retenían está fuera de combate, quedan otros cuatro… Además, las fuerzas están comenzando a fallar…

-Hecho, señor…-contestó el diligente ingeniero.- ¿Algo más?

-Sí, dígales que tengan cuidado. Esos cuatro están armados con unas cerbatanas que lanzan dardos envenenados… Y usted, Scotty, cuide bien de mi nave…

-No se preocupe, almirante. Siempre he tratado a la ENTERPRISE como una reina…

-No lo pongo en duda, Scott. Corto y cierro.

Kirk apagó el intercomunicador de emergencia. Su pensamiento estaba ahora concentrado en N’Zaiss ¿Le quedaría aún fuerzas para poder saltar de nuevo la verja? Vio desde lejos a dos alniyatianos montando guardia delante de la puerta. Sopesó las posibilidades de éxito si los atacaba. Eran dos contra uno. Muy arriesgado. Y ellos también iban armados. Decidió acercarse más para espiarlos de cerca y decidir sobre el terreno si hacía algo. Se acordó de que tenía el fáser ¿Pero le serviría de algo? Solo, nada podía hacer y máxime cuando las fuerzas le estaban fallando…

De pronto una mano le agarró por detrás y le tapó la boca… Era N’Zaiss… Le hizo con su mano derecha el gesto de silencio. Estaba perfectamente. Kirk no entendía nada. ¿Cómo era posible que estuviera incólume cuando antes de saltar la verja la había dejado atrás tendida en el césped del jardín herida de muerte por un dardo envenenado ramaq? ¿Era un sueño o él ya había muerto y N’Zaiss era alguna hurí del séptimo cielo, la Beatriz de un paraíso ficticio de La Divina Comedia? No lo sabía… La N’Zaiss onírica le hizo la señal de que esperase detrás de la columnata donde estaba escondido… Kirk comenzaba a perder la consciencia poco a poco, víctima de la pérdida de sangre y del shock emocional en el que se encontraba y se apoyó contra la pared para así descansar un instante…

La serenidad le duró poco… vio desde lejos unas sombras moverse sigilosamente dentro de la sala… Estaba aterrorizado… Oyó gritos y disparos de fásers ¿Quién sería esta vez? Los ojos del almirante empezaban a nublarse, la visión se le hacía más borrosa… Observó cómo unas siluetas blancas se le acercaban… Quizás eran las ánimas guardianas del Reino del Hades que recibían a los héroes muertos en el Más Allá… Y él YA estaba ALLÍ… Distinguió entre ellas una silueta luciferina, orejas en punta y cejas hacia arriba… “Después de toda una vida llena de aventuras y renuncias, me ha tocado como premio el Infierno” –pensó resignado Kirk cerrando los ojos.

-¡Vaya, vaya, vaya, Jim! Sale de paseo por ahí y mire lo que le pasa… Ya sabía que no se le podía dejar por ahí solo. –Dijo una voz en torno burlón.

-¡Bones? ¡Es usted? –Preguntó Kirk -Pensé que estaba ya muerto… -añadió con voz leve.

-No, porque está aquí su ángel de la guarda…

-Doctor…

-Jim ¿Cómo se siente? No hable; estoy yo… con Spock. –comentó sujetándole su brazo herido mientras le exploraba con su tricorder médico.-Spock y su equipo de seguridad han logrado reducir a esa calaña de traidores.

-Y N’Zaiss ¿cómo está?

McCoy calló.

-Bones ¿Y N’Zaiss? –repitió el almirante.

-Malas noticias, Jim.

-Entonces… Ha muerto…

-Si, Jim. Lo siento. –respondió condolido el médico.

-Pero ella estaba ahí hace un rato, doctor… Me salvó la vida… Y estaba viva, sin ningún rasguño… No lo entiendo.

-Jim, debes descansar… Has perdido mucha sangre y has sufrido un shock... Enseguida te llevamos al ENTERPRISE. –dijo mientras le estabilizaba con un hipospray- Hemos de sacarte las esquirlas de flecha que tienes alojadas en el hombro y brazo y curarte ese pie.

-¿Y Spock?

-Está junto a mí, Jim. Te lo he dicho…

-¿Spock? –musitó Kirk con los ojos cerrados -¡Spock!

-Almirante, estoy aquí, con usted.

-¡Spock! –añadió el almirante con una sonrisa temblorosa- ¡Qué alegría tenerle a mi lado!

-Jim, siento lo ocurrido a N’Zaiss.

-Spock, la he visto… Ella me salvó la vida… ¿Me comprende…? ¡Está viva!

McCoy miraba con desconfianza al vulcaniano negando con la cabeza.

-Sí, Jim, lo sé… Desde el instante en el que nos transportamos a la superficie del planeta, sentí en mi interior la voz de N’Zaiss que me indicaba el camino para llegar a Ud. Es muy probable que aún en las últimas estableciera un contacto telepático tanto con usted como conmigo… A pesar de las conjeturas empíricas del Dr. McCoy.

-Spock, -cortó ofendido el médico- tanto usted como yo hemos recibido una formación científica que nos hace considerar como válidos sólo los fenómenos sensibles y físicos… Que el almirante haya visto “viva” a N’Zaiss hay que atribuirlo al shock que ahora él padece y no a causas metafísicas o a misticismos extraños… Spock, todo ello es producto de su mente… Déjese entonces de soñar y siga un criterio empírico… ¿Dónde está ahora su lógica? ¿Se la ha dejado en Vulcano?

-Doctor, usted sabe como yo que hay fenómenos que escapan a las leyes de la física y, al igual que el espacio, hay otros niveles no físicos de la existencia y de la Naturaleza, que escapan a nuestra comprensión. Recuerde si no cuando V’Ger buscaba a su creador… Él necesitaba saber, trascender el conocimiento mundano y comprender lo inteligible… Dar respuestas a esas preguntas que todos los seres de la Galaxia nos hemos hecho desde el principio: “¿Quién soy yo? ¿De dónde vengo? ¿A dónde vamos?() Es posible que después de la vida, el alma, el katra, continúe su existencia bajo otra apariencia… Es plausible … aunque no demostrable empíricamente, doctor… Y es probable que N’Zaiss haya aplicado alguna técnica alniyatiana de fusión mental a distancia que ni yo sé emplear… Quizás es que estemos subestimando la capacidad empática de los habitantes de este mundo… En cuanto encontramos a Kirk, esa fuerza vital desapareció de mí… ¿A dónde iría? Ése es el gran misterio de la Existencia…

-Ni me lo pregunte, Spock… Soy un doctor no un médium… Esas preguntas filosóficas terminan en mis conocimientos médicos. Soy demasiado materialista para algunas cosas.

Kirk sonrió e inquirió.

-¿Y Zandhi-Baar? Es posible que mi patada voladora de Asumi le haya mandado a esos mundos inteligibles…

-No se preocupe, sufre una conmoción cerebral. –Contestó el médico.- Aunque es muy probable que haya visto el paraíso de Zar-kha-dum unos instantes. –concluyó dibujando una sonrisa pícara en sus labios.

-Y del ENTERPRISE ¿qué se sabe?

-Scotty ha hecho lo que usted le mandó. Está a la espera de sus órdenes, almirante. -comentó con su seriedad clásica el vulcaniano.

-Dígale… dígale que nos suba ¿tiene los escudos bajados?

-Sí… Y todavía no ha atacado a la nave romulana oculta.

-Mi leal escocés…

-Bien, Jim… No sea tan zalamero –le reprochó McCoy.- y dé la orden para que le subamos a bordo. Ahora usted es mi paciente y debe hacerme caso por su salud. Deje el mando a Spock, él seguirá ejerciéndolo tan bien como hasta ahora lo ha hecho.

El oficial científico levantó su ceja derecha y apostilló:

-Gracias por ser tan considerado hacia mi persona, Dr. McCoy…

-De nada, Spock… Lástima que tenga ese lado medio humano porque, si no, todo lo haría perfectamente.

-¿Es un cumplido, doctor? Inquirió con curiosidad el vulcaniano.

-No, Sr. Spock .-interrumpió Kirk- Es un piropo, por lo bien que lo hace todo…

McCoy asintió con la cabeza.


Kirk fue llevado a toda prisa hasta la Enfermería en una camilla antigravitatoria. Aunque en la superficie de Al-Niyat V había recibido los primeros auxilios, el estado general de salud del almirante era preocupante: Había perdido mucha sangre, tenía fiebre muy alta y estaba demasiado débil como para someterle a una operación quirúrgica a fin de que le fueran extraídos los trozos de flecha del antebrazo y el hombro izquierdos. McCoy trabajaba arduamente con la jefa de enfermeras Christine Chapel para vigilar las constantes vitales del almirante.

Tras realizarle un escáner médico, lo conectó al reemplazador de fluidos con un portador de hemoglobina para hacerle una transfusión. Era necesario que el almirante estuviese bajo un mínimo de fuerzas antes de pasar por el quirófano. Mientras duraba el proceso, McCoy le volvió a inyectar un sedante hipodérmico. Kirk estaba ahora durmiendo bajo los efectos reparadores del líquido que le servía para aliviar el dolor del brazo izquierdo, que además había comenzado a padecer los efectos de una infección a causa del largo tiempo pasado sin curar las heridas. En cambio, el esguince del pie quedó perfectamente curado e inmovilizado a base de vendas plásticas y en vías de una recuperación rápida.

Mientras, Spock había retomado el mando de la nave. Junto a él estaban cada uno en su puesto, Sulu, Uhura y el recién rescatado teniente Chekov, quien vivió en Al-Niyat una de sus primeras aventuras como oficial de mando, preludio de las que tendrían que venir en un futuro no muy lejano. El joven greco-marciano Stavros Elytis continuaba ocupando en funciones el puesto científico de Spock.

Tanto Zandhi-Baar como los otros alniyatianos conspiradores estaban a buen recaudo en las celdas de seguridad del USS ENTERPRISE, a la espera de afrontar un juicio sumario por parte del Consejo de la Federación bajo el cargo de alta traición con resultado de magnicidio.

-Sr. Sulu, -ordenó Spock.-Establezca una órbita paralela al Polo Sur de Al-Niyat. Y usted, señor Chekov, amplíe 300 veces la pantalla. Visual completa.

-A sus órdenes, capitán. –Respondió el oficial ruso.



-Oficial Elytis. –Continuó el vulcaniano.-prosiga recabando datos sobre cualquier tipo de anomalía gaseosa en el cono sur del planeta. ¿Ve alguna variación desde la última vez que obtuvo los resultados de la sonda geoestacionaria?

-No, señor, -respondió el joven como si tal cosa. –continúo a recibir los mismos datos. Ninguna modificación.

-O sea, que continúan ahí… pero ¿dónde? –se preguntó intrigado el oficial científico. Entonces tuvo una revelación intuitiva y entrelazó sus dedos levantando los índices. –Sr. Chekov, amplíe a 50 aumentos el campo visual de la pantalla.

-Sí, capitán.

Spock se quedó unos segundos escudriñando el fondo negro orlado de estrellas. Algo extraño pasaba entre ellas. Estaban titilando. Había encontrado como Arquímedes su eureka! particular.

-¡Fascinante! –exclamó levantando sus cejas hacia arriba- ¡Ahí está la nave romulana! En el ángulo inferior izquierdo de la pantalla… ¿Ve esas turbulencias de Broglie, Sr, Stavros?

-¡Oh, sí, señor! –respondió sorprendido el oficial científico en funciones-¿Cómo lo ha sabido, capitán?

-Es un simple principio de la física. En el vacío del espacio, la luz de las estrellas no parpadea y sí sucede cuando uno las observa desde la superficie de un planeta con atmósfera. Ello es debido a la densidad de los gases. Eso mismo está ocurriendo delante de sus ojos, señor Elytis: Los gases que emanan de la nave romulana camuflada tienen el mismo efecto que la atmósfera de un planeta y por ello, esas estrellas parpadean cuando no tendrían por qué no hacerlo…

-¡Increíble, Sr. Spock! –añadió sorprendido Chekov.

-Sí, la Salatrel continúa ahí… Uhura, abra un canal con la nave romulana.

-Canal abierto, capitán…

-Nave romulana SALATREL. -replicó el vulcaniano. –Al habla el capitán Spock, de la USS ENTERPRISE de la FPU. Sabemos que están ahí camuflados. Su presencia aquí supone una clara violación de los tratados de la Zona Neutral y un acto de guerra puesto que están en territorio federal ya que Al-Niyat es uno de nuestros miembros. Les exigimos respuesta inmediata si no quieren que recurramos a medios más contundentes. Corto y cierro. –Y se dirigió a Uhura tras una breve pausa: -¿Alguna respuesta, oficial?

-No, señor.

-Abra de nuevo el canal, Uhura.

-Canal abierto en todas las frecuencias…

-Nave Romulana Salatrel, aquí la nave federal ENTERPRISE, sé que me están oyendo… Les repito que han invadido el territorio de la Federación… Les damos quince minutos según el Tiempo Universal para que se comuniquen con nosotros y abandonen pacíficamente este cuadrante. Les garantizamos que no se llevará ninguna medida de represión contra ustedes si hacen caso a nuestro aviso… Nave Salatrel, sabemos que están ahí porque sus espías tanto alniyatianos como el que tenían a bordo de nuestra nave han confesado… Y lo sabemos TODO, ríndanse… sino quieren tener problemas con la Federación…

Spock sabía que esta última parte de la frase era algo ridícula pero la pronunció siguiendo los dictados de la Lógica, sabiendo de antemano que su corazonada era cierta.

Un pitido intermitente se sintió en la consola de comunicaciones.

-Señor, nos están llamando… Es de la Salatrel…

-En pantalla, Uhura.

-Ahora mismo, señor.

La pantalla con el fondo estelar desapareció. En su lugar surgió la figura de un romulano entrado en años con dos mechones blancos a los lados, en las entradas de la frente. Vestía un traje verdoso ajustado sobre el que llevaba enrollado una banda ancha de color violeta, lo que le daba un aire patricio de autoridad. Detrás de él una mujer romulana vestida igual miraba hacia la pantalla. Mientras, a espaldas de quién sería su jefe, varios oficiales iban y venían por el puente mientras que dos jóvenes romulanas eran las encargadas de la navegación y el puesto táctico. Entonces el romulano habló con voz profunda y grave:

-Nave Enterprise, les habla su oponente, el almirante Rumak… -cuando vio los rasgos faciales de Spock, se sorprendió: -¡Vaya, un vulcaniano! –y prosiguió: Capitán… Spock ¿no? –dudó y sonrió con sorna- Capitán, no somos invasores ya que este planeta nos corresponde por derecho. Nosotros fuimos quienes establecimos el primer contacto con sus habitantes ¿No ha leído usted la Historia?

-Almirante Rumak… Y sí, conozco bien la Historia e incluso la más reciente, cosa de la que usted parece no acordarse ya que este planeta es miembro de la Federación desde hace ya algún tiempo y por tanto su presencia aquí es un acto de guerra… Sabemos que han estado suministrando armas a los insurrectos partidarios de L’Nier ¿Cómo definiría usted eso? Han interferido violentamente en la vida de este mundo y además han asesinado a N’Zaiss, la legítima autoridad de Al-Niyat. –Dijo el vulcaniano intentando disimular su enfado.

-Lo hacemos porque es nuestro deber patriótico el ayudar a unos hermanos de raza, como lo son los alniyatianos…

-¿Deber patriótico? –inquirió molesto Spock. -¿Hermanos de raza? Y entonces ¿Qué somos para ustedes los vulcanianos, sus hermanos de leche?

El romulano frunció el ceño.

-Lo único que les interesa a ustedes de Al-Niyat V son sus yacimientos minerales –continuó Spock- Sí, como otros pueblos de la Galaxia apelan a supuestos valores para sus propios intereses. Esto, almirante Rumak, no nos es desconocido… Así que para evitar problemas mayores vayan usted y los suyos decidiendo qué hacer: O se rinden y acatan nuestras condiciones o se marchan fuera del territorio de la Federación… ¿He sido claro?

-Naturalmente, capitán… Spock. Déjeme consultarlo con mis superiores.

-De acuerdo, como le dije le concedo 15 minutos para pensárselo, pero ni uno más.

Continuará...


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Referencias:
1 .- Se refiere a un episodio de TV, donde Spock y el dr. Mccoy acabaron atrapados en el pasado glacial de un planeta extinto.
2 .- Alfa de Hércules VI.
3 .- Theta Scorpii III

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