Marvel Knights nº07

Título: Entre sombras (III)
Autor: The Stranger
Portada: Kaare Andrews
Publicado en: Octubre 2007

Se ha enfrentado a Hulk, a Thor, a Spiderman e incluso a los poderosos Vengadores. ¿Qué podrán hacer entonces el Caballero Luna y sus guerreros contra la Abominación?
Cuando reina el caos y los criminales campan por sus anchas, solo un grupo de solitarios héroes es capaz de hacer lo necesario para mantener la paz y seguridad urbanas. No salvan universos, ni planetas, ni al mundo...se dedican a salvar a la gente de a pie. No tiene nombre oficial pero nosotros les conocemos extraoficialmente como...
Creado por Chuck Dixon y Ed Barreto

Resumen de lo publicado: El equipo del Caballero Luna al que los periódicos apodan los Caballeros tras su primera incursión publica, atrapa a Matanza, desaparecido desde hace meses. Mientras Marta Plateada va mostrando interés en Marc Spector y este entrena a Mattie Franklin y espía a Capa, comprobando el estado de sus poderes, un grupo de misteriosos hombres está nervioso por la creación del grupo y deciden ir a por uno de los más terribles villanos del mundo para que acabe con ellos. Se trata de ni más ni menos que de la Abominación.


Las lágrimas resbalaron por las mejillas sonrosadas de la chica. Su pelo rubio se encontraba totalmente despeinado y varios mechones se arremolinaban en su rostro, ocultando parte de sus ojos llorosos. Miró a los secuestradores con sus enormes ojos azules mientras no dejaba de intentar gritar, sin conseguirlo, debido al esparadrapo que le tapaba la boca. Intentó nuevamente desatarse, pero tenía las manos fuertemente apretadas entre ellas por una cuerda.

-¿No se va a callar nunca?- preguntó uno de los secuestradores a sus cinco compañeros.

Uno de los hombres armados se acercó a la chica, apuntándola con su pistola y acercó un dedo a sus labios, que sobresalían por un agujero del pasamontañas, indicándole de ese modo que se callase. La chica comenzó a llorar de nuevo.

-¡Joder!- uno de los secuestradores se levantó de la caja de madera en la que estaba sentado y comenzó a dar vueltas por todo el almacén-. ¡Y sigue llorando, la muy zorra!

-Tranquilízate, es una adolescente y ha sido secuestrada- intentó calmarle un compañero.

-¡No puedo tranquilizarme! ¿Tenemos el puto dinero? ¡Cuando lo tengamos estaré tranquilo!

-Dijimos veinte horas y aun quedan dos- le dijo otro de sus compañeros-. Cálmate, por ahora va todo bien. Nadie sabe nuestras identidades, estamos en un lugar seguro, tenemos dos planes adicionales por si algo sale mal y lo que es más importante, tenemos a la chica y su padre está dispuesto a pagar.

-En una cosa tienes razón.

Los seis criminales se volvieron y apuntaron con sus armas al lugar de donde procedía la voz, una esquina del almacén cubierta por una negra oscuridad que les impedía ver si de verdad había alguien allí.

-Por ahora... iba todo bien.

De la oscuridad surgió Capa, abrió su enorme manto azul y negro y de él surgieron el Merodeador y el Caballero Luna. El primero lanzó varias cápsulas de gas narcótico a los secuestradores, mientras que el segundo comenzó a arrojar sus pequeñas lunas cortantes. Los criminales se dispersaron y solo dos de ellos cayeron dormidos ante las cápsulas del Merodeador.

-¡Encárgate de esos dos, Capa!- ordenó el Caballero Luna a su compañero señalando a los dos criminales que corrían en dirección opuesta a la suya-. ¡Merodeador... ese es tuyo!

El Caballero Luna miró al que tenía frente a él, el cual le apuntaba con su pistola. El criminal temblaba de los pies a la cabeza. Spector podía oler el sudor que provocaba el miedo de aquel hombre y si no podía olerlo al menos así le gustaba imaginárselo.

-Este es mío- susurró de manera siniestra el vigilante.

-¡Atrás, monstruo!

-Monstruo... secuestráis a una chica inocente de quince años simplemente para conseguir algo de dinero fácil. Puede que acabe traumatizada de por vida, ni siquiera sé si la ibais a devolver con vida a su padre y el monstruo soy yo- el Caballero Luna se acercó un poco más al criminal.

-¡Te dispararé!

-Hazlo.

-¡Voy a hacerlo!

-¡Hazlo!

El Caballero Luna se inclinó hacia delante, esquivando dos disparos del criminal, de un manotazo le hizo desprenderse del arma y de una patada en el estomago lo lanzó contra una de las cajas de madera, dejándole inmediatamente inconsciente.

A unos metros de allí, el Merodeador saltaba de caja en caja por encima del criminal al que perseguía, quien no conseguía apuntarle bien para poder dispararle.

-En New York no habrá superhéroes... todos estarán demasiado ocupados... lo haremos lo suficientemente bien como para que nadie se fije en nosotros... - se repetía a si mismo el hombre mientras no dejaba de observar los saltos de su enemigo por encima de su cabeza-. ¡Estate quieto!

El Merodeador saltó a su espalda y le empujó contra las cajas, haciendo que soltase su arma.

-Como quieras- murmuró mientras aplastaba la cabeza del criminal contra una pared cercana, dejándole inconsciente.

Cogió al criminal, se lo echó al hombro y se dirigió hacia donde estaba el Caballero Luna desatando a la adolescente secuestrada. Soltó a su presa junto al criminal derribado por Spector.

-Aquí tienes, jefe.

-Bien hecho- el vigilante vestido de blanco miró a su alrededor-. ¿Y Capa?

Los dos vigilantes se volvieron hacia su compañero, quien se acercó sigilosamente a ellos. Ambos vieron un gesto de terror en los ojos de la chica, a pesar de que había sido uno de sus salvadores.

-Aquí estoy- susurró Capa.

-¿Y tus criminales?- preguntó el Caballero Luna.

-Están... conmigo.

El Caballero Luna y el Merodeador se miraron, para, a continuación, mirar ambos a Capa.

-Están dentro de tu capa- comprendió Spector-. Sácalos. Creo que ya han tenido suficiente y todos sabemos qué es capaz de hacer tu capa.

-Aún no han tenido suficiente.

-Sácalos.

-Pueden aguantar un poco más.

Spector podría haber jurado en ese momento que había visto un destello en los ojos de Capa e incluso podría haber jurado haberle visto esgrimir una leve y aterradora sonrisa.

-Ya es suficiente. Es una orden.

Capa se encaró con el Caballero Luna, para horror del Merodeador.

-Chicos... creo que... - intentó decir Hobie Brown.

-Creía que nos habíamos unido para destruir el mal- dijo Capa.

-Puedes matarlos si siguen ahí.

-¿Sería algo malo?

El Caballero Luna apretó sus puños, dispuesto a decirlo por última vez. Capa vio el gesto y abrió levemente su manto, soltando a los dos temblorosos e inconscientes criminales.

-¿Satisfecho?

-Mucho- el Caballero Luna se volvió hacia la chica y terminó de desatarla-. Ya estás a salvo.

La chica salió corriendo y se escondió entre varias cajas, agachada y llorosa.

“Nos tiene más miedo a nosotros que a sus secuestradores”, pensó Marc Spector.

Miró nuevamente a Capa y vio una especie de oscuridad en sus ojos.

-Vamonos. Las autoridades ya están avisadas.

-Creía que íbamos a seguir haciendo la ronda esta noche- añadió el Merodeador.

-Nos vamos. Ya.- ordenó el Caballero Luna sin dejar de mirar a Capa.

-Perfecto- Capa abrió el manto que le daba nombre, sus compañeros se metieron dentro y juntos se teletransportaron a la Torre Spector.


Lejos de allí.

La Abominación lanzó a otro soldado hacia una pared cercana, donde se estrelló. El crujido de los huesos al romperse por completo hizo que el monstruo soltará una nueva y siniestra carcajada que hizo retroceder unos metros más al grupo de soldados que le rodeaba.

-¡He pedido al efectivo Ogro ahora mismo!- gritó el líder al comunicador mientras no dejaba de disparar sobre la Abominación-. ¡Maldita sea! ¡Nos está masacrando! ¡Traed a Ogro de una maldita vez!

El monstruo verde soltó un potente gancho a otro soldado que prácticamente lo partió por la mitad. Otros dos le dispararon en plena cara con sus rifles cuya munición eran dardos tranquilizantes. El ser comenzó a sentir la acumulación de narcóticos y sedantes en su cuerpo, aunque sus poderes regenerativos funcionaban a plena potencia y en apenas unos segundos estaba de nuevo totalmente curado y dispuesto a seguir despedazando soldados.

-¡Más! ¡Quiero más!- rugió el ser verdoso mientras lanzaba soldados por los aires.

De repente, el techo del lugar comenzóresquebrajarse. La Abominación miró hacia arriba, al mismo tiempo que los soldados se retiraban a un lugar seguro.

-Efectivo Ogro en posición, cambio y corto- recibió el líder por su comunicador.

Trozos de piedra y cemento comenzaron a caer y un enorme agujero se abrió en el techo. La Abominación retrocedió unos metros, evitando la mayoría de las piedras y cascotes. Un estruendo resonó frente a él y cuando el polvo y los trozos de piedra le dejaron ver, se sorprendió al contemplar a la criatura que tenía frente a sus ojos.

El ser era enorme aunque un poco más bajo que él, pero tremendamente corpulento. Sus brazos eran muy gruesos, como dos grandes troncos, al igual que sus piernas. Su torso se encontraba desnudo, no así si se le miraba abajo, ya que una especie de pantalón verde con múltiples correas le cubría. Los brazos también llevaban varios correajes verdes y marrones. Su rostro era monstruoso, tenía un cuello muy corto y una gran melena negra que caía por su enorme y musculoso torso. El tono de su piel era completamente gris, terminado de darle él termino de monstruo a ese ser que ya por sus proporciones lo parecía.

-¿Qué es esto?- preguntó burlona la Abominación acercándose a Ogro, cuyo aspecto hacía honor a su nombre-. ¿Me traéis un experimento del tres al cuarto?

Los soldados retrocedieron aún más, al ver como los dos bestiales titanes se miraban entre si. Ogro apenas se movía, mientras que la Abominación se acercaba cada vez más a él, con una sonrisa burlona en su rostro que parecía que no se fuese a borrar nunca.

-¿Quién eres tú al que todos parecen temer tan...?

No pudo terminar la frase. El enorme puño izquierdo de Ogro se enterró en el estomago de aquel que fue conocido como Emil Blonsky, cortándole la respiración.

-Ugh... ugh... no... - trataba de vocalizar Abominación.

-Débil. Monstruo raquítico- gruñó Ogro antes de lanzar un derechazo a su enemigo en plena cara, lanzándolo a varios metros de donde estaban hasta empotrarlo en una pared rocosa.

La Abominación se levantó, mareado, con la sensación de que nunca nadie le había golpeado así, ni siquiera su mayor enemigo, el increíble Hulk. Mientras se le pasaba el mareo y los huesos rotos volvían a su sitio, vio como Ogro se acercaba hasta donde estaba él, sin prisa pero sin pausa. Blonsky lanzó un grito inhumano de furia y se lanzó contra su grisáceo enemigo.

-¡Tú no vas a vencerme!- gritó la bestia verde alzando sus garras contra Ogro.

El monstruo gris alzó también sus manos, cogiendo en el aire las de Blonsky. Ambas criaturas se miraron con un odio, una rabia y una sed de sangre enfermizas. Pasaron varios minutos en aquella tensa posición, sin que ninguno de los dos cediese terreno, todos sus músculos flexionados, preparados para destrozar a su rival en cualquier momento. Ogro apretó con mucha más fuerza, comenzando a notar como las garras de la Abominación se partía bajo la presión de su inhumana fuerza. Blonsky intento contraatacar, pero la fuerza de aquella bestia era enorme incluso para él.

“Es una pesadilla... esto es una pesadilla”, pensaba Blonsky mientras notaba como los huesos de sus manos se rompían y partían, sintiendo un horrible dolor.

Ogro dobló los brazos de la Abominación de mala manera, con un rápido movimiento le cogió del cuello y lo aplastó contra el duro y frío suelo de piedra del lugar. Comenzó a golpear la espalda del enemigo de Hulk con todas sus fuerzas, notando para su deleite como la columna vertebral del monstruo verde cedía. Sangre y carne comenzaron a saltar por los aires hasta que una voz le detuvo.

-Para, Ogro. Le queremos vivo y en óptimas condiciones.

-Lo siento, señor. Creía que con su factor curativo...

La Abominación rugió, con la cara hundida en el suelo de piedra. Ogro miró al hombre que había interrumpido la pelea y este asintió.

-Que solo le queden fuerzas para hablar.

El monstruo gris golpeó las piernas de su enemigo hasta partirlas, le cogió la cabeza y la sacó de donde estaba enterrada. A través de la sangre que le caía sobre la cara, Blonsky vio a un misterioso hombre trajeado, con gafas de Sol oscuras y de aspecto tranquilo, como si pudiera controlarlo todo cuando quisiera y como quisiera.

-Hola, señor Blonsky.

La Abominación intentó articular palabra, pero le resultó imposible al descubrir que tenía media lengua cortada debido a un mordisco involuntario y que tenía la laringe destrozada.

-¿No puede hablar? Supongo que hablaré yo entonces mientras sus increíbles poderes curativos hacen horas extra- el misterioso personaje carraspeó, aclarándose la garganta-. Este polvo levantado, le deja a uno la garganta muy seca. ¿No cree usted?

Blonsky le miró con los ojos inyectados en sangre. Intentando moverse, pero Ogro no le dejaba.

-Bien, yo soy... bueno, mejor que no sepa quién soy y menos aún sin ser siquiera un asociado. No nos conviene que sepa mi identidad y no me gusta mentirles a los monstruos grandes, verdes y furiosos que me miran con ganas de comerme. Sin embargo, tengo una buena noticia para usted, señor Blonsky. Hoy es su día de suerte. Tengo un negocio que proponerle.


Torre Spector.

-Si no ha inconveniente, creo que voy un rato a dormir junto a mi mujer- dijo Merodeador yendo tras el Caballero Luna y Capa en la sala de reuniones mientras se quitaba su mascara-. Puede que hoy no esté tan enfadada como para gritarme hasta no dejarme dormir... si tengo suerte.

-Yo también voy a descansar- añadió Capa.

-Tenemos que hablar- gruñó el Caballero Luna.

-Ahora no.

El Caballero Luna se volvió hasta interponerse en el camino entre Capa y el ascensor.

-Ahora sí.

Hobie Brown tragó saliva mientras observaba como sus dos compañeros se miraban de manera siniestra. No sabía bien si ponerse entre los dos o preparar un ring de combate para que se peleasen sin problemas.

-Estoy cansado.

-No he formado un grupo de asesinos.

-No iba a matar a esos... simpáticos delincuentes- gruñó Capa-. Solo les estaba asustando.

-Lo sé y por eso te escogí, pero uno o dos minutos más en tu capa y a saber qué les hubiera pasado realmente.

-Sé muy bien cómo manejar mis poderes.

-¿Estás seguro?

-Míralo.

Capa se teleportó hasta su habitación en apenas un parpadeo. El Caballero Luna lanzó un leve gruñido bajo su mascara antes de quitársela y dejar a la vista el rostro indignado de Marc Spector.

-Mierda.

-¿No crees que has sido un poco duro con el chico?- le preguntó Hobie mientras le observaba sentarse frente a la miríada de pantallas que tenían en una de las grandes paredes de la sala-. Quiero decir, es prácticamente un adolescente. ¿No? A pesar de la voz siniestra, de todo el teatrillo de héroe oscuro, de sus poderes, de su mirada... cuando no es Capa es solo un chico.

-Ese chico casi se traga una vez toda New York (1). Claro que sabe cómo funcionan sus poderes, pero no los controla, al menos no al cien por cien.

-Bueno, habrá que ayudarle a ello.

-Ya has visto lo bien que quiere que le ayuden.

-Dejo a esos criminales. No creo que sea tan grave.

Spector le miró fijamente, con cierto aire de resignación.

-¿Cuánto hace que no le ves como Tyrone?

Hobie Brown fue a contestarle cuando comenzó a pensárselo mejor. ¿Cuántas veces se había topado con Tyrone en lugar de con Capa? ¿Cuántas veces había visto al chico correteando por el edificio en vez de a un cabizbajo y callado Capa?

-Gracias por contestar- dijo Spector tras unos minutos de silencio de su compañero-. Es muy poderoso y no dudo que sepa manejar sus poderes, pero el control perfecto que poseía sobre ellos venía de su compañera, Puñal.

-¿No la has buscado?

-Por supuesto, antes de formar el grupo. Ya fue una de los nuestros anteriormente, una de las fundadoras. Sin embargo, no la he encontrado lo cual es muy raro (2), pero mientras tanto, debemos mantener a Capa vigilado. No quiero que uno de los nuestros sea la principal amenaza a combatir.

-Yo tampoco lo querría- añadió Hobie-. Parece que Microchip ya se ha acostado.

-Acuéstate, Hobie. Me quedaré aquí un rato más.

-Perfecto- Hobie Brown le soltó una feliz sonrisa-. No te acuestes muy tarde, papá.

Spector esgrimió una forzada sonrisa, sin dejar de pensar en la mirada que le había echado Capa antes de desaparecer gracias a sus poderes y trasladarse a su habitación.


-¿Puede ya hablar, señor Blonsky?

La Abominación echó una mirada de odio hacia tras, dirigida a Ogro quien seguía encima de él sin dejar que se moviese y después volvió a mirar al hombre de las gafas.

-Me comeré... tu corazón...

-Me lo dicen muy a menudo, pero me alegra ver que al menos ya puedes hablar. El trato es muy simple: asesinar. ¿Le apetece?

Blonsky le miró con un leve gesto de no entender lo que le estaba diciendo.

-Sí, matar. Creo que usted ha vendido su fuerza para... digamos... como mercenario a sueldo o algo parecido. Yo, bueno, como podrá comprobar, mi agencia, necesita que elimine a un grupo de sujetos que seguro que le supondrán un pequeño reto. Pequeño, pero un reto al fin y al cabo.

-¿Me quiere contratar?

-Exacto.

-¿Por eso todo esto? ¿Por eso esta paliza?

-Bueno, Ogro ha intervenido porque estaba masacrando a mis hombres y tampoco salen baratos, más que Ogro pero tampoco se pueden encontrar fácilmente. Sin embargo, parece que todo el dinero invertido en Ogro ha dado sus frutos y con creces. ¿Está de acuerdo?

-Si ya le tiene a él... no sé para qué me quiere a mí.

-¡Buena pregunta! Es algo tan simple como que... preferimos no llamar la atención con Ogro ni otros de nuestros efectivos. Unos amigos que tenemos podrían sentirse inclinados a investigar sobre ellos y darnos con mi agencia. Hasta ahí puedo hablar.

-Yo soy el recambio. ¿No?

-Algo así- el hombre echó una rápida mirada a Ogro y después otra a la Abominación-. ¿Le interesa por ahora o puedo creer que no?

-Si no acepto...

-Bueno, puede que Ogro le arranque la cabeza y puede que no. En cambio, si acepta le daremos lo que pida, incluyendo toda la diversión que supondrá para usted él poder matar, destruir y mutilar a nuestros objetivos y seguramente unos cuantos inocentes de camino.

-Su oferta... ¿Lo que yo quiera?

-Lo que usted quiera.

-Dinero, mi esposa... y una...

-¿Me está pidiendo una solución para sus problemas exagerados de piel?- el hombre sonrió en la oscuridad del lugar-. Creía que le gustaba ser fuerte, rápido, uno de los seres más poderosos del planeta.

La Abominación se mantuvo pensativo durante unos largos minutos antes de contestar.

-Me gustaría que fuera... reversible.

-¿Cambiar a voluntad?

-Sí, esas son mis condiciones.

El hombre de las gafas se acarició la barbilla y con un gesto e la mano dirigido a Ogro, hizo que la bestia se quitase de lo alto del monstruo que un día fue Emil Blonsky.

-Trato hecho.

La Abominación se levantó, haciendo crujir varios de sus huesos que aún no habían comenzando a ponerse en su sitio debido a que Ogro había estado impidiéndoselo. El hombre trajeado y de gafas oscuras observaba como los cortes y heridas del monstruo se cerraban a ojos vista. Blonsky se alzó ante él.

-No puedes haber prometido todo eso- gruñó.

-Tú esposa Nadia y la capacidad de volver a ser Emil Blonsky y la Abominación a voluntad. ¿O quizás prefieres ser Blonsky con las habilidades de este cuerpo? Podemos dártelo también.

-Y dinero.

-¿Cuánto?

-Un billón de dólares- la Abominación sonrió al pronunciar la suma, ya que estaba impaciente porque no cumplieran sus exigencias.

-Hecho. ¿Algo más?

-¿Está hablando en serio?

-¿Tengo cara de estar bromeando?- señaló a Ogro-. ¿Te parece él una broma?

-En absoluto- la Abominación miró de soslayo a la bestia gris, con una mirada llena de desconfianza-. Solo que... me resulta algo increíble que...

-Para mí y los míos es lo más sencillo. Así imagínate la de cosas que podemos hacer... imagínate lo que de verdad planeamos para este miserable planeta, para cada ciudad, para cada estado, para cada país... si algo como lo que nos pides es tan sencillo, Emil.

El hombre le sonrió y un escalofrío recorrió la enorme espina dorsal de la Abominación, algo que pocas veces le había pasado y menos aún con una persona en apariencia tan poco amenazante.

-A quienes mato- dijo al fin Blonsky.

-Un grupo de... héroes, o al menos eso es lo que dicen. El plan es montar una pequeña carnicería para que acudan y luego matarlos. Así de simple. Todo parecerá otro ataque de un supervillano a un grupo de héroes que intenta detenerle. Nada más.

-¿Sólo eso?

-Sólo eso.

-¿Quiénes son?

-Quizá te hayas enfrentado a alguno de ellos por separado. Puede que te hayan llegado rumores de los llamados los Caballeros. Su líder es el Caballero Luna y los que le siguen son Capa, Merodeador, Marta Plateada, Shang-Chi y una de las Spiderwoman. La más joven y actual. Toda una joven promesa con poderes.

-No parecen gran cosa. Conozco al Caballero Luna y a Marta Plateada y me suenan Capa y ese tal Merodeador. Shang-Chi es toda una leyenda en China.

-Pues es hora de convertirle en mito. ¿No te parece?

-¿Puedo fiarme?

-¿Con respecto al pago? Por supuesto. Sé que normalmente usted no se fiaría pero ahora... ¿Qué remedio le queda? Tranquilícese, soy un hombre de palabra, sino le habría prometido cosas más frívolas. Sin embargo, le he dejado elegir. ¿Verdad?

-Verdad- la Abominación se relamió ante tan suculenta recompensa-. ¿Cuándo empiezo?

-Tenemos un helicóptero preparado para usted así que... ahora mismo.


Tres horas después.

“Hace dos horas que amaneció. Lo sé porque he visto a Shang-Chi salir del edificio para ir a comprar. Suele hacerlo cada día muy temprano, con las primeras luces del alba. Llevo aquí sentado desde que llegamos de patrullar, pensando en Capa y en los demás”

Marc Spector, aun con el traje de Caballero Luna pero sin la mascara, contemplaba todos los monitores encendidos desde su asiento. Cada monitor daba un canal de noticias diferente, todos ellos observados con pasmoso interés por el ex-mercenario.

“Dos horas buscando algo, vigilando, pero no pasa nada. Dentro de un rato me acostaré. Unas dos o tres horas de descanso no me vendrán mal. Unas horas de descanso de día y de noche, de nuevo a patrullar. De noche, donde mejor se está. No hay ninguna noticia interesante ahora mismo. Guerras, vandalismo... quizá pueda convencer a los demás para intervenir en alguna zona de guerrillas o asolada por alguna guerra civil. Sé que es difícil, todos tienen su propia opinión formada sobre intervenir, pero es lo que se debería hacer. La mayoría de los otros... héroes actúan como una medicina en un cuerpo ya enfermo, no como la medicina que hay que tomar antes de que el cuerpo enferme. Hay que cambiar las cosas a mejor, no dejar el status quo actual. Lastima que no todos piensen igual, pero sé que en mi equipo hay algunos que así lo creen... o eso espero”

-Buenos días.

Spector no se volvió ante el saludo de Microchip, el cual bostezó sonoramente mientras se acercaba al sillón donde estaba sentado el ex-mercenario.

-¿Cuánto llevas levantado?

-No he dormido- señaló los monitores-. He estado vigilando antes de acostarme.

-Bueno, no creo que a estas horas los criminales estén despiertos.

-Por ese tipo de comentarios deberían levantarse a cometer atrocidades por doquier.

-Un comentario muy optimista a estas horas, jefe.

Spector se volvió hacia Microchip.

-Debería acostarme ya- reflexionó.

-Deberías. ¿Ninguna reunión hoy?

-Ninguna. Tengo vicepresidentes y estupideces de ese estilo para no tener que estar todo el día de reunión en reunión.

-Bien que haces- Microchip abrió un poco más los ojos, sorprendido ante lo que estaba viendo-. Deberías...

Spector se volvió y subió el volumen a uno de los monitores. Lo que vieron solo se podía describir como una carnicería en toda regla. Extremidades, humo, charcos de sangre, cristales rotos... el cámara sujetaba su objeto de trabajo con esfuerzo y caminaba entre la destrucción que allí había como si fuera una autentica zona de guerra. De repente, la cámara enfocó levemente y de forma borrosa a una especie de enorme criatura verde que rugía sin parar.

-¡¡¡¡SPECTORRRRRRR!!!!

Marc Spector se levantó rápidamente de su asiento y sentó a Microchip en él.

-Sigue viendo esto. Parece un centro comercial. Cuando vuelva con los demás quiero todos los detalles. Saca la ficha de ese monstruo aunque creo saber quién es.

-Parece Hulk.

-Por decirlo así- Spector se dirigió al ascensor-. Y llama a Shang-Chi. Cuando vuelva con los demás quiero verle aquí.


Shang-Chi contemplaba las calles de Chinatown mientras estas se iban llenando por el Sol de las primeras horas de la mañana. Sujetaba la bolsa de papel con todas sus compras con cuidado, llevándola con una sola mano, medio abrazándola, como si fuese un bebé a medio dormir. Una sonrisa se dibujó en su rostro mientras observaba las conocidas tiendas de comestibles, los pequeños comercios y ultramarinos que tan bien conocía tras tanto tiempo viviendo en aquella zona.

Al doblar la esquina, un par de ancianos que barrían la entrada a una pequeña tienda de regalos le saludaron con una mano, mientras esgrimían una sonrisa. Shang-Chi les devolvió el amable saludo y siguió su camino justo cuando los gritos de una mujer le hicieron volverse.

Gracias a sus reflejos y sus años de experiencia usándolos con exactitud, logró dar una vuelta sobre si mismo y esquivar al hombre que corría a toda prisa y que casi tropieza con él. Le miró, extrañado, mientras una joven chica china le seguía a bastantes metros.

-¡Al ladrón! ¡Al ladrón!

El joven guerrero chino miró a los dos ancianos, quienes le devolvieron la mirada. Con rapidez, Shang-Chi soltó la bolsa de papel, sacó de ella una latade tomate, apuntó bien y la arrojó contra el presunto ladrón, alcanzándole en una pierna y haciéndole tropezar. Shang-Chi sonriócorrió hacia donde había caído el delincuente.

-¡Ay!- gimió el hombre agarrándose la dolorida pierna mientras se levantaba y miraba a Shang-Chi con desprecio-. ¡Idiota! ¡Deja que me vaya!

Shang-Chi al fin vio que entre sus manos, bajo la chaqueta, escondía el bolso que se suponía de la joven que se encontraba a su espalda, a unos cuantos prudenciales metros.

-Amigo, es muy temprano para esto.

-¡Te arrepentirás!

El ladrón se lanzó hacia el guerrero quien solo tuvo que calcular bien y lanzarle una potente patada en la cabeza, tirandole al suelo, inconsciente.

-Te lo dije- se agachó para recuperar el bolso y dárselo a su propietaria-. Aquí tiene... señori...

La joven que tenía frente a él era preciosa. Una joven chica china de pelo corto, suéter rojo, vaqueros anchos y unos penetrantes ojos verdes que fueron lo que más llamó la atención del guerrero.

“Una chica china... de ojos verdes”, pensó Shang-Chi devolviéndole el bolso a aquella preciosidad.

-Aquí tiene- repitió embobado.

-Muchas gracias. No sabe cuanto se lo agradezco. Me acabo de levantar... bueno, llevo levantada... pero es muy temprano y... y... ese hombre salió... iba a comprar algo para comer... siempre suele haber mucha gente pero si lo llego a saber... cuanto miedo y... y...

Shang-Chi sonrió ante los nervios de la joven y le tendió una mano.

-No hace falta que diga nada. Me llamo... Tommy Wan- mintió al saber que por su verdadero nombre era bastante conocido.

-¡Ah!- la chica sonrió y le devolvió el saludo-. Soy Zhing Tan. Iba a...

Shang-Chi oyó que Microchip le hablaba por el comunicador en su oído, del cual nunca se separaba desde que entró a formar parte del grupo de guerreros del Caballero Luna.

-Maldita sea- susurró.

-¿Cómo?

-Creo que... - Shang-Chi miró de nuevo sus verdes ojos, claramente embobado por ellos-. Deberíamos vernos otro día o... podríamos... ahora tengo que irme.

-Bueno, siempre estoy por aquí... no intentando recuperar mi bolso pero ya me entiende, señor Wan.

Ambos rieron durante unos largos segundos, tras los cuales Shang-Chi volvió a despedirse educadamente, dirigiéndose a toda prisa hasta la Torre Spector, donde sus compañeros le esperaban.


Media hora después.

El Caballero Luna miró a los demás, situados en círculo, excepto Microchip, que estaba en su particular asiento de trabajo frente a los monitores.

-Repasemos lo que ya os he explicado a todos. Tenemos una emergencia que tiene que ver con el asesino y criminal conocido como la Abominación. Hace aproximadamente media hora se le ha visto en diferentes canales de televisión organizando una escabechina monumental en un centro comercial de Los Ángeles. Dada la magnitud de la situación nos trasladaremos mediante las habilidades teletransportadoras de Capa.

-¿La Abominación?- el Merodeador tragó saliva bajo la mascara-. ¿No se peleaba con Hulk?

-Exacto.

-¿Los Ángeles? ¿La Abominación?- Marta Plateada miró a Spector claramente confundida-. ¿No es un trabajo para los Vengadores?

-Lo único que hace es destrozar y matar a todo el que pilla mientras repite el nombre de Marc Spector- gruñó el Caballero Luna-. ¿Ves ahora por qué es importante que vayamos?

-Sigo sin verlo- respondió la mercenaria-. Los Vengadores podrían encargarse de eso.

-¿Acaso estamos solo para ocuparnos de los ladrones que roban bolsos?

-No, pero tampoco estamos para ocuparnos de tipos que vencen a Hulk.

-Secundo la moción- añadió el Merodeador.

-¿Los demás pensáis lo mismo?

Los demás miraron al Caballero Luna sin responder.

-Ni siquiera hemos tenido tiempo de prepararnos para este tipo de amenaza- siguió diciendo Marta Plateada-. ¿Vamos a enfrentarnos a un ser que es capaz de lidiar con Hulk cuando la mitad de nosotros no tiene poderes reales y ni siquiera estamos debidamente preparados?

-Si quieres que nos preparemos mientras sigue matando gente, por mi estupendo.

-Solo digo que es cosa de otros. No de nosotros.

-Somos un grupo de ataque, preparado para amenazas de este tipo y lo que tenemos que hacer es llamar a los otros y escondernos, mientras ese monstruo sigue matando gente inocente con mi nombre en sus labios. Buen plan.

-¡Si vamos, nos va a dar una paliza!

-¿Prefieres que muera gente inocente?

Marta soltó las bolsas con armas que llevaba.

-No pienso ir.

El Caballero Luna la miró enfadado y luego dirigió su mirada hacia los demás.

-No puedo hacer nada contra esa clase de enemigo- murmuró Shang-Chi-. Tampoco soy un cobarde. Te acompañaré donde sea.

-Pudimos con Matanza y podremos con este- añadió Capa.

-¡Démosle en el culo a ese tipo!- exclamó Spiderwoman.

-Yo... yo... - el Merodeador miró a Marta Plateada y después al Caballero Luna-. Mirad, no puedo... lo de Matanza era algo... algo...

-Vencimos a Matanza gracias a ti y a Shang-Chi- le dijo Spector-. Te he equipado con lo necesario para que nos seas útil. Créeme, triunfaremos.

-Me apunto- dijo el Merodeador sin estar convencido del todo.

Todos miraron a Marta Plateada, quien volvió a coger las bolsas con las armas preparadas por Microchip para enfrentarse a la Abominación.

-Alguien deberá rescataros el culo cuando esa cosa intente coméroslo- dijo la mercenaria.

Sus compañeros la saludaron, cada uno a su manera y se volvieron hacia el Caballero Luna.

-Ya os he explicado las características principales de Blonsky, así que recordad no acercaros mucho a él. Shang-Chi, tú eres quien más se tiene que mantener alejado de él. Esta vez, nada de golpes cuerpo a cuerpo, solo distracciones. Marta, tu le atacarás desde lejos con las armas que Micro te ha proporcionado. Blonsky se recupera igual de rápido que Hulk, pero mientras cae esas armas servirán para su propósito. Merodeador, tú le cubrirás las espaldas a Marta. Capa, tú recupérate del viaje y después espera ordenes a una distancia prudencial. Nos servirás sobre todo para trasladar a los heridos de haberlos y sobre todo para traer lo necesario de nuestra base. ¿Podrás aguantar tal esfuerzo?

-Podré- contestó Capa siempre a su modo.

-Eso quería oír- señaló a la joven Spiderwoman-. Mattie, te quiero cara a cara contra Blonsky en todo momento, usando todas tus habilidades a tope.

-Pero... pero...

-Nada de dudas. Estaré a tu lado como con Matanza. ¿Preparados?

Todos asintieron aunque no con mucha seguridad.

-Capa, abre.

El oscuro vigilante abrió su enorme manto. Sus compañeros se metieron dentro y en apenas un segundo estuvieron en el centro comercial asediado por la Abominación.

-Capa, descansa- ordenó el Caballero Luna al ver como su hombre caía de rodillas, claramente debilitado por el esfuerzo de teletransportarlos a tan larga distancia-. Ahora, vigilad y recordad las habilidades de Blonsky y sobre todo no olvidéis las órdenes que...

El pequeño puente en el que se encontraban y que conducía de un lado a otro de la segunda planta de tantas del enorme centro comercial explotó bajo sus pies, lanzándolos a todos a diferentes partes. Spiderwoman fue la primera en reaccionar, cogiendo al vuelo a Marta Plateada y Shang-Chi. El Merodeador lanzó uno de sus ganchos y mediante el balanceo de este salvó a Capa quien estaba demasiado debilitado aún como para teleportarse. El Caballero Luna lanzó una de sus cuerdas, rebotó en una pared y aterrizó con sumo cuidado solo para encontrarse cara a cara con la Abominación.

-Spector- gruñó siniestramente el monstruo.

-Blonsky.

La Abominación se movió con una velocidad inhumana, sacudiéndole un monstruoso guantazo al Caballero Luna, lanzándole contra el escaparate de una tienda. Spector cayó entre una miríada de cristales y maniquíes que se rompieron bajo su peso. Mientras sentía todo su cuerpo caer al suelo y contraerse debido al dolor del golpe lanzado por Blonsky, pensó que quizá sus compañeros tenían razón y que aquello era demasiado para ellos.

Continuará...


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Referencias:
1 .- Ver la serie “Marvel Knights” publicada hace ya bastante tiempo por Planeta. En uno de sus arcos arguméntales, Capa perdía el control de sus poderes y acababa siendo uno de los enemigos más peligrosos de la primera encarnación de este grupo.
2 .- Para saber más de Puñal hay que leer el número 2 de la mini-serie “Spiderman: Crepúsculo” publicado en Action Tales.

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