| Título: Reencuentros (X): La grieta Autor: Sikileia Portada: Publicado en: Octubre 2007
Spock, Mccoy y compañia intentan cerrar la grieta espacio-temporal que amenaza con tragarse a la Farragut, si consiguen sobrevivir al ataque de las naves suliban.
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El espacio, la ultima frontera. Estos son los viajes de la nave estelar Enterprise, buscando nuevos mundos, nuevas civilizaciones, para llegar hacía donde ningún hombre ha llegado jamás.
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Creado por Gene Rodenberry
Mientras tanto en el hangar de lanzaderas algunos miembros de seguridad y sanitarios con el doctor McCoy y Otis al frente esperaban impacientes a que se abriera la portilla de la lanzadera.
Tras unos instantes la portilla se alzó hacia arriba. Dos alfereces instalaron una escalera.
Estando aún llena de humo la lanzadera por los paneles dañados durante el aterrizaje de emergencia, los dos vulcanianos salieron por su propio pie al hangar. McCoy y Otis les recibieron. Spock presentaba una pequeña herida en la frente de la que manaba sangre verde.
-Bueno, Spock .-Abrió McCoy el diálogo. –Déjeme ver esa herida de su cabeza.
-Almirante, le aseguro que estoy bien… Es sólo un rasguño.
-¿Con que “sólo” un rasguño, Spock? Yo veo ahí una brecha de varios puntos de sutura, si tuviera que usar con usted el cosido médico tradicional.
-No tiene para mí ninguna importancia. Me lo puedo curar perfectamente.
-Después un siglo ya veo que sigue con su habitual tozudez, Spock, y zapatero a tus zapatos, yo soy el galeno de la nave y mientras usted estaba de crucero espacial con su amigo aquí hemos hecho de todo, si no pregúntese porque en este momento hasta Scott le ha ayudado.
-¿El señor Scott?
-Así es, y ahora, aunque le guste o no, mande a paseo su lógica y le ordeno que se presente en la Enfermería en media hora, si no lo hace ya conoce usted el castigo…Atarle. -continuó refunfuñando el doctor. -Y ahora vuelvo a mi trabajo, no voy a perder tiempo con la ilógica de este elfo de sangre verde.
McCoy, que estaba usando su exoesqueleto para andar, se dio media vuelta mientras bufaba protestando.
Spock levantó una ceja mientras veía a su compañero desaparecer por el fondo de un corredor con Otis.
Un bamboleo en la nave, le hizo volver a la realidad.
-Creo que me están necesitando. –Dijo a uno de los alféreces que estaba en el pasillo. –Aunque se me queje el doctor McCoy, mi lógica me dice que he de estar arriba en el puente, así que me marcho para allá. Cuando acabe el doctor me podrá curar lo que quiera pero no ahora.
Spock se dio media vuelta y se encaminó al puente de la nave cogiendo el turboascensor.
McCoy, que estaba en ese momento doblando una esquina del corredor de la nave se dio cuenta y sonrió mascullando en voz baja:
-Este elfo de sangre verde se sale siempre con la suya a pesar de mis advertencias.
Tras unos instantes la portilla se alzó hacia arriba. Dos alfereces instalaron una escalera.
Estando aún llena de humo la lanzadera por los paneles dañados durante el aterrizaje de emergencia, los dos vulcanianos salieron por su propio pie al hangar. McCoy y Otis les recibieron. Spock presentaba una pequeña herida en la frente de la que manaba sangre verde.
-Bueno, Spock .-Abrió McCoy el diálogo. –Déjeme ver esa herida de su cabeza.
-Almirante, le aseguro que estoy bien… Es sólo un rasguño.
-¿Con que “sólo” un rasguño, Spock? Yo veo ahí una brecha de varios puntos de sutura, si tuviera que usar con usted el cosido médico tradicional.
-No tiene para mí ninguna importancia. Me lo puedo curar perfectamente.
-Después un siglo ya veo que sigue con su habitual tozudez, Spock, y zapatero a tus zapatos, yo soy el galeno de la nave y mientras usted estaba de crucero espacial con su amigo aquí hemos hecho de todo, si no pregúntese porque en este momento hasta Scott le ha ayudado.
-¿El señor Scott?
-Así es, y ahora, aunque le guste o no, mande a paseo su lógica y le ordeno que se presente en la Enfermería en media hora, si no lo hace ya conoce usted el castigo…Atarle. -continuó refunfuñando el doctor. -Y ahora vuelvo a mi trabajo, no voy a perder tiempo con la ilógica de este elfo de sangre verde.
McCoy, que estaba usando su exoesqueleto para andar, se dio media vuelta mientras bufaba protestando.
Spock levantó una ceja mientras veía a su compañero desaparecer por el fondo de un corredor con Otis.
Un bamboleo en la nave, le hizo volver a la realidad.
-Creo que me están necesitando. –Dijo a uno de los alféreces que estaba en el pasillo. –Aunque se me queje el doctor McCoy, mi lógica me dice que he de estar arriba en el puente, así que me marcho para allá. Cuando acabe el doctor me podrá curar lo que quiera pero no ahora.
Spock se dio media vuelta y se encaminó al puente de la nave cogiendo el turboascensor.
McCoy, que estaba en ese momento doblando una esquina del corredor de la nave se dio cuenta y sonrió mascullando en voz baja:
-Este elfo de sangre verde se sale siempre con la suya a pesar de mis advertencias.
Riker monitorizaba con Data los disparos contra los agresores cuando una voz familiar se oyó en el comunicador del asiento del capitán.
-Picard a puente. ¿Qué está pasando ahí arriba? He notado un fuerte movimiento que me ha hecho caer de la cama.
Picard en su habitación permanecía en silencio aún aturdido por el impacto.
La voz de Riker se oyó al otro lado del comunicador.
-Tenemos un poco de fiesta ahí fuera, señor. Esas naves hexagonales suliban están poniéndose cada vez más pesaditas pero todo está bajo control.
-¿Es necesario que suba arriba, Número Uno?
Riker se acercó al sillón de mando en el puente y tomó asiento.
-No, señor… Además en este momento está entrando el Embajador Spock. –Suspiró de alivio y prosiguió: -Puede continuar con su descanso.
-De acuerdo. –Dijo la voz del capitán a través del altavoz. –Confío en usted, mucha suerte y manténgame informado.
-Descuide, Riker fuera.
Spock permanecía en silencio escuchando la conversación entre Riker y Picard y avanzó hacia la consola en la que estaba Scotty.
-Señor Scott, le rogaría que me cediera el mando.
Scotty se fijó en la pequeña herida. La frente del vulcaniano tenía varios hilillos verdes resecos.
-¿No se supone que debía ir a la Enfermería? –Exclamó el escocés con asombro.
-He cambiado de opinión, para hacer algo más lógico.
-Puede tomar asiento, capitán… Spock. –Confirmó un convencido William Riker. –Scotty, necesito que tome el control de la consola de Ingeniería.
-Sí, señor. –Los ojos del oficial escocés se posaron en las gráficas de un monitor: -¡Maldición!
-¿Qué pasa ahora, Scotty?
-Oficial Riker, -Confirmó el viejo ingeniero. -Detecto un rayo tractor que nos está empujando hacia el interior de la grieta espacio-temporal. ¡Estamos perdiendo maniobrabilidad!
-¡¿Cómo?! –Exclamó un estupefacto William Riker.
-Déjenmelo a mí. –Ordenó Spock mientras tomaba asiento. –Señor Scott, transfiérame toda la energía que pueda a mi consola. Veremos qué puedo hacer.
-Enviando energía.
-Necesitaríamos cerrar con urgencia esa brecha, caballeros. –Propuso el embajador de Vulcano. -¿Alguna indicación, señores?
-¿Un disparo de plasma? –Inquirió Montgomery Scott.
-Sí. Es una opción más que lógica. –Se afirmó Spock.
-Proceda, Data .-Ordenó Riker, puede que sea nuestra última esperanza. –Embajador, necesito que maniobre la nave para que Data pueda afinar el tiro.
-Estableciendo rumbo, comandante. –Respondió el hijo de Sarek.
Mientras el platillo de la USS Farragut iba sucumbiendo a los disparos de las navecillas enemigas, la nave federal hizo un último esfuerzo para zafarse de sus agresores y contraatacar.
La nave viró en contra de la abertura espacio-temporal. Varias ráfagas como lenguas de fuego salieron del platillo e hicieron mella en la abertura. Algunos disparos surtieron efecto y creaban una reacción gaseosa en cadena que implosionaba hacia donde estaba la Hélice Suliban.
En ese momento entró en el puente Sorak con un PADD en sus manos. Spock asintió levantándose de su asiento y junto con Sorak se dirigió hacia la estación científica y ordenó al oficial que ocupaba el asiento que se lo cediera.
-Señor, ya he recalibrado los bancos de fáseres con las matrices que nos pasó Daniels. –dijo Sorak en voz baja. -Teóricamente tendría que darnos más potencia pero es insuficiente funcionando sólo con la energía de reserva y con lo que queda de la nave.
-Lo sé, tenemos un estrecho margen de que resulte esto un éxito, pero nos aferraremos a ese margen.
Mientras el platillo maniobraba como podía mientras le caía una lluvia de disparos de plasma.
-La brecha se está cerrando pero no del todo. –Dijo Data desde su consola.-Necesitaríamos quintuplicar la potencia del disparo. Si tuviésemos al menos un par de torpedos de fotón.
-¿Hay alguna manera de simular el disparo de un torpedo, teniente comandante?
-Una descarga másiva de fáseres pero no tenemos suficiente energía, señor. –Se lamentó el androide.
-Estamos sólo al 33% de la capacidad de nuestros escudos. –Confirmó Scotty.
Una señal se oyó a través del comunicador de Thebai.
La andoriana se abalanzó sobre su puesto.
Todas las miradas se dirigieron hacia ella.
-Señor… El capitán Zimmerman, de la USS Yorktown… ¡Nos están llamando!
Riker se dirigió raudo a su asiento de capitán:
-¡Loado sea el Gran Pájaro de la Galaxia! ¡Pásemelo a la pantalla principal!
-¡Sí, señor!
En la pantalla principal del puente el rostro curtido de un hombre que rozaba la cincuentena de años se dejó ver. Unas ligeras líneas de interferencias deformaban de vez en cuando la silueta de la cabeza del oficial.
-Aquí la USS Yorktown, ¿necesitan nuestra ayuda?
-No ha podido llegar en mejor momento, señor. Soy el oficial William T. Riker, supliendo al capitán Jean Luc Picard.
-Hmmm Picard… ¿Cómo es que no está en el puente con ustedes?
-Necesitaba un descanso, se imaginará después de más de 20 horas de dormir cómo se encontraba de facultades. Además, tengo a bordo la ayuda inestimable de dos grandes personalidades…-Dijo mirando a ambos lados.
Scotty se levantó y se colocó al lado del Primer Oficial de Picard. Spock se giró sobre el asiento hacia la pantalla principal.
-Ya veo… Embajador… ¿No debería estar usted en Rómulo?
-“Debería”… Lo acaba de decir usted, capitán. Pero ahora mi deber es estar aquí. –Respondió con frialdad vulcaniana el hijo de Sarek.
-Veo que llego en buen momento… Sus reservas energéticas están al mínimo y esas cosas no parecen tener piedad de ustedes.
-Esas cosas son lanzaderas suliban, capitán
Desde la consola científica Spock daba una ojeada a una de las pantallas del puente en la que había metido unos algoritmos numéricos, junto a él Sorak le iba pasando los datos desde un PADD en voz baja.
En la pantalla se dibujaban una especie de mándalas que iban cambiando de color.
Spock levantó una de sus cejas mientras hablaba en voz alta hacia la pantalla principal.
-Esos fractales son las emanaciones cronométricas que hemos recibido pero a una escala casi cósmica. ¿Alguna sugerencia, señor Data?
-Necesitaríamos angular el tiro así como la frecuencia de nuestra energía en la zona donde haríamos ese tiro.
-Comandante Riker, necesitaré que el capitán Zimmerman nos ayude.
-Eso está hecho.-Dijo el capitán de la Yorktown desde la pantalla principal. –Cuenten con nuestra ayuda, embajador.
Spock asintió y continuó:
-Con ayuda de Sorak, he introducido las Matrices de Kiri-kin-tha a parte de otras que no habían sido tenidas en cuenta hasta ahora… eso les dará las referencias exactas para poder disparar una andanada que bloquee y cierre al menos temporalmente esa brecha. Necesitamos al menos dos torpedos de fotón hacia el punto que le indico en mi mensaje.
Riker se levantó y se situó al lado de Thebai.
-Oficial, pásele en código cifrado el mensaje del señor Spock a la USS Yorktown.
-Hecho, señor. –Ratificó la andoriana.
La imagen en la pantalla del puente de la Farragut miró hacia otro lado y de nuevo miró hacia Riker.
-Me confirman que el mensaje ha llegado. Le paso las coordenadas al oficial táctico Stone para que ordene los disparos de esos dos torpedos. Cuando les ordene, pónganse a la retaguardia nuestra, caballeros. Creo que merecen un descanso momentáneo antes de reemprender el ataque final.
-Gracias, señor.
El diezmado platillo de lo que quedaba de la USS Farragut se posicionó detrás de la nave salvadora. Algunas lanzaderas hexagonales intentaron atacarles por la espalda pero fueron destruidas por los certeros tiros de la USS Yorktown.
-Están muy molestos estos Suliban, comandante. ¿Qué les ha hecho para enfadarlos así? –Bromeó el capitán a través de la pantalla de la Farragut.
-¿Quizás darles donde más duele, señor?
-Riker, necesito que se alejen por lo menos un cuarto de año-luz de aquí, procedemos a disparar esos dos torpedos. Cuando les indique vengan a ayudarnos que lo necesitaremos.
-Sí, señor. Data, establezca rumbo de alejamiento hacia el exterior del cinturón de asteroides.
-Sí, comandante. –Contestó servicial el androide.
La Farragut se alejó como pudo a velocidad de impulso mientras la USS Yorktown ocupaba su lugar y comenzaba a atacar a los intrusos temporales maniobrando entre enjambres de naves hexagonales suliban. Entonces viró para tomar una postura lo más cercana posible a la brecha pero también lo suficientemente segura como para no quedar afectada por la onda expansiva.
Entonces dos ráfagas de luz salieron como dos cometas de la USS Yorktown en pos de su diana. Ambas explosionaron con una diferencia mínima de tiempo en las cercanías de la brecha temporal.
Como si fuera una herida luminosa que se estuviera cerrando, parte de la explosión se fundió con las ráfagas de luz que emanaban desde el interior de la fisura espacio-temporal hacia fuera y la herida pareció cerrarse más.
Al fondo de la brecha vieron cómo la Hélice se desplazaba hacia los huecos aún abiertos de la brecha, junto a ella decenas de naves empezaron a surgir como avispas saliendo de su colmena.
-¡Maldición! –Se lamentó Zimmerman en su sillón de mando mordiéndose los labios. -¡No ha sido suficiente! ¿Me oyen, Farragut? ¡Hemos fallado!
-Capitán, yo no me rendiría tan pronto, el señor Spock tiene algo que decirle. –Intentó calmarle el oficial de Picard.
-Dígame… Soy todo oídos. –dijo un Zimmerman cada vez más nervioso.
Riker sonrió al oír aquello y miró las orejas de Spock quien solo enarcó ambas cejas y elevó la barbilla aún más. Tras mirar a William Riker prosiguió.
-Señor, -Dijo la imagen de Spock en la pantalla de la Yorktown. –Sugeriría otra andanada de torpedos a las coordenadas que le voy a pasar.
-Son los últimos que nos quedan, embajador… Sabe que nos lo jugamos a todo o a nada.
-Lo sé, capitán. –continuó el hijo de Sarek sin inmutarse emocionalmente. –He recalibrado el ángulo de tiro, la frecuencia del disparo y la distancia. Creo que podremos cerrar esa brecha al menos en un 91.4%.
-Esta bien, pásennos las nuevas coordenadas.
-¡Allá van!
Tras una pausa, Zimmerman respondió:
-Ya las tenemos, el oficial Stone las está procesando y trazando. Y crucemos ahora todos los dedos.
La Yorktown comenzó a virar hasta posicionarse de nuevo ante la brecha. De nuevo bandadas de naves de asalto Suliban les salieron al encuentro. En ese momento, desde la retaguardia, la USS Farragut comenzó a disparar sus baterías de fáseres.
-¿Qué están haciendo, Riker? –Se quejó en la pantalla Zimmerman.
-Ayudarles, señor. Le aseguro que no están solos en esto .-Dijo el oficial de Alaska.
-¿No saben que están al límite de sus defensas?
-Lo sé señor, al igual que ustedes….
-Pero no más que su nave…
Zimmerman se levantó de su asiento. Y mirando hacia Stone, un joven oficial nacido en las colonias de Alpha Centauro, dio la que sin duda era la más importante y decisivas de las órdenes que nunca había ordenado como oficial.
-¡Ahora…! ¡¡¡Fuego!!!
De nuevo otras dos andanadas, como dos sierpes rojas de luz salieron de la nave en busca de su presa.
La Hélice estaba a punto de salir de la fisura; era como una alimaña resurgiendo de su escondrijo también en una lucha frenética por la supervivencia.
Entonces… los torpedos hicieron mella en el límite de la brecha espacio-temporal.
Todo estalló.
Una gran luz, como nunca se había visto desde los primeros minutos del Big-Bang lo cubrió todo, como un gran manto luminoso.
Durante unos segundos pareció que el Fin del Mundo estaba cerca. Nada se veía más allá del horizonte de eventos. Era como una niebla de luz que inundó momentáneamente el puente de las dos naves.
Los tripulantes se cubrieron ojos con las manos para no quedarse ciegos. Entonces la Farragut pareció ir a la deriva hacia el interior de la brecha atraída por la fuerza de absorción gravitrométrica.
A causa del resplandor casi todos cayeron cegados e inconscientes al suelo. Casi todos, pero…
Spock se situó ahora en el puesto del timonel, quién había caído al suelo sobrecogido por la gran explosión de luz.
La Yorktown había tenido tiempo de reaccionar, pero no así la Farragut que, escasa de energía, caía más y más hacía el abismo espacio-temporal.
Ocupando el puesto táctico, las manos de Data se paseaban por la consola. Detrás de él, Sorak ocupó la Terminal de Scotty que yacía inconsciente en el suelo.
-Ante la emergencia, asumo temporalmente el mando de la nave. –Dijo Spock. -La lógica así me lo exige.
-Sí, señor. –Respondió Data.
-Intente darme la energía de donde pueda, comandante. –Ordenó el vulcaniano. -¡Hemos de salir de aquí como sea!
-Queda algo de energía residual auxiliar en los bancos de fáseres. Recalibro para pasarla a los motores de impulso. –dijo Sorak.
-Así está mejor y ahora páseme el mando de la nave, señor Data.
-Sí, embajador. –Respondió el androide asimoviano.
La nave de Riker intentaba salir del gran remolino de luz que se había formado con la implosión.
De repente, sonó el comunicador. Era Zimmerman.
-Aquí, Spock.
-¿Qué tal están ahí?
-Todos los miembros del puente están inconscientes, sin duda por el shock sufrido por la explosión. En mi caso, mi párpado interno me ha ayudado a soportar esta descarga luminosa. Y en cuanto al señor Data…
-Quería darle una buena noticia, capitán… -Le cortó Zimmerman.-La brecha temporal… Se ha cerrado.
-Espero que logremos escapar. –Exclamó Spock. –La fuerza gravitométrica de la brecha nos está succionando a su interior.
-¡Intenten resistir lo que pueda, embajador! ¡Vamos en su rescate!
La USS Yorktown maniobró hasta situarse en las inmediaciones de la nave de Picard. La brecha espacio-temporal aparentemente estaba cerrada pero de ella emanaban zarcillos luminosos que amenazaban con devorar a la nave de Picard. Era como la grieta de un volcán con hilillos de lava queriendo salir de su escondite.
Data desde su consola dijo a Spock:
-Señor, están intentando arrastrarnos con su rayo tractor. Pero la fuerza de la brecha es mayor que la ellos.
-Intente dispararle a la fisura. –Sugirió el vulcaniano al androide. –Teóricamente debería soltarnos momentáneamente.
-Pero… las partículas moleculares del rayo fásico interaccionarían con las de la brecha… Y recuerde que llevamos pasajeros civiles y embajadores a bordo…
-Haga lo que le he ordenado, señor Data. Soy consciente de ello… -Le espetó Spock muy secamente. -Recuerde que el riesgo forma parte del juego si quiere ascender en el mando.
-Sí, señor… Recalibrando fáseres. Tenemos potencia para un último disparo y después estaremos a merced de la suerte –Las manos se deslizaron ágiles por la consola hasta que su dedo índice apretó un botón cuadrado rojo. –Disparando…
La Farragut disparó las últimas andanadas que le quedaban en sus baterías.
La grieta pareció por un momento abrirse de nuevo pero la reacción con los disparos de fáser hizo que se replegara sobre sí misma y desapareciera del campo visual.
-Nos estamos liberando, señor. –Dijo Data. –Pero la implosión ha producido una fractura en el espacio-tiempo… Una especie de agujero de gusano sin serlo… y estamos justos en el punto de succión…
La nave se volvió a tambalearse y comenzó a escorar. En ese momento llegó el ansiado milagro.
La USS Yorktown apareció y logró izar al dañado platillo que guiaba Data.
El androide se levantó de su asiento dando un grito y cerrando el puño en señal de victoria.
-¡Bieeen!¡Estamos salvados!
Spock se levantó y se limitó a mirar al ser biónico levantando una ceja. Zimmerman contemplaba al androide desde la pantalla principal con la boca abierta.
-Fascinante… Desde cuando usted se ha vuelto tan emocional…
-Hará mucho tiempo, señor.
Zimmerman tomó la palabra.
-¿Cómo cuánto, teniente?
-Digamos… ¿15 días, capitán? Cuando el señor La Forge me puso el chip emocional del doctor Song. [1]
-No es mucho tiempo en términos humanos, señor Data.
-Pero sí lo es para un androide.
Zimmerman sonrió un instante y apuntó:
-Bueno, es hora de ir hacia Deneva. Tendremos mucho que hablar cuando la Flota Estelar quiera investigar esto y es necesario que ustedes descansen y velen por sus tripulantes y pasajeros. Estoy a su disposición en todo momento. Zimmerman fuera.
En ese momento llegaron Picard acompañado de McCoy, Geordi LaForge, Deanna Troi y varios oficiales de la enfermería.
-¿Qué ha pasado aquí, Spock? Le dejamos un rato solo y mire lo que nos organiza. –Se burló el viejo doctor del USS Enterprise.
-Señor, -Le cortó el androide. –El capitán Spock tomó momentáneamente el control de la nave y… nos ha salvado a todos.
-¿Qué usted ha tomado el control de mi nave? –se asombró el capitán francés.
-Efectivamente, capitán Picard… La lógica me indicó que era la situación más acertada.
-Totalmente de acuerdo, Spock. También su lógica le ha dicho que tenía que escaparse de la Enfermería. –Protestó McCoy. –Que yo recuerde usted era mi paciente.
-Usted lo ha dicho, doctor… “Era” pero ya no lo es, como ve puedo valerme por mi mismo. Además, creo que más que yo estos tripulantes del puente necesitan mi ayuda. –Contestó mirando a los oficiales aún tendidos en el suelo e inconscientes.
En una esquina del puente, Freeman intentaba devolverle el conocimiento a un desmayado Scotty. Thebai poco a poco se había despertado de su shock al igual que Riker.
Scotty abrió poco a poco los ojos y lo primero que vio fue la cara del doctor mirándole con asombro y una sonrisa.
-¿Doctor? Es usted ahora… un ángel?
-Déjese de bobadas, Scott… No me mande al Cielo antes de tiempo… Al menos por ahora. –Dijo mientras le aplicaba un hypospray en el brazo del ingeniero. –Un poco de Neurostimurol no le vendrá mal. Ha sufrido un fuerte shock amigo, mío.
-Creo estar viendo manchitas de luz pululando por todo el puente… Es como si fueran Organianos…
-Normal, las neuronas de su cerebro están hiperactivadas.
Nuevos tripulantes entraron a sustituir a los caídos en el puente que ya empezaban a despejar el puente camino de la Enfermería. McCoy estaba muy complaciente ya que era la vez primera en años que tenía para él solo una enfermería.
Spock permanecía de pie al lado del sillón de mando.
Picard se acercó poco a poco con suma reverencia. Spock era una leyenda viviente que Jean-Luc había admirado desde los tiempos en los que era cadete de la Academia de la Flota Estelar.
-Permiso para tomar el mando de la nave… Señor…
-Permiso concedido… y disculpe si he tomado el mando a sus espaldas sin contar con usted pero la situación así me lo requirió.
Picard se sentó con sumo cuidado en el sillón de mando.
-No tiene por qué disculparse, usted ha salvado mi nave. Le pienso recomendar ante el alto consejo de la Federación para una medalla.
-No es necesario. Dénsela mejor al capitán James T. Kirk. Yo ya no tengo lugar aquí en la Federación.
-¿Qué está diciendo, embajador? Estoy seguro que el Consejo de la Federación estudiará su caso y le readmitirán…
-Mi trabajo está en Rómulo donde aún queda mucho por hacer, en la Federación está todo hecho.
-Entiendo…
-Por cierto, ¿qué tal están nuestros insignes pasajeros? No creo que esta última etapa del viaje haya sido demasiado pasajera.
-Todos están bien, incluyendo a los embajadores y a la familia Dar.
-Y ahora si me disculpa, he de bajar a la Enfermería, tal como me lo ha requerido el doctor McCoy.
En ese momento, el vulcaniano desapareció de la vista de Picard por el tubo ascensor.
Picard se retrepó en su sitio y ordenó a Thebai que miraba a su sillón de mando:
-Oficial Thebai, mande el siguiente mensaje a la USS Yorktown: comuníqueles que he asumido de nuevo el mando y expréseles mi agradecimiento por su ayuda.
-Sí, señor. Enviando mensaje.
-Y ahora, timonel, ponga rumbo hacia Déneva.
Continuará...
-Picard a puente. ¿Qué está pasando ahí arriba? He notado un fuerte movimiento que me ha hecho caer de la cama.
Picard en su habitación permanecía en silencio aún aturdido por el impacto.
La voz de Riker se oyó al otro lado del comunicador.
-Tenemos un poco de fiesta ahí fuera, señor. Esas naves hexagonales suliban están poniéndose cada vez más pesaditas pero todo está bajo control.
-¿Es necesario que suba arriba, Número Uno?
Riker se acercó al sillón de mando en el puente y tomó asiento.
-No, señor… Además en este momento está entrando el Embajador Spock. –Suspiró de alivio y prosiguió: -Puede continuar con su descanso.
-De acuerdo. –Dijo la voz del capitán a través del altavoz. –Confío en usted, mucha suerte y manténgame informado.
-Descuide, Riker fuera.
Spock permanecía en silencio escuchando la conversación entre Riker y Picard y avanzó hacia la consola en la que estaba Scotty.
-Señor Scott, le rogaría que me cediera el mando.
Scotty se fijó en la pequeña herida. La frente del vulcaniano tenía varios hilillos verdes resecos.
-¿No se supone que debía ir a la Enfermería? –Exclamó el escocés con asombro.
-He cambiado de opinión, para hacer algo más lógico.
-Puede tomar asiento, capitán… Spock. –Confirmó un convencido William Riker. –Scotty, necesito que tome el control de la consola de Ingeniería.
-Sí, señor. –Los ojos del oficial escocés se posaron en las gráficas de un monitor: -¡Maldición!
-¿Qué pasa ahora, Scotty?
-Oficial Riker, -Confirmó el viejo ingeniero. -Detecto un rayo tractor que nos está empujando hacia el interior de la grieta espacio-temporal. ¡Estamos perdiendo maniobrabilidad!
-¡¿Cómo?! –Exclamó un estupefacto William Riker.
-Déjenmelo a mí. –Ordenó Spock mientras tomaba asiento. –Señor Scott, transfiérame toda la energía que pueda a mi consola. Veremos qué puedo hacer.
-Enviando energía.
-Necesitaríamos cerrar con urgencia esa brecha, caballeros. –Propuso el embajador de Vulcano. -¿Alguna indicación, señores?
-¿Un disparo de plasma? –Inquirió Montgomery Scott.
-Sí. Es una opción más que lógica. –Se afirmó Spock.
-Proceda, Data .-Ordenó Riker, puede que sea nuestra última esperanza. –Embajador, necesito que maniobre la nave para que Data pueda afinar el tiro.
-Estableciendo rumbo, comandante. –Respondió el hijo de Sarek.
Mientras el platillo de la USS Farragut iba sucumbiendo a los disparos de las navecillas enemigas, la nave federal hizo un último esfuerzo para zafarse de sus agresores y contraatacar.
La nave viró en contra de la abertura espacio-temporal. Varias ráfagas como lenguas de fuego salieron del platillo e hicieron mella en la abertura. Algunos disparos surtieron efecto y creaban una reacción gaseosa en cadena que implosionaba hacia donde estaba la Hélice Suliban.
En ese momento entró en el puente Sorak con un PADD en sus manos. Spock asintió levantándose de su asiento y junto con Sorak se dirigió hacia la estación científica y ordenó al oficial que ocupaba el asiento que se lo cediera.
-Señor, ya he recalibrado los bancos de fáseres con las matrices que nos pasó Daniels. –dijo Sorak en voz baja. -Teóricamente tendría que darnos más potencia pero es insuficiente funcionando sólo con la energía de reserva y con lo que queda de la nave.
-Lo sé, tenemos un estrecho margen de que resulte esto un éxito, pero nos aferraremos a ese margen.
Mientras el platillo maniobraba como podía mientras le caía una lluvia de disparos de plasma.
-La brecha se está cerrando pero no del todo. –Dijo Data desde su consola.-Necesitaríamos quintuplicar la potencia del disparo. Si tuviésemos al menos un par de torpedos de fotón.
-¿Hay alguna manera de simular el disparo de un torpedo, teniente comandante?
-Una descarga másiva de fáseres pero no tenemos suficiente energía, señor. –Se lamentó el androide.
-Estamos sólo al 33% de la capacidad de nuestros escudos. –Confirmó Scotty.
Una señal se oyó a través del comunicador de Thebai.
La andoriana se abalanzó sobre su puesto.
Todas las miradas se dirigieron hacia ella.
-Señor… El capitán Zimmerman, de la USS Yorktown… ¡Nos están llamando!
Riker se dirigió raudo a su asiento de capitán:
-¡Loado sea el Gran Pájaro de la Galaxia! ¡Pásemelo a la pantalla principal!
-¡Sí, señor!
En la pantalla principal del puente el rostro curtido de un hombre que rozaba la cincuentena de años se dejó ver. Unas ligeras líneas de interferencias deformaban de vez en cuando la silueta de la cabeza del oficial.
-Aquí la USS Yorktown, ¿necesitan nuestra ayuda?
-No ha podido llegar en mejor momento, señor. Soy el oficial William T. Riker, supliendo al capitán Jean Luc Picard.
-Hmmm Picard… ¿Cómo es que no está en el puente con ustedes?
-Necesitaba un descanso, se imaginará después de más de 20 horas de dormir cómo se encontraba de facultades. Además, tengo a bordo la ayuda inestimable de dos grandes personalidades…-Dijo mirando a ambos lados.
Scotty se levantó y se colocó al lado del Primer Oficial de Picard. Spock se giró sobre el asiento hacia la pantalla principal.
-Ya veo… Embajador… ¿No debería estar usted en Rómulo?
-“Debería”… Lo acaba de decir usted, capitán. Pero ahora mi deber es estar aquí. –Respondió con frialdad vulcaniana el hijo de Sarek.
-Veo que llego en buen momento… Sus reservas energéticas están al mínimo y esas cosas no parecen tener piedad de ustedes.
-Esas cosas son lanzaderas suliban, capitán
Desde la consola científica Spock daba una ojeada a una de las pantallas del puente en la que había metido unos algoritmos numéricos, junto a él Sorak le iba pasando los datos desde un PADD en voz baja.
En la pantalla se dibujaban una especie de mándalas que iban cambiando de color.
Spock levantó una de sus cejas mientras hablaba en voz alta hacia la pantalla principal.
-Esos fractales son las emanaciones cronométricas que hemos recibido pero a una escala casi cósmica. ¿Alguna sugerencia, señor Data?
-Necesitaríamos angular el tiro así como la frecuencia de nuestra energía en la zona donde haríamos ese tiro.
-Comandante Riker, necesitaré que el capitán Zimmerman nos ayude.
-Eso está hecho.-Dijo el capitán de la Yorktown desde la pantalla principal. –Cuenten con nuestra ayuda, embajador.
Spock asintió y continuó:
-Con ayuda de Sorak, he introducido las Matrices de Kiri-kin-tha a parte de otras que no habían sido tenidas en cuenta hasta ahora… eso les dará las referencias exactas para poder disparar una andanada que bloquee y cierre al menos temporalmente esa brecha. Necesitamos al menos dos torpedos de fotón hacia el punto que le indico en mi mensaje.
Riker se levantó y se situó al lado de Thebai.
-Oficial, pásele en código cifrado el mensaje del señor Spock a la USS Yorktown.
-Hecho, señor. –Ratificó la andoriana.
La imagen en la pantalla del puente de la Farragut miró hacia otro lado y de nuevo miró hacia Riker.
-Me confirman que el mensaje ha llegado. Le paso las coordenadas al oficial táctico Stone para que ordene los disparos de esos dos torpedos. Cuando les ordene, pónganse a la retaguardia nuestra, caballeros. Creo que merecen un descanso momentáneo antes de reemprender el ataque final.
-Gracias, señor.
El diezmado platillo de lo que quedaba de la USS Farragut se posicionó detrás de la nave salvadora. Algunas lanzaderas hexagonales intentaron atacarles por la espalda pero fueron destruidas por los certeros tiros de la USS Yorktown.
-Están muy molestos estos Suliban, comandante. ¿Qué les ha hecho para enfadarlos así? –Bromeó el capitán a través de la pantalla de la Farragut.
-¿Quizás darles donde más duele, señor?
-Riker, necesito que se alejen por lo menos un cuarto de año-luz de aquí, procedemos a disparar esos dos torpedos. Cuando les indique vengan a ayudarnos que lo necesitaremos.
-Sí, señor. Data, establezca rumbo de alejamiento hacia el exterior del cinturón de asteroides.
-Sí, comandante. –Contestó servicial el androide.
La Farragut se alejó como pudo a velocidad de impulso mientras la USS Yorktown ocupaba su lugar y comenzaba a atacar a los intrusos temporales maniobrando entre enjambres de naves hexagonales suliban. Entonces viró para tomar una postura lo más cercana posible a la brecha pero también lo suficientemente segura como para no quedar afectada por la onda expansiva.
Entonces dos ráfagas de luz salieron como dos cometas de la USS Yorktown en pos de su diana. Ambas explosionaron con una diferencia mínima de tiempo en las cercanías de la brecha temporal.
Como si fuera una herida luminosa que se estuviera cerrando, parte de la explosión se fundió con las ráfagas de luz que emanaban desde el interior de la fisura espacio-temporal hacia fuera y la herida pareció cerrarse más.
Al fondo de la brecha vieron cómo la Hélice se desplazaba hacia los huecos aún abiertos de la brecha, junto a ella decenas de naves empezaron a surgir como avispas saliendo de su colmena.
-¡Maldición! –Se lamentó Zimmerman en su sillón de mando mordiéndose los labios. -¡No ha sido suficiente! ¿Me oyen, Farragut? ¡Hemos fallado!
-Capitán, yo no me rendiría tan pronto, el señor Spock tiene algo que decirle. –Intentó calmarle el oficial de Picard.
-Dígame… Soy todo oídos. –dijo un Zimmerman cada vez más nervioso.
Riker sonrió al oír aquello y miró las orejas de Spock quien solo enarcó ambas cejas y elevó la barbilla aún más. Tras mirar a William Riker prosiguió.
-Señor, -Dijo la imagen de Spock en la pantalla de la Yorktown. –Sugeriría otra andanada de torpedos a las coordenadas que le voy a pasar.
-Son los últimos que nos quedan, embajador… Sabe que nos lo jugamos a todo o a nada.
-Lo sé, capitán. –continuó el hijo de Sarek sin inmutarse emocionalmente. –He recalibrado el ángulo de tiro, la frecuencia del disparo y la distancia. Creo que podremos cerrar esa brecha al menos en un 91.4%.
-Esta bien, pásennos las nuevas coordenadas.
-¡Allá van!
Tras una pausa, Zimmerman respondió:
-Ya las tenemos, el oficial Stone las está procesando y trazando. Y crucemos ahora todos los dedos.
La Yorktown comenzó a virar hasta posicionarse de nuevo ante la brecha. De nuevo bandadas de naves de asalto Suliban les salieron al encuentro. En ese momento, desde la retaguardia, la USS Farragut comenzó a disparar sus baterías de fáseres.
-¿Qué están haciendo, Riker? –Se quejó en la pantalla Zimmerman.
-Ayudarles, señor. Le aseguro que no están solos en esto .-Dijo el oficial de Alaska.
-¿No saben que están al límite de sus defensas?
-Lo sé señor, al igual que ustedes….
-Pero no más que su nave…
Zimmerman se levantó de su asiento. Y mirando hacia Stone, un joven oficial nacido en las colonias de Alpha Centauro, dio la que sin duda era la más importante y decisivas de las órdenes que nunca había ordenado como oficial.
-¡Ahora…! ¡¡¡Fuego!!!
De nuevo otras dos andanadas, como dos sierpes rojas de luz salieron de la nave en busca de su presa.
La Hélice estaba a punto de salir de la fisura; era como una alimaña resurgiendo de su escondrijo también en una lucha frenética por la supervivencia.
Entonces… los torpedos hicieron mella en el límite de la brecha espacio-temporal.
Todo estalló.
Una gran luz, como nunca se había visto desde los primeros minutos del Big-Bang lo cubrió todo, como un gran manto luminoso.
Durante unos segundos pareció que el Fin del Mundo estaba cerca. Nada se veía más allá del horizonte de eventos. Era como una niebla de luz que inundó momentáneamente el puente de las dos naves.
Los tripulantes se cubrieron ojos con las manos para no quedarse ciegos. Entonces la Farragut pareció ir a la deriva hacia el interior de la brecha atraída por la fuerza de absorción gravitrométrica.
A causa del resplandor casi todos cayeron cegados e inconscientes al suelo. Casi todos, pero…
Spock se situó ahora en el puesto del timonel, quién había caído al suelo sobrecogido por la gran explosión de luz.
La Yorktown había tenido tiempo de reaccionar, pero no así la Farragut que, escasa de energía, caía más y más hacía el abismo espacio-temporal.
Ocupando el puesto táctico, las manos de Data se paseaban por la consola. Detrás de él, Sorak ocupó la Terminal de Scotty que yacía inconsciente en el suelo.
-Ante la emergencia, asumo temporalmente el mando de la nave. –Dijo Spock. -La lógica así me lo exige.
-Sí, señor. –Respondió Data.
-Intente darme la energía de donde pueda, comandante. –Ordenó el vulcaniano. -¡Hemos de salir de aquí como sea!
-Queda algo de energía residual auxiliar en los bancos de fáseres. Recalibro para pasarla a los motores de impulso. –dijo Sorak.
-Así está mejor y ahora páseme el mando de la nave, señor Data.
-Sí, embajador. –Respondió el androide asimoviano.
La nave de Riker intentaba salir del gran remolino de luz que se había formado con la implosión.
De repente, sonó el comunicador. Era Zimmerman.
-Aquí, Spock.
-¿Qué tal están ahí?
-Todos los miembros del puente están inconscientes, sin duda por el shock sufrido por la explosión. En mi caso, mi párpado interno me ha ayudado a soportar esta descarga luminosa. Y en cuanto al señor Data…
-Quería darle una buena noticia, capitán… -Le cortó Zimmerman.-La brecha temporal… Se ha cerrado.
-Espero que logremos escapar. –Exclamó Spock. –La fuerza gravitométrica de la brecha nos está succionando a su interior.
-¡Intenten resistir lo que pueda, embajador! ¡Vamos en su rescate!
La USS Yorktown maniobró hasta situarse en las inmediaciones de la nave de Picard. La brecha espacio-temporal aparentemente estaba cerrada pero de ella emanaban zarcillos luminosos que amenazaban con devorar a la nave de Picard. Era como la grieta de un volcán con hilillos de lava queriendo salir de su escondite.
Data desde su consola dijo a Spock:
-Señor, están intentando arrastrarnos con su rayo tractor. Pero la fuerza de la brecha es mayor que la ellos.
-Intente dispararle a la fisura. –Sugirió el vulcaniano al androide. –Teóricamente debería soltarnos momentáneamente.
-Pero… las partículas moleculares del rayo fásico interaccionarían con las de la brecha… Y recuerde que llevamos pasajeros civiles y embajadores a bordo…
-Haga lo que le he ordenado, señor Data. Soy consciente de ello… -Le espetó Spock muy secamente. -Recuerde que el riesgo forma parte del juego si quiere ascender en el mando.
-Sí, señor… Recalibrando fáseres. Tenemos potencia para un último disparo y después estaremos a merced de la suerte –Las manos se deslizaron ágiles por la consola hasta que su dedo índice apretó un botón cuadrado rojo. –Disparando…
La Farragut disparó las últimas andanadas que le quedaban en sus baterías.
La grieta pareció por un momento abrirse de nuevo pero la reacción con los disparos de fáser hizo que se replegara sobre sí misma y desapareciera del campo visual.
-Nos estamos liberando, señor. –Dijo Data. –Pero la implosión ha producido una fractura en el espacio-tiempo… Una especie de agujero de gusano sin serlo… y estamos justos en el punto de succión…
La nave se volvió a tambalearse y comenzó a escorar. En ese momento llegó el ansiado milagro.
La USS Yorktown apareció y logró izar al dañado platillo que guiaba Data.
El androide se levantó de su asiento dando un grito y cerrando el puño en señal de victoria.
-¡Bieeen!¡Estamos salvados!
Spock se levantó y se limitó a mirar al ser biónico levantando una ceja. Zimmerman contemplaba al androide desde la pantalla principal con la boca abierta.
-Fascinante… Desde cuando usted se ha vuelto tan emocional…
-Hará mucho tiempo, señor.
Zimmerman tomó la palabra.
-¿Cómo cuánto, teniente?
-Digamos… ¿15 días, capitán? Cuando el señor La Forge me puso el chip emocional del doctor Song. [1]
-No es mucho tiempo en términos humanos, señor Data.
-Pero sí lo es para un androide.
Zimmerman sonrió un instante y apuntó:
-Bueno, es hora de ir hacia Deneva. Tendremos mucho que hablar cuando la Flota Estelar quiera investigar esto y es necesario que ustedes descansen y velen por sus tripulantes y pasajeros. Estoy a su disposición en todo momento. Zimmerman fuera.
En ese momento llegaron Picard acompañado de McCoy, Geordi LaForge, Deanna Troi y varios oficiales de la enfermería.
-¿Qué ha pasado aquí, Spock? Le dejamos un rato solo y mire lo que nos organiza. –Se burló el viejo doctor del USS Enterprise.
-Señor, -Le cortó el androide. –El capitán Spock tomó momentáneamente el control de la nave y… nos ha salvado a todos.
-¿Qué usted ha tomado el control de mi nave? –se asombró el capitán francés.
-Efectivamente, capitán Picard… La lógica me indicó que era la situación más acertada.
-Totalmente de acuerdo, Spock. También su lógica le ha dicho que tenía que escaparse de la Enfermería. –Protestó McCoy. –Que yo recuerde usted era mi paciente.
-Usted lo ha dicho, doctor… “Era” pero ya no lo es, como ve puedo valerme por mi mismo. Además, creo que más que yo estos tripulantes del puente necesitan mi ayuda. –Contestó mirando a los oficiales aún tendidos en el suelo e inconscientes.
En una esquina del puente, Freeman intentaba devolverle el conocimiento a un desmayado Scotty. Thebai poco a poco se había despertado de su shock al igual que Riker.
Scotty abrió poco a poco los ojos y lo primero que vio fue la cara del doctor mirándole con asombro y una sonrisa.
-¿Doctor? Es usted ahora… un ángel?
-Déjese de bobadas, Scott… No me mande al Cielo antes de tiempo… Al menos por ahora. –Dijo mientras le aplicaba un hypospray en el brazo del ingeniero. –Un poco de Neurostimurol no le vendrá mal. Ha sufrido un fuerte shock amigo, mío.
-Creo estar viendo manchitas de luz pululando por todo el puente… Es como si fueran Organianos…
-Normal, las neuronas de su cerebro están hiperactivadas.
Nuevos tripulantes entraron a sustituir a los caídos en el puente que ya empezaban a despejar el puente camino de la Enfermería. McCoy estaba muy complaciente ya que era la vez primera en años que tenía para él solo una enfermería.
Spock permanecía de pie al lado del sillón de mando.
Picard se acercó poco a poco con suma reverencia. Spock era una leyenda viviente que Jean-Luc había admirado desde los tiempos en los que era cadete de la Academia de la Flota Estelar.
-Permiso para tomar el mando de la nave… Señor…
-Permiso concedido… y disculpe si he tomado el mando a sus espaldas sin contar con usted pero la situación así me lo requirió.
Picard se sentó con sumo cuidado en el sillón de mando.
-No tiene por qué disculparse, usted ha salvado mi nave. Le pienso recomendar ante el alto consejo de la Federación para una medalla.
-No es necesario. Dénsela mejor al capitán James T. Kirk. Yo ya no tengo lugar aquí en la Federación.
-¿Qué está diciendo, embajador? Estoy seguro que el Consejo de la Federación estudiará su caso y le readmitirán…
-Mi trabajo está en Rómulo donde aún queda mucho por hacer, en la Federación está todo hecho.
-Entiendo…
-Por cierto, ¿qué tal están nuestros insignes pasajeros? No creo que esta última etapa del viaje haya sido demasiado pasajera.
-Todos están bien, incluyendo a los embajadores y a la familia Dar.
-Y ahora si me disculpa, he de bajar a la Enfermería, tal como me lo ha requerido el doctor McCoy.
En ese momento, el vulcaniano desapareció de la vista de Picard por el tubo ascensor.
Picard se retrepó en su sitio y ordenó a Thebai que miraba a su sillón de mando:
-Oficial Thebai, mande el siguiente mensaje a la USS Yorktown: comuníqueles que he asumido de nuevo el mando y expréseles mi agradecimiento por su ayuda.
-Sí, señor. Enviando mensaje.
-Y ahora, timonel, ponga rumbo hacia Déneva.
Continuará...
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Referencias:
1 .- ST: Generations.
1 .- ST: Generations.
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