Los Campeones nº04

Título: La Cacería (II)
Autor: Miguel A. Naharro 
Portada: Carmen Carnero/ Color: Roberto Cruz
Publicado en: Junio 2013 

Mientras los Campeones se enfrentan a la Brigada de Demolición en la Tierra, en la Ciudadela, Silverclaw, acompañada de la vengadora Ave de Fuego, se las tienen que ver con el horror y la oscuridad desatadas por el Dios-Vampiro Rune ¿Serán capaces de sobrevivir a su encuentro con el Dios Oscuro?.
Reunidos por el señor de Asgard para proteger a los mortales ¡Red Norvell! ¡La eterna Sersi! ¡Ulik el Troll! ¡Horus, dios-halcón! ¡Skurge el Verdugo! ¡Ares, dios de la guerra! ¡Tarene, doncella del trueno! ¡Silverclaw, semi-diosa azteca! ¡Porque el mundo sigue necesitando Campeones!
Stan Lee y Action Tales presentan: Los Campeones
Creado por Miguel Ángel Naharro

Resumen de lo publicado: Alertados por el oráculo de Horus, los campeones acuden a Italia, para enfrentarse contra una amenaza de origen divino, cuando aparece el cuarteto de villanos llamado La Brigada de Demolición causando estragos en la ciudad de Milán.Cuando creen que podrán derrotarles con  facilidad, los villanos demuestran que son inusualmente más poderosos y les planta cara de una forma inesperada…



La Ciudadela
Lupe cruzó el portal místico accionado por el amuleto situado en su cinturón y accediendo a la llamada Ciudadela, cuartel general y hogar de los Campeones.

Red Norvell le ordenó no perderse las clases universitarias y después trasladarse en el turno de vigilancia de la extraña y misteriosa construcción que les servía como vivienda.

Tras terminar la última clase, llamó a una muy buena amiga suya, que con curiosidad, traspasó el umbral de energía mística antes de que este se cerrase.

Bonita Juárez, la vengadora conocida como Ave de Fuego, se quedó con la boca abierta al contemplar los largos salones y la estructura pulcramente ornamentada y solida de la fortaleza.

—Increíble, Lupe. —observó Ave de Fuego  echando un vistazo a lo que le rodeaba.

Cuando Lupe le habló de su puesto en los llamados Campeones y si quería acompañarla, dudó un poco. Cómo sus compañeros Vengadores, vieron en las noticias al grupo de seres divinos en Rusia, y al igual que ellos, se preguntaba que traerían sus acciones, al pertenecer a panteones que fueron adorados como dioses centurias atrás, y sí eso no traería más mal que bien.

Bonita era creyente, y creía en Dios con todas sus fuerzas. Aún así, había ido aceptando que existían cosas que escapaban a su comprensión, y los llamados dioses eran una de las mismas. Entre sus compañeros tuvo a Thor o Hércules, y actualmente, al mismísimo Gilgamesh.[1]

Además de estar un tiempo a solas con su amiga, deseaba averiguar cuáles eran en verdad las intenciones de estos Campeones, y ver si Lupe estaba en el sitio correcto realmente.

Lupe, alias Silverclaw sonrió, dejando las bolsas con las compras que hicieron antes de trasladarse desde el plano terrestre al plano de Hiperbórea.

La semidiosa alargó la mano, señalando uno de los amplios ventanales que contenía la estancia. Ave de Fuego se asomó, y el paisaje que se podía atisbar por ese lugar, era poco menos que impactante. Allá donde alcanzaba la vista, era poco menos que un sitio que parecía surgido de los cuentos y las leyendas, un lugar mítico e irreal.

El sol se ocultaba poco a poco en el horizonte. En poco tiempo, oscurecería y sería de noche.

—Es hermoso, sin duda, Lupe. — dijo Ave de Fuego esbozando una sonrisa.

Silverclaw preparó unos platos para servir la cena más tarde, y sus ojos se fijaron en un pequeño cofre situado en un estante. Era de una aleación que no reconocía, de un color ébano intenso, que le pareció que relució un instante mientras lo miraba.

Se acercó con curiosidad y lo sujetó en las manos. Su superficie era pulida y sin adornes, excepto una especie de inscripción en un lenguaje indescifrable para ella.

Trató de abrirlo, pero no encontraba ninguna forma de lograrlo, no veía una cerradura o un cerrojo para lograrlo. Inesperadamente, y como accionada por un resorte, se abrió sola.

En el interior de la caja, la mayor parte del espacio estaba vacío, excepto un prisma de cristal alargado y de un color indeterminado. Según lo mirase, asemejaba cambiar de tono y de color.

Alargó la mano y lo extrajo de la caja, lo levantó, examinándolo. Se quedó paralizada al observar que dentro de la joya, se removía algo. Eran formas espectrales, difusas, que le recodaban a almas en pena, con rostros tristes y desolados, con una letanía de sufrimiento y tormento eterno.

Notó un pinchazo y la joya se le cayó al suelo.

Se miró uno de sus dedos, un pinchazo le hizo brotar unas gotas de sangre, que manchaban la superficie del prisma. Para su sorpresa, la sangre pareció ser absorbida por la joya.

— ¿Ocurre algo, Lupe?


Silverclaw se quedó mirando la joya, con cierta inquietud, recogió la joya y la metió de nuevo en el cofre, cerrándolo. Después miró a Bonita, intentando poner su mejor sonrisa.

—No es nada. Venga, es mejor que nos pongamos a preparar la cena ¿no crees?

En las más profundas catacumbas de la Ciudadela, la criatura tenebrosa extendió sus alas membranosas y mostrando una mueca, con los dientes de un depredador, tiró las runas al suelo, para consultar el destino, y tratar de averiguar lo acontecido en el tiempo perdido antes de su resurrección. Llamas místicas se prendieron, formando una única llama donde se podían contemplar escenas en su interior.

El monstruoso Dios-Vampiro conocido como Rune, contempló con paciencia y silencio, las imágenes mostradas por  el poder de sus runas cristalinas.

Escenas de los tiempos que vinieron desde su caída, las épocas transcurridos, los imperios y gobiernos levantados y derrocados desde que estuvo en el velo. Los cambios sufridos en la bola de fango a la que los seres humanos llamaban la Tierra.

Con un rugido de frustración, al darse cuenta de que llevaba milenios alejado del transcurso de la historia, recogió las runas y se las volvió a colocar en el collar que llevaba alrededor del cuerpo.

Era hora de que Rune volviese a ser lo que una vez fue… Y la llamada de la sangre hizo que se revolviese como un animal hambriento.


Las garras del vampiro acariciaron sus gemas, y estas brillaron con destellos y chispazos; una pequeña nube y brumosa surgió, descendiendo al nivel del suelo, extendiéndose como una alfombra.

Tras desvanecerse la neblina, una serie de pequeños seres aparecieron. Humanoides desgravados y deformes, de piel como el ébano y ojillos rojos malévolos,  garras y colmillos afilados como cuchillas.

Rune seguido por las hordas de diminutos engendros se marchó por un túnel, sin sospechar, que unos ojos le espiaban ocultos en la oscuridad…


Milán, Italia

Red Norvell consiguió parar el golpe de la barra mágica del Destructor con su martillo de guerra. A duras penas conseguía detener los violentos y tremendos golpes del villano.

— ¿Pensaste que  podrías derrotarnos con facilidad? Idiota melenudo, te voy enseñar que detener al Destructor no es un juego de niños. —dijo sin dejar de mover con habilidad su palanca.

El héroe pelirrojo, se concentró y de su martillo de Uru, surgieron oleadas de energía que chocaron contra el Destructor con violencia, haciéndolo retroceder.

—Amigo, ¡es la hora del martillo! —exclamó Norvell arrojando con las dos manos su arma mística contra su oponente.

El Destructor no se apartó,  no moviéndose ni un milímetro, y con decisión, golpeó contra el martillo, como un bateador, desviándolo y lanzándolo a mucha distancia de allí.

— ¿Y ahora que harás sin tu juguetito, hippy con esteroides? —dijo el villano riéndose entre dientes.

Bulldozer avanzaba con grandes zancadas y con pesados pasos sobre el asfalta, lanzándose en una dirección y aplastando todo a su paso.

Frente a él, la hermosa figura de Sersi se plantó.


— ¡Te arrollaré y te aplastaré como si fueses una lata de refrescos, mujer! —gritó el tosco y acorazado villano

—Inténtalo, hombrecillo. —dijo Sersi muy segura de sí misma.

Esto espoleó más a Bulldozer, que aceleró su paso. Cuando la eterna alzó una de sus manos y el suelo alrededor del mastodonte, se volvió una sustancia pastosa y gelatinosa, como una especie de mortales arenas movedizas que lo engullían y lo atrapaban con voracidad.

— ¡No es justo! ¡Te hubiese derrotado!

Sersi sonrió divertida.

— ¿Quién dijo que la vida era justa, amigo? —exclamó observando como el villano intentaba inútilmente liberarse de su truco molecular en el suelo de la calle.

Desde una distancia segura, Trish Tilby observaba la batalla en las calles de Milán con mucho interés. En cuanto se enteró de lo ocurría, y aprovechando que se encontraba en el país, acudió rápidamente. Estos Campeones eran mucho más que una noticia y los seguiría hasta la última consecuencia.

— ¿Estas granándolo todo? —preguntó a su cámara, que asintió no muy convencido.

—Esto me da mala  espina, estamos forzando la suerte, Trish.

—Calla y graba, esta va a ser nuestro mejor trabajo —contestó la periodista norteamericana sin perder detalle.

Mientras Ulik el troll y Tarene se enfrentaban a Bola de Trueno, y Skurge y Ares contra Martinete,
había uno de los miembros del grupo, que no combatía. Se trataba de Horus, el dios egipcio del sol.
El dios-halcón observaba con mucha atención, sin perder detalle lo que sucedía, mirando con minuciosidad cada detalle. Su vista revelaba cosas que ningún ojo mortal podía, captando espectros más allá de los sentidos de este plano y de muchos otros.

Sólo él veía unos haces de energía que surgían de la nada y envolvían a cada individuo de la llamada Brigada de Demolición, como un cordón umbilical que les unía de algún modo que aún no comprendía, con alguna fuente de poder o energía que les suministraba la aparente fuerza y poderes extra del que habían hecho exhibición los villanos contra ellos.

Si conseguía romper ese enlace y averiguar su procedencia, podrían derrotarlos sin demasiados problemas. La cuestión era ¿lo lograría antes de que acabasen con sus compañeros?


La Ciudadela

Era ya de noche, y la chimenea les calentaba ante la fría brisa nocturna mientras terminaban de cenar.

Las dos amigas se pusieron al día, contándose anécdotas de sus vidas cotidianas, tanto en la vida personal, como en la vida profesional.

—Dime, Lupe ¿Crees que tus compañeros campeones son de fiar? Sabes que algunos de  ellos fueron enemigos de los Vengadores ¿no? —preguntó Bonita mirando fijamente a su amiga.

La joven de Costa Verde se sintió incomoda con la pregunta, y se encogió de hombros.

—Es Thor en persona quien los ha seleccionado, Bonita ¿No confías plenamente en él?

Ave de Fuego se quedó pensativa durante unos instantes, y cuando iba a responder, las llamas de la chimenea se extinguieron repentinamente y quedaron sumidas en la más lóbrega y fría oscuridad.

Las tinieblas se extendieron, dejándoles completamente a oscuras. Una maldad, una malignidad que casi podían tocar con sus manos fue percibida por ambas. Era tan intensa que les oprimía, les angustiaba y les envolvía en una sensación de temor, tan intenso, como innatural y casi irreal.

— ¿L-lo sientes? —dijo Silverclaw intentando escudriñar en la oscuridad.

Se oyeron bramidos, chasquidos y sonido de gorgoteos guturales procedentes de gargantas que sin duda no tenían nada de humanas ni de animales.

Ave de Fuego extendió sus manos, para crear una débil llama que la rodeó, para poder iluminar y contemplar lo que les rodeaba.

Se quedaron estupefactas y con la boca muy abierta. Una jauría de pequeñas y diminutas criaturas, de ojillos rojizos y malévolos, abrían y cerraban sus mandíbulas, soltando espuma por la boca,  dirigiéndose rápida y amenazadoramente hacía ellas.

Silverclaw se cambió a su forma de jaguar y se preparó para el combate, mientras Ave de Fuego se elevó en el aire, contemplando que los seres llegaban por todas partes, por el suelo, por el techo, por las paredes, en docenas y docenas que se removían inquietos y con movimientos salvajes e indudablemente agresivos.

Las criaturas demoniacas se arrojaron sobre la semi diosa azteca, arañándola y mordiéndola sin compasión alguna. La vengadora en reserva, dio varios zarpazos feroces, que derribaron a varias docenas de engendros.

Unos cuantos se le subieron a la espalda, clavándole sus dientes y sus uñas. La joven gritó de dolor, y agarró a varias con sus manos, aplastándolas contra el suelo.

Ave de Fuego arrojó ráfagas de fuego que hicieron arder a los diminutos agresores, que se movían, corriendo a un lado y a otro, intentando apagar las llamas que los consumían.

Mientras Silverclaw destrozaba a innumerables demonios adoptando su forma de simio, Bonita Juárez fue consciente de una presencia que cruzó el umbral del salón.

Era algo, más de dos metros de altura, fibroso y musculoso, de piel grisácea, una larga melena negra, garras afiladas y unos dientes de depredador que mostraba en la mueca que se formó en su boca. Sus alas se hallaban semi plegadas en su espalda. En su cuello, destacaban joyas de diferentes colores, a modo de collar.

El ser, soltó un gruñido inhumano y aterrador que lo ensordeció todo. El aullido de un animal salvaje que va a atacar a sus presas.


— ¡Yo soy Rune! ¡Yo soy el dios oscuro! ¡Y sois mi alimento!

Silverclaw se puso en posición defensiva, y Ave de Fuego se quedó sobrevolando, expectante. La joven de Costa Verde, se dio cuenta de que las joyas que lucía como adorno, eran similares a la que encontró en el cofre ¿Qué era lo que eso podría significar?

—No sé quien se supone que eres, amigo, pero te has equivocado al atacarnos ¡Y te lo demostraré!

Ave de Fuego fue a soltarle una advertencia, pero fue demasiado tarde, Silverclaw saltó, transformándose en el aire, de su forma de simio,  regresando a su forma humana y después a su ágil y salvaje forma de jaguar.

Rune, sin apenas inquietarse, eludió las garras de la hija de Peliali, y con una agilidad increíble para una criatura de su envergadura y peso, movió con destreza y agilidad su musculoso brazo, atrapándola por el cuello.

—Puedo oler la sangre  divina corriendo por tus venas, pero eres apenas un cachorro, que no es digno  rival de mí, aún así, ¡tu sangre aplacará mi hambre!

Para sorpresa de Lupe, Rune le mordió en el brazo, clavándole los colmillos en su carne y succionando la sangre, y su energía vital. Podía sentir como esta disminuía.

— ¡No! ¡Suéltala, criatura del Demonio!

Una lengua de llamas envolvió el cuerpo de Rune, y sorprendido, soltó a Silverclaw, para prestar toda su atención en Ave de Fuego. La mujer, brillaba como una pequeña  estrella, y su hermosa figura se hallaba rodeada por la imagen de un ave de fuego, como su mismo nombre.

— ¡No podréis detener al príncipe de la nada! ¡Existís sólo ganado para mi disfrute! Y tú, pequeña, eres un delicioso y exquisito bocado…

El dios-vampiro extendió sus enormes alas y las hizo batir con fuerza, creando un torbellino no natural que para incomprensión de la vengadora, tuvo el efecto de que sus llamas se apagaban.

No era posible-pensaba, al tiempo que el vampiro se plantó ante  ella y la sujetó con ambas manos, inmovilizándola.

Hundió sus dientes en su garganta, y Rune sintió como su insaciable hambre era mitigada, sus fuerzas regresaban con rapidez.

Terminó de beber de ella, y miró a la mujer, que inconsciente, descansaba en sus brazos.

Sonrió, con las gotas de sangre resbalándole por la comisura de sus labios.

—Un poder sin igual se halla en tu interior… jamás hallé una energía vital como la tuya…tu sangre será una fuente inagotable de alimento… ¡y nada escapará a mi poder! ¡Y todo el universo será pasto de mi sed de sangre!

En ese instante, Rune fue consciente de que la joven diosa ya no estaba a su vista, como si se hubiese desvanecido como por arte de magia ¿habría más en ella de lo que pensaba o quizás no estaban solas en el interior de esa fortaleza?

Decidió que fuese como fuese, con semejante alimento entre sus manos, pronto los imperios y los monos llamados hombres se volverían a inclinar ante él…


En un lugar indeterminado de la Ciudadela…

Lupe abrió los ojos aturdida, con un dolor en su brazo y en todo su cuerpo, se incorporó con rapidez, poniendo en alerta todos sus sentidos, sin saber muy bien donde se encontraba realmente.

Era una pequeña habitación, apenas iluminada por unas velas. Había estantes y mesas, llenas de libros polvorientos y a todas luces muy antiguos, y papeles y pergaminos por aquí y por allá.

Escuchó un ruido, y se preparó para atacar.

—No tienes nada que temer de mí. Usé mis ilusiones para hacernos invisible a ojos de la criatura, y te traje aquí. Estamos a salvo, por el momento, créeme.

Alguien se acercó con pasos lentos. Era un chico, de apenas diez u once años, con un atuendo negro y verde, con ribetes dorados. Su cabello se hallaba oculto por una especie de tela pegada a su cráneo y una tiara de oro, una capa verde le cubría parte de su cuerpo.

— ¿Quién eres tú? ¿Cómo has llegado aquí?

El muchacho, se sentó a su lado e intento ponerle rostro conciliador.

—Quiero ayudarte… Me llamó Loki

Continuará…

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Referencias:
1 .- Como se puede seguir en la serie regular de los Vengadores en AT

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