Star Trek Original Series nº18

Título: Cánticos de la estrella moribunda (II)
Autor: Miguel Ángel Naharro
Portada: David Messina
Publicado en: Diciembre 2009

Nero, Spock, el almirante Mccoy y Scotty tratan de evitar que la estrella de Rigus Veta se transforme en una nova y arrase todo el sistema, pero Nero descubrirá que no es todo lo que parece...
El espacio, la ultima frontera. Estos son los viajes de la nave estelar Enterprise, buscando nuevos mundos, nuevas civilizaciones, para llegar hacía donde ningún hombre ha llegado jamás.
Gene Rodenberry y Action Tales presentan:
Creado por Gene Rodenberry


Resumen de lo publicado: Un romulano llamado Nero pide ante el senado romulano que investiguen un fenómeno que esta llevando al sol de Rigus Veta a convertirse en una nova. El senado lo desestima, y Spock, que esta como embajador en Rómulo, decide ofrecerle su ayuda. Reuniendo a antiguos compañeros suyos, como el Almirante Leonard Mccoy y Scotty y con un carguero de la Flota. Se dirigen al sistema Rigus Veta para intentar salvar al pueblo de Nero.

Nota: Esta historia esta ambientada en el siglo XXIV, en la época de la Nueva Generación post-Némesis.


- Estas hoy esplendida, querida.- Dijo Nero abrazando a su esposa, que sin duda estaba radiante esa mañana.

- Debo estar perfecta para despedir a los héroes.- Dijo la mujer romulana con una sonrisa encantadora.

- ¿Héroes? Yo no diría tanto, Narada. Sólo hacemos nuestro trabajo.- Observó Leonard Mccoy.

- Habéis venido de muy lejos para salvarnos. Para mí y para mi marido, sin duda sois héroes, almirante Mccoy.

- Debemos partir pronto.- Comentó Scotty.- Cuanto antes analicemos la estrella, podremos intentar resolver el problema.

Como a modo de respuesta, sonó el intercomunicador de la insignia de Mccoy.

- Almirante, nuestros sensores de largo alcance han detectado una patrulla romulana en la zona.- Dijo el capitán Collins.

- ¡Maldición! Parece que la función ha llegado a su fin…

Spock se adelantó y se acercó a Mccoy.

- Es probable que una nave de la Flota pueda distraer lo suficiente a la patrulla para poder conseguir nuestro objetivo, Almi... Leonard.- Dijo Spock.

- Pero mientras la Júpiter mantiene ocupados a la patrulla no podremos cumplir con el plan…

- Podemos usar mi nave, almirante.- Dijo Nero con decisión.- Será un honor para mi el poder llevarles.

- Mmm esta bien, esta bien… Capitán Collins, intente sacar de la zona a la patrulla, no se arriesgue, sólo juegue al gato y al ratón con los romulanos mientras nosotros seguimos el plan trazado. Transporten el material a la bodega de la nave de Nero y márchense. Buena suerte.

- Lo mismo les digo, almirante. Collins fuera.

- Es la hora.- Dijo Nero.


En el monitor principal del viejo carguero se mostraba la inestable estrella que amenazaba con destruir todo el sistema.
El sol brillaba intensamente mientras el romulano fijaba sus ojos en su figura incandescente.

Se le notaba intranquilo, mientras esperaba el dictamen de los oficiales de la Flota que no cejaban de analizar el cuerpo celeste.

- ¿Y bien? ¿Pueden solucionarlo?- Preguntó impaciente Nero.

Miles O’Brien levantó la vista de su panel y se giró hacia el minero romulano.

- Desconocemos el por qué el rápido deterioro de la estrella, Nero. Si no se evita, se convertirá en una nova en sólo unos días. Pero aún sin saber que lo causa, creemos que podemos detenerlo o revertirlo.

- En efecto.- Dijo el embajador Spock que se hallaba manipulando junto a Mccoy unos mecanismos de lo que para Nero era muy similar a un torpedo estándar de la Flota Estelar.- El torpedo lleva una alta concentración de Isótopos de dacalitio Creemos que una detonación neuro-plasmática de alto nivel podría estabilizar la estrella y evitar su inminente muerte.

- ¿Y lo conseguirán con ese torpedo?

- Oh, no es un torpedo normal, Nero. Es una maravilla en la que llevamos trabajando semanas.- Comentó Scotty.

- Y un trabajo de Montgomery Scott de semanas de duración vale su peso en oro, Nero, créame.- Dijo Mccoy.

- Me adula, almirante.- Dijo Scotty.- Yo he contribuido como uno más, y no olvidemos que la idea y el diseño de origen es obra de Spock.

- La preparación del torpedo es esencial. Un solo falló y lo echaremos todo a perder.- Indicó Spock.

- Sí, es casi como una operación quirúrgica a un torpedo…. Hmmm ¿No le recuerda esto a una situación parecida antes del acuerdo de Khitomer? [1]

- Una vez el torpedo detoné en el corazón de la estrella, la carga en su interior debería ser suficiente, al menos en teoría.- Dijo O’Brien.

Nero se quedó paralizado por un instante.

- Es algo que nunca se ha hecho antes, amigo mío. Debes tener fe en que lo conseguiremos.

- Confió en vosotros. No teníais por qué ayudarnos y aquí estáis. Tenéis mi eterna gratitud.- Dijo Nero.

- ¡La operación esta concluida!- Exclamó Mccoy.

- No hay tiempo que perder, llevémoslo al tubo lanza-torpedos y salgamos de dudas.- Dijo Nero.

- Amigo mío, se paciente. Pronto volverás a estar con tu amada esposa, y todos estaréis sanos y salvos.- Dijo Spock.

Minutos más tarde, Spock analizaba los datos de una pequeña consola.

- Cuanta atrás comenzada.- Indicó Scotty.- 10…9…8…7

A Nero se le hicieron eternos los números que restaban para el lanzamiento. Rezaba a sus ancestros por que todo saliese bien. Su destino estaba en las manos de estos extraños hasta hace sólo unos días… Y ahora convertidos en sus salvadores... ¿O en sus destructores?

- Cuenta atrás finalizada. ¡Fuego!- Dijo Spock.

El torpedo fue disparado desde la nave romulana, impactando en el centro del sol. Pudieron ver un pequeño resplandor y después ¿nada?

- ¿Qué es lo que ha ocurrido?- Preguntó angustiado Nero.

Spock y Scotty analizaban detenidamente las lecturas de los sensores de la nave.

- Las lecturas son positivas, Nero. Creo que lo hemos conseguido.- Dijo Spock.

Nero no pudo evitarlo y se acercó a Spock y le dio un jovial abrazo. El vulcaniano se vio sorprendido y algo incomodo.

- Gracias, embajador, muchas gracias. Te debo todo. Pídeme cualquier cosa que este en mi mano y te la concederé, tienes la palabra de Nero.

- Sólo hice lo que me dicto la lógica, Nero.

- No le sacarás más, créeme, amigo. Con la edad que tiene ya no cambiará, eso seguro.- Dijo con sorna Mccoy.

Se escuchó un pequeño zumbido en un panel de control.

- He detectado algo extraño.- Comentó Scotty.- Una distorsión en el espacio.

- Enséñanos donde esta esa distorsión, señor Scott.- Dijo Spock.

En la pantalla apareció una zona cercana a la estrella.

- Me es familiar ese tipo de distorsión.- Dijo Nero.- Déjeme mirar. Le indicó a Scotty.

Nero movió rápidamente sus dedos en los controles.

-Estoy usando uno de mis antiguos códigos de centurión. Si tengo razón, en unos segundos lo veremos.

- ¿Qué diablos es lo que veremos?

- Paciencia, almirante.

Como dijo Nero, en la pantalla apareció de repente un objeto.

- ¡Que me aspen! ¿Qué narices es eso?

- Parece algún tipo de sonda. Su tamaño no es demasiado grande, creo que podría caber dentro de uno de los almacenes de la nave ¿puede teletransportarlo allí, Scotty?

- Delo por hecho, embajador.- Dijo Scotty.


- No es posible- Dijo Nero.

Se encontraban en el hangar de la nave, donde Scotty examinaba la sonda que habían detectado recientemente.

- No hay duda. La sonda es romulana. Lo siento, Nero.- Dijo Scotty.

- Si mantenían bajo vigilancia al sol de Rigus Veta ¿Por qué negaban la evidencia? ¿Por qué no quisieron ayudarnos?- Comentó Nero con un semblante triste en su rostro.

- Temo la respuesta, Nero.- Dijo Spock. Si mis sospechas son correctas…

- ¿Qué es lo que quiere decir, embajador?

- Te lo podré decir en unos minutos, amigo mío. Dijo Spock mientras conectaba mediante unos cables la sonda a un panel. En la pequeña pantalla se sucedieron cientos y cientos de datos que Spock escudriñaba con celeridad.

- Señor Scott, ¿puede echar un vistazo a estos datos?

Scotty hizo lo que Spock le decía y la sorpresa apareció en su rostro normalmente jovial.

- Las lecturas…

- ¿Puede decirme alguien que esta sucediendo?

Spock accionó unos botones táctiles, y en uno de los monitores del hangar aparecieron unos diagramas en 3 dimensiones.

- La sonda tiene unos parámetros muy peculiares… He indagado y mis temores se han confirmado. Estaba configurada para emitir pulsaciones gravimetricas en una amplitud de onda capaz de desestabilizar el sol. Era el origen externo que intuí al ver tus informes frente al senado, y que no alcanzaba a entender. [2]

- ¿Es posible? ¿Mi propio gobierno ha hecho esto? ¿Por qué?

- Un arma capaz de desestabilizar las estrellas seria muy útil en la guerra, me temo.- Apuntó Scotty.- Parece que el sol de Rigus Veta estaba siendo la cobaya de laboratorio de tu gobierno para una nueva arma.

- No doy crédito… Mis propios lideres...

El sonido del intercomunicador rompió el momento de tensión.

- Spock, Nero... Será mejor que subáis al puente inmediatamente, tenemos problemas.

Nada más poner el pie en el puente, tuvieron que entrecerrar los ojos. Una luz roja lo iluminaba todo. Los ojos de Nero se centraron en el sol ¿Qué es lo que le estaba pasando?

- La estrella se esta convirtiendo en una nova... No entiendo como es posible, pero el torpedo ha causado el efecto contrario, ha acelerado el proceso…- Dijo con voz temblorosa O’Brien.

- No lo sabíamos… La combinación de los Isótopos junto a la descarga de ondas de la sonda han acelerado todo por completo…

- ¿Podréis solucionarlo? ¡Dime que podéis!

- Lo lamento... Nero.- Dijo Spock.

Antes de que Nero pudiese contestar a Spock, toda la nave comenzó a temblar, y se tuvieron que agarrar a donde pudiesen para no salir disparados por la cubierta.

- ¿Qué ha sido eso?- Preguntó el almirante Mccoy.

- Una onda de energía procedente de la estrella. Los niveles se salen de las escalas. Estallará en cualquier momento.- Dijo Scotty.

- ¡Pues salgamos!- Exclamó Mccoy.

O’Brien negó con la cabeza.

- Esa onda ha averiado los impulsores. No podemos movernos, almirante. Estamos varados.

- ¡Noooooo!- Gritó Nero.


- Nero, ¡tenemos que irnos! La estrella esta apunto de estallar.- Exclamó el almirante Mccoy.

- ¡No! ¡Tengo que volver con mi mujer! ¡Tengo que salvarla!

Spock se acercó al romulano. Y negó con la cabeza.

- No hay tiempo… Lo siento, amigo mío.

- ¡Nooo! ¡No me llames amigo! ¡Me prometiste que los salvaríamos a todos! ¡Iré a por Narada!

Nero se dio la vuelta y se encamino al control de navegación, pero la mano de Spock se movió rápidamente y aplicó una presión en uno de los músculos del romulano, y este se derrumbó al instante.

- El pinzamiento Vulcano le ha dejado fuera de combate. Llevémosle a una de las capsulas de escape.- Dijo Spock.

Dándose la mayor prisa que les fue posible, llevaron a Nero hacía una escotilla y lo introdujeron en una de las capsulas. O’Brien accionó un mecanismo y la capsula fue disparada a toda velocidad desde el la nave hacía el espacio abierto.

- Ahora nos toca a nosotros.- Observó Miles O’Brien.

El almirante Mccoy comenzó a dirigirse hacía su capsula, cuando sintió el familiar cosquilleó del transportador en su cuerpo.

- ¿Qué demonios?

Los tres aparecieron en el puente del carguero de la Flota Estelar. El capitán Collins se giró hacía ellos.

- Hemos venido lo antes posible... En cuanto despistamos a la patrulla... Estábamos apunto de desistir. Máxima velocidad, salgamos de aquí de inmediato.

- ¿Y Nero? ¿Lo han transportado aquí también?- Preguntó Spock.

- Negativo, embajador. Y ya no queda tiempo para localizarle. Tenemos que marcharnos ya.
Spock asintió.

El Carguero forzó sus motores warp al máximo, y dejando una estela de colores tras de si mientras se alejaba velozmente del sistema.

Los pacíficos habitantes de Rigus Vega dirigieron sus miradas hacía el cielo del planeta. El intenso resplandor era cegador, pero en el fondo de sus corazones podían sentir lo que ocurría. La desesperación, el miedo y el terror les invadía. Se abrazaron unos a otros, buscando un consuelo que no podía llegar.
Roadek no podía creer lo que estaba viendo. Su mayor pesadilla se estaba haciendo realidad con rapidez. Ante sus ojos pasaron las discusiones con parte de la colonia sobre el posible peligro de que la estrella se consumiese y pudiese amenazarles realmente, y su negativa una y otra vez a hacer algo al respecto.

- N-no puede ser. Me dijeron que no había peligro real ¡Nooo!

Le engañaron ¿o se dejo engañar por los créditos con el que lo sobornaron? Todos los temores que le
presentaron sus ciudadanos eran reales. Estaban condenados. Por su culpa, y no podía hacer nada para evitarlo. Roadek se arrodilló, con el rostro descompuesto por el dolor y por la pena. Elevó un puño al cielo, deseando que quienes hicieron esto fuesen castigados por sus actos. En la villa de la familia de Nero, Narada derramaba lágrimas que caían por su bello rostro. El pesar era por su esposo y por su hijo no nato. Su último pensamiento fue para Nero.

La estrella finalmente se colapsó, estallando e iluminando el vacío espacial, al tiempo que volatilizaba Rigus Veta y los planetas cercanos como si jamás hubiesen existido, borrándolos de la faz del espacio.

Una capsula de escape romulana es alcanzada por la onda expansiva, pero consigue evitar ser destruida. En su interior, Nero despertó. Lo primero que hizo fue mirar por la mampara. Sólo para contemplar con estupefacción el resplandor lejano de la estrella que había destruido su hogar, a sus amigos, a su mujer e hijo. Elevó un grito estremecedor, desgarrador, de rabia y dolor, de sufrimiento. Lloró a sus seres queridos durante un largo tiempo. No dejaba de ver la imagen de su dulce y bella Narada. Un rostro que nunca más volvería a contemplar, una piel que nunca volvería a acariciar, unos
labios que no volvería a besar… Narada- susurró casi inaudiblemente.

Spock-pensó- Él es el culpable. Me mintió, dijo ser capaz de salvar mi hogar, a los míos, y era una burda mentira. Tiene las manos manchadas de sangre.
Lo pagará caro. Todo lo harán.

- ¡SPOOOOOCK!- Gritó Nero con rabia.
Su gritó resonó por el interior de la capsula, como un eco que se repetía una y otra vez torturándole.

En el puente de la Uss Júpiter, reinaba el silencio más absoluto, interrumpido únicamente por el zumbido de los sensores.

- ¿No ha sobrevivido nada, capitán?- Preguntó el almirante Mccoy, aunque era consciente de la respuesta.

- El barrido de la zona indica que no ha quedado nada. Apenas minúsculos fragmentos de polvo estelar de lo que antes fue Rigus Vega.

- Cientos de seres vivos, aniquilados en un instante… Y todo por mi culpa.

Se volvieron hacía la figura del embajador Spock. Parecía empequeñecido, débil, enjunta, como si la tragedia le hubiese afectado a su físico de alguna forma.

- ¿Qué estas diciendo, Spock? ¡Quítate esa idea de tu cabezota vulcaniana! No es culpa tuya, ni de nadie. Hicimos lo que pudimos. No había más que hubiésemos podido hacer para salvarlos.- Dijo el almirante Mccoy.

- Le di mi palabra a Nero de que salvaría a su pueblo… Y fracasé. Toda esa pobre gente… Por mi culpa

- No debe sentirse culpable, Spock. Los romulanos fueron los que desestabilizaron la estrella. No podíamos saber lo que estaban haciendo…- Dijo Scotty.

- Eso no me exime de mi responsabilidad. Tenía que haberlos salvado… Su muerte estará en mi katra para siempre…

El embajador se retiró del puente en silencio. Mccoy torció el gesto. Pocas veces había visto a su viejo compañero tan afectado por ninguna cosa. A veces olvidaba que aunque los ocultan y las tienen bajo control, los vulcanianos tienen emociones. Y Spock además era medio humano.
Realmente todos los que participaron en esta misión tardarían en olvidar lo ocurrido. Probablemente les perseguiría por el resto de sus vidas.


Ayel entró en sus estancias con el cansancio amenazando con apoderarse de él por completo. La última misión cerca de la zona neutral le había dejado exhausto. Demasiadas noches sin apenas dormir, intentando cumplir con las órdenes que le encomendaron a la Dakull, la nave bajo su mando.
Se quitó la parte superior de su uniforme y se sirvió un poco de cerveza romulana en una jarra. Iba a sentarse para ordenar sus pensamientos antes de ir a dormir, cuando se dio cuenta de que no se encontraba sólo en la habitación. Una figura envuelta en la penumbra, oculta por las sombras, le había estado observando desde el principio.
Rápidamente desenvaino su daga y se dispuso a enfrentarse con el intruso. Alargó su mano para golpear, cuando sin aparente dificultad, el intruso le detuvo y el sujetó con fuerza, haciéndole soltar su arma.
Acercó su rostro a la tenue luz y pudo contemplar con sorpresa de quien se trataba.
Su cabeza estaba completamente afeitada, y por su rostro estaban grabados unos símbolos que Ayel reconocía. Cuando un ser querido muere, un romulano pinta su pena en su piel, símbolos del amor perdido. Cuando la pintura desaparece, con esta se acaba el periodo de luto y la vida seguiría y curso.

- ¿Nero? ¿Eres tú?

- Ayel… Mi amada, mi hijo, mis amigos… Todos muertos… Los símbolos funerarios no se desvanecerán, Ayel. La vida no va a continuar para mí, morí con mi familia. Sólo me queda la venganza…

Ayel se quedó petrificado. Nero y él sirvieron juntos en el ejército durante años, eran inseparables. En esa época vieron toda clase de horrores, hicieron cosas terribles y nunca había visto esa expresión en los ojos de su amigo, en ellos sólo veía el olvido, el vacío más absoluto.
Nero contó a su viejo camarada de armas todo lo ocurrido en la tragedia de Rigus Delta. Todo el dolor y toda la rabia que llevaba en su interior desde aquello salió a la luz de una manera que Ayel jamás imaginó.

- Nero, amigo mío… Cambiaria todo lo que tengo por que recuperarás todo lo que has perdido… Si hay algo que pueda hacer.

- Puedes. Ayúdame a vengarme.

Ayel asintió en silencio. No podía hacer menos. Era su mentor, su maestro, su compañero y su amigo. Suya era también su perdida y su dolor. La venganza de Nero era como si fuese suya propia.


La vista de Derak se le empezaba a nublar y en su estomago y su cabeza sentía ya los síntomas de las varias botellas de cerveza romulana que se había tomado esa noche.

A cada lado le acompañaban unas mujeres sensuales y llenas de curvas exuberantes. La ropa que llevaban encima apenas llegaría para hacer unos pañuelos. Las dos esclavas de Orion no dejaban de besarle y acariciarle.

El romulano se llevó la botella a la boca y tomó un largo sorbo del alcohol. Cuando terminó, tiró el frasco al suelo, rompiéndose en mil pedazos.
Las esclavas rieron y el también. Se sentó en la cama y empezó a desnudarse.

- Dime, senador ¿así es como guardas duelo por los que has asesinado?

Un hombre estaba situado cerca de uno de los grandes ventanales de la habitación. Sujetaba un objeto largo, similar a un bastón, pero acabado en varias puntas.
Derak se frotó los ojos, pensando que era una visión producida por su estado de embriaguez.

- ¿Quién eres? ¿Cómo te atreves a invadir la casa de un miembro del senado?
-Iros.

Las esclavas huyeron aterradas y en cuanto se marcharon corriendo, Ayel cerró las puertas, dejando al senador sólo, encerrado con ellos dos.

Derak empezó a comprender que estaba en verdadero peligro. Se arrodilló y comenzó a suplicar y a gimotear, solicitando clemencia.

- ¿Y gente como tú es la que gobierna los designios del imperio? Me avergüenzo de tener que ver con mis propios ojos la decadencia que nos envuelve.

- ¿Qué es lo que queréis? ¡Os daré todas las riquezas! Dinero, mujeres ¡Todo!

Nero le agarró del cuello y lo levantó del suelo. Y le clavó su mirada enfurecida.

- ¿Puedes devolverme a mi mujer?

- ¿Tu mujer? No sé de qué me hablas.

Nero lo tiró contra una de las paredes.

- ¿No me reconoces? ¡Soy Nero!

El senador se puso pálido al escuchar la mención de la colonia.

- Lo sé todo. Has dilapidado toda tu fortuna en el juego y en tus retorcidos vicios. Eres un hombre sin
honor que ha deshonrado el puesto que ocupas. Querías recuperar todo lo que habías perdido llevándote el arma que estabais usando en la colonia. Con un arma capaz de desestabilizar estrellas tus problemas económicos desaparecerían de un plumazo Ni siquiera la querías para bien de nuestro ejército, la hubieses vendido en el mercado negro. Si la usasen contra el mismo Imperio o no tanto te daba, sólo te importaba tu propio beneficio. Denegaste la ayuda para los míos para que no descubrieran tus sucios negocios…

- Yo… Lo siento, no tenía que ocurrir. ¡No debía morir nadie!

- Hay algo que puedes hacer por mi, senador…

-¡Lo que sea! ¡Haré cualquier cosa!

- ¡Puedes morir!

Nero enarboló su Teral’n Debrune, clavando su filo en el pecho del romulano. En los ojos del senador Derak se mostraba la sorpresa. La sangre verde manchaba el torso y el rostro de Nero. Hundió la hoja más en el interior hasta que este con convulsiones murió finalmente.

- Ha muerto por la Teral’n Debrune, un honor que no se merecía.- Dijo Nero mientras retiraba el arma del cadáver del senador.

Ayel le puso una mano en el hombro.

- ¿Y ahora qué, Nero? ¿Qué es lo que haremos?

Nero cerró los ojos y sólo pudo ver el hermoso y sonriente rostro de Narada.

- Esto es sólo el comienzo, amigo mío. Spock, los vulcanianos, la Federación. Todos ellos pagarán con sangre. También nuestro propio gobierno.

- ¿Nuestro gobierno?

- Piénsalo, Ayel. El otrora orgulloso y poderoso Imperio Estelar Romulano es sólo una sombra patética de lo que fue. La decadencia, la corrupción y la pasividad dominan a nuestro pueblo, gobernado por burócratas y políticos que no tienen la grandeza que requiere sus puestos de privilegio. En otro tiempo nuestro nombre era temido y respetado a partes iguales por cada rincón de la galaxia. Ahora nadie nos teme ya. La Federación, los Klingon, el Dominion, todos se ríen en nuestra cara a causa de nuestra debilidad actual.
¡Yo digo basta!

Nero partió en dos una lujosa mesa de un golpe con su Teral’n Debrune.

-¡Somos Romulanos! ¡Llenaremos de miedo de nuevo el corazón de nuestros enemigos! ¡Todos los gobiernos estelares se inclinarán otra vez ante nuestro poder! No descansaré hasta que esto sea una realidad ¡Lo jura Nero!

¿Fin?

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Referencias:
1 .- Se refiere a cuando los dos adaptaron una sonda a un torpedo para detectar una nave klingon en Star Trek VI
2 .- Como vimos en el número anterior.

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