Green Lantern nº 24

Titulo: El Juicio de Hal Jordan (II): Ruinas
Autor: Gabriel Romero
Portada: Darkflash
Publicado en: Enero 2011
¡La auténtica batalla comienza aquí! ¡Siniestro se ha convertido en el nuevo Parallax, y no está dispuesto a conceder tregua a ninguno de los defensores de Oa! En este número: dos Green Lanterns caen abatidos bajo el poder de los rayos amarillos, los Cuatro Fantásticos viajan a otro universo para defender al suyo propio, Ganthet arriesga todo el equilibrio del Cosmos para combatir a su enemigo, ¡y Hal Jordan se convierte de nuevo en Dios!

Nacido sin miedo y honrado a carta cabal. Dos requisitos indispensables para convertirse en el mayor defensor
de la verdad y la justicia por todo el Universo. Para vestir los colores y el anillo de poder de…


Hal Jordan creado por John Broome y Gil Kane

Resumen de lo publicado: Hal Jordan comparece ante el Guardián del Universo para dar fe de sus actos, y se comprueba que en realidad fue sólo un títere en la batalla entre dioses cósmicos. Justo en ese instante, el mismo dios que le poseyó a él y le obligó a asesinar a los Corps se ha personificado ahora en su peor enemigo, Siniestro de Korugar.

Y mientras, el Edificio Baxter es atacado por demonios–sombra.

La guerra está sólo empezando.



La Cosa entendió rápidamente que su gruesa piel de roca le hacía mucho más resistente al toque mortal de los demonios–sombra que cualquiera de sus otros compañeros, aunque no totalmente invulnerable. Al poner los monstruos una sola mano negra sobre su cuerpo, instantáneamente la poderosa cubierta córnea de su superficie empezaba a hervir, a despedir un espeso humo negro y a desvanecerse, aunque sí es cierto que le confería unos valiosos segundos para librarse de sus enemigos. Y así Ben Grimm fue por dentro notando cómo el miedo le invadía poco a poco, pues la protección que había resistido la explosión de bombas nucleares o los rayos cósmicos de Estela Plateada, iba ahora haciéndose añicos ante estos nuevos seres de otro universo. Y en apenas minutos, toda su piel mostraba ya secuelas del ataque de los demonios–sombra.

La Antorcha Humana no era mucho más inmune a su poder. La protección de llamas de su cuerpo no hacía el más mínimo efecto en los monstruos, igual que las bombas o rayos de fuego que pudiera dispararles, y sólo con enorme esfuerzo lograba seguir volando libre del toque mortal que ya había terminado con un grupo de turistas.

La Mujer Invisible permanecía en la retaguardia, creando campos de fuerza que mantuvieran a salvo a los civiles, pues ya había comprobado que su poder era incapaz de retener siquiera un instante a rivales que pueden volverse intangibles. Y el sudor discurría por su frente, y sus labios temblaban, pensando en cómo podrían hacer frente al señor de estos soldados increíblemente mortales.

Míster Fantástico sopesaba la acción en sólo microsegundos. El ataque había sido demasiado rápido, demasiado cruel, y lo único que buscaba era la destrucción completa de todo ser vivo o inerte que fueran encontrando. El mero contacto de estos enemigos provocaba la aniquilación absoluta, de modo que no necesitó ni siquiera sus máquinas para darse cuenta de que estaban hechos de antimateria. Se volvió hacia el alienígena que parecía conocerlos, mi viejo amigo y compañero Kilowog, e intentó hallar una solución que todavía se le escapaba:

–El dios que dices que gobierna a estas criaturas debe estar compuesto de antimateria, ¿no es así? Y ya que tu universo está increíblemente polarizado entre Bien y Mal, Materia y Antimateria, deduzco que tiene que tratarse del amo de Qward, el planeta que se halla en el centro del Universo Negativo. ¿Estoy en lo cierto?

–Así es. Ha abierto nuevamente la brecha por la que puede extender sus energías malignas, pero esta vez no amenaza sólo mi Cosmos, sino también al vuestro. La última vez, sus ataques nos costaron un número terriblemente alto de muertes, incluyendo mi planeta natal. Ahora sus fuerzas han aumentado, y no tengo idea cómo podremos detenerlo.

La Antorcha redobló la potencia de fuego hasta alcanzar niveles controlados de supernova, y logró empujar los demonios–sombra fuera del hall del Edificio Baxter. Respiró hondo, y supo que era una pequeña victoria, aunque sólo momentánea.

–¡Reed, estas cosas son peligrosísimas! ¡Ni siquiera Ben y yo podremos contenerlos demasiado! ¡Haz que evacuen a los heridos y saquen los cuerpos del suelo, y por Dios, que nos manden refuerzos! ¡Y no te digo Daredevil, sino alguien realmente grande! ¡De Thor para arriba!

En ese instante, el vuelo acrobático de Johnny Storm le llevó por encima de la multitud y los edificios, a una altura suficiente que le permitiese contemplar entero el campo de batalla. Y se estremeció al verlo.

Toda Nueva York estaba bajo el ataque de estos enemigos, cuyo número fácilmente rebasaba las tres cifras. Eran como una gigantesca nube que bajaba del cielo, un manto oscuro tapando la luz del sol, y a la vez ensombreciendo el corazón de los hombres. No tenían piedad, no eran ni remotamente humanos, y sus manos estaban ansiosas de arrebatar cuantas más vidas pudiesen. Y por detrás de ellos, el cielo se había vuelto rojo como la sangre, asolado por horribles tormentas eléctricas que sacudían el asfalto y los rascacielos, provocando temblores de tierra y tifones cargados de rayos y truenos. Las calles se abrían como fruta madura, los trenes subterráneos volaban por los aires como si hubieran cobrado vida, y las víctimas empezaban a ser ya incontables. Y más allá aún, se extendía un cruel muro de luz blanca que se iba tragando todo a su paso, una gigantesca nada que era la promesa del olvido completo y la condenación.

Y la Antorcha Humana sintió el auténtico miedo, por primera vez en su vida.

–Reed, ¿pu… puedes ver esto? ¡Dime que el traje te está enviando estas imágenes, porque no tengo ni la más remota idea de cómo describirlo!

–Sí, Johnny, puedo verlo. Es una brecha masiva de antimateria. Al contacto con cualquier sustancia de nuestro universo, esa sustancia dejará de existir. No podemos hacer nada para frenarla. Hay que ir al origen y derrotar al ser que la ha creado. Cualquier otra estrategia sólo nos llevará al fracaso.

–Yo no puedo volver por mis medios –dijo Kilowog–. En el momento que llegué a vuestro universo, mi anillo dejó de funcionar. Si no, podría crear un agujero de gusano hacia casa. ¿Se le ocurre a usted una solución, doctor Richards?

Pero a quien se le ocurrió fue al rostro bonachón de un anciano canoso que se materializó en forma de holograma. Y en sus manos sostenía un mapa de otro universo.

–Creo que yo tengo la solución, Reed.

–¿Noah Baxter? Desde luego, si alguien puede sacarnos de ésta, eres tú. Ilumínanos, maestro.

–No va a ser fácil. Tienes razón en que debéis partir hacia el Universo Kismet del que proviene Kilowog, ya que la batalla última que decidirá este enfrentamiento va a tener lugar allí. El problema es cómo llegar. El Anti–Monitor ha debilitado más que nunca las barreras que nos separan de allí, con el fin de enviar sus andanadas de antimateria, pero al mismo tiempo ha bloqueado las transmisiones entre ambos lugares, para que no podamos obtener ayuda ni enviarla. Pero creo que tengo una idea.

–¡Dilo de una vez, viejo! –gritó La Cosa, rodeado de demonios.

–Hay un pequeño fragmento del poder de los Guardianes que lleva años en el Universo Eternidad. Igual que enviaron el Corazón Estelar a Tierra–2 para que el Bien se extendiera por ese universo, y que luego degeneró en el anillo de Alan Scott, en nuestro caso enviaron el llamado Prisma de Poder del Doctor Spectrum, el héroe del Escuadrón Supremo de la Tierra–712. ¡Capturadlo, y seré capaz de abrir un portal hacia nuestro enemigo!



Por una vez no soy el primero en reaccionar (ahora sí que noto que de verdad estoy oxidado). Antes de que pueda darme cuenta, John Stewart y Kyle Rayner me pasan por delante a toda velocidad, envueltos en las impresionantes energías esmeralda del anillo, y dispuestos a la lucha. Por desgracia no saben a lo que se enfrentan, y su experiencia con Siniestro es nula.

John fue durante mucho tiempo mi reemplazo en el Sector 2814, el tipo que llevaba mi uniforme cuando yo estaba imposibilitado, o me encontraba en otra misión. No fue hasta la Crisis en Tierras Infinitas cuando demostró que podía servir como Green Lantern titular, sin deber nada a nadie ni ocupar puesto de segundón. A pesar de todo, a él le sigue gustando denominarse “El Green Lantern negro” (como si en Oa importara mucho el color de tu piel o tus convicciones sociales, más bien ellos distinguen entre los que tenemos esqueleto y los que no). Su anillo es el de mi viejo amigo Tomar–Re, quien decidió entregárselo después de dar la vida por el Universo.

Kyle también ha sido mi reemplazo, pero esta vez mucho más permanente. Él fue “El Green Lantern único” tras mi revuelta y la aniquilación de los Corps, y mantuvo viva la antorcha del Bien cuando ya nadie creía en la conveniencia del Cuerpo. En la época más oscura que haya visto nunca el Cosmos, y a pesar de sus propios dramas personales. Y con todo y con eso fue capaz de reconstruir la grandeza de Oa, y de vestir con orgullo unos colores que yo me preocupé de avergonzar. En realidad ésta es la primera vez que no somos enemigos… y espero que sigamos de esta forma, porque de verdad que es un guerrero formidable.

Tardo un segundo en darme cuenta de que yo también tengo un anillo en el dedo, y ése es el tiempo que hace falta para que suceda el desastre. Kyle y John se lanzan como obuses hacia la nube de energía amarilla que rodea a Siniestro, y a él no le asustan para nada. Levanta una ceja, y un muro de pura fuerza de voluntad le rodea.

¿De verdad creéis que podríais hacer algo contra mí? Ni siquiera cuando aún usaba el anillo de Qward habríais resistido mi poder amarillo, pero ahora… cuando el fuego de Parallax corre por mis venas… cuando soy un dios cósmico sediento de sangre… ¡vuestra única alternativa es morir!

Agita una mano, y del muro salen arietes de piedra que golpean a mis amigos. John sale rebotado hacia atrás como una de aquellas bolas de pinball, usando su propio impulso para levantar el vuelo. Kyle aún resiste el envite, consciente de que su anillo es inmune a los efectos del amarillo, pero no durará mucho más. Siniestro ríe, y el suelo tiembla y se convulsiona como en un ataque epiléptico.

–¡Los humanos sois patéticos! ¡Patéticos los Green Lanterns, que usáis un poder que nunca os ha pertenecido! ¡Patético Lex Luthor, que pensó que era quién para resucitarme (1)! ¡Y sobre todo patético es Hal Jordan, que se mantiene en la retaguardia y envía a sus cachorros a enfrentarse a mí!

A pesar de lo que muchos creen, aún no soy completamente idiota, y cuando mi viejo compañero me lanza esta provocación, no salto a pegarme con él y que me mate. Avanzo despacio, dejando que me vea y enfoque su atención hacia mí, tratando de que Stewart y Rayner ganen alguna ventaja.

–¡Jon (2), escúchame! Sé por lo que estás pasando. Conozco bien la sensación de tener el poder de Parallax a tu alcance. Es como una borrachera inmensa, y una pizarra en blanco para escribir cualquier cosa que se te ocurra. Pero no es la solución. Ese poder no te lleva más que a cometer atrocidades, y lo haces por él, no porque realmente lo estés deseando.

Vuela como una mariposa, planeando sobre mi cabeza lentamente, y su mueca es una risa malévola.

Ay, Jordan, Jordan… ¿Realmente crees que necesito que me manejen para cometer atrocidades? Yo solo rechacé a los Khunds de mi planeta natal, Korugar, y entonces no era más que un mortal indefenso. Ahora estoy muy por encima de vosotros, incluso del enano de piel azul al que estáis protegiendo. Por cierto… ¿te has dado cuenta de que Ganthet ya no está aquí?

Me giro, y es verdad. El ser al que defendemos ha corrido a esconderse, y en cierto modo lo entiendo. Veinte como él fueron asesinados cuando yo era Parallax, y no tenía ni la mitad de odio ni deseos de venganza que Siniestro. El problema es que sin su poder no somos rival en esta batalla, y no tardaremos mucho en caer. Necesitamos refuerzos… Muchos refuerzos.

–Kyle, intenta frenar a Siniestro. Tu anillo es el único que tiene una oportunidad contra él, pero no te confíes. Yo voy a buscar a Ganthet.

Vuelo hacia el corazón de la Ciudadela del Guardián, raudo como una flecha y destrozando la barrera del sonido. Él tiene que ser nuestro Comandante, no puedo guiarles yo en una pelea que no estamos destinados a ganar. Necesitamos que Ganthet realmente actúe como el Último Guardián del Universo, y tome las riendas. Necesitamos al soldado, no al filósofo.

Rayner se yergue como la esperanza definitiva de los Corps. Sabe que va a morir, y lo afronta honorablemente. Él es el hombre noble que el Cuerpo requería, y supo llevar con bien el testigo hacia el futuro esmeralda que nos espera. Levanta la mano derecha, y no se arredra. En torno a su cuerpo surge una gigantesca armadura de energía, y en su mano empuña una espada.

–Nunca hemos peleado tú y yo realmente, Siniestro, y no te eché en falta. Los combates que tuviste con Hal son dignos de leyenda, pero me temo que has quedado obsoleto. Mi anillo carece de la antigua debilidad al amarillo, así que no hay nada que puedas hacer contra mí.

El asesino baja sobre su nuevo oponente, y juguetea con los dedos en el aire, al tiempo que la impresionante armadura se convierte en briznas de humo.

Me sorprende lo poco que sabes, Rayner, incluso para ser un Lantern. La debilidad al amarillo provenía de los Controladores, que desde hace eones han empleado esa luz igual que los Guardianes empleaban la luz verde, y las Zamaron la violeta. Los Corps sois ineficaces contra un poder que venga de la misma fuente que la vuestra, aunque a ti te hayan hecho más resistente. Yo estudié con los Controladores en Qward, y por eso me dieron su anillo. El problema… tu problema ahora… es que yo ya no empleo la luz… Yo soy la luz amarilla, igual que Jordan fue la verde durante el tiempo en que estuvo unido a Parallax. Y no puedes luchar contra el dios que te da poder, ¿no es cierto? ¡Así que muere!

Proyecta la mano izquierda, y Kyle sale despedido con su cuerpo hecho añicos. Agujas de luz amarilla atraviesan su cuerpo, sus brazos, le perforan la garganta y los pulmones, le arrojan al suelo como un guiñapo. No puede respirar, ni moverse, y la sangre empieza a acumularse en su pecho. Pronto dejará de entrarle oxígeno, su cerebro no podrá pensar nunca más, y le llegará la muerte. Siniestro se posa junto a su figura caída, al tiempo que innumerables formas de energía amarilla se materializan tras él.

¿Sabes?, yo creo que eres tú el que está obsoleto, humano.

–¡Monstruo! –grita Stewart desde el fondo de la sala de juicios, volando como un misil rodeado de energía explosiva. Sus ojos están llenos de furia, su boca rechina con el odio que le produce ver a su amigo agonizar, pero en su cabeza hay una frase que se repite todo el tiempo: “Lo que sea que vayas a hacer, Hal, date prisa: ¡este tipo va a matarnos a todos!"



–Explícame otra vez por qué hacemos esto, Reed –dijo la Cosa visiblemente alterado, mientras subían a toda velocidad en el híper–ascensor del Edificio Baxter –Hay una batalla ahí fuera, y nosotros huimos de ella y nos vamos de viaje a otro universo.

–Porque la clave de esa batalla de ahí fuera no está aquí, Ben, en la Tierra–616, sino en la 712, y luego en otra realidad alternativa. Tienes que comprender que a veces el mejor ataque es dar un amplio rodeo, para así enfrentarnos al enemigo en su propio territorio.

–Pero sigue sin estar claro –dudaba Susan Richards–. ¿De qué plano de realidad viene Kilowog? ¿Estos Green Lantern Corps son los mismos que conocimos en el Universo MDC–717 que visitamos hace un tiempo (3)?

–No, querida, éstos son de una realidad diferente, una en la que yo no he trabajado apenas. Esto es cosa de Noah, que ha explorado casi todas las realidades con su Omniscopio. Según su teoría, igual que sabemos que existen infinitos universos paralelos, en cada uno de los cuales se tomó una decisión diferente para cada cuestión que se le planteó a cada persona, también hay otras realidades mucho más lejanas, en las que las cuestiones que se plantearon no tenían nada que ver con las nuestras, y por tanto las decisiones tampoco guardan parecido alguno. Kilowog viene de un lugar llamado Universo Kismet, representado por un ente femenino igual que el nuestro está representado por uno masculino, al que conocemos como Eternidad. En su Historia Cósmica hubo unos dioses increíblemente grandes llamados los Guardianes del Universo, que distribuyeron unos objetos de poder por todos los planos, con el fin de que aquéllos que los encontraran pudieran emplearlos para el Bien. El anillo verde que ves en la mano de Kilowog es uno de esos objetos, que en su realidad está dotado de una energía mítica capaz de las mayores proezas, y que aquí lamentablemente no funciona. Por eso debemos hallar al representante de los Guardianes en el Universo Eternidad, para que él pueda teletransportarnos a su origen, y desde allí enfrentarnos al verdadero causante de esta Crisis.

–¿Sabes una cosa, Estirado? Prefiero cuando no me explicas nada, y solamente hacemos las cosas porque tú lo dices.

Las puertas del ascensor se abrieron sin un ruido, y frente a ellos apareció el objeto de sus deseos, y el que podía cambiar el destino de todas las cosas: el Portal de Transferencia Universal.



Alcanzo al Guardián más allá de los límites de la Ciudadela, moviéndose a una velocidad indescriptible en dirección a la superficie del planeta. Su cuerpo es apenas un lejano punto esmeralda que atraviesa la atmósfera de Oa envuelto en llamas. Para alguien como Él, la fricción de la reentrada no es siquiera una preocupación, como sí lo es para mí, incluso con la ayuda del anillo. Tengo que esforzarme al máximo para siquiera llegar a divisar su figura, y activo la conexión energética para hablar con él.

–¡Ganthet, para! ¡Tienes que ayudarnos contra Siniestro! ¡Ninguno de los tres somos rivales para el poder que ahora tiene!

¡Justamente por eso no puedo detenerme, Hal Jordan! –escucho lentamente en mi cabeza, aunque sé que Él no se ha vuelto a mirarme–. ¡Siniestro es un juguete en manos demasiado terribles, y la batalla que estáis librando es sólo un aperitivo!

–¿Qué quieres decir? ¿Parallax va a manifestarse por sí mismo, en vez de atacar por medio de otros, como ha hecho hasta ahora?

No, eso es imposible. Parallax y sus hermanos son dioses de un tiempo demasiado lejano, y la única forma que tienen de intervenir en los asuntos materiales es por medio de entes físicos que se presten. El problema es que eso no les falta.

El Guardián se mueve como una libélula entre los restos de la antigua Ciudad de Oa, la que un día fue orgullo de toda la Creación, y que hoy aún muestra los signos de la batalla contra Thanagar (4). Rodea pilares de eones de antigüedad, se interna en cuevas que nadie más que Él sabe que existen, y yo procuro seguirle de cerca. Y en todo momento no deja de revelarme los misterios del Cosmos.

Escucha bien, Hal Jordan, porque este conocimiento puede salvarte la vida, igual que a tus compañeros, a los que les estoy transmitiendo la misma información. En el tiempo en que Jon Kane fue expulsado de los Green Lantern Corps y desterrado al Universo de Antimateria, se encontró allí con mis hermanos los Controladores, que ya manejaban la Luz Amarilla de la Fuerza, y defendían la postura de hacer cumplir el Bien a través de ésta. Kane abrazó sus ideales, rechazando la Luz Verde de la Compasión que nosotros le habíamos ofrecido. Por desgracia, este hecho le volvió vulnerable a las acciones de Parallax, que durante eones ha otorgado poder a los hombres para luego manipularlos por medio de él. Antes de Kane corrompió a los Manhunters, y antes de ellos a mi hermano Krona.

–¿Entonces Parallax es el Mal, y tú el Bien?

Es aún más complejo. Parallax es el Albedrío, la libre elección del Bien o el Mal, sin tener que responder por ello. Otorga poder infinito y luego se sienta a esperar qué es lo que cada uno hace con él.

–¿Y por qué siempre se elige el Mal? Tanto Siniestro como yo escogimos del mismo modo.

Porque el Albedrío sin Responsabilidad siempre es maligno. Los humanos tenéis un dicho que lo refleja: “El poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente”. El único que puede tamizar los actos de Parallax es su hermano y su contrario, el que personifica justamente la Responsabilidad en los actos, la Justicia que reparte a cada uno según su proceder: tú lo conoces como el Espectro.

Y en ese instante me quedo paralizado, y todo cobra sentido. Ahora entiendo a la perfección por qué fui resucitado, y por qué antes de eso me uní al Espectro después de rechazar a Parallax. Entiendo la dinámica de uno contra el otro que llevan siguiendo durante miles de millones de años, por qué el primero se dedica a tentar a los hombres y por qué su hermano los castiga con dureza cuando no se comportan como deben. Y yo he sido el único equilibrio entre los dos.

Divago, y tantos conocimientos empiezan a provocarme mareo. Las verdades del infinito no son fáciles de asumir, ni siquiera para uno que ha estado unido a los dioses. Me siento en el suelo, e intento que mi cabeza logre asentarse.

Y lo único que me saca de ese estado imposible es la explosión de la Ciudadela del Guardián. El satélite que desde hace tiempo ha sido el cuartel general de los Green Lanterns, y que ahora vuela en pedazos como una supernova peligrosamente cercana. Envuelta en energía amarilla derramada como lágrimas.

Consulto al anillo, y no capto ninguna señal de mis compañeros.

¿Entiendes ahora de lo que te hablo? –dice una voz sorprendentemente amistosa, y una pequeña mano azul sobre mi hombro–. Esta batalla no la vamos a ganar nadie, estamos todos condenados a perder. Necesito de ti el sacrificio supremo: Necesito que vuelvas a ser un dios cósmico.



La imagen cuando las tremendas energías vibracionales se calmaron no podía ser más terrible. La nube de partículas desapareció abandonando a los viajeros cósmicos en un amplio salón muy parecido al mismo laboratorio que habían dejado atrás. Ya no estaban en el Edificio Baxter, sino en su brillante contrapartida de la Tierra–712, pero la situación no era muy distinta de la que había en su propio mundo. Reed Richards se estiró por todo el laboratorio e inspeccionó lo que su compañero Kyle Richmond había estado haciendo, bajo su otra identidad de Halcón Nocturno, pero el resto del grupo corrió hacia los inmensos ventanales y contempló el desastre: la misma oleada de demonios–sombra a los que ellos se habían enfrentado, los mismos cielos rojos, las mismas tormentas eléctricas, la misma nube de antimateria tragándoselo todo a su paso.

–¡Reed, la crisis ha llegado también a esta Tierra!

–Ya lo veo, Susan, y veo que el profesor Richmond ha obtenido las mismas conclusiones que Noah y yo: se trata de fantasmas compuestos de antimateria, por eso pueden atacar simultáneamente todos los universos paralelos.

–¡Y todas las épocas! –dijo una voz a su espalda, una que llevaban demasiado tiempo sin oír. Se volvieron, al tiempo que se materializaba en el aire un vehículo temporal con forma de trineo, y a sus mandos un fornido guerrero vestido con túnicas egipcias. Alguien que habían tratado como villano, pero que sabían que era mucho más que simplemente eso.

–¡Rama–Tut! –gritó La Cosa, que ya albergaba muchísima frustración reprimida–. ¡Espero que no seas tú el culpable de esta historia, porque te juro que voy a romperte la cabeza dentro de esa estúpida corona del Nilo!

–Ya quisiera ser culpable de algo como esto, Ben Grimm, pero ni siquiera yo poseo tantas capacidades. Todas las épocas de todos los Universos están siendo atacadas a la vez, doctor Richards. He visto sombras como ésas en el Antiguo Egipto, en el futuro más lejano y en cada país que visito. Nunca imaginé que alguien pudiera ser tan terrible, ni desear el fin de la Creación de este modo.

–Porque se trata de un dios que existe desde antes que la Creación, y existirá cuando todos hayamos muerto. Su único fin es consumir las realidades paralelas, y se alimenta de los residuos como una bacteria. ¿Vas a ayudarnos en esta pelea, Rama–Tut?

–Sin dudarlo. Aquí nos estamos jugando mucho, y cualquier ayuda es válida. Por lo a mí respecta, nuestras viejas hostilidades pueden esperar, y hablo también en nombre de Inmortus y Kang, pues ya he hablado con ellos de este asunto, y están de acuerdo en ponerse a tus órdenes en lo que puedan ser de utilidad.

–¡Muy bien, pues busquemos al Escuadrón Supremo! ¡Ellos tienen la clave para llegar al origen de esta crisis, y tal vez el poder para enfrentarse al enemigo!



Vamos, amigos, salid a jugar un rato.

Las manos de Siniestro chisporrotean de energía desatada y crueldad. Sabe que estamos a su merced, y que en ninguno de los casos somos rival para la clase de poder que ahora ostenta. Tan solo sacudiendo los dedos aparta con estrépito las rocas de siglos de antigüedad, las mismas que derribaron los soldados de Thanagar. Excava en la superficie de Oa con idéntica facilidad que yo podría pelar una naranja, mueve toneladas de tierra y legados de otra época. Los pórticos del comienzo de los tiempos, los pasillos de piedra labrada, los suelos donde están enterrados los Guardianes. Nada es sagrado para él, nada es barrera ni imposible.

Sé que estáis ahí, pequeños seres despreciables. Puedo sentir la luz verde de Ganthet desde el otro extremo del Universo, e incluso ese ridículo anillo copiado que tú llevas, Hal. ¿Es que tengo que sacaros por la fuerza?

Y entonces resuena en todas las conciencias (incluida la de Siniestro, si es que aún tiene) la voz potente e inapelable del Guardián:

Retírate cuando aún puedes, mortal, y no provoques mi ira. Estás actuando como un juguete en manos de poderes que no entiendes. ¿Sabes acaso que fue Parallax quien nos encerró a los Guardianes durante la mítica Crisis en Tierras Infinitas? ¿Que lo que Él busca es la reconstrucción del Multiverso, auténtico ejemplo de Albedrío sin Responsabilidad? Tus deseos no le importan, tu futuro es nada para Él. Retírate ahora que aún puedes, y encuentra la paz.

Pero Siniestro es demasiado terco para darse por vencido, menos cuando todavía cree que puede ganar. De su cuerpo brotan oleadas de energía amarilla que trituran el suelo, escarbando en restos de eones de antigüedad. Los viejos templos de Oa se convierten en cenizas, las inscripciones a deidades que no conocemos son reducidas a escombros, y un viento huracanado se lo lleva todo al olvido. El cielo se vuelve negro, roto por miles de rayos que castigan las nubes, que azotan la tierra hasta pulverizarla. Está jugando con el clima y las mareas, retorciendo el eje magnético del planeta hasta partirlo en dos. Está ganando, y lo sabe, pero aún nos quedan un par de ases en la manga.

Levanta toneladas de polvo y piedras, y deja al aire una vieja cámara que lleva siglos sin utilizarse. Una sala circular con infinitas inscripciones en las losas verdes del suelo, y donde Ganthet reposa en el centro como si no estuviera vivo.

Al fin te encuentro, anciano. Tú eres lo único que resta de un Universo en decadencia. Cuando hayas muerto podré acometer al fin la última fase de la reconstrucción del Todo. Y ese Todo será mío por entero.

¿Puedes oírte, Jon Kane? –resuena por la estancia, vibrando en cada esquina y cada mota de polvo–. No eres tú quien habla, sino el espíritu que te ha habitado. El que te ha devuelto a la vida y te utiliza como marioneta. Pero tranquilo, yo también poseo algún truco que utilizar.

Y salgo yo de entre las sombras. Despacio, vestido con mi antiguo uniforme de las Fuerzas Aéreas, pero consciente de que soy la última esperanza del Bien, y de que no puedo ser derrotado.

¿Ése es tu truco? ¿Hal Jordan? ¿Un estúpido humano con un anillo de segunda, frente al verdadero espíritu del Poder de los Guardianes? En verdad te has vuelto loco, Ganthet, y te mereces que sea yo quien te remate.

Qué idiota eres, Kane. Ni tú eres el espíritu de ese Poder, sino el Hermano de Parallax, que no está aquí… ni Jordan es el único que va a enfrentarte.

Mis ojos brillan, con una luz mágica que hacía tiempo que no experimentaba. Mis manos generan llamas de la cólera del Universo, mi cuerpo entero es rodeado de un Fuego Primigenio que no puede ser combatido. Noto la Verdad en mi pecho, en mi garganta, en mis venas mortales y mis dedos. Soy uno con la Rabia del Cosmos, con la Necesidad de Justicia que existe desde antes del Big Bang. Los hombres son falibles, pero Yo no. Yo arreglo los fallos de los hombres y combato los pecados que ninguna otra Justicia puede acusar.
Yo soy… ¡EL ESPECTRO!

Y que el Cielo se apiade de Jon Kane.



Epílogo:

Para los Cuatro Fantásticos no supuso mucho esfuerzo hallar al Escuadrón Supremo, pues todos sus miembros luchaban ya desde hacía tiempo por proteger a los simples habitantes de Nueva York de la creciente oleada de antimateria. Hiperión rescataba a la gente de los edificios más cercanos, ayudado por la supervelocidad del Zumbador y la impresionante fuerza de Zarda, más conocida como la Princesa Poder. Doctor Spectrum intentaba sin éxito canalizar la gigantesca nube hacia un agujero de gusano, tratando de eliminarla sin riesgo hacia otro universo vacío, guiado por la inteligencia portentosa de Halcón Nocturno. Pero nada parecía surtir efecto. La nube seguía avanzado, las casas seguían cayendo, y los mortales eran tragados hacia el olvido en número que ya superaba el millón.

Y los Imaginautas de la Tierra–616 no se mostraban capaces de arreglar mucho mejor aquel asunto.

–¡Hiperión, amigos, tenéis que escucharme! ¡Podemos frenar esta amenaza desde su origen, pero nos hace falta vuestra ayuda, y que sea ahora mismo!

Pero lo que ninguno de ellos sabía, y que no tardarían demasiado en descubrir, era que estaban siendo observados por un misteriosa figura invisible por todos los medios, y que flotaba sobre los rascacielos hundidos con una extraña mueca de satisfacción.

–De modo que lo que me dijeron las pantallas es cierto: hay un enemigo capaz de dominar la antimateria, y que ya ha empezado a extenderla por todos los universos. La fuerza más terrible de la Creación, junto con la entropía, es ahora un arma en las manos equivocadas, cuando debería estar en las mías. Aunque bueno… eso es sólo cuestión de tiempo. Así lo jura… ¡el Doctor Muerte!



Continuara...



REFERENCIAS
1. En la saga “Imperio”, en DC–AT.
2. Jon Kane, el verdadero nombre de Siniestro.
3. En la propia colección AT de Los 4 Fantásticos.
4. Ver saga anterior.

REFLEXIONES CÓSMICAS

Por Gabriel Romero

Hola a todos.

Ya tenemos aquí un segundo episodio del tremendo “Juicio de Hal Jordan”, y las cosas van avanzando muy deprisa (tanto que más vale que estéis realmente atentos).

Por un lado tenemos el enfrentamiento entre los poquísimos Green Lanterns que quedan en el Universo (y a partir de este número, ya ninguno) y un renacido Siniestro que posee todos los poderes de Parallax (esos mismos poderes con los que Hal Jordan arrasó a casi todos los Guardianes y al Corps entero, así que imaginaos el grado de combate del que estamos hablando).

Y por el otro, Los 4 Fantásticos empiezan a desentrañar el misterio de su propio enemigo, uno que el Universo DC conoció hace muchos, muchos años, y del que no se ha sabido nada desde entonces. Pero, ¿cuál es la conexión del Anti–Monitor con lo que está ocurriendo sobre los cielos de Oa? Para eso, amigos míos, aún tendremos que esperar al número siguiente (publicidad sutil donde la haya).


Vale, hablemos de unas cuantas cosas que llaman la atención de este episodio:

• Durante el primer ataque de Siniestro a Oa, me parecería importante recalcar que esto no es una batalla como aquéllas que libró Hal Jordan contra él durante la Edad de Plata. No, esto es algo mucho más cruel, y que por otro lado ni John Stewart ni Kyle Rayner son capaces de manejar. El villano termina con los dos en poquísimo tiempo, y busca a los que verdaderamente son sus dianas: Ganthet (el Último Guardián) y Jordan (su eterno enemigo).

• Dentro de esta misma idea, no fue Lex Luthor quien resucitó a Siniestro (como vimos en Imperio), sino Parallax. Lo único que Luthor construyó fue un clon programado con sus mismas pautas cerebrales, lo bastante cercano para que el anillo dorado le obedeciera, y para convencer a Parallax de que era una buena idea resucitarle (por eso Kyle Rayner le dice: “Nunca hemos peleado tú y yo realmente, Siniestro”). Y así se hace obvio que frente al verdadero Jon Kane ninguno de ellos representa una amenaza muy grande.

• Tal y como escribí hace un tiempo en la serie de Los 4 Fantásticos (en uno de los pocos números que llegué a escribir), por lo que a mí respecta lo único que La Cosa tiene de piedra es el recubrimiento exterior de su piel, en ningún caso (como se decía en la película del cuarteto) todos sus órganos internos, ya que eso los haría absolutamente inútiles. Unos pulmones de piedra no pueden respirar, y un corazón de piedra es incapaz de latir (sin decir nada del cerebro y las vías nerviosas, que necesitan de una composición muy precisa para realizar su trabajo). Yo puedo entender que como consecuencia de la radiación cósmica su piel se transformara y endureciera hasta el punto de resistir una bomba atómica (vale, aquí es donde entra la magia de los comics), pero su interior es exactamente igual al del resto de humanos (quizá con un hígado algo más fastidiado, que recordemos que el bueno de Grimm es de familia irlandesa), y es lo que permite que los demonios–sombra destrocen su recubrimiento y le provoquen heridas realmente graves. El resto del grupo tampoco son muy eficaces con sus poderes, sólo Reed Richards y Kilowog toman la ofensiva con sus grandes conocimientos, para descubrir una imagen más propia de la mítica Crisis en Tierras Infinitas, pero esta vez en la Tierra–616. Algo digno de temer.

• Una idea interesante: Para mí, el hombre más inteligente del Universo Marvel es Noah Baxter. Lo que ocurre es que no posee malicia alguna, y con frecuencia villanos extremadamente crueles (como el Doctor Muerte) pueden sorprenderle aunque en realidad no sean tan capaces como él. Sin embargo, en una batalla de dioses como ésta, Noah sólo es un estratega especialmente entrenado, no mucho más que el resto de hombres. (Lo de meter en el ajo al Escuadrón Supremo, Rama–Tut y el Doctor Muerte es mi alma de friki tomando el control de mi cerebro)

• Me fascina el concepto de que los Guardianes lanzaran fragmentos de poder a otros universos paralelos para que éstos por sí mismos encontraran defensores del Bien que los protegieran, sobre todo en los más alejados del Universo–1 al que ellos pertenecían. Sabemos que con Alan Scott fue así (cuando aún formaba parte de la Tierra–2, antes de la Crisis en Tierras Infinitas), así que ¿por qué no puede haber ocurrido igual con otros portadores de armas similares a los anillos de Green Lantern? Personajes como Power Ring, de la extinta Tierra–3 (villano que en su alterado concepto de la ética correspondería al Bien de Tierra–1), o incluso el Doctor Spectrum del Universo Marvel. Soldados de universos distintos seleccionados por sus propios “anillos”.

• Y por supuesto me encanta explorar todo ese mar proceloso de deidades cósmicas, panteones secretos y luchas desde el comienzo de los tiempos que significó siempre Green Lantern: los Guardianes, Siniestro, Oa, Qward, la Voluntad, el Bien, la Fuerza, el Mal… ¡Y lo que nos queda por delante! ¿Qué gracia tendría esto si sólo habláramos de un tipo con un anillo de poder y los villanos coloridos a los que se enfrenta?


1 comentario:

  1. Leida la segunda parte de esta historia y lo mas bonito, aparte de Siniestro como el nuevo Parallax es q la calidad autoral y argumental no decae en ningun momento. Felicitaciones, Gabriel! Tu historia es maravillosa, digna de una saga DC o de un Evento DC. 😉

    Mi unica "queja" (si la podemos llamar) asi es la incursion del Universo Marvel en la trama. Me explico: entiendo poco de ese universo ficticio y si bien conozco algunos personajes por el universo cinematico -caso los 4 fantasticos- otros me son ajenos totalmente y tengo q echar mano a alguna wiki para saber quienes son... 😕

    Por lo demas, todo esta de maravilla. A ver como sigue, ahora que Hal y El Espectro estan unidos de nuevo!

    Abrazos!

    FEDERICO H. BRAVO

    Pd: Sorry... otra cosa q me chirria son las traducciones de algunos nombres. Leer "Doctor Muerte" en vez de Doctor Doom o "Estela Plateada" en vez de Silver Surfer... sorry, me suena raro. Es como el caso de "Patrulla-X" con los X-men. 😅😅

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