Thor Señor de Asgard nº18


Título: El Crepúsculo de los Dioses (III): El Estandarte del Cuervo (I)
Autor: Miguel Ángel Naharro
Portada: Agustín Padilla/ Color: Pater
Publicado en: Septiembre 2010

¡Comienza el desenlace del Crepúsculo de los Dioses! Thor lidera a las tropas de la alianza de los Dioses que inician el asedio de la fortaleza de Loki ¡Empieza la batalla definitiva por el destino de nuestra realidad! ¡Y no todos saldrán con vida de ella!
Ha tenido muchos nombres. Vingthor el lanzador, el hijo de la larga barba y enemigo de Hrodr. En su hogar ancestral Hymir le conoce como Veur. Compañero del infeliz Hrungnir le han llamado algunos. Al este del Elvigar, en tierra de gigantes, susurran el nombre de Hloriddi. Su padre le llamaba hijo. Su madre, querido. Y bajo las bóvedas celestes es Thor Odinson, dios del trueno, temor de Jormungand.
Stan Lee y Action Tales presentan: Thor el poderoso
Creado por Stan Lee& Jack Kirby

Resumen de lo publicado:Tras desenmascarar a Keziah y derrotarla gracias a Brighid y la Encantadora. La Encantadora le informa de que puede llevarle al plano donde Loki esta reuniendo sus tropas. Los señores de los Panteones de la alianza deciden juntos lleva la batalla a las puertas del enemigo. Thor piensa en buscar un nuevo aliado, y va en post de Desak, el Destructor de Panteones que dejó metido en una falsa ilusión tiempo atrás. Antes de partir a la batalla, Thor habla con su esposa y reina, y descubre que ella esta preñada y que espera un hijo. Recibe a los maestros herreros enanos, que le traen un encargo que hizo un tiempo antes: El Escudo de Elarion, para protegerle de los encantamientos, y un nuevo martillo Uru que Thor bautiza como BadmrHird, el que lleva la tormenta. Y espoleando a sus tropas, crea un vórtice con su martillo y van en post del ejército enemigo.

Un silencio reinaba en la tierra desolada. El viento parecía no soplar y ninguna señal de vida se veía en el horizonte. Hasta que el ruido crepitante de un portal mágico empezó a formarse de la nada. Miles y miles de rudos y expertos guerreros cruzaron su umbral, y se desplegaron por el territorio.
Thor, el señor de Asgard, a lomos de Sleipnir observaba como salía el ejército de la alianza reunida para derrotar a su hermanastro. Zeus, el patriarca de los dioses del Olimpo estaba a su lado, junto a Manitú de los Anazasi y Osiris de los dioses egipcios.
Entre las tropas, destacaba la imponente figura de Desak, el destructor de panteones, que caminaba en solitario, ya que ningún hombre osaba ponerse a su lado por el temor que suscitaba.
-¿Crees que podemos confiar en Desak, Thor?- Preguntó con rostro preocupado Osiris.
- Me ha dado su palabra y para mi es suficiente. Estará a nuestro lado en la lucha contra el enemigo, después volveremos a ser su objetivo prioritario.- Comentó Thor.
- No sé si ha sido lo más prudente, pero toda ayuda es bien recibida en estos momentos de necesidad.- Observó Zeus.
El dios del trueno levantó una mano, haciendo un gesto al aire. Un hombre alado con cabeza de halcón descendió al lado de ellos.
- Horus, seria bueno que explorarás desde el aire para evitar que caigamos en alguna trampa.- Dijo Thor.
- Enviaré a mis exploradores también, son silenciosos y los mejores rastreadores de los reinos divinos.- Dijo Manitú.
Tras marcharse el dios egipcio y el contingente de Anasazi, Zeus observó lo que les rodeaba. Ninguna vida en el suelo cubierto de rocas y piedras, afiladas como cuchillas, grandes y escarpadas cadenas montañosas.
- Sin duda en este lugar yermo y muerto es donde se ocultaría alguien tan vil como tu hermanastro, hijo de Odín.- Dijo Zeus.
Thor desmontó a su corcel de ocho patas, se retiró el pesado yelmo de su cabeza,  y se acercó a Amora, la Encantadora, quien debía ser su guía en este territorio hostil y desconocido.
Harek el rojo apoyó su imponente martillo de guerra a dos manos en el suelo. Oteó el paisaje desolado y carraspeó.
Finnbogi se quedó mirando a su compañero de fatigas. [1]
- ¿En que piensas, Harek?- Preguntó el joven guerrero.
- En que es un lugar muy desagradable para que un guerrero libre su última batalla.
- ¿Tu última batalla? ¡No digas tonterías, Harek! Te quedan muchos combates por delante.- Replicó el muchacho.
- He visto demasiados inviernos, al igual que tu demasiados pocos, chico.- Comentó Harek el rojo.- En este desolado paraje me ganaré mi estancia en el Valhalla. [2]
- Nos lo ganaremos todos, aunque sobrevivamos ¡vamos a ganar esta guerra!
-Me gustaría tener tu optimismo, Finnbogi. Sea como sea, intentaré llevarme a todos los enemigos que pueda conmigo.- Dijo acariciándose su espesa barba pelirroja.
Finnbogi se volvió hacía un guerrero que estaba cerca de ellos y le puso una mano en el brazo.
- ¿Y tu amigo? ¿Qué posibilidades crees que tenemos?
El guerrero le fulminó con la mirada. A Finnbogi se le encogió el corazón un instante al ver la expresión del rostro del hombre, era como estar mirando a la misma muerte.
El brazo de Harek le apartó del lado del silencioso guerrero.
- Has tenido suerte, chico. Es mejor no dirigirle la palabra a Skurge el Verdugo.
- ¿E-el v-verdugo? ¿Es él?- Dijo tragando saliva y con cara asustada.
- El mismo. Uno de los guerreros más temidos y letales de todo Asgard. Que fue enemigo del mismísimo Thor, hasta que él solo se enfrentó a las hordas de muertos de Hel para retrasarlos y que los hombres del hijo de Odín pudiesen escapar del reino de Hela. Eso le hizo ganarse un lugar en el Valhalla y un puesto de honor entre los Einherjar, los elegidos para vivir allí y a los que ahora lidera.- Explicó Harek el rojo desde una distancia prudencial del hosco guerrero.- Aunque tener el hacha del Verdugo de nuestra lado es reconfortante, mucho mejor que tenerlo en contra… [3]
- ¿Crees que hemos traído suficientes víveres, amigo Fandral?- Comento Volstagg.- En este lugar maldito dudo que crezca algo comestible o haya algún venado para cazar.
- Si llenar tu enorme estomago fuese nuestra única preocupación, Volstagg, todo esto sería muy fácil. No será así me temo.- Comentó Fandral con aire pensativo.
- Más que en comer, deberías pensar en el enorme banquete que se darán los buitres con tu cadáver, una vez caigas en el campo de batalla, ballena asgardiana.- Dijo Ares, el dios olímpico de la guerra pasando a su lado con rostro severo.- Vigila tu retaguardia, a veces hay guerreros que mueren por mano amiga sin quererlo…
Hogun el torvo se plantó delante del guerrero olímpico.
- Hablas demasiado para ser un dios de la guerra, olímpico.- Dijo sin inquietarse lo más mínimo cuando Ares empezó a desenvainar su espada.
- Esta vez me encuentro en plenas facultades, tullido, no te será tan sencillo derrotarme.- Dijo Ares con un brillo especial en los ojos.
-¡Alto! ¡No debemos pelearnos entre nosotros!- Dijo en voz alta Leir metiéndose en medio de los dos contendientes.- Nuestras diferencias han de quedar de lado, o estamos unidos o pereceremos.
Ares miró al gigantesco guerrero celta, y decidió retirarse.
- Esta bien, celta, por el momento.- Dijo lanzándole una mirada desafiante a Hogun, que este mantuvo sin pestañear.
- No podemos permitir las hostilidades entre nuestras tropas. Aunque algunos como Ares se merezcan una buena lección.- Dijo Leir a los Tres Guerreros.
Volstagg sonrió y se señaló a si mismo.
- El león de Asgard sabe como ocuparse de la gente de su calaña, compañero Leir, pero todo tiene su momento y su lugar, tienes toda la razón.
Finna Greyval miraba a un lado y a otro, con una expresión mezcla de sorpresa y miedo.
Sujetaba el estandarte del cuervo, sin separarse de su lado, pero no era algo que le diese mucha seguridad en esos momentos.
- ¿Te ocurre algo, joven Finna?- Preguntó Sif interesándose por la muchacha.
- Me he preparado desde que era una niña para mi misión, lady Sif, pero nunca había salido de Asgard y esto me sobrepasa.
Sif no pudo evitar sentir lastima por la tarea que le estaba encomendada desde el momento de su nacimiento a esa joven, que apenas había comenzado a vivir. Las circunstancias habían hecho que tuviese que ocupar su lugar en la batalla antes de tiempo. El honor de ser el portaestandartes en las guerras de Asgard era envidiado por muchos, pero en alguien tan joven era difícil no sentir cierto pesar por el destino que habían tejido las nords [4] para ella.
- Ten valor, Finna, estoy segura que sabrás sobreponerte y estar a la altura de tu linaje.- Dijo intentando levantarle el ánimo a la muchacha.
Thor observó la belleza sin parangón de la hechicera asgardiana, que parecía personificar la tentación en persona, el pecado y la seducción en cada poro de su tersa y suave piel. En diferentes momentos de su larga vida se había visto bajo el influjo de sus encantos, y aunque no confiaba del todo en ella, tenia muy presente que ella rescató a su amada esposa y que en el pasado ayudo a Asgard en momentos de extrema necesidad. [5] 
- Dime, Amora ¿nos ayudas por sentirte herida por el rechazo de Loki o por que no quieres ver destruido nuestro reino?- Preguntó Thor examinando con su mirada la expresión del rostro de la Encantadora.
- ¿Crees que me iría a arrastrar hasta los pies de tu hermanastro como una simple zorra de taberna? Me infravaloras si piensas que la Encantadora es tan fácil de conseguir. Quien quiera tenerme a su lado tiene que ganárselo, Dios del trueno.- Dijo Amora algo dolida en apariencia.- Mi auténtico plan era ganarme su confianza para poder ayudar a derrotarlo al estar a su lado, pero Loki no se rindió a mis encantos como todos los hombres lo hacen. Ha cambiado, Thor, es más amoral y diabólico que nunca, no se detendrá ante nada para conseguir sus objetivos, sin importarle cuanta sangre inocente deba manchar sus manos.
-Mi padre confió en ti en tiempos de crisis, y acudiste a nuestro lado para defender nuestro reino, por  lo que te daré un voto de confianza, Amora. No hagas que me arrepienta de ello.
La Encantadora asintió.
- Tenéis que desplazar vuestras tropas al norte, allí se encuentra la fortaleza donde Loki tiene a sus ejércitos incontables reunidos y desde donde los lanza en todas las direcciones para sembrar el caos allá a donde van.
Thor se volvió a poner su yelmo y se dio cuenta de que en breve los últimos hombres de la alianza terminarían de cruzar el portal interdimensional.
- Partiremos pronto.- Dijo.- Cabalgarás a mi lado, para ayudarme a dirigir a mis tropas por esta tierra hostil.
Estas palabras parecieron iluminar el rostro sensual de la asgardiana.
 
Einmyria diosa de las cenizas, descendió por una intrincada y serpenteante escalera hacía las más profundas y escondidas entrañas de la fortaleza. A pesar del tiempo transcurrido desde que piso por primera vez este lugar, nunca había caminado por esta zona de la construcción, creada únicamente por los hechizos y encantamientos generados por el poder aparentemente ilimitado por su padre.
Nadia osaba adentrarse en esta parte de la fortaleza, pues el mismo Loki se encargó de ordenar que nunca fuese molestado cuando se retirase a sus entrañas.
La diosa no podía imaginarse que ceremonias o rituales sin nombre podría realizar para no dejar que nadie posase sus ojos en ellas.
La roca y las piedras del lugar estaban enrojecidas, y emitían una luminosidad y un calor sin igual. La lava y el magma fluían por diferentes canales, hasta llenar a confluir en lo que parecía una auténtica catarata que formaba un lago llameante e incandescente.
¿Dónde se encontraría su padre? No parecía que nadie ni nada pudiese sobrevivir durante mucho tiempo en un ambiente semejante. Incluso la diosa de las cenizas se sentía incomoda en semejante paisaje más cercano a un infierno que a cualquier otra cosa conocida.
La superficie de magna incandescente se removió y una sombra se empezó a mover en su interior, dos largos y retorcidos cuernos surgieron de la lava, seguidos del perturbador y diabólico rostro de Loki, dios de la mentira y del engaño. En un primer momento el hijo de gigantes no dio señales de haberse dado cuenta de la presencia de su hija, hasta que levantó la mirada, y sus ojos refulgieron como carbones encendidos.
-¿Cómo osas molestarme?- Dijo Loki con una voz que a Einmyria le asemejó poco menos que espectral.
-N-no quería, p-padre, pero t-tenemos noticias.- Dijo asustada la diosa de las cenizas.
Esto pareció interesar a Loki.
- Deja de balbucear y habla, pequeña víbora.
- Nuestros vigías han divisado intrusos en este plano. Nos han encontrado, padre. Es Thor.
La noticia no pareció sorprender a Loki.
- Era cuestión de tiempo que diesen con nuestro refugio.- Observó.- Bien puede convertirse en una ventaja y no en una desventaja. No tendremos que buscarlos de uno en uno, caerán todos aquí y ahora.
- Es un ejército formado por tropas de todos los panteones de la alianza, padre.
- ¿Cuántos hombres?- Preguntó con cierto aire desinteresado.
-Treinta mil lanzas, puede que incluso más.- Comentó Einmyria.- Un gran ejército para enfrentarse a él.
Esto le pareció gracioso de algún modo al dios del engaño. Se acercó a su hija, y con sus manos, semejantes más a las garras de un demonio que a las manos amorosas de un padre con su hija, la agarró la barbilla.
- No podemos ser derrotados, hija mía. Y aún si se diese semejante improbabilidad, aún seria el último en reír de esta historia de triunfo y tragedia.
- No entiendo.
Ante la sorpresa de Einmyria, los labios de su padre se cruzaron con los suyos, intento apartarse, pero las garras le inmovilizaban. Los ojos de la hija de Loki destellaban durante un segundo, y después, Loki la apartó.
Este observó como su confundida hija se marchaba de allí, con el miedo en el corazón.
-¿Dudas del poder de tus amos?
El mensajero de Caos se había materializado y se hallaba sentado en una roca, mirándole bajo su capucha tenebrosa. [6]
- ¿Amos? Somos aliados, no lo olvides. Loki no es siervo de nadie, mensajero.
                                                         
- Por supuesto…- Dijo el mensajero.-  Sabes lo que debes hacer.
Loki deseó poder acabar con la vida del mensajero, pero eso sólo le acarrearía el disgusto de los dioses oscuros a los que servía quien tenía delante.
- No debes dudar de mi lealtad. Hare lo que es necesario para lograr nuestro triunfo. Nadie impedirá que esta vez Loki sea quien ria el último ¡¡Nadie!!



 El ejército de la alianza llevaba horas en marcha, en dirección hacía donde les indicó la Encantadora. Caminaban por la áspera tierra y el tortuoso sendero.
Miraban al cielo, buscando la luz del sol, y solo encontraban un cielo llenó de grandes nubes que lo ocultaban, y un cielo cuyo color era de un verde oscuro.
Aún así, el ejército avanzaba con paso firme, las pisadas de los hombres, compañía tras compañía, escuadrón tras escuadrón.
Superando la dureza del terreno a recorrer, llegaron a divisar las altas y negras
De una gran fortaleza, siniestra y amenazante, cuyas torres se alzaban hasta tocar con las nubes. Sus murallas eran interminables y gruesas, parecían capaces de rechazar cualquier intento de penetrar en su interior.
A su alrededor, entraban y salían legiones de soldados de diferentes etnias y credos, así como toda clase de criaturas innombrables. Sin duda preparados para invadir nuestros hogares-pensaron gran parte de los guerreros de la alianza.
-¡Alto!- Indicó Thor levantando su mano he indicando a sus hombres que se detuviesen
- He aquí el hogar de nuestros pérfidos enemigos. Donde mi odiado hermanastro a conspirado para acabar con todos nosotros y nuestros pueblos.
Izanagi, el señor de los Kami, junto a Zeus, Manitú, Leir, Osiris, Viracocha y Buluku, los líderes de la alianza, se reunieron en torno al señor de Asgard.
- Ya no hay marcha atrás.- Indicó Buluku.
- ¿Acaso la hubo nunca?- Preguntó Leir.
-Tenemos que desplegar nuestras tropas e intentar lanzar un asedio sin cuartel contra la fortaleza.- Indicó Zeus.
- No será fácil, parece totalmente inexpugnable.- Dijo Osiris.
- Todo muro se puede derribar.- Dijo Izanagi con firmeza.
- Muchos caerán sin duda, pero debéis recordar que luchamos por cada hombre, mujer y niño de nuestros reinos y por cada mortal que habita Midgard y que en otro tiempo confiaban en nosotros para guiarles y aconsejarles.-Comenzó a decir Thor.- Ese tiempo pasó, ¿pero vamos a dejarles desamparados y desvalidos ¡¡a eso digo no!!
Y levantó a BadmrHird, el que lleva la tormenta, como para acompañar a sus palabras.
Osiris pareció notar algo  y miró hacía el cielo.
- Alguien viene.- Anunció.
Una figura descendió desde el aire, impulsado por una maza mística, Thor reconoció de inmediato a quien se situó frente a los líderes de los dioses terrestres.
Los señores de los panteones divinos se pusieron de inmediato en guardia, esperando un ataque, sin embargo, el intruso se arrodilló frente a Thor.
El Dios del trueno contempló a Magni ante él.
- Mi señor, le ruego me perdone y me permita unirme a vosotros en la batalla que se avecina.- Dijo el joven.
Leir pareció enfurecerse ante sus palabras.
- ¿Cómo te atreves? Tú y ese demonio devorador de almas  estabais al frente de los ejércitos que invadieron Avalón [7] ¿y ahora nos pides clemencia?- Dijo Leir empezando a formar una lanza de energía en una de sus manos.
 - Cálmate, Leir, déjale que termine de hablar.- Le pidió Thor al dios celta de la lanza y el rayo.
A duras penas Leir se pudo contener y asintió.
Magni apartó la mirada, sintiéndose culpable de la destrucción del reino de los dioses celtas.
- Dejo mi vida en sus manos para que haga lo que quiera con ella, lord Thor. He comprendido que desde un principio fue Loki quien nos manipuló para que le ayudásemos. Nos sumergió en un torrente de mentiras y medias verdades que enturbiaron nuestra percepción. Convirtió a mi hermano en un monstruo inhumano y cruel y nos hizo hacer cosas terribles.- Dijo lentamente Magni.- He comprendido mi error, y ojalá hubiese hecho caso de tus palabras en nuestro primer encuentro. [8]
- ¿Cómo sé que no se trata de una estratagema para confundirnos?- Preguntó Thor.- Joven Magni, mírame a los ojos y júrame por la memoria de tu madre que no nos estas engañando.
Magni se incorporó y le sostuvo la mirada al señor de Asgard.
- Juro por el honor de mi madre que quiero unirme a vosotros para poder vengarme del traicionero dios del engaño y hacerle pagar por lo que nos hizo. ¡Asesinó a nuestra madre! ¡Nos usó para sus maléficos planes sin importarle lo que nos ocurriría y transformó a mi hermano Modi en un asesino sin alma ¡¡y se lo haré pagar!!
El señor de Asgard pensó en que desde la primera vez que se vieron sintió que el muchacho no era una mala persona, sólo alguien confundido y perdido, que se dejó envenenar con las mentiras de Loki.
Thor le puso la mano encima del hombro a Magni.
- Veo la verdad en tus palabras, muchacho. Te creo. – Dijo Thor conciliador.
- ¿Estas seguro, tronador?- Dijo Zeus.
- Mi corazón me dice que no nos traicionará.- Comentó Thor.- Lucharemos codo a codo para derrotar al enemigo.
Leir miró a Magni.
- Si tú confías en él, yo también lo haré, amigo mío. Tu corazón es noble y fuerte, dudo mucho que pueda equivocarse en algo así.
Magni sonrió levemente, como aliviado, como si se hubiese quitado un peso de encima.
- Que suenen los cuernos de batalla, es la hora de cobrarnos todas las deudas pendientes. El momento ha llegado, amigos míos, la batalla para la que hemos estado preparándonos todo este tiempo.
¡Hagamos la llamada a las armas!- Dijo Thor con decisión.
Thor hizo una señal a Balder el bravo, y este entendió perfectamente lo que su viejo camarada de armas le indicaba.  Este tomó un gran cuerno y lo sopló con todas sus fuerzas. Y al instante se
elevaron juntas las voces de todos los cuernos del ejército, cuernos asgardianos, celtas y otros pueblos. Y el sonido de los cuernos de la alianza en ese momento fue como una tempestad y como un trueno en todo el valle. Tambores comenzaron a sonar, así como griteríos de los Anasazi  para infundir miedo en los corazones de sus enemigos.
El resplandor fugaz de un relámpago iluminó en los cascos y los escudos y estandartes de los hombres bajo el cargo de Thor.
Esto encendió la sangre en las venas del ejército aliado y se inicio la cabalgata.
En las murallas de la oscura fortaleza vieron descender una oleada de enemigos que fluían como una ola que amenazaba con engullirlos a todos.
Los soldados oyeron los cánticos y el inquietante sonido de los cuernos de guerra.
Los hombres que formaban la mayoría de los soldados de las legiones de Loki, no pudieron menos que sentir una inquietud al observar lo que se les venia encima.
 
Un guerrero azteca sintió pánico y abandonó su puesto en uno de los torreones, aunque no pudo recorrer mucha distancia, ya que un largo brazo lo agarró del cuello y lo lanzó al vacío.
- ¡Manteneos en vuestros puestos, escoria! ¡Quien intente huir acabará atravesado por la hoja de mi espada!
El demonio llamado Wrarrl, el Devorador de Almas fijo su único ojo sano en las fuerzas que se dirigían hacia ellos. Observó que las grandes puertas de la fortaleza estaban abiertas, ya que tropas de los diferentes aliados que les estaban nutriendo entraban y salían de allí para pasar revista. Si no las sellaban, serian vulnerables y atravesarían sus defensas sin mucha dificultad. No lo podía permitir.
- ¡A prisa! ¡Cerrad las puertas!- Gritó Wrarrl a sus hombres.
Dos soldados hindúes le miraron sin comprender.
- Dejaremos a los hombres que están a fuera a merced de nuestros enemigos. Serán masacrados sin piedad.
El demonio emitió un gruñido gutural y extendió una de sus palmas. De su mano surgieron vapores que envolvieron a quien le había contestado. En breves segundos el fornido guerrero se tornó en un pequeño y retorcido gusano, que la zarpa de Wrarrl sujetó, para llevárselo a su boca y engullirlo rápidamente.
- Si no quieres seguir su mismo destino, asegúrate que mis órdenes se cumplen, perro inútil…
Shiva, el dios hindú lideraba el contingente de su panteón que se había unido al ejército de Loki. En el momento que sonaron los cuernos y los tambores supo de inmediato lo que ocurría. El enemigo, sus antiguos aliados y hermanos celestiales habían llegado.
Una buena parte de sus tropas se hallaban acampadas en las inmediaciones de la fortaleza, así como pequeñas escuadras de tropas aztecas y sumerias. Las razas sirvientes y horrendas que estaban en el mismo bando aullaron con un estremecedor sonido, que Shiva no sabia si era de miedo o desafío ante los invasores.
Lo siguiente que escuchó fue el de las pesadas puertas de basalto negro se comenzaban a cerrar. Quienes trataban de penetrar en el interior o impedir que se cerraran eran fulminados con andanadas de flechas o lanzas.
Les estaban abandonando a su suerte.
Shiva maldijo su suerte, pero no se resignó a perecer como un cobarde, presentarían batalla y les demostrarían que no temían a la muerte.
- ¿Dónde esta Loki?- Preguntó el Devorador de Almas a Hela, la diosa asgardiana de la muerte que se hallaba caminando por uno de los patios interiores
- No vendrá en estos momentos. En palabras suyas, asuntos de extrema importancia le ocupan. Estamos al frente de la dirección de sus ejércitos hasta que nos bendiga con su presencia.- Dijo con ironía Hela.
Un gruñido casi animal surgió de la garganta del demonio.
- ¡Nos atacan! ¿Qué puede haber más importante que eso ahora?
-Mi padre ha dejado todo en nuestras manos, Devorador. Sus motivos son ahora irrelevantes. El aroma de la muerte impregna el aire ¿no lo percibes?
Y dicho esto, la señora del reino de Hell desenvainó una espada que Wrarrl reconoció muy bien.
- La Espada Negra. Pensaba que se había perdido en la batalla de Avalón. [9]
Hela acarició con sus dedos la afilada hoja de la espada, que pareció ronronear de satisfacción, como si le gustase el contacto con la diosa de la muerte.
- Me pondré al mando de mis soldados y me uniré a la batalla. Los habitantes de mi reino serán innumerables cuando acabé el día.- Dijo Hela riendo.
Un gruñido amenazador hizo apartarse al Devorador de Almas. Un gigantesco y fiero lobo se hallaba detrás de él. Sus ojos brillaban con la ansiedad de un cazador que deseaba hundir sus dientes en su presa. De sus grandes colmillos goteaban espumaracos de babas y su lengua se movía intranquila. Su enorme cuerpo había sido recubierto por una armadura de metal, con afilados pinchos aquí y allá a lo largo de la misma. Una silla de montar estaba situada en su lomo.
Cuando Hela ocupó su lugar, cabalgando al lobo Fenris, que no era si no su hermano, pues Loki era padre de ambos. El guardián de las puertas de Hell elevó un aullido infernal.
“-Ya veremos quien se lleva antes el alma de Thor si es mi espada la que acaba con su vida, padre. “

                                                           
En lo alto de la montaña sombría, donde gobernaba la voluntad del dios Crom, se hallaba una curiosa e improbable reunión de personajes a cual más curioso.
Crom, el dios de la montaña, la presidía, a su izquierda, Tiwaz, también conocido como Buri, el primer asgardiano. En un rincón, envuelto en sombras, un musculoso hombre, de torso descubierto y cuyo rostro estaba cubierto con una máscara de piel que imitaba a un lobo. Un impresionante hacha de doble filo estaba apoyado a su lado.
Un anciano, de larga tunica, de apariencia casi monacal, miraba con tranquilidad la escena. Un joven hermoso de piel dorada sonreía divertido.
Una joven voluptuosa, de generosos pechos vestida con ropas blancas y tocada con una corona de oro era la última en verse en la reunión.
- ¿Solo quedamos nosotros? Antaño fuimos adorados y temidos por igual, hoy somos apenas un recuerdo que se desvanece en el tiempo.- Dijo el bárbaro con máscara de lobo.
Ishtar se movió gracilmente, haciendo tintinear sus joyas.
- Pero nuestro poder permanece, y aún lejos de su antigua grandeza, aún es digno de respeto.- Dijo Ishtar.
- Ahora hay nuevos dioses que han ocupado nuestro lugar, Darkwolf.- Apuntó Tiwaz.- Y nos necesitan.
- Puede que debamos dejarlos a su destino, Rey Gris. Nuestro momento ya pasó, debemos aceptar el olvido, como hicieron el resto de los primeros dioses.- Observó el anciano.
- Eres un cobarde, Mitra, siempre lo fuiste.- Dijo el joven de piel dorada.
- No subestimes mi poder al provocarme, Arioch.- Dijo Mitra.
-¡Basta! ¿En estos os habéis convertido? No me extraña que el hombre decidiese apartarnos de sus pensamientos y de sus rezos.- Dijo Crom.- Los oscuros dioses que una vez desterramos han vuelto, y todo lo pasado será en vano si consiguen ganar ahora ¿es eso lo que queréis?
Darkwolf acarició su hacha y torció el gesto.
- Si tengo que abrazar el olvido, no será antes de volver a sentir la pasión de un combate. Ansió de nuevo una buena batalla.
- Nuestra última cabalgata, la de los dioses olvidados, los primeros dioses.- Dijo Arioch, el duque del caos.- Puede ser divertido… Y habrá sangre y almas de sobra para saciarme una última vez…
- Sea. El enemigo volverá a temblar al vernos llegar por el horizonte.- Dijo Mitra.- Puede ser la mejor manera de irse.
- Una manera honorable y con orgullo, digna de los mejores guerreros de la creación.- Dijo Tiwaz.
Crom sujetó su pesada espada y el júbilo y el gozo se reflejaban en su rostro curtido en mil batallas.
-¿A que esperamos? ¡Marchemos raudos! ¡La gloría nos espera!

                                                               


La batalla se había desencadenado en toda su magnitud. Los dos bandos chocaron como dos rinocerontes enfurecidos.
Espadas, lanzas y hachas golpeaban y herían a ambos bandos. Las hachas golpeaban los escudos con
sonido sordo. El humo y las llamas se alzaban  como un mar de caos.
Sif se encontraba feliz de volver a seguir la senda de la batalla tras tanto tiempo convaleciente tras su combate con Hades. [10] 
Su fiereza y su dominio de la espada hacían que sus oponentes cayesen uno tras otro ante su acometida.
Las tropas de Loki, desorientadas por haberse quedado aislados fuera de las murallas de la fortaleza, fueron sorprendidas ante el arrojo del asalto de los soldados de la alianza.
Al lado de Sif, cabalgaba Leir, que inseparable, le guardaba las espaldas a la doncella guerrera.
- ¡Enseñémosles a estos bastardos como luchan los verdaderos guerreros!- Gritó Sif extasiada.
Red Norvell sujetó con sus dos manos su martillo de guerra, asestando un golpe que hizo derribar como si fuese un lanzamiento de bolos a una escuadra completa de guerreros sumerios que se dirigían hacia él.
- ¡Buen lanzamiento! ¡Ni en mis mejores noches en la bolera!- Dijo Norvell.

Aunque seguía enfrascado en la batalla, no podía evitar pensar en que fue en una contienda similar, en pleno Ragnarok forzado por Loki donde murió por primera vez. [11]
La Elegida, conocida como Tarene, movió con rapidez su martillo, desviando varias lanzas que iban dirigidas contra Finna Greyval, la portadora de Estandarte del Cuervo. Tarene canalizó su propio poder a través de su arma, creando un rayo de energía que hizo caer sin sentido a sus enemigos.

- No te preocupes, muchacha, mientras Tarene permanezca a tu lado, nada te dañará.- Comentó Tarene a la joven asgardiana.

Tawa, el dios Anasazi de la luz soltaba flechas de luz pura a la velocidad del pensamiento, dando siempre en su blanco.
Concentrado en estar disparando su arco, no pudo ver como un jinete venía a todo galope, y le lanzó una estocada con una cimitarra que el alcanzó en plena espalda.
Malherido, perdió el conocimiento, y el jinete se acercó para rematarlo.
Shiva, el Destructor, uno de los patriarcas del panteón hindú movió sus cuatro brazos con sus cuatro cimitarras, dispuesto para asestar el golpe mortal.
En ese momento, fue él quien recibió el impacto de BadmrHird que estuvo a punto de derribarlo de su montura.
El colérico Shiva cruzó la mirada con Thor, que montado en Sleipnir, recuperó a su nuevo martillo.
-¡Tú! Largo tiempo he ansiado poder derrotarte con mis propias manos, tronador.- Dijo Shiva.- Has encontrado la horma de tu zapato, Dios del trueno, dejaré tu cadáver ensangrentado a los pies de tu reina.

- Palabras necias que sólo pueden provenir de un loco traidor que ha vendido a sus hermanos celestiales al enemigo. – Dijo Thor.- No tienes honor ni mereces más que lo que recibirás ¡En guardia!
Shiva apretó los dientes enfurecido, y del tercer ojo del dios situado en su frente, surgió un haz de energía mística que descargó una terrible furia contra el señor de Asgard. Thor levantó su escudo y la energía se disipó como una niebla ante un viento furioso.
- Sin duda Eitri es el mejor herrero de la creación.- Pensó Thor.- El Escudo de Elarion funciona a la perfección.
- ¿Qué truco es este? No es posible, mi magia debería haberte hecho pedazos.- Se quejó Shiva.
- No hay trucos, Shiva, sólo la pericia con la herrería del maestro de los enanos.- Apuntó Thor.
Como única respuesta. Shiva lo miró con odio. Bajo la presión de sus rodillas, el gran caballo de ocho patas de Thor y se lanzó al galope.
Su montura chocó con el otro caballo, derribó al animal más ligero y pisoteó a Shiva con sus herrados cascos. Lo derribó de la silla empujándole con su robusto brazo. Su gran caballo, entrenado para la guerra, golpeaba con sus ágiles patas delanteras a la montura del hindú.
Thor saltó desde Sleipnir hacía Shiva, que contraatacó con una lluvia de movimientos con sus cuatro espadas. Thor a duras penas pudo frenar el frenético torbellino de mandobles. Con un movimiento convulso la espada y el martillo chocaron, y desgarraron el silencio con el estrépito del colérico acero contra Uru, la espada se enfrentó de nuevo al martillo. Mandobles y acometidas, paradas y contragolpes, de nuevo las armas acometieron, entrechocaron y retrocedieron. A Shiva se le dobló una pierna, se tambaleó; apenas si podía mantenerse en pie, Thor arremetía incansablemente una y otra vez, la cólera le inflamaba los ojos.
La traición cometida por Shiva era injustificable a todas luces para el asgardiano, lo que le hacía luchar aún con más ímpetu y más fervor.
Shiva, viendo que estaba perdiendo el combate, reunió sus fuerzas y distrayendo con dos certeros golpes, con sus dos brazos libres golpeó fuertemente las sienes de la cabeza de Thor, aturdiéndolo. El dios hindú aprovechó esto para apresarlo con sus cuatro poderosos brazos, en una presa que hizo sentir un tremendo dolor a Thor incluso a través de su armadura de acero asgardiano.
Apretaba cada vez con más fuerza, haciendo que Thor soltase un gritó de dolor.

- ¡Te aplastaré todos los huesos de tu cuerpo hasta convertirlos en polvo!- Exclamó Shiva.
-¡Cuando se hiele el corazón del mismo infierno!- Dijo Thor liberando el poder divino contenido en su interior, una energía incontrolable y que cuando era desatada era demoledora.
La Energía conmocionadora arrojó varios metros a Shiva.
Thor salió disparado hacía su caído oponente, y sin poder reaccionar, Thor le aplastó uno de sus brazos con su martillo. El dios hindú soltó un alarido de dolor, y cegado por la agonía, se lanzó sin pensárselo contra el Dios del trueno.
Thor blandió a BadmrHird como si siempre hubiesen estado unidos, y golpeó el voluminoso cuerpo del hindú, que lo elevó en el aire y antes de que volviese a caer al suelo, arrojó su martillo de Uru, derribándolo y cayendo como un peso muerto.
Thor se acercó a Shiva, aún vivía, pero sus heridas le incapacitaban para el combate.
-No merece una muerte justa en el campo de batalla, si no sufrir la vergüenza de un juicio por sus crímenes.-Pensó el señor de Asgard.
En otra parte, no muy lejos de allí, Ulik el troll, acompañado de sus trolls, que sin piedad alguna, atacaban, derribando las oleadas de enemigos sin apenas oposición.
Los guerreros hindúes y sumerios no eran capaces de frenar la fuerza salvaje y descontrolada de las fuerzas de Ulik.
Por encima del estrépito, del clamor y de la muerte, se oyó un grito de furia.
Ulik el troll, que aplastó el escudo de un guerrero azteca, para después darle un golpe con su puño desnudo, que eran como auténticas mazas, miró hacía donde procedía ese gritó.
Desak el Destructor de Panteones, se hallaba sobre una montaña de cadáveres y guerreros al borde de la muerte.
Varios soldados enemigos, ignorando que ya estaban muertos, se resistían a su destino y luchaban con todas sus fuerzas.
El corpulento guerrero alienígena paró un mandoble con su escudo, y el contraataque cortó por el hombro el brazo armado de su enemigo con su hacha de doble filo, de inmediato asestó otro mandoble del revés que se hundió en el cuello del otro adversario.
Ulik se acercó a Desak, admirando su destreza en el arte de la guerra. El alienígena miró al troll con curiosidad.

- No me cabe duda de que eres un enemigo temible. No me extraña que los dioses te teman.- Dijo Ulik.
- Tu no eres un dios, y eres un enemigo natural de su raza ¿Por qué combates a su lado?- Preguntó intrigado Desak.
- Por qué si ellos caen ¿Cuánto tardaría en hacerlo mi propio pueblo?- Observó Ulik.- A veces es mejor guardarse el orgullo y saber cuando aliarse con tu mayor enemigo para la supervivencia.

                                                               
A derecha e izquierda, los hombres de Zeus, como furias vengadoras, y con Ares a la cabeza, se abalanzaron sobre el enemigo.
El dios de la guerra ordenó a los arqueros acribillar al enemigo con sus flechas; y entonces, el rasgueo de los arcos y el silbido de las saetas hendieron el aire.
El estruendo de la batalla creció, los gritos de hombres airados, los relinchos de los caballos, el chirrido del acero contra el acero, el choque de las espadas contra los escudos, y el sordo golpe de los cuerpos que se derrumbaban en el suelo.
Ares estaba satisfecho, la guerra era todo para él, y en una situación limite como aquella, podía soltarse y mostrarse tal y como era, incluso contando con el beneplácito de su padre.
En las profundidades de la fortaleza, los ecos de lo que estaban ocurriendo en el exterior apenas eran audibles. Loki se hallaba flotando sobre el lago de magma, se hallaba en un estado fuera de sí, como en un trance. Eisa y Einmyria, diosas de las brasas y las cenizas e hijas de Loki y de la diosa Glut se hallaban ante él. Ignoraban por que su padre se encontraba allí y no estaba liderando a sus ejércitos contra su odiado hermanastro.Los ojos del dios del engaño se abrieron como los de un cocodrilo ante su próxima comida.
- Habéis venido. Hijas mías.- Dijo Loki con satisfacción.
- Como ordenasteis, padre.- Dijo Eisa. ¿Cuáles son tus deseos?
Loki descendió sobre la lava incandescente y caminó por ella como si el calor extremo le hiciese efecto alguno.
- Tengo que completar un ritual complejo y poderoso. Una vez lo haya logrado, nada podrá detenernos.
-¿Y que podemos hacer para ayudarte, padre?- Preguntó Einmyria.
- Oh, de ti no necesito nada, Einmyria. Tu futuro esta ligado al mío de una manera que ni imaginas… Pero tú en cambio, Eisa… ¡Tú serás la llave para mi triunfo!
Loki extendió una de sus largas manos, acabadas en garras afiladas y retorcidas ante su hija. Eisa empezó a sangrar por la nariz y notó una presión en el pecho.
- P-padre…
-¡Detente!- Gritó Einmyria e hizo amago de lanzar una haz de llamas contra su padre.
Loki la paralizó con sólo una mirada. El corazón de Eisa comenzó a palpitar con fuerza, como queriendo salir de su pecho. Y así fue, el órgano, aún latiendo voló hasta la mano de Loki. Eisa cayó muerta de inmediato y Einmyria gritó al ver el asesinato de su hermana.
- Se requiere un sacrificio de la misma sangre para que los dioses arcanos y primigenios se anclen en esa realidad definitivamente.- Dijo el mensajero del Caos que surgió de las sombras
Se despojó de su tunica, mostrando el cuerpo de un joven de piel aceitunada y sin ojos, pero poco a poco fue tornándose en otra muy diferente, en un cuerpo monstruoso, donde su rostro había sido sustituido por un largo tentáculo rojo.
-No llores por ella, hija mía. Ha dado su corazón por su padre ¿Qué más puede querer un padre de una hija suya?
Y Loki se pusó a reír como si hubiese escuchado algo realmente gracioso, sólo que su risa era tan fría como la muerte.



Heimdall se acercó a Thor, pasando a enemigos por la hoja de su acero, y poniéndose a su altura.

- Thor, algo no va bien, se acercan muchos nuevos oponentes.- Dijo el guardián del puente del arco iris.

- ¿Cuántos?- Preguntó Thor.

- Innumerables.- Afirmó Heimdall.- Han aparecido de repente, seguramente por mediación de la magia.

Una lluvia de flechas, emponzoñadas con veneno comenzaron a caer sobre ellos. Docenas de guerreros cayeron, ensartados por las flechas.
Thor miró hacía donde provenían. Era un drakkar  que surcaba el cielo.
Thor sabia muy bien cual era su nombre. Naglfar, la nave hecha con las uñas de los muertos del reino de Hell y comandada por el gigante Hrym, que debía surcar el cielo en el Ragnarok. ¿Un presagio? Ya veremos- pensó Thor.
Los muertos, almas en pena condenados a servir a su pérfida señora, Hela, atacaron con una inusitada furia. Y no eran los únicos, legiones de espectros, de cada uno de los dioses de la muerte de los panteones que se unieron a Loki se metieron en la contienda.
En la lejanía podía atisbar como uno de los ejércitos de cadáveres andantes estaba liderado por el señor del Hades olímpico, que no era otro que su viejo amigo Hércules.
El rostro del asgardiano se endureció. La traición del hijo de Zeus era algo que le debía sin duda también a Loki y algo más por lo que debía asegurarse de su derrota.
En la cubierta de la nave de los muertos, cuya tripulación de no muertos no dejaban de lanzar lluvias de flechas negras contra los guerreros, se hallaba Hrym, el gigante.
Sus pobladas cejas se arquearon y lanzando un grito nombrando a Ymir, padre de los gigantes, saltó al campo de batalla, con su enorme maza en mano. Cayó como un rayo sobre los guerreros, soltando golpes con su maza a diestro y siniestro, aplastando a soldados mientras no paraba de reír a grandes y atronadoras carcajadas.
Thor sujetó a BadmrHird con rabia al ver como muchos de sus hombres eran muertos y caían sin piedad ante el gigante.
-¡Hrym!- Gritó Thor.- ¡Bátete conmigo! ¡Si te atreves!
Hrym masculló una obscenidad y con grandes y pesados pasos, apartando a quien se cruzaba en su camino, se dirigió a donde se encontraba el señor de Asgard, aceptando el desafío.
Thor espoleó a Sleipnir aferrando las riendas con más fuerza y obligó al animal ha seguir avanzando, pese al miedo que le inspiraba la visión del gigantesco oponente.
Los movimientos de Hrym fueron en verdad mucho más veloces de lo que Thor hubiese creído posible y sólo tuvo una fracción de segundo para protegerse con escudo de Elarion. Saltó de la silla al tiempo que caía el corcel debido al impacto, logró ponerse de rodillas, aturdido unos momentos debido a la caída.
- Como he anhelado aplastarte con mi bota, diosecillo. Nunca te has enfrentado a nadie con mi fuerza.- Se jactó el gigante.
Hrym blandió su maza y se lanzó de nuevo al ataque, pero alguien se interpuso y repelió su ataque. Se trataba de Magni.
- ¿Qué es esto? ¿Un pequeño cachorro cree poder derrotar a Hrym?- Dijo el gigante contrariado.
Magni hizo girar su maza mística velozmente.
- Este cachorro tiene dientes ¡y muerde!- Dijo Magni lanzando su maza de Uru contra Hrym, que recibió el golpe en su cuello. El gigante se llevó la mano a su garganta y escupió sangre. La maza regresó a la mano de Magni y este observó con satisfacción el resultado de su ataque.
- ¡Has firmado tu sentencia de muerte, cachorro asgardiano!- Dijo Hrym
El colosal guerrero pisó con fuerza el suelo, lo que hizo estremecer la tierra a su alrededor, derribando al joven asgardiano. Aún algo desorientado, no pudo evitar que Hrym le golpease con dureza. Sonrió, dispuesto a darle el golpe de gracia, cuando algo lo impidió.
BadmrHird, el poderoso martillo de Thor, paró el golpe y las dos armas chocaron con estrépito. El gigante atacó de nuevo, con un tremendo golpe que de haberle alcanzado al Dios del trueno le habría dejado sin duda sin cabeza, pero Thor lo esquivó de un salto, e inmediatamente pasó de la defensa a la ofensiva.

Thor movió su martillo de Uru contra el capitán del barco de los muertos, y el impacto fue tan poderoso que hizo partirse en dos el arma del gigante, ante la sorpresa Hrym, el asgardiano se impulsó con sus poderosas piernas y saltó sobre el torso del mastodonte.
Con sus dos manos descargó un único y definitivo golpe con su martillo místico que hundió el pecho de Hrym matándolo en el acto.
Con un estrepitoso sonido, el gigante se derrumbó sin vida. Thor se acercó a Magni y le ofreció su mano para ayudarle a incorporarse.
- Me has salvado la vida, Magni, estoy en deuda contigo.- Dijo Thor sonriendo.
- Creo que estamos en paz, milord.- Contestó el joven.
Thor se subió de un saltó encima del cadáver aún caliente de su enemigo, y contempló una panorámica de la situación.
Además de la entrada del ejército de los muertos, Thor abrió mucho los ojos al ver los horrores innombrables que avanzaban hacía ellos. Magni a su vez quedó boquiabierto al observar una de las muchas sorpresas que a buen seguro les había reservado Loki.
Unas criaturas de pesadilla, caminaban lentamente, tan altos y fuertes como árboles. Eran enormes masas retorcidas formadas a partir de tentáculos negros con forma similar a sogas. Por la superficie de su cuerpo, había grandes bocas fruncidas de las que goteaban babas verdes, caminaban con dos patas acabadas en pezuñas negras.     
Atacados por todos los francos por un número superior, los guerreros de la alianza se  encontraban de pronto en desventaja.
Cercados por tres frentes diferentes, y cortada una posible huida, el panorama había cambiado enormemente de un momento para otro.
La derrota era posible, la huida improbable, habían retrocedido hasta la última línea de defensa.
Se hallaban en una trampa mortal. En ese instante de aparente desesperación para todos, Skurge se mantuvo firme y tomó una decisión. Señaló con su hacha a los innumerables  enemigos que les rodeaban.
-¡¡Adelante!  ¿Quien es el primero que va a caer bajo el hacha del Verdugo?
Después se volvió hacía los hombres bajo sus órdenes, los Einherjar, los más valientes entre los valientes de Asgard, que se les había concedido el don de vivir toda la eternidad en el Valhalla.
-¡Seguidme, perros sin agallas!
El Verdugo hizo que su montura saliese al galope, irrumpiendo de lleno entre las tropas enemigas. Movió su legendario hacha de un lado a otro, arrancando jinetes de sus monturas, cabezas de los hombros, miembros de los cuerpos.
Viendo como Skurge arremetía incansablemente contra el ejército enemigo, abriendo un hueco en sus filas, los Einherjar primero, y después un terció de los hombres de la alianza siguieron el ejemplo del Verdugo y se lanzaron con valentía contra ellos.
El ímpetu de quien fue su enemigo en el pasado le llenó de satisfacción. Thor se acercó a los jinetes Kami, [12] poniéndose a la par que Izanagi.
- ¡No hay que desfallecer! Que tus jinetes carguen junto a los de Manitú.- Ordenó Thor.
Tal era la confianza que destilaba el señor de Asgard, que incluso los patriarcas de los otros panteones obedecían sin rechistar como si no fuesen también monarcas al mismo nivel que el asgardiano.
Inmersos en la batalla, la mayoría de combatientes no fueron conscientes de que las inmensas puertas negras se estaban abriendo. Sólo Heimdall, con sus sentidos muy por encima del de todos los dioses y capaz de escuchar caer una gota de agua a mundos de distancia se dio cuenta de inmediato lo que ocurría. Una gran sombra negra y alargada cayó sobre ellos. Thor se giró justo para ver lo que salía por el portal de la fortaleza. Quienes contemplaron la visión surgida de su interior, se quedaron paralizados, ante la monstruosidad que se elevaba sobre sus cabezas.
Era una inmensa y gigantesca serpiente, como jamás nadie podría imaginar, cuyos colmillos afilados goteaban veneno y cuya mirada destilaba un odio intenso hacía todo lo vivo.
Thor endureció su rostro y preparó su martillo.
- ¡Jormungandr, la serpiente de Midgard! [13] - Gritó Thor desafiante.
-Y la destinada a acabar con el Dios del trueno en el fin de los tiempos.- Dijo una voz que Thor reconocía perfectamente.
En el lomo de la monstruosidad que nació del vientre de la giganta Angerboda y el dios de la mentira, se encontraba su hermanastro Loki, enarbolando una espada.
La espada refulgía, brillando con el calor de un millar de soles, no en vano se trataba de…
-¡¡Crepúsculo!! ¿Como te atreves? ¡No tienes derecho a llevar la espada de Surtur, señor del reino de Muspelheim! [14]
- Nada se le niega a Loki, con esta espada se iniciará el ocaso, el crepúsculo de los dioses y no podrás evitarlo, hermanito.- Dijo Loki sonriendo con malicia.
-¡¡A eso digo No!!- Exclamó Thor.-¡¡El mal que representas no saldrá triunfante mientras me quede un aliento de vida!!
El señor de Asgard empezó a dar vueltas a su místico martillo de Uru BadmrHird, y lo lanzó con todas sus fuerzas, impulsándose hacía el encuentro con su hermanastro y con su sobrino.
Jormungandr rugió y abrió sus fauces abismales, enseñando varias hileras de cortantes e inmensos colmillos con la apariencia de ser capaces de despedazar cualquier presa.
Los ojos de la monstruosa serpiente brillaron con malicia y con una velocidad pasmosa para tamaño leviatán, y antes de que Thor pudiese reaccionar, las fauces de Jormungandr se tragaron al asgardiano, cerrando sus poderosas mandíbulas, dejando sólo varios jirones de la capa del señor de Asgard.
- Y aquí se cumple lo que tejieron las Nords en el momento del nacimiento de Jormungandr.- Comentó Loki con satisfacción.
A Sif se le ensombreció el rostro.
- T-thor, no puede ser…
Zeus, que acababa de derrotar a una docena de enemigos con sus poderosos rayos se quedó paralizado ante esa visión de desesperanza.
Ulik el troll frunció el ceño, incluso su impenetrable rostro pareció perturbado.
Leir miró asombrado, sin poder creérselo.
Los Tres Guerreros, cada uno por su lado, enfrascados en sus propios combates, se llenaron de pesar. De las mejillas de Tarene, la Elegida, resbalaron lágrimas. Red Norvell no pudo evitar que la pena lo embargase.
Incluso Desak, el Destructor de Panteones mostró incredulidad.
Y Loki no dejaba de mirar hacía el cielo. Susurrando palabras de poder más antiguas que su misma raza y ninguna otra.
Las nubes cubrían por completo el firmamento, ocupándolo todo y cubriéndolo con un manto de luz crepuscular que los iluminaban como un caótico presagio que llenaba de pesimismo y de  incertidumbre a la inmensa mayoría de los componentes de la alianza.
Los cielos se abrieron, haciendo contemplar el ilimitado poder de lo desconocido. Las horrendas y malvadas abominaciones gritaron juntas al unísono. En el mismo segundo en qué los vieron se estremecieron sus corazones. Salieron de la grieta del cielo, como si surgiesen de un enorme agujero negro de carroña. Los guerreros, hombres valientes de incontables pueblos diferentes sujetaron con fuerza sus armas, en tanto un ejército de figuras indescriptibles, brillando por el resplandor de la grieta se derramaba hacia ellos con rumbo a nuestra realidad. Una maldad más vieja que los mismos
dioses. Y más ancha que el universo conocido. Provenían de un lugar de dolor y sufrimiento más allá del entendimiento humano. Una raza de criaturas asesinas...cuya vil existencia contaminaba el mismo tiempo, el mismo tejido de la realidad con su sádica maldad.
La duda y el temor comenzaron a ensombrecer su otrora inquebrantable voluntad de hierro. Sin el liderazgo y el coraje de Thor para liderarlos ¿Qué esperanza tenían de salir triunfantes?
Sobre el lomo de Jormungandr, el dios de la mentira levantó la hoja de su espada Crepúsculo para recibir a los dioses oscuros y primigenios cuyos designios le habían llevado a este momento y a este lugar. Sonrió, dejando al descubierto sus afilados y retorcidos dientes y elevó un grito estremecedor a los cielos. Un grito de rabia y de triunfo que hizo que su ejército se lanzase con renovadas fuerzas contra la las fuerzas de la alianza como un depredador ante una presa atemorizada. Las palabras de Loki pudieron ser escuchadas por todo ser vivo en el campo de batalla.
-¡¡Que fluya la sangre del enemigo!! ¡¡Sin piedad ni contemplaciones!!  ¡¡Muerte!! ¡¡Que la muerte sea su destino!!

Continuará…

Próximo número: ¿Esta muerto realmente Thor? ¿Lograrán la victoria ante las fuerzas de Loki? ¿Triunfarán los dioses oscuros? Todo esto y más en la segunda parte del estandarte del Cuervo


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Referencias:
1 .- Dúo de guerreros vistos anteriormente en Thor#14 -15
2 .- Valhalla: el hogar donde van los guerreros asgardianos caídos con honor y con valentía
3 .- En la legendaria etapa de Walt Simonson en Thor.
4 .- Las tejedoras de los hilos de la vida.
5 .- En varias ocasiones, como en la Guerra de Surtur o en la invasión de Asgard por las fuerzas de Set, el dios egipcio de la muerte
6 .- Visto por primera vez en Thor#1, aquí mismo en AT
7 .- Como se vio en los números 10 al 13 de Thor en AT
8 .- En Thor#11
9 .- En el Thor#13
10 .- Sucedió en Thor#12

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