Ironman nº10

Título: Reconstrucción (y II)
Autor: Lobo Rojo
Portada: Edgar Rocha
Publicado en: Junio 2010

Nuestro héroe parte para unas vacaciones al Caribe pero los negocios de Stark continúan. ¿Vacaciones? ¿Descanso? ¡Ja! Son inesperados villanos y trepidentes aventuras lo que le esperan en aquellas playas paradisiacas.
Prólogo:

¡Tuuut! ¡Tuuut! ¡Tuuut!... – Mientras esperaba a que alguien contestara a su llamada, Tony Stark miró el reloj. Si no respondían tendría que colgar, pues la hora se acercaba. Por fin descolgaron….

- ¿Pepper, cariño? – … - ¡Oh, Happy, eres tú! ¡Me alegra oírte perro viejo! ¿Estáis ya en Japón? -….- ¿Qué tal el vuelo? - … - ¿Y Pepper? ¿En la ducha? -… - Lo entiendo, no…, no…, que no me llame, no podré contestar durante las próximas horas.- … - Oye, te diré que vais a hacer, salid esta noche, busca un buen sitio para cenar, y cargadlo a la cuenta de la empresa. Disfrutadlo, os lo merecéis. -…- Sí, sí, se que habéis ido en viaje de trabajo, pero lo que estáis haciendo no tiene precio... Sí… estoy ya en el quirófano, la operación comenzará en unos minutos… En cuanto la doctora venga… No, no es Foster. Jane es una doctora estupenda, pero para esta operación necesitábamos a un cirujano con más experiencia… Sí, la conoces, es la Doctora Sondheim,… sí, sí, Erica. – la puerta se abrió y Anthony Stark levantó la vista para ver como la doctora Erica Sondheim, acompañada de de dos auxiliares entraba en la habitación.

- Tony, ha llegado la hora,- Dijo ella - ¿Estás listo?

- Sí, por supuesto. – Contestó él, y dirigiéndose al móvil - Bueno, Happy, tengo que colgar. Dale un beso a Pepper y no dejéis de ir a cenar… - Stark cortó la comunicación y con su característica sonrisa se dirigió a la eminente cirujana.

- Erica, de nuevo me pongo en tus manos…

- Ya te vale, Tony. – Le recriminó ella. -¿Algún día dejarás de experimentar con tecnologías de seguridad no certificada en tu propio cuerpo?

- Ya me conoces, - Dijo él intentando bromear. – Innovar o morir…

- Apaga el móvil. No podemos dejar que afecte a la tecnología…

- ¿Bromeas? Es un móvil Stark de última generación, no crea interferencias de ningún tipo…

- Ciñámonos al protocolo… Apaga el móvil. – Dijo mientras que con un movimiento de su cabeza aprobaba la dosis de la jeringuilla que sostenía uno de sus ayudantes.

- Está bien. Está hecho ¿Lo ves?

- Ahora, túmbate y relájate… - El ayudante con la jeringuilla se acercó al paciente.

- ¡Ouch! – Gritó Stark al sentir el pinchazo del anestesista.

- Menudo Iron Man… - Murmuró la doctora. Y el mundo de Tony Stark se sumió en la oscuridad.

La doctora Erica Sondheim miró a su paciente mientras este se dormía. Hace ya años le instauró un biochip en la columna vertical que le permitió recuperarse de una paraplejia causada por un disparo fatal. Resultó ser una tecnología experimental manipulada por uno de sus enemigos que luego le dejó a su merced. La resistencia contra el chip implantado produjo en el cuerpo de Stark un proceso degenerativo que le obligó a fingir su muerte sometiéndose a un proceso criogénico mientras ella, y el experto en computadoras Abraham Zimmer desarrollaban la cura definitiva para su estado. Erica se entristeció al recordar la sonrisa y los besos que compartió con Abe Zimmer en aquellos tiempos. El pobre fue asesinado por enemigos de Iron Man cuando intentaba proteger los secretos de Stark. No hubo ninguna tecnología prodigiosa para traerle de vuelta. Stark ya se había dormido.

- Procedamos. ¡Bisturí láser…! – Y la operación para extraer el chip que Anthony Edward Stark tenía inserto en el cerebro comenzó.

Un elegante millonario, playboy, extraordinario inventor y un poderoso industrial, es Tony Stark... Pero cuando se viste su metálica armadura, se convierte en la más poderosa máquina luchadora del mundo
Creado por Stan Lee, Larry Lieber, Don Heck y Jack Kirby

- ¡Esos son mis chicos! – Murmuró Tony Stark entusiasmado. El multimillonario industrial sostenía entre sus manos la edición internacional del Daily Bugle, cuyos titulares decían así. “Los Vengadores rescatan al presidente Obama, y a los líderes mundiales de la amenaza terrorista del Zodiaco”(1) . –

- ¿Otro zumo antes de aterrizar, señor Stark? – Le interrumpió la servicial voz femenina de la azafata

Anthony Stark levantó la cabeza en dirección a su interlocutora. Un pequeño dolor interrumpió su movimiento.

- ¿Se encuentra bien señor Stark? – Se preocupó ella al ver su gesto de dolor.

- Sí… sí… – Contestó él. – Son las secuelas de una operación reciente. Tomar un vuelo comercial, incluso en primera clase, todavía me resulta algo incómodo...

- ¿Quiere un calmante? ¿Alguna cosa que le haga sentirse mejor?

- No, muchas gracias, el zumo está bien…

- Una copa, eso es lo que necesitaría… ¿Verdad señor Stark? - Dijo una voz en el asiento del otro lado del pasillo. Stark se fijó en el hombre insolente de tono burlón, un individuo trajeado, con la corbata desabrochada y con un vaso carente de líquido, pero todavía con hielos, en la mano.

- Perdone no tengo el gusto… ¿Usted es…? - Preguntó Stark al impertinente ejecutivo.

- Lombard… Terence Lombard, Subdirector Ejecutivo de compras internacionales de la Roxxon Oil Corporation. – Y extendió la diestra para saludarle mientras agitaba el vaso con la izquierda, confiando en que la azafata lo rellenaría al oír el tintineo de los hielos.

- Encantado… - Contestó Stark frunciendo el ceño mientras ignoraba la mano tendida ante él, miró su valioso y elegante reloj de pulsera y preguntó con una sonrisa a la chica que les atendía. - ¿Qué hora es en Santa Marta? –

- Aquí son las 12:45 del mediodía. – Contestó ella devolviendo la sonrisa.



Nueva York: Sede de Soluciones Stark.

- Entonces… ¿No estoy despedido? – Dijo la voz entre asombrada y avergonzada del bioquímico Floren Smith.

- No, Flo, - Contestó la jefa de seguridad Sandra Singer. – Tranquilízate, el doctor Pym y el señor Stark han dejado bien claro que aunque fuiste el creador del Líquido H, en ninguna manera eras consciente de cómo afectaría al metabolismo del portador de la armadura de Iron Man. Especialmente dado que desconocías la identidad del vengador. Cuando el jefe reveló su identidad al mundo, el daño ya estaba hecho…

- Nunca pensé que alguien capaz de tantas proezas fuera… fuera… - Smith, calló. Todavía conservaba su trabajo, denunciar al jefe como un borracho, no era la mejor manera de mantenerlo.

- ¿Tuviera problemas con el alcohol? – Añadió Singer, sin levantar la vista de los informes sobre su mesa. – La vida te da sorpresas…- Entonces miró directamente al bioquímico. – El caso es que el jefe considera que tu trabajo ha sido productivo, y que sería una tontería prescindir de ti. El doctor Pym ha corroborado tu valía.

El pecho de Floren Smith se hinchó de orgullo, Henry Pym había votado por su trabajo. Para muchos Pym sería un excéntrico aventurero, puede que incluso un desequilibrado mental, pero desde hace bastantes años estaba reconocido como el mejor bioquímico el mundo… ¡Y había elogiado su labor en este campo! La fría mirada de Sandra Singer le hizo volver a poner los pies en el suelo.

- ¿Su…sucede algo, Miss Singer? – se atrevió a preguntar.

- Verás, Flo… - Dijo levantándose y saliendo de detrás de la mesa con gesto amenazador - Se me contrató para proteger los intereses de Anthony Stark y sus negocios. Tu pequeño experimento con el Líquido H, se convirtió en una amenaza para mi trabajo. No me gusta que se me sorprenda desde puntos imprevisibles… Así que te sugiero que cada vez que presentes un proyecto de calibre parecido tengas bien calculadas y controladas todas sus consecuencias. Has sido un riesgo para mi patrón y para mi reputación. No quiero que vuelvas a serlo. ¿Queda claro? – Los ojos de Sandra Singer parecían a punto de soltar chispas.

- S--sí… sí señor…quiero decir, sí señora.

- Está bien Flo, puedes retirarte…

Floren Smith abandonó el despacho de Sandra Singer. Mientras se encaminaba a su laboratorio y marcaba un número de su móvil, se cruzó con un par de guardias de seguridad que escoltaban a quien parecía ser un nuevo visitante. - “Je,” - pensó para sí.- “Más les valdrá que la visita cumpla con los requisitos de seguridad sino la Singer se los comerá vivos.” Alguien contestó a su llamada.

- ¿Jenny? Tengo malas noticias para ti, todavía sigo siendo tu jefe. En unos minutos estaré ahí…



-¡Patty, preciosa! – Exclamó Stark al ver a la deslumbrante modelo - ¡No esperaba que vinieras a buscarme, habría alquilado un coche!

- ¡Por Dios, Tony, cariño…! - Contestó ella mientras le abrazaba. - No tienes ni idea de lo complicadas que son las carreteras aquí…

- De todas maneras, tengo el mejor GPS, - Dijo señalando su maletín personal. Como quien no quiere, el genio inventor observó como el ejecutivo de

la Roxxon que había volado con él era recibido por dos tipos corpulentos. – Mmm…, Creo que no he ajustado bien el reloj. ¿Qué hora tienes? -

- Las 13:30, Tony. ¿No llevas equipaje? - Preguntó Patricia Sanders. - ¿Sólo el maletín?

- No - Terminaba de ajustar el reloj. - No estaba seguro del tiempo que iba a hacer, así que me dije, ¿Para qué preocuparme? Tengo dinero, puedo comprarme cualquier cosa en la cadena de tiendas del hotel. ¿Me acompañarás de compras? – La pareja salió de la terminal hacia el parking.

- Me encantará Tony. – Llegaron hasta el coche de ella, un potente deportivo descapotable biplaza. - Además te llevaré a la mejor... ¿Conoces R. K.?

- ¿La nueva marca? ¿La que está causando furor? - Stark se acomodó en la plaza del copiloto. - Dicen que Lacoste y Burberrys tiemblan de envidia…

- Esa misma, querido. – Metió la llave en el contacto. – ¿Y sabes lo mejor? Adivina quién va camino de ser su modelo femenino principal. – El bramido del motor del descapotable ahogó todo sonido alrededor de ellos. Patricia Sanders, pisó el acelerador y arrancó mientras las marchas automáticas se acomodaban a su velocidad. Los hombres de la Roxxon Oil vieron como se perdía por las vías de acceso.

- Ese era Stark… ¿Alguna idea de por qué ha venido hasta aquí? – Preguntó el más corpulento de los tres. - ¿Crees que tiene algo que ver…?

- No lo se, pero pienso averiguarlo… - Contestó Terence Lombard.



Nueva York: Sede de Soluciones Stark.

Tom Blake vio a través de la ventana de la sala de reuniones en la que se encontraba como Floren Smith abandonaba el área de seguridad donde se hallaba el despacho de Sandra Singer. Afortunadamente él se había ahorrado tener que pasar por el despacho de Sandra gracias a la intervención de Stark. Tony había sido excesivamente amable al acogerle en Soluciones Stark y darle una ocupación. Gracias a él podía disfrutar de una nueva oportunidad en la vida. Sus pensamientos fueron interrumpidos por una voz.

- ¿Mr. Blake?, Erh, Tom… ¿Quieres firmar?

En la mesa tras él se hallaban Daniel Lester, miembro del bufete de abogados que representaba los intereses de Soluciones Stark, y Justin Grey, en representación del sindicato de trabajadores de la misma empresa. Tras horas de deliberación el convenio laboral había sido finalmente aprobado.

Tom Blake miró los papeles que le tendían, comprobó que los puntos más importantes en los que Stark había insistido estaban redactados exactamente como él quería, hasta la última coma. En especial la clausula que estipulaba los porcentajes en los que la mano de obra humana podía ser sustituida por maquinaria avanzada, ya fuese inteligencia artificial o humanoides autómatas de cualquier tipo, y pensó para sí el desperdicio de tecnología que representaba. Finalmente dirigió su pluma sobre el papel y procedió a firmar. Se contuvo un momento, y se concentró en su nombre. Y allí, entre las firmas de Justin Grey y Daniel Lester estampó la firma de Tom Blake. A continuación, satisfechos, todos procedieron a estrecharse la mano, la amenaza de la huelga había acabado(2).



El descapotable de Patricia Sanders avanzó por una renovada autopista que al parecer circundaba la capital. Stark observó con curiosidad como el paisaje iba variando de unas afueras más pobres, sembradas de chabolas, escombreras y algún pequeño campo de cultivo, a una región más sofisticada, casas modernas y de reciente edificación, y otros todavía en proceso de construcción.

- Veo que el progreso ha llegado a la isla… - Comentó el playboy inventor mientras ponderaba una posible inversión.

- Sí, Tony, - Contestó ella. – Pero no te hagas ilusiones… Meter la cabeza aquí es muy, pero que muy difícil…

- No creo… - Sonrió Stark ante la inocencia de la chica - Todo es negociable. Las oportunidades son…

- Que no, cariño, que no. – Le interrumpió ella. – Mira ahí, - dijo señalando el lugar de un edificio a medio construir.

- Unas obras paralizadas… - Stark reconoció el logo de Roxxon. - ¿Y bien?

- Una gran multinacional compró el terreno y comenzó a construir su nueva sede. – La autopista se extendía durante un kilómetro en paralelo con el terreno aludido. - Pensaban que sería pan comido obtener de las autoridades los permisos regulares para asentarse y dirigir sus explotaciones en esta zona del Caribe. Todo fue en vano.

- Pero la ventajas económicas, el desarrollo…

- Santa Marta no lo necesita. Es una isla pequeña. El turismo, y la creciente industria textil son suficientes para ir erradicando la pobreza.

- He visto chabolas…

- Son las últimas. Hace apenas dos años el área de subdesarrollo en la isla ocupaba un 80% de la zona habitada, pero entonces llegó R.K….

- ¿Diseños R. K.? – Preguntó Stark intrigado. - ¿La marca de ropa y regalos que mencionaste antes?

- Sí, su creador, Ronald Kendall, se estableció aquí hace tiempo e inició su pequeño imperio a través de sus creaciones; primero con pareos, toallas y bañadores para turistas, y luego con pequeños souvenirs, siempre con su estilo personal, hasta alcanzar las líneas de perfume y cosmética que actualmente inundan los mercados de Norteamérica y Europa. Todo se hace aquí, bajo su supervisión, con su clase y estilo como sello.

- Increíble… - Dijo recordando a los empleados de Roxxon que quedaron en el aeropuerto.-

- ¿Y sabes qué? Tengo invitación para la fantástica fiesta que esta noche da en su casa. ¡Invitación con acompañante…! ¿Te apetece?

- Parece interesante, y divertido, el tal R. K debe ser un tipo muy generoso…

- Sí, R. K. se ha ganado el afecto de la población, y tiene gran influencia sobre las autoridades. Todo gracias a la riqueza que ha creado…– El deportivo, que había abandonado la autopista segundos antes, comenzó a disminuir la velocidad, y la guapa modelo cambió de conversación - Mira, ahí está tu hotel…

El vehículo se detuvo ante la puerta principal del lujoso establecimiento. Con celeridad tres botones se acercaron a descargar el equipaje, mientras otros dos recibían a los ocupantes.

- Bienvenido, señor…

- Stark, Anthony Stark… - Contestó él. – Y no os molestéis chicos, no llevo equipaje. No obstante permitidme que premie vuestra eficacia en el servicio… – Dijo mientras sacaba su cartera.



Nueva York: Sede de Soluciones Stark.

Sandra Singer se hallaba hundida en la silla de su despacho, con los dedos de sus manos entrelazados sobre su vientre mientras ponderaba sobre su nueva situación laboral. El sueldo que Stark le pagaba era bueno, pero mantener la seguridad de las instalaciones era un trabajo agotador. El espionaje industrial era pan de cada día, estaba acostumbrada. Lo peor era el ego desatado de los científicos contratados, todos ellos ávidos por demostrar la veracidad de sus teorías o el funcionamiento correcto de su última invención, sin importarles un mínimo el riesgo propio o ajeno. Por si esto no bastase, Stark mantiene la manía altruista de conceder segundas oportunidades a todo individuo con pretensiones de rehabilitación,-“una mala costumbre para mi línea de trabajo”- pensó. Luego estaba el misterio de Tom Blake. Las órdenes directas y personales de Stark sobre Tom habían sido tajantes. - No hagas nada contra el señor Blake, ni siquiera indagues sobre él. Su pasado no debe de ser removido ¿Queda claro? - No le quedó más remedio que asentir. Dos golpes secos en la puerta la hicieron recuperar la compostura.

- Adelante -

El rostro de David, uno de los guardias de seguridad bajo su mando, apareció en el quicio de la puerta entreabierta.

-Ms. Singer, el nuevo empleado que esperaba…-

Sandra iba a ordenar que pasase, pero el sonido del comunicador de emergencia les interrumpió…

-¡Ooh…! – Exclamó contrariada al leer el nombre del remitente en la pantalla digital. – No puede esperar…, Dan, Me temo que la visita tendrá que esperar, es la línea directa del jefe, desde el Caribe… Discúlpame ante él y dadle un tour por las instalaciones. Luego le atenderé.



Tumbado en la amplia cama de la lujosa suite de su hotel, Anthony Edward Stark apoyaba sobre sus piernas el sofisticado ordenador portátil que le permitía contactar directamente con la sede de Soluciones Stark en Nueva York, más concretamente con su jefa de Seguridad, Sandra Singer. Tras los respectivos saludos, Singer pasó a informar a su patrón del estado actual de la situación. Un exhaustivo informe que duró unos veinte minutos, hasta que Stark la interrumpió.

-…está bien, Sandra, estoy impresionado con tu trabajo…

- Pero… pero si mi informe aun no ha finalizado… - Contestó contrariada.

- Disculpa Sandra, no tengo tiempo, mándame todo el informe encriptado por la línea de seguridad, y te prometo que lo leeré detenidamente...

- pero… pero…

- No tengo tiempo para esto ahora Sandra, me interesa más que hagas otra cosa. Te voy a enviar fotos de unos empleados de Roxxon que he tomado con la microcámara de mi reloj, necesito que los identifiques y clasifiques según su importancia en el organigrama de la corporación. Cuando tengas la información quiero que me la envíes. ¡Ah,…! Y también envía copia de todo a la Mansión de los Vengadores, al e-mail correspondiente para estos casos y también con copia al correo personal de Edwin Jarvis.

- Sí, jefe se hará como dices.

- Y Sandra, otra última cosa.

- ¿Sí?

- Mándame también la información que tengamos sobre Roxxon y Santa Marta…



En esos momentos, en Norteamérica, en una instalación de máxima seguridad propiedad del gobierno de los Estados Unidos que sirve como base de mantenimiento y abastecimiento para la organización internacional conocida bajo el acrónimo de SHIELD, Sydney E. Levine, director científico de la agencia supervisaba con gesto preocupado el trabajo que el equipo de científicos y técnicos bajo su mando estaba realizando. Mientras observaba a través del sistema de monitores los avances de los operarios que reconstruían cuatro colosales armaduras humanoides, no podía evitar escuchar los cuchicheos que intercambiaban sus subordinados, recogidos por los micrófonos de los sistemas de comunicación.

- …la verdad es que Nefaria dio buena cuenta de las armaduras Mandroide(3)

- …dicen que Chance y sus hombres casi no lo cuentan…

- …creía que el uso de estas estaba restringida únicamente a la U.A.M….

- …parece ser que la operación de Chance estaba respaldad por las altas esferas…

- …siempre fue un enchufado de la Carter…

- Señores- Recriminó, Levine. – Por favor, concéntrense en lo que estamos haciendo. ¿He de recordarles, que toda la operación está siendo grabada y analizada para verificar la correcta instalación de los nuevos componentes recibidos? Cualquier alusión a la cadena de mando podría motivar una acción disciplinaria contra el infractor… o infractores. Borraré el audio del último minuto, pero ahora mismo entramos en una delicada fase de reconstrucción cuya grabación no podrá ser alterada… ¡Concéntrense por favor!

Levine miró de nuevo los diseños ante él. Los giróscopos de vuelo diseñados por Abner Jenkins para la armadura Mandroide eran soberbios. El antiguo villano conocido como el Escarabajo, y posteriormente el supuesto héroe redimido bajo el nombre de Match… ¿qué número era la última vez? ¿5? ¿6? El caso es que el antiguo Thunderbolt había presentado su proyecto a SHIELD, a cambio de una posible amnistía, y con la esperanza de ingresar en el equipo de ingenieros de la agencia. Las condiciones de seguridad aconsejaron rechazar su oferta, no obstante, Levine le había dado una nueva recomendación para encauzar su nueva vida si era lo que realmente quería… Sus ojos se fijaron en el otro dossier ante él. Phineas Mason, alias el Terrible Chapucero, había llegado a un acuerdo de colaboración con SHIELD para reducir condena(4) . Los diseños de este ingenioso amo de la tecnología duplicaban las expectativas que su equipo científico esperaba. Pero de nuevo los parámetros de seguridad aconsejaban desechar, esta vez, incluso su colaboración. Al menos hasta que se verificase el correcto funcionamiento de los ingenios aportados, y se tuviese la certeza de que en modo alguno afectarían al correcto funcionamiento de las armaduras Mandroide. Lo último que necesitaba SHIELD era que una tecnología no certificada permitiese a fuerzas externas adquirir el control a distancia de las armaduras Mandroide. Mason era capaz de colarles algo parecido mediante salvaguardas que luego podría vender al mejor postor. Habría que esperar a que Stark volviera del Caribe y examinase los diseños… Si alguien podía descubrir un doble juego en Mason sería él.

- ¿Dr. Levine? – Un fornido agente de SHIELD uniformado se había presentado ante él.

- ¿Sí? – Dijo mirando al recién llegado por encima de la montura de sus gafas.

- El agente Randall Pierce se presenta al servicio, Dr. Levin.



Mientras se ajustaba la elegante corbata recién comprada, Stark repasaba mentalmente lo que había leído unos minutos antes en el dossier enviado por Singer. El informe sobre Roxxon Oil y sus intentos de establecerse en Santa Marta coincidía con lo narrado ese mediodía por la bella Patricia Sanders. Las autoridades de la isla habían paralizado las obras de construcción del edificio de Roxxon en unos terrenos comprados legalmente. También había informes acerca de cómo Roxxon había intentado por todos los medios convencer a las autoridades para obtener permisos y tratados de explotación en sus aguas territoriales pero por un lado la sombra del reciente desastre de la petrolífera BP en el Caribe, y por otro la creciente influencia del principal potentado de la isla, Ronald Kendall, les había cerrado todas las puertas.

Stark meditó durante unos instantes la posibilidad de que la Roxxon intentase otros caminos más subversivos y violentos. No sería de extrañar. Una noticia escaneada de un recorte de la prensa local había llamado su atención. La fecha era de apenas una semana antes. En una de las playas de la isla había sido hallado el cadáver en descomposición de un importante ejecutivo de la multinacional. La autopsia parece indicar que cayó desde gran altura sobre el mar, y que con toda seguridad se rompió el cuello en el impacto. Las aguas condujeron su cadáver mordisqueado por los peces hasta la orilla. Stark se ajustó la chaqueta, comprobó la hora en su reloj, y tras coger su maletín se dirigió a la recepción del hotel.

- ¡Tony, estas fantástico! - Exclamó Patricia Sanders al verle salir del ascensor.

- ¡Ni la mitad que tú, princesa! - Contestó él galantemente.

- ¿Tienes que traer el maletín? - preguntó ella extrañada - Es una fiesta.

- Su contenido es muy preciado para mí, Patty. No puedo depositarla en cualquier caja de seguridad… - Argumentó él.



No muy lejos de allí, en el solar de obras paralizadas perteneciente a Roxxon Oil, en uno de los barracones prefabricados, un pequeño grupo de hombres vestidos de negro y armados hasta los dientes revisaba su sofisticado arsenal. Terence Lombard daba las últimas instrucciones, mientras los dos hombres que le recogieron en el aeropuerto supervisaban el equipamiento del pequeño comando.

- Recordad. El objetivo principal, y para el que se os ha contratado, es eliminar a Ronald Kendall y a las autoridades de Santa Marta. Pero esta misma tarde hemos recibido el comunicado que anuncia que también hay una prima para aquel que esta noche logre eliminar a Anthony Stark, presidente de Soluciones Stark.

- Pe… pero, Stark es también el vengador Iron Man. Todo el mundo lo sabe…

- Sí, por eso hay una sustanciosa suma por su cabeza. - Interrumpió uno de los compañeros de Lombard. - Lo fundamental es separar a Stark de su maletín, pues es el único lugar donde puede llevar su armadura.

- Stark es un hombre de recursos… - Añadió el otro. - Pero sin armadura no tendrá ninguna oportunidad contra vuestras armas automáticas. Esto es, si sabéis utilizarlas…

- Puedes dar por muertos a todos los objetivos… - Afirmó el que parecía ser líder de los mercenarios mientras comprobaba la mira telescópica infrarroja contra la frente del empleado de Roxxon. - ¿No es cierto compañeros?

Todos asintieron al tiempo que el seco chasquido de los cargadores al montarse se reiteró por todo el barracón.



- ¿Así que esta es la hacienda Kendall? - Comentó Stark mientras se apeaba del descapotable.-

- Es magnífica, - añadió Patty Sanders al tiempo que con una sonrisa entregaba las llaves del auto al aparcacoches. - ¿verdad, Tony?

- Sí, lo es. - Paseando con la bella modelo agarrada de su brazo, Anthony Stark se adentró por el camino del paradisiaco jardín en dirección a la mansión de su anfitrión. A medida que avanzaba el industrial observaba la vieja casa de estilo colonial, discernía el tipo de reformas que se habían llevado a cabo recientemente, e intentaba deducir el tipo de sistemas de seguridad instalados en el lugar. Estaban bien camuflados, pero enseguida reconoció alguno de sus diseños.

- ¿Tony? ¿No vas a dejar tu maletín en ningún momento? - Preguntó la señorita Sanders con tono de reproche. - Se que eres un super-héroe, un vengador y todo eso, pero aquí estamos entre amigos…

- ¿Tú crees, cariño? En mi línea de trabajo…

- Esta noche puede relajarse en mi casa, Mr. Stark. Se lo aseguro.

La voz provenía de un hombre elegantemente vestido, de complexión normal, pero bien formado. Stark jamás había visto su cara, ni escuchado su voz, pero por su porte y seguridad no tenía la menor duda de solo podía ser su anfitrión, el carismático Ronald Kendall.

- Mr. Kendall… supongo. - Saludó Stark extendiendo su mano.

- Eh… sí… Tony, este es… Ronnie…, Ronald Kendall… - Intervino Patricia Sanders, en un vano intento de mantenerse a la altura de las circunstancias para presentar a los dos titanes empresariales. Ambos hombres ya habían tomado la iniciativa y se estrechaban sus manos mientras mantenían sus miradas fijas, cada una clavada en la pupila del contrario, eso sí, sin perder jamás la sonrisa entre conciliadora y desafiante a la vez.

- Encantado de conocerte Stark, es un honor tenerte entre mis invitados, puedes llamarme Ron, y me reafirmo en lo dicho, puedes sentirse seguro en mi casa…

- Muchas gracias, Ron, pero por favor, tú llámame Tony… -

Mientras soltaban sus manos, Stark notó la fuerza interior que el potentado isleño desprendía. Había algo en él que le resultaba familiar, pero no sabía lo que podía ser, la postura, el brillo de los ojos, ¿Algo en el tono de voz?

- Mira Tony, este es el comendador González, - le presentó Patty Sanders. - (es la máxima autoridad de Sta. Marta, descontando a Ronnie, claro…) - aclaró la modelo en un susurro.

Durante la siguiente media hora, en la lujosa y multitudinaria fiesta, Stark conoció a todo tipo de importantes personalidades de la tranquila comunidad de Santa Marta. Su encanto y su saber estar hacían olvidar a todos los presentes el maletín que su mano izquierda no soltaba ni un minuto. En medio de todo el sarao, el playboy millonario se sentía a gusto, en su salsa, nadie de los que hablaban con él podía discernir que en su interior se debatía el insostenible esfuerzo por rechazar una y otra vez la inagotable oferta de bebidas alcohólicas que no cesaban de ofrecerle, tanto sus contertulios, como los serviciales camareros.

- ¿Te diviertes, Tony? – Le preguntó Patty al verle consultar su reloj. - ¿no querrás irte todavía?

- No, no, - contestó él con simpatía – comprobaba la hora en Tokio. Ahora mismo debe estar celebrándose allí una reunión muy importante para mí… negocios, ya sabes… ¿Ves a Kendall? – Preguntó mirando por entre las cabezas del resto de los invitados, necesito pedirle un favor, un lugar reservado…

- Creo que está allí, pero parece que no es muy buen momento...

Stark miró hacia donde la modelo señalaba. Kendall parecía discutir con el comendador González. El rostro de Kendall, enérgico y decidido, casi furioso, contrastaba con la tez pálida y sudorosa de quien en teoría ostentaba el mando civil de la isla. En un momento dado, Kendall agarró por el brazo al Comendador, y sin disimulo le arrastró hacia una de las salidas.

Stark, llevado por la curiosidad más que por la necesidad, siempre sin soltar su maletín, comenzó a caminar hacia ellos, les vio desaparecer a través de una puerta, y se detuvo un momento para sopesar si sería el momento oportuno para interrumpirles…

Pero algo les interrumpió a todos ellos. Primero fue un murmullo creciente, luego gritos aislados, finalmente el bramido de las armas de fuego, y el seco sonido del impacto de sus proyectiles contra el techo. Sobre los gritos de terror sobresalió una voz potente amplificada y distorsionada por medios electrónicos.

- ¡Todo el mundo al suelo, y nadie saldrá herido! ¡Con rapidez!

Stark vio como un grupo de hombres armados había irrumpido en la hacienda y se abría paso a culatazos y empujones sobre aquellos invitados que no habían reaccionado y todavía permanecían en pie. Más de la mitad se dirigían hacia el lugar por donde Kendall había desaparecido, media docena de ellos, sin embargo, permanecían vigilantes oteando sobre los invitados, como si buscaran a alguien en particular. Cuando la mirada de uno de ellos se posó sobre Stark, un gesto de reconocimiento le confirmó que era a él a quien buscaban.

- ¡Allí, allí está Stark…! – Gritó señalándole

- ¡El… maletín, quitadle el maletín…! – Aconsejó otro.

- ¿Mi maletín? ¿Eso es lo que queréis? ¡Tomadlo! – Dijo mientras lo lanzaba con fuerza contra el agresor más cercano mientras saltaba la barandilla de la terraza hacia el jardín exterior.

El lanzamiento del maletín distaba mucho de parecerse a cualquiera de los ejecutados por el Capitán América con su escudo, pero bastó para hacer tropezar al comando, y permitir así que Stark se perdiera en la espesura de los matorrales.

- ¡Yo me hago cargo del maletín! – Gritó el que parecía el jefe mientras posaba con fuerza la suela de su bota de combate sobre él.- ¡Vosotros id tras él, pero recordad que compartiremos la prima!

Entre los matorrales Tony Stark consideró como, al ser su identidad de Iron Man del dominio público, los mercenarios habían ideado la estrategia necesaria para que no llegase a ponerse la armadura alejándole de su maletín. Acarició su reloj y sonrió. En el interior de la mansión se oyeron más ráfagas de ametralladoras y gritos de dolor.

- ¿Le veis? - Oyó decir a uno de los comandos, que a su vez era contestado por sus compañeros.

- Por aquí no está…

- Seguid buscando, estrechemos el cerco…

- Es cuestión de tiempo, no tiene salida… -

Era cierto, los mercenarios le tenían rodeado. Tan solo tenía un minuto antes de que le localizaran. Tiempo suficiente.

Un pequeño estallido eléctrico advirtió a los asesinos donde estaba su víctima. Sin apenas pensarlo los seis hombres dispararon hacia el lugar de su origen. Esta vez fue el sonido metálico del choque de sus proyectiles contra su objetivo lo que les sorprendió. Uno de los hombres gimió de dolor al sentir como su piel era atravesada por una de las balas rebotadas.

Allí en medio de la espesura se alzaba imponente la figura acorazada del vengador dorado, Iron Man.



En el interior de la Hacienda, tuvo lugar una pequeña detonación. Dos de los mercenarios habían forzado la cerradura del maletín de Stark con un explosivo rudimentario confiando en que en su interior encontrarían la preciada armadura. En su lugar encontraron un pequeño ordenador portátil al que la propia explosión había inutilizado.



A medio mundo de distancia, en la japonesa ciudad de Tokyo, Virginia “Pepper” Potts miraba impaciente a su marido, Harold “Happy” Hogan, mientras este tecleaba en su ordenador personal una serie de claves de seguridad.

- No me lo puedo creer, el jefe no contesta…

- Es imposible, habíamos acordado que llevaría consigo su portátil a… - Pepper miró a los ejecutivos japoneses sentados ante la mesa de negociaciones, y conservó la calma y la discreción evitando decir la palabra “fiesta”.

- Nos tendrán que disculpar señores, Mr. Stark se halla convaleciente de una reciente operación y se ha recluido en una isla del Caribe donde es muy posible que nuestro sistema de comunicaciones carezca de cobertura. - Se excusó Pepper con toda la profesionalidad de la mujer de negocios que miente con convicción. Tanto ella como Happy sabían que el ordenador portátil que Stark llevaba consigo podía contactar fácilmente vía satélite con cualquier sistema de comunicaciones del planeta. Si Tony no lo había encendido era porque no podía. Rogó porque no hubiese vuelto a beber, era preferible que se estuviese enfrentando a cualquier peligro mortal como Iron Man.



De vuelta en Santa Marta.

- Caballeros, creo que ahora es mi turno… - Advirtió el héroe de la armadura.

- ¡Iron Man! No puede ser ¿Cómo es posible…? - Exclamaron los diversos atacantes.

Desde detrás de su máscara de metal, Anthony Stark sonrió. Usar partículas Pym para miniaturizar su armadura y así introducirla en uno de los compartimentos de la pulsera de su reloj era una técnica experimental que parecía haber funcionado. Al menos hoy le había salvado la vida.

- ¡Disparadle! - Ordenó con tono de desesperación uno de los mercenarios.

De nuevo las balas rebotaron estrepitosamente contra la armadura del vengador dorado quien a su vez comenzó a avanzar hasta el mercenario más próximo. Levantándole con su potente brazo de acero lo arrojó con fuerza contra dos de sus compañeros, quedando el trío inconsciente en medio del jardín.

Al ver esta acción los restantes mercenarios comenzaron a retroceder. Iron Man les señaló entonces con sus brazos y activó sus repulsores…

- ¡CLICK! ¡CLICK! - ¿Qué demonios? - Se preguntó Stark al ver que la energía no brotaba de sus guantes. Un aviso resonó en el interior de su casco. - SISTEMA NO OPERATIVO. SISTEMA NO OPERATIVO. REINICIANDO PROGRAMA. - ¡Maldita sea! - Mentalmente activó los cohetes de sus botas y salió en persecución de los dos asesinos, sin dejar de pensar en lo que podría haber causado aquel fallo operativo. Volando en persecución de sus contrarios, les agarró por el cuello y los lanzó contra un muro cercano, con la fuerza necesaria para dejarlos inconscientes.

Sin detenerse voló de regreso al interior del edificio, pues recordaba el grupo de comandos que había ido tras su anfitrión. Calculó la situación de las ventanas que debían de dar a la habitación por la que Kendall había desaparecido. Con el sistema de vuelo automático activado enfiló una de las ventanas, pero a medida que se acercaba notó que, de nuevo, algo no funcionaba como debía. Sin darle tiempo para detenerse, el sistema de vuelo le hizo atravesar la pared al lado de la ventana.

La figura de Iron Man atravesó el muro y rodó estrepitosamente por el interior de la habitación, sin apenas percatarse del macabro escenario que le rodeaba. - “Ha… ha tenido que ser el proceso de las partículas Pym, el sistema operativo del ordenador está corrupto...” - Dedujo Stark. Y entonces sus ojos se abrieron de asombro al mirar a su alrededor.

Los cadáveres mutilados del resto del equipo de mercenarios se hallaban esparcidos por la habitación. En el centro de esta, entre penumbras, la silueta de una figura victoriosa se mantenía en pie, entre sus manos todavía sujetaba el cuerpo tembloroso del comendador González. Stark reconoció la voz de Kendall proveniente de la imponente figura.

Antes de que Iron Man pudiese reaccionar, Kendall arrojó un extraño objeto contra él. Una forma entre blanca y translucida que emulaba al clásico fantasma de sábanas flotó hasta él solidificándose alrededor de su armadura formando una bolsa. De algúna manera la extraña forma transparente comenzó a absorber parte de la energía de la armadura.

- Bienvenido Stark, deduzco que tú también te has librado de tus oponentes. Aunque imagino que les habrás dejado vivir. ¿No es así, Tony…?

- ¿Kendall? ¿Ron? ¿Tú… tú has hecho esto? - Dijo señalando la matanza a su alrededor mientras intentaba identificar las ropas de su interlocutor. Finalmente, un haz de luz brotó de su placa pectoral (suspiró al ver que se activaba) e iluminó la figura de Ronald Kendall para descubrir que se hallaba en presencia de la amenaza supercriminal conocida como…

¡El Duende! De improviso todo cobró sentido en la mente de Stark, la marca R. K., iniciales de la falsa identidad de Ronald Kendall, en realidad correspondían a Roderick Kingsley, un famoso diseñador de moda neoyorquino que hace años se apropió de la tecnología del Duende Verde e inició una carrera criminal(5) . Sus derrotas a manos de Spiderman y el regreso de Norman Osborn le llevaron a abandonar los Estados Unidos para, al parecer, establecerse en esta isla caribeña, donde inició su nuevo negocio.

- ¡Claro que los he matado! ¡Invadieron mi casa! ¡Asustaron y golpearon a mis invitados! ¡Intentaron matarme a mí! No merecían otra cosa… ¿Verdad señor comendador? - Dijo dirigiéndose al hombre que agarraba fuertemente entre sus brazos.

- Sí… sí… Mister K.

- Dime, González, ¿Acaso no sabrás como este comando disponía de la información para burlar mis sistemas de seguridad y a los vigilantes que tú personalmente te encargaste de contratar?

- Yo… yo…, no se nada Mr. K… De verdad.

- No le creo señor comendador. - y agarró la cabeza de la autoridad de la isla. - Para su desgracia. - Sin tiempo de reaccionar Stark escuchó el chasquido del cuello del comendador González al romperse y observó su cadáver caer al suelo como un muñeco roto.

- ¡Asesino! - Chilló el vengador mientras elaboraba un plan para escapar de su prisión.

- Yo no le he matado, Tony. Le mató su ambición. Yo le di una vida mejor que la que tenía. Con mi ayuda se convirtió en la máxima autoridad de la isla. Juntos convertimos el lugar en un pequeño paraíso, alejándolo de la pobreza tercermundista que le consumía. González era feliz…, la gente era feliz…, yo era feliz…

- Y pese a todo, está claro que no comisteis perdices. - Añadió Stark mientras activaba manualmente las unidades de calor de su armadura.

- Entonces la Roxxon quiso intervenir. En un principio González siguió mis órdenes de impedir cualquier tipo de asentamiento de la multinacional. Pero quería más y más... Y Roxxon no tardó en tentarle. ¡Je! Incluso su principal representante en la zona llegó a amenazarme.

- Déjame adivinar. También lo asesinaste. - Gotas de sudor corrían por su rostro.

- Le di un paseo por alta mar, y lo arrojé desde mi aerodeslizador. No sin antes romperle el cuello cuando confesó que habían comprado a González… - En su monólogo Kingsley se dio cuenta demasiado tarde de que la prisión de Iron Man comenzaba a humear y disolverse.

El puño de Iron Man golpeó con tal fuerza y rapidez al asesino enmascarado que este apenas sintió el calor que desprendía la armadura al rojo.

- ¡Vas a pagar todos tus crímenes, “Ron”!

- Eso crees tú, Tony… - Con un rápido movimiento de su brazo izquierdo el Duende arrojó un pequeño objeto contra el vengador, una…

- ¿Calabaza? - Murmuró Stark antes de que esta estallase al impactar contra él.

- “Demasiado tiempo dependiendo del sistema de computadoras me ha vuelto lento con el manual”. - Pensó Stark, mientras veía como el aerodeslizador del Duende se activaba y Kingsley saltaba sobre él. “Afortunadamente la armadura está bien hecha, y una vez que aprendes a montar en bicicleta nunca se te olvida. Aunque vayas más despacio que en la motocicleta”.

Desde los límites de la hacienda Kendall, los invitados a la fiesta y las alertadas fuerzas de seguridad y de orden público observaban entre maravillados y horrorizados a los dos contendientes elevarse sobre el mar.

Iron Man voló detrás del Duende que de nuevo recurrió a otro de los trucos de su zurrón.

- Cuchillas con forma de murciélago. - Un par de ellas arañaron la armadura del vengador rayando su capa de pintura. - Esta pintura no es barata… - Proclamó Stark mientras esquivaba el grueso de los proyectiles afilados y veía acercarse otra oleada. Y a una orden suya se activó un campo magnético a su alrededor repeliendo todos los murciélagos metálicos. Ambos contendientes parecían ejecutar un ballet aéreo bien coreografiado con el cielo estrellado y el mar Caribe como escenario de fondo.

- Venga Stark, se un caballero y no repares en gastos, ¿acaso crees que mi arsenal me sale gratis? - Dos calabazas volaron ahora hacia el vengador.

- ¿Caballero? Ladrón más bien… Tengo entendido que todo tu arsenal procede del Duende Verde. Y no creo que se lo pagases… - Iron Man esquivó sendos proyectiles que estallaron a unos metros bajo él.

- ¡Oh, venga! Ya sabes, Tony, quien roba a un ladrón… - En esos instantes el Duende sintió como la férrea mano de Iron Man se cerraba sobre su túnica, por lo que se revolvió instintivamente y agarrando el brazo de su oponente con los dos suyos lo arrojó por encima de sí varios metros.

- “Uuuh, subestimé su fuerza.” - Pensó Stark mientras recuperaba el equilibrio, - “Debe ser al menos tan fuerte como Spider-Man, no me extraña que le diera problemas más allá de su sofisticado arsenal. Pero eso solo significa que no tengo porque frenar mis golpes”. Y aumentando la velocidad de sus cohetes embistió de nuevo contra Kingsley.

Ahora fue el Duende el sorprendido, ya que no pudo esquivar la embestida y fue arrancado de cuajo de su aerodeslizador por el proyectil humano en el que se había convertido el vengador. Enredados en su mortal forcejeo ambos luchadores cayeron rebotando sobre la arena de la playa.

Los puños del vengador dorado hacían tambalearse al trasgo criminal, pero este no cesaba en su contraataque. Durante unos instantes ambos luchadores intercambiaron poderosos golpes, en un cruel combate que hubiera resultado paradójico para cualquier espectador de la jet set que tan solo les conociera por sus verdaderas identidades. Una década antes nadie pensaría que un playboy despreocupado y un diseñador afeminado serían capaces de enzarzarse en un combate tan brutal. Finalmente, fue Kingsley el que hincó la rodilla en el suelo.

-Abandona “Ronnie”, ¿O ahora prefieres “Roddie”?

- Para ti, Duende, o Kingsley, Stark… - Contestó el villano - Pero no creas que has ganado, - Dijo mientras pulsaba determinados mecanismos en sus guantes.

Iron Man propinó el puñetazo que finalmente dio con el villano en la arena, para a continuación levantarle de la pechera y preguntarle - ¿Qué intentabas Kingsley? -

- ¡Ja! Mi aerodeslizador… - Dijo señalándolo con el dedo. - Es… está cargado de explosivos… y vuela en dirección a la hacienda. Morirán inocentes sino lo detienes.

Sin dudarlo un instante Iron Man arrojó con fuera a su enemigo contra el suelo, y se elevó en dirección al aerodeslizador. Con el sistema de computadoras bloqueado debía pilotar la armadura manualmente, y no podía utilizar ninguno de sus sistemas ofensivos con la precisión necesaria. Forzando los cohetes de sus botas al máximo Stark alcanzó al aerodeslizador, y agarrando con sus brazos las alas con forma de murciélago comenzó a forzar su dirección con puro músculo. No pudo evitar pensar en lo fácil que hubiera resultado todo si las partículas Pym no hubieran desconfigurado el sistema operativo de la armadura, o si todavía tuviera el chip implantado en su mente. Ahora lo tenía que hacer todo a base de puro esfuerzo físico. El suelo de la hacienda Kendall, con invitados y policía local todavía presentes sobre ella, se acercaba velozmente. Stark se esforzó todavía más, debía usar el músculo suficiente para alterar la dirección sin arrancar las alas de cuajo. A base de puro músculo las alas comenzaron a ceder, y el aerodeslizador comenzó a desviar su vuelo, primero hacia la derecha, luego de vuelta mar adentro, finalmente hacia arriba, y entonces…

- ¡Boum! Adiós, Stark - Desde la costa, en la playa donde yacía maltrecho, Roderick Kingsley activó los explosivos del aerodeslizador por control remoto. El Duende observó el estallido, y sin detenerse a esperar, renqueando, desapareció en la nocturna oscuridad del interior de la isla. Habría otros planes, habría otras victorias…

Diez minutos después de la desaparición de Kingsley las olas acercaron a la orilla la magullada figura del vengador dorado. Stark maldecía de nuevo la desconfiguración de la armadura. Con ésta en óptimas condiciones habría podido interceptar, anular o tomar control de la señal remota que dirigía el aerodeslizador del Duende. No se gana siempre. Hoy Stark no había perdido, pero para un hombre tan competitivo como él, que mal sentaba ganar a medias.



Epílogo: Al día siguiente.

En la habitación de su hotel, Stark inspecciona su maltrecho ordenador mientras divaga sobre los acontecimientos de la pasada noche.

Las autoridades de Santa Marta no supieron o no quisieron saber nada sobre la doble vida de Ronald Kendall. Los mercenarios que asaltaron la hacienda Kendall o estaban muertos o permanecían en el más absoluto de los silencios en manos de las autoridades. El jefe de policía local escuchó durante apenas veinte minutos las explicaciones de Iron Man, para al finalizar carraspear y comentar, “Lo comprobaremos…”. Stark reconoció tras el cordón policial la figura de Terence Lombard, Subdirector Ejecutivo de compras internacionales de la Roxxon Oil Corporation, junto a él los dos mismos hombres que le fueron a recibir al aeropuerto. Los tres sonreían, con Kendall desaparecido y el comendador González muerto Roxxon tendría otra oportunidad. El ordenador es irreparable, al menos con los materiales disponibles en la isla. Las conferencias que ha pedido con Tokio y Nueva York tardan en llegar. Menudas vacaciones…



Sede de Soluciones Stark en Nueva York.

- David, haz pasar a nuestro nuevo empleado. - Ordenó Sandra Singer.

El guardia de seguridad abrió la puerta y e hizo entrar al interior del despacho de la jefa de seguridad al hombre que le acompañaba.

- Disculpe que no le pudiera recibir ayer señor Jenkins, - Dijo Sandra mientras le estrechaba la mano - pero nuestro jefe me encargó una serie de tareas que me tuvieron ocupada más tiempo del que creí que iba a necesitar. Confío en que David le daría un pequeño tour por nuestras instalaciones.

- Bueno, no estuvo mal…

- Seré sincera con usted, señor Jenkins. Su pasado criminal no es nada halagüeño, pero mi jefe ha insistido en darle una oportunidad en el departamento de aeronáutica, dice que usted es brillante, y confía en que ha corregido antiguos hábitos. Yo, en cambio, soy la encargada de seguridad, y no me fío. Me pagan para no fiarme. Usted no me gusta, ¿Queda claro?

- Sí. - Contestó él algo incómodo.

- Pues entonces, que David le acompañe a su nuevo destino, aproveche la oportunidad que Tony Stark le da, y no olvide que le estaré vigilando.

Abner Jenkins, dejaba atrás sus identidades como el criminal Escarabajo, y como el Thunderbolt en proceso de redención, Match 4, miró hacia el edificio que señalaba Sandra Singer, la nave que servía de taller y laboratorio para los trabajos de aeronáutica de Soluciones Stark, y sonrió satisfecho, hoy era el primer día de su nueva vida…

Continuará...


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Referencias:
1 .- Sino pudisteis adquirir esa edición del Bugle, lo podréis leer con más detalle en Los Vengadores vol 1 19 (pronto en vuestras pantallas).
2 .- Los empleados de Soluciones Stark iniciaron huelga con protestas en Iron Man 4.
3 .- Tal y como se narró en La Visión Annual 1
4 .- El Chapucero fue puesto bajo custodia de SHIELD también en La Visión Anual 1.
5 .- Eso ocurrió allá por Amazing Spider-Man 238(Mazo 1983

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