Heroes de Alquiler nº03

Título: Regreso al negocio (III)
Autor: Raúl Montesdeoca
Portada: S. Guile
Publicado en: Junio 2013

Los Héroes de Alquiler siguen en su cruzada contra Hydra y Maggia, cuando surge un elemento inesperado que puede cambiarlo todo. Estrellas invitadas: Los Campeones!!
Si necesitas un héroe, y puedes pagarlos, llámalos. Por un precio justo, solucionarán tus problemas e impartirán justicia
Creado por Chris Claremont y John Byrne

The Roarin´ Twenties, Manhattan Lado Este

El local era un capricho de Cabeza de Martillo, un edificio de una sola planta incrustado entre grandes rascacielos. Un homenaje a la época dorada de los gangsters. Desde el letrero de neón en el que podía leerse “The Roarin´ Twenties”, en clara referencia a los locos años veinte, hasta el más mínimo detalle recordaba a las viejas pelis de cine negro a las que tan aficionado era el capo de Maggia. No era demasiado grande, once mesas junto a una pequeña pista de baile y un modesto escenario en el que cantaba una rubia pechugona era lo primero que podía encontrarse. Esta noche apenas seis de las mesas estaban ocupadas, en su gran mayoría miembros de la banda de Cabeza de Martillo. Uno de ellos estaba apartado del resto, un círculo de mesas vacías a su alrededor dejaba claro que no disfrutaba de gran popularidad entre el resto. Iba vestido con una anacrónica capa verde y era extremadamente robusto y fornido. Miraba embelesado a la cantante a pesar de que no se la podía acusar de ser la mejor en su trabajo.

No era muy habitual ver caras nuevas en el Roarin ´ Twenties, aquel era el lugar de encuentro de la familia Cabeza de Martillo y su garito más emblemático. Todos lo sabían y nadie iba a menos que tuviese que tratar algo con el gran jefe.

Por ese motivo la aparición de Luke Cage, Puño de Hierro y Gata Negra por la puerta principal llamó enseguida la atención de los parroquianos. Uno de los tipos que se encontraba en una de las mesas más cercanas a la entrada se dirigió hasta ellos. Llevaba un traje italiano a rayas pasado de moda hacía mucho tiempo, como todo en aquel lugar.

- Aquí no se os ha perdido nada. -trató de intimidar el matón a los recién llegados

- Queremos hablar con Cabeza de Martillo. -dijo seco y rotundo Luke Cage

La mera mención del nombre de su jefe hizo que casi todos se pusieran tensos y llevaran las manos lentamente hacia el interior de sus chaquetas. Solo dos personas seguían ajenas a los recién llegados, la rubia que seguía desafinando y el extraño bruto de la capa verde que no quitaba ojo a la chica.

- Cabeza de Martillo no se encuentra aquí. -advirtió el sicario

Los Héroes de Alquiler se miraron entre sí y con una socarrona sonrisa Puño de Hierro se dirigió al matón que les interrumpía el paso.

- Entonces no te importará que echemos un vistazo a la trastienda, ¿verdad?

La poca paciencia que el pandillero tenía había llegado a su fin, desenfundó el arma y apuntó a Puño de Hierro, el resto de los presentes hizo lo mismo, encañonando con sus armas a Luke Cage, Puño de Hierro y Gata Negra. La rubia que destrozaba una canción de Glenn Miller se asustó y salió huyendo hacia la puerta de la cocina que se encontraba en la parte trasera del local. Eso hizo que el gigantón de la capa verde se enfadara. De un puñetazo convirtió en astillas la mesa que ocupaba.

- ¿Quién osa interrumpir la diversión de Mr. Hyde? -gritó furioso

Entonces su enfebrecida mirada se cruzó con la de los Héroes de Alquiler.

A la derecha de la puerta de la cocina había una barra para servir bebidas. La presidía un enorme cristal de espejo tras ella que además de dar más amplitud al local servía para que los que se encontraban en la oficina de la trastienda tuvieran una excelente vista de lo que sucedía en el local. Esa era la oficina del propio Cabeza de Martillo, allí se reunía para ultimar negocios, sellar pactos o para ordenar escarmientos a los pocos que osaban enfrentarse a él. Desde su mesa observaba preocupado como se estaban desarrollando los acontecimientos. Alguien nuevo trataba de hacerse con el territorio de Maggia, ya habían tratado de acabar con él y fueron los Héroes de Alquiler los que le salvaron el trasero. Desde entonces había decidido contratar seguridad extra. Había algo extraño en los héroes que a Cabeza de Martillo no le gustaba así que ladró una orden al peculiar grupo que jugaba al póquer en la mesa de reuniones.

- ¡Ganaos el dinero que os pago! -les dijo señalando con su cuadrada barbilla a la escena que había fuera

Los supervillanos Electro, Constrictor, Escarcha, El Hobgoblin y Mysterio dejaron las cartas y miraron en la dirección que su empleador les indicaba.

Electro sonrió.

- Por fin un poco de acción. Aunque no tengo nada en contra de ganar cantidades indecentes de dinero por no hacer nada, tengo que reconocer que estaba empezando a aburrirme.

Afuera Luke Cage viendo como los hombres de Cabeza de Martillo les apuntaban con sus armas decidió pasar a la acción. Levantó sus dos poderosos brazo e impulsándolos hacia delante con toda su fuerza los estrelló contra el suelo.

El resultado de la maniobra fue una poderosa onda que levantó la madera del suelo, volcó mesas y sillas y derribó a los sicarios de Cabeza de Martillo, a todos excepto a Mr. Hyde que miraba con los ojos enrojecidos por la rabia.

Puño de Hierro adoptó su postura de combate y se quedó quieto como una estatua, observando a Mr Hyde. El bruto tomó aquello como una provocación y se lanzó a la carga, arrasando con todo lo que se encontraba a su paso. Pero a medio camino un borrón negro cayó sobre él, lanzando garrazos a diestro y siniestro. Era la Gata Negra. Sus afiladas uñas no habían conseguido penetrar la piel y no causaron ningún daño pero cumplió con su cometido, evitar la carga a Puño de Hierro y mantenerle trabado en combate cuerpo a cuerpo para darles un tiempo valioso a sus aliados.

De pronto el cristal del enorme espejo tras la barra estalló en cientos de brillantes pedazos cuando el Hobgoblin lo atravesó montado en su aerodeslizador y apuntando sus guantes de energía hacia Puño de Hierro. En ese instante la puerta de la cocina se abrió y Misty Knight entró en la estancia como un ciclón vaciando su cargador contra el Hobgoblin, el cual a pesar de la armadura que le protegía notó un intenso dolor en su costado derecho, probablemente se había roto alguna costilla pero estaba lejos de estar derrotado. Aprovechando el instante de vacilación por los disparos de Misty, Luke Cage cargó contra el Hobgoblin encajándole un demoledor gancho de derecha que lo envió volando varios metros hasta chocar contra la pared del fondo. El supervillano aún pudo disparar el rayo de energía de su guante antes de caer pero falló, pasando el disparo a escasos centímetros de un Puño de Hierro,que continuaba concentrando el poder de su chi como si estuviese ajeno a todo cuanto a su alrededor sucedía. Su puño comenzaba a brillar.

Gata Negra trató infructuosamente de rasgar la dura piel de Mr Hyde, lo que sólo logró enfurecer aún más al villano que descargó un puñetazo sobre la atractiva mujer fallando de largo. Era increíble su agilidad o su suerte esquivando los golpes de aquel salvaje homicida porque no haría falta que el villano conectara más de una vez. Con su fuerza sobrehumana un solo golpe bastaría para dejarla fuera de combate o algo mucho peor. Pero ella era la Gata Negra y la suerte era su marca registrada, aunque también sabía que la suerte no era eterna.

El resto de los supervillanos empezaban a incorporarse a la lucha a través del enorme huevo que Hobgoblin había hecho en el espejo durante su teatral entrada en acción. El primero de ellos fue Escarcha que lanzó afiladas estalactitas de hielo contra Misty Knight, que no tuvo excesivo problema en esquivarlas. De nuevo se abrió la puerta de la cocina y esta vez fue Colleen Wing la que surgió como una exhalación empuñando su katana y descargando un gran tajo sobre Escarcha que recibió el ataque completamente desprevenido. Un hilo de sangre comenzó a manchar el uniforme del villano gélido y cayó inconsciente al suelo.

El siguiente en hacer su aparición fue Constrictor, usando uno de sus metálicos tentáculos como un látigo intentó golpear a Colleen pero la samurai lo bloqueó hábilmente con su katana.

Electro le siguió a la lucha, apuntó sus brazos hacia Misty y conduciendo a través de su propio cuerpo la energía que él mismo podía generar y la descargó en forma de rayo sobre la detective, que lo recibió de pleno cayendo derribada al instante. Una sonrisa burlona se dibujó en su rostro, sonrisa que se borró cuando su mirada coincidió con la de Puño de Hierro que le señalaba amenazadoramente.

Mysterio, el último de los villanos, trató de engañar a Puño de Hierro con una de sus ilusiones pero el héroe consiguió ver a través del engaño y lo ignoró por completo concentrando su chi en su puño que ya brillaba como una pequeña estrella.

Gata Negra, por fortuna para ella, consiguió esquivar otro de los fatídicos golpes de Mr Hyde,que se desesperaba por momentos al ver lo escurridiza que era su presa.

- Cuando te coja te voy a arrancar la piel a tiras después de que me haya divertido contigo. Entonces y sólo entonces te arrancaré la carne de tu cuerpo con mis propias manos y te comeré, saboreando hasta el tuétano de tus huesos, maldita zorra. -farfullaba Mr Hyde fuera de sí

Colleen Wing fue a por Electro. Había visto con qué facilidad había derrotado a Misty y lo consideraba junto con Mr Hyde uno de los más peligrosos. Su hoja afilada rasgó la ropa del villano eléctrico y le causó algo de daño pero no consiguió abatirlo. Era como si su interior no fuera del todo sólido. Siendo parte material y parte energía su espada no le afectaba como a una persona normal pero por la mueca que se reflejaba en su rostro le había dolido.

Finalmente Puño de Hierro entró en acción, se fue a por Electro y le golpeó usando la técnica que le daba su nombre de guerra. En un primer momento, Electro sonrió pensando que podría absorber aquella energía y devolvérsela a su enemigo. Pero fue sobrepasado de largo, recibiendo el impacto de lleno y volando por los aires varios metros de la misma manera que había hecho Hobgoblin momentos antes.

Luke Cage se abalanzó sobre Constrictor propinándole una serie de ganchos de izquierda y derecha, el primer golpe lo dejó indefenso y descolocado, con el segundo fue sencillo enviarlo a comer polvo.

Mysterio decidió que una retirada a tiempo era la opción más recomendable, viendo como caían sus aliados uno tras otro y con Mr Hyde perdiendo el tiempo en aquel estúpido juego del gato y el ratón con la Gata Negra sus opciones eran pocas. Cubrió su huía con una densa capa de niebla para ocultar su rastro. La única que pudo verle fue Gata Negra gracias a sus lentes especiales que le permitían ver en la oscuridad pero ella también estaba atascada en el combate con Mr Hyde y no pudo evitar que escapara. Un golpe del gigantesco bruto le dio de refilón en su mundo izquierdo y temió que su pierna se hubiera roto. Gracias a sus reflejos felinos evitó lo peor del golpe pero notaba los intensos latigazos de dolor y tenía la pierna casi insensible, no era buena señal.

- ¡Voy a necesitar algo de ayuda aquí! -suplicó Gata Negra

Luke Cage acudió en auxilio de la Gata, trabándose en combate cuerpo con Mr Hyde y alejando a su compañera de la primera línea.

Mientras Luke y Mr Hyde intercambiaban golpes que sacudían la estructura del propio edificio, Puño de Hierro y Colleen Wing acudieron junto a la caída Misty Knight. Puño de Hierro colocó la palma de su mano que todavía brillaba con la palpipante energía de su chi y la apoyó sobre el chakra central de la hermosa detective que había robado su corazón. De la misma manera que su energía espiritual podía usarse para superar las defensas de cualquier adversario, dicha fuerza podía usarse también para sanar. Transfiriendo parte de su esencia vital al cuerpo de su amada curó sus heridas. Agotado por el esfuerzo, Puño de Hierro pidió a Colleen que sacara a Misty de allí y volvió de nuevo a la refriega.

Mr Hyde se estrelló contra el escenario y atravesó la pared por un golpe de Luke Cage. Al contrario del resto se levantó, se sacudió el polvo y sonriendo dijo.

- Va a seruna buena pelea.

Volvió a embestir a Luke Cage que aguantó su golpe sin desfallecer, devolviendo otro de igual o mayor potencia.

Gata Negra miraba con asombro el nivel de poder que tenían aquellos dos y por unos instantes se sintió fuera de su liga. Pero tenía que hacer su parte y creía saber cómo podía ayudar. De un ágil salto se encaramó por la espalda y sobre los hombros de Mr Hyde. Con sus garras arañó la cara del enfurecido gigante. No consiguió dañarle pero sí atraer su atención, ventaja que Luke Cage y Puño de Hierro aprovecharon para golpear al unísono. El golpe pudo oírse en varias manzanas alrededor y de nuevo Mr Hyde creó un enorme agujero al atravesar la pared que daba a la cocina del local. Esta vez no se levantó, permaneció allí tumbado y su cuerpo pareció encogerse hasta quedar reducido a la débil y escuálida figura de Calvin Zabo.

- No es gran cosa sin esa pócima suya. -se burló Luke Cage

Puño de Hierro asintió y seguidamente dijo.

- Deberíamos irnos. Oigo las sirenas de policía acercándose.

- ¿Y Cabeza de Martillo? -preguntó Luke Cage

- A estas alturas ya debe andar lejos de aquí. De todas formas le hemos hecho llegar el mensaje, esta ciudad ya no es suya. Ahora pertenece a Hydra. -respondió Puño de Hierro a su amigo mirando el derruido local


Base secreta de Hydra, Nueva York

El número dos de la división de Hydra en Nueva York se dirigía a la sala de mando para informar a Madame Hydra del regreso de los nuevos agentes y de la consecución de sus objetivos. Según abrió la puerta que daba acceso a la sala pudo ver junto a la líder al advenedizo de Serpiente de Acero. No le gustaba lo más mínimo, era un manipulador y un lisonjero que lo único que buscaba era trepar en la organización. Hasta el momento lo estaba haciendo bien, no se despegaba ni a sol ni a sombra de Madame Hydra.

- ¡Heil Hydra! -saludó el número dos

El lugarteniente hacía esfuerzos por no mirar la extraña corona que lucía su jefa pero algo en aquel objeto le atraía y le repugnaba a un tiempo. Se sentía incómodo en su presencia por eso agradeció que el silencio se rompiera cuando Madame Hydra le preguntó.

- ¿Alguna novedad?

- Sí, mi señora. Los agentes han regresado con la mayoría de sus objetivos cumplidos.

- ¿La mayoría de los objetivos? ¿Cuáles no se han cumplido?

- Cabeza de Martillo consiguió escapar pero ha perdido su centro operativo. Con Kingpin fuera de juego y Maggia en plena retirada, el crimen organizado de Nueva York está en nuestras manos.

Viper, la mujer que se hacía llamar Madame Hydra, asintió complacida.

- Esas son excelentes noticias. Ahora podremos concentrarnos en la captura de Tigre Blanco. Es nuestro objetivo prioritario hacernos con los amuletos del Tigre de Jade, son nuestra llave a Kun Lun.

Una mueca de disgusto se dibujó en el rostro del número dos. Serpiente de Acero lo notó y no dejó escapar la ocasión de hacer un comentario al respecto.

- Parece que a tú segundo al mando no le apasiona tu plan.

El número dos miró con indisimulado odio a Serpiente de Acero.

- Si debo ser sincero no me gusta. Creo que nos aleja de nuestros verdaderos objetivos. Es cierto que la Corona Serpiente ha sido muy útil para reconstruir Hydra. Hemos reunido a todas las facciones dispersas e incluso I.M.A. ha vuelto a la organización. Pero también es cierto que en los últimos tiempos nuestro rumbo es algo errático, mezclando esa oscura religión de Set con los verdaderos objetivos de Hydra. El Consejo Regente de Hydra ya ha expresado su preocupación por estos temas, en particular el Barón Von Struecker.

Madame Hydra miró intensamente al número dos con sus enigmáticos ojos verdes.

- Tomo nota de su sugerencia. Ahora retírese y cumpla sus órdenes.

- ¡Heil Hydra! -se despidió el número dos

Una vez hubo abandonado la estancia, Serpiente de Acero le preguntó a la líder de Hydra.

- ¿Siempre das tanta libertad a tus segundos? La línea entre la sinceridad y la sedición es muy delgada.

- El número dos es totalmente leal. Ya era el número dos antes de que me hiciera cargo de la división de Nueva York. Decidí dejarle en el cargo a pesar de que no era de mi confianza. Durante todo este tiempo me ha servido fielmente porque por encima de todo cree en Hydra. Una rara avis entre tanto aprovechado que solo busca su propio beneficio como tenemos en nuestra organización. No, el número dos nos es completamente leal. Antes dudaría de tu lealtad que de la suya. -comentó Viper maliciosa

- No me ofende tu insinuación y es hasta cierto punto comprensible. Soy un recién llegado pero mi motivo para ayudarte en esto es sincero y simple. El odio. Quiero hacer que hasta el último habitante de Kun Lun lamente el día en que decidieron exiliarme de mi hogar, despojándome de mi honor y de mi legado. El día en que me arrebataron todo lo que me importaba. Pero sobre todo quiero acabar con las esperanzas de Puño de Hierro. Quiero verle hundido en la miseria y sin posibilidad de volver a salir como yo me he visto.

Madame Hydra escrutó de arriba abajo a su más reciente asociado.

- Es verdad que menospreciamos el poder del odio. -sonrió Viper

- Si no te importa mantendré vigilado al número dos. Ya sabes lo que dicen, en este negocio nunca se es lo suficientemente precavido.

- Haz lo que estimes conveniente. -concedió Madame Hydra

Serpiente de Acero abandonó la sala de mando con la excusa de vigilar al lugarteniente. En cuanto consiguió quedarse a solas sacó de su uniforme un móvil encriptado y prácticamente irrastreable. Marcó un número memorizado en la agenda del teléfono y cuando le contestaron al otro lado de la línea dijo.

- Quiero hablar con Nick Furia.


La Ciudadela, Residencia de Los Campeones. Plano de Hiperbórea


El inhumano Dios Halcón Horus solía enfrascarse en la contemplación de su esfera durante horas sin pronunciar una sola palabra, por eso sus palabras captaron a la primera la atención de los presentes, la semidiosa azteca Silverclaw, el Señor de los Trolls Ulik y Skurge el Verdugo.

- Alguien se acerca por el camino a la Ciudadela. -se oyó la grave voz de Horus

Silverclaw preguntó con expresión de asombro.

- ¿No se suponía que no había criaturas inteligentes en este plano?

- Apenas sabemos nada de este lugar. Ha estado abandonado durante tanto tiempo. ¿Quién sabe qué tipo de criaturas podrían poblarlo? -dijo Skurge con expresión ceñuda escrutando por uno de los ventanales

- Parece que se trata de un humano, aunque no podría asegurarlo. Últimamente mis visiones no son tan claras y precisas como solían serlo. -advirtió Horus que seguía con su mirada clavada en la esfera de cristal

- ¿Cómo puede haber llegado un humano hasta aquí? Es imposible. -insistía Silver Claw sin salir de su asombro

Ulik el Troll había estado paseando de un lado a otro de la sala como un tigre encerrado. No era de muchas palabras ni de elaborar muchos planes, su sangre troll hervía por la inactividad.

- Va a enterarse por las malas de que los intrusos no son bienvenidos en la Ciudadela.

Sin mediar más palabra se lanzó a la carrera e impulsando sus poderosos músculos sobre el alfeizar de uno de los amplios ventanales del salón inició un increíble salto que le llevó varios centenares de metros a través del claro y azul cielo de Hiperbórea. El paisaje bajo sus pies y a su alrededor aparecía completamente nevado. Finalmente encontró a su presa, apenas un punto en la lejanía en un primer momento. Conforme la inercia de su salto le acercaba a él se fue dando cuenta de que efectivamente parecía un humano aunque llevaba una singular vestimenta. Iba de blanco, con ropas como las que suelen usar los artistas marciales y cubría su rostro por completo con una máscara del mismo tono blanco.

Cuando Ulik chocó contra el suelo apenas a unos metros del intruso creó unsocavón en la superficie y levantó una auténtica lluvia de polvo y nieve que se dispersaba a toda rapidez por la propia onda del tremendo impacto.

Tigre Blanco detuvo su camino y miró a Ulik sin dejarse impresionar por la teatral entrada.

- ¿Qué es lo que buscas aquí, extraño? -preguntó Ulik intimidante

- A Los Campeones. -respondió Tigre Blanco

Ulik evaluaba al recién llegado con ojo de buen guerrero.

- ¿Eres humano? -volvió a preguntar el troll

- Debo ver a Los Campeones, es de la mayor urgencia. Si no vas ayudarme, te rogaría que me dejaras continuar mi camino. -respondió Tigre Blanco

- Los Campeones no están para asuntos humanos ni está permitida la presencia de humanos aquí. Vete por dónde has venido y no regreses jamás. -advirtió Ulik

Tigre Blanco permaneció inmóvil e inescrutable bajo su máscara antes de responder.

- No quiero pelear contigo pero lo haré si es necesario para alcanzar el final de mi viaje.

Ulik abrió los ojos exageradamente, estaba desconcertado. De pronto estalló en sonoras carcajadas.

- ¡Ja, ja, ja, ja! ¿Acaso temes hacerme daño, pequeño insecto? Eres un insolente y es hora de que alguien te dé una cura de humildad.

Ulik golpeó con toda la fuerza de sus puños, Tigre Blanco trató de esquivar la embestida pero lo consiguió sólo parcialmente, recibiendo un brutal golpe en su costado izquierdo. Rodó con el impacto para minimizar el daño causado pero aun así notó varias costillas rotas y un lacerante dolor le recorrió todo el cuerpo. Quizás aquella extraña criatura tenía razón y no había posibilidad alguna de vencerle, pero no iba a rendirse ahora. Había demasiadas cosas en juego.

Tigre Blanco trató de ponerse en pie, temiendo el latigazo de dolor que le produciría el intento. Pero en vez de eso, algo extraño comenzó a suceder. Empezó a sentirse mejor y una cálida oleada de bienestar le invadió. Podía sentir como soldaban sus costillas rotas y como sus músculos aumentaban de volumen. Un vello de color blanco empezó a cubrir su piel a ojos vista, chispeado con rayas de negro aquí y allá. ¿Qué estaba ocurriendo? Sus uñas se convirtieron en afiladas garras.

Quizás en este plano los espíritus eran más fuertes o quizás la fusión de Hector Ayala y el espíritu del tigre blanco de Kun Lun era cada vez más intensa, permitiéndoles unirse en un solo ser que no era ni del todo humano ni del todo tigre. Fuera como fuera, agradecía esta inesperada ayuda.

A Ulik le sorprendió ver a su adversario levantándose. No había golpeado a plena potencia pues no deseaba causar daños permanentes pero la fuerza que había utilizado debería haber sido suficiente para tumbar a un gigante de hielo, ya no digamos a un simple humano. Su asombro fue en aumento al observar los cambios que empezaban a producirse en el cuerpo de su contrincante.

- Eres un cambiante. -dijo Ulik con un ligero tono de preocupación por vez primera

Desde la Atalaya, varios de Los Campeones contemplaban la escena. A pesar de la gran distancia no había que olvidar que los miembros de aquel selecto grupo estaban compuestos por representantes de diversos panteones y sus habilidades divinas les otorgaban sentidos mucho más agudos que a los humanos.

- Ulik está en peligro. ¡Debemos ayudarle! -gritó Skurge agitando su hacha en el aire

Su arma rasgó el tejido de la misma realidad y desapareció al instante para reaparecer junto al troll Ulik y el misterioso invasor.

Silverclaw se disponía a iniciar su transformación en ave para volar y unirse a sus compañeros cuando fue detenida por una contundente orden de Horus.

- ¡Alto! Nos estamos precipitando lanzándonos al combate sin conocer a nuestro enemigo. Y lo que es peor, sin saber a ciencia cierta si es nuestro enemigo.

La semidiosa azteca no sabía qué hacer, era también medio humana y a veces se sentía como pez fuera del agua entre tantas divinidades. Este no era su mundo y le costaba adaptarse.

- Deberíamos avisar a Red Norvell. -dijo Silverclaw

- Esa es la primera buena idea del día. -sentenció inexpresivo como siempre Horus

Mientras tanto la batalla en la helada llanura a los pies de la Ciudadela continuaba con más brutalidad y salvajismo que nunca. Aunque el fuego de la batalla aún ardía en el corazón del Señor de los Trolls e incluso con el refuerzo del hacha de Skurge el Verdugo, podían verse los sanguinolentos surcos en sus brazos y piernas, allí donde su armadura no le cubría. El troll sabía que si continuaba desangrándose de aquella manera caería más pronto que tarde.

Skurge trataba de llevar lo más duro del combate intentando mantener a Ulik apartado de las garras de la feroz criatura. Era veloz como el rayo y un maestro en el combate cuerpo a cuerpo, pero lo peor era que parecía regenerar las heridas que le ocasionaban volviendo una y otra vez al combate con mayor fiereza. Cada vez que regresaba al combate era un poco más animal y menos humanos. Ahora hasta sus piernas parecían más la de un tigre bípedo que las de un hombre. Desaparecida la consciencia humana solo quedaba una maraña de dientas y garras sobre un manto de rabia pura y primigenia. El guerrero asgardiano mantenía bien el tipo e incluso logró hendir la carne de la fiera en dos ocasiones pero las heridas apenas tardaban en curarse y la criatura no cejaba en su empeño. Por el rabillo del ojo Skurge vio como Ulik hincaba la rodilla en tierrahaciendo un esfuerzo por no caer de bruces. Si la situación no cambiaba ese iba a ser también su destino, pensó Skurge. No parecía haber manera de derrotar a la bestia.

Como el providencial Séptimo de Caballería, pero en versión divina, llegaban surcando los aires el resto de Los Campeones con su líder Red Norvell al frente. Allí estaban también la eterna Sersi, el dios de la guerra Ares del panteón griego, Tarene la Doncella del Trueno asgardiana y cómo no, Silverclaw que se acercaba en su forma de halcón plateado. El único que no se encontraba allí era Horus, que permanecía siempre vigilante en su esfera de energía. Atento a las amenazas de origen divino que conspiraban contra los humanos.

Los Campeones tomaron tierra dejando una prudente distancia entre ellos y el hombre tigre. Red Norvell observó preocupado el estado de Ulik e hizo una señal a Silver Claw que era la única que continuaba sobrevolando el campo de batalla en su forma alada.

Lupe, pues ese era el nombre humano tras la identidad de Silverclaw, inició su descenso en círculos volviendo a adoptar su forma natural en el momento que tocaba el suelo. Aterrizó muy cerca del enfurecido Tigre Blanco contra el que Skurge trataba desesperadamente de defenderse. Ella era muy afín a los espíritus animales y podía percibir que la energía espiritual de la criatura era muy poderosa. Pero también tenía sus debilidades. Adoptó por unos segundos su forma de jaguar para lanzar un rugido de desafío y atraer la atención del Tigre Blanco. En cuanto lo consiguió volvió a su forma de semidiosa de inmediato. El Tigre Blanco se lanzó sobre su nuevo enemigo y en cuanto sus zarpas se posaron sobre ella la soltó como si la piel de la joven quemase al contacto. El hombre tigre emitió un rugido lastimero de dolor.

Sin darle tiempo a reaccionar Silverclaw golpeó repetidas veces a la feroz criatura con patadas y puñetazos. Allí donde sus golpes impactaban la carne del hombre tigre parecía quemarse y por primera vez Lupe vio el miedo en los ojos de su contrincante, que se quedó inmóvil por unos segundos para caer seguidamente al suelo como una marioneta a la que hubiesen cortado las cuerdas que la sujetaban. Lentamente volvió a recuperar su forma humana original. Ahora podía verse su rostro por primera vez ya que la transformación había destrozado la máscara que originalmente le cubría.

- ¡Es Héctor Ayala! -exclamó Silverclaw

- ¿Lo conoces? -preguntó Red Norvell

- No personalmente pero Héctor fue un héroe para la comunidad hispana durante mucho tiempo. Fue el primero de nuestro pueblo en vestir un disfraz de héroe y luchar contra el crimen. Es una inspiración para toda mi gente. Por lo que sé, se había retirado después de que un supervillano asesinara a su familia.

- ¿Y cómo demonios ha llegado hasta aquí? -preguntó suspicaz Ares

- Eso es lo que tenemos que averiguar. Nos llevaremos a Hector Ayala con nosotrosy veremos que nos cuenta cuando recupere la consciencia. -dijo Red Norvell

- ¿Crees que es una buena idea llevarle a la Ciudadela? -se quejó Skurge- Por si no lo recuerdas, esa bestia nos atacó a Ulik y a mí.

- Quién atacó a quién y quién actuó por cuenta propia sin contar con el resto del grupo, son cosas que también averiguaremos. Y no quedarán impunes. -amenazó el pelirrojo asgardiano de adopción y líder de Los Campeones

Red Norvell se dirigió hasta donde se encontraba Tarene que cuidaba de las heridas de Ulik.

- ¿Qué tal se encuentra?

- Dolorido pero sobrevivirá. -respondió la rubia diosa nórdica

Un tiempo indeterminado después, pues el tiempo fluía de una manera muy distinta en aquel plano a lo que lo hace en la Tierra, Hector Ayala despertó. Se encontraba en lo que en tiempos debía haber sido una lujosa cama. Las paredes de la estancia estaban formadas por grandes bloques de piedra como en los viejos castillos. Todo allí desprendía un aura de antigüedad. A los pies de su cama estaba sentada una bella muchacha hispana.

- Me alegro de verte despierto, Héctor. Es todo un honor conocerte. Soy Lupe de Santiago.

Fue consciente de que no llevaba su máscara de Tigre Blanco puesta, se sentía incómodo y desnudo sin ella.

- ¿Dónde estoy? -preguntó algo desorientado

- En la Ciudadela.

Héctor se incorporó de repente en la cama, tenso y nervioso.

- Tenéis que ayudarme, se trata de la Corona Serpiente.

Horus, aunque no estaba presente en la habitación, podía ver y oír cuanto sucedía en la Ciudadela y en sus alrededores. La mera mención de la coronaagitó algo en su interior. Ahora comprendía por qué sus visiones no eran tan precisas, alguien o algo las estaba enturbiando para ocultar sus movimientos. Para hacer eso debía ser una entidad de gran poder. Alguien como el dios serpienteSet que llevaba acechando desde el albor de los tiempos a la humanidad, en el anhelo de devolver la Tierra a su propia especie, los hombres serpiente.

Si la Corona Serpiente había regresado era un trabajo para Los Campeones.

Continuará...


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