Los Invasores nº14

Título: La Maldición de los Falsworth
Autor: Miguel Ángel Naharro
Portada: Santiago Ramos
Publicado en: Julio de 2007

¡Union Jack contra la Antorcha!¡Y la vida de Spitfire en juego! ¡Prólogo al gran crossover con los Defensores!
 El primer grupo que lucho por la libertad durante la segunda guerra mundial. Un grupo que inspiró a generaciones de héroes. Ahora los héroes han decidido volver a primera Línea.
Stan Lee y Action Tales presentan a
Creado por Roy Thomas, Sal Buscema y Frank Robbins


La isla artificial conocida como la Hidrobase.

El equipo de Control de Daños (1) trabajaba con su rapidez y eficiencia habitual. Reparaban los daños hechos en las estructuras en la batalla contra el Escarabajo Carmesí (2).

- Menudos destrozos, Lenny.- Comentó Stan limpiándose el sudor de su frente.

- No te quejes, Stan, los supertipos convierten cualquier lugar en un campo de batalla y nos toca a nosotros limpiarlo. Es nuestro trabajo y somos los mejores, no lo dudes.- Dijo Lenny mientras se llenaba una taza de café bien caliente.- ¿Quiere un café, señorita Cooper?

Valerie Cooper negó con la cabeza mientras observaba como las excavadoras retiraban los escombros. Tenían que revisar el sistema defensivo y de alarma para que un ataque como el que recibieron no se volviese a repetir. Algo le tocó la pierna y la sacó de sus pensamientos. Miró hacía abajo y observó a un perro que la miraba con curiosidad. Era un bulldog.

- Vaya, vaya ¿Quién eres tu, pequeño?

- Se llama Dizzie, es parte del equipo.- Comentó Lenny justo antes de darse la vuelta y contemplar algo que le hizo soltar la taza de café que se rompió al caer al suelo.

Un enorme saurio, le miraba, enseñando su amplia y afilada dentadura de carnívoro. El saurio resopló y después comenzó a lamerle la cara.

- ¿Qué demonios …

- Tranquilícese, Gladia es totalmente inofensiva (3).- Observó Thundra que se encontraba montada en la grupa del saurio.

- ¿Seguro que tienes que sacarla a pasear en estos momentos, Thundra? Asustaras a los obreros.
Lenny se ajustó su casco de obra y se encendió un puro.

- Por nosotros no se preocupe, estamos curados de espantos, cuando has visto a Galactus sobre la gran manzana, ya lo has visto todo, créame. Me pillo por sorpresa, nada más.- Comentó Lenny mientras acariciaba la cabeza de Gladia.

Valerie Cooper sonrió. La mayoría de miembros del grupo estaban fuera de la Hidrobase, ocupándose de sus asuntos personales. A ella aún le quedaba mucho trabajo por delante, a veces, les enviaba, sólo a veces.

En otra parte de la isla, dos figuras caminaban por la orilla de la playa. Una hermosa jovencita, con
una larga melena de color azabache observaba el océano. A su lado, Aarkus permanecía impasible.

- ¿No es hermoso, Aarkus?- Dijo Laura Shane.

- En mi mundo hay muchas cosas bellas, pero nada comparable a lo que llamáis océano, Laura.

- ¿Te gustaría acompañarme a la ciudad?- Dijo la joven.

El ykraiano se quedó mirándola por un instante.

- Llevo meses en tu mundo y apenas he visto nada de él. Te acompañaré, aunque antes…

La imagen de Aarkus osciló, tornándose borrosa, hasta que empezó a cambiar, hasta transformarse en la de un hombre de cabello castaño, elegantemente vestido y con un rostro agradable.

- No queremos asustar a nadie ¿verdad, Laura?

Abrazó con fuerza a la muchacha y los dos desaparecieron envueltos en una nube de humo.


Jacqueline Falsworth se arrodilló en señal de respecto en el panteón familiar de los Falsworth. Las tumbas de su padre, lord Falsworth, su made, su hermano Brian, su marido y su hijo Kenneth. Todos descansaban en este lugar, como ella lo haría algún día. El destino había sido caprichoso y quiso que los sobreviviese. Las lágrimas floraron al recordar a su querido padre. El fue el primero en llevar el uniforme de Union Jack, combatiendo en la primera guerra mundial contra los alemanes, con él empezó, sin saberlo, un legado de héroes que llegaría hasta nuestros días.

Jacqueline nunca pensó en seguir ese legado, en convertirse en heroína. Hasta que un antiguo enemigo de su padre, el vampiro conocido como el Barón Sangre atacó a los Invasores, cuando estos estaban invitados en la mansión Falsworth. Consiguieron derrotar al villano, pero a un muy alto precio. Su padre quedo postrado en una silla de ruedas y ella perdió una gran cantidad de sangre que le puso al borde de la muerte.
La Antorcha Humana le hizo una transfusión de su sangre artificial y le salvo la vida. Nadie podía esperar que la combinación de sangre vampirica y sangre artificial alteraran su metabolismo dándole una velocidad sobrehumana.
Pero esta sorpresa no fue nada comparado con averiguar que el Barón Sangre era en realidad John Falsworth, su tío y hermano de su padre.
Ella adopto la identidad de Spitfire y su hermano Brian se convirtió en el segundo Union Jack. Ambos se unieron a los Invasores y combatieron durante la segunda guerra mundial contra la amenaza nazi.

Tras la guerra, los Invasores se disolvieron, transformándose en el Escuadrón de Vencedores. Poco a poco, y con el transcurso de los años, los poderes de Jacqueline fueron desapareciendo y tras la muerte de su hermano en un accidente de coche, dejó de lado su vida superheroica para dedicarse a su familia. Se casó y tuvo un hijo, Kenneth. Fueron años de felicidad. En estos momentos, parecían tan lejanos, tanta alegría y felicidad que, casi era como si todo hubiese sido un sueño del que se acabase de despertar.
Su marido falleció, y desde ese momento, se dedicó en cuerpo y alma a cuidar de su anciano padre y de su adorable hijo.
La felicidad se rompió cuando años más tarde, regresó el Barón Sangre y el anciano Lord Falsworth falleció. El Capitán América, ayudado por un amigo de Kenneth., Joey Chapman, enfundado en el traje de Union Jack consiguieron derrotar de una vez y por todas al vampiro. Tras el entierro de su padre, Kenneth. Le cedió el manto de Union Jack a su amigo, ya que el no creía estar capacitado para ello.

Este reencuentro con su antiguo compañero, el Capitán América le hizo añorar su juventud y sus años de superheroina. Un tiempo después, dos antiguos enemigos de los Invasores, el Hombre Maestro y la Mujer Guerrera, regresaron y se enfrentaron a unos improvisados invasores. Durante el enfrentamiento, Jacqueline fue alcanzada por un disparo, siendo necesaria una nueva transfusión de sangre. Fue nuevamente la Antorcha quien acudió al rescate. Esta transfusión, causo un extraño efecto en su cuerpo, rejuveneciéndola y recuperando sus poderes.

Esta segunda oportunidad le hizo pensar en adoptar de nuevo la identidad de Spitfire, pero la frágil salud de su hijo, hizo que se dedicase todas sus fuerzas a cuidarlo. Era lo único que le quedaba, lo que más amaba en este mundo y no podía dejarlo para recuperar antiguas glorias.
No fue fácil para ninguno de los dos la nueva situación. Jacqueline parecía más una hermana pequeña de su hijo, a pesar de ser su madre. Para ella, sin duda, era algo extraño. Cuando la gente que hablaba con Jacqueline Falsworth no veía a la heredera de la familia, dueña de una gran fortuna y de títulos, si no a una hermosa jovencita. Se sobrepuso a todo ello y salió adelante, gracias a tener a su hijo Kenneth junto a ella.

Los médicos le diagnosticaron una anemia extrema de la que no parecía recuperarse nunca. Gastó una fortuna en los mejores profesionales, que no conseguían averiguar el origen de su enfermedad.
Jacqueline tocó con delicadeza la fría superficie de la tumba de su hijo, recordando como acabo su vida. Fue seducido y manipulado por una antigua seguidora de su tío John Falsworth, que se hizo llamar la Baronesa Sangre. Ella convirtió a su hijo en un vampiro. Union Jack III y trataron de salvarlo, pero no pudieron evitar la muerte de Kenneth. Jacqueline ahogó un sollozo al recordarlo. El dolor era aún reciente, nunca podría olvidarse de la sensación de que una maldición perseguía a su familia. Todos sus miembros acababan muertos trágicamente, de un modo u otro. Era como si la desgracia y la tragedia hubiesen caído sobre el apellido Falsworth, impidiendo que viviesen una vida placida y tranquila. Se preguntaba si acaso también seria ese su destino.

Cuando sufrió la humillación y el dolor de verse forzada por el Barón Sangre en la Ciudad Celeste (4) creyó que esa funesta maldición le había alcanzado finalmente. Sobrevivió, pero cada vez que cerraba los ojos, no dejaba de ver el rostro endemoniado del vampiro, sentir sus garras sobre su piel, sus afilados dientes mordiéndola, su boca sobre la suya…

Una pesadilla que la atormentaba día y noche y que esperaba acabar superando, por su propio bien.
Como llevaba haciendo desde hacía muchos años, Hotchkins, como fiel el mayordomo de los Falsworth, se encontraba preparándole la cena a la señora Falsworth. Todo como a ella siempre le gustaba. La alarma del horno le hizo ponerse los guantes para poder sacar el asado, lo deposito en la bandeja y se quitó los guantes.

- Huele muy bien.- Dijo una voz detrás de él.

En la puerta de la cocina había una figura cuyo rostro estaba envuelto en sombras y no podía ver con claridad.

- Aunque a mi me gusta mucho más hecho.- Dijo la figura mientras le salía una llama de la palma de la mano.


Jacqueline entró en la mansión, quitándose el abrigo y pensando en que cenaría y se acostaría temprano. Había sido un día muy largo y agotador y tenía ganas de descansar. Subió por la escalera hasta llegar cerca de su habitación.

- Hotchkins, ya puedes ir sirviendo la cena.- Dijo por el interfono que le conectaba con la planta baja.
Al ver que no le respondía, dijo:

- ¿Hotchkins? ¿Dónde estas?

Que extraño, Hotchkins no solía tardar ni un segundo en aparecer cuando ella lo llamaba.

- No te preocupes, querida, lo he entretenido un poco, esta en la cocina.

- ¡Jim! Que sorpresa.- Dijo Jacqueline sin mucha emoción.

- No pareces muy contenta de verme, cariño.

Hacía tiempo que decidió dejar la relación que mantenían los dos, pero los acontecimientos hicieron que no hubiese tenido ocasión de hablar con él con calma y tranquilidad y comentárselo.

- No es eso, Jim, aunque tenemos que hablar, tengo algo importante que decirte.

- Te escucho.- Dijo Jim Hammond

- Sé que no es el mejor momento, pero he estado pensando en nosotros y creo que ahora mismo no puedo ni quiero tener una relación sentimental. No es por ti, es por mí, han pasado tantas cosas, que yo…

- Espera un momento ¿estas cortando conmigo? ¿Me estas dando la patada?

- Debes comprenderlo, Jim.

- ¿Comprenderlo? Eres como todas las Fraulein que he conocido. Sois todas iguales, unas zorras.- La expresión del rostro de la Antorcha era de rabia y de enfado.- Sabia que tu no serias diferente.

- N-no p-pareces t-tu, Jim, n-no h-hables así.

- ¿Hablar así? Por fin estas viendo quien soy realmente. Nada del Jim Hammond, el amigo de los niños y el que rescata a las damas en apuros. Este soy yo, Jim Hammond, el exterminador, el asesino de héroes, líder del Escuadrón Blitzstrasse. Estoy harto de esta farsa.

Sin que se lo pudiese esperar, Hammond abofeteó el rostro de Jacqueline con fuerza, rompiéndole el labio.

- ¿Cómo te atreves?

- Yo me atrevo a todo, querida

Sacando fuerzas de flaqueza golpeó más rápida que el ojo humano y apartó a la Antorcha de su lado.
- ¡Tu supervelocidad no te salvará de mí, querida!

Jacqueline intentó salir huyendo a supervelocidad, pero en ese momento sintió una punzada de dolor en el estomago. Las heridas infringidas por el Barón Sangre fueron muy graves y el usar su poder le causaba un tremendo dolor y cansancio. No estaba lo suficientemente recuperada para enfrentarse a él y lo sabia.

- Oh, que lastima, ese Barón Sangre te dio caña de la buena, ¿He querida?

Jacqueline miró al hombre que hasta hacía poco tiempo creyó amar y sintió un tremendo desconcierto. La persona que tenía delante no podía ser el Jim Hammond que conocía, el hombre que lloraba ante el cadáver de una niña que no pudo salvar, el que se entristecía por las desgracias ajenas. El hombre que tenía enfrente era una visión retorcida y malévola de Jim Hammond.

La Antorcha le sujeto del brazo y se lo retorció, haciendo que gritase de dolor.

- Que suerte la mía que apenas tengas una brizna de tu poder. Te voy a hacer sufrir, disfrutare escuchando tus gritos, perra.

La agarró de la cabeza y la golpeó contra la pared, para después lanzarla contra uno de los muebles.

- ¿Te he hecho daño? Disculpa, querida, no era mi intención.- Dijo la Antorcha riéndose. Ah, y quiero que sepas que disfrute escuchando las suplicas de Hotchkins antes de acabar con él.

Al escuchar esto una lágrima se derramo por la mejilla de Jacqueline.

Cuando se acercó para volver a agarrarla, Jacqueline puso en práctica los años de duro entrenamiento que había mantenido con el Capitán América, sujetó a Jim por un brazo y con una rápida voltereta lo lanzó contra el suelo.

Enrabietado se levantó de inmediato, y agarró a Jacqueline por el cuello y comenzó a apretar con fuerza.

- Ahora si que me has cabreado, querida. Dale recuerdos a tu querido hijo.

La levantó del suelo con un solo brazo. Jacqueline intentó liberarse sin éxito. Sentía los dedos cerrándose sobre su frágil cuello y empezó a verlo todo borroso. Parecía que pese a todos sus intentos, la maldición de los Falsworth había llegado finalmente para ella también.


- ¿Crees que estoy elegante? Hace mucho que no veo a Jacqueline y tengo que dar una buena impresión.- Comentó Henry Hunter.

- Deberías dejar de usar esas pajaritas, están pasadas de moda, profe.- Dijo Union Jack que estaba a los controles del DK 01.

- Esta claro que sabes apreciar el buen gusto, Joey.- Dijo Hunter con una sonrisa.
Sentado en uno de los asientos, se encontraba el gélido Jack Frost, que observaba el exterior a través de una de las ventanas de la nave.

- Me sorprendió que te apuntaras a esta excursión, Frost.- Dijo Union Jack

- Spitfire y yo nos conocemos desde hace muchos años, Union Jack. Verla de nuevo alegrará mi corazón.

La verdad era que mientras no estaban de misión con los Invasores, Jack Frost no sabía que hacer con su tiempo. Comenzaba a sentir nostalgia de los fríos paramos que consideraba su hogar, en el lejano polo norte. Pensó que acompañar a sus amigos en esta visita, le distraerían de esos pensamientos. Aunque sabia que el regreso a su hogar era algo inevitable, tarde o temprano.
Joey estaba nervioso ¿Cómo no estarlo? Este tiempo en el que Jacqueline había estado de baja, tras el enfrentamiento con el Barón Sangre habían sido muy difíciles para él. Sus sentimientos por ella seguían siendo intensos, y eso amenazaba con seguir torturándole día tras día mientras permaneciese en los Invasores. Por ello, había tomado una decisión al respecto, le confesaría sus sentimientos más profundos, le abriría su corazón, aceptando todas las consecuencias derivadas de ello. Si Jacqueline no sentía nada por él, abandonaría el grupo. Si ella le rechazaba, no podría permanecer junto a ella ni un instante más. Lo había meditado largo y tendido, creyendo que era lo único que podía hacer para terminar de una vez y por todas con esta situación, para bien o para mal.
Joey apretó un botón y una señal se transmitió desde la nave, activando las compuertas del hangar cercano a la mansión Falsworth, y que servia para alojar la DK01.

- Si no os molesta, me adelantaré. Me gustaría darle a Jackie una pequeña sorpresa.- Dijo Union Jack mientras maniobraba para aterrizar la aeronave.

- Claro, Joey, faltaría más.- Dijo Henry Hunter con una sonrisa cómplice.

Jack Frost asintió en silenció permaneciendo con los brazos cruzados.
A Union Jack el caminar de nuevo por estos jardines de la mansión le traía recuerdos inolvidables. Quien le hubiese dicho al pisar por primera vez este lugar, que con el tiempo se convertiría en un segundo hogar para él. Con una agilidad sólo reservada para los más extraordinarios atletas, el héroe abanderado trepó por el gran árbol que estaba frente a la ventana de la habitación de Jacqueline. Ahora o nunca-pensó sonriendo bajo la máscara. La sonrisa se le borró al contemplar horrorizado la escena que estaba sucediendo en el interior de la habitación. Jim Hammond, la Antorcha, estaba levantando a Jacqueline del cuello, que luchaba con todas sus fuerzas para liberarse.
Sin pensárselo, Joel saltó hacía la ventana gritando de rabia, al tiempo que desenfundaba su pistola. Impacto con fuerza contra la ventana, atravesando el cristal, que se rompió en mil pedazos. Joey apenas notó los cortes que los fragmentos le hicieron por todo el cuerpo, sólo pensaba en salvar a Jackie. Apretó el gatillo de su arma, disparando varias veces contra quien creía su compañero.

La Antorcha tiró a Jacqueline a un lado y cubrió su cuerpo con un aura de llamas.
Las balas se fundieron con el calor antes de poder alcanzar al androide.

- Vaya, si es el héroe inglés, el valeroso salvador de damas en apuros. Pues esta vez no salvaras a nadie, ni siquiera a ti mismo.- Dijo la Antorcha antes de lanzar una ráfaga de fuego contra Union Jack.

Joey rodó por el suelo rápidamente, evitando las llamas, que prendieron las cortinas de la habitación.

- No tienes ninguna oportunidad contra mi, loco insensato. Te reduciré a un montón de cenizas.

- Tú eres el demente, como has podido ser capaz de hacerle esto a Jackie. ¡Pagaras por ello! ¡Aunque sea lo último que haga!

Jim Hammond se puso a reír en grandes carcajadas, como si eso le hiciese una tremenda gracia.

- Puede que sea más divertido matarte con mis propias manos, inglés.- Dijo el androide al tiempo que apagaba su llama.- Venga, lánzame tu mejor golpe.

Union Jack no se hizo de rogar y lanzó un derechazo a la mandíbula de la Antorcha.
De la comisura de los labios del androide brotaron unas gotas de sangre artificial.

- Desde hace mucho tiempo amo a Jacqueline más que a nada en este mundo y ni tu ni nadie me la arrebatará ¿me oyes? ¡No me la arrebataras!- Gritaba Union Jack mientras seguía golpeando al llameante androide.

- Ahora me toca a mí.

Con una inesperada llave, quepilló desprevenido a Joey, la Antorcha lo derribó con facilidad, para después golpearle varias veces con su puño en el plexo solar y en el estomago. Aturdido, Joey no daba crédito, no esperaba que fuese tan bueno en la lucha cuerpo a cuerpo.

- Nadie espera que alguien con mis poderes sepa luchar ¿verdad? Creéis saberlo todo de mí y no sabéis nada. No serás el primero que acaba muerto por ese error, inglés. ¿Así que quieres a Jacqueline? Sois tal para cual, pertenecientes a la misma raza inferior, quédatela, es toda tuya, me averguenzo de haber compartido cama con semejante engendro.

Sin que la Antorcha se diese cuenta, Union Jack desenvainó su cuchillo y con gran destreza se lo clavó al androide en un hombro. Gritando de dolor, el cuerpo de Jim Hammond estalló en llamas, lanzando con fuerza al héroe inglés a varios metros de allí.

- ¡Arght! Maldita escoria inglesa ¡me has herido!- Gritó la Antorcha mientras se quitaba el cuchillo del hombro y lo lanzaba al suelo.- Como pude haber convivido con gente de vuestra calaña, cada minuto pasado entre vosotros fue una auténtica tortura. En mi mundo estaríais en campos de trabajo o siendo nuestros esclavos. No tendréis tanta suerte, ¡quemaré esta casa hasta sus cimientos!

La Antorcha extendió sus manos y de ellas surgió una llamarada que Union Jack pudo eludir a duras
penas, aún así, la llama le alcanzó en uno de sus brazos y Joey se retorció de dolor. A pesar de la protección de su uniforme, el dolor de la quemadura era intenso.

- Creo que huelo a carne quemada ¿tu no?- Dijo la Antorcha sonriendo burlonamente.- Antes de terminar contigo, verás a tu “amada” consumirse envuelta en llamas, sin que tu puedas hacer nada para salvarla. Escuchando sus gritos, viendo su rostro ennegrecerse hasta ser consumido…

Union Jack se incorporó como pudo, apenas sosteniéndose en pie. El dolor de su brazo le palpitaba con fuerza, apenas permitiéndole pensar. Sabía que si desfallecía, ambos acabarían muertos a manos de la Antorcha.

- Admirable, pero inútil.- Comentó la Antorcha.

- ¿Quién eres tu realmente? Yo conocía a Jim Hammond y él nunca seria capaz de hacer algo semejante. A pesar de ser un androide, era más humano que muchas personas que he conocido, tenía sentimientos y tenía alma. Así que dime ¿Qué has hecho con mi amigo?

La Antorcha rió burlonamente.

- Tu compañero esta muy lejos de aquí, probablemente desmontado por los científicos del Führer, pero saberlo no te servirá de nada.

¿Führer? Pensó Union Jack justo antes de prepararse para el ataque de la Antorcha. Miró fugazmente a Jacqueline, que aún yacía inconsciente. Quería contemplar su hermoso rostro antes de dejar este mundo.
Sacó un segundo cuchillo que ocultaba en una de sus botas. Como el anterior, su hoja era de adamantiun y no podría fundirla. Si conseguía alcanzarle y darle un golpe mortal, quizás podrían salir vivos de allí.

- ¿Crees que voy a permitir que vuelvas a acuchillarme? No te voy a dar ninguna otra oportunidad, ¡esta vez es el fin!- Gritó enloquecido la Antorcha, surgiendo de su figura una poderosa llamarada en dirección a Union Jack.

Cuando pensaba verse consumido por las llamas, Union Jack observó con sorpresa como de la nada se creaba una gruesa pared de hielo entre él y la Antorcha.

- Perdona que hayamos tardado, pero ahora nos ocupamos nosotros.- Dijo el gélido héroe que todos conocían como Jack Frost. Detrás de él se encontraba Albión.

- ¡Frost! ¡Maldito seas!

- Llévatelos de aquí, Albión, yo me ocupo de la Antorcha.- Dijo Jack Frost a su compañero.

Con rapidez, Albión agarró a Jacqueline y a Union Jack y salió volando de la mansión. Seguía sin comprender lo que estaba ocurriendo. ¿Por qué la Antorcha les estaba atacando? Había algo que le olía mal de todo esto. Una parte de él deseaba quedarse y combatir, pero tenía que velar por sus dos amigos malheridos.


- Cuanto he deseado enfrentarme a ti, Frost.- Dijo la Antorcha con ojos enfurecidos.- No sabes cuantas veces me he burlado por dentro al contemplar como me dejabais estar entre vosotros, sin sospechar que no era vuestro amigo. Estúpidos idealistas.
- No todos. El Capitán América me pidió que me uniese al grupo para poder vigilarte. Sospechaba que algo ocurría contigo, y quería tenerte controlado. (5)
- Ah, el viejo Capitán. El viejo zorro, tenía que haberlo sospechado. Es tan astuto en este mundo como en el mío. Allí le arranqué el corazón con mis propias manos, Frost, lo mismo que haré contigo, si es que lo tienes.
Jack Frost no siguió hablando y de sus manos surgieron dardos de hielo, afilados como cuchillas, la Antorcha los fundió con una llamarada. El androide contraatacó con una intensa lanzando una serie de bolas de fuego que chocaban una y otra vez con escudos de hielo creados por el poder de Frost.

- ¡Te convertiré en una nube de vapor! ¡No podrás soportar el calor de mi llama!- Gritó la Antorcha enrabietado.

El calor que emanaba del cuerpo de la Antorcha era intensísimo, la mansión ya estaba envuelta en llamas y amenazaba con venirse abajo por las altas temperaturas creadas por el androide.
Jack Frost pareció retroceder ante la furia de la Antorcha, que estaba rodeado por un vórtice de llamas, que amenazaban con terminar con el hielo del cuerpo del héroe.

- En mitad de una gélida tormenta de nieve, hasta la llama más grande es extinguida ante la furia de los elementos, ante el poder del frío y ancestral invierno.- Exclamó Jack Frost que empezó a brillar, envuelto por un torbellino de hielo y nieve.

El frío y el fuego chocaron como dos trenes desbocados. Durante un momento las llamas de la Antorcha parecían que acabarían con el frío hielo de Frost, pero cuando todo se creía perdido, el frío se fue haciendo cada vez más intenso, envolviéndolo todo, cubriéndolo con un manto blanco y frío.
En pocos segundos, la llama de la Antorcha era una mera sombra de lo que fue, apagándose ante el poder gélido de Jack Frost. El hielo y la escarcha cubrieron toda la mansión, haciéndola asemejar a un palacio de hielo y congelando cada circuito de la Antorcha, envolviéndolo en una vaina de grueso hielo.

La expresión del androide era de sorpresa y de dolor. Había quedado paralizado, congelado en un grito, el grito de la derrota.

Albión entró por la ventana y se puso al lado de Jack Frost.

- Volví para ayudarte, pero veo que no la has necesitado.- Dijo Albión poniéndole una mano en su frío hombro.

- Subestimo el poder de los inviernos, de las tormentas de hielo y de los glaciares. Yo soy todo ello y mucho más.

- No lo dudo, amigo.- Dijo Albión impresionado ante la demostración de poder de Frost.

Trasladaron al congelado androide a la aeronave, vigilando Frost muy atentamente de que no bajase la temperatura de la vaina de hielo que le cubría por completo.
Albión fue a comprobar como se encontraban Joey y Jacqueline en la parte trasera del DK01. Había vendado las heridas de los dos y parecían estables, así que regreso a la parte superior de la nave.
Jacqueline se sentía dolorida físicamente, pero para ella eso quedaba en un segundo plano. Pesé al horror de descubrir que la persona con quien había estado saliendo estos últimos meses era un auténtico monstruo sin sentimientos, otra cosa era lo que le daba vueltas en la cabeza. Había escuchado cada una de las palabras pronunciadas por Joey sobre ella y le calaron profundamente en su corazón. En lo más hondo, en lo más profundo lo sospechaba, cada mirada, cada gesto, cada sonrisa de Joey escondía sus sentimientos hacía ella. Siempre lo consideró como parte de su familia, como un hijo adoptivo o un hermano menor, nunca se le pasó por la cabeza que él pudiese sentir nada por ella, al menos no de esa manera. ¿Le ofendía? ¿Le halagaba? No sabría decirlo, estaba sumida en un mar de dudas.

Miró a Joey, que estaba apoyado en el asiento de la nave, con los ojos cerrados y sintió que el corazón le palpitaba, se le aceleraba al pensar en que había arriesgado su vida para salvarla, en las cosas que dijo de ella. Pensó en todo lo que tuvo que sufrir en silencio, estando cerca suyo, pero sin poder abrirle su corazón.
Con esfuerzo se levantó de su asiento y se acercó a Joey.

- Jackie, yo…

Jacqueline le subió la máscara, hasta descubrirle el rostro, le agarró la cara y le besó. Joey primero se mostró cauto, y después se dejo llevar y se fundieron en un apasionado beso.
En la cabina de pilotaje, Jack Frost y Albión pilotaban la DK 01, en rumbo hacía la hidrobase.

- Es hora de que sepamos toda la verdad sobre esta Antorcha y el paradero del auténtico Jim Hammond.- Dijo Jack Frost.

A Albión no le cabía ninguna duda de que esto era solo el principio de algo mucho más grande.


Epílogo

Dentro de la capsula de cristal, las energías crepitaban, con fogonazos y descargas de luces que cegaron a los allí presentes. Los ojos del Führer permanecían abiertos, eran completamente rojos, sin pupilas y destilaban odio.

La capsula se abrió finalmente y un subordinado le trajo rápidamente un albornoz para cubrirse.

- ¿Y bien? ¿Cuál es el resultado?- Preguntó Hitler a los hombres que le acompañaban.

- El análisis indica que esta en su nivel más optimo de poder, mi Führer, aunque también dan a entender que si su poder sigue a este ritmo, llegara a un punto en que no lo podrá controlar.

- ¿Que has dicho?- Dijo Hitler con rostro enfurecido mirando al científico.

La piel se le empezó a agrietar, de el interior de la boca comenzó a salirle humo y los ojos se le hincharon y se le salieron de las orbitas. En pocos segundos la forma del científico no un montón de cenizas.

- Yo lo controlo todo, que no lo olvide nadie. – Dijo Hitler cogiendo un puñado de las cenizas con su mano y esparciéndolas por el suelo.

- Llamad a todos los altos manos, es hora de iniciar una nueva campaña que traerá más gloria al Reich.

Próximo Número: Empieza el crossover más esperado Invasores-Defensores ¡Nuff said!

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Referencias:
1 .- Los que se encargan en el universo Marvel de recoger todos los destrozos dejados tras las batallas entre superseres. Tuvieron dos series limitadas hace años.
2 .- En el Invasores #12
3 .- ¿La recordáis? Vino con Thundra en el Invasores#5
4 .- Invasores #08-09
5 .- Como se explico en el Invasores #11

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