Los Defensores nº16

Título: Un día para la Historia
Autor: John Schneider
Portada: Darkflash
Publicado en: Septiembre 2010

¡El esperado final del crossover entre Defensores e Invasores llega a su conclusión!La unión de los dos supergrupos, junto al Escuadrón de Vencedores debe detener las maquinaciones de los ejércitos delFührer del universo alternativo. ¡Y la esperada batalla entre las dos Antorchas!
El Doctor Extraño. Hulk. Estela Plateada. Namor. Poderosos guerreros que no encajan en ningun lugar. Cuatro héroes que se reúnen sólo cuando la Tierra se enfrenta a las mayores amenazas. Ellos son el "no-grupo" más famoso de la historia. Ellos son...
Creado por Roy Thomas y Ross Andru

Dimensión Nazi, localización confidencial.

Dos llamas humanas de una intensidad cegadora iluminan la estancia, en la que se han reunido héroes y villanos de dos Tierras paralelas. La invasión nazi ha fracasado al haber sido cortado el portal en los dos extremos. El trabajo empezado por el Doctor Extraño y el Doctor Druida con la ayuda de la Hermana Nada ha concluido tras su llegada destruyendo la maquinaria que lo mantenía abierto en esta parte. Hitler lo sabe y furioso contempla a sus enemigos, ahora más numerosos de lo que esperaba y ansiosos de enfrentarse con él. Tan sólo el arrojo demostrado por su fiel androide inflamable al ir a por su versión pusilánime de esa Tierra dominada por los no arios hace algo más soportable la situación. Más no mucho más. Sabe que está en una situación indigna del Amo del Mundo y líder del Tercer Reich y que mientras esté ahí, su Imperio será vulnerable a los mutantes que se amontonan como un enjambre en África y al belicoso viajero del tiempo que ha establecido su fortaleza en el corazón de Asia junto a su ejército reclutado de las más dispares eras.

Un hechizo brutal, salvaje, concebido para epatar a los saboteadores de sus ambiciosos planes y carente de las sutilezas características de un hechicero le transporta a Washington, el escenario de su gran victoria, la conquista de los USA junto a sus más directos colaboradores dejando atrás a una legión de soldados diseñador para matar y morir con su nombre en los labios y su sueño de una raza pura grabado a fuego en el cerebro y el corazón.

Mientras los dos hechiceros junto a la reformada hija de Lilith comprueban que el portal ha sido desactivado más allá de toda posibilidad de reparación en ambos lados sus compañeros de viaje se unen a los Invasores y el Escuadrón de Vencedores y se lanzan al ataque al unísono con la satisfacción de haber frustrado los planes del Fuhrer y salvado una Tierra de sus garras.

Nathaniel Richards y el Capitán América encabezan la carga tras recibir con un gesto amigable a los refuerzos, entre los que destacan pesos pesados como Hulk o el portador del poder cósmico Estela Plateada. El choque de los dos bandos es brutal, cobrándose heridos en ambos bandos, pero palidece bajo los estallidos de luz y calor generados por los dos Jim Hammond.

- Ríndete y reconoce mi superioridad, tu mundo te ha vuelto un débil llorica.- No hace ni falta decir que quien pronuncia estas palabras es la versión nazi, que ha dado sobradas muestras de carecer de empatía o compasión.

- Nunca. He luchado antes contra gente como tú y siempre he salido victorioso.

-¿Alguno de ellos era tu vivo reflejo? ¿Lo que podrías haber sido de no estar limitado por una moral dictada por y para débiles? A diferencia de ti yo he desarrollado todo mi potencial gracias a la guía y consejo del Amo del Mundo.

- Aunque lleves mi rostro, aunque nuestros cuerpos sean idénticos hasta la última tuerca seguiremos siendo dos personas opuestas.

El calor sigue subiendo a un ritmo alarmante, inflamando el aire a su alrededor. Consciente del peligro al que expone a sus compañeros nuestro Jim Hammond embiste a su versión nazi, al que le trae sin cuidado quemar a sus subordinados y aún menos a sus enemigos. Como una estrella binaria fugaz atraviesan el techo y siguen ascendiendo al cielo. Abajo los combatientes por un instante abandonan la lucha para ver el rastro de metal y hormigón fundido que han dejado a su paso las dos antorchas. El reverencial silencio tan sólo es interrumpido por un Jack Frost inquieto, tanto calor resulta incómodo para alguien como él.

- Esos dos sí que saben elevar la temperatura.

Cruz de Hierro, que ha pasado suficiente tiempo con nuestro Jim Hammond para entablar amistad con él interviene con un punto de nerviosismo mal disimulado.

- Ese nazi no tiene nada que hacer.

- Me gustaría compartir tu fe, pelear contra uno mismo, aunque sea una versión tan distorsionada debe ser el reto definitivo.

Un herido Unión Jack, que ha vendado su brazo izquierdo con una bandera nazi, viendo que sus rivales están listos para retomar el combate le da un toque de atención a sus compañeros empezando por su líder, el centinela de la libertad.

- A mí también me preocupa Jim pero ahora tenemos que ocuparnos de estos tipos hipermusculados. Hagamos nuestra parte y recemos para que salga victorioso.

- Tienes razón, debemos hacer nuestra parte. ¡Adelante, aliados reuníos!

Los cuatros grupos de superhéroes responden a la llamada del Capitán América como un único equipo. Suplen la escasa experiencia trabajando juntos con un entusiasmo y una convicción inquebrantable en la importancia de asestar una derrota a los nazis en su terreno. Arremeten como una marea contra las fuerzas mejoradas genéticamente del Fuhrer consiguiendo una gran victoria para los aliados y la primera realmente significativa desde hace demasiados años. Nathaniel Richards contempla a la legión que se ha reunido y sonríe con orgullo pero su mente sigue preocupada por el largo combate entre los dos androides de los que no tienen noticia desde que salieron dejando un rastro de humo. Los golpes y los rayos se suceden provocando explosiones por doquier al impactar en la maquinaria y el tendido eléctrico.

Poco a poco los supersoldados nazis retroceden abandonando sin miramientos a compañeros inconscientes y/o en situación precaria. Afortunadamente para ellos sus oponentes no son asesinos y tan sólo se aseguran de que no sean una amenaza para proseguir la marcha.

El monarca de Atlantis, Namor, asesta con decisión el golpe que marca el final de la pelea tumbando al oficial de mayor rango que quedaba en pie. Su victoria personal hunde el ánimo de las tropas nazis. Del fundador de Invasores y Defensores emana un aire de autoridad y un carisma que les convence a reconocer su derrota.

Sin perder un segundo se reúnen para decidir el siguiente paso a tomar mientras entablan contacto con sus aliados en la zona y ponen bajo arresto a sus enemigos gracias a unas jaulas improvisadas por el increíble Hulk.

- Este es el momento que esperaba, ahora que Hitler ha huido con el rabo entre las piernas a Washington debemos lanzar un ataque coordinado con Kang y Apocalipsis.- Nathaniel Richards habla con una confianza en el futuro desconocida en alguien acostumbrado a luchar una permanente guerra de guerrillas contra una criatura con poderes sobrenaturales.

- No me parecen aliados de fiar, sólo puedo hablar de las versiones de mi mundo pero dudo que las de aquí sean diferentes.

-Tienes toda la razón Capitán, pero en este mundo no tenemos el lujo de escoger a nuestros aliados. Debemos coger lo que hay. Sé que quieren ocupar el lugar preeminente que ahora pertenece a Hitler. No me hago ilusiones con sus promesas de convivencia. He estado en el futuro del que viene kang y conozco lo que hace Apocalipsis con los mutantes por Cámara y otros. Son dictadores, aunque se revistan del papel de protectores. Pero ahora, en este momento, compartimos un mismo objetivo y por eso debemos aprovechar la circunstancia y asestar un golpe a ese demonio antes de que condene a más almas inocentes.



Ahora retrocedemos en el tiempo para retomar el combate entre las dos antorchas humanas cuyo desenlace sigue siendo una incógnita para sus aliados. Tras salir del complejo nazi en el que se hallaba uno de los laboratorios conectados a nuestra dimensión con su respectiva cadena de producción de soldados los dos androides surcaron el cielo ofreciendo un espectáculo sin igual visible a varios kilómetros a la redonda.

- ¿Te gusta lo que hemos hecho aquí?

- ¿Te refieres a este infierno?

El Jim nazi acelera y cambia el rumbo de golpe lanzándolos contra una arboleda. Antes de que impacten ya ha estallado un incendio.

- Es el reino de los fuertes, la era prometida del superhombre.

- ¿Superhombres? Yo sólo veo a cobardes con más poder del que se merecen o saben manejar.

- ¿Hablas de ti mismo, cerillita? Te han castrado, han reducido tu llama a una mísera chispa.

- ¿Eso crees?

Sin quitarse la vista el uno del otro planean mil y una formas de ganar. Amagan movimientos para confundir al adversario. Se vuelven a elevar al cielo, cruzan nubes y pasan por delante de aviones militares y de pasajeros, que ven con pavor el paso de dos fuerzas elementales.

A lo lejos un montaña sobresale en el horizonte, ya no saben donde están ni cuanto han recorrido, sus mentes sólo pueden pensar en una cosa, terminar ya con su rival. La fatiga mental está jugando malas pasadas a sus cuerpos. Ninguno ha soportado este tipo de tensión y en el fondo los dos albergan un sentimiento parecido al miedo de que cederán antes que el otro.

Decididos a poner el punto y final se proyectan con todas sus fuerzas con la parte más arisca de la montaña. La explosión resultante sacude la tierra como una bomba de hidrógeno. Todos los seres vivos que no mueren en el impacto huyen presas del pánico.

El tiempo pasa y el humo se despeja dejando un enorme cráter. Un solitario hombre mecánico golpea de forma cíclica los restos de su “gemelo”. Unas lágrimas aparentemente inexplicables en una criatura artificial bañan su rostro volviendo borrosa su visión.

-¡Te odio! ¡Te odio!... ¿Cómo pudiste convertirte en aquello que más odio?... ¿Cómo…?

La cabeza inerte de su oponente guarda silencio y Jim Hammond acepta que nunca obtendrá respuesta. Nunca sabrá si el Jim Hammond que acaba de destruir fue reprogramado de alguna manera por Hitler o si simplemente la vida le llevó por otro camino. Duele sospechar que la diferencia entre ser una fuerza del bien y un lacayo de la oscuridad puede ser tan frágil. En un mundo formó parte de los Invasores, en el otro…

Sin embargo y a pesar de toda la catarata de emociones que se agolpan en su pecho se recompone y se levanta. Mira al cielo y asciende como un ángel, algo apropiado pues es el portador de un mensaje de esperanza a un mundo castigado.

Cuando alcanza una altura adecuada, sin salirse de la protección de la atmósfera pero suficientemente elevada compone un mensaje con sus llamas. Una señal dirigida a todo el mundo, empezando por los aliados a los que dejó en medio de un combate.


Lejos de ese lugar el Exterminador de Demonios espera apartado dejando que sus compañeros decidan la táctica a seguir. Necesita descansar no porque su cuerpo lo requiera pues la capa le protege en todo momento y le proporciona un arsenal inagotable sino para que su mente termine de asimilar dónde está y contra quién están luchando.

Spitfire se acerca a él como un destello de color, se frena y le ofrece algo de beber.

- Hitler.

-¿Es tu primera vez?

-Sí, cuesta creer que esté combatiendo a ese cabrón con gente que ha participado en la segunda guerra mundial.

- Es lo que hace tan increíbles nuestras vidas, ¿no crees?

Antes de que pueda responder una sensación inunda sus mentes, al mirar a su alrededor ven que le ocurre lo mismo a sus compañeros. La sensación es un mensaje de la antorcha humana, que se ha propagado mediante los pensamientos de los que le han visto pasándolos unos a otros con ayuda de talentos psíquicos adormecidos y sobre todo por el ansia de esperanza reprimida.

Por un instante el mundo vislumbra un futuro libre de Hitler y su Tercer Reich. Unos lloran de emoción, otros se permiten albergar ilusión por el mañana por primera vez en su vida mientras otros corren a sus puestos de combate aterrados y furiosos por la posibilidad de perder el poder.

La voz que suena es como no podía ser de otra manera la del Capitán.

-Druida, Extraño, os necesito. Este mensaje de Jim es la respuesta a nuestras dudas. Este mundo necesita ante todo una señal de esperanza. No seremos nosotros los que derribemos a Hitler, no porque su poder esté más allá de nuestro alcance sino porque deben ser los habitantes de esta Tierra quienes lo hagan. Deben ser ellos con sus propias manos quienes recuperen su libertad, el control sobre sus vidas y dejen atrás el miedo que les atenaza.

Nosotros, Invasores, Defensores, Escuadrón de Vencedores y Crusaders (los miembros de cada grupo se van levantando al unísono al ser nombrados o descienden al suelo para estar al lado de sus compañeros), es nuestro deber mostrarles el camino. No importa qué tratos ha hecho este Hitler ni cuan numerosas sean sus fuerzas iremos a Washington y le asestaremos un golpe. El mundo sabrá que no es invencible.

Haced llegar nuestro mensaje a todos, aliados y enemigos. Que todos sepan que nos dirigimos a Washington, a luchar por los ideales bajo los que se fundó esa gran nación.

Aarkus se acerca a su compañero en silencio, un silencio respetuoso que rompe para compartir algo que los hechiceros ya saben.

- Ya han escuchado tu mensaje. Todos y están actuando en correspondencia. Te puedo asegurar que nos ha dejado a nadie indiferente.

Y así, en Asia y África Kan y Apocalipsis movilizan a sus tropas para sumar sus fuerzas a las del Capitán América. Hitler adoptando su forma demoníaca, convoca a su legión de élite a la antigua capital de los Estados Unidos de América para hacer frente a aquellos que osan cuestionar su dominio sobre la Tierra.



La Tierra, interior del edificio Tempo.

En cambio un hombre cuyo rostro es un puzzle capta el mensaje desde nuestra Tierra entre los restos de la maquinaria del edificio Tempo que había reconfigurado para controlar el portal y decide buscar pastos más verdes entre las estrellas. La buena estrella del Hitler de la Tierra nazi parece a punto de agotarse y ha oído cosas muy interesantes de una raza alienígena…los Ruul. Dynamic Man, sin un plan más atractivo a la vista, se ofrece a acompañarle. El rostro del rival encarnizado de los Defensores se deforma en una sonrisa grotesca.

- Será un placer contar contigo.

El Hechicero tiende la mano a su robótico aliado y crea un portal.

- Daremos un rodeo, quiero hacer unas adquisiciones antes de visitar a los Ruul.

- Me vendrá bien ese tiempo extra para acostumbrarme a mi nuevo cuerpo e informarme sobre nuestros futuros socios.

- Me gusta tu visión de futuro.


Dimensión nazi, localización confidencial.

Una llamarada en el cielo atrae la atención de todos los superhéroes reunidos y también de los vecinos que atraídos por el mensaje del Capitán han acudido. La llamarada hace un giro antinatural y se posa en el suelo a escasos metros del Centinela de la Libertad que no puede creer lo que están viendo sus ojos azules.

-¿Jim?, ¿eres tú?

-Lo soy.

-Cuando capté tu mensaje temí que…

-Fuera mi canto del cisne, habría sido un buen epitafio, lo reconozco, pero ni iba a permitir que ese capullo me ganara ni pensaba morir con él. Aunque si hablamos de mensajes tú tampoco te has quedado atrás, es más, diría que me has dejado quedar como un aficionado.

Mientras pronuncia estas palabras apagas sus llamas dejando a la vista su cuerpo humanoide. Cruz de Hierro sale a su encuentro y se abrazan, sorprendiendo a los que no saben quién va dentro de la armadura.

- Te echaba de menos.

-Y yo a ti, he pasado por un infierno, literal y me he dado un buen golpe contra un monte. Le dolió más a él pero eso no me consuela.


La Tierra, en un punto indeterminado del Sahara.

Mientras los muties regresan al edificio tempo.

Warren Worthington III, el mutante conocido como Arcángel sobrevuela una interminable extensión de arena acompañado por Monet buscando el lugar habitado más cercano. Mientras tanto Cable y Dominó avanzan por las dunas con una singular mezcla de frustración y calma.

- Hicimos lo que pudimos Nate.

- Pobre consuelo si al volver nos encontramos el edificio que debíamos proteger reducido a escombros.

- El hechicero ese nos pilló por sorpresa.

- No debería poder haberlo hecho.

- No te preocupes grandullón, mientras esté contigo la buena suerte acabará por aparecer.


Dimensión nazi, Washington

Los preparativos de los dos bandos han sido veloces, el reto lanzado por el Capitán América así lo exigía. Saben que el mundo entero está pendiente de la antigua capital de los Estados Unidos de América y que ninguna censura va a impedir que se sepa lo que suceda hoy ahí.

El Führer ha invocado a una de sus legiones de élite, compuesta por criaturas que dejaron hace tiempo de ser humanas transformadas por una mezcla blasfema de magia y tecnología. Ahora son monstruos que pueden llegar a ser tan altos como un edificio aunque la mayoría se mueve en torno a una estatura más normal. También hay soldados modificados genéticamente para no sentir dolor y desarrollar una fuerza sobrehumana con un precio, una vida media breve pero explosiva, sirviendo a su Amo.

Nathaniel Richards, líder del Escuadrón de Vencedores ha movido todos sus recursos y contactos para juntar un ejército con el que asaltar Washington, incluyendo gente a la que se daba por muerta o que había abandonado la lucha hace décadas. Todos han acudido a la llamada alentados por la primera posibilidad real de asestar un golpe al Mal. Entre sus filas destacan los cuatro grupos que infligieron hace poco una derrota a los nazis. Soldados, civiles y héroes enmascarados les miran con admiración.

El transporte de tamaña multitud pone a prueba su capacidad pero entre las aportaciones de los gobiernos que se mantienen libres del dominio nazi y la permisividad del Tercer Reich han alcanzando sin contratiempos su destino y ahí están, esperando al enemigo.

Por las radios llegan comunicados de otros puntos del imperio del mal avisando sobre avistamientos de tropas enemigas. Kang y Apocalipsis, piensan los reunidos, también esperan su momento para hacer suparte.

La conflagración comienza de repente, unos dragones traídos de otra dimensión arrojan fuego sobre los aliados. Sólo la fuerza cósmica de Estela Plateada apoyado por los escudos del buen Serafín conjurados por el Doctor Extraño consigue mantenerlo a raya. A partir de ese momento el caos más absoluto se apodera de la ciudad y sus alrededores. El intercambio de disparos, conjuros, golpes… genera una cacofonía de ruidos ensordecedora, que provoca la huida en masa de todo animal viviente no adiestrado para el combate en un centenar de kilómetros a la redonda.

Hitler, adoptando una forma demoníaca que recuerda más al legendario minotauro que al hombrecillo que es realidad encabeza a sus tropas de élite asestando golpes a diestro y siniestro con un hacha doble recubierta de llamas infernales.

A su paso caen valientes soldados que son devorados literalmente por monstruosidades inhumanas que reptan por el suelo, una especie de carroñeros del inframundo. Cruz de Hierro tumba a un soldado de élite de proporciones humanas con un puñetazo y planta cara a su líder pero su arrojo es recibido con una lluvia de fuego y un hechizo golpean y deforman su armadura como si estuviera hecha de papel maché. La heroína vuela sin control hasta que una llama se cruza en su camino y la deposita en una diminuta isla de tranquilidad. Jim Hammond vuelve al combate una vez que verifica que su amiga se encuentra bien y que seguirá combatiendo si bien con su movilidad seriamente reducida.

Su fallido ataque al maligno ha inspirado a otros que la emulan sin dudar un instante. La mayoría muere antes de acercarse siquiera a su objetivo. Sólo la feroz Thundra de los Invasores consigue enzarzarse en duelo con Hitler. Mano a mano luchan, sin cortapisas. El dictador no puede evitar sentir cierto grado de admiración por su rival y siente pena a su manera al pensar los hijos arios que podría haber dado semejante guerrera. La pena, un sentimiento que raras veces tiene se disipa en un santiamén y en un descuido de la superheroína asesta un mortal golpe con su hacha derramando sangre.

Un escudo con los colores de la bandera americana impacta en el hacha impidiendo un segundo golpe. Tras su posesión más preciada llega el Capitán América acompañado de Namor, que no pierde un segundo para rescatar a Thundra.

- Tu hembra ha caído en combate justo, la has despojado de una muerte honorable.

- ¿Justo? Esa palabra carece de significado viniendo de ti.

- ¿Y que vas a hacer muchachito? Tengo cientos, miles de soldados como tú y los he mejorado más allá de lo que tu limitada mente puede comprender.

- Te equivocas, ninguna de esas máquinas de matar es como yo. Pueden ser más fuertes y ágiles pero nunca tendrán voluntad propia o un ideal por el que luchar.

-YO soy su ideal, su alfa y omega, entregan sus vidas por mí.

- Hoy tu ideal y tú recibirán una nueva derrota, la segunda de las muchas que os esperan.

El rugido de su rival es la única respuesta, el hacha vibra en el aire y golpea al líder de los Invasores pero sólo arranca chispas del escudo, que vuelve a estar en las manos de su dueño.

La batalla continúa, arrasando la antaño bella ciudad de Washington. Un Hulk completamente desatado emplea el famoso monolito de la capital contra las huestes del Führer, perdido en un mar de rabia que no distingue entre aliados y enemigos.

Las noticias del exterior hablan de derrotas del ejército nazi en posiciones lejanas y débilmente defendidas. El ataque simultáneo desde Asia y África se está cobrando un alto precio, cabezas de playa se han tendido por Europa y América y los refuerzos van en camino para detener su avance a cualquier precio.

Hitler hace oídos sordos a sus hechiceros, los únicos asesores a los que no trata como escoria. La furia que le provoca la presencia del Capitán América al frente de sus enemigos, un ser que tuvo un papel clave en la caída de su versión de la otra tierra, le ciega. Así no se da cuenta de su precaria situación hasta que un gigantón de veinte metros se desploma con la cabeza agujereada a escasos metros de él.

Entonces y sólo entonces el demonio vuelve a ser aquel triste hombrecillo que fue rechazado en una academia de pintura. Su convicción en los poderes que le fueron concedidos tambalea y un miedo atroz a la derrota inunda su corazón. Una voz que suena como huesos triturados le susurra lo que debe hacer.

Mira al cielo, que ha adquirido un tono rojizo y murmura unas palabras en un idioma más antiguo que nuestro universo. El suelo tiembla, el cielo se abre, el aire arde sin llama. Pequeños portales dimensionales se abren por doquier. Dotados de una limitada conciencia absorben a los combatientes no nazis y los envían a sus respectivos hogares. Tan sólo Cruz de Hierro, cuya armadura se sostiene unida sólo por la fe ciega de su ocupante elude su destino agarrando de la mano a Jim Hammond.

En unos pocos minutos el campo de batalla es barrido por los portales, a pesar de los intentos por pararlos. La batalla termina con un Hitler agotado, en medio de sus mejores soldados, con la agobiante sensación de haber estado al borde del abismo.

El día de hoy pasará a la historia, los nazis intentarán venderlo como una victoria mientras que los aliados verán en él una razón para la esperanza. De cualquier manera algo ha cambiado en este mundo y las consecuencias de este hecho se sentirán pronto. Nuestro mundo también las sentirá. Invasores y Defensores han hecho frente a una amenaza que aprovechó su desconfianza mutua para lanzar una invasión. Ambos grupos deberán aprender de lo sucedido pues siempre habrá una nueva amenaza al acecho.

FIN


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