Los Defensores nº18

Título: El Artefacto
Autor: John Schneider
Portada: Merrick
Publicado en: Julio 2011

Los Defensores acompañados de Kilowog y soldados shi’ar se enfrentan a un ejército de Kree-Ruul tratando de evitar que activen un extraño artefacto cuyas consecuencias pueden ser del todo imprevisibles...¡Y letales!
El Doctor Extraño. Hulk. Estela Plateada. Namor. Poderosos guerreros que no encajan en ningun lugar. Cuatro héroes que se reúnen sólo cuando la Tierra se enfrenta a las mayores amenazas. Ellos son el "no-grupo" más famoso de la historia. Ellos son...
Creado por Roy Thomas y Ross Andru

Los soldados shi’ar contemplan con sorpresa y regocijo la ayuda de los recién llegados. Estela Plateada se mueve sobre su tabla con una soltura inigualable sorteando los asteroides y golpeando con ráfagas de energía cósmica a los kree, que hasta este momento llevaban la iniciativa.

Kilowog, abriendo paso con un enorme ariete que termina en una boca llena de dientes, conduce al resto del grupo al meollo de la batalla, a excepción del Doctor Extraño, que aislado en una burbuja, observa con desconfianza al artefacto.

Los ángulos imposibles que le dan forman han empezado a moverse adquiriendo su superficie una textura líquida que refleja la batalla que sucede en torno a ella. De vez en cuando se abren diminutos agujeros, apenas más grandes que la cabeza de una aguja y brotan de su interior intensas chispas de una energía de naturaleza desconocida. Cada vez que ocurre eso el anillo de piedras se para un instante, sin que ninguno los dos bandos en liza se percaten. Tan sólo el hechicero supremo sigue el proceso con su amuleto. Siente la voz del omnisciente Agamotto advirtiéndole desde su dimensión sobre el grave peligro que supone la presencia de ese objeto en nuestro universo.

Parcialmente conscientes de ese peligro sus compañeros combaten a los Kree con pundonor. Los Kree, una mezcla de la raza tradicional y los Ruul, van armados con cañones pesados modificados y portan trajes de combate con símbolos esotéricos grabados en ellos. La Hermana Nada y el Exterminador de Demonios son los primeros en fijarse en ellos, la primera siente la magia oscura que emana de ellos mientras que el segundo se deja llevar por una arrebato de pura ira e invoca a través de su capa un arma que desprende un fulgor rojizo cegador, una espada bastarda, que a su vez posee grabados en la hoja hechizos contra la magia negra.

- Estos capullos han hecho migas con nuestro viejo conocido, el Hechicero.

- Tienes razón, aunque esta acaba de unirse a vuestro grupo siente la magia negra en acción y lleva la firma de esa criatura.- Interviene Mantis mientras envía al vacío del espacio a dos guerreros Kree de una hábil patada voladora.

- ¿Le conoces?

- Esta tiene acceso a los medios de comunicación y ahora también a vuestros archivos, el Hechicero no es discreto en sus actuaciones como atestigua vuestro edificio.

- Hablas de forma raruna pero tienes razón.

- Eh, novatos, menos hablar y más luchar, esos Kree no se van a rendir sin más. Sobre todo cuando su artefacto está despertando.

- ¿De qué demonios hablas Kilowog?

- ¿No has notado que se está moviendo? Mi anillo lleva un buen rato alertándome.

- Espera, ¿tu anillo habla?

- ¿Tanto te sorprende?- Kilowog esquiva un rayo y devuelve el golpe con un puño esmeralda.- En el lugar del que vengo es considerado el arma más poderosa del universo.

El Exterminador de Demonios sonríe y corta en dos el cañón de un Kree con su espada.

- Yo en cambio tengo acceso a todo un arsenal.


La Hermana Nada en silencio sigue a la ágil Mantis, que la intriga y le da confianza a partes iguales. Aprovechando que el grandullón y el joven alocado atraen sobre ellos la mayor parte del fuego se cuela entre los Kree tocando los símbolos de sus armaduras. La reacción es fulminante, se derriten dejando sin protección a sus enemigos, algo que aprovechan sus compañeros empezando por Estela Plateada.

Poco a poco los soldados Kree retroceden, uno de los oficiales activa un aparato en su muñeca y un crucero de batalla se hace visible a unos cien metros, apuntando con todo su arsenal al grupo formado por Shi’ar y Defensores.

- No cederemos antes unos pajarracos ni ante sus aliados, el Imperio Kree prevalecerá. El artefacto nos pertenece.

- Si es así sabrás qué está haciendo- irrumpe el Doctor Extraño, señalando al activo artefacto.

- No es de vuestra incumbencia.

- Soy el Hechicero Supremo, he jurado proteger esta dimensión, eso lo hace de mi incumbencia. Ahora habla o la luz de Agamotto arrancará la verdad de tu mente.

- No te temo, nos han preparado para enemigos de tu clase, tus juegos de manos no me afectarán.

- ¿Estás seguro?- Pregunta Stephen Extraño risueño al ver como cierta jovencita de piel pálida se ha colado entre las tropas Kree y ha tocado la armadura del orgulloso oficial. Este, al notar el contacto mira su armadura y contempla con reciente pavor cómo su protección se desvanece. Un Ruul toma el control apartando a su compañero de un empujón no especialmente amistoso.

- Da igual lo que nos hagas, la Máquina Dimensional os hará picadillo. Nuestro papel era simplemente protegerla hasta que se activase, cosa que ya ha sucedido.

Como respondiendo al Ruul el artefacto abre media docena de agujeros a la vez, del tamaño de una pelota de golf, y el anillo de asteroides da un brusco frenazo arrojando a todos, sin distinción de bando. Una red esmeralda recoge a Defensores y Shi’ar, aunque su autor empieza a sentir los efectos del esfuerzo en la menguante carga del anillo.

- Por las huestes de Hoggoth, ¿qué clase de mecanismo es ese?

Un oficial desde el crucero kree, que se ha acercado para recoger a los soldados responde con orgullo nada disimulado.

- Una muestra del poder del Imperio Kree que hará temblar a todos sus enemigos, empezando por los rastreros Shi’ar. Mi nombre es Var- Kall, ahora sabéis quién os ha derrotado. Artilleros, disparadles si intentan huir.

El Doctor Extraño, más que curtido en recibir amenazas de todo tipo de seres, prefiere concentrarse en la amenaza más inminente y con un leve gesto ordena a su capa de levitación que le acerque a una distancia prudencial del artefacto.

- Siento magia, con la misma cruda firma que los grabados de vuestras armaduras. Habéis escogido un aliado peligroso, ambiciona poder y ha sacrificado su cuerpo viajando por incontables dimensiones para conseguirlo. ¿Creéis que tendrá en más estima vuestras vidas que sus órganos?

El silencio del espacio es la única respuesta a su pregunta, aunque algunos kree responden en su interior dubitativamente, pues han visto al Hechicero, su rostro confeccionado con retales e imaginan cómo es el resto.

- Pierdes el tiempo, brujo, la palabra de un aliado de los Shi’ar vale menos que el polvo cósmico. Harías mejor en centrar tu atención en la Máquina. Ardo en deseos de verla en funcionamiento.

- Compañeros y aliados, agrupaos, haremos frente a lo que sea que ha creado nuestro enemigo pues es nuestro deber.



Una risa estalla al oír estas palabras, a años de luz de distancia, pues contempla la escena a través de un orbe confeccionado con el ojo de un Cíclope y la estructura de un faro espacial. La persona en cuestión es el archienemigo declarado de los Defensores y autor del artefacto, el hombre simplemente conocido como el Hechicero. Su compañero, el androide Dynamic Man no parece compartir su emoción.

- ¿Qué es lo que te hace tan feliz? Estamos en un planeta minúsculo en mitad de ninguna parte, trabajando día y noche, si es que se pueden emplear tales términos con esa birria de estrella, para complacer a nuestros supuestos aliados y ahora, que al fin podíamos probar el prototipo de la Máquina Interdimensional aparecen los Defensores, con el Hechicero Supremo a la cabeza.

- ¿Acaso podríamos pedir una prueba mejor?, ¿o es que prefieres ver cómo despedaza a unos simples soldados? Eso no nos serviría de nada, debemos testearla ante nuestros verdaderos oponentes. Además, su espíritu ridículamente noble hará que no se retiren aunque sea la opción más lógica, pelearán hasta el final.

- Eso es cierto, pero ¿y qué pasa si vencen y se hacen con el artefacto?

- Nada reseñable, se llevarían una sorpresa nada grata, pero muy placentera para nosotros. Mira y disfruta, ahora puedes descansar, ¿no te quejabas del duro trabajo?



Bajo la dirección del Hechicero Supremo se han reorganizado. Ahora Estela Plateada y Kilowog vigilan de cerca al artefacto, en el que los agujeros han ido creciendo de tamaño hasta ser del tamaño de una persona y lo que se atisba de su interior da la impresión de ser mucho mayor. Mantis y el Exterminador de Demonios lideran a las fuerzas Shi’ar, que han subido a los heridos a su única nave operativa, desde uno de los asteroides más grandes. La Hermana Nada está junto al Doctor Extraño, preparados ambos para lanzar conjuros.

El artefacto parpadea un instante y el círculo de asteroides vuelve a ponerse en movimiento. De los agujeros brotan criaturas de entre cuatro y ocho patas, rojizas y alargadas, a medio camino de crustáceos e insectos. Parecen aturdidas al entrar en contacto con el vacío espacial que rodea a la Máquina pero se adaptan enseguida y saltan hacia las presas más cercanas.

Afortunadamente para Estela Plateada y Kilowog los recién llegados no parecen familiarizados con nuestras leyes de la física, lo que les da la ventaja suficiente para reaccionar a tiempo y recuperar la iniciativa.

- Estas criaturas no son de este universo, afirma con seguridad el antiguo heraldo de Galactus.

- Ya tenemos algo en común, aunque parece que sus intenciones son muy diferentes a las mías. – Responde el Green Lantern mientras dosifica la carga de su anillo, consciente de la dificultad que supone recargarlo en este universo.

El impacto conjunto de la energía cósmica y las construcciones esmeraldas las repelen al principio, pero pronto las contrarrestan y empiezan a presentar resistencia con espinas que brotan de sus exoesqueletos. Entre ellas hay millares de ojos repartidos por todo su cuerpo, que se mueven al unísono localizando posibles presas y ataques. Al ver al grupo del asteroide y a los dos ocupantes de la cercana burbuja mágica se separan en tres grupos, siendo el que acude al asteroide el más numeroso.

Mantis da un paso adelante, con gesto altivo, retando a las criaturas. Detrás suya el Exterminador de Demonios, aparentando más confianza de la que realmente posee sostiene un mangual y una espada con una hoja verdosa y textura rugosa.

- Esta va a detener a esta oleada, debéis estar listos para la siguiente.

- ¿La siguiente?, con estos bichos me parece que vamos a tener las manos ocupadas. Como vengan más lo pasaremos muy mal.

Su respuesta es un calculado salto que termina sobre una de las criaturas, el impacto anula por un instante sus sistema nervioso, lo suficiente para cambiar su rumbo y dirigirla contra otra. Sin perder un solo segundo repite el mismo procedimiento, esquivando e inutilizando. El secreto reside en su conocimiento instintivo de sus puntos vulnerables. Ignora cómo lo sabe, no le importa, su mente está centrada en ayudar a sus nuevos compañeros.

Inquietas por el avance arrollador de la mujer de piel verde el resto redobla sus esfuerzos frente a sus respectivos enemigos. El Doctor Extraño, con el apoyo decidido de la Hermana Nada conjura las llamas de Faltine reduciendo a sus oponentes a cenizas, en un espantoso silencio.

Por su parte Kilowog nota con preocupación cómo su anillo se acerca a la reserva de la batería pero derriba a sus rivales dejando el camino expedito al surfeador cósmico para que acabe con ellos.

- ¿Tu anillo necesita una recarga?

- No te preocupes por mí, no tenemos tiempo para hacerlo y puedo defenderme, sólo necesito unirme a vuestros compañeros en el asteroide.



A años luz Dynamic Man ríe entre divertido y exasperado observando la derrota de las criaturas invocadas por la Máquina.

- ¡Cuán útil ha resultado ser nuestro aparato! Carne de cañón, eso es lo que son esos bichos. Unos sparrings de tercera para un grupo de “héroes”, que podrían barrer el suelo con ellos con las manos atadas a la espalda. Los Kree no van a estar contentos precisamente.

- Te precipitas en tus conclusiones, estos bichos eran un mero calentamiento, ¿crees que iba a empezar con un plato fuerte? Por supuesto que no, hay que ser respetuosos con la etiqueta. Los entrantes les han dado confianza, se relajarán y cuando entre el siguiente…

- Espero que sea algo impresionante.



El Hechicero Supremo no espera a ver qué saldrá a continuación y dirige la luz de su amuleto sobre uno de los agujeros de la Máquina. El ojo de Aggamoto desvela los mecanismos ocultos, la intrincada y obscena mezcla de maquinaría y vísceras que la hace funcionar y percibe a través del agujero las dimensiones a las que conecta. La Máquina, agredida al ser expuesta por la potente luz, empieza a derretirse en esa zona y reacciona cerrando el agujero y cubriendo con una coraza la zona afectada. El resto de los “portales” se unen y de su interior brota la cabeza de un ser inmenso, con tres ojos plateados sin iris, le siguen hombros rematados en punta. Sus brazos se abren paso ensanchando el portal. Su boca se abre dejando entrever remolinos de rocas afiladas y un abismo de oscuridad.

Mantis dirige una mirada al Exterminador de Demonios, que pasa desapercibida a los soldados Shi’ar, demasiado impactados por el recién llegado pero no para Kilowog, que se acaba de unir a ellos.

- ¿Qué tienes pensado, novata?

- Esta sabe cuál es la clave para inutilizar el artefacto, la capa del Exterminador de Demonios.

- Espera un momento, veo por dónde vas y aparte de sonar muy peligroso para mi humilde pellejo te informo que mi control sobre la capa es precario, siendo generoso.

- Esta es consciente de tus limitaciones y las ha tenido en cuenta, por eso irá contigo.- Se gira y encara a Kilowog.- Tú debes quedar aquí y liderar a los Shi’ar, esta tiene la sensación de que eres adecuado para ese cometido.

- Entonces no se hable más, novato, obedécela. Os guardaremos las espaldas, estos pájaros tienen valor y formación militar.

La gigantesca criatura, ajena a esta conversación, termina de salir del artefacto y avanza andando sobre nubes de polvo negro que se materializan bajo sus pies. La luz del amuleto del Doctor Extraño le atrae como una llama a una polilla. Sus manos toscas tantean al espacio, como si quisiera cerciorarse de que la luz no es sólida. La Hermana Nada siente algo en su interior, una incomodidad muy diferente al miedo.

- Stephen, este ser es peligroso, no debería estar aquí.

- Lo sé, el artefacto ha tendido un puente a una dimensión ominosa y ha arrancado a su temible guardián. Está desorientado, pero eso no durará mucho. Debemos actuar pronto, necesito que uses los hechizos que te he enseñado para retrasarlo todo lo que puedas, yo prepararé un conjuro de teletransporte.

- No te defraudaré.

El Hechicero Supremo asiente y adoptando una postura de meditación empieza la preparación de su hechizo, cerrando el amuleto. La oscuridad repentina permite a la Hermana Nada sorprender a la inmensa criatura invocando las bandas carmesís de Cyttorak en torno a su boca.

Mantis y el Exterminador también sacan partido de la situación y, bajo el fuego de apoyo de sus aliados y se lanzan a gran velocidad sobre el ser desde la tabla de Estela Plateada. Más molesto que furioso el gigante extradimensional primero intenta quitarse de encima al ex-heraldo pero al ser incapaz de alcanzarle cambia su objetivo por las bandas que cubren su boca, que resisten la fuerza de sus manos. Mantis y el Exterminador entretanto escalan por su cuerpo, agarrándose a los salientes que ofrece su piel blindada.

- Bueno, ¿y ahora qué hacemos?

- Debemos ir hasta su boca, ahí tiene un portal, lo conectaremos con el de tu capa y…

- ¿Saldré vivo de esta?

- Por supuesto.

- Eso es cuanto necesito saber.

Las bandas de Cyttorak ceden, pero son sustituidas al instante por los vapores de Valtorr. La Hermana Nada suda por el esfuerzo y nota calambres en las manos, pues está luchando contra un ser del tamaño de Galactus, una criatura más allá de nuestra capacidad de raciocinio.

Pasan el tiempo lentamente, el gigante enciende sus manos y arroja bolas de plasma contra los shi’ar, Estela Plateada y los dos hechiceros afectando a los primeros, siendo esquivado por el segundo y rechazado en el tercer caso por el escudo del benéfico Serafín. Momento en el que la Hermana Nada cae de rodillas, no sin antes ver cómo Mantis y El Exterminador han alcanzado su cabeza. Antes de que pueda decirle nada a su compañero y maestro Stephen activa su conjuro y los antes mencionados actúan conectando la capa con la boca. Las dos estrategias interactúan y el espacio tiempo mismo tiembla. El artefacto, al que está conectado el gigante, para poder controlarlo y devolverlo a su dimensión una vez haya concluido su tarea, se retuerce como un animal herido. Entonces una singularidad surge en el punto de contacto de los portales y le conjuro absorbiendo en su interior al gigante, a Mantis y al Exterminador de Demonios y en su lugar aparece otro titán, un ser grandioso de cuatro brazos rodeado de llamas, un viejo conocido que ha recuperado todo su poder desde la última vez que lo vimos…

- Tal y como te prometí he vuelto, Stephen Extraño, y pagarás por tu afrenta.

Continuará...


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