| Título: Reencuentros (VI): por los viejos tiempos Autor: Sikileia Portada: Publicado en: Mayo 2007
Picard y compañia se enfrentan a unos misteriosos intrusos que se pasean por la Farragut.
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El espacio, la ultima frontera. Estos son los viajes de la nave estelar Enterprise, buscando nuevos mundos, nuevas civilizaciones, para llegar hacía donde ningún hombre ha llegado jamás.
Gene Rodenberry y Action Tales presentan:
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Creado por Gene Rodenberry
Hacía varias horas-luz de Veridiano III que la nave Farragut había partido hacia Deneva V.
Era ya de noche según el reloj de tiempo universal de la nave. Entre informes, la recepción de oficiales y el completar su turno de tarde la jornada había sido agotadora para el nuevo capitán.
Una ducha iónica y un té earl gray con limón ayudaron a relajarse unos instantes al capitán que en ese momento la pieza nº5 al piano del compositor español, Manuel de Falla.
Sentado en una cómoda, observó con detenimiento el nuevo dormitorio que le habían asignado como capitán. Era bastante similar al que había tenido a bordo del USS Enterpise-D. Tenía una gran estancia decorada en tonos salmones y marrones claros en las paredes y una gran moqueta color mostaza. El techo tenía unas tonalidades que se podían cambiar a voluntad por el huésped de la habitación con sólo ordenárselo a la computadora de la nave, lo mismo pasaba con la iluminación de la misma. Había también algunos muebles: Armarios, estanterías donde alguno ya le había colocado con sumo cuidado sus souvenir arqueológicos
Vio la cama; se levantó y se sentó en un borde. El colchón estaba hecho de un material inteligente que se adaptaba al contorno y peso del durmiente. Para su gusto estaba quizás un poco blanda pero era lo suficientemente mullida como para un buen descanso.
En cinco minutos, Picard estaba ya cambiado para irse a dormir. Un short y una camiseta de manga corta eran suficientes ya que la temperatura ambiente era la idónea como si fuera un día primaveral de Junio en la Tierra.
Sacó por última vez de su cajita aquella flauta de Ressak que le había acompañado tantos años. La tenía en un lugar especial al lado de sus más preciadas fotos y libros. Miró su diseño plateado y el cordón blanco que la adornaba. Sonrió y volvió a meterla en su funda.
Se echó sobre la cama; había sido un día agotador, mucho ajetreo burocrático y las últimas instrucciones a Riker para que se hiciera cargo de la fase final de desmantelamiento de la USS Enterprise-D que casi estaba completa. Seguramente a su Primer Oficial le daría tiempo de estar en Deneva V para las exequias del antiguo capitán del siglo XXIII. Para rematar la agenda, la recepción oficial de los nuevos oficiales y de los invitados a bordo de la Farragut había sido la guinda de aquel día tan movido pero tocar aquella melodía con esa delicada flauta ressakana le produjo un relajamiento y una paz como nunca había sentido antes. Fue una ocasión única tocar aquella reliquia tan antigua.
-Computadora, reduzca la intensidad de la luz a 0.2.
Se sintió un pitido, y la luz disminuyó hasta casi mezclarse con la oscuridad del espacio exterior dejando el dormitorio en penumbras. Picard miró hacia fuera, las estrellas brillaban como ardientes diamantes en la soledad de la oscuridad. Todo era tranquilidad y paz.
De pronto lo inexplicable. Un fogonazo casi le cegó los ojos y un fuerte estruendo. Un bamboleo hizo vibrar la nave y la fuerza del impacto hizo que cayera de su lecho al suelo golpeándose la cabeza.
Se hizo la oscuridad total.
Las luces de emergencia saltaron y se escuchó el ulular de la alarma roja.
Se incorporó como pudo, medio aturdido y se acercó gateando hasta el botón del comunicador más cercano en la cabecera de su cama.
-Picard a puente, ¿qué ha pasado?
-Señor, aquí Odis, comandando el turno de noche. No sé que ha sucedido. Ha sido como un relámpago que nos ha dado de lleno. Afortunadamente no ha habido bajas ni daños demasiados importantes, tan sólo una grieta a nivel estructural del casco pero que esta siendo reparada por el personal de emergencia de Ingeniería.
-Odis, le ruego que mantenga la alerta roja… ¿Dónde ha impactado ese “rayo”?
-En el Ten-Foward, señor…
-¡Maldición! –Murmuró entre dientes el nuevo capitán.
-¡Oh espere, recibo un mensaje! ¡Debería bajar al Ten Forward, señor! Tenemos dos bajas, señor.
-Voy enseguida, Picard fuera.
Era ya de noche según el reloj de tiempo universal de la nave. Entre informes, la recepción de oficiales y el completar su turno de tarde la jornada había sido agotadora para el nuevo capitán.
Una ducha iónica y un té earl gray con limón ayudaron a relajarse unos instantes al capitán que en ese momento la pieza nº5 al piano del compositor español, Manuel de Falla.
Sentado en una cómoda, observó con detenimiento el nuevo dormitorio que le habían asignado como capitán. Era bastante similar al que había tenido a bordo del USS Enterpise-D. Tenía una gran estancia decorada en tonos salmones y marrones claros en las paredes y una gran moqueta color mostaza. El techo tenía unas tonalidades que se podían cambiar a voluntad por el huésped de la habitación con sólo ordenárselo a la computadora de la nave, lo mismo pasaba con la iluminación de la misma. Había también algunos muebles: Armarios, estanterías donde alguno ya le había colocado con sumo cuidado sus souvenir arqueológicos
Vio la cama; se levantó y se sentó en un borde. El colchón estaba hecho de un material inteligente que se adaptaba al contorno y peso del durmiente. Para su gusto estaba quizás un poco blanda pero era lo suficientemente mullida como para un buen descanso.
En cinco minutos, Picard estaba ya cambiado para irse a dormir. Un short y una camiseta de manga corta eran suficientes ya que la temperatura ambiente era la idónea como si fuera un día primaveral de Junio en la Tierra.
Sacó por última vez de su cajita aquella flauta de Ressak que le había acompañado tantos años. La tenía en un lugar especial al lado de sus más preciadas fotos y libros. Miró su diseño plateado y el cordón blanco que la adornaba. Sonrió y volvió a meterla en su funda.
Se echó sobre la cama; había sido un día agotador, mucho ajetreo burocrático y las últimas instrucciones a Riker para que se hiciera cargo de la fase final de desmantelamiento de la USS Enterprise-D que casi estaba completa. Seguramente a su Primer Oficial le daría tiempo de estar en Deneva V para las exequias del antiguo capitán del siglo XXIII. Para rematar la agenda, la recepción oficial de los nuevos oficiales y de los invitados a bordo de la Farragut había sido la guinda de aquel día tan movido pero tocar aquella melodía con esa delicada flauta ressakana le produjo un relajamiento y una paz como nunca había sentido antes. Fue una ocasión única tocar aquella reliquia tan antigua.
-Computadora, reduzca la intensidad de la luz a 0.2.
Se sintió un pitido, y la luz disminuyó hasta casi mezclarse con la oscuridad del espacio exterior dejando el dormitorio en penumbras. Picard miró hacia fuera, las estrellas brillaban como ardientes diamantes en la soledad de la oscuridad. Todo era tranquilidad y paz.
De pronto lo inexplicable. Un fogonazo casi le cegó los ojos y un fuerte estruendo. Un bamboleo hizo vibrar la nave y la fuerza del impacto hizo que cayera de su lecho al suelo golpeándose la cabeza.
Se hizo la oscuridad total.
Las luces de emergencia saltaron y se escuchó el ulular de la alarma roja.
Se incorporó como pudo, medio aturdido y se acercó gateando hasta el botón del comunicador más cercano en la cabecera de su cama.
-Picard a puente, ¿qué ha pasado?
-Señor, aquí Odis, comandando el turno de noche. No sé que ha sucedido. Ha sido como un relámpago que nos ha dado de lleno. Afortunadamente no ha habido bajas ni daños demasiados importantes, tan sólo una grieta a nivel estructural del casco pero que esta siendo reparada por el personal de emergencia de Ingeniería.
-Odis, le ruego que mantenga la alerta roja… ¿Dónde ha impactado ese “rayo”?
-En el Ten-Foward, señor…
-¡Maldición! –Murmuró entre dientes el nuevo capitán.
-¡Oh espere, recibo un mensaje! ¡Debería bajar al Ten Forward, señor! Tenemos dos bajas, señor.
-Voy enseguida, Picard fuera.
En diez minutos, Picard estaba de nuevo uniformado y en el Ten Forward de la USS Farragut. Ésta era una dependencia en la que los oficiales solían relajarse y tomar una consumición estando de permiso. Dado que había perdido su empleo a bordo del USS Enterprise-D, una de las nuevas asignaciones había sido Guinan que compartía labores y turnos de trabajo con el andoriano Thadox.
El panorama que se desplegaba ante sus ojos no podía ser más desalentador. El mobiliario estaba tirado o hecho añicos. Al final de la sala al fondo, un enorme boquete tenía como improvisada pared la vastedad del universo. Unos cuantos oficiales acompañados de aparatos e instrumental monitorizaban los desperfectos y estaban estabilizando las estructuras dañadas.
Otis daba gritos por doquier. La tensión se palpaba en el ambiente.
Picard se acercó lentamente, todavía podía sentir el olor a quemado que impregnaba la estancia. El oficial se giró sobre sí mismo y calló súbitamente.
-Informe, señor Otis.
-Capitán… Como le comentaba en el primer informe, hemos sufrido dos bajas y tenido numerosos desperfectos. Menos mal que los campos de energía de emergencia se han activado correctamente.
-¿Dos bajas?
-Sí, señor… Boox y el encargado del bar…-Picard se temió lo peor y contuvo la respiración. –…El alférez Thadox.
Picard respiró hondamente al oír aquel cargo. Gracias al Gran Pájaro de la Galaxia, no era Guinan. Sin embargo, la pérdida de aquellos dos oficiales le conmovió muchísimo.
-Envíe mis más sinceras condolencias a sus familias y a la Flota Estelar.
Amparadas en las sombras, tres figuras verdosas vestidas con adherentes monos rojos, se deslizaron como sierpes hasta el interior de la USS FARRAGUT a través del gran boquete abierto por el fogonazo.
Mientras tanto, los pasillos de la nave era un continuo deambular de tripulantes, la nave estaba en alerta roja. El ataque había hecho que la nave ralentizara su velocidad hasta pasar a velocidad de impulso.
El panorama que se desplegaba ante sus ojos no podía ser más desalentador. El mobiliario estaba tirado o hecho añicos. Al final de la sala al fondo, un enorme boquete tenía como improvisada pared la vastedad del universo. Unos cuantos oficiales acompañados de aparatos e instrumental monitorizaban los desperfectos y estaban estabilizando las estructuras dañadas.
Otis daba gritos por doquier. La tensión se palpaba en el ambiente.
Picard se acercó lentamente, todavía podía sentir el olor a quemado que impregnaba la estancia. El oficial se giró sobre sí mismo y calló súbitamente.
-Informe, señor Otis.
-Capitán… Como le comentaba en el primer informe, hemos sufrido dos bajas y tenido numerosos desperfectos. Menos mal que los campos de energía de emergencia se han activado correctamente.
-¿Dos bajas?
-Sí, señor… Boox y el encargado del bar…-Picard se temió lo peor y contuvo la respiración. –…El alférez Thadox.
Picard respiró hondamente al oír aquel cargo. Gracias al Gran Pájaro de la Galaxia, no era Guinan. Sin embargo, la pérdida de aquellos dos oficiales le conmovió muchísimo.
-Envíe mis más sinceras condolencias a sus familias y a la Flota Estelar.
Amparadas en las sombras, tres figuras verdosas vestidas con adherentes monos rojos, se deslizaron como sierpes hasta el interior de la USS FARRAGUT a través del gran boquete abierto por el fogonazo.
Mientras tanto, los pasillos de la nave era un continuo deambular de tripulantes, la nave estaba en alerta roja. El ataque había hecho que la nave ralentizara su velocidad hasta pasar a velocidad de impulso.
Picard subió corriendo al puente. En el turno de noche, Odis ocupaba el puesto del capitán junto a varios jóvenes alférez y cadetes. Se suponía que el de noche era el turno más tranquilo y era el que normalmente se asignaba a los jóvenes en prácticas.
Otis se levantó de su sitio nada más entrar el capitán francés.
-Informe, teniente.
-Señor, Ingeniería informa que las reparaciones estarán finalizadas en cuatro o cinco horas.
-Bien, déles mi enhorabuena... Asumo desde ahora el mando. Odis, vuelva a coger sus funciones en la estación científica.
-Sí, capitán.
Picard se sentó en el sillón de mando. Por vez primera y antes de lo previsto ya que la situación así lo demandaba. Se retrepó en el asiento, lo encontró demasiado incómodo.
La expresión de Odis y los jóvenes cadetes y alférez era de sorpresa.
-Bien, es el sillón de mando… No es el que yo acostumbraba a tener en el puente del USS Enterprise. –Se excusó sonriendo.
-El capitán Ramírez era un poco más bajo que usted, señor. Si desea regular la silla o el respaldo a su gusto sólo debe apretar el botón táctil violeta que hay en su panel de mando.
-Gracias. –Dijo Picard oprimiendo varias veces el botón señalado. –Ahora está mucho mejor… Más a mi gusto. –Bien, ¿Alguna novedad más, teniente?
-Sí, señor... No sé si recuerda esos índices de isótopos de tipo delta y cronitones que habían detectado en Ingeniería.
-Sí, perfectamente, Odis.
-Estoy detectando el mismo tipo de partículas pero en magnitudes muy ínfimas… en el interior de la nave.
-Es extraño… -Tras una pausa, continuó: -Odis, mantenga el nivel de alerta amarilla en todas las secciones de la nave. Que se me informe cada hora de cualquier novedad que haya.
-Sí, señor.
-Por cierto, cuánto nos queda para llegar a Déneva V, teniente.
-2.7 días solares, capitán a la velocidad actual. Si no hubiéramos tenido esa eventualidad habríamos llegado hoy al planeta.
-Envíeles mis disculpas a las autoridades planetarias y a las delegaciones de las embajadas que han acudido al sepelio del capitán…. Kirk. –Finalizó pronunciando en tono solemne el nombre del capitán del s.XXIII.
Otis se levantó de su sitio nada más entrar el capitán francés.
-Informe, teniente.
-Señor, Ingeniería informa que las reparaciones estarán finalizadas en cuatro o cinco horas.
-Bien, déles mi enhorabuena... Asumo desde ahora el mando. Odis, vuelva a coger sus funciones en la estación científica.
-Sí, capitán.
Picard se sentó en el sillón de mando. Por vez primera y antes de lo previsto ya que la situación así lo demandaba. Se retrepó en el asiento, lo encontró demasiado incómodo.
La expresión de Odis y los jóvenes cadetes y alférez era de sorpresa.
-Bien, es el sillón de mando… No es el que yo acostumbraba a tener en el puente del USS Enterprise. –Se excusó sonriendo.
-El capitán Ramírez era un poco más bajo que usted, señor. Si desea regular la silla o el respaldo a su gusto sólo debe apretar el botón táctil violeta que hay en su panel de mando.
-Gracias. –Dijo Picard oprimiendo varias veces el botón señalado. –Ahora está mucho mejor… Más a mi gusto. –Bien, ¿Alguna novedad más, teniente?
-Sí, señor... No sé si recuerda esos índices de isótopos de tipo delta y cronitones que habían detectado en Ingeniería.
-Sí, perfectamente, Odis.
-Estoy detectando el mismo tipo de partículas pero en magnitudes muy ínfimas… en el interior de la nave.
-Es extraño… -Tras una pausa, continuó: -Odis, mantenga el nivel de alerta amarilla en todas las secciones de la nave. Que se me informe cada hora de cualquier novedad que haya.
-Sí, señor.
-Por cierto, cuánto nos queda para llegar a Déneva V, teniente.
-2.7 días solares, capitán a la velocidad actual. Si no hubiéramos tenido esa eventualidad habríamos llegado hoy al planeta.
-Envíeles mis disculpas a las autoridades planetarias y a las delegaciones de las embajadas que han acudido al sepelio del capitán…. Kirk. –Finalizó pronunciando en tono solemne el nombre del capitán del s.XXIII.
Las tres figuras verdosas alcanzaron uno de los pasillos que conducían a Ingeniería. Camufladas en la semioscuridad de la nave aún en reparaciones llegaron por los conductos Jeffreys hasta una especie de corredor.
Uno de ellos se adelantó unos pasos pistola en mano llegando hasta una cúpula iluminada y se aseguró de que el acceso estuviera despejado. La luz descubrió en detalle a aquel ser extraño. Su tez escamosa formaba una amplia paleta de colores verdosos y amarillos que parecían salidas de un cuadro puntillista. Y vestía un mono rojo muy ceñido parecido a un plástico o a goma. Sin duda era su traje de asalto.
-Tenemos que alcanzar el núcleo de curvatura y el soporte vital, Axais. -comentó en tono serio la criatura que parecía el líder del grupo- Y nos queda poco tiempo antes de que la brecha temporal se cierre.
-Si, Nalus. –dijo otro de los alienígenas. –Espero que nuestra misión sea un éxito ya que en ella va la supervivencia de nuestra gente. –Agazapado contra una pared dijo al tercero de ellos: -¿Alguna novedad en el señalizador, Soek?
El que quedaba escaneaba el panorama con una especie de PADD de tono dorado.
-Nada, señor. El acceso está libre.
Con sus pistolas de tela de araña en posición defensiva las figuras invasoras iban sigilosas y en abanico fundiéndose en uno a la pared como lagartijas terráqueas.
Aquella había sido un área de la USS Farragut que había sido sellada tras el impacto El silencio era sobrecogedor, tan solo interrumpido por el pitido de algún dispositivo electrónico que se oía desde lejos.
-Señor. –Dijo el alienígena que manejaba el dispositivo- haciendo un gesto con la mano. –Aquí hay un cruce y cerca de aquí un turbo ascensor que comunica con Ingeniería.
-Bien. Ese es nuestro destino -Dijo en con su silbante voz el líder. –Van a llevarse una gran sorpresa cuando ataquemos a su corazón.
Siguieron caminando, la media luz se fue transformando en una oscuridad total. Soek iba con paso rezagado más pendiente de su aparato que de caminar manteniendo el ritmo junto a sus compañeros. De pronto llegaron a una especie de bifurcación. Voces en inglés federal se oyeron al fondo de un corredor justo cuando pasaba Soek.
-¿¡Eh, hay alguien ahí!? –Gritó una silueta mientras un haz de luz apuntaba hacia donde estaban los tres aliens.
-¡Allen! –gritó una voz humana femenina. -¿No ves que no hay nadie? Toda esta área quedó herméticamente cerrada tras la explosión de hace unas horas ¿no recuerdas?
-Me pareció ver una luz al fondo, Linda… ¿Estarán haciendo reparaciones?
Los tres alienígenas se pararon en seco y apoyándose contra las paredes, se fundieron con ésta como si de una gota de agua en un mar se tratase. Contuvieron la respiración.
-No creo, vayámonos de aquí que nos toca ya ser relevados. ¡No sabes cuánto odio el turno de noche!
Las dos figuras anónimas desaparecieron. De nuevo se hizo el silencio y el vacío se apoderó de los corredores.
Los ojos reptilianos del alienígena observaron con rabia al más joven de los dos alienígenas. Estaban encendidos de ira.
Con su mano Nalus cogió al joven oficial por el cuello estrellándolo contra la pared.
Soek apenas podía respirar. Con voz amenazante y casi fuerte el jefe le reprochó:
-Nuestra misión depende de ese señalizador. Si fracasas, fracasamos todos…
¡¡¿¿Entiendes??!!
-Sí, señor… No volverá a repetirse.
-Espero que así sea… por tu bien. –Refunfuñó Nalus. –Y ahora indícanos el camino hasta Ingeniería.
Uno de ellos se adelantó unos pasos pistola en mano llegando hasta una cúpula iluminada y se aseguró de que el acceso estuviera despejado. La luz descubrió en detalle a aquel ser extraño. Su tez escamosa formaba una amplia paleta de colores verdosos y amarillos que parecían salidas de un cuadro puntillista. Y vestía un mono rojo muy ceñido parecido a un plástico o a goma. Sin duda era su traje de asalto.
-Tenemos que alcanzar el núcleo de curvatura y el soporte vital, Axais. -comentó en tono serio la criatura que parecía el líder del grupo- Y nos queda poco tiempo antes de que la brecha temporal se cierre.
-Si, Nalus. –dijo otro de los alienígenas. –Espero que nuestra misión sea un éxito ya que en ella va la supervivencia de nuestra gente. –Agazapado contra una pared dijo al tercero de ellos: -¿Alguna novedad en el señalizador, Soek?
El que quedaba escaneaba el panorama con una especie de PADD de tono dorado.
-Nada, señor. El acceso está libre.
Con sus pistolas de tela de araña en posición defensiva las figuras invasoras iban sigilosas y en abanico fundiéndose en uno a la pared como lagartijas terráqueas.
Aquella había sido un área de la USS Farragut que había sido sellada tras el impacto El silencio era sobrecogedor, tan solo interrumpido por el pitido de algún dispositivo electrónico que se oía desde lejos.
-Señor. –Dijo el alienígena que manejaba el dispositivo- haciendo un gesto con la mano. –Aquí hay un cruce y cerca de aquí un turbo ascensor que comunica con Ingeniería.
-Bien. Ese es nuestro destino -Dijo en con su silbante voz el líder. –Van a llevarse una gran sorpresa cuando ataquemos a su corazón.
Siguieron caminando, la media luz se fue transformando en una oscuridad total. Soek iba con paso rezagado más pendiente de su aparato que de caminar manteniendo el ritmo junto a sus compañeros. De pronto llegaron a una especie de bifurcación. Voces en inglés federal se oyeron al fondo de un corredor justo cuando pasaba Soek.
-¿¡Eh, hay alguien ahí!? –Gritó una silueta mientras un haz de luz apuntaba hacia donde estaban los tres aliens.
-¡Allen! –gritó una voz humana femenina. -¿No ves que no hay nadie? Toda esta área quedó herméticamente cerrada tras la explosión de hace unas horas ¿no recuerdas?
-Me pareció ver una luz al fondo, Linda… ¿Estarán haciendo reparaciones?
Los tres alienígenas se pararon en seco y apoyándose contra las paredes, se fundieron con ésta como si de una gota de agua en un mar se tratase. Contuvieron la respiración.
-No creo, vayámonos de aquí que nos toca ya ser relevados. ¡No sabes cuánto odio el turno de noche!
Las dos figuras anónimas desaparecieron. De nuevo se hizo el silencio y el vacío se apoderó de los corredores.
Los ojos reptilianos del alienígena observaron con rabia al más joven de los dos alienígenas. Estaban encendidos de ira.
Con su mano Nalus cogió al joven oficial por el cuello estrellándolo contra la pared.
Soek apenas podía respirar. Con voz amenazante y casi fuerte el jefe le reprochó:
-Nuestra misión depende de ese señalizador. Si fracasas, fracasamos todos…
¡¡¿¿Entiendes??!!
-Sí, señor… No volverá a repetirse.
-Espero que así sea… por tu bien. –Refunfuñó Nalus. –Y ahora indícanos el camino hasta Ingeniería.
Spock estaba acostado en el lecho de su camarote. Tenía las manos formando con los dedos el arco triangular tan característico de las meditaciones vulcanianas. En una esquina de una cómoda había instalado un candelabro en forma de tridente y un IDIC [1] tallado en bronce. Unas pequeñas velas puestas a los lados se reflejaban sobre el metal dando a la placa redondeada el aspecto de un sol metálico.
Su mente estaba en una especie de nirvana, sin espacio, ni tiempo. Sin embargo, algo en él no dejaba de pensar en James T. Kirk. Era como si su parte humana le llamara a experimentar esa emoción tan humana del apego. Inexplicablemente algo, como una palpitación, le hizo despertarse de ese estado de trance autoinducido y levantarse bruscamente de su lecho.
Miró brevemente sobre la mesilla de noche una digitografía enmarcada en la que él se encontraba con sus compañeros del Enterprise llevando aquellos uniformes rojos con los que vieron pasar tantos años de gloria. Recordó uno por uno cuál había sido el destino de cada uno de ellos tras Khitomer, Uhura siguió en la Flota hasta ser ascendida a Jefa de la División de Comunicaciones de la Flota Estelar. Pavel Chekov se había hecho cargo de los servicios de Inteligencia de la Federación. Sulu comandó la Excelsior hasta que se retiró y continuó en Operaciones de la Flota Estelar. McCoy seguía en activo haciendo acto de presencia allí donde se inauguraba un hospital o una nueva unidad médica. Scotty viviendo una segunda juventud.
Todos habían llegado a ser almirantes o capitanes, incluso Saavik. Y todos seguían vivos, centenarios ya, con sus familias o en alguna colonia federal de retiro para altos oficiales. Sin embargo, la longevidad prolongada de los vulcanianos hacía que Spock y su compañera Saavik estuvieran aptos para el servicio en la Flota Estelar. Sin embargo, la elección personal de Spock para ser embajador en Rómulo lo había alejado muchos años de sus amigos y allegados.
Lo que no pudo hacer una elección personal lo hizo la muerte de su mejor amigo, su Th’y’la. [2]
Envuelto en su capa negra con bordados vulcanianos se encaminó a la sala de Ingeniería. Había poca actividad por los corredores de la nave, uno o dos alférez que pasaron a su lado llevando PADDs bajo el brazo.
Cuando llegó a la Sala de Ingeniería había cuatro o cinco jóvenes cadetes guiados por un alférez acompañados por el joven ingeniero vulcaniano Sorak. Todos parecían revisar unos patrones.
Al entrar el embajador de Vulcano por la puerta todas las miradas se volvieron hacia el insigne personaje. Algunos no daban crédito a lo que veían y dejaron de hacer sus cosas.
Spock alzó una ceja, gesto que devolvió el compatriota de Spock.
-Señor… Es toda una sorpresa… No le esperábamos por aquí.
-Dígales que vuelvan a sus puestos. Sólo soy un tripulante más de esta nave que está realizando como un curioso su paseo por esta nave. ¿Alguna novedad?
-Sí, señor… continuamos con esas extrañas fluctuaciones energéticas alrededor de la nave. No sé si el Sr. Scott le ha informado.
-Algo me ha comentado cuando hemos estado en ese homenaje al capitán Kirk.
-Me resulta realmente intrigante. Puede pasarme una gráfica de esas fluctuaciones.
-Aquí tiene, embajador… Spock. –Dijo entregándole su PADD. –Si mira la gráfica es constante hasta el momento de sufrir el ataque en el que ésta aumentó.
- En efecto son un tipo de radiaciones cronométricas. Y me resultan ciertamente familiares…
-¿Las cree producidas por esa cinta del Nexus?
-Podría ser… pero creo que éstas no son naturales… sino artificiales.
-¿Quiere decir… provocadas?
-Exacto, oficial Sorak… provocadas por alguien o …algo. ¿Tiene las imágenes del exterior de la nave en el momento de atacarnos?
-Creo que sí, señor. Pero tardaremos en compilarlas.
Spock esperó unos instantes mientras Sorak con ayuda de uno de los cadetes iba extrayendo archivos de imágenes.
Se quedó mirando las nuevas instalaciones de Ingeniería que había a bordo de la USS Farragut. En sus años de ausencia de la Federación, la tecnología del vuelo espacial que había ido desarrollando la Flota había mejorado muchísimo y había dejado mil veces obsoleta aquella vieja nave USS Enterprise que sólo se conservaba en el museo de la Flota Estelar y guardada holográficamente en la holocubierta.
-Señor, ya tengo los datos que me pidió. –Le interrumpió el ingeniero. –Venga a este Terminal.
-Sincronice esos las fluctuaciones con el pulso de la señal de la imagen.
El tripulante vulcaniano manipuló unos cuantos botones de la Terminal en la que estaba el monitor.
-Hecho. La computadora está procesando, embajador.
En la pantalla había tres gráficas que medían segundos y desplazamiento así como el grado de intensidad de la radiación.
Cuando las emanaciones energéticas alcanzaban su cenit se podía ver un brillo en la parte externa de la nave. Era sin duda el fogonazo pero éste no parecía provenir de ningún lado.
-Congele la imagen. –ordenó Spock. –Ahí, ahí está… justo en el instante de adentrarse hacía otro plano o sector del Universo, hay como un objeto. ¿Lo ve, Sorak?
-Si, embajador.
-Amplíe el zoom de la imagen 1000 veces.
Un cuadrado se dibujó sobre el objeto y se abrió hasta ocupar toda la pantalla con el objeto aumentado en toda nitidez.
-Es efectivamente una nave, pero de un modelo que nunca había visto, señor.
-Me resulta remotamente familiar. –Aseveró en tono severo Spock.-¿Y si…
No pudo terminar su diálogo. De pronto una gran especie de gran implosión sacudió el núcleo de curvatura de Ingeniería. Se produjo un gran bamboleo en toda la nave. Varios cadetes de ingeniería estaban heridos o inconscientes. El teniente que acompañaba al joven grupo sin embargo se llevó la peor de las partes ya que algunos cristales rotos y parte de las radiaciones dieron en él.
Continuará...
Su mente estaba en una especie de nirvana, sin espacio, ni tiempo. Sin embargo, algo en él no dejaba de pensar en James T. Kirk. Era como si su parte humana le llamara a experimentar esa emoción tan humana del apego. Inexplicablemente algo, como una palpitación, le hizo despertarse de ese estado de trance autoinducido y levantarse bruscamente de su lecho.
Miró brevemente sobre la mesilla de noche una digitografía enmarcada en la que él se encontraba con sus compañeros del Enterprise llevando aquellos uniformes rojos con los que vieron pasar tantos años de gloria. Recordó uno por uno cuál había sido el destino de cada uno de ellos tras Khitomer, Uhura siguió en la Flota hasta ser ascendida a Jefa de la División de Comunicaciones de la Flota Estelar. Pavel Chekov se había hecho cargo de los servicios de Inteligencia de la Federación. Sulu comandó la Excelsior hasta que se retiró y continuó en Operaciones de la Flota Estelar. McCoy seguía en activo haciendo acto de presencia allí donde se inauguraba un hospital o una nueva unidad médica. Scotty viviendo una segunda juventud.
Todos habían llegado a ser almirantes o capitanes, incluso Saavik. Y todos seguían vivos, centenarios ya, con sus familias o en alguna colonia federal de retiro para altos oficiales. Sin embargo, la longevidad prolongada de los vulcanianos hacía que Spock y su compañera Saavik estuvieran aptos para el servicio en la Flota Estelar. Sin embargo, la elección personal de Spock para ser embajador en Rómulo lo había alejado muchos años de sus amigos y allegados.
Lo que no pudo hacer una elección personal lo hizo la muerte de su mejor amigo, su Th’y’la. [2]
Envuelto en su capa negra con bordados vulcanianos se encaminó a la sala de Ingeniería. Había poca actividad por los corredores de la nave, uno o dos alférez que pasaron a su lado llevando PADDs bajo el brazo.
Cuando llegó a la Sala de Ingeniería había cuatro o cinco jóvenes cadetes guiados por un alférez acompañados por el joven ingeniero vulcaniano Sorak. Todos parecían revisar unos patrones.
Al entrar el embajador de Vulcano por la puerta todas las miradas se volvieron hacia el insigne personaje. Algunos no daban crédito a lo que veían y dejaron de hacer sus cosas.
Spock alzó una ceja, gesto que devolvió el compatriota de Spock.
-Señor… Es toda una sorpresa… No le esperábamos por aquí.
-Dígales que vuelvan a sus puestos. Sólo soy un tripulante más de esta nave que está realizando como un curioso su paseo por esta nave. ¿Alguna novedad?
-Sí, señor… continuamos con esas extrañas fluctuaciones energéticas alrededor de la nave. No sé si el Sr. Scott le ha informado.
-Algo me ha comentado cuando hemos estado en ese homenaje al capitán Kirk.
-Me resulta realmente intrigante. Puede pasarme una gráfica de esas fluctuaciones.
-Aquí tiene, embajador… Spock. –Dijo entregándole su PADD. –Si mira la gráfica es constante hasta el momento de sufrir el ataque en el que ésta aumentó.
- En efecto son un tipo de radiaciones cronométricas. Y me resultan ciertamente familiares…
-¿Las cree producidas por esa cinta del Nexus?
-Podría ser… pero creo que éstas no son naturales… sino artificiales.
-¿Quiere decir… provocadas?
-Exacto, oficial Sorak… provocadas por alguien o …algo. ¿Tiene las imágenes del exterior de la nave en el momento de atacarnos?
-Creo que sí, señor. Pero tardaremos en compilarlas.
Spock esperó unos instantes mientras Sorak con ayuda de uno de los cadetes iba extrayendo archivos de imágenes.
Se quedó mirando las nuevas instalaciones de Ingeniería que había a bordo de la USS Farragut. En sus años de ausencia de la Federación, la tecnología del vuelo espacial que había ido desarrollando la Flota había mejorado muchísimo y había dejado mil veces obsoleta aquella vieja nave USS Enterprise que sólo se conservaba en el museo de la Flota Estelar y guardada holográficamente en la holocubierta.
-Señor, ya tengo los datos que me pidió. –Le interrumpió el ingeniero. –Venga a este Terminal.
-Sincronice esos las fluctuaciones con el pulso de la señal de la imagen.
El tripulante vulcaniano manipuló unos cuantos botones de la Terminal en la que estaba el monitor.
-Hecho. La computadora está procesando, embajador.
En la pantalla había tres gráficas que medían segundos y desplazamiento así como el grado de intensidad de la radiación.
Cuando las emanaciones energéticas alcanzaban su cenit se podía ver un brillo en la parte externa de la nave. Era sin duda el fogonazo pero éste no parecía provenir de ningún lado.
-Congele la imagen. –ordenó Spock. –Ahí, ahí está… justo en el instante de adentrarse hacía otro plano o sector del Universo, hay como un objeto. ¿Lo ve, Sorak?
-Si, embajador.
-Amplíe el zoom de la imagen 1000 veces.
Un cuadrado se dibujó sobre el objeto y se abrió hasta ocupar toda la pantalla con el objeto aumentado en toda nitidez.
-Es efectivamente una nave, pero de un modelo que nunca había visto, señor.
-Me resulta remotamente familiar. –Aseveró en tono severo Spock.-¿Y si…
No pudo terminar su diálogo. De pronto una gran especie de gran implosión sacudió el núcleo de curvatura de Ingeniería. Se produjo un gran bamboleo en toda la nave. Varios cadetes de ingeniería estaban heridos o inconscientes. El teniente que acompañaba al joven grupo sin embargo se llevó la peor de las partes ya que algunos cristales rotos y parte de las radiaciones dieron en él.
Continuará...
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Referencias:
1 .- IDIC, Símbolo vulcaniano que indica “Infinitas Diversidades en Infinitas Combinaciones”. Se representa con un circulo y un triangulo. Lo usa Spock para meditar a modo de mandala (ST II). Es también el símbolo de Vulcano por antonomasia
2 .- Expresión vulcaniana que significa “Amigo, allegado”.
1 .- IDIC, Símbolo vulcaniano que indica “Infinitas Diversidades en Infinitas Combinaciones”. Se representa con un circulo y un triangulo. Lo usa Spock para meditar a modo de mandala (ST II). Es también el símbolo de Vulcano por antonomasia
2 .- Expresión vulcaniana que significa “Amigo, allegado”.
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