Los Titanes nº 18

Título: Tormenta e ímpetu
Autor: Roger Corbera
Portada: Roberto Cruz
Publicado en: Noviembre 2013

Ha llegado el final. Raven ha reunido por fin todas sus fuerzas. ¿Bastará el poder combinado de los Titanes y su aliada Superwoman para detenerla antes de que culmine su tarea y desate un infierno en la Tierra? ¡No te pierdas el final de la saga más emocionante de los Titanes en AT!!!
Para convertirse en mejores héroes, estos adolescentes se han unido para aprender, entrenar y madurar. Son algo más que simples "ayudantes". Son la próxima generación de los mayores héroes del mundo. Son....
Creados por Bob Harney, George Kashdan y Bruno Premiani

Resumen de lo publicado: Drogada por El Cerebro durante el ataque de la Hermandad del Mal a la Torre de los Titanes, Raven ha vuelto a ser poseída por su lado demoniaco. Desde entonces ha estado reclutando a los antiguos miembros y aliados de los Titanes, un grupo con el que ya estuvo muy relacionada en el pasado. Algo terrible está a punto de ocurrir.

LEESBURG

Soy Superwoman…pero es sólo un nombre. Un nombre que me he puesto como me han puesto tantas caras, cuerpos, nombres.

Nací de un hombre y una mujer, de un amor manchado por el fanatismo de mi madre y la represión de mi padre. Criada en la América gorda e hipócrita de Leesburg como Linda Danvers. Convertida en mujer con el asesinato de un hombre inocente; seducida por la maldad del infierno. Debí ser devorada por las llamas por las que me dejé besar. Merecía morir.

Entonces algo ocurrió, un fuego que quemó mis entrañas y me insufló una nueva vida. Mi cabeza se llenó de nuevos recuerdos, memorias de un cuerpo amasado por un genio loco en un universo extinguido a imagen y semejanza de una mujer muerta e imitando los poderes de un superhombre que era de la misma sangre que los asesinos que aniquilaron aquel mundo. Eran la vida de Matrix, arcilla ardiente, nacida sin alma, buscando su lugar en el mundo como yo misma. Recuerdos de ser la campeona de la buena gente de Metrópolis, de sonreír fingiendo ser la … ¿hermana? ¿hija? ¿prima? del gran Superman, aparentando ser buena y amable cuando sólo actuaba; creyendo que si era “buena” acabaría sintiendo amor, que sentiría una diferencia entre salvar un niño y aplastarlo bajo su bota. Y por un tiempo disfrutamos de una nueva oportunidad, siendo algo mucho más allá que la suma de las dos.

-Mentira. Mierda. Barro-le espeta Raven con tono despectivo.- Linda Danvers mató por placer. Adoró demonios. Convirtió el sufrimiento de sus víctimas en arte. Pobre Superwoman. ¿Creías que podías sepultar su alma en tu rubia cabellera y limpiarla? Muñeca frígida. Puse el gusano en el hueco de tu corazón. Para crecer y prosperar y pudrir todo lo que creases.-Raven hace una pausa mientras sonríe.-¿Por qué crees que te elegí como el receptáculo de la semilla de Trigon, mi padre?(1) ¿Creíste purgarte de ella, cosita? Siempre quedó un rastro en ti. Una simiente a la que abonaste con Linda Danvers. Que ahora florecerá. Así que, Superwoman… ¡Levántate y anda!-ordena Raven eufórica.

La campeona de Leesburg levantó la cabeza. Los Titanes se aproximaban.

-¿Superwoman? – Superboy se acercó a ella.- ¿Estás…?

-¡Superboy, no…!- le advirtió Cyborg.

De repente los rayos psicocinéticos de Superwoman se concentrarón en los ojos de Superboy, impactando directamente en su córnea. El muchacho gritó de dolor y retrocedió trastabillando. Entonces Superwoman se lanzó contra él a toda velocidad. En lo que para los demás fue un parpadeo, los dos borrones azules se movieron cientos de metros hasta chocar contra un edificio.

-¡Cuernos!- gruñó Cyborg, mientras su brazo adquiría forma de cañón.- Raven también la domina a ella.

-¿Dominar? Yo no domino a nadie, Víctor.- la voz de Raven llegaba desde el fondo de su alma negra, un dragón de la más pura noche.- Sólo despierto el fuego que aviva en ellos.

En la oscuridad del dragón brillaron cuatro puntos rojos. Y de su pecho brotaron Trueno y Relámpago, los gemelos vietnamitas, antiguos titanes, convertidas en parodias deformes, más animales que hombres. Se abalanzaron sobre Cyborg.

-¡Cuernos!- gruñó Cyborg, su rostro plateado brillando a la luz de los disparos de su brazo cañón.

Starfire recordaba muy bien la primera vez que vio a Raven. Aquella muchacha tímida, cubierta de pies a cabeza con su oscuro manto, con su inquietante voz podía parecer el polo opuesto a la exuberante princesa alienígena. Pero Starfire pronto simpatizó con ella, pues en el fondo tenían un dolor parecido y un mismo deseo: empezar una nueva vida en aquel mundo llamado Tierra.

En los años siguientes, aquella chispa de empatía creció para convertirse en una amistad verdadera. Starfire habría dado la vida por ella. No importaba las veces que su compañera perdiera el control de su lado demoníaco; ella nunca perdía la fe en que su amiga resurgiría. Por eso luchaba ese día. Lanzando relámpagos de energía que parecían empequeñecer los rayos de la tormenta que rugía a su alrededor.

-¡Raven, detén esto!- gritó Starfire.

-Estoy harta de contenerme.- la piel de Raven parecía arder como una brasa. Sus ojos eran dos rendijas de infierno. Su yo-alma era un dragón inmenso que parecía hecho de sombra, pero sus garras y sus dientes partían el acero y el cemento.- Harta de resignarme. Harta de llorar, Koriand’r.

La cabeza del dragón embistió contra la princesa tamareana como si fuera a engullirla de un bocado. De las manos de la titán brotó una luz que parecía disipar las fauces del monstruo, que retrocedieron humeando. Pero no pudo aprovechar su ventaja, porque la cola del dragón serpenteó como un látigo y la golpeó por la espalda.

-¡Kori!-Cyborg no podía ayudarle; bastantes problemas tenía peleando con Relámpago y Trueno, más bestias que hombres pero aún con sus poderes. En ese momento relámpago mordió su brazo y liberó una potente descarga eléctrica; los sistemas de Cyborg se sobrecargaron temporalmente, y en lo que perdió el control, Trueno lo lanzó volando con un impacto sónico hasta estamparse contra una pared.

“Mierda… conectar sistemas auxiliares… Amortiguadores de impacto quemados… vamos, vamos…”. Casi esperaba que algún titán viniera al rescate, pero cada miembro del grupo luchaba por su vida. En los cielos, Superboy lidiaba con una Superwoman también endemoniada por Raven. “¿Y dónde está Magenta?”. La demente Frankie había sido la primera víctima de Raven en unirse a ella, pero no se la veía por ninguna parte.

Las garras de Trueno se dirigían hacia su garganta. Cyborg tenía que concentrarse en lo inmediato…


Era el fin de los Titanes: ella nunca hubiera creído que fuera a presenciar aquello, pero estaba sucediendo a su alrededor, y no podía hacer nada para impedirlo.

-Nos desahucian.- murmuró Flamebird.

A su alrededor, oficiales de los tribunales procedían a cambiar las cerraduras. Ya habían venido de Laboratorios STAR a llevarse toda la tecnología avanzada a un lugar seguro. Se subastaría para pagar las deudas del grupo. A su lado, Argent y Damage mostraban idéntico desconsuelo. Ambos habían vivido en aquella torre en la bahía de Nueva York, donde habían encontrado un refugio en algunos de los peores días de su vida. Se hacía difícil creer que acabara así. Lo que no consiguió el Hermano Sangre, Deathstroke o H.I.V.E. lo conseguían las manipulaciones financieras de Maxwell Lord(2).

-Pero… Bette, debe haber alguien que pueda ayudarnos. Tenemos algunos amigos con dinero.- protestó Argent.

-He hablado con todos: la empresa de Jesse Quick está sufriendo la crisis; no puedo contactar con Tempest en Atlantis; y el padre de Gar se niega a hablar con nosotros desde que Raven lo secuestró(3)- sólo mencionar el nombre de Gar, su compañero Changeling, le dolía. “Se lo llevaron delante de mí y no hice nada”. Cuando Roy Harper le dijo que se ocupara él del grupo(4), se había jurado ser una buena líder… Pero todo se desmoronaba a su alrededor y no podía hacer nada para impedirlo. “Nada. Nunca hago nada. Debería quitarme ese estúpido pájaro en llamas del pecho y ponerme un cero”.

-¿Qué hacemos ahora?- murmuró Argent.

-Buscar otra base, supongo.- murmuró Flamebird, mirando cómo se llevaban los ordenadores.

-Por lo menos hemos salvado los datos secretos…- comentó Damage. Flamebird lo miró alarmada.- ¿Porqué lo has hecho, verdad?

-¡Oh, no! Sabía que me dejaba algo… ¿Y cómo lo hacemos ahora? ¡Todo está embargado!

-Déjame a mí…- Damage se acercó a los oficiales…- ¡Creo que deben irse…! ¡El edificio amenaza derrumbe desde la pelea con la Hermandad del Mal(5)!

-¿Pero qué dice? La estructura está intacta…- en ese momento la torre empezó a temblar violentamente. Una nube de partículas se desprendió del techo y cayó sobre la calva del funcionario, apagando su brillo- ¡Mejor nos vamos!

-¿Has visto mi chico, qué listo es?- sonrió Argent cuando se fue la lancha de los oficiales. Arsenal, que había usado sus poderes para provocar el temblor, sonrió.

-Gracias, Grant, con eso hemos ganado algo de tiempo… ¿Pero luego qué? No tenemos a dónde ir.- Flamebird no se había sentido tan impotente ni cuando secuestraron a Garfield Logan, Changeling, delante suyo. “Ojalá Gar estuviera aquí” pensó Argent. Él sí sabría qué decir.



La quimera era una criatura mitológica con cabeza de león, cabra y dragón, alas de murciélago y serpientes por cola. Superboy nunca había esperado ver una. Y menos verde, pero ahora tenía una delante y quería devorarle. Esquivó la cola seseante y un zarpazo le desgarró el uniforme. Changeling (pues se trataba del multiforme verde, en forma de monstruo) iba a por todas. Pero Superboy tampoco se cortaba un pelo: golpeó con todas sus fuerzas el pecho del engendro, con un crujido satisfactorio de huesos rotos. Luego con otro golpe lo dejó inconsciente… O muerto. No le importaba mucho.

Aquella crueldad hubiera sorprendido a sus compañeros titanes. Pero Superboy no era Superboy. Hacía unos días, cuando Raven lo atacó con sus poderes, su mente se vio poseída por…

Superboy sintió el sonido de Superwoman rompiendo el sonido un microsegundo antes que la Chica de Acero chocara contra él otra vez con un impacto que rompió ventanas de varias manzanas. La rubia campeona de Leesburg estaba controlada por Raven, al igual que aquél majadero verde de Changeling. ¿Podría matarles? Creía tener el poder suficiente, pero con los demás titanes mirando… Debía ganar tiempo.

El puño de Superwoman casi le rompe la mandíbula. “Eso si no me mata ella antes”.


HUB CITY.

Con una venda en los ojos, Pistolera era capaz de montar un Heckler & Koch G36 (rifle reglamentario del ejército alemán) en un minuto. Desde que habían empezado el secuestro de la niña, con poco que hacer, había decidido mejorar su tiempo. También había limpiado todas sus armas, corregido varias mirillas, y discutido por internet en varios foros de mercenarios cual era el mejor modelo de granada. Eso hacía tolerable su aburrimiento.

Su amiga Vicious era pólvora de otro cartucho; la mercurial lanzadora de cuchillos había salido en por los menos una docena de ocasiones. A emborracharse, circular a toda velocidad, y a buscar pelea. Hub City era una de las ciudades más peligrosas y violentas de los USA, por lo que Pistolera esperaba que no llamara mucho la atención (“mientras no volvamos al mundillo mercenario, no nos echarán de menos”). Y no tendrían que seguir así mucho. Habían secuestrado a la hija de Cheshire, su traidora exjefa, y del titán Arsenal y cargado el muerto a la asesina asiática. Le caerían encima una docena de superhéroes, y con suerte se llevaría una bala perdida. No sólo era venganza, sino una inversión; con Cheshire fuera del mercado, se quitarían de en medio una terrible competidora.

Oyó pasos por la escalera desvencijada. Dejó el rifle casi montado (36 segundos, un buen tiempo) y cogió su automática austriaca Glock 18 (últimamente le daba por armas europeas) y fue hacia la puerta. Acercó el rostro a la mirilla.

-Abre, puta.- dijo Viciosa del otro lado de la puerta, parecía borracha perdida.- Soy yo.

-Tienes llave.

-Noh she donde la he pueshtoo… Creo que me la dejé en la cama del motero de ayer. ¿O fue del de anteayer? Todos se parecen, con esas barbas.

-Vale, entra.- abrió la puerta.- Que sea la última vez que pierdas las llaves, Laura.

-No me gusta que me llames Laura.- Viciosa entró trastabillando. Pistolera cerró la puerta y le apuntó con la pistola en la cabeza.

-Eso es porque tu nombre no es Laura.

Disparó. La bala pasó a través de Viciosa como si fuera un fantasma. Al instante siguiente desapareció. En lo que tardó Pistolera en parpadear. Mirage se hizo visible, le sujetó la muñeca y le clavó una rodilla en el estómago. Luego la tiró por el suelo con una llave, desarmándola.

Dolorida, Pistolera reaccionó como un relámpago sacando la pistola que llevaba oculta en la espalda. El primer disparo rozó a Mirage en el hombro, pero eso no impidió que la titán saltara sobre la mercenaria como una tigresa. El segundo disparo fue casi a quemarropa, pero no tuvo efecto alguno. “¡Le he dado!”. La sorpresa dio lugar al dolor cuando Mirage le golpeó en un núcleo de nervios, dejándole el brazo derecho inútil. Intentó contraatacar desenfundando el cuchillo que llevaba en la cadera. Su brillante punta llegó a un centímetro de la garganta de Mirage, pero la titán le atrapó la mano y, en una brutal respuesta, la desarmó rompiéndole un dedo. Pistolera chilló de dolor, pero su contrincante la acalló de un cabezazo que hizo chocar la nuca de la mercenaria contra el suelo, dejándola inconsciente.

Respirando con dificultad, Mirage se sentó en el suelo. Tenía sangre en el hombro y el brazo. No eran heridas graves, pero debía taponarlas pronto. Le arrancó la camisa a Pistolera y con ella ató a la rubia y se vendó las heridas. Estaba mareada, pero se forzó a levantarse. “Esa no es forma de pasar la noche para una profesora de gramática”.

Se vio en un espejo y se asustó. Normalmente mantenía de forma inconsciente una ilusión para disimular todas las cicatrices acumuladas en diez años de guerra en un futuro alternativo. Desde arañazos de alambre de espino a fragmentos de metralla. Las marcas que estropeaban su belleza y le recordaban su horrible pasado de guerrillera. Nightwing le decía que era hermosa incluso con esos verdugones cruzando su rostro. Que cada cicatriz le recordaba lo valiente que era… Pero eso fue en otro tiempo, literalmente.

“Céntrate, chica”.

-¿Liam…?- llamó suavemente. La hija de Arsenal estaba ahí. Debía estar ahí.


LEESBURG.

La batalla rugía en toda su intensidad. Cyborg se defendía de Trueno y Relámpago; Superwoman y Superboy eran dos borrones azules rebotando contra edificios; pero sólo Starfire y Raven importaban. Si la tamareana conseguía someter a la bruja, terminaría la pelea. La borrasca azotaba Leesburg en toda su intensidad.

“X’hal” pensó Starfire “nunca había visto un viento así en la Tierra”.

-¿No te gustaría unirte a nosotras, Starfire? ¿Dar rienda suelta a tus emociones?- Raven se lamió los labios.- Podrías vivir en un holocausto de fuego y libertad, princesa.

-¡No sabes nada de la auténtica pasión!- El cuerpo de Starfire brilló como una supernova. Por un instante su rival quedó deslumbrada, y en ese medio segundo, la tamareana ya estaba sobre ella.- ¡Ni del auténtico fuego!- los dedos de Starfire rasgaron el alma negra de Raven. La villana gritó.- Sólo has dado rienda suelta a tu locura… Pero fuiste una de nosotros. Vuelve, Raven. Puedes hacerlo puedes vencer el mal.

-¿Os gusta jugar duro? ¡Juguemos duro!- gritó Cyborg. Como respondiendo, Relámpago le arrancó la mano de un mordisco eléctrico. Un segundo después lamento hacerlo… cuando el miembro amputado explotó dentro de su boca y la llenó de gas anestésico. Mientras en torno al muñón del titán los componentes cibernéticos se reconfiguraban para generar otra mano.

-Ahora tú.- Cyborg disparó su brazo cañón contra Trueno, dejándolo inconsciente.- Uf, no está mal, aunque lo diga yo…

Pero el combate con los dos monstruos lo había dejado tocado; tenía desgarros en algunos componentes internos. Gracias a dios el soporte vital de su parte humana estaba intacto, pero había grietas en su generador de energía… Cincuenta por ciento y bajando… “Tendrá que bastar”. Apretando los dientes, se lanzó a la refriega.

Superboy cayó al suelo, rebotó y chocó con varios coches antes de empotrarse contra un contenedor de basuras. Superwoman pegaba duro.

-Déjalo ya, niño. Tus amigos no pueden salvarte ahora.

Eso era cierto. La niebla era tan espesa que apenas se podía ver, y la tormenta y la distancia impedían que nadie viera la pelea. Superboy sonrió.

-¿Por qué sonríes, mocoso?

-Porque ya no tengo que contenerme.

Superboy se lanzó al asalto; Superwoman consiguió atrapar sus manos con las suyas, pero el impacto la hizo retroceder, con sus pies dejando dos surcos sobre el asfalto como si fuera arena.

-Tu poder, ¿cómo?...

-Porqué al igual que tú… No soy un original… Soy mejor. – Con un grito de rabia, Superboy rompió los brazos de Superwoman con un crujido espantoso.

Raven sangraba por la nariz y los oídos. Su piel siseaba mientras se formaban ampollas. La luz de Starfire dañaba sus ojos, pero cuando intentó cubrirse con su capa, la tamareana la apartó.

-Mírame, Raven… No te escondas de mí.- la luz disminuyó.-Eres mejor que eso.

-No soy mejor que nada. Siempre actuáis… Como si fuera libre de pecado. Como si hubiera nacido tan pura como vosotros. Pero soy la semilla del diablo, de Trigon el Destructor de Mundos. No nací para traer la paz, sino la muerte.

-Has demostrado que no tiene que ser así. Eres una heroóna…

-¿Una heroína? Destruí Tamaran, Kori. Destruí tu planeta natal(6). He matado miles de personas. He robado. He abusado y arruinado muchas vidas. Pero siempre me perdonáis. Siempre actuáis como si nada… Y no aguanto más, Kori no aguanto más.

Los secuaces de Raven estaban derrotados. Cyborg y Superboy avanzaban hacia la escena.

-Raven… Te ayudaremos las veces que haga falta.Estamos aquí.- Starfire extendió la mano.- Hay esperanza.

Por un momento, en los agujeros negros que eran los ojos de Raven brilló una duda. Extendió vacilantes los dedos y tocó los de Starfire. Ésta sonrió… Pero la sonrisa se tornó un alarido. Las venas de su brazo se volvieron negras a medida que la ponzoña avanzaba hacia su corazón.

-No quiero esperanza. Quiero justicia.

El disparo sónico de Cyborg la lanzó por el suelo.

-¡Se acabó, Raven, no puedes huir!

-Vosotros sois los atrapados aquí, Víctor.

A un gesto suyo, la niebla se retiró y vieron que varias manzanas de Leesburg estaban rodeadas por cinco columnas de metal negro y retorcido, como los dedos de una mano diabólica. Y más allá sólo había un vasto espacio negro. Ruinas de basalto y mármol flotaban en el vacío. A Cyborg le dio un vuelco el corazón.

-Azarath.- murmuró.


Azarath. Una dimensión paralela donde nació Raven. Un universo vacío salvo por un monasterio de una orden de devotos pacifistas que intentaron educar a la hija del demonio en su doctrina, libre del odio, la rabia, el amor o cualquier otra emoción. Azarath, cuya gente fue asesinada en una de las posesiones de Raven.

-¿Por qué nos has traído aquí, Raven?- preguntó Cyborg, mientras se acercaba despacio a diablesa, que sujetaba por la cabellera a una inconsciente Starfire. No sólo caminaba lento por precaución, sino por sus escasas reservas. Sintió a sus espaldas a Superboy. “Por lo menos no estoy solo”.

-Aquí nací la primera vez, Víctor. Es justo que renazca aquí.

-Basta de locuras.- levantó su brazo cañón… Pero la locura atacaba de nuevo: su miembro metálico se retorció como si estuviera hecho de mercurio, de la masa informe brotaron dos serpientes resplandecientes que atacaron a Cyborg, que gritó cuando mordieron su rostro expuesto. Intentó usar su otra mano, pero esta se estaba derritiendo en un charco. Igual que sus piernas.

-Hola, Cyborg. Perdona que llegue tarde, pero debía montar el “decorado”.- Magenta, la primera víctima de Raven(7), apareció al lado de ésta. Sus poderes magnéticos eran los causantes de aquello.

-Superboy… Ayúdame…- consiguió murmurar el titán. Superboy dudó. ¿Qué ganaba ayudando a Cyborg? Seguramente sólo Raven sabía sacarlos de allí. Pero ya había estado en sus manos y no quería repetir la experiencia. Ya se preguntaría cómo volver a la Tierra después de matarlos a todos.

-¡Ese truco no te servirá conmigo, nena!

-La función no ha terminado, chico.- Raven levantó una mano.- En toda buena tragedia faltan unos coros.

Una nube gris envolvió a Superboy. Éste aguantó la respiración. Incluso con su supervisión, no podía ver a través de la densa capa de… “Cenizas humanas”. Se dio cuenta. Aquello podía haber intimidado al auténtico Superboy, pero no él. Se había bañado en sangre y levantado torres de cadáveres. Entonces vio un rostro flotando. Macilento y retorcido. Toda el odio y el hambre del mundo parecía concentrarse en sus pupilas negras. Y había otro. De hombres, de mujeres… Le rodeaban. Agitó los brazos inútilmente. Entonces empezaron a gritar. Un aullido sin palabras que horadaba hasta al centro de su alma.

-¡Basta!- intentó alejarse volando, pero la nube lo siguió como una maldición. La ceniza se coló por sus oídos, sus labios, su nariz… Superboy cayó de rodillas apretando su cráneo como si fuera a estallarle… Finalmente fue él quien gritó, con un rugido que partió cristales y agrietó el cemento. Luego cayó inconsciente.


Cuando Starfire despertó, estaba encadenada a la pared. Intentó usar su energía, pero estaba demasiado aturdida. No era sólo el golpe; había una nube flotando a su alrededor. Cada inspiración de aire clavaba agujas en sus pulmones. Entreabrió los ojos.

-No hace falta que te finjas inconsciente, Koriand’r. Sé que estás despierta.

-Raven…

Miró a su alrededor. Superboy estaba tendido en el suelo, con hilillos de sangre brotando de sus oídos. Cyborg, sin brazos ni piernas, estaba tendido en un charco de metal. A su lado Changeling parecía herido. Trueno y Relámpago rondaban como fieras al acecho. Magenta parecía en trance. De todos los sirvientes de Raven parecía latir una aura negra. Pero le sorprendió ver a Superwoman encadenada a un altar.

-¿Qué vas a hacer con ella?

-Su sangre abrirá el camino. Siempre debe abrirse con sangre.

-Pero… está de tu lado…

-Nadie está del lado de la muerte. - En la mano de Raven había una daga de hueso.

-Raven, no, por favor, no… Puedes superarlo.

-Quizá. Pero no quiero. Esta vez llegaré hasta el final.

La daga se alzó. Starfire gritó. En mil ocasiones antes había liberado su poder en circunstancias extremas, salvando a sus compañeros. De nuevo lo invocó, pero fue inútil; a un gesto de Magenta, las cadenas apretaron su cuerpo hasta casi estrangularla.

La daga cayó, hundiéndose en el pecho de Superwoman. Su cuerpo se agitó en convulsiones mientras brotaba la sangre. El cielo enrojeció y de él brotaron rayos.

Los sensores de Cyborg que aún funcionaban se disparaban mostrando mil datos absurdos. Sabía que significaba aquello. Sólo un ser podía retorcer la realidad de esa manera…

… Trigon, el archidemonio. El padre de Raven.

-¡Padre, acepta ese sacrificio! Toma su corazón palpitante y abre con él el camino a la Tierra! Toma ese mundo y esclaviza a su gente. Yo, Raven, te ofrezco ese sacrificio.

Cyborg vio formarse dos ojos en la oscuridad del éter. Parecían escudriñar las almas de los presentes. De su maldad no había donde esconderse.

-¿LA HIJA PRÓDIGA REGRESA A CASA?- Dijo aquella voz. Cyborg apretó los dientes para no gritar.

-Sí, padre. Acepto mi destino.

El cuerpo de Superwoman había dejado de retorcerse.

-¿Y QUIÉN ES ESA OVEJA EN EL ALTAR?

-Superwoman, del linaje del gran héroe. Una campeona de la Tierra. Inocente y mártir. Que fue bendecida con tu semilla hace tiempo, como el resto de esos mortales.

-NADA ES MÁS PRECIOSO PARA MÍ QUE LA INOCENCIA. ME COMPLACE SU SANGRE.

Una mano se formó de las tinieblas. Extendió dedos gigantes para levantar el cuerpo inerte de Superwoman, elevándolo hasta los ojos, donde pareció desaparecer.

-¡No! ¡No…!- gritaba Starfire.- ¿Qué has hecho, Raven?

-He cruzado el Rubicón, amiga mía.

-VEAMOS EL RESTO DE OFRENDAS.

La mano ahora se dirigía hacia Magenta, que parecía retraída, arrebujada en su capa, casi autista. Antes pero, que tocara siquiera su pelo, la mano se detuvo y se retorció.

-¿QUÉ… ME PASA…?

-¿Se te ha indigestado algo, padre?

La oscuridad parecía agitarse, como una nube de tormenta sacudida por relámpagos.

-SU… ALMA…

-Es algo más que una heroína, padre…

Trigon parecía consumirse sacudido por convulsiones internas. Brotó de repente un rayo de luz blanca que recorrió la superficie calcinada de Azarath, hasta tocar a Magenta. Al rozar la punta de la capa de Raven, ésta siseó y se calcinó.

-¿QUÉ… ME ESTÁ… PASANDO…?

-Has el alma de un ángel, padre. Un ángel de la Tierra. Un ser de pureza tal que es anatema para tu maldad.

-NO… ¡ME CONSUMO! PERO SOY TRIGON EL SUPREMO! NO PUEDO ACABAR ASÍ…

-Eres sólo una polilla que se ha acercado demasiado a la luz.

-PAGARÁS POR ELLO, HIJA TRAIDORA!-De los ojos brotaron llamaradas destinadas a devorar a los Titanes, pero Raven levantó su alma para protegerlos. No un dragón, sino una ave negra, los cubrió con sus almas. Aunque a cada impacto la piel de Raven se agrietaba y se ajaba.

Starfire recuperó suficiente poder para liberarse. Trueno y Relámpago se convulsionaban, los apartó de en medio antes que los alcanzara una llamarada. Entonces vio a Magenta. También la llevó a cubierta.

-¿Starfire, dónde estoy…?- dijo aturdida la villana. En la roca donde había alcanzado la luz había brotado una flor.

-Quédate aquí, voy a por Changeling y Cyborg.

¿Pero, por cuanto tiempo podía aguantar Raven? Starfire se alzó volando. Era una princesa guerrera y no pensaba esconderse, aunque la cabeza le fuera a estallar.

-¡Raven, toma mi poder! Juntas podemos con lo que sea.

-No… Kori… Sólo te corrompería.

-Eres mejor que eso.- la sujetó de la mano. Por un momento creyó que ardería a su contacto. Pero la fiera voluntad de Starfire no huía del calor. Su energía cósmica galvanizó a Raven. Su alma vacilante se robusteció, su espíritu extendió sus alas, repeliendo el fuego infernal.

Sin brazos ni piernas, Cyborg no era más que un inválido. Una cosa inútil retorciéndose en el suelo. Entonces notó un tentáculo rodeándole… No, era una trompa verde.¿Estaba alucinando?

-Tranquilo, Vic, te tengo.- la voz de Changeling le hizo sonreír.

-Me alegro de verte, Dumbo. ¿Vuelves a ser tú mismo?

-El terror de las madres, sí. Aunque siento como si me hubiera pateado Superman.

-Pues más o menos. Luego te cuento todo.

El calor hacía difícil respirar. A una orden de Cyborg, Magenta creó unos escudos de metal a su alrededor, pero eso sólo les serviría para acabar cocidos en lugar de asados. Starfire y Raven brillaban tanto que dolía incluso mirarlas. Pero mantenían la sombra-alma entre ellos y la muerte. ¿Hasta cuando podían aguantar?

-NADIE RESISTE A TRIGON… ZORRA TRAIDORA… EN MIS INFIERNOS CAVARÉ UN POZO ESPECIAL PARA TI…

La amenaza se convirtió en una explosión cuando dos manos blancas brotaron entre los ojos. Una visión angelical se abrió paso entre la oscuridad. Una doncella rubia con alas resplandecientes y rubia cabellera.

-¡Superwoman, gracias a Dios!- gritó Cyborg.

-Nunca mejor dicho, supongo... ¿No te han dicho que te largues, pelmazo?

La Doncella de Acero parecía refulgir con una luz de pureza infinita. La oscuridad se desgajaba a su paso, como una telaraña putrefacta, los ojos feron desgarrados en fragmentos que trataron de huir como cucarachas. Pero la luz las aplastó antes de que llegaran muy lejos.

-¿Estás bien, Mae ?- preguntó Cyborg.

-“Mae”, ya nadie me llama así. – La Mujer de Acero se apartó la cabellera de los ojos. Creí que iba a morir pero oí una voz dentro de mí…

-Mi madre, Arella… - Raven levantó la daga de hueso.- Estos son sus huesos.… Me dijo que… que recordara lo que me hacía humana. No mi cuerpo, sino mi amor, mi fe…Mis amigos.- Raven tenía una sonrisa agotada. Su piel se cuarteaba como la arcilla roja.- Debía purgar mis pecados. Limpiar mi alma y pagar mis culpas. Pero también limpiaros de la maldad de Trigon que dejé dentro de vosotros. Sólo tu puedes hacerlo.

-¿Cómo?

-Bastará con que tu luz los toque...

Así lo hizo Superwoman. Trueno, Relámpago, Changeling y Magenta sintieron como si agua fresca se derramara dentro de sus almas, aliviando sus corazones. Con su luz consumiéndose, Superwoman trató de acercarse a Raven, pero ésta negó con la cabeza.

-No quiero la pureza, sino la paz.

El fulgor, al fin, se extinguió. Empezó a soplar de nuevo el viento. Un auténtico huracán. Starfire se sacudió en el aire, y entonces notó que tenía fragmentos quebradizos de la piel de Raven en sus dedos.

-¡Raven…!

-No, Koriand’r… No llores… Es sólo… Mi cuerpo… Fue siempre una cáscara frágil… Ha cumplido su labor… Ahora, es hora de partir.

Starfire la sujetó en sus brazos antes que cayera. Descendió al suelo y los Titanes la rodearon. Changeling, Cyborg… Sus amigos. Sus hermanos.

-No lloréis, amigos. Sin vosotros no hubiera conseguido acabar con Trigon.

-No digas eso, Raven. Encontraremos la forma…

-Ésta vez, no, Garfield. Os quiero a todos. Adiós.- el cuerpo de Raven se deshizo en un soplo. Pero de los pliegues de su capa brotó una paloma blanca, que voló por los cielos hasta perderse en la tormenta, pero su vuelo era seguro. Todos quedaron seguros de que llegaría a su destino.

-¿Y nosotros qué? – dijo de repente Superboy. - ¿Vamos a palmar aquí?

-No… - dijo Superwoman, cuyas alas se habían apagado.- ¡Mirad allí!

Los Titanes veteranos reconocieron la puerta rectangular que conectaba con la Tierra abriéndose. Quizá un último regalo de Raven.

-¡Vamos!- Gritó Starfire.- Los heridos primero.

Trueno y Relámpago sufrían heridas internas por sus cambios de forma, mientras que Changeling tenía varias costillas rotas. Superwoman llevó a los dos hermanos hasta la puerta. Tras ella Magenta volaba de forma errática. Starfire los protegió de varios fragmentos voladores con sus rayos de energía, llevando en brazos a Cyborg y a Changeling.

Superwoman y Magenta acababan de cruzar la puerta cuando el viento arreció de tal manera que incluso Starfire tuvo problemas para mantener el rumbo; con la cabeza gacha, empujaba hacia adelante hacia la salvación. Pero sus fuerzas parecían menguar a cada rato…

-¡Aguantad, chicos!- Superwoman iba a ir a por ellos cuando Superboy la atajó:

-Tú lleva a los heridos a un hospital. Creo que Trueno está grave.

-Pero ellos…

-¡Yo me ocupo!

Aún dudando, Superwoman se fue. Superboy quedó en la puerta. Una sonrisa se extendió lentamente por su rostro. Una sonrisa nada tranquilizadora.

-Superboy, ayúdame…- Starfire alargó la mano. Estaba tan cerca… Casi podía tocarlo con la mano.

-Creo que no, guapa.

-¿Qué?...

-Adiós.

Superboy sopló con su superaliento, Starfire, con salió despedida hasta perderse en el vendaval.

Superboy se dio la vuelta. Y volvió a la Tierra. Era un hermoso nuevo día. Se había librado de los Titanes. Seguramente todos le darían por desaparecido o muerto. Tendría tiempo para planear, para prepararse para ser él mismo. Pronto sería la hora de Black Zero.

Fin (por ahora...)

Referencias:
1.- Ver The New Teen Titans #97-100 USA
2.- Ver Los Titanes #13-15
3.- Ver Los Titanes #17
4.- Ver Los Titanes #17
5.- Ver Los Titanes #13
6.- Ver New Titans #126-130 USA
7.- De nuevo Los Titanes #17

2 comentarios:

  1. “Y con este capítulo termina la saga, hasta ahora, más larga y ambiciosa en la serie de LOS TITANES en AT53. Casi desde su primer capítulo, Roger Corbera ha dedicado sus esfuerzos en colocar las piezas precisas para esta historia y en desarrollarlas hasta este punto, sabiendo después dividirse y dedicarle la necesaria atención a otras tramas que se iban sucediendo en paralelo a la principal. Pero, a pesar de la diversidad de temas, todas las historias tenían un gran nexo de unión: su excelente tratamiento de los personajes y de la interacción entre ellos. Algunas de las mejores escenas de estos últimos 6 números han estado más centradas en cómo se relacionan los unos con los otros que en la acción pura y dura. Es por ello un auténtico lujo poder leer una serie como esta y espero que podamos continuar disfrutar de la misma durante mucho tiempo…
    Y para terminar esta “primera gran saga” Roger recupera a uno de los rivales más clásicos de los Titanes: el demonio Trigón. Como modernos Sísifos enfrentando su eterna tarea, los jóvenes héroes vuelven incansables a hacer frente a esta demoníaca divinidad una y otra vez, siempre con el destino de su compañera Raven en juego. Roger hace uso de la continuidad de los personajes (tan denostada estos días) para construir la base de su relato con un profundo regusto a historia “clásica”. Pero nos ofrece mucho más: entre estas líneas encontramos las semillas de futuras amenazas, de las historias que han de venir y que pueden llevarnos en direcciones que ni siquiera sospechamos. Yo sólo tengo ganas ahora de ver qué nos depara ese futuro…
    (De nuevo, no puedo comentar la portada. Sólo espero que os haya gustado.)”

    Comentario que publiqué con fecha 17/11/2013

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  2. "Bien después de las flores que lanza Roberto, poco puedo decir yo sobre esta historia. Un excelente episodio, muy logrado y entretenido. :D un tanto atrevido y con un gancho interesante para la siguiente época. :D"

    Comentario publicado originalmente por el usuario "William Darkgates" con fecha 01/03/2014

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