Los 4 Fantásticos nº13

Título: Doom Wars (II)
Autor: Jerónimo Thompson
Portada: Juan Andrés Campos
Publicado en: Marzo de 2008

¡Viajes en el tiempo! ¡Dimensiones alternativas! ¡Héroes descuartizados! Y, cómo no... ¡El Fin del Mundo! Todo esto y mucho más en la trepidante conclusión de DOOM WARS..
“¡Un brillante científico, su mejor amigo, la mujer que ama y el temperamental hermano de la misma! Juntos afrontaron los desconocidos terrores del espacio exterior... ¡Y los rayos cósmicos les transformaron en algo más que simples humanos!... ¡Mr. Fantástico, la Cosa, la Mujer Invisible y la Antorcha Humana! Ahora son los 4 Fantásticos y... ¡El mundo nunca volverá a ser el mismo!”
STAN LEE y ACTION TALES presenta:
Creado por Stan Lee & Jack Kirby

Resumen de lo publicado: Los 4 Fantásticos llegan a una tierra paralela gobernada por el Dr. Muerte con la intención de viajar al pasado, y evitar así su triunfo. Puesto que el plan consiste en introducirse en el Castillo Muerte y hacerse con su Máquina del Tiempo, el Doctor Extraño de este mundo los convierte en zombis, para impedir que puedan ser detectados en el empeño. Sin embargo, cuando llegan al castillo son interceptados por Hourman, que les convence de que liberen antes a uno de los prisioneros de Muerte: Green Lantern. El salto a través del tiempo es un éxito, pero Reed Richards queda atrás a merced de su eterno enemigo.


La Sala de Tránsito Cronal no era en realidad una sala. Carecía de paredes o techo que la limitaran, y su interior, ocupado por una sobrecogedora nada de color blanco, se extendía de forma ininterrumpida hasta el mismísimo Fin del Tiempo.

Sólo una estrecha puerta, labrada en metal rojo, se atrevía a romper la monotonía de aquel espacio casi infinito; y junto a ella, esperaban pacientemente dos hombres de aspecto muy diferente. Uno era pelirrojo, no muy alto, y mostraba en su rostro una barba cuidada. El otro, de impresionante musculatura, vestía un uniforme de colores primarios que le cubría todo el cuerpo. Ambos permanecían inmóviles y en silencio, con la mirada perdida en el vacío incoloro.

Entonces, a pocos pasos de donde se encontraban, comenzó a arremolinarse una débil fuente de taquiones, que rápidamente vio incrementada su intensidad hasta formar un auténtico vórtice temporal.

El plegamiento espacio-tiempo fue casi instantáneo, permitiendo el tránsito de una figura humanoide, apenas visible en el interior de aquel torrente de partículas elementales que se movía en círculos a su alrededor. Cuando finalmente se dispersaron los taquiones en breves corrientes desordenadas, apareció ante sus ojos lo que parecía ser un hombre, envuelto en una capa marrón con ribetes amarillos, que ocultaba parcialmente su rostro bajo una capucha del mismo color.


-Bienvenido, Hourman. Tu misión ha sido un éxito –saludó el hombre de la barba pelirroja.

-Disculpa si no comparto tu entusiasmo por lo que acabo de hacer, Hunter. ¿Y Reed Richards? –preguntó rápidamente el robot.

-Nuestros cálculos de probabilidad fueron exactos, y efectivamente, el doctor Richards no ha logrado dar el salto al pasado. Sin embargo –se apresuró a añadir Rip Hunter, -el resto del grupo sí que ha retrocedido en el tiempo junto a Green Lantern-.

-Ya veo. Mi misión ha sido un éxito, y en el proceso he traicionado a un héroe al que siempre consideré mi amigo-.

-Tu amigo murió, Hourman; y eso es precisamente lo que tratamos de evitar ahora, entre otras cosas. Ese Reed Richards al que te refieres ni siquiera pertenece a nuestra realidad-.

-¿Su vida vale menos por ello?-.

-¿A cambio de la de millones de personas que sobrevivirán a la Doom War si evitamos el ascenso del Dr. Muerte? Por supuesto que sí-.

-Eres un cínico, Hunter. Esos millones de personas que tanto te preocupan ahora son los mismos que condenó la AVT(1) con su cuarentena temporal-.

-En aquel momento tuve elegir entre salvar a esos millones en este período de tiempo, o poner en peligro la vida de billones en toda la línea temporal: no tuve otra opción. Ahora, sin embargo, la información que nos ha proporcionado nuestro amigo –dijo señalando al hombre corpulento que le acompañaba, -permite que podamos salvarlos a todos a cambio de una sola vida. Mis decisiones siempre han estado avaladas por los números-.

El héroe robótico apartó la mirada, asqueado por los razonamientos que le ofrecía Rip Hunter:

-Una sola vida sigue siendo un precio demasiado alto-.

-Tu suficiencia moral resulta ridícula, Hourman –respondió el Director de la AVT con agresividad.

-¿Acaso te negaste a participar en esta misión cuando te ofrecí la posibilidad de suspender la cuarentena temporal y eliminar a Muerte en el pasado?-.

-Esta discusión no lleva a ningún sitio –interrumpió el tercer ocupante de aquella sala que no era una sala, girándose a continuación hacia el robot. –Y además, la suerte de Reed Richards aún no está decidida. Confía en mí-.

-Resulta difícil confiar en ti, Capitán Britania, cuando fue tu señora Roma la que inició esta serie de cuarentenas a nivel dimensional y temporal, que han aislado al Dr. Muerte junto con todas sus víctimas. ¿A qué se debe este repentino cambio de actitud en la Guardiana Omniversal?-.

-A la llegada de los 4 Fantásticos 616 a este universo. Su intervención, aunque no deseada, lo ha cambiado todo; incluida nuestra política respecto a este mundo. Ahora tenemos una oportunidad de acabar con Muerte para siempre –concluyó Brian Braddock.


La voz de Víctor Von Muerte hizo temblar las paredes de aquella sala excavada en la roca, a pesar de que apenas superó el volumen de un murmullo:

-¿Debo suponer que mi viejo enemigo ha salido de su tumba para enfrentarse a mí por última vez?

–dijo mientras se acercaba con actitud amenazante a un Reed Richards con aspecto de zombi.

-Sabes que no, Víctor. Nunca podría engañarte de ese modo con tu nivel actual de poder-.

-Mi nivel actual de poder... –repitió Muerte aproximándose aún más a su eterno rival, para colocarse justo frente a él. -Sé que no perteneces a este universo, Reed Richards; y también que tú y tu patético grupo de monstruos de feria habéis logrado lo que vuestras versiones homólogas nunca soñaron conseguir: derrotarme por completo-.

Al escuchar estas palabras, una repentina expresión de asombro surgió en la cara medio podrida de Mr. Fantástico.

-No finjas sorpresa, Richards. Tú también has debido sentir esa vibración en el tejido de la realidad, poco después de que tu infecta familia retrocediera en el tiempo(2). El pasado ha cambiado, y mi presente...-.

El Dr. Muerte arrojó sobre el suelo el arma que había estado sujetando con firmeza, y que Mr. Fantástico reconoció enseguida como la Lanza del Destino. Y sin añadir nada más, siguió desprendiéndose de diferentes objetos que llevaba consigo, como si se trataran de baratijas sin valor: el Cubo Cósmico, el Orbe de Ra, el Ojo del Demonio... Finalmente, acercando ambas manos a su rostro, arrancó con fiereza la Máscara de la Medusa, mostrando a su enemigo la cara desfigurada que durante tanto tiempo había permanecido oculta.

-¿Por qué? –preguntó Mr. Fantástico desconcertado.

-La modificación que habéis introducido en mi línea temporal ha convertido este mundo que tanto esfuerzo me costó construir en un simple futuro alternativo, una rama seca desgajada del tronco del árbol, en la que estos objetos, tan ligados a la misma esencia de la realidad, han perdido su poder-.

Reed Richards quedó entonces en silencio, evaluando las posibilidades que tenía de sobrevivir a su encuentro con el monarca de Latveria. Un silencio que este último se encargó de romper:

-Pero no pienses ni por un momento que mi derrota va a salvar tu despreciable vida, Richards. Aún dispongo de mis vastos conocimientos arcanos, y por supuesto... de la simple fuerza de mis brazos –concluyó el Dr. Muerte introduciendo con brutalidad su mano derecha en el vientre de Mr. Fantástico, para a continuación tirar de sus intestinos hacia fuera con un golpe seco.


Susan Storm miró a su alrededor con gesto de cansancio: ¿cómo era posible que hubieran acabado otra vez en el interior de una cueva?

Primero fue en el Limbo, mientras Reed se recuperaba de la descarga masiva de datos relativos a este universo; y después en los sótanos del Castillo Muerte, donde habían rescatado a aquel héroe llamado Green Lantern, y retrocedido en el tiempo... sin su marido(3).

Durante un breve instante, el recuerdo de Reed desvaneciéndose en el aire mientras ellos saltaban hacia el pasado golpeó su estómago como un latigazo, pero Sue no permitió que esa imagen la hundiera en la desesperación. No era la primera vez que se veían en una situación parecida, y sin embargo, Reed siempre lograba volver junto a ella(4).

No. Ahora debía centrarse en la misión que les había traído hasta allí, al pasado de esta realidad alternativa; a esta otra cueva donde se ocultaba la persona que debía ayudarles a cambiar el curso de la Historia.

-¿Y bien? –preguntó impaciente la Mujer Invisible a la figura de semblante serio que les observaba desde el otro lado del cristal de aquella celda. -¿Cuál es el veredicto?-.

El hombre vestido de murciélago respondió con voz grave, sin apenas mover un músculo de su cara:


-Los análisis que he realizado parecen confirmar vuestras identidades. Sin embargo, aún me cuesta creer esa historia de viajes en el tiempo y dimensiones alternativas-.

-No veo por qué, Batman –intervino Kyle Rayner, incorporándose con dificultad sobre un camastro de aspecto muy sobrio. –Estoy seguro de que has tenido que participar en aventuras aún más absurdas junto a la Liga de la Justicia-.

-Hace mucho que abandoné ese grupo, Green Lantern –afirmó Bruce Wayne con tono cortante. –Ahora me dedico a otro tipo de asuntos-.

-¿A liderar un grupo de supervillanos, por ejemplo?-.

-No sabes nada sobre mí, ni mi relación con los Thunderbolts, vengador(5)-.

-Perdonad chicos –se adelantó Ben Grimm, interponiendo su enorme figura rocosa entre ambos.

–Esta discusión es muy, pero que muy interesante (sobre todo para los que estamos aquí de visita, y no tenemos ni idea de quiénes sois ninguno de los dos), pero... ¿Podríamos ir directamente al grano? Me gustaría regresar pronto al Baxter (a nuestro Baxter, quiero decir; ya sabéis, el de verdad), y dormir esta noche en mi cama de agua, viendo una película del gran G. Robinson-.

-Amén a eso, grandullón –sentenció Johnny Storm frotando distraídamente su ojo derecho, como si sintiera la necesidad de comprobar que estaba allí.

-Sé que no he sido el mejor de los anfitriones con vosotros –continuó Batman, -pero por norma general, tiendo a desconfiar de los grupos de zombis que aparecen en mi hogar de improviso, burlando todas las medidas de seguridad que he diseñado para evitar este tipo de asaltos-.

-Yo no organicé mi rescate... –rezongó Kyle Rayner tumbándose de nuevo en el camastro, exhausto por el simple esfuerzo que había tenido que realizar para incorporarse sobre su brazo izquierdo.

-Entiendo tu desconfianza inicial, Batman –intervino entonces la Mujer Invisible, –pero creo que no debemos perder más tiempo con estos detalles: tú ya has confirmado nuestra identidad, y nosotros nos hemos recuperado totalmente del efecto de esos talismanes que nos entregó el Dr. Extraño. Ahora debemos actuar. El destino de tu mundo depende de ello-.

El Hombre Murciélago asintió, y acto seguido tecleó una serie de números en la consola situada junto a la celda, que activó el desplazamiento de la pared acristalada que retenía a los viajeros temporales.

-De acuerdo ¿Qué es lo que queréis de mí?-.

Susan Storm suspiró de forma casi imperceptible, sabiendo que por fin habían superado el escollo que más quebraderos de cabeza solía provocar en este tipo de misiones; lo que Johnny bautizó un día entre risas como momento Sarah Connor: convencer al héroe de turno de que ellos provenían efectivamente del futuro (o de otra dimensión, o de otro planeta, según el caso que les ocupara).

-Reed diseñó un plan de intervención temporal muy detallado –explicó la Mujer Invisible, -cuyo éxito depende en gran medida de que nos acompañes al lugar donde Muerte consiguió... conseguirá el último de los objetos mágicos que van a permitirle conquistar la Tierra-.

-¿Y cuándo ocurrirá eso? –preguntó Batman.

-Esta noche. A las 21:37-.

-Muy bien, iré con vosotros; y avisaré a Microchip para que reúna a los Thunderbolts. Pero aún no entiendo... ¿Por qué yo? ¿Qué me convierte en una pieza clave dentro del plan de tu marido?-.

-Bueno, en primer lugar el hecho de que Muerte venga a Gotham City, tu ciudad, y en segundo... Creo que conoces bien el lugar donde vamos a enfrentarnos a él: una especie de residencia para criminales con problemas psicológicos-.

-El Asilo Arkham... –murmuró Batman.


-¿Cómo te encuentras? –preguntó Johnny a Green Lantern, que descansaba sobre un butacón mordisqueando con desgana una barrita de cereales.

-Bien, supongo. Recuperando fuerzas-.

Kyle ni siquiera le miró al contestar, y Johnny, sintiéndose incómodo con el silencio algo tenso que surgió entre ambos, decidió volver con el resto del grupo. Tanto su hermana Sue como Ben Grimm se encontraban a pocos metros de allí, con Batman y el Comisario James Gordon, vigilando constantemente el interior de una celda mediante varios monitores de televisión que colgaban de una pared; la celda del interno que recibiría la visita del Dr. Muerte a las 21:37 de aquel día.

Sin embargo, apenas se había alejado un par de pasos cuando Kyle añadió algo más:

-Siento lo de tu ojo, Johnny-.

-No te preocupes –respondió éste volviéndose de nuevo hacia el Green Lantern. –Al final ha quedado como nuevo, y tampoco puedo culparte por llevarte un buen susto cuando te viste rodeado de zombis, allí en el Castillo Muerte-.

-Lo sé, pero si no hubiera reaccionado como lo hice... Reed...-.

-Olvídalo, Kyle. Recogeremos a mi cuñado una vez hayamos derrotado al viejo Víctor. Lo bueno de los viajes en el tiempo es que siempre puedes volver unos segundos después de haberte marchado: será como si nunca nos hubiéramos ido-.

-Supongo que sí...-.

Johnny observó al Green Lantern con curiosidad, y percatándose del gesto de preocupación que mostraba el héroe esmeralda en su rostro, se sentó a su lado para continuar la conversación:

-Mira Kyle, sé que no nos conocemos de nada, y que debes de haberlo pasado muy mal en ese futuro del que te hemos sacado, pero confía en mí: esta noche cambiaremos la Historia, y todos esos meses que...-.

-Años-.

-¿Cómo?-.

-He pasado más de cuatro años prisionero en el Castillo Muerte-.

-Vaya, lo siento. Yo sólo trataba de...-.

-Lo sé, Johnny; y te agradezco la intención. No pretendía ser brusco, pero supongo que todo este tiempo allí encerrado ha terminado por agriarme el carácter-.

-Claro, es normal –dijo la Antorcha Humana, añadiendo con cierta curiosidad malsana: -Y Muerte.... ¿Te torturó durante todo ese tiempo?-.

-No –respondió el Green Lantern pasándose una mano ligeramente temblorosa por el pelo. –Al menos físicamente. Lo único que quería de mí ese cabronazo era mi anillo de poder, y como sabía que al morir yo, el anillo abandonaría el planeta en busca de un nuevo Green Lantern para el sector 2814, se preocupó de mantenerme con vida. Pero sólo eso. En todo el tiempo... durante todas las horas que pasó a mi lado estudiando el anillo de poder JAMÁS me miró o se dirigió a mí-.

-Joder...-.

-Al principio le gritaba constantemente, todos los insultos que se me pasaban por la cabeza. Sólo para hacerle reaccionar, pero nunca obtuve una respuesta. Y te aseguro que la indiferencia puede llegar a ser la más terrible de las torturas. Sentir que vales menos que un maldito objeto, menos que nada, durante tantos meses...-.

-Bueno... –intervino la Antorcha tratando de decir algo apropiado. –Como te decía antes, hoy acabaremos con ese futuro, y tu “yo” del presente no tendrá que sufrir lo que tú has sufrido. Y por cierto: ¿dónde estás en este momento? ¿No hay peligro de que tú y tu otro “yo” os encontréis aquí y se produzca una de esas paradojas temporales tan chungas?-.

-Imposible. Ya estoy atrapado en Latveria: hace dos días, los 4 Fantásticos (mis 4 Fantásticos) recibieron un aviso de la ONU informándoles de que el Dr. Muerte estaba movilizando tropas en la frontera con Markovia, y rápidamente se fueron hacia allí para resolver la situación. Yo no tenía en ese momento ninguna misión pendiente con los Vengadores, así que cuando Johnny me ofreció que les acompañara en su viaje a Europa, decidí ir con ellos. Era una trampa, claro. Y si Muerte consigue esta noche lo que ha venido a buscar a Arkham, tal y como ocurrió en mi pasado, los ejecutará mañana ante mis ojos sin que pueda hacer nada para evitarlo-.

Johnny Storm se mordió ligeramente el labio pensando en el destino que le aguardaba a sus homólogos de esta realidad:

-Vaya, no sabía que ya nos conocíamos. Quiero decir, tú y nuestras versiones alternativas-.

Kyle Rayner miró a la Antorcha Humana con cierta agitación interior antes de responder a su comentario:

-Hace años que tú y yo vivimos juntos. Desde que coincidimos en los Titanes(6)-.

-¿Ah sí? ¿Somos compañeros de piso?-.

-Somos novios, Johnny-.

-Oh...-.


Las sombras se condensaron en un rincón de la celda de John Dee, alias Dr. Destino; un residente del Asilo Arkham que permanecía sedado día y noche desde que ingresara allí dos años atrás, poco después de que la Piedra del Sueño terminara incrustada en su pecho, tras su enfrentamiento con Pesadilla(7).

Las sombras se condensaron, sí, y acto seguido se abrieron en dos para permitir el paso de Víctor Von Muerte. Allí, junto a la cama del Dr. Destino, apenas visible bajo la luz de la luna que llegaba desde un pequeño ventanuco situado sobre sus cabezas.

-Buenas noches, señor Dee –susurró el monarca latveriano acercándose a la figura oculta bajo las mantas. Sin embargo, cuando las echó a un lado no encontró el cuerpo inconsciente de aquel villano psicótico, sino a un expectante Metamorpho que exclamó con celeridad:

-¡Sorpresa!-.


El miembro cambiante de los Thunderbolts se transformó inmediatamente en una espesa nube de gas narcótico, que se concentró alrededor del Dr. Muerte. Y antes de que éste pudiera reaccionar siquiera, surgieron a través del suelo unas manos de color dorado, pertenecientes a Piedra Lunar, que se aferraron a su tobillo izquierdo y tiraron fuertemente hacia abajo para después soltarlo(8).

Muerte lanzó un grito desgarrado en el que se confundieron la cólera y el dolor. Un grito involuntario, que le hizo aspirar profundamente el gas volátil en que se había convertido Metamorpho. Y apenas dos segundos después, recibió todo el peso de la pared de su derecha, derribada por el tremendo golpe que le había propinado Atlas desde el otro lado.


Mientras el monarca se encontraba aún aturdido bajo los escombros, Pájaro Cantor y Rayo Negro surgieron a través del enorme agujero abierto por su compañero, dirigiendo contra él toda la intensidad de sus respectivos poderes.

La descarga combinada iluminó la estancia con un fulgor deslumbrante, que no les permitió observar cómo el suelo cedía bajo aquella impresionante demostración de poder, derrumbándose hacia el piso inferior con un Dr. Muerte medio carbonizado. Siguiendo el plan trazado por Batman, le esperaban allí Piedra Lunar y Halo, que antes de que el villano terminara de caer sobre los azulejos blancos de la zona de duchas, comenzaron a disparar intensos rayos de energía que impactaron contra su cuerpo desde puntos opuestos. Y tan pronto como Muerte tocó el suelo, ambas abandonaron el lugar para evitar que éste pudiera enfocar su vasto poder sobre ellas.
Furioso e impotente, el Dr. Muerte trataba de ponerse en pie para hacer frente a aquel grupo de cobardes que golpeaban y huían sin darle la oportunidad de contraatacar, pero antes de que pudiera reaccionar, sintió cómo la nube narcótica que aún le mantenía desorientado se transformaba en un ácido extremadamente corrosivo que comenzó a devorar su armadura metálica, junto con su característico manto verde oscuro. Fue en ese momento cuando Katana saltó hacia el monarca desde el agujero abierto en el techo, aferrando con fuerza su espada maldita, devoradora de almas.

La japonesa situó a su objetivo con precisión milimétrica mientras caía hacia él, girando en el aire para adoptar la posición adecuada, y preparar así su katana para cercenar la cabeza de Muerte de un solo tajo. Y lo hubiera conseguido de haberle alcanzado sólo un segundo antes, pero ese breve espacio de tiempo fue todo lo que necesitó el villano para recuperar momentáneamente su concentración, y romper todos y cada uno de los huesos de Katana con un simple movimiento de su mano, mientras ésta se encontraba aún en el aire. La heroína japonesa murió en el acto, cayendo sobre el suelo como una muñeca rota. El monarca centró entonces su atención en el ácido orgánico que ya estaba quemando su carne, y empleando una pequeña fracción del poder que le otorgaba el Cubo Cósmico, obligó a Metamorpho a recuperar su forma humana en el actual estado “disperso” en el que se encontraba. El resultado fueron miles de pequeños trozos de Rex Mason que le rociaron como una leve lluvia de verano. Víctor Von Muerte respiró hondo, tratando de retomar el control total sobre sí mismo; y sin darle tiempo a los Thunderbolts para encajar la inesperada muerte de sus dos compañeros, e iniciar el segundo plan de ataque que ya les gritaba Batman a través de los pequeños transmisores insertados en sus oídos, el villano desapareció envuelto en una densa oscuridad salida de la nada. Desapareció, sí, pero sólo para aparecer en la sala de monitores desde la que el Hombre Murciélago había estado dirigiendo toda la operación, junto al Comisario Gordon, Green Lantern y el resto de los 4 Fantásticos.

-¿Dónde me has traído, Shade(9)...? –murmuró el Dr. Muerte mirando a su alrededor. -¿Vosotros?

–exclamó a continuación al descubrir sorprendido a aquellos que sabía presos en su castillo.

-¡Thunderbolts! ¡Aquí! –gritó Batman a través de su comunicador, mientras la Cosa embestía a su más odiado enemigo como un rinoceronte enloquecido, lanzándolo contra la pared de cemento que se encontraba tras él; y siguiendo el ejemplo de su compañero, la Antorcha Humana ardía en llamas para volar hacia Muerte, y lanzarle intensas lenguas de fuego que lo envolvieron rápidamente en un infierno que Johnny alimentó sin cesar.

Para evitar que toda la sala pasara a formar parte de ese infierno, la Mujer Invisible concluyó el trabajo aislando las llamas con un sólido campo de fuerza, que sin embargo permitía el paso del oxígeno y el fuego de Johnny.

Green Lantern se mantenía mientras tanto al margen de todo, acurrucado en su sillón, y aterrorizado por la sola presencia del monarca latveriano: muy a su pesar, los largos años de cautiverio en el Castillo Muerte habían terminado por afectarle profundamente.

Aunque desorientado en el fragor de aquel horno que le estaba consumiendo, Muerte pudo sentir la proximidad de los Thunderbolts, a punto de irrumpir en la sala para unir sus fuerzas a las de los 4 Fantásticos. Y dudando por primera vez en muchos años de sus posibilidades para salir victorioso, el villano murmuró unas palabras que bien podrían haber pasado por simples pensamientos enunciados en voz alta:

-Aísla este sitio, Shade. Y encárgate de ella-.

Una vez más, las sombras de aquella sala se espesaron rápidamente; pero en esta ocasión, no se limitaron a permanecer en el lugar donde se encontraban, sino que se expandieron por suelo y paredes, hasta alcanzar el techo y formar una oscura película continua que impedía la entrada y salida de la estancia.

Kyle Rayner fue el único que se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo, pero sin darle tiempo a superar el bloqueo mental que sufría, brotaron de las sombras una decena de pequeños demonios oscuros que cayeron sobre Susan Storm.

La Mujer Invisible perdió inevitablemente la concentración, y como consecuencia, el campo de fuerza que había formado alrededor de su enemigo se vino abajo con ella.

Muerte no perdió ni un segundo entonces, y atravesó las llamas que le rodeaban para primero tocar levemente a la Cosa, y después lanzarse sobre una sorprendida Antorcha Humana, aferrando su cuello con ambas manos. El toque del latveriano hizo que Ben se derrumbara sobre la sustancia negra y pegajosa del suelo al ver incrementado su peso de forma exponencial. E inmediatamente, fue recibido por numerosas protuberancias bulbosas que lo envolvieron.

-Storm... –musitó el villano fuera de sí, apretando con fiereza la garganta del miembro más joven de los 4 Fantásticos.

Green Lantern clavó entonces su mirada, hasta ese momento perdida, en aquella terrible escena, que sacudió sus tripas con la fuerza de un puñetazo: era sólo cuestión de segundos que Muerte rompiera el cuello de la Antorcha Humana, acabando (de nuevo, tal y como ya había ocurrido en el pasado de Kyle) con su vida. Y fue en aquel instante cuando toda la rabia y frustración acumuladas en su interior durante los últimos cuatro años se vio liberada de forma repentina, transmitiéndose rápidamente a su anillo de poder.

El poderoso artefacto creado por los Guardianes del Universo empezó a brillar con una luz cada vez más intensa, que pronto se volvió cegadora e hizo retroceder las sombras escurridizas que habían amenazado con engullirlos a todos.

Muerte se volvió hacia el héroe esmeralda con gesto altivo, relajando la garra que oprimía el cuello de Johnny Storm.

Green Lantern tensó todos sus músculos, y se arrojó contra el monarca de Latveria con el anillo de poder crepitando energía en su puño derecho.


Apenas quedaba un rincón de aquella sala excavada en la roca, que no albergara algún pedazo del cuerpo putrefacto de Reed Richards.
Durante los últimos veinte minutos, Muerte había estado llevando al límite la maltrecha elasticidad del héroe, rasgando y destripando piel y órganos internos, hasta el punto de cubrir todo el suelo con sus intestinos.

Aún jadeante por el esfuerzo realizado, el monarca sujetó entonces la cabeza de Mr. Fantástico entre sus manos, observando con detenimiento su rostro marchito. Los ojos habían sido reventados; la lengua cortada; y su cuello, parcialmente seccionado, se había convertido en un fino hilo de carne reseca, alrededor del cual pendía el talismán que le había transformado en zombi.

Muerte levantó su mano derecha dispuesto a arrebatarle el colgante; una acción que devolvería la vida al líder de los 4 Fantásticos por unos instantes, sólo para morir definitivamente como consecuencia de las tremendas heridas que le había inflingido.

Sin embargo, justo en el momento en que se disponía a cumplir su cruel propósito, una mano firme pero delicada, lo inmovilizó aferrando su muñeca con determinación.

Al girarse hacia atrás, y ver de quién se trataba, Muerte esbozó una sonrisa cínica que acentuó la atrocidad de su rostro desfigurado:

-Me sorprendes, Guardiana Omniversal. Supuse que enviarías a alguno de tus Capitanes para hacer el trabajo sucio. Pero me alegro de que estés aquí: así podrás apreciar mejor mi última obra –añadió señalando con un leve movimiento de cabeza los múltiples restos de Mr. Fantástico.

-Se acabó, Víctor. Tu mundo ya no existe. Este sótano es el único vestigio que queda de esta línea temporal, y cuando me marche, también será eliminado-

Muerte dejó caer la cabeza de Reed Richards sobre el suelo, con desinterés, como si aquello hubiera perdido toda la importancia que pudiera haber tenido antes.

-¿Y el Otro te ha dado su consentimiento? Tengo entendido que no eres libre de hacer lo que te plazca en este universo... –dijo el monarca latveriano con tono despectivo.

-¿Cómo sabes...? –preguntó la Guardiana Omniversal pillada por sorpresa.

-¿...de la existencia del Monitor y del Multiverso que queda al otro lado?(10) –continuó el villano. –Siempre me has subestimado, mujer. Y si estos 4 Fantásticos no se hubieran entrometido, hubiera terminado ocupando tu lugar en Otromundo. Recuérdalo-.

Roma endureció el gesto, y por un momento, pareció inclinada a responder violentamente a sus palabras. Sin embargo, no tardó en recuperar su estudiada frialdad:

-Mi política de intervención dimensional no es asunto tuyo. Y ahora, serás borrado de la existencia para siempre-.

Seguidamente, la Guardiana Omniversal partió de aquella porción de universo ya condenada, llevándose con ella los numerosos pedazos de Reed Richards que allí se encontraban.

-No eres nada, Víctor –fueron sus últimas palabras antes de desvanecerse en un tenue fulgor dorado.

E inmediatamente después, la sala comenzó a encogerse como un viejo papel arrugado dispuesto a ser lanzado a la papelera.

El monarca miró brevemente a su alrededor con ojos orgullosos, y elevando la voz tan alto como pudo, sentenció:

-Yo... soy... MUERTE-.

El organismo ameboide adherido a la pared metálica vibró levemente cuando Reed Richards se agitó en su interior. Y como consecuencia de estos primeros movimientos, su piel traslúcida cambió de color, mostrando ligeros tonos violáceos.

A una señal de Susan Storm, que también se encontraba en aquella habitación junto a Ben y Johnny, la ameba despegó los bordes de su orificio bucal y expulsó el cuerpo de Mr. Fantástico, desnudo y cubierto de una gelatina amarillenta.

-Reed, cariño, no sabes cómo te he echado de menos –dijo la Mujer Invisible rodeándole con una manta refrigerante. -

¿Dónde...? ¿Cómo...? –balbució el aclamado científico, sintiendo que su piel ardía.

-Tómatelo con calma, estirado. Esta gente dice que aún tendrás que reposar un par de semanas antes de volver a estar como antes –contestó la Cosa.

-Cómo se nota que no te conocen, ¿verdad? –añadió Johnny sonriendo.

Mr. Fantástico observó a sus compañeros con cierta confusión reflejada en el rostro; después también a su esposa; y no pudiendo refrenar su genuina curiosidad científica, se volvió lentamente hacia el extraño organismo que aún permanecía pegado a la pared.

-¿Qué es esto?-.

-Reed, por favor: no seas grosero –respondió Sue. –Esto es un miembro del Cuerpo de Capitanes de Otromundo...-.

-Ya sabes, ése al que pertenece el Capitán Britania –apostilló la Antorcha Humana.

-...y proviene de una Tierra paralela en la que las amebas son la forma de vida dominante –terminó la Mujer Invisible.

-Oh, lo siento –dijo Reed dirigiéndose al organismo unicelular. -¿Y qué hacía yo en su interior?-.

-La explicación te va a encantar, cuñado. Según nos han contado, el sistema que tiene nuestro amigo para alimentarse es reversible, así que si se mete algo por la boca lo digiere para obtener energía, pero si sigue el camino contrario, es él quien transmite esa energía a lo que se haya introducido-.

-O lo que es lo mismo: te metimos por su culo para curarte más rápido –concluyó la Cosa entre fuertes carcajadas.

-Ben, por favor... –intervino Sue de nuevo, con visible embarazo, preguntándose hasta qué punto aquella ameba superdesarrollada era capaz de entenderles. –El Capitán Pangea fue muy considerado al ofrecerse para hacer esto-.

Mr. Fantástico miró otra vez al organismo ameboide con franca curiosidad:

-Gracias, Capitán... ¿Pero qué me he perdido? La última vez que nos encontramos con un agente de Otromundo las cosas no terminaron demasiado bien.

-La verdad es que yo tampoco lo entiendo del todo, Reed –dijo su esposa. –Parece que todo se reducía a una cuestión de protocolos y normas de seguridad dimensionales, que una vez superados, permitieron la intervención de Roma-.

-De hecho, fue ella la que te sacó del Castillo Muerte –siguió Johnny. –Y no te imaginas en qué estado. Aunque el talismán del Dr. Extraño te mantuvo con vida, hizo falta mucho esfuerzo para recuperarte de una pieza-.

-Y el grandullón pegado a la pared fue quien remató la faena –añadió Ben.

-Por supuesto... –dijo Mr. Fantástico ensimismado. –El sistema digestivo de este organismo debe de haber actuado acelerando mis procesos metabólicos, y por esa misma razón, mi temperatura corporal ha subido varios grados por encima de lo normal...-.

-Vuelve estirado, que ya te estás perdiendo en las nubes-.

-Tranquilo Ben, sólo trataba de ordenar mis ideas-.

-Cariño, ¿recuerdas todo lo que pasó en el Castillo Muerte? –indagó entonces Susan Storm con expresión preocupada.

-Sólo de forma difusa... Sé que Víctor se cebó conmigo con una rabia demencial, pero lo cierto es que no podía sentir dolor, y llegó un momento en que ya no fui consciente de lo que ocurría... ¿Y vosotros? ¿Tuvisteis muchos problemas para derrotarle en el pasado?-.

-Conseguimos la ayuda de ese tal Batman, como tú dijiste –contestó la Mujer Invisible, -pero al final fue Green Lantern quien acabó con Muerte-.

-Sacrificando su vida en el empeño –añadió Johnny Storm con una extraña expresión en la mirada.

-Fue una auténtica masacre –continuó Sue. –El combate arrasó la mitad de esa ciudad, Gotham City, y murieron cientos de personas por culpa de Muerte. Sin embargo, Green Lantern consiguió derrotarle al final, y cambiar el curso de la Historia-.

-Y poco después, vino el Capitán Britania y nos trajo aquí, a Otromundo, para que nos reuniéramos contigo –concluyó la Cosa. Mr. Fantástico permaneció en silencio durante unos instantes, asimilando toda la información que le habían proporcionado sus compañeros. Y entonces, levantándose con cierto esfuerzo y la ayuda de su esposa, sentenció:

-Bueno, no sé lo que pensaréis vosotros, pero si Roma no tiene nada que objetar, creo que éste sería un buen momento para volver a casa y olvidarnos por un tiempo de Skrulls, Fantasmas del Espacio y Doctores Muerte ultrapoderosos, ¿no creéis?-.

-Cuando tienes razón, tienes razón estirado... –rió Ben Grimm amenazando con coger en volandas a su amigo, y líder de los 4 Fantásticos. La aventura había concluido.

FIN 
 

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Referencias:
1 .- La Agencia de Variación Temporal.
2 .- Como vimos en el episodio anterior.
3 .- Otra vez, en el episodio anterior.
4 .- Creo que hay muchos ejemplos de aventuras en las que Mr. Fantástico ha sido dado por muerto, pero la que recuerdo con más cariño es la que nos contó John Byrne en Fantastic Four #289-292 USA (Los 4 Fantásticos v1 nº 62-64; Coleccionable: Los 4 Fantásticos de John Byrne nº 22-23)
5 .- Os recuerdo que en este universo Green Lantern forma parte de los Vengadores.
6 .- Tal y como se contó en Capitán Marvel Anual #1, aquí mismo, en Action Tales.
7 .- La Piedra del Sueño tuvo un papel importante en el comienzo de la serie Sandman, por ejemplo (Sandman #1-7 USA; Universo DC nº17, 25-27 de Zinco; Sandman: Preludios y Nocturnos de Norma; Sandman nº1-4 de Planeta), mientras que Pesadilla es un villano onírico que ha aparecido en numerosas ocasiones en la serie del Doctor Extraño
8 .- Este truco ya fue utilizado por una Gata Sombra alternativa para vencer a un Rondador Nocturno alternativo en la clásica miniserie protagonizada por Magik (Colección Extra Super-Héroes nº8; Edición Formato Prestigio nº25-26).
9 .- Tal y como se contó en Marvel Fanfare #6, The Shade y Muerte son aliados.
10 .- Si queréis saber más sobre la posición que ocupa este universo entre el Omniverso Marvel y el Multiverso DC, echadle un vistazo a la escena que abre el Capitán Marvel Anual #1




Y en el próximo número, comienza una nueva etapa en la vida del cuarteto fantástico de la mano de Gabriel Romero y Santiago Ramos. No os perdáis su tarjeta de presentación en: “No dejen de visitar...”.

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