Thor Señor de Asgard Nº20


Título: El Crepúsculo de los Dioses (III): El Estandarte del Cuervo (III)
Autor: Miguel Ángel Naharro
Portada: Rubén Dávila
Publicado en: Diciembre 2010

¡Continua el Crepúsculo de los Dioses! la confrontación más esperada ha llegado: ¡Thor contra Loki! Además, Tiwaz, Crom y los Primeros Dioses se unen a la contienda, dando una oportunidad inesperada de victoria..
Ha tenido muchos nombres. Vingthor el lanzador, el hijo de la larga barba y enemigo de Hrodr. En su hogar ancestral Hymir le conoce como Veur. Compañero del infeliz Hrungnir le han llamado algunos. Al este del Elvigar, en tierra de gigantes, susurran el nombre de Hloriddi. Su padre le llamaba hijo. Su madre, querido. Y bajo las bóvedas celestes es Thor Odinson, dios del trueno, temor de Jormungand.
Stan Lee y Action Tales presentan: Thor el poderoso
Creado por Stan Lee& Jack Kirby

Resumen de lo publicado:   Billy Rayos Beta aparece en medio de la batalla, y tras encontrarse con Sif, se lanza enrabietado contra la serpiente de Midgard. Bill se enfrenta a la serpiente y en medio de la lucha, esta se retuerce de dolor y empieza a brillar, consumiéndose desde el interior, hasta que aparece con vida Thor, que ha acabado con su monstruoso enemigo desde dentro. Thor va a por Loki, uniéndose a él Magni, Loki lucha con ambos y en un momento del combate revela que tanto Magni como Modi son hijos de Thor. En ese momento aparece invocado por Loki un enloquecido Modi que arremete brutalmente contra Magni, Loki aprisiona a Thor con su magia, para que este pueda ver impotente como sus "hijos" se matan entre ellos sin poder hacer nada...


Finna Greyval sujetaba la enseña del Estandarte del Cuervo mientras avanzaba por el campo de batalla. La doncella asgardiana caminaba viendo como los combatientes luchaban hasta su último aliento.
Tarene caminaba a su lado, guardándole las espaldas. Finna empezaba a dudar de que el pendón ondeando el viento pudiese darles la victoria en semejante conflicto, pero debía creer que era posible, no le quedaba más opción.
El suelo se movió, temblando ante  los pesados pasos de dos gigantes gemelos. Los olímpicos Titanes de Cresta Amarilla se plantaron ante las dos mujeres con una mirada entre curiosa y despreciativa.
-¡Mujeres! ¿Quién puede traer a mujeres al campo de batalla?- Dijo uno de los titanes divertido.
Tarene movió su martillo encantado.
-¡Atrás, gigantes! ¡No sabéis con quien os enfrentáis!- Exclamó Tarene.
A modo de respuesta, uno de los titanes de dos grandes zancadas se plantó contra Tarene y descargó la furia de sus puños contra la diosa asgardiana.
El martillo paró el golpe, pero no pudo ver ni evitar como su hermano le aprisionaba con uno de sus pies contra el suelo, el inmenso peso del gigante impedía moverse a Tarene. Finna Greyval reunió todo su valor, y con todas sus fuerzas, clavó la punta del estandarte en el talón del titán. El titán de cresta amarilla aulló de dolor, y Tarene aprovechó para levantar con sus dos manos el pie del gigantesco oponente y derribarlo con estrepito, haciendo temblar la tierra.
-Bien hecho, Finna, has demostrado que eres toda una guerrera.- Dijo Tarene sonriéndole.
El hermano gemelo del gigante caído no se quedo de brazos cruzados y enloquecido, golpeó con su mano como si fuese  una maza. El primer impacto dejo aturdida a Tarene y el titán olímpico soltó un golpe tras otro hasta dejarla inconsciente.
-¡Ahora te toca a ti!- Dijo el titán mirando a Finna.- ¡Te reduciré todos los huesos a pulpa y suplicarás que te deje morir!
La joven se plantó con el estandarte como única arma, pensando en que su breve misión acababa aquí y ahora, cuando en ese momento, una lanza se clavó en uno de los ojos del titán. El gigantesco olímpico se retorció de dolor y Finna pudo ver como un imponente guerrero saltaba sobre el titán y con una espada ancha le seccionaba la yugular sin ninguna contemplación. El titán se derrumbó, ya cadáver. Y entonces Finna reconoció a su salvador.
-¡Heimdall! ¡Me habéis salvado!
El vigía de Asgard recuperó su lanza del inmenso cuerpo y se acercó a la joven.
-Era mi deber, dama Finna.- Dijo Heimdall arrodillándose para comprobar el estado de Tarene.- Esta mal herida, pero vivirá. Tarene es muy poderosa, pero es apenas una niña que no comprende el alcance de sus poderes.
Casi sin darse cuenta, un buen número de guerreros se acercaron a ellos y comenzaron a rodearlos. Sus ropas, enseñas y armaduras eran de indiscutible origen asgardiano, pero la vida hacia mucho que había abandonado sus cuerpos. Los asgardianos que no murieron con honor y coraje estaban condenados a pasar la eternidad en el reino de Hel, atados por toda la eternidad al servicio de su ama y señora Hela, la diosa de la muerte. Los guerreros no-muertos avanzaban despacio, mirándoles con sus ojos muertos y sin vida, con la carne putrefacta desprendiéndose de sus huesos y los gusanos retorciéndose y alimentándose de sus cuerpos sin vida.
Heimdall se plantó, con su lanza aún llena de la sangre del titán caído, y con su escudo y frunció el ceño. Finna se puso al lado de Tarene, para protegerla mientras no recuperase el conocimiento.
-¡No deis un paso más, perros de Hel! ¡O volveréis al infierno del que surgisteis por la espada de Heimdall!- Dijo el valiente guerrero de Asgard.



Thor golpeaba una y otra vez las paredes del prisma mágico invocado por Loki que lo mantenía prisionero e impotente, sin poder detener a el combate mortal entre los dos jóvenes que habían resultado ser hijos suyos.
Loki estaba en su salsa, disfrutando de ello como si fuese un espectáculo en su honor. Dejaría que Modi asesinase a Magni ante los ojos de su hermanastro y luego le libraría de su sufrimiento en esta vida.
El Destructor levantó a Magni, que tenía la cara amoratada y la sangre la manaba de incontables heridas por todo su cuerpo. De un sonoro y seco golpe lo arrojó a varios metros de distancia.
-¡No lo hagas, Modi! ¡Es tu hermano!- Gritó Thor.
-¡Cállate! ¡Ya no lo reconozco como a mi hermano! ¡Tú serás el siguiente!
Enfurecido, Modi se volvió hacía Magni, que se hallaba totalmente sin sentido. El visor de su casco comenzó a brillar con intensidad.
Thor sabía exactamente lo que significaba, iba a desencadenar una fuerza tal que podría reducir a cualquier ser vivo a cenizas. Con la fuerza bruta no conseguiría liberarse, era hora de probar otros métodos.
Hizo girar a BadmrHird lentamente, creando un torbellino alrededor suyo que abrió un agujero en el tiempo y el espacio.  Thor desapareció, para reaparecer instantes después fuera del prisma.
Modi abrió finalmente su visor y un haz de energía destructora salió en dirección a su caído hermano. Thor apuntó su martillo contra el acorazado enemigo y rayo de energía surgió de BadmrHird. Los dos rayos chocaron, compitiendo en potencia entre los dos, para ver cuál de ambos salía triunfante y alcanzaba su objetivo.
El rayo del Destructor parecía que ganaba terreno rápidamente, cuando la descarga energética del martillo encantado del dios del trueno anuló el rayo de Modi, llegando hasta su visor.
La explosión de energía en su casco hizo que Modi gritase de dolor con su voz metálica. Aturdido por
el impacto, el Destructor no pudo ver como Thor se lanzaba sobre él, golpeándole con toda su fuerza y derribándole.
 Desde el suelo, El Destructor agarró a Thor de la garganta, para después arrojarlo al suelo. Modi se incorporó preparado para embestir contra el señor de Asgard.
-¡Detente! No quiero dañarte, Modi.
-¡¡Acabaré contigo!! ¡No saldrán más repugnantes mentiras de tu garganta!
El Destructor enfurecido, cargó contra Thor de nuevo.  Sus manos metálicas le capturaron por la capa llevándole al suelo, y abalanzando su impresionante envergadura sobre el cuerpo del dios del trueno, impidiéndole moverse sólo momentáneamente. Apresa su cuello con sus enormes manazas, los golpes en su cuerpo blindado no logran hacer que su presa aflojaba.
Buscó a tientas BadmrHird y  golpeó con todas sus fuerza. El martillo no hizo mella en el Destructor, lo que hizo que apretase aún más su presa. Le costaba los ojos abiertos. Thor no cejó en su lucha y apretando los dientes, flexionó sus poderosos músculos y con sus dos manos las puso en el yelmo de la armadura mística, liberando el poder que fluía por todo su ser, el poder que la hacía ser el señor de los asgardianos.
El Destructor soltó su presa, Thor aprovechó la momentánea debilidad de su rival para descargar toda la furia de BadmrHird sobre él. La energía liberada por el impacto fue cegadora y la fuerza del golpe se sintió a mucha distancia.
El Destructor permaneció inmóvil tras la demostración de poder de Thor. Estaba temporalmente incapacitado, pero vivía. La armadura donde habitaba la esencia vital del muchacho Modi.
-¡Pagarás caro por tus crímenes! – Gritó Thor desafiante.




La espada de Heimdall se movía incansable contra los muertos vivientes que intentaban acabar con él por la fuerza de su número. Cualquier otro guerrero hubiese sucumbido, pero él era Heimdall, el guardián de Bifrost, hogar de los dioses nórdicos, acostumbrado a ser la primera línea de defensa de Asgard, enfrentándose contra un enemigo considerablemente superior.
El acero de su espada cortaba brazos, torsos y cabezas de los guerreros del reino de Hel. Los siniestros esclavos de la diosa de la muerte seguían atacando sin descanso, pues no se agotaban o sentían dolor, ya que estaban muertos.
Los no muertos empezaron a brillar, con un fulgor rojo, y comenzaron a humear y a ennegrecerse sus cuerpos hasta arder en llamas, consumiéndose en un montón de cenizas.
-¡Por la barba hirsuta de Odín!- Exclamó Heimdall.
-¿No pensarías que te librarías de mí tan fácilmente?- Dijo la Encantadora.
Finna observó a la hermosa Encantadora y se quedó pasmada ante la belleza casi inimaginable de la hechicera asgardiana. La fama que le precedía no le hacía justicia.
-Heimdall, escoltaremos juntos a la joven Finna Greyval, si te  parece bien…- Comentó la
Encantadora mirando a su antiguo amante.
Una risa macabra se escuchó tras ellos.
-El valiente y noble Heimdall y la seductora Encantadora.- Dijo Hela, la diosa de la muerte que se alzaba amenazadora y siniestra.
Hela montaba en su hermano Fenris, un lobo descomunal, protegido con una armadura llena de afiladas púas que le daban si cabe un aspecto aún más aterrador.
-No te llevarás el alma de esta joven, dama de la muerte.- Dijo Heimdall
- No es su alma la que ansió… Un alma tan pura como la tuya siempre es bienvenida en mi reino, donde vigilarás para mí hasta el fin de los tiempos.
  hela
-¡No! ¡Nunca lo permitiré!- Gritó la Encantadora.
-¿Tú? Sólo eres una ramera presuntuosa.- Dijo Hela clavando su mirada en la hechicera.- ¿sabes cuantos de tus amantes que perdieron la vida por tus actos pueblan mi reino? Incontables, y están deseosos de recibirte como te mereces…
Heimdall dio un paso adelante.
-No necesito que nadie me defienda. No tengo miedo de medirme a ti, Hela.- Dijo desafiante Heimdall.
- No esperaba menos del leal Heimdall. Lo disfrutaré enormemente y Fenris aún más ¡Ataca, hermano mío! ¡Devora sus entrañas!
Fenris gruñó, y avanzó hacía Heimdall. Escucharon el atronador chasqueo de sus mandíbulas, el lobo le lanzó dentelladas continuas.
-Ven por mi alma impía criatura. Hoy será el día en que Fenris conocerá su perdición.
 
Encima de una colina, un jinete solitario observaba el transcurso de la contienda. El corpulento y musculoso guerrero, cuyo rostro estaba cubierto excepto en la parte de la boca por una máscara que asemejaba un lobo miró la cruenta batalla que se libraba.
-Es nuestra hora.- Dijo Darkwolf.- Los primeros dioses cabalgan de nuevo.
 
De su garganta surgió un grito de guerra que no se había escuchado desde muchas eras atrás. Un grito que estremecía los corazones de los enemigos y que esperanzaba a los amigos. Movió su hacha de doble filo y a su lado se pusieron el resto de los primeros dioses del hombre. Tiwaz, Mitra, Ishtar, Arioch y Crom.
En medio de la batalla, los guerreros de la alianza y las fuerzas de Loki se volvieron hacía ese estremecedor gritó que todos escucharon.
A una señal, por la colina comenzaron a aparecer las tropas lideradas por los antiguos dioses. Los aguerridos bárbaros cimmerios golpeaban el suelo con sus grandes hachas y espadas. Jaurías enteras de grandes lobos de piel negra y ojos rojos se movilizaban. Las criaturas del caos de Arioch, con cuerpo de león y cabeza de buitre emitían un gorgoteó preparándose para atacar.  Las sacerdotisas-guerreras de voluptuosas curvas desenvainaban sus espadas dispuestas a seguir a su señora Ishtar.
-Nuestros herederos están en desventaja, pero luchan con bravura.- Observó Crom.
crom
- No estarán solos en esta guerra final.- Dijo Tiwaz esbozando una sonrisa y desenvainando su espadón a dos manos.
  - ¡Que comience la batalla!- Dijo Crom.- ¡Elevad  las espadas al viento!
Con un rugido gutural, los cimmerios cargaron, seguidos por los lobos de Darkwolf que corrían como endemoniados, las criaturas de Arioch rugían salvajemente, y las sacerdotisas de Ishtar movían sus espadas ligeras. Cayeron sobre las tropas de Loki como un martillo sobre un yunque. Toda la primera línea enemiga se hundió bajo sus silbantes espadas y sus cortantes hachas, los mordiscos de los lobos o los zarpazos de las criaturas del caos. Las filas posteriores retrocedieron y vacilaron al sentir el impacto de su increíble fuerza.
Thor observó durante un instante la carga de los ejércitos y pensó que Tiwaz había aparecido en el momento más oportuno.
Volstagg, Fandral y Hogun combatían sin tregua y sin descanso. Los Tres Guerreros vieron con asombró como la carga de los hombres de los primeros dioses atravesaban las defensas de las tropas de Loki como si están no existieran.
-¡Va a ser difícil seguirles el ritmo, amigos míos!- Dijo Fandral
Volstagg respiró hondo y después se le dibujo una sonrisa en su bonachón rostro.
-Habla por ti, Fandral, Volstagg el indómito no tiene paragón entre los dioses.
Sif y Billy Rayos Beta luchaban codo a codo contra la jauría de criaturas simiescas y demoniacas que trataban de degollarles con sus largas espadas curvadas.
Billy se sentía orgulloso de poder combatir de nuevo junto a Sif, como ya habían hecho en incontables ocasiones. Si debía acabar sus días en esta tierra yerma e inhóspita, no había mejor modo que hacerlo al lado de su querida Sif.
Sif levantó la vista para observar como cargaban los cimmerios. Recordó  como aparecieron para ayudarles en el asedio a Asgard por parte de los trolls.  Su llegada, junto a la de sus aliados era un signo de que podían ganar.
La espada de Sif trazó un arco, matando a dos engendros simiescos, y espoleando a su corcel, espada en alto, gritó a todo el que le pudiese oír.
- ¡Venid a mí! ¡Acabemos con estas bestias inmundas y devolvámosles al infierno del que nunca debieron salir!
 
 
Manitú, el señor de los Anazasi  combatía con ahínco contra los innumerables enemigos que salían a su paso. Cabalgando en su corcel, guiaba a sus hombres contra los guerreros de Loki y las criaturas abominables que les acompañaban. Junto a los anazasi, había guerreros olímpicos, celtas y asgardianos, que se sumaban a su ataque. La irrupción de los ejércitos de los primeros dioses les daba una oportunidad de decantar la balanza a su favor y debían aprovecharlo. La tierra tembló al paso de unos terribles seres que sobresalían por encima de todo. Seres retorcidos, que eran como arboles deformados de donde salían tentáculos y varias bocas llenas de colmillos afilados.
Los titánicos engendros aplastaban con sus patas a guerreros y monturas, y los tentáculos apresaban a sus presas para arrastrarlas hacía sus fauces.
Las flechas se rompían al golpear su gruesa piel, y las espadas se quebraban al intentar herirlos.
-¡Sus pieles son impenetrables!- Exclamó Artemisa.- Veremos si son vulnerables al poder de mis flechas.
La diosa olímpica sacó una flecha de su carcaj, y disparó con maestría contra una de las criaturas. La flecha atravesó la superficie de la criatura y estalló en su interior, haciendo que parte de su cuerpo. Veloz, la diosa de la caza disparó de nuevo por dos veces su arco, haciendo que el monstruoso ser se viese envuelto en una auténtica bola de fuego creado por las flechas mágicas de Artemisa.
-Bien hecho, hermana.- Dijo Hefestos golpeando con su espada corta a un corpulento guerrero hindú armado con dos cimitarras.


Haokah, el dios de la tormenta y el trueno siux descargó la furia de los elementos en una bandada de seres voladores sin rostro. Negros, de piel aceitosa, alas de murciélago, feas garras prensiles y colas espinosas. Sus rayos y relampagos los fulminaban en pleno vuelo.
Manitú, dejo a su montura para combatir cuerpo a cuerpo. Con un tomahawk en cada mano, se enfrentó a un grupo de numerosos enemigos. Su destreza con esas armas no tenía igual entre su pueblo y cortaban armaduras y carne por igual. Un guerrero sumerio corrió hacia él gritando para desafiarle y por otro flanco entró un lancero hindú dispuesto a ensartarle. Con extrema rapidez, arrojó uno de los tomahawk sobre el sumerio, clavándoselo en el pecho, para inmediatamente, agarrar la lanza de su otro oponente y levantarlo en el aire. Impulsó a su enemigo, que cayó al suelo inmóvil.
De su garganta surgió un gritó de guerra anazasi, dispuesto a seguir combatiendo.
Zeus, el patriarca de los dioses olímpicos, combatía a manos desnudas contra quien se atrevía a enfrentarse a él. Sus mortales rayos eran suficiente arma para acabar con cualquier rival. En una de sus manos se formó un rayo y lo arrojó contra una serie de seres repugnantes con rasgos caninos.
El hijo de cronos se percató de una peligrosa situación. Manitú, ensimismado en la lucha con un enemigo, no se había dado cuenta de que una horrenda criatura, llena de pústulas y enormes fauces saltaba hacía él.
Zeus descargó dos de sus rayos sobre la criatura, acabando con su miserable existencia.
Manitú fue entonces consciente de que había estado a punto de sucumbir al traicionero ataque por la espalda de ese horror sin nombre.
Acabó con su rival, clavándole su arma en el cuello y se acercó al señor del Olimpo.
-Me has salvado, lord Zeus, tengo una deuda contigo y con tu casa.- Comentó Manitú.
Zeus se quedó un instante pensativo y después dijo:
-Puede que haya un modo de pagarme esa deuda una vez todo esto haya acabado, amigo mío…


-¡Enfréntate a mí si te atreves, víbora traidora!- Exclamó Thor con el pie encima de un inmóvil y derrotado Destructor.
Loki echaba chispas por los ojos. Blandió a Crepúsculo y señaló con la hoja de metal de la espada a su hermanastro.
El dios de las mentiras cantó en una lengua perdida en la noche de los tiempos. El suelo bajo los pies de Thor comenzó a desintegrarse, formándose lenguas de energía, y un rasgón en el mismo tejido de la realidad que le arrastraba con una fuerza de atracción que a duras penas podía soportar. Por un instante miró al interior del rasgón, y justo en ese momento, el Destructor desapareció dentro de él.
 -¡Modi!-Gritó.
 Su recién descubierta paternidad le hizo sentir un pinchazo en el corazón al ver a uno de sus hijos arrojado a un destino incierto. Esto le enfureció aún más. El funesto desenlace al que había arrastrado al muchacho con su telaraña de mentiras no quedaría sin castigo. Apartó la mirada, ya que mirar a ese foco de irrealidad que amenazaba con devorarle.
Haciendo girar su martillo con todas sus fuerzas, para tratar de escapar de la fuerza que trataba de llevárselo, tuvo una repentina idea, sujetó el escudo de Elarion y alargando el brazo hizo contacto son su superficie con el contorno de la fisura. Un instante después, el abismo de irrealidad desapareció como si nunca hubiese existido.
-¡No es posible! ¿Cómo has podido anular mi magia?- Exclamó Loki contrariado.
Extendió sus dedos, y de la punta de los mismos surgieron fuegos místico cuyos haces se unieron formando una auténtica tormenta mágica que arrojó contra el dios del trueno.
Thor se protegió con su escudo ante semejante vendaval y demostración de fuerza de Loki.
El asgardiano desapareció bajo el resplandor de las llamas místicas. Cuando se desvanecieron y el humo se despejó, allí seguía el señor de Asgard impasible.
-¿Qué clase de brujería es esta?- Se preguntó Loki, hasta que sus ojos se fijaron en las runas que adornaban el escudo de Thor.- La firma de Eitri, maestro herrero de  los enanos.- Pensó- Debería
haberlo sabido. Pagará caro el haber tomado parte  por mi hermanastro.

  -¿Esto es todo lo que tienes, Loki? ¿Es todo lo que puedas hacer?- Inquirió Thor desafiante.
Loki encolerizado, se lanzó al combate cuerpo a cuerpo contra su hermanastro.
Thor detuvo el primer golpe, el segundo y el tercero, mientras la ferocidad de los ataques de Loki le obligaban a retroceder.
Como poseído por una locura salvaje e incontrolable, el ataque del  hijo de gigantes sorprendió al dios del trueno por su fiereza.
Thor consiguió contraatacar con un movimiento que hizo impactar a BadmrHird contra el dios del engaño. Antes de que reaccionase, volvió a golpear a Loki, que cayó de espaldas en el suelo.
Loki se quedo a un palmo del suelo, como flotando, para después erguirse con rapidez
-Ya has perdido, Thor, solo que no eres consciente de ello todavía.- Observó Loki entre dientes.
La figura de Loki comenzó a temblar, y los ojos se le cerraron durante un instante. Cuando los abrió, ya no era sólo un dios del engaño, si no tres.
-¡Sangre de Ymir!- Exclamó Thor.
El trío de nigromantes se lanzó a un frenético ataque sin cuartel contra el señor de Asgard. El desbordante torbellino de mandobles hacía que apenas pudiese defenderse de las acometidas por tres frentes diferentes con el que era asediado.
Una de las espadas le atravesó la armadura, hiriéndole en el hombro. Paró un golpe con su escudo, y a continuación, su martillo desvió una estocada lanzada contra su pecho.
Thor apretó los dientes y dijo:-¡Basta!
Truenos  y relámpagos estallaron con rabia contenida desde el interior de BadmrHird, que hizo que los tres oponentes salieran despedidos.
Las tres figuras se unieron en una sola de nuevo y los ojos rojizos del dios miraron a Thor con malevolencia.
-Eres débil, Thor, todo lo que amas caerá ante tus ojos y no podrás hacer nada mientras ves como mueren uno tras otro a mis manos.- Dijo Loki.- ¡Y nadie podrá hacer nada para evitarlo!
-¡Yo sí!- Gritó alguien. Y como acompañando a su voz, un trueno estalló.
Magni, recuperado de nuevo, se hallaba con el rostro enfurecido.
-¡Magni! ¡Mi corazón se reconforta al verte sano y salvo!- Dijo Thor.
Loki rió en carcajadas jocosas y burlonas.
-Morirás bajo mi mano, joven Magni, como ya lo hizo tu hermano.
El rostro de Magni se descompuso de  rabia y de furia.
-¡Mi hermano! No puede  ser… Y sin embargo, siento que es verdad.
Thor le miró y sintió pena. Por el sufrimiento por el que estaba pasando el muchacho, y también por su hermano, su hijo, al que no tendría la oportunidad de conocer, y por el mismo al sentir el pesar por un hijo perdido.
-¡Vengaré a mi hermano aunque eso signifique mi fin!- Dijo Magni con lágrimas en los ojos.
Thor y Magni se miraron y los dos asintieron.
-Lucharemos juntos, hijo... ¡Por Midgard! ¡Por Asgard! ¡Por Modi!
Las dos armas encantadas  salieron de las manos de sus amos en dirección a Loki, que en ese momento recitó un arcano sortilegio y creando un escudo místico con el que chocaron y el impacto fue tal que hizo que saltaran rayos y que un resplandor cegador blanquiazul que les hizo apartar la mirada.
Cuando pudieron mirar de nuevo, Loki se hallaba indemne y con una sonrisa burlona, casi provocadora.
-Vuestro poder unido no es nada frente a el mío ¡Nada!
Loki movió la espada creada para hacer arder los nueve mundos en un infierno eterno y pareció desencadenarse el caos.
Las olas de  magia pura desprendidas por la hoja demoniaca hicieron derrumbarse a los dos guerreros por la demostración de fuerza de Loki.
Magni recibió el correctivo más grave, ya que el escudo de Thor desvió parte de la energía mística lanzada contra él. Thor comprobó el estado de Magni y comprobó que estaba vivo, aunque malherido.
-¡Pagarás cara tu osadía! ¡Por que soy Thor el poderoso, Dios del Trueno, monarca del reino dorado! ¡Contempla con temor mi terrible poder y serás arrastrado por la tempestad de mi justa ira!  Es hora
de que Loki sea castigado por  todo el mal causado ¡Y mía será la mano que lo haga!
Thor golpeó su martillo contra el suelo, con tal fuerza, que la tierra se resquebrajo, haciendo que Loki fuese derribado. Moviéndose tan rápido como un rayo, Loki se situó frente a su hermanastro.
El dios del engaño devolvió el golpe a Thor. La hoja de Crepúsculo atravesó el escudo, y por una facción de segundo no alcanzó su rostro.
Thor abandonó su escudo. La distancia entre los dos aumentaba mientras empuñaba firmemente su arma.
Repentinamente levantó el brazo y con todas sus fuerzas arrojó su martillo encantado.
Surcó el aire como un relámpago y se estrelló contra el dios de las mentiras.
  Loki se tambaleó hacia atrás empujado por la fuerza del golpe. Llenó de rabia, sujetó la espada con las dos manos y se dispuso a acabar con su hermanastro.
Entonces, ambas armas avanzaron a la vez. Los ecos del metal contra metal resonaron a mucha distancia de allí. Pocas veces dos armas tan poderosas se habían enfrentado entre sí. Las fuerzas estaban más equilibradas de lo que Loki hubiese creído posible.
Decidido a ganar ese combate de cualquier forma, los ojos del dios de la mentira se encendieron como carbones al rojo y de ellos surgieron rayos de energía que sacudieron a Thor. Loki aprovechó el momento de aturdimiento del dios del trueno para lanzarle un estoque con su espada que atravesó la cota de malla del pecho, derramando la su sangre y haciéndole doblar por el dolor. Sin tregua, descargó un nuevo mandoble con su espada a dos manos que le hizo saltar el yelmo de su cabeza y le hizo sangrar en la mejilla.
Loki rió triunfante. Su odiado y mil veces maldito hermanastro por fin se postraba a sus pies, como siempre quiso que sucediese.
-Y ahora llega tu final. Siempre fuiste el ojito derecho de padre, y ahora caerás bajo el filo de Crepúsculo y una nueva era se alzará en el universo ¡La era de Loki!
Alzó su espada, dispuesto a dar el golpe de gracia sin parar de reír en grotescas carcajadas. Cuando Crepúsculo bajaba para asestar el golpe mortal, una larga lanza se interpuso entre la espada y el caído Thor.
Loki miró a quien había impedido acabar con su más odiado enemigo, dispuesto a destruirle con sólo un pensamiento, cuando su rostro se tornó en una inesperada sorpresa.
-¡No es posible! 
Desde el suelo, con la vista algo borrosa, Thor consiguió ver a su salvador. Lucia una armadura dorada y azul, con emblemas y runas nórdicas. Era un anciano, pero aún se veía que era un guerrero, con un porte real y noble y que con su único ojo sano les miraba a ambos. Thor no pudo creerse lo que contemplaba.
-¡Padre!- Gritaron los dos hermanos casi al mismo tiempo.
Odín les miró, sin dejar de sujetar su larga lanza.
-¡En nuestra hora de mayor necesidad he regresado! ¡Odín, hijo de Bor, padre de todos y otrora señor de Asgard ha vuelto!


Continuará...


Próximo Número: ¡Thor y Odín contra Loki! Los señores de los panteones contra los dioses primigenios y ¿el fin de todas las cosas?


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