Marvel Knights Annual nº01

Título: Envuelto en la oscuridad
Autor: The Stranger
Portada: Dave DeVries
Publicado en: Enero 2010

El grupo de justicieros formado por el Caballero Luna tiene a un nuevo miembro. Uno de los mayores enemigos de Spiderman, ha protegido a los inocentes como Protector Letal, importante periodista... Se trata de Veneno. Ahora, mientras los demás miembros de los Caballeros deciden si aceptar o no a Veneno, éste debe demostrar que puede redimirse, bajo la atenta vigilancia del Caballero Luna.
Cuando reina el caos y los criminales campan por sus anchas, solo un grupo de solitarios héroes es capaz de hacer lo necesario para mantener la paz y seguridad urbanas. No salvan universos, ni planetas, ni al mundo...se dedican a salvar a la gente de a pie. No tiene nombre oficial pero nosotros les conocemos extraoficialmente como...
Creado por Chuck Dixon y Ed Barreto



El Bronx.

El hombre de chaqueta oscura, y mirada perdida se internó en los callejones llenos de basura, detritus, y escoria, típicos de las zonas más profundas del barrio que escondía un peligro tras cada esquina. Era como si se hubiese internado en el corazón del infierno, dentro de una oscuridad tan absoluta que amenazaba con devorarlo sin ayuda externa alguna. Estaba dentro del Hades urbano que no veían turistas, forasteros, y recién llegados; el antro que despedía un olor a violencia que alejaba a las familias.

En realidad, no tenía la mirada tan perdida como parecía, sino que era la impresión que quería dar. Se habían encontrado quince personas muertas por aquella zona en el último mes, algunas destrozadas a puñetazos; que sus cadáveres no tuviesen nada de valor encima, ni siquiera la ropa, indicaba que el robo había sido el móvil del delito; sin embargo, la brutalidad de los crímenes había sorprendido tanto a la policía que no sabía bien cómo actuar. Otros decidieron actuar en su lugar y allí estaba él.

Debía parecer una victima, así que había ido por la noche y, en todo momento, daba aspecto de haberse equivocado de sitio. Intentaba no mirar a los vagabundos que se agolpaban a los laterales de los callejones sucios y olorosos; sacó fuerzas de donde no había para no pararse ante los drogadictos que murmuraban promesas para poder conseguir dinero para su próximo chute. Tenía un objetivo; ayudar a esa gente, esa noche, no era algo primordial; su conciencia ya le daría la tabarra esa noche por ello.

Cuando dobló hacia la derecha, internándose en un callejón totalmente solitario y más ancho que el anterior, oyó un leve sonido tras él, como algo que caía del cielo; zapatos deportivos hicieron su aparición en el lugar hediondo, y el hombre esgrimió una sonrisa mientras seguía caminando, fingiendo ser una víctima más de aquellos que parecían buscar su dinero, y su vida. Debía asegurarse que eran los que estaba buscando, pues, por los informes de la policía que había conseguido Microchip, los asesinos podrían poseer fuerza sobrehumana; no quería desatarse con las personas equivocadas.

Se paró, justo cuando el callejón acabó en una enorme pared llena de pintadas, se volvió, y se encontró con cinco personas que parecían yonkis por su forma de vestir, aunque se movían de manera diferente, con seguridad. Para sorpresa del hombre, no sacaron navajas, ni cadenas, ni tuberías arrancadas de edificios en construcción abandonados. En la oscuridad que les rodeaba, pudo ver los ojos de los que pensaban atracarle: brillaban con un extraño fulgor verde.

-¡Eh! Un turista en nuestra fortaleza de basura- susurró uno de ellos, dejando una estela verde en la noche con sus ojos al moverse.

-¿Tienes algo para nosotros, aperitivo?- se rió otro.

-Seguro que tiene mucho para nosotros.

El hombre supo que eran ellos a los que buscaba. Efectivamente, como las heridas de los cadáveres habían dicho, no eran yonkis normales. ¿Qué eran en realidad? ¿O qué se habían metido? Le daba igual, ya lo averiguarían por las autopsias.

-Claro que tengo mucho para vosotros- el hombre sonrió misteriosamente.

De repente, la oscuridad que les rodeaba a los seis pareció plegarse sobre el hombre, rodeándole por todas partes hasta unirse a su propio cuerpo. Los ojos blancos del ser en el que se había convertido, parecieron iluminarlos a todos; los colmillos brillaron en la oscuridad; la larga lengua serpenteó en la noche, y la araña blanca hizo aparición en el pecho de Veneno.

-¡Vamos a ver si sois tan fuertes con alguien de vuestro tamaño!- rugió el Protector Letal.

“Me llamo Eddie Brock y hace una eternidad era periodista del Daily Globe”

Los dos primeros delincuentes se lanzaron contra Veneno, quien se sorprendió por la velocidad que esgrimían, y aguantó de pie el ataque de sus enemigos, los cuales le aplastaron contra la pared. Veneno comprobó que tenían más fuerza que alguien normal; ya no había ninguna duda, eran ellos, y debía pararlos.

“Era un buen periodista, aunque demasiado soberbio, muy ambicioso y, al final, me equivoqué con un reportaje. Era la noticia del momento, y tenía que ver con el asesino en serie conocido como el Comepecados. Cuando estaba en la cúspide profesional, Spiderman atrapó al auténtico Comepecados, mis entrevistas al falso se convirtieron en mis clavos para el ataúd, y vi mi credibilidad periodística cayendo hacia abajo sin un paracaídas. Ese fue el principio de mi descenso al infierno”

Agarró a los yonkis de la cabeza con sus grandes garras, y les rugió en pleno rostro. Los criminales se limitaron a sonreír como lunáticos, y a mirarle, directamente a sus blancos ojos de depredador, con sus verdes y brillantes ojos, que parecían salidos de una película de ciencia-ficción. Veneno entendió que no le tenían miedo, y supo que era lo que pasaba cuando siempre habías sido escoria y, de repente, tenías poder. Algo les pasaba a aquellos chicos que no podía tener más de veinticinco años, pero no pensaba ser menos cruel con ellos por eso; daba la impresión de que sabía muy bien lo que hacían.

“Llegué tan bajo que quise suicidarme, poner fin a mi dolor perpetuo. Soy religioso, así que, fui a pedir consejo a la iglesia, donde encontré algo que no esperaba; una sombra, un ente oscuro que se unió a mí, en simbiosis casi perfecta, para hacerme fuerte, poderoso, ágil, invencible, y así, poder vengarnos de quien nos había hecho tanto daño: Spiderman”

Veneno estrelló las cabezas de los yonkis la una contra la otra; aunque pudo ver la brecha que les había abierto, no se quedaron inconscientes, sino que le golpearon, al unísono, en la cara, con tal fuerza, que Veneno los soltó; le habían pillado desprevenido, y no creía que fuesen tan fuertes. Los dos delincuentes sacudieron varias patadas a los costados de Veneno; las sintió como si fuesen grandes martillos pilones a plena potencia. Los otros tres chicos se unieron a la paliza; la oscuridad se llenó de destellos verdes.

“Las penumbras que me tomaron en aquella iglesia resultaron ser un ser simbiótico; un alienígena simbionte altamente evolucionado que Spiderman había recogido, por error, en el planeta que había usado el Todopoderoso(1) para hacer combatir a varios héroes y villanos. Spiderman lo trajo hasta la Tierra pensando que era un simple traje nuevo, pero en cuanto se dio cuenta de que era un alienígena que quería unirse a él de manera permanente, usó a los Cuatro Fantásticos para separarse de él; sin embargo, el simbionte escapó del cuarteto de héroes, intentó unirse de nuevo con Spiderman, pero éste se lo quitó de encima en la iglesia donde fui yo a pedir los últimos consejos antes de mi muerte. El simbionte esperó allí, débil, hasta que llegué yo, y nos unimos para ser Veneno, uno de los mayores peligros del trepamuros”

Veneno se alzó de golpe, lanzando por los aires a sus enemigos. Dos se estrellaron contra el muro que cortaba el callejón, quedando inconscientes al instante debido al tremendo golpe. Uno de ellos aterrizó ágilmente, corrió hasta Veneno, y le golpeó varias veces con sus puños en la cara. Veneno aguantó el envite, esgrimió una feroz sonrisa llena de colmillos, y lo dejó ko de un solo cabezazo en la cara. Los otros dos que quedaban le rodearon; Veneno pudo ver en las sombras una especie de líquido verde surcando las venas de los chicos. Fue sólo un instante, pero le había quedado claro que se habían metido algo que les hacía más rápidos, más fuertes, y más ágiles.

“Mantuvimos una feroz cruzada contra Spiderman, incluso le creímos muerto una vez, hasta que hicimos un pacto con él que nos llevó a convertirnos en el Protector Letal, defensor de los inocentes. Nos fue bien, sí, pero acabamos trabajando para el gobierno como agentes secretos, hasta que fuimos desechados; fue el principio de una brutal caída hasta las profundidades de un nuevo fracaso”

Lanzó una telaraña hacia la cara de uno de los chicos, dejándole sin visión. El otro criminal saltó hacia él, le sacudió dos fuertes golpes en el pecho, recibió un puñetazo de Veneno al que no reaccionó, y siguió su ataque hasta que el ex-periodista agarró su cara con las dos manos que eran más garras, y la estrelló contra el suelo, llenándolo de sangre del delincuente, el cual se desmayó al fin. Aún estando controlando los golpes para no hacer demasiado daño a sus enemigos, Veneno resultaba brutal.

“Aunque el gobierno intentó destruirnos cuando ya no les hicimos falta, pudimos escapar, sólo para vernos de nuevo enfrentados contra Spiderman quien, en esta ocasión, casi logra matar al simbionte, dejándome a mí, Edward Brock, envuelto en la más absoluta negrura que escondía mi solitaria alma. No pasó mucho tiempo hasta que el simbionte, regenerado, volvió a mí, y de nuevo fuimos dos en uno solo: Veneno”

Veneno se volvió para enfrentarse al último de los criminales que quedaba; en sus verdes ojos que cada vez brillaban menos, ya se reflejaba el miedo hacia su oponente, el terror de alguien que sabía que no podía ganar pues se había metido con alguien de una liga muy superior a la suya.

Echó a correr, pero Veneno le enredó los pies con telaraña, y lo arrastró hacia él. La simbiosis de alienígena y humano cogió del cuello a su enemigo, y lo alzó frente a él; acercó sus colmillos extraterrestres a la cara del aterrorizado chico que, aunque parecía seguir teniendo poderes, ya no era tan duro como antes; como lo había sido con gente inocente.

-¡Qué os habéis metido!- rugió Veneno-. ¡Responde o te comeremos el corazón, escoria!

-¡N-No! ¡Por favor, por favor, por favor! ¡No lo sé! ¡Fueron ellos! ¡Sólo queríamos algo de dinero!

-¡Habéis matado a inocentes y me hablas de dinero! ¡Me haré un chaleco con tu piel! ¡Haznos felices y no hables!

Veneno abrió sus fauces; el chico creyó que se le iba a comer y, finalmente, cedió.

-¡Es HCM!- confesó.

-Hormona del Crecimiento Mutante- murmuró Veneno-. Conocemos esa droga, pero creíamos que era una leyenda urbana.

-¡Eso es lo que quieren que piense la gente!- el chico sudaba a mares-. ¡Sobre todo, los superhéroes!

-Ya vemos que es muy real- Veneno inspeccionó los ojos verdes del chico; sentía, a través de la garra que sujetaba su cuello, las rápidas pulsaciones del corazón del delincuente, amenazando con estallar en cualquier momento; probablemente, con dos o tres dosis más, eso sería lo que pasaría.

-¡Nadie se entera de nada! ¡Se distribuye en silencio, con cuidado, con gente de la mayor confianza, y se gana mucho dinero!- el chico rió-. ¡Esta mierda te convierte en un metahumano por cuestión de minutos, y sólo se entera quien debe enterarse! ¡Pronto, todo el mundo podrá disfrutar... aghhh!

Veneno apretó con más fuerza el cuello del chico.

-Sólo te vamos a preguntar una sola vez dónde conseguisteis las dosis tus amigos y tú. Recuerda que sólo va a ser una vez.

Quitó la garra, el chico escupió un poco de sangre y respondió.

-El Bar Sin Nombre.

-¡Esa es otra leyenda...!-Veneno se lo pensó mejor; si la Hormona del Crecimiento Mutante no tenía nada de leyenda, el Bar Sin Nombre podría seguir su camino-. ¡Dónde está! ¡Por quién preguntamos!

-¡Tío, nadie puede decir la dirección de ese sitio en voz alta! ¡Nos pusieron bloqueos mentales en el coco! ¡Jerry, ese colega de ahí, tiene la dirección apuntada en un papel dentro de uno de sus bolsillos!

-¡Esperamos que sea la auténtica!

-¡Se cambia el sitio una vez cada mes, pero de forma tan silenciosa que los superhéroes no se enteran de nada! ¡`Seguro que tú harías buenas migas allí!- el criminal se rió de nuevo-. ¡Pregunta por Alan Fagan!

-Nos suena...- Veneno sacudió un cabezazo al chico, dejándole inconsciente.

Soltó a su presa, rebuscó en la ropa de Jerry, y cuando se levantó, contempló los cuerpos caídos y desmayados de sus enemigos frente a él. Criminales que se merecían un castigo por haber matado a inocentes para financiarse la droga que se metían y les volvía superpoderosos en todos los sentidos. El único deseo que tenía en ese momento era el de destrozarlos a todos, para que no repitiesen lo que ya habían hecho.

“Volvimos a ser Veneno y, como unos estúpidos, recurrimos a la venganza contra Jameson y Spiderman. Incluso nos unimos a los nuevos Seis Siniestros del Hombre de Arena(2). Nos pusieron en ridículo, nos vengamos de algunos, y antes de poder ir a por el resto, perdimos a Ann, mi ex-mujer, por nuestra culpa(3), y me fue arrancado el simbionte de nuevo por un extraño ser(4). Después, mucho después, juntos de nuevo, decidimos que no había mucho más que hacer; nuestra vendetta no tenía sentido ya, y sin Ann, no veía ninguna solución a la caída en picado de mi vida, así que hice un trato con el simbionte: nos uniríamos completamente, nos vengaríamos de nuestros enemigos, de quienes nos habían dañado en nuestra existencia, y venceríamos a Spiderman; luego, el simbionte volvería con él, y yo, Eddie Brock, haría lo que debía haber hecho una noche en una iglesia: suicidarme(5)”

El simbionte se replegó sobre Eddie Brock, dejando de nuevo al hombre a la vista. El ex-periodista miró hacia arriba, a los tejados de los edificios que le rodeaban y no vio nada. Volvió la vista hacia sus caídos adversarios, y pensó de nuevo en matarles.

“Al final, lo logramos; vencimos a Spiderman por completo, logramos vengarnos de todos, y el simbionte se unió a él, pero justo cuando yo estaba a punto de acabar con mi vida, el alíen dejó al trepamuros, y me salvó, uniéndose de nuevo a mí, entendiendo ambos, que lo nuestro es para siempre. Pasamos unos pocos meses combatiendo el crimen en la ciudad, y justo cuando pensábamos volver a San Francisco, mi ciudad natal, descubrimos que Jessica Jones, una investigadora privada, nos seguía; más que eso, era el cebo para una trampa puesta por un grupo de vigilantes llamados los Caballeros, que pudieron con nosotros tras pillarnos desprevenidos. Unos cobardes, aunque buenos luchadores... Nos vencieron, debemos reconocerlo, y el Caballero Luna, líder del grupo, nos propuso unirnos a ellos, proteger a los inocentes, en sus términos, o acabar en prisión por el resto de nuestros días”

Volvió a mirar hacia arriba, y vio una especie de sombra acompañada de una capa blanca. Brock sonrió, y salió del callejón, muy despacio.

“Esta es nuestra primera misión en los Caballeros, y no debemos matar a nadie; ordenes de Spector, que nos sigue a todas partes, como el profesor que no deja a su alumno en paz con los ejercicios que le ha mandado. Es nuestro vigilante, somos el Protector Letal de nuevo, y no pensamos fallar”

“Soy Eddie Brock, somos Veneno, y tenemos una misión”


Torre Spector.

Hobie Brown lanzó un escandaloso bostezo al entrar en la sala de reuniones. Aún llevaba el pantalón del pijama sin la parte superior. Sus ojos dejaban claro que había estado disfrutando de un apetecible sueño.

-¿Alguien me puede explicar por qué estoy despierto?- protestó Hobie.

En la mesa de la sala, esperaban una enfadada Marta Plateada, quien había ido de habitación en habitación gritando a sus compañeros, despertándoles un templado Shang-Chi, y unos adormilados Tyrone y Mattie Franklin. Donde los ordenadores, Microchip admiraba el espectáculo con una pequeña sonrisa en la cara; tenía pinta de no haber sido pillado durmiendo.

-Marta... ¿A qué venían esos gritos?- preguntó Hobie.

-Tenemos que hablar.

-¿Llegas de Symkaria y lo primero que haces es despertarnos a las dos de la mañana? ¿Sabes que duermo con una mujer? Mi esposa, y la has despertado. No sabes cómo la he dejado de enfadad en la cama...

-Sobrevivirá- espetó Marta Plateada.

-Pero nosotros no. Olvídate del Doctor Muerte, de Matanza, de la Abominación, de Galactus... Mi mujer será nuestro enemigo definitivo, y todo por haberla despertado.

-Si has terminado de bromear, deberías sentarte- le dijo la mercenaria.

Hobie estuvo a punto de protestar de nuevo, pero decidió terminar rápido con lo que su compañera se traía entre manos, y volver a la cama para calmar a su enfurecida mujer.

-Como sabéis, después de la captura de Veneno hace dos días, decidí volver a Symkaria para dejar resueltos un par de asuntos internacionales con algunas embajadas. He estado dos días fuera, pero no pensé que, estar fuera, supusiera dejar entrar a un asesino en este grupo.

Todos se miraron, sabiendo a lo que se refería Marta.

-¿Cómo te has enterado?- le preguntó Hobie.

-Microchip me ha puesto al día- Marta señaló al informatico.

-Lo sabemos desde poco antes que tú- la joven Mattie bostezó ruidosamente-. ¿Puedo irme ya a la cama? Mañana tengo clase.

-Y yo- intervino Tyrone, también conocido como Capa cuando tenía poderes-. Bueno, Marc me ha puesto clases particulares a las que debo ir mientras encuentra la forma de apuntarme a clases normales...

-¡No entiendo nada de lo que estáis hablando! ¿Estoy en un mundo de locos? ¡Spector ha metido a Veneno en nuestro equipo! ¡Llego de un viaje, y ha metido a Veneno sin mi consentimiento!

-A nosotros tampoco nos lo pidió- dijo Shang-Chi, con total tranquilidad-. Nos lo ha confesado hace unas horas, antes de mandarle en una misión.

-¿Y dónde está él?- Marta palmeó las manos y señaló a Microchip-. ¡Ah, ya me lo dijiste! ¡Ha salido para vigilarle! ¡Esa es la confianza que tiene en él!

-Es su primera misión- respondió Shang-Chi.

-¿Eso es lo que me vais a responder?- Marta les fue señalando-. Tengo sueño; mi mujer se enfada; Spector no nos ha dado explicaciones; es su primera misión... Creo que no entendéis lo que significa lo que ha pasado.

-Marc dijo que mañana lo hablaríamos- intervino Micro.

-¡Mañana!- Hobie sonrió-. Buena respuesta.

-¿Y eso es todo?- Marta no podía creer lo que estaba oyendo de parte de sus compañeros-. ¿No protestáis? ¿Nada? ¡Veneno es un asesino! ¡Ha matado a mucha gente! ¡Es un criminal buscado, y está en nuestro equipo! ¡Es violento, impredecible, es...! ¡Dios, está tan claro que no debería explicarlo!

-Lo está, pero es cosa de Marc, y ha decidido que lo hablásemos mañana- repitió Microchip.

-Tiene razón- le apoyó Shang-Chi.

-¡Os estoy pidiendo vuestra opinión!- exclamó la mercenaria.

-La verdad es que no me siento muy segura con Veneno por aquí, y aún no se ha venido a vivir al edificio- confesó Mattie Franklin-. Spiderman me cae demasiado bien como para vivir con alguien que ha intentado matarlo varias veces, la verdad.

-Todos merecemos una segunda oportunidad- afirmó Shang-Chi.

-Pero Veneno...- Mattie se mordió el labio inferior, lamentándose por haber opinado-. Soy demasiado joven para...

-¡No! ¡Ni se te ocurra!- Marta señaló a la chica-. ¡No te eches para atrás! La chica tiene razón, y es la punta del iceberg.

-Yo también me he enfrentado a Spiderman- intervino Hobie-. Es más, diría que pocos de los que estamos aquí no hemos intentado darle una patada en el culo al trepamuros.

Marta oyó unas risas por lo bajo.

-No tiene gracia- gruñó la mujer-. Tú no intentaste matarlo.

-Todos merecemos una segunda oportunidad- repitió Shang-Chi-. Tú deberías saberlo, Marta. ¿No eres una mercenaria?

-No es lo mismo.

-Yo no puedo decir más que lo mismo que Shang- habló Microchip-. Sería una hipocresía de mi parte decir lo contrario con mi historial; además, nos hace falta más poder, y si Veneno quiere redimirse, creo que entre nosotros puede conseguirlo.

-¡Es un asesino!- replicó Marta.

-Lobezno también- dijo Hobie, que empezaba a estar cansado ya del tema-. El Hombre de Arena estuvo con los Vengadores; Mercurio y la Bruja Escarlata eran terroristas mutantes y... No quiero decir que no me incomode su presencia; estoy contigo y con Mattie, pero no todo es blanco y negro.

-Luché con Veneno durante “Matanza Máxima”- Tyrone se metió en la conversación-, y ayudó a bastantes personas, y hubiese muerto más gente inocente de no ser por su ayuda. Estaba dispuesto a morir con tal de quitar de la circulación a Matanza... Creo que tiene potencia para dejar de asesinar.

Marta Plateada les miró a todos; aunque Hobie y Mattie estaban de su parte, no los encontraba convencidos del todo. La tensión de la sala podía palparse en el ambiente.

-Esperaré a Spector para hablar con él antes de dormir- Marta se levantó, frustrada, enfadad, y decidida-. Espero no tener que dejar este grupo; había potencial.

Se alejó de la mesa y se dirigió hacia el ascensor. Los demás, se miraron entre ellos, cada uno con sus propios pensamientos.

-¿Puedo irme ya a dormir?- preguntó Hobie, temiendo el humor de su esposa.


Las luces tenues de las farolas, y los letreros de neón, iluminaban el solitario paseo que daba Eddie Brock, mientras no dejaba de mirar, detenidamente, cada calle, fijándose bien en llegar a la dirección que había conseguido de manos de los consumidores de HCM. Las calles estaban prácticamente desiertas; sólo veían interrumpida su paz por los pasos del ex-periodista, y la presencia de alguna que otra persona que buscaba un bar donde descansar sus penas, o el piso de su último amante.

Eddie puso en marcha sus pensamientos sin dejar de buscar el Bar Sin Nombre.

“La Hormona del Crecimiento Mutante empezó a ser una leyenda urbana hace un par de años; a lo mejor fueron tres, no estamos seguros del todo. Se dice que es creada a partir de gente con superpoderes, esto es, desde mutantes hasta tipos... mordidos por una araña radiactiva”

Sonrió de manera siniestra al pensar en su eterno enemigo.

“Cogen un poco de esa persona; había oído que le rascan un poco de piel, e incluso algo de sangre, y con eso crean una droga que proporciona superpoderes a personas normales y corrientes. ¿Lo bueno? Tienes una droga que engancha, pero no porque te convierta en un adicto, sino por... Es la sensación de poder la que te convierte en un adicto a la droga, así de simple. Recuerdo las sensaciones al saber lo que el simbionte me estaba dando la primera vez que lo tuve alrededor, y es algo que no se puede comparar con casi nada. No me extraña que haya gente que se enganche a esas pequeñas dosis de superhéroe o supervillano, según quieras. Suponemos que, después, lo usarán para cualquier cosa: ayudar, pegar palizas, robar, atracar, conseguir más dosis, trabajar para algún mafioso de medio pelo, el sexo...”

Observó a un hombre acercándose a una prostituta que se encontraba oculta entre las sombras cercanas a un callejón; la transición económica entre cliente y profesional se hizo dentro del callejón, ante los ojos ya acostumbrados de Brock.

“¿Lo malo de la Hormona del Crecimiento Mutante? Te deja el ADN hecho polvo, y la cantidad de tiempo que te da superpoderes no es demasiada. Se hablaba de personas con el corazón reventado tras varias dosis de HCM, pero claro, hasta esta noche, creíamos que todo lo relacionado con la droga era una leyenda urbana. Ahora sabemos, en parte, por qué y cómo han conseguido que todo el mundo crea que no existe”

“El Bar Sin Nombre es otra leyenda urbana, de Nueva York, concretamente. Es una leyenda que tiene más tiempo, sí, pero que permanecía mucho más oculta incluso. Se trata, según dicen, de un bar como cualquier otro, salvo por un pequeño detalle: es frecuentado por villanos”

Paró frente a la puerta de lo que parecía un bar y, efectivamente, no tenía nombre. Miró la dirección del papel que tenía en la mano, y supo que lo había encontrado.

“Por supuesto, las identidades secretas de los villanos, de los criminales con trajes, pueden pasar por cualquier bar y tomarse algo, pero en el Bar Sin Nombre los villanos pueden tomarse algo con villanos como ellos como compañeros de bebidas; pueden beberse un whisky mientras hablan, libremente, de los últimos golpes dados, de las últimas batallas con los buenazos en mallas, o de las ultimas modificaciones de sus trajes, con ellos puestos, incluso. Hasta se pueden esconder durante unas horas de la policía o el superhéroe de turno, pero sólo durante unas pocas horas, nada permanente”

Brock empujó la puerta y comprobó que estaba cerrada a cal y canto. Buscó un timbre, o cualquier cosa, pero al no encontrarlo, dio varios fuertes golpes en la puerta.

“Parece que cambian de sitio cada mes; lo que me dijo el chico también lo habíamos oído. En realidad, este viaje es sólo para comprobar si el yonki decía la verdad y, con algo de suerte, comprobar si está Alan Fagan, el tercer Mister Miedo, antiguo enemigo de Daredevil que usa una especie de gas del miedo para atacar. Es posible que sea él quien fabrique la HCM; con suerte, lo encontraremos dentro”

La puerta se entreabrió, y un hombre rapado, con cara de pocos amigos, una camiseta blanca sin mangas, y músculos por todas partes, apareció por el hueco.

-¿Quién eres?- preguntó el hombre.

“No sabemos si hace falta alguna contraseña”, pensó Brock, sintiéndose estúpido por no habérsela sonsacado al chico.

-Eddie Brock.

-¿Eres Veneno?

-Lo somos.

El hombre le miró de arriba abajo, algo desconfiado.

-Espera aquí.

Cerró la puerta y, a los pocos minutos, volvió a encontrarse con Brock, pero abriendo la puerta completamente y ofreciéndole entrar. En cuanto Brock entró, el hombre cerró la puerta tras él, y se colocó justo enfrente, custodiándola.

-¿Sabes cómo va esto?- gruñó el portero.

-Es nuestra primera vez.

-Han cambiado un poco las cosas, ya sabes, los encargados no quieren una nueva visita del Azote(6)- el gigante señaló a una camarera joven y rubia que había sirviendo copas a los criminales que estaban sentados en las diferentes mesas-. Esa es Timber, el de la barra es Calab, el que lleva el sitio, y yo soy Ramón.

-¿Por qué nos has dejado entrar?

-Tenía que comprobar antes tu nombre, tu aspecto... No queremos elementos extraños en el establecimiento.

-¿Y la seguridad sois tú y Calab?

-Calab fue jefe de seguridad del Doctor Muerte durante doce años, y sigue vivo- Ramón sonrió con orgullo-. Créeme, si vienes a buscar bronca...

-Ni te enterarás- Brock dio un rápido vistazo al bar, y aunque reconoció a algunos criminales como el Armadillo y el Zancudo, la mayoría le eran desconocidos debido a que no llevaban sus trajes de faena-. Pensábamos que todos se sentían tan cómodos aquí que solían llevar sus disfraces.

-Trajes, tío. No todos tienen el placer de ir con un alienígena encima. Después del ataque de Azote, y varias situaciones comprometidas más, nos hemos vuelto más discretos.

-Gracias.

“Mi vena periodística, siempre a punto”, pensó Brock.

“¿Por eso me ha enviado Spector en esta misión? ¿Sabrá que me he metido en algo más grande de lo que él pensaba? ¿Por qué no ha intervenido aún, al menos, para preguntarnos qué hago?”

-¿Buscáis tú y tu amigo de las estrellas algo en concreto?- preguntó Ramón.

Eddie sonrió, y notó al simbionte contento de que hicieran referencia también a él.

-Alan Fagan- respondió.

-El tercer Mister Miedo- Ramón asintió-. Serie B como mucho. Consiguió su equipo de su tío, el segundo Mister Miedo. Dicen que se trae negocios grandes, pero poco puedo contar yo. ¿Qué quiere alguien de tu liga de ese tipo?

-¿Hay que responder preguntas’

-Yo lo estoy haciendo, y amablemente- Ramón sonrió de manera triunfante.

-Tocado y hundido. Tengo que hacerle algunas preguntas.

-Tenéis suerte- Ramón señaló hacia la otra punta del bar-. Esa zona es la preferida para nuestros clientes; es la más oscura. Fagan suele reunirse muy a menudo por aquí últimamente. Ahora mismo está con Russ Broxtel, esperando a alguien.

-¿Russ Broxtel?

-El tercer Tizón, un tipo con exoesqueleto con la capacidad de lanzar fuego...

-Lo recordamos- Brock notó el nerviosismo del simbionte cuando e mencionó el fuego-. Gracias.

-No la liéis.

-Si los demás nos siguen el juego, terminará rápido.

Brock se dirigió hasta la zona que le había indicado Ramón; cuando dio la espalda al portero, éste lanzó una mirada a Calab que venía a significar que estuviese atento por si había lío esa misma noche.

El ex-periodista caminó entre supervillanos, criminales, y delincuentes, mientras estos le observaban con atención. Unos pocos sólo le miraban porque su cara era nueva en el local; otros, sobre todo los más veteranos, no apartaban sus ojos de él porque sabían quien era perfectamente. No les daba muy buenas vibraciones que un criminal como Veneno estuviese allí, con ellos, más del tipo Matanza que como ellos, que eran ladrones, y músculos a sueldo antes que asesinos, pero menos les gustaba aún que fuese uno de esos supercriminales que se reformaban a las mínimas de cambio e iban a por ellos. Sin embargo, ninguno pensaba en dar el primer paso para una bronca en el Bar Sin Nombre.

Brock llegó hasta la mesa donde se encontraba Alan Fagan, de aspecto decidido, pelo con numerosas canas, y una taza de café frente a él. A su lado, en un asiento pegado a la pared, se encontraba un hombre envuelto en un exoesqueleto que tenía más pinta de traje que de armadura. No tenía tanta edad como Fagan, pero sonreía de manera bastante más arrogante que el tercer Mister Miedo.

-Buenas noches, señor Brock- saludó Fagan-. Un poco tarde para tomarse una copa.

-Es la hora perfecta para nosotros- se refería a los supervillanos-. ¿Sabe quién soy o...?

-Yo sí, pero mi compañero no- Fagan señaló a Tizón-. Señor Brock, le presento a...

-Russ Broxtel- Eddie movió la cabeza a modo de saludo-. Hemos hecho los deberes.

-Russ siéntete halagado; no siempre te puede reconocer uno de los más mortales supervillanos que tenemos, y más si eres “nuevo” en el negocio.

-Me sentiré encantado en cuanto sepamos qué quiere- respondió Tizón secamente.

-Siéntese, señor Brock- Fagan esperó hasta que estuvo sentado-. No es normal que alguien como usted esté por aquí, y eso me hace desconfiar. Bueno, nos hace desconfiar a todos, como ya habrá podido comprobar por las miradas de mis compañeros.

-Podemos oler desconfianza, y miedo- afirmó Eddie.

-Sé mucho sobre el miedo; es mi negocio- Alan Fagan sonrió con confianza-. Y, sí, aquí se respira mucho. Es como si por esa puerta entrase el Doctor Muerte, Magneto, Cráneo Rojo, el Mago, la Abominación... Incluso que entrase Nitro sería más lógico.

-No me tengo en tan alta estima- Eddie no dejaba de sentir la mirada de Tizón sobre él.

-Nosotros sólo somos criminales, la mayoría sin poderes reales, pero buenos en nuestro oficio. Como puede ver, tenemos una vida normal más allá de las derrotas, las humillaciones y los combates con nuestros enemigos en mallas. ¿Sabe? Muchos de los que estamos aquí hemos venido a celebrar un golpe que ha salido bien, una transacción muy beneficiosa, algún robo con mucho dinero, o algún trabajo de mercenario o guardaespaldas que nos ha reportado pingues beneficios.

Brock echó un vistazo al bar, y todas las miradas volvieron a sus asuntos. El ansía de justicia le pedía que se desatase y los matase a todos, pero las ordenes eran las ordenes, y su olfato de periodista le pedía seguir con la historia, además.

-No estamos las veinticuatro horas enfrentándonos con Daredevil, Spiderman, Puño de Hierro o el Capitán América- prosiguió Fagan-. A decir verdad, sabemos alejarnos de ellos y hacer nuestros trabajos, y no pueden estar en todas partes. Ganamos más veces de las que perdemos, pero de eso, nadie se da cuenta. Para ellos, somos los perdedores.

-¿Y eso a qué viene?

-Pues que usted no es un perdedor aunque pierda, señor Brock. Nosotros siempre tenemos que demostrar algo, y sólo tienen eco nuestros fracasos, no nuestras victorias.

-¿Está tratando de decirme algo, señor Fagan?

-Puede ser- Fagan tomó un sorbo del café caliente-. Puede que trate de decirle que tengo mis propios planes y que mi tiempo es valioso.

-Je, ahora eres Tony Soprano- Brock sonrió con sarcasmo.

-¡No pienso aguantar estas gilipolleces!- gruñó Azote.

-Tranquilo, mechero andante, no hemos venido buscando bronca, sino para intentar entrar en vuestro negocio- ante las miradas sorprendidas de los villanos, Eddie se explicó-. Por ciertos amigos, sabemos de tus negocios con la HCM.

-Entiendo...- Fagan mostró una mirada entre desconfiada y alegre, como si acabase de tocarle la lotería y temiese que alguien se la robase.

-Queremos participar.

-¿Alguien como tú quiere vender drogas?- la desconfianza empezó a conquistar a Fagan-. No lo entiendo.

-No son sólo drogas; hemos visto de lo que es capaz de hacer esa cosa que se supone que no existe.

-Oh, sí existe- Tizón sonrió, dando a entender que sabía más de lo que parecía-. Si supieras las razones de su existencia...

-Eso no nos interesa- mintió Brock-. Queremos entrar, y nos dijeron que teníamos que hablar contigo, Fagan.

-Tiene razón usted en muchas de las cosas que dice, señor Brock, pero sigo sin entender...

-Sabemos que la HCM se puede crear a partir del ADN de ciertas personas superpoderosas. Yo os entrego a Spiderman, lo trituráis, lo descuartizáis, lo mutiláis como prefiráis, hacéis una HCM pura, y nosotros, además de un buen dinero para situarnos, conseguimos nuestra venganza y gran placer al ver sufrir a nuestro enemigo.

Tizón y Alan Fagan se miraron; el tercer Mister Miedo sintió una oleada de confianza, pues el plan de Brock casaba con lo que se decía de él: cruel, y con un intenso odio hacia el trepamuros.

-Ahora lo entiendo un poco mejor, pero no puedo aceptar al primero que se acerque a nuestra mesa a ofrecernos un trato- confesó Fagan, aunque Eddie vio que estaba casi convencido.

-Lo entendemos, pero no te podemos dar más garantías. De todos modos, antes de que nos marchemos, piensa en todo el dinero que te daría una HCM hecha con Spiderman, por no hablar de los poderes que les proporcionarían a sus consumidores, o las investigaciones que pueden surgir a partir del cuerpo de la araña- Brock alzó los hombros, intentando no darle importancia a su ofrecimiento-. ¿Quiénes van a ahora a comprarte? Hablamos con un yonki que tendría que vivir varias vidas para conseguir una suma honesta de dinero. Suponemos que le usarías para robar o dar golpes o algo así, puesto hasta arriba de HCM. No sabemos cuáles son tus otros clientes, pero hasta el presidente de los Estados Unidos querría un poco de ADN de Spiderman en su cuerpo, y no lo decimos de manera sexual.

Alan Fagan se rascó el mentón, se pasó la lengua por sus resecos labios, y meditó durante unos momentos. Tizón decidió no molestarle, pero no dejaba de mirar a Brock con cierta confianza, a pesar de lo apetecible de su propuesta.

-Yo soy uno de los socios, pero no el que consigue la HCM- admitió Fagan, ya convencido-. Se trata de otro hombre.

Fagan sonrió al ver que alguien se acercaba a la mesa.

-Ahí viene, señor Brock. Ha tenido usted suerte.

Brock no miró hacia atrás, simplemente esperó a que el recién llegado cogiese una silla y se sentase entre Fagan y Tizón, justo frente a él. El hombre pasaba de los treinta, tenía barba de pocos días, vestía de negro, y llevaba una gorra de béisbol del mismo color. La expresión de su cara mostraba cierta inquietud, pero tremenda seguridad en sí mismo, no como la desconfianza que sentían todos los demás criminales del bar hacia él, por alguna razón que Brock aún desconocía.

-Veo que tenemos visita- saludó el recién llegado.

-Nos ha venido a proponer un negocio- añadió Tizón.

-¿En serio?- el hombre soltó varias divertidas carcajadas-. ¿Un extraño entra en el bar, se sienta con vosotros, os ofrece un negocio, y aceptáis? Creo que ya os avise sobre las medidas de seguridad.

-Es de fiar- intervino Alan Fagan-. Es Eddie Brock.

-¿Veneno? ¿Me estáis diciendo que Veneno es de fiar?

-No sabemos quién eres, y como llevábamos ya un rato aquí hablando con el señor Fagan, te lo resumiremos- Brock estaba empezando a perder la paciencia-. Es muy fácil: os entrego a Spiderman, lo usáis para crear HCM, consigo venganza, y dinero, y vosotros... Bueno, te lo puedes imaginar.

El hombre abrió los ojos, claramente sorprendido; miró a Tizón, llevó su mirada a Fagan, y éste asintió.

-¿Sabes lo que supondría tener en nuestro poder a Spiderman, tío?- preguntó el hombre-. Sería tan importante que me importa una mierda cómo has averiguado lo de la HCM, pero sigue sin gustarme un pelo; sé quién eres, Brock.

-¿En serio?

-Me llamo Quinn- lanzó un saludó militar-. Ex-SHIELD.

Eddie Brock se puso en alerta; allí había mucho más de lo que había pensado en un principio.

-Me alegro que te hayas quedado sin aliento- dijo Quinn con arrogancia-. Me gusta el plan que me propones, pero no me da buen rollo que estés aquí conociendo tu historial.

-¿Su historial?- preguntó Tizón.

-Trabajó para el gobierno en una sección particularmente secreta.

-Vemos que estás bien informado- gruñó Brock.

-Ex-SHIELD de alto nivel, tío. No es que la oferta que me traes no me parezca buena, y apropiada para quien eres, pero no acabo de fiarme de ti. Sabes demasiado, pero me traes una buena fruta para el postre, así que te pondremos a prueba, y luego veremos si podemos hacer negocios contigo. Entiende que, no sin esfuerzo, hemos conseguido que la HCM sea una mera leyenda urbana. Nos ha llevado mucho tiempo, dinero, contactos...

Brock dejó de escuchar la cháchara de Quinn. ¿Tiempo, dinero, contactos? ¿SHIELD? ¿Ponerle a prueba? Se había acabado el tiempo de charlar, y menos teniendo frente a él al hombre que lo movía todo, al menos, entre esos tres.

Dos zarcillos del simbionte salieron de la chaqueta de Brock, y como dos veloces serpientes se lanzaron contra Tizón y Fagan, agarrandoles de la cabeza y aplastando sus caras de manera brutal contra la sorprendentemente resistente mesa. Brock se volvió hacia los demás criminales, una vez se hubo cerciorado de que los dos villanos estaban inconscientes, y miró de mala manera a los encargados del bar y los demás supervillanos. Movió un dedo en señal negativa, lentamente, de un lado a otro, y volvió su atención a Quinn, quien no parecía demasiado sorprendido, pero sí algo asustado.

-No puedo decir que no me lo esperaba- admitió el ex-agente de SHIELD.

-Entonces ya sabes lo que viene ahora.

-No me puedes amenazar aquí- Quinn se cruzó de brazos y se echó hacia atrás.

-Creo que no nos has entendido... Eres un ex-agente de SHIELD; para estos tipos, eres menos que nosotros, te lo garantizo.

¿Y qué esperas que haga, Brock?- Quinn se empezó a encontrar en un callejón sin salida-. ¿Quieres que hable? ¡Ja! No seas ridículo... No voy a hablar, me hagas lo que me hagas, así que ya puedes matarme y dedicarte a buscarle el culo a Spiderman, pero deja de hacerme perder el tiempo. No voy a hablar.

Eddie Brock sonrió de manera siniestra.


Quince minutos después.

-¡¡¡Hablaré, hablaré, hablaré!!!

Quinn se vio impulsado hacia arriba por los fuertes brazos de Veneno que tiraban de la telaraña que le sujetó uno de los pies unos dos metros antes de estrellarse contra el pavimento. Una vez arriba, boca abajo, Veneno acercó su cara a la suya, y se relamió a escasos centímetros de sus ojos llenos de miedo.

-Shhhhhh, ya te hemos dicho que es muy tarde y que vas a despertar a las pobres personas que van a trabajar temprano mientras tú drogas a sus hijos.

-¡Voy a hablar, tío, ya te lo he dicho!

-Te creemos, pero sólo te hemos bajado diez veces antes de que te decidieses a hablar- una monstruosa sonrisa se formó en su cara oscura-. Nos gusta bastante ver cómo bajas y no tener la seguridad de poder agarrarte a tiempo.

Veneno quitó la telaraña del pie de Quinn y éste cayó hacia abajo gritando como un loco en manos de alguien peor. Justo cuando ya podía oler el asfalto y sentir el golpe, otra telaraña se le pegó al otro pie; en cuestión de segundos, estaba, de nuevo, frente a un divertido Veneno, que disfrutaba del espectáculo como un gato que juega con el ratón antes de comérselo.

-Estamos pensando en repetirlo- la larga lengua del alienígena se paseó por la cara de Quinn.

-¡¡¡He dicho que voy a hablar, joder!!!

-Según lo que nos cuentes nos divertiremos más o menos contigo.

-¡¡¡Qué quieres saber!!!

-¿De dónde has sacado la HCM? ¿Cómo la distribuyes? ¿Quiénes son tus socios? ¿Dónde podemos encontrar hamburguesas decentes? Y, ten en cuenta, que la última pregunta puede esperar.

-¡La sacó de unos científicos! ¡Usan mis contactos para pasar las drogas! ¡Pagamos bastante bien para mantener muchas bocas cerradas, pero no sé nada más! ¡De la distribución se encargan otros que contratan los científicos!

-¿Dónde están?

-¡Nos reunimos en varios pisos alquilados cada mes, nada más! ¡Hace cuatro días me reuní con ellos, y me toca esperar un mes! ¡Ni siquiera sé cómo hacen las drogas, te lo juro! ¡Sólo me encargo de repartirlas y encontrar quienes me ayuden!

-¿Y Fagan?

-¡Le encontré en el Bar Sin Nombre y pensé que podría ser un candidato perfecto para ayudarme! ¡Es un supervillano de serie B que haría lo que fuese por estar en primera base!

Algo no le olía bien a Veneno, pero lo que decía parecía casar con lo que él sabía. No todo debía ser siempre tan complicado.

-¿Qué ocurre aquí?

Veneno no se volvió hacia la voz de su espalda, pues sabía de quien se trataba; el Caballero Luna se acercó hasta situarse a su lado, justo frente al aterrorizado Quinn. Veneno se sorprendió preguntándose cómo es que no le había escuchado llegar hasta aquella azotea.

-Te mandé capturar a un grupo de ladrones callejeros, y te encuentro amenazando a este tipo que no conozco de nada- gruñó el enmascarado.

-Los delincuentes nos llevaron hasta algo grande, Spe...- Veneno intentó recordar que fuera de la Torre Spector era el Caballero Luna-. Estaban colocados con una droga que les volvía más fuertes, rápidos y ágiles que una persona normal. Descubrios que se trataba de Hormona del Crecimiento Mutante.

-Eso no existe.

-Díselo a este ex-agente de SHIELD que se encarga de distribuirla.

-Ya le he escuchado, y miente en lo que te ha contado- el Caballero Luna acercó su cara a la de Quinn-. Te he estado siguiendo, Veneno, y sé que has encontrado el Bar Sin Nombre, que la has montado dentro, y que estás amenazando a este tipo, pero nada más.

-Está compinchado con el tercer Mister Miedo y un nuevo Tizón; vendían HCM, y ahora estábamos intentando descubrir los detalles- Veneno agarró a Quinn del cuello-. ¡Nos has mentido, escoria!

-¡No te he mentido, chiflado!

-Lo has hecho- intervino el Caballero Luna-. He sido mercenario, y reconozco las mentiras. También he realizado muchos interrogatorios, así que, sin duda, vas a contarnos la verdad a mi amigo y a mí.

-¡Ya he dicho la verdad!

-Perdemos el tiempo...-se quejó el Caballero Luna, sacando uno de sus dardos en forma de luna-. Si no vas a hablar, no sirves de nada.

Cortó la telaraña no sin esfuerzo, y Quinn volvió a caer como un peso muerto. Veneno observó como el antiguo agente de SHIELD caía hacia el suelo, arrojó hacia él una telaraña, y en pocos segundos, ya lo había subido. El corazón de Quinn amenazaba con salírsele del pecho; había creído de verdad que iba a morir de una vez por todas.

-Mi compañero es el simpático, como has visto- gruñó el Caballero Luna-. Nos lo vas a contar todo.

Veneno arrojó a Quinn contra el suelo de la azotea tras una señal del Caballero Luna; los dos rodearon a Quinn, dejándole claro que no había escapatoria posible.

-Joder, me voy a meter en un lío...- se quejó Quinn.

-Ya estás metido- le respondió el Caballero Luna-. ¿De verdad existe la HCM?

-Desde años antes de que se empezase a rumorear sobre su existencia.

-¿Quién la creó?

-Podría mentiros, pero me temo que no va a servir de nada...- Quinn tragó saliva-. Fue SHIELD.

-¡Miente!- rugió Veneno.

-No, está diciendo la verdad- sentenció el Caballero Luna.

-¡Claro que la estoy diciendo, pirados! Todo comenzó, por lo que yo sé, como parte de un proyecto para recrear con total exactitud la formula del suero del supersoldado que creó al Capitán América. Un grupo de científicos de SHIELD fue demasiado lejos, y empezaron a probar unos sueros experimentales con humanos antes de hacer más pruebas de las necesarias. ¿Resultado? Una droga que volvía gelatina el ADN de esos tipos con el tiempo, pero que les daba superpoderes.

-Dicen que la HCM se hace a partir del ADN de metahumanos- afirmó el Caballero Luna, sorprendido por lo que estaba saliendo de los labios del antiguo agente de SHIELD.

-Y así era; los científicos poseían tanta confianza por parte de SHIELD que lograron esquivar toda la seguridad que rodeaba el proyecto durante casi dos años, hasta el punto de usar a mutantes, y metahumanos para sus pruebas, todo para recrear al Capitán América, e incluso mejorarlo- Quinn carraspeó-. Se aseguraban de no probar con nadie de renombre, sino con mutantes muertos de hambre que daban parte de ellos por algo de comida, o jóvenes metahumanos que no sabían nada del negocio de los superhéroes.

-Todo por el bien del país- gruñó Veneno-. ¡Escoria!

-¡Eh! ¡El Capitán América es el siguiente paso de la evolución humana! ¡Es la maquina de luchar perfecta! No podéis culparles por coger un camino equivocado, pero que llevaba al éxito, hasta que se descubrió todo, y fueron despedidos, junto a todos los agentes que les ayudaron. Todo fue muy silencioso, muy discreto, y las notas se quemaron todas... O eso creyeron.

-Tú eras uno de los agentes que ayudaron a esos tipos- afirmó el Caballero Luna, sin ningún tipo de duda.

-Menudo lumbreras tenemos aquí- Quinn sonrió amargamente, recordando los momentos de su deshonra-. Me echaron como un paria, cuando lo único que hice fue ayudarles en lo que querían... ¡Cómo los mismos científicos que habían contratado! Algunos acabaron con Hydra, por supuesto, pero la mayoría de ellos se reunieron, juntaron las copias de las notas de los experimentos, y llamaron a algunos de los agentes con los que trabajaron, incluyéndome a mí.

-Me imagino lo que pasó después: empezaron de nuevo a experimentar, consiguieron reproducir la HCM de nuevo, empezasteis a traficar con ella para conseguir el dinero para continuar los experimentos para conseguir al nuevo Capitán América- explicó el Caballero Luna.

-¡Bingo! Al ser ex-SHIELD tuvimos acceso a muchos sitios e información suficiente como para poder ir pasando la HCM sin armar mucho jaleo, a personas seleccionadas previamente, elegidas, y dar el dinero adecuado a la gente apropiada para que no se supiera nada... hasta ahora- Quinn frunció el ceño-. Fagan no tendría que haberle dado la droga a esos macarras, pero no paraba de hablar de ampliar el negocio.

-¿Por qué Alan Fagan, Mister Miedo?- preguntó el Caballero Luna.

-Conocía a uno de los científicos, y ambos hablaban mucho sobre química, y demás zarandajas de empollones. Le encantó meterlo en el negocio, pero Fagan no deja de ser un criminal de tres al cuarto, en vez de un profesional- Quinn se alzó de hombros-. De todos modos, no tenéis pruebas y yo no voy a confesar nada aunque me matéis. Esto va mucho más allá de lo que creéis, os lo aseguro, y hay metida mucha gente.

-Iras a la cárcel; me aseguraré de ello- juró el líder de los Caballeros.

-Puede ser, pero no por la HCM, y mucho menos saldrá en los periódicos, ni nada parecido. Será nuestro pequeño secreto- Quinn les guió un ojo-. Y aún no habéis visto la remesa que tenemos preparada.

-¿Cómo recibís los envíos?- preguntó Veneno.

-Lo preparamos todo aquí.

-Antes de volver a mentirnos, piensa que te podemos sorber el cerebro por la nariz durante horas- amenazó Veneno-. No nos intentes colar la historia de que lo preparáis todo en la ciudad; si todo es tan secreto, seguramente haréis la droga fuera, y la traigáis aquí ya hecha. ¿Nos equivocamos?

-No... No...- Quinn parecía cada vez más derrotado-. Usamos los muelles, sobre todo, y camiones, cambiando una vez por mes. Da igual lo que hagáis; todo esto es muy grande como para poder detenerlo ya... Traemos la HCM a veces como si fuesen drogas normales, ocultas como drogas comunes e incluso como si fuesen productos farmacéuticos. A veces, ni siquiera hace falta; nos servimos de trucos de SHIELD o antiguos contactos que no viven su mejor momento para traer la HCM hasta la ciudad, o a cualquier punto del mundo que queramos.

-¿Qué muelle usáis?- preguntó el Caballero Luna.

-He dicho que da igual...- Quinn recibió un puñetazo de Veneno-. ¡Agh! Dios, casi me arrancas la...

-¡Cállate y dínoslo!

-¡Muelles 37 y 48!- Quinn escupió sangre-. ¡Os he dicho que no podéis hacer nada! ¿Por qué creéis que hablo? ¡No podéis hacer nada! ¡Si acudís allí, os matarán! ¡Me podéis meter en la cárcel pero no servirá de nada! ¿Creéis que SHIELD no sigue experimentando para recrear al Capitán América y mejorarlo? ¡Y no son los únicos! ¡Nosotros, simplemente, fuimos por el camino difícil! ¡Trabajábamos para nuestro país!

El Caballero Luna le sacudió una patada que hizo chocar su cabeza contra el suelo del tejado, dejándole inconsciente.

-Voy a volver a la Torre, e investigaré con Micro algunas de las cosas que esta escoria ha dicho- dijo el Caballero Luna-. Déjalo atado, y llamaremos a la policía para que lo recoja; más tarde haré unas llamadas para que lo atrapen.

-¿Y qué haremos nosotros?

-Ve a ese muelle, descubre todo lo que puedas, y si hay alguna descarga, párala, pero sin matar a nadie- el Caballero Luna se agachó para comprobar el pulso de Quinn-. Por cierto, Brock, gran trabajo.

Cuando Veneno se volvió para dar las gracias, el Caballero Luna ya no estaba.


Diez minutos después. Muelle 37.

Veneno había dejado a Quinn cubierto de telaraña, y la suya no era de la que se debilitaba una hora después, como pasaba con la de Spiderman, pero perdía consistencia conforme se alejaba, así que esperaba que el Caballero Luna enviase a la policía o a quien fuese a por el ex-agente de SHIELD antes de que se liberase. Por otro lado, él había seguido las órdenes del cruzado de blanco y se encontraba en uno de los muelles que, supuestamente, usaban Quinn, Fagan y los misteriosos científicos para recibir la HCM para su distribución. En realidad, no pensaba encontrar más que cajas y montacargas, pero supo que ese era su día de suerte cuando vio a varios hombres vigilando la zona; no llevaban armas, pero su actitud era bastante sospechosa.

Veneno usó su traje para confundirse con el entorno y volverse invisible ante los ojos de los vigilantes, quienes no captaron su presencia mientras entraba dentro del enorme almacén que parecían proteger. No se le escapó a Veneno el hecho de que estaba descargando enormes cajas de un barco que parecía haber llegado al muelle hacía apenas unas horas.

Una vez estuvo dentro, siguió viendo pequeños grupos de hombres que parecían ser trabajadores, descargando cajas más pequeñas de las grandes que ya estaban dentro del almacén. Veneno aterrizó entre las sombras de las vigas del lugar, y se hizo visible, aunque las sombras que le envolvían le ocultaban bastante bien. Comprobó que, allí dentro, sí llevaban armas algunos de los hombres, aunque no todos.

“De ese modo, la discreción es absoluta”, pensó Veneno, observándolo todo.

“No parece que haya gente inocente de por medio, y llevan armas normales. Prefieren ocultarse en la oscuridad y el sigilo antes que llamar demasiado la atención, aunque eso suponga estar más desprotegidos. La confianza en exceso es algo malo, caballeros”

Veneno empezó a bajar hasta el suelo por una de las paredes, el traje se ocultó, mostrando a Eddie Brock, metió las manos en los bolsillos de la chaqueta en la que se había convertido el simbionte, y caminó, tranquilamente, hasta el centro del almacén, como si estuviese en su propia casa.

-¡Bonito sitio!- exclamó para que se fijasen en él-. ¡Podríamos montar un McDonalds de no ser por ese montón de drogas genéticas que tenéis en las cajas!

Todos se volvieron hacia Brock. Los que iban armados apuntaron sus rifles y uzis hacia él, listos para apretar los gatillos y llenarle de plomo en cuanto diese un paso en falso. El ex-periodista pensó que si no habían disparado aún, es que estaban bajo las órdenes de alguien.

-Bueno, voy a llamar a la policía en un momento, así que si queréis disparar...- bromeó Brock.

Oyó un aplauso a varios metros de donde estaba, y de la oscuridad reinante entre dos enormes contenedores vacíos, surgió un hombre vestido con un traje negro con motivos blancos. Brock gruñó ante la sonrisa sádica del recién llegado, y reconoció la diana pintada en la frente de su traje.

-Si hubieses querido llamar a la policía, ya lo habrías hecho- afirmó Bullseye.

-Me pregunto, qué hace un asesino a sueldo tan bueno, trabajando con escoria que vende drogas- Brock intentó hacer hablar al asesino a sueldo que comúnmente se enfrentaba a Daredevil, para ganar tiempo y librarse de la sorpresa de encontrarle allí.

-¡Me halaga que me reconozcas! Hay que ganarse la vida, amigo- Bullseye cogió una pistola de la bandolera de uno de los hombres que apuntaban a Brock-. Sabes quien soy, pero no sé a quién tengo el gusto de ir a matar dentro de varios segundos.

-No sabes ni qué tienen esas cajas, ¿verdad?- Brock sonrió, tratando de provocar al psicópata-. Seguro que ninguno de vosotros lo sabe.

-Somos profesionales, amigo- Bullseye le apuntó con la pistola-. Y tú, estás muerto.

Disparó, y cuando la bala estaba a punto de besar la frente de Brock, el simbionte le recubrió por completo, transformándole en Veneno, y parándola la bala. Todos los hombres que tenían armas dispararon sobre él; el sonido fue ensordecedor, y una lluvia de balas cayó encima de Veneno, quien observó como Bullseye, sorprendido por la transformación, se escondía tras los hombres armados.

-¡Ven a jugar, dianita!

Veneno empezó a lanzar telarañas por todas partes, primero contra los hombres desarmados, impidiendo que escapasen y después, hacia las armas de los demás, quitándoselas de las manos; el Caballero Luna había pedido cero bajas y él le iba a complacer.

Después, se abalanzó contra los criminales y comenzó a golpearles y lanzarles por los aires, derrotándolos con toda facilidad. Los delincuentes no tuvieron nada que hacer contra la fuera bruta de Veneno, sus telarañas, y la resistencia a las balas que le ofrecía el simbionte.

Tras sacudir un puñetazo en la cara al último de sus enemigos, Veneno se volvió para buscar a Bullseye, y fue entonces cuando oyó el sonido de un coche yendo hacia él a toda velocidad. No fue lo suficientemente rápido para esquivar el vehículo, que le golpeó en un costado, lanzándolo a un lado. Dentro del coche, Bullseye rió a carcajada limpia debido al golpe.

Un mareado Veneno se levantó, tambaleándose debido al tremendo golpe, sólo para ser arrollado de nuevo por el coche; Bullseye había dado marcha atrás y seguía riéndose dentro del vehículo, gozando con el combate.

-¡El coche te puede matar, monstruito!- gritó el asesino.

Cuando fue a meter la primera para atropellar de nuevo a Veneno, éste se movió más velozmente de lo que el asesino a sueldo pensaba; el alienígena agarró el coche gracias a su gran fuerza, y lo lanzó a un lado, haciendo que aterrizase boca abajo, totalmente destrozado. No sin esfuerzo, Bullseye salió del lado del conductor, con partes destrozadas de su traje, y perdiendo sangre por la nariz. Tenía la vista nublada, pero aún podía dar bastante guerra.

-Si bebes, no conduzcas- bromeó Veneno, acercándose al asesino lentamente, disfrutando el momento.

-¡Ja, ja, ja! ¡Buen chiste, bicho raro!- Bullseye se quejó al notar como, su pierna izquierda, se agitaba de dolor.

-Eso nos lo dice el tipo con la diana en la frente y herido de muerte.

-Muchos me han subestimado.

Bullseye sacó varias cuchillas de uno de los bolsillos de su traje, y las lanzó contra Veneno. Dos de ellas le dieron en sus blancos ojos, arrancándole un gutural rugido, y poniéndole de rodillas.

Bullseye corrió hacia Veneno con todas sus fuerzas, le placó, tirandole al suelo y, rojo de rabia, apretó las cuchillas, dispuesto a que le atravesasen las cuencas oculares que se escondían bajo el traje.

-¡Vas a ser un bonito cadáver, Veneno! ¡Me has cabreado lo bastante como para ir anunciando que yo te maté!

El traje de Veneno se movió, y uno de los zarcillos empujó a Bullseye hacia el coche destrozado, estrellándole contra él. Veneno se levantó, y Bullseye hizo lo mismo, con una sangrienta sonrisa.

-Eres muy duro- admitió Veneno.

-Huesos de adamantium- Bullseye se dio un golpecito en el cráneo-. En este negocio hay que estar asegurado contra accidentes.

-¿Qué te puede detener?

-Que me mates, o que te mate yo, y podemos hacerlo, amigo- Bullseye rió de nuevo, como el psicópata que era-. Tú no eres un héroe, sino un monstruo como yo.

-Pero tengo jefe...

Veneno lanzó varias telarañas a Bullseye hasta pegarle por completo al coche, cubriéndole todo el cuerpo excepto la nariz. Después, cubrió a todos los demás con telarañas, los contenedores y cajas de HCM después de destruir cualquier mínima cantidad de la droga, y luego apuntaló las puertas del almacén para que nadie pudiese salir. No quería que ninguno escapase mientras volvía a la Torre Spector y avisaba al Caballero Luna.

Una vez acabado el trabajo, se dirigió hacia la base de los Caballeros, con el placer de haber cumplido perfectamente su primera misión.

“Nos podríamos acostumbrar a esto”, pensó.

“El Protector Letal ha vuelto”


Torre Spector.

Mientras Veneno llegaba al almacén repleto de drogas, el Caballero Luna entraba en la sala de reuniones, donde le esperaban Marta Plateada y un cansado Microchip.

-Micro, necesito que llames a Samuel Millar; su número está en el ordenador. Dile que hay un paquete interesante compuesto por un agente traidor de SHIELD en la azotea frente a la pizzería Romano´s.

-¿Sabrá dónde está eso?- preguntó el informatico.

-Si le dices que hablas por mí, sí. Es un antiguo compañero de trabajo en el que puedo confiar, y dile que esté atento; puede que tenga otros paquetes para él.

-De acuerdo, jefe.

-Marta...- el Caballero Luna saludó a la mercenaria con un gesto-. No sabía que ya habías vuelto. Disculpa que no haya estado aquí para recibirte.

-Tranquilo, no eres mi niñera.

-Eso lo tenemos claro. ¿No estás cansada? Los demás están ya en la cama desde hace horas.

-¿Has salido de patrulla?- preguntó Marta con cierto retintín.

-Sí. ¿Vienes con ganas de discutir, Marta?

Microchip miró de refilón a la pareja, justo antes de escuchar una voz al otro lado de los pequeños cascos que tenía en las orejas. Decidió concentrarse en hablar con el tal Samuel Millar y dejar a sus compañeros discutir en paz.

-No, venía bastante tranquila, hasta que me he enterado de algo muy interesante.

El Caballero Luna se separó varios metros de Microchip. Marta le siguió, suponiendo que quería dejar fuera de la discusión al antiguo colaborador de Punisher.

-No me lo digas; ya sabes que Tony Stark es Iron Man.

-No estoy bromeando- gruñó la mujer.

-Yo tampoco.

-Se trata de Veneno, y es un tema que vamos a discutir ahora.

-Lo discutiremos mañana, con el resto de los miembros de este equipo que tienen la suficiente paciencia como para esperar a las reuniones establecidas- replicó el Caballero Luna.

-Yo no soy una chiquilla fan de Spiderman o un joven sin poderes mutantes; he cenado con el mismísimo Doctor Muerte, y creo que tengo voz y voto en esto.

-Tienes parte de razón, pero mañana...

-¡Nada de mañana!- gritó Marta-. ¡Vamos a hablarlo ahora!

-¿Vamos a tener de nuevo esta conversación?

-¡Veneno es un asesino! ¡Un psicópata que cree que actúa bien!

-Oh, sí que vamos a tener de nuevo esta conversación- se quejó el Caballero Luna.

-¡Es un lunático, Marc!

-No es mucho peor que tú o que yo; he sido mercenario, y maté en su día. Tú también eres una mercenaria; Microchip colaboraba con Frank Castle; Mattie se unió a Norman Osborn...

-No dejas de repetir lo mismo- Marta Plateada negó con la cabeza-. Una cosa es que me mandes a buscar a gente como Morbius, Venganza o Lobezno, pero Veneno es cruzar el límite.

-Vivimos en una zona gris, Marta- replicó el Caballero Luna-. No puedes hablarme de límites.

-Estoy pensando en irme del equipo salvo que me des una buena razón para que tengamos a Veneno dentro.

-Vengo de vigilarle y...

-¡Vienes de vigilarle! ¡Ja!- Marta Plateada golpeó la mesa de reuniones-. ¡Tienes que ir a vigilarle porque ni tú te fías de él!

-Era su primera misión, la que iba a decidir si le devolvía a la cárcel para siempre o le metía en el grupo, y la ha pasado por mucho. Mañana os contaré el resultado.

-Quiero una respuesta ahora, o mañana mismo no estaré aquí para escucharte- sentenció la mercenaria.

-Estás en el grupo cumpliendo un trabajo por el que se te paga.

-Sabes que no estoy en el grupo sólo por eso.

Marta Plateada y el Caballero Luna se miraron; el leal sirviente de Khonshu supo que no estaba preparado aún para tener una conversación de esas características y, mucho menos, en ese preciso instante.

-Quítate la máscara, Marc, y hablemos- le pidió Marta.

El Caballero Luna se desenmascaró, y dejó que la luz de la sala diese en los cansados ojos de Marc Spector. Marta esgrimió una leve sonrisa, al ver que aún podía conseguir algo de él.

-No estoy en este equipo sólo por el dinero- repitió Marta.

-Lo sé, y sé que podría no pagarte y seguirías por aquí.

-Y tenemos que hablar.

-Lo sé, pero ahora el tema...

-Marc, dime que tienes a Veneno por algo más que por ser una fuerza casi invencible- Marta le rogó con los ojos, algo que pocos hombres habían visto de ella-. Entiendo que quieras más potencia para el equipo, e incluso comprendo que insistas en que los Vengadores han tenido entre sus filas a villanos y criminales, e incluso yo los he contratado, no voy a negarlo, pero Veneno es algo distinto.

-Brock puede ser más de lo que es, igual que yo lo he ido siendo, y lo voy consiguiendo aún hoy, gracias a todos vosotros.

-¿Palabras amables de Marc Spector?

-He estado algo estresado últimamente- Marc se sorprendió pensando más claramente, antes de recordar que en realidad no era Marc, sino el Caballero Luna con su mascara de Marc Spector-. Pero eso es otra cosa que podemos hablar en otro momento...

-Tienes razón; quiero una respuesta.

-No, Brock no sólo está con nosotros por el simbionte, sino porque creo que puede llegar a cambiar de verdad.

-¿Crees que se puede sacar algo de él?

-Mucho, pero hay que trabajar en ello.

-Más te vale- Marta Plateada se acercó a él-. Si Veneno se pasa un pelo, no me volverás a ver por aquí, salvo para capturarle.

-Lo tendré en cuenta.

-Ten en cuenta también que es un fugado de la justicia; no tardaremos en ver por aquí a cualquier superhéroe bonachón con ganas de hacer cumplir la ley.

La mujer se despidió con un gesto de cabeza, se dirigió hacia el ascensor, lo tomó, y se dispuso a llegar hasta su habitación para descansar después de las últimas emociones vividas. Marc Spector se volvió, y vio a Microchip observándole con aspecto cansado, aún más que el suyo.

-Riña matrimonial, ¿eh?- bromeó Micro.

-¿Has llamado a Millar?

-Todo resuelto y... Tenemos que hablar.

-¿Tú también?- Marc creía que no podría aguantar otra discusión por el tema Veneno esa misma noche.

-No, sería un hipócrita si después de convertir a Punisher en lo que es, tuviese discusiones sobre la moral de ciertas personas. Creo que Brock puede cambiar, pero no se trata de eso.

-Al menos hay alguien que no quiere que le mire a los ojos y le diga lo evidente...

-Me halaga- Microchip carraspeó-. Tiene que ver con tener esta cara de muerto viviente, y lo que me pediste tras lo de Veneno.

-Que investigases a ese vigilante de Boston(7).

-Exacto y bueno... He conseguido cosas interesantes.

-Yo también tengo que comentarte algunas cosas interesantes sobre la misión de Veneno de esta noche- Marc se disculpó con un gesto-. Continua.

-Bueno, debo decirte que mi investigación ha sido más complicada de lo que pensaba... ¿Sabías que en los últimos tres años la población metahumana, superheroica, y supervillana de Europa se ha cuadriplicado hasta casi alcanzar la cantidad que tenemos en América? Según algunos datos que he ido cotejando junto a unos cuantos amigos por internet, en unos dos años, Europa tendrá la misma cantidad de metahumanos y vigilantes que toda América; puede que incluso más.

-¿Y por qué no lo parece?

-Son más discretos, así de simple.

-Puede que eso sea lo que necesitemos...- murmuró Spector, pensativo-. A nosotros nos va muy bien como estamos, sin armar tanto jaleo. Siempre he dicho que los europeos tienen la discreción, mientras nosotros tenemos la diana pintada en el pecho.

-Habrá que estar atentos; parece ser que hay países que se están dando prisa para crear sus propios grupos de superhéroes, y los vigilantes no dejan de aparecer.

-Son datos a tener en cuenta, pero no entiendo qué tiene que ver todo esto con lo que te pedí.

-Veras, Marc, quise asegurar la información de que esa copia de Daredevil había sido vista en un sitio mientras el autentico había sido visto en otro lado. Me conecté con varios conocidos por internet, y empezamos nuestra búsqueda de información, y nuestro trasvase de datos entre unos y otros. El resultado ha sido tan interesante que, en los últimos dos días, apenas he dormido cuatro horas; a ellos les ha pasado lo mismo.

-¿Y qué habéis encontrado?- Marc pensó que, por cosas como aquella, contratar a Microchip había sido de sus mejores decisiones.

-Algo bastante... inquietante, si se puede llamar así. Empezamos a investigar sobre ese tipo disfrazado de diablo del que apenas tenemos muchos datos. Hace siete meses apareció aquí, en Nueva York, en la que podría ser su primera aparición en este continente. Los delincuentes a los que atrapó apenas pudieron dar una pista fiable, salvo uno, un antiguo secuaz de segunda de Kingpin que lo describió como un Daredevil oscuro, todo de negro.

-Uhm, interesante.

-Eso es lo que me ha dicho uno de mis asociados, pero ahí no acaba la cosa- Microchip se ajustó las gafas-. Hace cosa de año y medio aproximadamente, se tiene constancia de que un tipo mal disfrazado de diablo, apareció en Grecia y echó abajo una pequeña casa de drogas. Es lo que me ha asegurado uno de mis compañero internautas del viejo continente.

-No tienen porqué ser el mismo.

-Tienes razón...

-E incluso podría ser un discípulo de Daredevil o el propio Daredevil volviendo a su traje oscuro.

-Podría ser.

-¿Pero?

-¿Tú lo crees, Marc?- Microchip frunció el ceño-. A Daredevil se le ve en un sitio, con su traje de siempre, y en la otra punta del país, se ve a un tipo igual pero con un traje oscuro, alguien que anda paseándose por ahí haciendo de vigilante, y es de los buenos, según lo que me han dicho, pero aún no acaba todo ahí.

-Presentía que no lo haría.

-Uno de mis asociados recuerda, mientras investigamos a ese Daredevil, que tiene imágenes de una especie de criminal metahumano que apareció en pleno Londres, atacando a la policía. De repente, me dice que en su momento le extrañó mucho el aspecto y armamento del criminal, pero que no le dio más importancia... Hasta que empecé a buscar al imitador de Daredevil.

Microchip pulsó varios botones del ordenador, y la imagen de una especie de hombre de cara gris, cuernos cortados, ojos amarillos, túnica roja, y montado encima de un planeador, apareció ante los ojos de Marc Spector.

-Se hacía llamar Amenaza, y atacó a unos policías que después se descubrió que eran corruptos. Se habla de que fuese un criminal disfrazado contratado para matarles- informó Micro.

-Parece...- Spector observó con detenimiento el planeador-. Parece una copia del Duende Verde o del Duende.

-¿Vas cogiendo por donde voy?

-Hay muchos duendes por ahí, Micro. Es raro el mes que no le sale a Spiderman un nuevo enemigo disfrazado de chiflado de Halloween encima de un planeador de esos.

-¿Pero tan lejos?- Micro pulsó varios botones más-. Otro de los que estábamos en nuestra pequeña investigación por la red, me pasó otras fotos al ver las del tal Amenaza.

Una fotos borrosas que mostraban algo enorme, metálico y con forma de rinoceronte, aparecieron en la enorme pantalla principal del ordenador.

-¿Qué te parece?- preguntó Microchip.

-Una monstruosidad metálica.

-¿A quién te recuerda?

-No me recuerda...- Spector se fijó mejor en el cuerno y la forma de la criatura-. ¿Me estás diciendo que ese es el Rino?

-Y no sólo eso; otro de mis asociados dice que presenció, en directo, una batalla campal en medio de Berlín entre un tipo con un traje metálico muy parecido a un escarabajo y una chica vestida de morado con un arco. Las imágenes de Rino se tomaron hace cinco meses, en Roma, tomadas por un móvil.

-¿El Escarabajo y Ojo de Halcón en Berlín?

-¿Qué crees que intento decirte, Marc?

-Que están saliendo copias de ciertos metahumanos, superhéroes y vigilantes, y no es casualidad- Marc Spector siguió mirando fijamente la imagen borrosa del rinoceronte metálico y enorme-. Si no es casualidad, hay alguien detrás, y si hay alguien detrás, esto es más serio de lo que parece.

-Eso mismo pensaba yo. Hubiese investigado más, pero me moría de cansancio y quería hablarlo antes contigo para saber que no estaba haciendo el ridículo.

-Buen trabajo Micro; habrá que hablar con ese Daredevil de pega, y ver qué está ocurriendo. Ha pasado de ser asunto de un solo vigilante, a resultar algo...

-¿Inquietante?

-Exacto- Marc asintió-. Ahora, ve a dormir; tenemos mucho que hacer, signifique lo que signifique todo esto.


Epílogo. La Cocina del Infierno.

Matt Murdock no dejaba de trabajar en su oficina. Foggy y los demás se habían ido hacía horas, pero él debía adelantar trabajo atrasado, sin saber que, a varios metros de donde estaba, en una azotea frente al edificio que albergaba el bufete de Nelson & Murdock, una figura envuelta en sombras le vigilaba.

La figura, con un traje totalmente negro, con motivos rojos, y una máscara con dos pequeños cuernos, como si de un diablo se tratase, volvió la cabeza levemente cuando alguien, una chica, salió de entre las sombras que habían tras él, y se le acercó tan sigilosamente que parecía un fantasma en vez de una persona de carne y hueso.

-No deberíamos estar aquí- susurró la chica.

-Tú no deberías estar aquí; puede oírte- el hombre vestido de diablo señaló a Murdock, envuelto en la luz de su oficina.

-Está demasiado ocupado, y tú lo sabes, pero te acabará descubriendo.

-¿Para qué te ha enviado el Militante?

-No ha sido él, sino el jefe.

-Je, puedes decir su nombre sin...

-Se nos está prohibido fuera de cualquiera de las bases- la chica, vestida también completamente de negro, llevaba una máscara alrededor de los ojos; los cristales que los cubrían eran de un rojo brillante-. Están contentos con lo que estás haciendo, pero creen que vas demasiado rápido.

-Pronto estaremos en guerra, pero se niegan a aceptarlo.

-Somos personas de paz.

-Tiene gracia que lo digas tú- el hombre sonrió bajo la máscara; la chica lo notó.

-Sólo he venido a decirte que tengas cuidado; por muy ocupado que esté, no debemos acercarnos tanto a él. El Militante...

-Se cree que tiene todas las respuestas.

-Él lo pasa peor que tú con el papel que se le ha asignado. Espera que siempre lleves el inhibidor cardiaco.

-Cuando me acerco a él, sí. Espero que tú lo lleves ahora.

-Por supuesto- afirmó la joven-. No debe descubrirnos hasta que sea el momento; como tu amiga, he venido a avisarte.

-Gracias, pero estaba a punto de irme y, la próxima vez que te acerques a mí...

Cuando se dio la vuelta, la chica ya no estaba.

-... ponte un cascabel.

Volvió la cabeza de nuevo hacia la ventana del despacho de Matt Murdock, se puso en pie, y se alejó, internándose en la oscuridad a la que tan bien estaba acostumbrado, sabiendo que su compañera tenía razón: aún no era el momento adecuado para salir de ella y descubrirse al mundo.

FIN


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Referencias:
1 .- Ver la famosa saga Secret Wars
2 .- Como se pudo ver en Spiderman Vol. III #13 Forum.
3 .- Como se pudo ver en Spiderman Vol. III #20 Forum.
4 .- Como se pudo ver en Spiderman Vol. III #22 Forum.
5 .- Ver Veneno: La caída de la araña en Action Tales.
6 .- Habla de la vez en la que Azote, un justiciero sanguinario, entró en el Bar Sin Nombre y acabó con la vida de varios supervillanos.
7 .- Ver Marvel Knights #8 en Action Tales.

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